Capítulo 30
GRACE
No recuerdo la última vez que pisé la zona de embarques internacionales del aeropuerto. De hecho, creo que nunca estuve aquí ni sabía bien dónde estaba hasta hoy. No he salido jamás del país y si mal no recuerdo, la única vez que acompañé a Oliver al aeropuerto fue en Nueva York. Tampoco es que importe mucho, pero pensar en la estructura del aeropuerto hace más sencillo atravesar la situación y eliminar los nervios. Sí, estoy nerviosa.
Nerviosa por conocer a los mejores amigos de Tony.
Nerviosa por equivocarme en algo y darles una mala impresión.
Nerviosa porque, de alguna manera, siento que es un paso importante. Ya no seré solo Grace, la bibliotecaria que trabaja con el profesor Rossi sino Grace, la amiga de Tony que conoció en el trabajo.
Trago saliva para humectar mis cuerdas vocales y me recuerdo que solo son dos personas de mi edad, que no estoy conociendo al presidente y a la primera dama. ¿Todos los sentimientos encontrados que no tuve ayer en la cita? Pues están aquí hoy presentes conmigo.
Me concentro en mis pasos, uno delante del otro y también pienso en la bonita noche que tuve con Liam. Pienso en que hace un día magnífico y que Tony parece haberme perdonado por faltar a la fiesta. Solo lo positivo. Aun así, casi me congelo en el lugar cuando veo al grupito de tres a lo lejos esperándome. Reconozco a mi amigo al instante y a la pareja por las fotos. Noah es más alto de lo que parecía, un poco más que Tony, y tiene esa clase de belleza inusual que no llama la atención a primera vista, pero que descubres si lo miras con atención. Fran, por otra parte, es deslumbrante y tiene cara de estar harta del mundo. ¿Ya me odia y ni siquiera he llegado? Juro que estoy en horario.
—¡Gracie! —me llama Tony cuando nuestras miradas se encuentran.
Les sonrío y agito mi mano como saludo mientras me acerco. Prefiero no decir nada sobre el uso de mi apodo de la infancia y me recuerdo que respirar es importante porque es la base de mi supervivencia.
—Hola —saludo con la voz más aguda y temblorosa del mundo—, espero no estar llegando tarde.
Los ojos grises de Fran se posan en mí y su expresión de hartazgo desaparece y es reemplazada por una sonrisa. ¿No me odia entonces? ¿Es la clase de persona que tiene cara de enojada cuando está tranquila y ya?
—La famosa Grace —exclama y parece indecisa sobre cómo saludarme.
—No creo que ser bibliotecaria me haga famosa.
—Soy Noah —se presenta el mejor amigo de Tony, extendiéndome la mano a modo de saludo— y ella es mi esposa Fran. Nos alegra por fin conocerte. Tony ha estado insoportable estos días.
—¿Acaso no es insoportable siempre? —bromeo.
Noah y Fran comparten una mirada que dura dos segundos, pero que provoca que mi estómago y corazón den dos vueltas mortales hacia atrás. Mi miedo crece, siento que he cavado mi propia tumba y que jamás, jamás les agradaré. Cuando pienso que todo está perdido y que es mejor que me vaya para evitarle a Tony más vergüenza, ambos comienzan a reír.
—Me gustas —determina Fran para luego enlazar su brazo con el mío—. Y sí, Tony es insoportable siempre, aunque intentamos no decírselo porque se pone llorón como un niño.
—¡Oye! —se queja el aludido.
—¿Ya ves a lo que me refiero?
—¿Qué tal si vamos a desayunar? —propone Noah—. No sé ustedes, pero yo muero de hambre.
—Vi un lugar de pancakes que lucía estupendo —comenta Tony y así queda acordado el lugar de desayuno.
Camino junto a Fran, unos pasos detrás de los muchachos, su brazo aún envolviendo el mío y una sonrisa tranquila en su rostro. Gracias al cielo ya no tiene cara de enojada.
—Eres bibliotecaria —dice mientras avanzamos—. ¿Cómo es ese trabajo?
—Estupendo —respondo sin dudar—, bueno, si te gustan los libros. Claro que no todo es leer y acomodar tomos, es mucha responsabilidad también y estoy llena de trabajo porque soy la única bibliotecaria para una estructura con trescientos alumnos.
—Eso suena a explotación laboral.
—Un poco —coincido—, pero pronto entrará nuevo personal. O eso me prometieron.
—Hazme saber si no, así los denuncio anónimamente.
Río por lo bajo y asiento.
—Tú estás construyendo un hotel, ¿no es así?
—Eso suena muy elegante para lo que estoy haciendo en verdad. Los abuelos de Noah y yo estamos renovando una posada para convertirla en un bed and breakfast. Algo un poco campestre, pero muy estético y con vibras de hogar.
