Capítulo 27
GRACE
—De verdad, debes venir conmigo.
—Te dije que no puedo, Tony —respondo con paciencia a pesar de haber tratado antes el tema.
—Será divertido. ¿No te gusta Halloween? —insiste siguiendo cada paso que doy como un niño molesto.
—Claro que me gusta, otra cosa que ya te había dicho, pero debo trabajar.
Bufa y no puedo evitar mirarlo para comprender mejor su rabieta o al menos intentarlo como todas las otras veces. El próximo fin de semana tiene una fiesta de disfraces en la casa de una amiga de la infancia y me ha pedido que vaya con él al menos unas cien veces desde que le acercaron la invitación. Cada vez que le digo que no, busca una nueva razón para que cambie de opinión. Primero, me aseguró que estará toda la noche solo porque sus mejores amigos ahora están casados y como no se ven hace varias semanas no le prestarán atención. Luego, que podré conocer a sus mejores amigos y ver lo genial que son. También agregó que me presentará a su amiga de la infancia que también estudió literatura y que sueña con tener una editorial. No recuerdo cuándo, pero también dijo que asistiré a una fiesta en un barrio de ricos y veré lo que es una buena fiesta con mucho presupuesto. Ayer me dijo que podríamos pasar tiempo juntos y eso debería ser suficiente. Ahora, insinúa que odio Halloween. Tiene mucha imaginación y perseverancia.
—Vamos, Gracie.
Niego energéticamente con la cabeza.
—No me llames así, por favor —casi le ruego—. Tendré que escuchar ese horrible diminutivo sin cesar en tanto ponga un pie en Texas.
—¡Eso es! —exclama—. Si no vienes conmigo a la fiesta, no iré contigo a Texas.
—Pero ya hemos comprado los pasajes —digo con sorpresa y un horrible estallido de ansiedad.
—Perderé el mío. —Se encoge de hombros.
—¿De verdad me dejarás plantada por no querer ir a una fiesta de Halloween?
Algo debe ver en mi expresión porque su actitud cambia por completo. Niega con la cabeza y, sorprendiéndome, me rodea los hombros con un brazo en actitud protectora. Su cercanía es reconfortante y agradable; sin embargo, la ansiedad ya está presente.
—No, solo estoy siendo un idiota —me asegura con una sonrisa tierna—. Nunca te dejaría plantada con algo así.
Asiento porque no encuentro palabras para contestar. Solo puedo sentir la bomba de nervios que hizo explotar y sus consecuencias. Mi estómago se revuelve, mi boca comienza a tener más saliva de lo normal y yo bien sé lo que eso significa.
Me aparto de su abrazo de confort y dejo los libros que estaba acomodando para la feria con urgencia. Corro al baño más cercano y agradezco mentalmente que no sea lejos porque apenas tengo tiempo de arrodillarme frente al inodoro cuando la primera arcada me atraviesa.
Suelto todo lo que tengo en el estómago sintiéndome la persona más patética y absurda del mundo. ¿Cuántas personas tienen ataques de vómitos en momentos de estrés? Ojalá existiera un grupo de apoyo para no estar tan sola con el sentimiento.
—Grace.
—Vete —digo con dificultad.
No lo hace, en cambio, se arrodilla a mi lado y me aparta el cabello de la cara cuando otra ola de bilis sube por mi garganta. Sus caricias tranquilizadoras en mi espalda deberían surtir efecto, pero solo puedo pensar en lo estúpida que soy y en la mala suerte de Tony por tenerme como amiga.
—¿Te sientes mejor? —pregunta luego de un minuto desde mi último vómito.
—Soy patética —me avergüenzo—. Lamento que tengas que ver esto.
—Hay personas que sufren de diarrea cuando están nerviosas o bajo estrés. Eso es peor.
—No lo sé —dudo.
—Te traeré agua.
—No es necesario, puedo ir yo.
—Es lo mínimo que puedo hacer por causarte esto. No debería bromear con el viaje a Texas.
No, no debería, aunque no lo culpo. Otra persona en mi lugar estaría súper contenta de ver a su madre y familia. Él no tiene la culpa de que la evite y que pensarme en una misma habitación con ella me ponga enferma. Además, he estado vomitando por todo las últimas semanas debido al estrés de la feria y la proximidad de la visita. Por lo menos, la feria concluirá pronto; mi martirio maternal, no.
Si llego con vida a Navidad, deberían darme un premio.
