Capítulo 31

TONY

—No me gusta Luke.

—Su nombre no es Luke, es Liam —aclara Grace con tono de cansancio tras sostener la misma conversación por los últimos cinco minutos.

—Como se llame, solo digo que no me agrada. Y me hace poner en duda tus gustos.

—Ni siquiera lo conoces —discute.

—No necesito hacerlo para que no me agrade. ¿Tú conoces a Kim Kardashian?

—No, pero...

—¿Entonces por qué tu puedes decir que Kim K no te agrada y yo no puedo decir que no me agrada Luke, Liam o Lucrecio?

Una sonrisa curva mis labios mientras mi mirada sigue la discusión como un partido de tenis. Guille no se guarda lo que piensa y está bastante claro que el nuevo novio de Grace no le gusta ni un poquito. Desde el momento en que ella llegó al departamento de Guille, tarde para sorpresa de todos, y rechazó el sándwich de queso que nuestro amigo le había preparado y que él considera su especialidad, no ha dejado de criticar al susodicho. Debo decir que tiene algunos argumentos sólidos, aunque no suficientes para ganar el caso.

—Es distinto, Liam es una persona real.

—¿Y Kim Kardashian qué es? —continúa Guille con las garras afiladas—. ¿Un holograma?

—Kim Kardashian interpreta un papel, nunca sabremos cómo es en su vida privada.

—Lo mismo sucede con Lucrecio. ¿Quién te asegura que no es homofóbico, racista o xenófobo?

—¡Liam! —vuelve a corregirlo—. Es un nombre sencillo y sé que no es ninguna de esas cosas porque hemos hablado demasiado.

—Es un nombre insulso, ¿qué persona seria tiene un nombre de cuatro letras?

Me aclaro la garganta para recordarle que estoy presente y que mi nombre tiene cuatro letras.

­­—Tu nombre real es Anthony —me recuerda haciéndome callar con mirada—. Además, Grace, si no quieres que me disguste tu nuevo novio...

—No es mi novio —lo interrumpe.

—Lo que sea. —Chasquea la lengua—. Si no quieres que me disguste, quizás deberías presentarte a tiempo y muerta de hambre a nuestras juntadas. No tienes que tener una cita antes y venir como si fuéramos el descarte.

—¡No sabía que ibas a preparar tus sándwiches!

­—¡Es de lo único que hemos hablado durante toda la semana!

Los ojos avellana de Grace me buscan y veo una señal de auxilio en ellos. Sin embargo, Guille tiene razón: solo ha hablado de sus famosos sándwiches por toda la semana, incluso envió una foto al grupo cuando compró todos los ingredientes para mostrarnos su emoción. Haberse olvidado de ese detalle, de lo mucho que él valora su cocina, es como haberle dado una patada en los testículos. Un hombre tiene su orgullo y Grace lo pisoteó sin piedad.

—Él tiene razón. —Es todo lo que digo.

—¿Tú también odias a Liam? —pregunta con sorpresa.

—No lo odio.

—Pero tampoco le agrada —dice Guille por mí y yo decido no intervenir—. Lo considera un loquito acosador y, a decir verdad, yo también. ¿Por qué demonios fue a la fiesta de Halloween del viernes pasado? Era para alumnos, no para hermanos mayores de edad.

—¡Se ofreció de chaperón!

—¿Y lo había hecho antes de que tú aceptaras salir con él? ¿No crees que es raro y controlador?

Grace suelta un largo suspiro y se tapa el rostro con las manos, agotada de esta charla que a mí me resulta muy cómica. En esta discusión yo soy neutral. No soy fan número uno de Liam; de hecho, me gustaría no tener que verlo nunca, pero tampoco creo que sea el hijo del diablo como afirma Guille.

—La próxima vez, no rechaces sus sándwiches —le aconsejo—. Podría ahorrarnos a todos un dolor de cabeza.

—¡Está bien! Dame un sándwich.

—No te daré uno ahora ni nunca—chilla Guille indignado—. Les has faltado el respeto, nos has faltado el respeto a nosotros teniéndote que esperar por quince minutos y ahora me lo estás faltando a mí de nuevo suponiendo que olvidaré tu traición.

—¡Que me des un maldito sándwich!

—¡Que no!

—¡Dale su sándwich! —exclamo, cansado de la pelea sin sentido.

Ambos me observan y no puedo evitar estallar en carcajadas. ¿Cómo diablos terminé con esta gente desquiciada? Conviví por años con una fraternidad en la universidad y nunca, nunca tuve que vivir algo similar. ¿Peleas por chicas? Claro. ¿Hombres de cien kilos borrachos y vomitando? Por supuesto. Pero ¿peleas por sándwiches? Jamás.

—Hagan una tregua por ahora —digo en busca de paz—. Grace promete no volverte a faltar el respeto y tú, Guille, prometes no odiar a su novio.

—No es mi novio —vuelve a aclarar Grace.