—¿Por qué solo puedo pensar en Gilmore Girls? —Sonrío.
—Porque eres una chica inteligente.
La cafetería que eligió Tony es bonita y los platillos lucen maravillosos. Como todo café en un aeropuerto, los precios están infladísimos e intento que no se me note la sorpresa al ver que con lo que cuesta un café podría almorzar por dos días en casa.
—Tony —dice Fran frunciendo el ceño después de que tomen nuestra orden—, ¿has ganado la lotería?
—¿No? —contesta él con duda.
—¿Por qué nos trajiste a este lugar? Sale una fortuna.
—¡Podrían haber dicho que no!
Intento no reírme, aunque me resulta muy difícil porque estaba pensando exactamente lo mismo.
—¿Eres profesor o mafioso? —sigue la chica.
—Eres mala, Francine —murmura Tony—. Ahora recuerdo por qué no voy a verte los fines de semana, cuando no está Noah eres como un chihuahua enojado.
—A mí me mordió un chihuahua —comento para alivianar el ambiente.
Por supuesto, la respuesta es una ola de risas y muchas dudas al respecto. Tony se jacta de haberme salvado la vida por llevarme a la enfermería y Fran concuerda conmigo al decir que él no hizo nada. Noah, por su parte, está del lado de su amigo.
El desayuno es más ameno de lo que esperaba lo cual es un gran alivio porque de verdad temía meter la pata. Sé que caerles mal a los mejores amigos de Tony técnicamente no cambia nada para mí, aunque sí para él y no puedo imaginar volver al pasado donde mi única compañía eran Gloria y David.
—¿Qué tal estuvo la fiesta anoche? —pregunto cuando estamos casi terminando—. Tony mencionó algo de un barrio de gente rica.
Noah rueda sus ojos de manera exagerada y su esposa ríe por lo bajo.
—No son gente rica, son clase media alta —dice el muchacho con tono defensivo.
—Son ricos —acuerdan Tony y Fran a la misma vez.
—Gracias por preguntar por la fiesta —continúa Noah ignorando la intervención—, estuvo bastante bien. Creo que hablo por todos al decir que nos divertimos.
—Yo no me divertí tanto —me hace saber Tony—. Estos dos no dejaban de estar en su luna de miel y me ignoraron.
—Es entendible. —Me encojo de hombros—. No se ven hace bastante y se extrañaban.
—Deberías haber venido, Grace. Tony habría sido menos malhumorado. —Fran sonríe y me doy cuenta que no tienen ni idea de que había sido invitada.
—Tony me invitó, de hecho, pero se me presentó un compromiso.
Escucho a Tony chasquear la lengua e inmediatamente poso mi atención en él. Está mirando hacia otro lado, ignorándome y no sé cómo eso me hace sentir. Creí que me había perdonado, que estaba feliz porque al final sí puede conocer a sus mejores amigos a pesar de ser en otras circunstancias.
—No era un compromiso —dice finalmente—. Un compromiso es algo que no se puede evitar, una cita sí.
—¿Tuviste una cita? —pregunta Fran emocionada.
—Sí —respondo rápidamente, aunque no le estoy prestando atención—. Tú dijiste que me haría bien salir un poco más y eso hice. Ya hablamos del tema.
—No, no lo hemos hecho.
—Es verdad porque me ignoraste toda la semana.
—Discúlpame por sentirme ofendido, no sabía que no podía —suelta con ironía.
—¡Claro que puedes! Si me hubieras dicho que te molestaba tanto, habría cambiado la fecha.
—Sí, claro.
—¡De verdad! —insisto.
Sus ojos cafés por fin se encuentran con los míos y noto que en serio está enojado, mucho más de lo que parecía ayer. Está apretando la mandíbula y me observa de una forma que nunca antes había hecho, una mezcla de decepción, rabia y algo más.
—¿No hablarte no fue un claro indicio que estaba molesto?
—Sí, pero...
—No discutiré esto ahora —me interrumpe—. Me gustaría disfrutar los últimos minutos que me quedan con mi mejor amigo.
No sé qué responder ni cómo actuar por lo que prefiero quedarme callada lo cual es una mierda porque odio no poder expresarme. Por un lado, quiero decirle que se vaya al demonio por interrumpirme; por el otro, entiendo que no es el momento ni el lugar para hablarlo. Lo peor es saber que de verdad lo lastimé y yo pensé que era algo sin importancia, que podría solucionarlo cambiando la fiesta por un desayuno.
Qué tonta.
Media hora después, dejamos la cafetería y acompañamos a Noah a la puerta de embarque donde se despide de su mejor amigo y de su esposa. Me siento como una intrusa presenciando la situación y solo le deseo un buen viaje porque no tengo nada más que decir.
