38. El final es solo el comienzo

Florence + The Machine - Dog Days Are Over (1:49 - 2:47)

Tardo exactamente siete semanas, desde el funeral, en visitar la tumba de mi hermano, y al llegar al cementerio me quedo de pie afuera casi un poco más de dos horas sin atreverme a entrar, pero también sin poder irme.

No puedo creer que él esté aquí —es el primer pensamiento que tengo después de entrar.

Cuento cada paso que doy hasta llegar al mausoleo de más de cuatro metros de la familia Sinclair. El cuál ya vi antes, cuando fue el funeral de mi padre, pero ahora es diferente porque la muerte de mi hermano realmente me duele, y cuando mi padre murió lo primero que sentí fue alivio, luego, por supuesto, vino la culpa por tener esa clase de pensamientos.

Hay un total de ciento veinte pasos entre la entrada y el elegante mausoleo.

No traje flores porque a mí hermano jamás le gustaron, así que no le encontré sentido el traer ahora algo que él no quería en vida.

—¿Puedes esperarme aquí?

—Por supuesto —responde Donovan.

No quiero que entre al mausoleo porque a mí padre no le hubiera gustado Donovan, de hecho, lo despreciaría con solo escuchar su nombre, y Landon lo odiaba, aún puedo recordar el odio en su mirada cuando le dije que escogería a Donovan o preguntaba por él.

Aún hay una pequeña voz en mi mente que suena mucho a mi yo de siete años, aquella que veía a su hermano mayor como un héroe y que él era todo lo bueno que tenía, que me grita enojada que tenía que escoger a Landon.

Y, también hay algunas madrugadas, mientras estoy sentada en el jardín, en las cuales mi yo actual piensa lo mismo.

—Ve, estaré aquí cuando salgas.

Asiento un par de veces con la cabeza y exhalo antes de entrar.

El aroma no es lo que esperaba de un lugar como este, pero tampoco es algo que me sorprenda y pienso que es cosa de mi madre que huela a sándalo y otras especias que no puedo reconocer del todo.

Tal vez era un pensamiento tonto o un anhelo desesperado de esa parte de mí que piensa que nada de esto es real, pero esperaba entrar y ver a Landon de pie y con los brazos abiertos esperando por mí, pero solo soy recibida por cuerpos muertos y el silencio; no hay ningún «hola, hermanita», y aquello me duele.

—Hola, hermano.

¿Cómo terminamos aquí? Yo de pie frente a su tumba.

Cierro los ojos y al volverlos abrir me acerco un poco más.

—Lo siento, yo tampoco quería que terminemos así. Te amaba.

Mi garganta se llena de nudos provocados por palabras y cosas que no pude decirle cuando estaba vivo, impidiendo que pueda seguir hablando.

Miro alrededor y el lugar se siente tan poco para Landon y la persona —al menos en mis buenos recuerdos—, que él era.

—Hola, padre y hola hermana.

Siento que sería mala educación no saludarlos a pesar de que no estoy aquí por ninguno de ellos.

La muerte de Aurora no me dolió, me afectó sí, pero no marcó un antes y un después en mi vida, no como lo hizo el saber que fue Landon quien orquestó todo y lo hizo parecer un suicidio, no de la forma en que me afectó la muerte de mi hermano.

—Esta semana regresé a las empresas y retomé mi cargo como CEO, pero no trabajaré todos los días ahí. Por ahora solo iré tres días a la semana y por supuesto, cuando haya reuniones que requieran mi presencia, porque pienso dirigirlas bajo mis propias reglas. También di una rueda de prensa y cuando finalicé, pensé, ¿qué diría Landon al respecto de lo que dije? Pero, ahora, realmente no lo sé porque todo lo que tengo son suposiciones.

Él era impredecible.

Aunque estos días me gusta pensar en Landon como el hermano que solía ser y no el que fue al final. Incluso sí pensar en él de esa manera hace que la culpa duela más.

—Aun sigo pensando que pude haberte salvado, que debía hacerlo y es una culpa en la que estoy trabajando en terapia para poder aprender a sobrellevar.

Miro la pieza de ajedrez que tengo entre mis dedos.