Ignoro sus palabras porque no importa cuántas veces lo diga, sigue poniéndose colorada con la sola mención del abogado y habla de él incansablemente. Mi cerebro durante nuestros almuerzos amenaza por explotar de tanto escuchar sobre Liam y lo maravilloso que ella dice que es. No quiero ser el villano de la historia, pero para mí él no puede ser tan perfecto. Es un hombre después de todo y yo mejor que nadie conozco a mi género.

—Está bien —acepta Guille, no muy convencido—. Le daré su sándwich y también la limonada que le preparé.

—¿Me preparaste limonada? —pregunta Grace con la voz rebosante de ternura.

—Claro que lo hice. Sé que no te gusta beber alcohol.

—Es un buen amigo —señalo con obviedad.

Las asperezas parecen haber quedado en el olvido para los dos y nuestra cena avanza con mayor tranquilidad. Mañana Grace y yo tomaremos un avión rumbo a Texas, yo conoceré a su familia y ambos actuaremos como una pareja enamorada. Guille, por supuesto, se ha quejado por no formar parte de esta aventura, aunque cambió de idea cuando Grace le explicó lo insufrible que es su madre.

Esta noche, Grace se quedará a dormir en mi apartamento porque tenemos que salir muy temprano al aeropuerto y no tenía sentido que el taxi hiciera dos paradas o encontrarnos allá teniendo que pagar dos viajes en lugar de uno. No sé cómo sentirme al respecto, no sobre ella durmiendo en mi cama, sino con la idea de fingir ser una pareja. Al principio me pareció la mejor de las locuras, un evento hilarante que nunca se repetiría de nuevo; sin embargo, ya no me siento tan seguro de que sea una buena idea. Liam tendría que haber viajado con ella, a pesar de que sea apresurado. Su familia se tragaría sin dudas el cuento de que están enamorados; en cambio, no puedo prometer que mi actuación sea estelar. Ni siquiera sé cómo actuar enamorado o cursi, simplemente es un sentimiento que nunca experimenté y que tampoco surgirá jamás en mí.

Con algo de pena, debo admitir que pedí consejos. Ayer hablé sobre el tema con mi mejor amigo y Noah, luego de reírse de mí por cinco minutos sin descanso, me dijo que no es necesario fingir tanto, que las relaciones verdaderas tienen mucho de amistad y que esa complicidad ya la tengo con Grace. También dijo que me ha visto tener química hasta con una planta muerta por lo que seguro podré actuar bien.

Tengo mis dudas, solo que ya es tarde para echarme atrás. Lo que más me asusta es lo que añadió Noah justo antes de cortar: «durante tu actuación, no te olvides que no es real o no habrá vuelta atrás».

GRACE

Estoy agotada. Cada vez que parpadeo me toma más y más segundos abrir los ojos de nuevo. He perdido el hilo de la conversación y tengo que presionar constantemente mi lengua al paladar para no bostezar cada dos minutos. Amaría irme a dormir; de hecho, me gustaría estar ya en mi quinto sueño, acurrucada con una manta tapándome y sin preocuparme por nada, pero no me atrevo.

Esta mañana he ido a trabajar, luego tuve una pequeña cita con Liam en la cual me acompañó a una de mis librerías favoritas porque necesitaba una lectura ligera para el avión. Poco después, a pesar de lo que digan Guille y Tony, llegué a la noche de viernes en la terraza y aquí estoy, luchando contra el cansancio porque saber que debo compartir departamento con Tony me revuelve el estómago a causa de los nervios. No solo eso, irme a dormir significa que mañana cuando abra mis ojos, estaré a horas de ver a mi madre y a mi familia. Mi peor pesadilla se hará realidad pronto y quiero retrasarlo tanto como me sea posible.

Por el momento, mi plan va sobre ruedas. Guille propuso jugar al Monopoly y todo el mundo sabe que es un juego casi sin fin. Yo no me estoy esforzando mucho, me importa poco el resultado, pero los hombres junto a mí podrían pasarse toda la noche enfrascados en el mundo ficticio que propone el juego solo para ver quién es más hábil. Si no fuera por todo lo que me preocupa, les propondría medirse los penes para ya terminar con esta guerra de quién es más hombre.

De nuevo, mi ficha cae en uno de los hoteles de Tony y esta vez no tengo suficiente dinero para cubrir el gasto. Guille me propone que saque un préstamo con el banco, mientras que Tony me dice que me perdona si le entrego una de mis propiedades.

—Puedes rendirte —me aconseja Tony siendo un engreído tamaño monumental— y aprovechar el tiempo para darte una ducha y dormir. Sé que estás cansada.

Quizás no soy tan buena ocultándolo.

—No le hagas caso, Grace. Solo piensa en ganar, no en tu bienestar.

—Sabes que siempre pienso en tu bienestar.

Debe ser el agotamiento porque sus palabras son dulces como la miel.

—Creo que me rendiré —digo finalmente.