—Discúlpalo a Tony —me susurra—, no está acostumbrado a depender de alguien.
—¿Qué significa eso?
Me dedica una sonrisa y niega con la cabeza.
—Te lo diré la próxima vez que nos veamos, si no lo descubres antes.
TONY
El viaje de regreso es incómodo. Hoy más que nunca odio la camioneta vieja de mi mejor amigo que solo tiene un asiento largo en la parte de adelante donde estoy junto a Fran, quien conduce, y Grace que va en el medio. El silencio es casi palpable y sé que es mi culpa, pero no puedo evitar estar malhumorado. De vez en cuando, el buen amigo Tony se siente usado u olvidado y tiene derecho a enojarse por la cosa más tonta e insignificante. Hoy es ese día.
—¿Qué harás este verano? —le pregunta Fran a Grace en su décimo intento de sacar tema de conversación.
—No sé qué haré mañana —responde Grace y quiero reír por su respuesta sincera, pero eso arruinaría mi enojo—. ¿Tú sabes qué harás este verano?
—Claro que sí. —La sonrisa de Fran es tan grande que podría ocupar todo el asiento—. Inauguraré la posada, tendré mi ceremonia de renovación de votos, una linda luna de miel y en algún momento me iré a Alemania con Noah, cuando esté segura que puedo manejar la posada desde lejos.
—Vaya.
—En el tiempo libre intentará terminar la hambruna mundial —comento con ironía.
Los labios de Grace se fruncen y noto que ella también está luchando para no reírse. No me gusta esto.
—Eres un idiota, Tony.
—Oye, eres tú la que alardea sobre su perfecta vida.
—Discúlpame por estar en un buen momento luego de tantos años de estar en la mierda.
—No te disculpo.
Fran me dedica una mirada malhumorada que prefiero no responder porque es mejor que se concentre en la autopista y no en mí. Tiene su licencia hace pocos meses y técnicamente no tendría que estar conduciendo en la ciudad, pero a ella le importa poco y nada. Si muero será porque confié en sus supuestas habilidades tras el volante. Noah vivirá con el peso de haberle dejado esta chatarra a su esposa y haberme convencido de subirme.
—Tony, necesito que te tapes los oídos —dice mi amiga con ese tono que anuncia que no me gustará lo que está planeando—. Quiero tener una conversación de chicas con Grace.
—¿Conmigo?
—Ajá.
—No me taparé los oídos.
—No te quejes de lo que vas a escuchar.
—No lo haré —prometo.
—¿Tendremos una charla de chicas? —repite Grace sin entender.
—Sí —contesta con decisión.
—¿Sobre qué?
—Me gustaría saber de tu cita.
Nuevo consejo para mí: taparme los oídos cuando Fran me lo pide. Ahora es tarde porque hacerlo significa que me molesta y ella tendrá algo con qué fastidiarme por el resto de nuestra existencia. Me niego a ser motivo de burlas.
—Fue una linda cita.
—¿Quién es él? ¿Dónde lo conociste? ¿Cómo es? ¿Tienes una foto?
—Estás conduciendo —le recuerdo.
—Se llama Liam y es hermano de uno de los alumnos del instituto. Lo conocí el año pasado en un evento en la biblioteca.
—Es mayor de edad, ¿verdad?
—Lo es. —Grace ríe e intento no blanquear los ojos—. Es abogado, aunque no de esos que hablan todo el tiempo de su trabajo y son pesados al respecto.
—Eso es bueno.
Lo que no es bueno es que tenga que escuchar esta conversación.
—Es agradable, divertido, muy caballeroso y se nota que está bien educado porque tiene conocimiento de todo.
—¿En el buen sentido? —pregunta Fran con duda.
—Sí, nada de mansplaning. —Puedo jurar que se está conteniendo para no suspirar—. Te mostraría una foto, pero estás conduciendo.
—¿Es atractivo?
—Sí —contesta Grace sin dudar.
Mi mejor amiga chilla de esa manera que hacen las chicas y creo que le quitaré el título de amiga porque no se lo merece. De ahora en más, Maléfica es mi única mejor amiga y eso dice mucho de cómo me siento ahora.
—¿Cuándo lo verás de nuevo?
—Tienes que salir en la próxima —interrumpo para señalar la salida correcta de la autopista.
—Lo sé —contesta Fran—, tengo GPS.
—A veces el GPS se equivoca.
—No creo que se equivoque —discute.
—Puede ser muy terco y equivocarse.
—¿Seguimos hablando del GPS? —Fran enarca una ceja y decido que es mejor quedarme callado—. ¿Cuándo lo volverás a ver?
—No lo sé, quizás tomemos un café durante la semana o hagamos algo el sábado próximo.
—¿Puedo hacerte una última pregunta que será súper entrometida? —le pregunta Fran y tengo miedo por lo que pueda salir de su boca.