«No creo que pueda volver a jugar ajedrez nunca más», le confesé a Donovan la otra noche mientras estaba sentada frente a un tablero de ajedrez mirando las piezas por casi una hora sin atreverme a tocarlas.

Él era el Rey y yo la Reina y, ahora que él murió, el juego acabó, ¿qué sentido tiene jugar sin el rey? Ni siquiera es posible.

—Me gusta creer que estás en el País de Nunca jamás, peleando con piratas y esperándome para poder vivir aventuras juntos. Qué estás construyendo una fortaleza para mí dónde nadie me podrá lastimar y qué, para llegar a ella, tendré que subir a lo más alto que pueda en el cielo y girar en la segunda estrella hacia la derecha, y cuando lo haga, finalmente nos reencontremos.

Paso mis manos por mi abrigo negro.

Estoy totalmente vestida de negro

Me veo bien vestida de negro. Es el color de mi profesionalismo, de mi poder, de la severidad y seriedad con la que abordo cada situación a la que me enfrento.

Hasta cierto punto de mi vida donde de repente, ya no era solo blanco o negro, si no que la paleta de colores se hizo más brillante; Tonos dorados de amaneceres y nuevas oportunidades.

Pero hoy no.

Este es un negro que nunca quise usar. Aunque utilicé uno similar en la lectura del testamento donde él me dejó todo.

—Se que cuando nos volvamos a encontrar serás de nuevo mi querido hermano, ese que eras antes de ir a la universidad y conocer aquellas personas que te hicieron cambiar por completo, antes de aquella novia que nunca conocí.

Cierro los ojos y solo quiero que esto acabe. Este dolor que me está desgarrando y la culpa que me devora. Solo quiero un alivio, simplemente ser libre de todo lo que de manera tan implacable me impide simplemente ser.

Pero de pie frente a la tumba de mi hermano, me doy cuenta que estoy un paso más cerca de aquello.

De estar libre de mi familia.

Libre de los crímenes de mi hermano.

Libre de sus expectativas.

Y libre de todo aquello que me hacía daño.

—Mamá está en Mónaco, no piensa regresar, dice que prefiere estar por allá lejos de todo y que después, irá a Gales o Londres. La muerte de Aurora le afectó más de lo que demuestra. ¿Sabes que me pidió ir con ella? Le dije que no, que ya tengo una familia aquí. Pero, Landon, eso no quiere decir que tú ya no serás mi familia, siempre serás mi hermano.

Vuelvo a ver la pieza antes de dejarla frente a su tumba.

—Te amo, hermano. Lamento que hayamos terminado de esta manera.

Mi nombre fue lo último que él dijo y cuando me miró, estaba ahí el hermano que tanto me dolió perder, pero incluso aunque llore todas las lágrimas de mi cansado cuerpo, él no va a regresar y es otra cosa con la que estoy aprendiendo a lidiar.

—Prometo regresar pronto, hermano. Te amo.

A pesar de todo, realmente te amo, Landon.

No le digo adiós porque aquella palabra no se siente del todo bien y simplemente salgo del lugar sintiendo un peso menos sobre mis hombros y menos dolor dentro de mi pecho.

—¿Lista para ir a casa, pequeña luciérnaga?

Tomo la mano que él me ofrece y me acerco a su costado.

—¿Sabes? Siguen sin gustarme los apodos.

—No mientas, te encanta.

—No.

Mi reflejo en los vidrios de mi auto llama mi atención y me detengo un momento a observarlo.

Desde que regresé a las empresas he tenido un look similar que muestra lo lista que estoy para tomar, no solo el mando de mi vida, sino también el desastre que ha dejado ni familia.

Y puede que me sienta algo insegura en ciertos momentos, pero por fuera soy la encarnación de la confianza.

—Mi hermano me confesó que fue él quien le dio a mi padre la idea de esto —murmuro y llevo un dedo hacia la marca sobre mi labio—. Y qué fue gracias a esta cicatriz que supo que yo sería un perfecto peón lista para sacrificarse por su Rey.

Por mucho tiempo me pregunté, ¿en qué momento comenzó todo? Creo que fue justo ahí, cuando aún era una niña y mi padre me hizo esta cicatriz.