—Bebe un poco —me aconseja, dándome una botella de agua que acompaña con una mirada de ánimos.
—Estoy bien —le aseguro.
—Lo sé, eres una guerrera.
Le dedico una media sonrisa y recibo la botella para luego darle un buen trago. El agua fría ayuda de inmediato a disminuir la sensación de ardor en mi garganta.
—No volveré a insistir con la fiesta. Lo siento.
—No te preocupes, sabes que iría para evitar que fueras miserable si no tuviera que trabajar. Y sí, sé que piensas que debo tener más tiempo libre, pero todo habrá valido la pena cuando sea dueña de mi librería.
La mirada que me dedica dice mucho y decido ignorarla. La verdad es que me aterra ir a esa fiesta con él y jamás se lo diré en voz alta. La última fiesta a la que asistimos concluyó con nosotros sin ropa y ni siquiera participamos activamente en la celebración. Por supuesto, eso no significa que sucederá lo mismo, pero a veces es mejor prevenir que curar. Además, como si fuera poco, sus mejores amigos estarán allí y eso me asusta aún más. ¿Y si al lado de ellos se da cuenta que no soy tan genial? ¿O si les caigo mal?
No puedo siquiera pensar en eso por lo que me pongo de pie como puedo, decidida a concentrarme en otra cosa, algo que sí pueda controlar.
—Tenemos que volver a la biblioteca —digo con voz áspera—. Hay que terminar los stands antes de que comience a llegar gente.
—Tienes razón, vamos.
Apoya su mano tibia entre mis omóplatos y me dedica una sonrisa llena de ternura. Mi vida sería mucho más fácil si él no fuera tan apuesto y si una sonrisa suya no alterara mis conexiones neuronales.
—Te extrañaré en la fiesta, es lo último que diré al respecto —me promete.
—¿Ya pensaste tu disfraz?
—Dependía de si decidías acompañarme o no.
—¿Eso por qué? —digo confundida.
—Habría sido genial ir en conjunto. —Se encoje de hombros—. Ahora que ya sé que no puedo hacerte cambiar de idea, he decidido ir como Venom.
—¿El Spiderman malo? —intento adivinar.
—Sí, pero sería Venom de Tom Hardy, no de Tobey Maguire.
—Más oscuro, ¿no?
—Mírate, intentando hablar de superhéroes conmigo.
Me río por su burla, aunque tiene razón. No soy fan de los superhéroes y cómics. Yo prefiero los libros y si bien he visto algunas películas, no comprendo las conexiones entre ellas. Cuando aparecieron los tres Spiderman en la película no entendí nada y todavía sigo preguntándome en qué momento murió Tony Stark.
—Prometí que vería las películas, ¿recuerdas?
—Prometiste que las verías conmigo —me corrige—. Espero que no me estés metiendo los cuernos con Marvel.
—Jamás.
Me dedica otra sonrisa e intento no pensar en que ha mantenido su mano en mi espalda durante todo el recorrido. Quizás teme que me desmaye, lo cual ya ha dicho varias veces y pensaría igual si no fuera porque ya he tenido uno de estos episodios antes. El último mes de la universidad no fue particularmente lindo para mí con todos los exámenes finales.
Volvemos a la biblioteca y tan solo entrar me aborda la sorpresa. No me había percatado hasta ahora el buen trabajo que hemos hecho con esta feria. Los stands lucen estupendos, los padres voluntarios han decorado el espacio y se ve de maravilla. La escuela hasta accedió a instalar un pequeño escenario con sillas para las presentaciones.
—¿Estás bien? —me pregunta preocupado.
—Lo estoy. —Le sonrío—. Solo estoy admirando el increíble trabajo que hemos hecho.
—Somos geniales, ¿no?
—Obvio que sí, mejor que The Avengers.
Me dedica una mirada de incredulidad que me hace reír.
—Le ganaremos al mal con libros —dice con sarcasmo.
—Ya sabes lo que dicen: las palabras son poderosas y la pluma es un arma.
—Claro que lo es. Puedes clavarla en el ojo de tu enemigo como John Wick.
—Qué buen ejemplo le das a tus alumnos —lo molesto.
—Si quieren frases inspiradoras, que busquen a Dumbledore —bromea.
—Lástima que está muerto.
Con mejor energía que antes y con la nueva perspectiva de que hemos hecho una gran hazaña, retomamos nuestra tarea. Nos queda poco para terminar y en una hora el lugar estará lleno de estudiantes y familiares. Aun así, me tomo una pausa para comerme la barrita de cereal que Tony me ofrece y para calmar mis nervios.