Tony me sonríe, sus labios se curvan de una manera que ilumina todo su rostro y lo hace ver más atractivo de lo que ya es. Parece un ángel, uno que te guiará a la perdición y no al paraíso.

—Te daré mi llave de repuesto —dice poniéndose de pie.

No tiene sentido luchar contra mí, necesito descansar y lo quiera o no, es mejor llegar a casa de mi madre sin ojeras o tendré que escucharla quejarse sobre lo mucho que me descuido. Quiero que este fin de semana sea ameno y, de ser posible, que las quejas de mi familia sobre mí se reduzcan al menos a la mitad. Me gustaría que me vean como soy: feliz, con un grandioso trabajo, luchando por mis sueños y viviendo en una ciudad preciosa. En cambio, sé que solo verán a una muchacha que solía ser reina de belleza, que está sobre su peso y que se pasa la vida entre libros porque nunca tendrá una historia interesante para contar.

Tony deposita la llave en mi mano con delicadeza y me trae de nuevo al mundo de los vivos.

—Ve a descansar. Duerme en mi cama.

Asiento porque ya no me quedan energías ni para hablar.

—Nos vemos, Guille —consigo decir entre bostezos.

—Buen viaje, traidora.

Me despido con la mano y hago el camino hacia el departamento de Tony casi con los ojos cerrados por el cansancio. He estado tantas veces aquí que puedo encontrar el baño sin problema en la oscuridad y tomo prestada una de las toallas del cesto donde mi amigo las tiene almacenadas. La ducha no hace más que adormecerme y me apuro a higienizarme por temor a quedarme dormida bajo el chorro de agua caliente. Me visto con mi pijama y me meto a la cama sin dudarlo.

El sueño me atrapa entre sus brazos de inmediato y caigo rendida en la oscuridad total disfrutando del silencio de la habitación. No tengo visiones sobre futuros catastróficos, no pienso en nada y casi no siento el leve rumor de unos pasos acercándose y el murmullo de las sábanas.

—¿Tony? —pregunto con duda.

—Estoy buscando mi pijama, vuelve a dormir —susurra.

—¿Dónde dormirás tú?

—En el sillón.

—No seas tonto. Puedes dormir aquí.

—No quiero incomodarte.

—Este fin de semana tendremos que dormir juntos —le recuerdo—, no cambia nada hacerlo una noche más.

Parece dudarlo y si no fuera porque estoy mitad despierta, yo también dudaría. No me agrada echarlo de su propia cama y tampoco es mentira que tendremos que dormir juntos mañana para convencer a mi madre que somos pareja. Quizás es hasta buena idea hacerlo esta noche, así no será tan incómodo después.

—Está bien —acepta—. Iré al baño a cambiarme.

Suelto un sonido como respuesta y vuelvo a dormirme de inmediato. Sin embargo, mi piel se vuelve extra consciente y me hace saber que Tony ha regresado. Se mete a la cama junto a mí sin hacer casi ruido, aunque el colchón se hunde bajo su peso y el calor que irradia su cuerpo me hace querer acurrucarme contra él.

—Buenas noches —murmuro.

—Hasta mañana, Gracie.

Le doy un golpe torpe que lo hace reír y luego todo queda en silencio. El sueño me atrapa de nuevo y no vuelvo a despertarme durante toda la noche. Duermo profundo, descanso mejor que nunca y cuando abro los ojos, poco antes de que suene la alarma, noto que me siento tan cálida por los brazos que me rodean y el pecho duro que se presiona contra mi espalda.

Tony duerme tranquilo, su respiración es como un susurro bien bajito y es tan cómodo estar entre sus brazos que no lo despierto ni me muevo. Observo la pared frente a mí intentando adivinar todo lo que sucederá este fin de semana y todas las disculpas que tendré que pedirle por el comportamiento de mi familia. Pienso en mi madre con sus comentarios filosos y en mis tías que están pendientes hasta del color de mis uñas. Sé que será un fin de semana de mierda para mí y me siento terrible por tener que arrastrarlo conmigo, aunque, a la misma vez, experimento cierta tranquilidad al saber que esta vez no estaré sola.

Mi estómago se revuelve de manera violenta ante el pensamiento y toda mi quietud se ve interrumpida cuando salgo disparada de la cama hacia el baño. Me arrodillo frente al inodoro segundos antes de que el vómito llegue a mis labios y escucho a lo lejos a Tony preguntarme si estoy bien.

La respuesta es no, pero no me es posible dársela mientras escupo mis órganos.

¡Hola, hola, gente! ¿Cómo están? ¿Qué tal su fin de semana?

Al fin estamos en la víspera del cumpleaños de la mamá de Grace y eso significa que vamos a tener muchos capítulos cargaditos. ¿Quieren adivinar?

Sí puedo decirles que tendremos revelaciones y que ninguna será un shock.

Muchas gracias por su paciencia y por seguir acá leyendo esta historia que actualizo cada muerte obispo. De verdad se los agradezco.

Les deseo un bellísimo día y una preciosa semana.

MUAK!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top