Tengo casi una respuesta y eso no cambia nada.

—Creo que estoy lista para empezar a dejar ir a mi hermano.

Donovan aprieta mi mano y me dedica una sonrisa.

—¿Estás segura?

—Sí.

Es aceptación, no resignación lo que siento al respecto de todo lo que ha sucedido, aun duele, pero se supone que perder a alguien que amas debe de doler, es algo con lo que ya estoy familiarizada y entiendo la diferencia entre ambas cosas.

Y, aun así, puedo aceptar como han resultado las cosas.

Tengo un hogar con un hombre que me ama y una hija maravillosa, también tengo una familia y un nuevo propósito en mi vida. Uno que yo elegí.

—¿Sabes? Aún me debes una cita. ¿Recuerdas que perdiste aquella apuesta? Porque yo no lo he olvidado.

—Nos compré una hermosa casa frente a la playa. ¿No es eso suficiente para ti?

—Oh, cariño mío, una sola mirada tuya es suficiente para mí.

Intento contener una sonrisa mientras pongo los ojos en blanco.

—Eres demasiado cursi para mí reputación. ¿Lo sabías?

—No finjas, amas eso de mí.

—Si pensar eso te ayuda a dormir por las noches, que así sea.

No puedo evitar sonreír al ver su mirada.

—Ven aquí —ordena, agarrando las solapas de mi abrigo y me atrae hacia él para besarme.

Su mano ahueca mi rostro y ambos nos sumergimos en este beso.

—Estaría totalmente perdido sin ti, Lu —susurra contra mis labios—. Y hablo totalmente en serio, una sola mirada tuya es suficiente, porque cada parte de ti es suficiente en todos los sentidos.

Le dedico una media sonrisa y vuelvo a juntar nuestros labios.

—Yo también te amo.

La curación de nuestra relación, tuvo que esperar hasta que primero pude perdonarme a mí misma y aunque después de hacerlo, no todo fue sencillo, llegué a un punto donde todo empezó a sentirse encaminado hacia el camino correcto.

Puedo hacerlo —me dije—. Puedo hacerlo.

Después de todo el dolor, las traiciones y las pérdidas que he soportado, ahora tengo algo bueno, algo por lo que vale la pena luchar y cuidar para mantener.

Tengo todo un banquete y no solo migajas, y, la mejor parte, es que me lo han dado sin pedir nada a cambio.

—¡Mamá!

Abro los brazos para recibir a Lily y ella deja un beso en mi mejilla.

—Te extrañé.

—Hola querida hija, tu padre también está aquí.

—Ha, hola papá.

—¿Hola, papá? ¿Eso es todo?

Lily se ríe y pone los ojos en blanco.

—¡Eso lo sacó de ti! —me acusa Donovan.

Alana está en el porche de la nueva casa y nos toma una foto mientras nos acercamos.

—Hola, querida cuñada.

—Espero que tú y el resto de vándalas no hayan destruido nuestro nuevo hogar.

Finge estar ofendida por la acusación de su hermano y dice que fueron un ejemplo de buen comportamiento.

Aunque yo lo dudo mucho.

—¿Cuidaste a tus tías?

—Sí, mamá. Tal y como me pediste.

—Esa es mi hija.

Dejo un beso en su frente y entro detrás de Alana a la casa.

Hay una suave música que viene de la sala principal y veo que han reordenado los muebles para hacer una pista y que están realizando karaoke —similar a como hicieron en la fiesta de inauguración del nuevo hogar o cuando Donovan pasó su examen de detective—. Stella y Killian están cantando mientras Helena está de pie detrás de la barra del mini bar preparando cócteles y Arthur está conversando con Gala en una esquina de la sala.

Donovan y yo compartimos una mirada.

—Pudo ser peor —murmura Alana—. Véanlo como su fiesta de bienvenida.

—Nos fuimos solo unas horas.

—Y estamos felices de que estén aquí de nuevo.

Stella llama a Lily para que vaya a cantar junto a ella y Killian, así que la pongo en el piso y ella corre hacia ellos.