No puedo controlar los vómitos ni a mi madre, pero los libros me dan seguridad y eso es todo lo que necesito para atravesar esta jornada. Libros y mi amigo Tony.
TONY
Nunca me he considerado una persona sobreprotectora, ni siquiera alguien con mucha conciencia. El papel de conductor designado siempre fue para otro, yo, en cambio, era el de las malas ideas y mis amigos pueden dar fe de ello. Sin embargo, aquí estoy, siguiendo con la mirada a Grace por temor a que se desmaye.
Todo el asunto de sus vómitos por estrés me tiene preocupado y aunque ella le quita importancia, noto lo agotada que está. La idea de que me acompañara a la fiesta de Halloween era mayormente para que se tomara un descanso, para distraerla de las responsabilidades, pero es más terca que una mula. No acepta mis consejos, siempre evita el tema y me hace quedar como un loco que se preocupa por todo. Ya que no quiere escucharme, he comenzado a hacer platillos más nutritivos para nuestros almuerzos juntos con la esperanza de que eso compense todo lo que está expulsando.
Aparto la mirada de ella a regañadientes y me concentro en los estudiantes junto a mí que están viendo y comprando libros. Estaría más orgulloso de lo que hemos organizado si no fuera por lo estresando que resultó, apenas he dormido estos últimos días.
—Profesor Rossi —me llaman y reconozco la voz al instante.
—Alex. —Le sonrío a mi estudiante favorite—. Veo que has vaciado la alcancía, ojalá tus padres no se enojen con nosotros.
—No puedo desperdiciar la oportunidad. —Me sonríe—. ¿Ha visto los descuentos? Son una locura.
—Claro que los he visto, yo los organicé —respondo con orgullo.
Se golpea la frente con suavidad y ríe.
—Es verdad. Ha hecho un buen trabajo, aunque yo diría que la señorita Stuart ha hecho más que usted.
—Auch.
—Solo bromeo, ¿o no?
—Ya no eres más mi favorite, ¿lo sabes?
—Claro que lo soy. —Se encoge de hombros.
—¿Qué llevas en las bolsas? —le pregunto porque me gusta hablar con elle.
—He comprado las nuevas ediciones de los libros de T. Murphy, ¿cree que me los firme todos?
—Me aseguraré de ello —le prometo—. Él y yo somos amigos.
—Ahora está mintiéndome.
—Claro que no.
—Sí —me acusa—. Quiere que me disculpe por creer que la señorita Stuart es mejor y me miente.
Suelto una carcajada por sus ocurrencias.
—Ambos sabemos que ella es mejor así que no tengo que mentir para impresionarte, Alex.
—¿De verdad son amigos? ¿T. Murphy y usted?
Asiento con la cabeza.
—Guau —suelta con asombro—. Ahora es más cool que antes.
—Siempre fui cool.
—Una persona cool no se autodenomina cool —discute.
—Eres un dolor de cabeza.
Eleva los hombros con diversión.
—¿Puedo confesarle algo?
—Por supuesto.
—Creo que usted y la señorita Stuart harían una gran pareja.
Se va rápido antes de que pueda decirle que ha perdido la cabeza y me deja riéndome por su honestidad y locura adolescente. Grace y yo somos una excelente pareja laboral y grandes amigos, eso es todo. Ambos sabemos que pasar esa raya sería catastrófico. Aun así, me encuentro buscándola con la mirada una vez más. No me es difícil hallarla, a este punto creo que podría encontrarla con facilidad en un estadio lleno de gente.
Grace está junto a uno de los stands con un libro en la mano y hablando con un muchacho. Mi ceño se frunce de inmediato y no puedo evitar preguntarme quién demonios es. Está claro que no se trata de un profesor porque lo conocería, por lo que tiene que ser un librero o un familiar de algún estudiante; está muy bien vestido por lo que me inclino por la segunda opción. No tengo ni idea de qué están hablando, pero Grace está sonriendo y no es una de esas sonrisas de cordialidad o incomodidad, sino una real como las que siempre comparte conmigo cuando estamos tonteando. Él también sonríe y no me es difícil notar que está interesado en ella.
¿Es este el tipo del que se rehusó a hablar los otros días? ¿El que la invitó a salir el año pasado?