—Supongo, ¿puedo no contestarte?
—Puedes —le asegura.
—Dispara.
—¿Liam te besó?
Esta vez no puedo disimular y blanqueo los ojos. Seguro también hago algún sonido involuntario porque Grace gira para mirarme y ella también enarca una ceja en mi dirección. ¿Por qué se han complotado contra mí? El que fue plantado y reemplazado por otros planes fui yo, no ninguna de ellas.
—No, no me besó —contesta—. Es muy caballero para hacerlo.
¿Caballero? Sí, claro.
—Espero saber más la próxima vez que nos encontremos.
—Siento que no me quedará otra alternativa más que contarte.
—Estás en lo cierto.
Llegamos al departamento de Grace unos pocos minutos después y tengo que bajar de la camioneta para que ella pueda hacerlo también. Por un momento nos miramos sin decir nada, esperando que el otro sea el que dé el primer paso.
—¿Nos vemos esta noche? —le propongo.
—No lo sé, ¿quieres que nos veamos esta noche?
Asiento.
—Traeré pizza —le aseguro.
—¿Algo más?
—Una disculpa.
—Genial, irá de maravilla con mi disculpa.
Me dedica una sonrisa tímida y luego se despide de Fran. La veo caminar hacia la puerta de su edificio y espero junto a la camioneta hasta que entra y deja de ser visible.
—Tony, quiero decirte algo como tu amiga y la esposa de tu mejor amigo de toda la vida —suelta Fran en tanto subo de nuevo.
—No quiero escucharlo —me escudo.
—Me importa una mierda, lo escucharás igual.
Conozco bien a Fran por lo que sé que dirá lo que tiene para decir de una forma u otra porque es directa y no se guarda lo que piensa. También sé que no me gustará y que eso significa que nuestra amistad es sincera.
—Dime —murmuro con derrota.
—Eres un idiota monumental.
—¿Podrías ser más específica, por favor?
Bufa con cansancio.
—Si soy más específica no termino jamás.
—Dame una pista.
—Acabamos de dejar a tu pista en su casa. ¿Necesito ser más clara?
—Me disculparé con ella por cómo le hablé —le prometo—. No estoy orgulloso de eso.
—El Tony que yo conozco no se guarda lo que piensa y, mucho menos, lo que siente.
—El Tony que tú conoces es la versión universitaria.
—¿Estás diciendo que la versión adulta es un gallina y maleducado?
—Auch.
El golpe es fuerte y bien dirigido. Si fuera una pelea de boxeo, sus palabras serían el equivalente a un gancho impactando de lleno en mi mandíbula y dejándome atontado buscando con la mirada un punto fijo.
—Le pediré unas bonitas disculpas y no lo haré más. Sé que estuve mal y que no se lo merecía.
—¿Y sabes por qué te molesta tanto o tengo que ser la que te comunique las noticias?
—Me molestó porque canceló nuestros planes, porque me tomó a la ligera y porque sabe que a pesar de todo estaré siempre para ella.
—Busca más profundo.
—¿Más profundo dónde?
—No lo sé. —Se encoge de hombros—. Esta noche antes de ir a su casa, mírate en el espejo y pregúntate qué es lo que pasa contigo.
—Auch de nuevo.
Sus labios se curvan en una sonrisa y me mira mientras esperamos en un semáforo en rojo.
—¿Sabes por qué te quiero tanto?
—¿Porque soy estupendo? —intento adivinar.
—Porque cuando yo tuve mil dudas, tú siempre estuviste a mi lado mostrándome las razones y siendo amable conmigo.
—Tú no estás siendo amable conmigo —le recuerdo.
—Eso es porque la amabilidad no funciona contigo.
—Permíteme estar en desacuerdo.
—Abre los ojos.
No vuelve a decir nada más al respecto en los últimos minutos del viaje, al contrario, se concentra en Noah y hablamos de él hasta que estaciona frente a mi edificio. Me dedica otra de sus sonrisas características y me promete venir a visitarme pronto, lo cual dudo, aunque no se lo hago saber.
En la soledad de mi apartamento, encuentro el espejo en silencio y hago lo que Fran me recomendó: me miro a los ojos y me pregunto por qué.
¡Hola, gente bella! ¿Cómo están?
Seguro no me esperaban tan pronto y para ser sincera, yo tampoco. Supongo que es una buena señal.
¡Finalmente Grace conoció a Noah y Fran! ¿Les gustó volverlos a leer? ¿Qué opiniones tienen del capítulo y de toda la situación?
Muchísimas gracias por leer, votar y comentar. Gracias por su paciencia y por seguir aquí conmigo.
Les deseo una bellísima semana y nos leemos pronto (ojalá).
MUAK!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top