Donovan pone su brazo alrededor de mis hombros y deja un beso en mi frente Antes de dirigirnos a la cocina a preparar algunos aperitivos.

—Donovan —Tengo que apoyarme en sus rodillas y estirarme para tomar un trozo de tomate de su mano que está a punto de mojar. Se queda quieto mientras me inclino hacia su espacio, tal vez más cerca de lo que es necesario—. Este no es el momento.

¿Quién sabía que poseía la capacidad de ralentizar el tiempo? Porque pasa una eternidad mientras él me mira con los ojos iluminados y escrutando mi rostro.

—Esto, Luna —su voz envuelve mi nombre de la misma manera que envuelve mi atención, hasta que es todo lo que puedo escuchar. Se inclina lentamente y no quiero volver a escuchar nada más, solo mi nombre así, para siempre, pero las siguientes palabras que salen de sus labios me hacen cambiar de opinión—... Contigo, siempre es el momento adecuado.

Si yo tengo el poder de ralentizar el tiempo, Donovan tiene la capacidad de detenerlo por completo, y hay un momento, no puedo precisar cuál, dónde nuestros labios se juntan y todo lo demás desaparece.

Es más íntimo, más importante que cualquier cosa que haya conocido.

Sus ojos recorren mi rostro y deja un casto beso sobre la cicatriz arriba de mi labio y sus dedos levantan mi barbilla para que lo mire a los ojos.

—Te amo, Lu.

Es delicado y él es gentil, teniendo cuidado de no romper lo que sea que estamos creando y el toque en mi barbilla se convierte en una caricia en mi mejilla.

—Yo también te amo.

Al regresar a la sala Alana le dice a Donovan que Arthur ha ido al jardín y veo que Gala está de pie frente a la barra del mini bar.

—Ve —murmuro y señalo el jardín con el mentón.

Deja un beso en mi mejilla antes de ir a buscar a su hermano y yo camino hacia dónde está mi amiga.

—Todos son elaborados localmente y hechos por su servidora. El que estás bebiendo se llama infierno celestial y lo hice especialmente para ti.

Gala mira el trago que le ofrece Helena.

—No sé si eso es bueno o malo.

—Y toda bebida que yo preparo tiene una historia, es un hábito que adquirí de Jake.

Arruga la nariz cuando menciona el nombre de su exesposo.

—¿Te gustaría escuchar la historia de tu bebida?

Mi amiga se encoge de hombros y murmura que sí.

—En la isla de Chipre, vivía un escultor llamado Pigmalión, quien había renunciado al amor después de varias decepciones. Sin embargo, su pasión por la creación lo llevó a esculpir la estatua de una mujer de una belleza sin igual, a la que llamó Galatea — narra Helena y me doy cuenta que ha esta familia le gusta narrar ese tipo de historias—. Pigmalión se enamoró perdidamente de su creación y comenzó a tratarla como si fuera real. Le hablaba, le cantaba y le ofrecía regalos de todo tipo. Afrodita, la diosa del amor, se apiadó de Pigmalión y decidió concederle su deseo. Un día, mientras Pigmalión besaba la mano de Galatea, la estatua comenzó a cobrar vida. Ahora una mujer real, miró a Pigmalión con amor y gratitud. Se casaron y vivieron felices.

—¿Qué pasa si no consigo que los dioses escuchen mis plegarias?

—Sigues buscando.

Veo a Gala darle un sorbo a la bebida.

—¿Y ya? ¿Esa es tu única sugerencia? Dudo que mi pareja perfecta aparezca simplemente de la nada.

—Tal vez lo haga.

Helena parece perderse un momento en algún tipo de recuerdo y me pregunto si se trata de Jake, asumo que sí, porque tiene la misma mirada con la que suele mirarlo a él.

—Tienes mucha más fe que yo

—No se trata de fe, Gala. Se trata de mantener los ojos abiertos para que cuando encuentres a alguien con quien seas verdaderamente compatible, no dejes que se te escape. Te arriesgas. Das un salto de fe, porque hay personas por las cuales vale la pena arriesgarse.

Los ojos de mi amiga se dirigen hacia donde ha salido Arthur y suelta un suspiro. ¿Desde cuándo Gala suspira?