No puedo apartar la mirada de ellos y no sé muy bien cómo eso me hace sentir. Se ríen de algo que él ha dicho y puedo jurar que las mejillas de Grace se colorean. Este muchacho es apuesto a su manera, aunque luce muy estirado. ¿Por qué viene de traje? Mejor aún, ¿por qué vino siquiera aquí? Con una rápida evaluación sé que está en los finales de sus veinte por lo que tranquilamente podría ser padre de algún alumno, aunque lo dudo mucho. Esta gente no suele ser padre a una edad temprana. Debe ser el hermano de alguien y eso lo hace todavía peor. ¿Ha venido a la feria solo para hablar con Grace? ¿Por qué eso me molesta tanto?
«Instinto sobreprotector» me digo y me ceño a esa idea.
El trabajo me distrae de ellos y lo considero una bendición porque no quiero preocuparme más por Grace de lo que ya estoy. Es una adulta y puede cuidarse sola, aunque cada tanto vomite, se desmaye y coma mal.
—Tony —me llama Grace más tarde—. Creo que Tyler ya llegó y necesita rescate.
Ese comentario me sirve para alejar al hermano acosador de mi mente e ir a buscar a mi amigo. Solo ha atravesado la puerta y ya está rodeado por todos los flancos. Si mi autoestima no fuera tan alta, me sentiría amenazado por él.
—Okey, gente, denle un poco de espacio a nuestro amigo —anuncio abriéndome paso—. El señor Murphy no podrá hablar con ustedes ni firmar sus libros si no lo dejan pasar.
Mis palabras ayudan y logro llegar a su lado mientras la multitud se disipa. Tyler me sonríe y nos damos un corto abrazo porque hace bastante que no nos vemos y es bueno tenerlo cerca.
—Hombre, nunca me voy a acostumbrar a esto —dice con diversión.
—Como si no lo disfrutaras, idiota.
Suelta una carcajada y me da un leve golpe en el brazo.
—Tony —dice mirando a la bonita chica a su lado—, ¿recuerdas a Emma?
—Claro que sí. —Sonrío a su novia con amabilidad—. Es un placer tenerte aquí.
—Digamos que vine obligada —bromea.
—Perdiste una apuesta, Em. Sé una buena perdedora y no lo anuncies a todo el mundo—la acusa.
La chica chasquea la lengua y él le sonríe como si fuera la cosa más maravillosa del mundo. El amor es una cosa curiosa.
—Me gustaría presentarles a mi colega —digo mientras avanzamos—. Organizamos esto juntos.
—Han hecho un gran trabajo.
Le sonrío en agradecimiento y los llevo hacia Grace que está de nuevo con el muchacho. ¿Qué diablos? ¿Contrató a un guardaespaldas y no me dijo?
—Grace —digo con un repentino nudo en la garganta—. Me gustaría presentarte a Tyler Murphy y a su novia Emma Williams.
—¿Emma Williams como la periodista? —dice con interés mientras les estrecha la mano.
—La misma —contesta Tyler con orgullo.
—¿Cuánto te pagó el idiota de mi novio para que finjas conocerme? —dice con diversión.
—Nada —contesta Grace con risas—. Leí una crónica que hiciste sobre la huelga de profesores en Nueva York, me pareció estupenda.
Con esas palabras, las chicas se enredan en una conversación sobre la educación y me siento dichoso cuando el acosador se va.
—Oye —murmura Tyler en mi dirección.
—¿Sí?
—¿Por qué miras a ese muchacho como si quisieras matarlo y comerte sus entrañas? —Hace una breve pausa—. ¿Necesitas ayuda para eliminarlo?
—No sé de qué me hablas —digo con evasiva.
—Sí, claro. —Ríe—. El café a la salida te saldrá muy caro, Rossi.
—¿Recuérdame por qué te invité?
Los dos reímos con complicidad, aunque no puedo evitar pensar en sus palabras. ¿De verdad estoy mirando como un desquiciado al admirador de Grace?
¡Hola, hola! Nos volvemos a encontrar, ¿cómo están?
Disfruté escribiendo este capítulo, ir acercándonos más y más al punto de la historia que ansío tanto que alcancemos. ¿Qué opiniones tienen de lo que han leído? ¿Tony es sobreprotector o está celoso?
Por cierto, amé la pequeña participación de los personajes de Rose Valley en este capítulo.
Como siempre, muchas gracias por leer y por el apoyo. Gracias por su paciencia y cariño.
Les dejo unos pequeños edits de los personajes que se acoplan muy bien a su situación en este punto de la historia.
Nos leemos pronto.
MUAK!
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