Capítulo 32

La miro expectante y ella suspira, toma un sorbo de café y me mira.

—Todo pasó hace 20 años atrás. Yo entré a trabajar en una casa de familia; todo fue regular hasta que conocí a Michael, el hijo de mi jefe. Cruzamos palabras y pues... Nos enamoramos, pero yo sabía que ese amor era prohibido. Rosa, la mamá de Rosaura, que en paz descanse, me lo advirtió, pero yo no le hice caso. Una cosa llevó a la otra y nos acostamos. Semanas después yo me enteré de que estaba embarazada y la mamá de Michael me escuchó. Ella me dijo que haría hasta lo imposible para separarnos, no iba a dejar que su hijo arruinara su vida con una sirvienta —mi mamá derrama una lágrima y yo tengo el corazón en la boca, no puede ser —. Al día siguiente había una cena, junto con Rosa y Rosaura la servimos. En la cena, anunciaron el compromiso de Angela y Michael. Yo no pude soportar eso y me fui de allí, hice mis maletas y él entró a mi cuarto. Me pidió que lo escuchara, pero yo no lo hice. Le lancé una carta donde decía la noticia sobre  mi embarazo y me largué de allí. Él llegó al aeropuerto y me dijo que no me fuera de EE.UU. si era verdad eso de que estaba embarazada de él, pero yo no podía soportar su traición y me subí al avión —mi mamá narra la historia con dolor y yo no lo puedo creer.

—¿Entonces? —pregunto en un hilo de voz y ella suspira.

—El pasado volvió, Scarlett, yo nunca pensé que volvería a encontrarme con él y menos que tú entrarías a trabajar en su casa y te enamorarías de su hijastro. Sin saber que ellos son tus hermanos y él... Él es tu papá —dice y me atraganto con el agua.

No puede ser. Ahora entiendo todo. Las palabras de Rosaura, el sentimiento de familiaridad que sentía con el señor, Parker y Elisa.

—No puede ser. Dime que mientes mamá —ella niega —. ¿Cuándo pensabas decírmelo? —ella agacha la cabeza.

No dice nada.

—No lo puedo creer, me has estado engañando todo este tiempo. Sabías cuanto anhelaba un papá, lo tenía tan cerca y te quedaste callada —le digo casi gritando y ella mira hacia otro lado con lágrimas en los ojos.

—Lo siento —dice y yo niego, derramo una lágrima.

Salgo de la cafetería.

Voy a la sala de urgencias y la escena que me encuentro me destroza aún más. Chantal y Joham se están besando.

—No —digo en un hilo de voz.

Joham se separa de Chantal, me mira y niega.

—No es lo que piensas, Scarlett, deja y te explico —lo miro incrédula y le doy una bofetada.

—¿¡Por qué me haces esto!? Sabes lo importante que eres para mí y me traicionas. No puedo creerlo —digo con lágrimas en los ojos.

—Escúchame, todo tiene una explicación —agarra mi brazo y yo me suelto.

—¿Qué me vas a explicar? ¿Qué me engañaste? Ahórrate tus explicaciones. Ya todo está claro, olvídate de mí y quédate con ella —tomo mi bolso de donde lo dejé y salgo del hospital, está lloviendo.

Tomo un taxi y saco mi celular. Miro la agenda y la única persona que me queda es Brayan, la única persona que no me traiciona y puedo ver. Seco una lágrima traviesa que se desliza por mi mejilla y marco el número, al tercer tono contesta.

¿Scarlett?

Sí, Brayan, el último día que trabajaste con los Beckman me dijiste que en ti tenía a un amigo, que te hablara cuando quisiera y ahora te necesito.

¿Qué pasa? ¿Qué tienes?

¿Estás en tu casa?

Sí.

Voy para allá.

Aquí te espero dice y yo cuelgo.

Le explico al chofer donde queda y cierro los ojos. La única persona que no me miente es Brayan, creo que es el único que me entenderá, desde que renunció sin causa alguna no lo veo. Mi celular suena y es Joham, cuelgo la llamada y entra otra de mi mamá. No quiero hablar con nadie, apago el celular y lo meto en mi bolso. Llegamos al departamento de Brayan y le pago la carrera al taxista. Me bajo y toco la puerta de esta, a los 10 segundos tengo a Brayan en frente de mí. Extiende sus brazos, lo abrazo y ahí es cuando me permito llorar, me permito derrumbarme. En los brazos de Brayan consigo un poco de paz.

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