Nos quedamos en silencio dejando que las palabras penetren en nuestra mente y compartimos con Gala una mirada de complicidad, pero ¿qué sabemos exactamente sobre ese tipo de temas?

—Tiene sentido —murmuro.

—Sí —admite ella—. Y nunca me arriesgo porque no puedes romper un corazón que no puedes encontrar.

Toma su bebida y se acerca hacia donde está Alana tomando fotos.

Helena sonríe y toma una bandeja con bebidas para llevarla hacia donde están todos los demás. Stella está cantando una canción de ABBA y tanto Killian como Lily le hacen los coros y actúan como los bailarines del show. En mitad de la canción, Gala y Helena se unen a ellos.

Me sobresalto cuando siento a Donovan pararse junto a mí y veo que Arthur está junto a él.

—Nuestra familia es bastante interesante —murmura Donovan.

«Nuestra familia».

Hay momentos en la vida que quieres recordar el resto de tu vida. Son los momentos que puedes señalar en la vasta línea de tiempo de tu vida, son los momentos que te hacen ser quién eres; son los momentos que a menudo no sabes que son importantes, hasta que días, meses o incluso años después, alguien te pide que señales un momento exacto.

Este momento sería ese.

—Lo es.

Cierro los ojos y pienso que esto, es lo que siempre he deseado: amor, una familia y, sobre todo, un hogar. Es algo poco convencional, inesperado y perfectamente imperfecto.

Por primera vez, siento que puedo confiar en que nunca más tendré que estar sola.

—Ven conmigo —me pide Donovan y entrelaza sus dedos con los míos para guiarme hasta el jardín.

Al llegar mis labios se separan por la sorpresa al ver todas las flores que hay aquí; un mosaico de colores y formas, un arcoíris natural que parece infinito.

—Son todas las flores que existen, una de cada especie y color.

Cientos de miles de flores adornan el jardín de nuestra casa.

—Quería que las conozcas todas.

Cada rincón está adornado con una flor diferente, representando todas las especies que existen.

Las flores más delicadas, como las violetas y las margaritas, tapizan el suelo, formando suaves alfombras de tonos morados y blancos. A su lado, orquídeas exóticas se despliegan en formas intrincadas, sus pétalos brillando con colores tan vivos que parecen casi irreales. Rosas de todos los colores posibles trepan por enredaderas, mientras que los girasoles altos y majestuosos se alzan hacia el cielo. Entre ellos las flores más pequeñas como los lirios del valle y las campanillas, agregan notas sutiles y frescas al aire.

—Por qué es lo mínimo que mereces, Lu.

Es hermoso.

Parece un jardín de aquellas historias de fantasía que tanto me gusta leer y pienso por un momento que tal vez esa era exactamente su intención.

—Especialmente estás, las rosas de Damasco, porque me recuerdan a ti

Los pétalos de estas flores son suaves como la seda, de un color rosa pálido que se desvanecen hacia el blanco en los bordes. Su forma es perfecta, con pétalos simétricos que se abren hacia el cielo como una copa de cristal.

Su perfume es dulce y embriagador; un poco intenso y persistente que me recuerda un poco a la miel y al Jazmín.

—Son hermosas. ¿Verdad?

—Sí —admito.

—Y crecen en arbustos espinosos, un interesante contraste con ellas. Además, son muy resistentes y pueden crecer en condiciones adversas.

Este es otro momento que me gustaría poder atesorar para siempre.

—No sé mucho sobre astronomía, pero aprendí un poco para impresionarte —me lleva hasta un sendero iluminado por lámparas blancas de papel y velones blancos LED—. ¿Ves ahí arriba? Eso es Cygnus, la constelación del cisne y es una de la más cercanas a Casiopea, se encuentra al sur oeste de esta. ¿Y esa estrella brillante que está ahí? Es Deneb. En las fotografías casi parece azul.

Miro hacia el cielo donde Donovan está señalando y sonrío.

—Hay un cuento de hadas sobre amantes que se encuentran bajo esa estrella —explica en voz baja—. Deneb. ¿Y adivina qué? La constelación del Cisne a la que pertenece era visible en la época del año en que nos conocimos, justo aquí, en este mismo lugar.

Toma mis manos entre las suyas y sus ojos buscan los míos.

Parece que sin importar nada, siempre nos estamos buscando con la mirada.

—Luna, sé que no hemos estado juntos durante mucho tiempo, pero lo que siento por ti es ese amor verdadero del que las personas hablan, el que trasciende todo. No tengo ninguna duda: quiero pasar el resto de mi vida contigo. Así que, ahora mismo, le estoy pidiendo a cada estrella en el cielo que me digas que sí a la siguiente pregunta.

Oh dioses.

Mis ojos se llenan de lágrimas mientras lo veo arrodillarse frente a mí con él anillo que era de su abuela.

—Cuando mi abuela me dio este anillo, me dijo que debía entregárselo a la persona indicada. Le pregunté cómo sabría quién era, y ella no me respondió. Pero, Lu, no importa que no me diera una respuesta porque cuando te conocí, lo supe. Eres tú, siempre has sido tú. Mi única, mi todo. ¿Me harías el honor de permitirme pasar el resto de mi vida contigo?

Al final del camino, él y yo nos encontramos. Nos reunimos en la cruz de la línea divisoria entre lo que conocemos y lo que nos esperaba. Juntos, con las manos enlazadas y el corazón abierto, nos arrojamos a la osadía de la posibilidad de amar y aquí estamos.

Y es perfecto.

Todo lo que siempre quise y más.

—Sí —respondo—. Por supuesto que me casaré contigo.

Después de decir que sí, un montón de mariposas monarcas salen volando por todas partes.

Me quedo atónita ante la imagen.

—¿Ves? Eres un romántico empedernido.

—Y lo amas.

Quito los guantes de mi mano y la extiendo hacia él para que coloque el anillo en mi dedo.

—Sí, te amo. Te amo tanto.

Esta vez es real —pienso—. Y no podría haber imaginado algo mejor que esto.

—Cuéntame la historia de cómo empezó todo. Cuéntame los detalles uno por uno. No recuerdo ahora cómo pasó cada momento —le digo con mis brazos alrededor de su cuello—. ¿Fuimos dolorosamente lentos o más rápidos que la luz del sol? Quiero saber cómo cambiamos el curso de la historia, cómo cambiamos nuestra historia.

Yo solía conocer bien la historia, mejor que los más grandes historiadores, pero ahora el tiempo ha demostrado ser un ladrón de mis recuerdos. Todo lo que puedo recordar es que empezó con una traición y terminó con una explosión de todo lo que siempre quise.

Qué todo fue como la interacción de la gravedad entre planetas y estrellas, que nuestro encuentro en la vida se asemeja a la danza de los cuerpos celestes en el cosmos.

—¿Me contarás la historia de nosotros?

Al igual que las fuerzas gravitatorias de la galaxia, nuestros corazones se atrajeron entre ellos. Al encontrarnos, nuestra conexión fue tan profunda como la fría brisa del espacio entre las estrellas distantes.

—Pero si nuestra historia aún no hay terminado, Luna.

—¿No?

En la inmensidad del universo, encontramos en cada error un nuevo comienzo, en cada herida el poder del perdón. Aprendimos que la verdadera fuerza nace de aceptar y amar cada parte de uno mismo.

Somos dos partes de un todo, destinados a encontrarnos, a encajar perfectamente, y a formar algo tan grande que ni el tiempo ni la distancia podrían romper.

—No, nuestra historia recién está comenzando.

«De un simple átomo, nacieron fuerzas que ni el universo pudo contener. Lo que comenzó como una chispa tímida, se expandió en una explosión de emociones que recorrieron cada rincón de sus cuerpos, hasta formar una galaxia infinita de nuevas y maravillosas oportunidades. Juntos, desafiaron las leyes del cosmos y encontraron en cada latido un nuevo planeta, en cada beso una nueva estrella. Y así, en la vastedad del universo, sus corazones brillaron como constelaciones, eternos, inmutables, destinados a iluminarse mutuamente por toda la eternidad».

FIN.

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