33. ¿Por qué me quieres hacer revivir el trauma?
Estoy tan perdida en mis pensamientos que casi me pierdo el sonido de la puerta abriéndose y cerrándose.
—Madre, ¿a qué debo está terrible visita?
Antes de ser consciente de lo que va a pasar, mi madre me toma del brazo para levantarme y pararme frente a ella, y lo que sea que pudiera decir, muere en mis labios cuando ella golpea mi mejilla con fuerza.
Llevo mi mano a mi cara y las lágrimas, por el dolor y humillación, y algo de indignación por lo que acaba de hacer, llenan mis ojos.
—No nos hemos visto en meses porque ambas dejamos claro, la última vez que nos vimos, que ya no tenemos interés en seguir fingiendo —espeto entre dientes—. No nos amamos, eso está bastante claro. Así que vete.
La veo entrecerrar los ojos ante mis palabras y, por un breve momento, creo poder sentir dagas reales atravesando mi cuerpo.
—¿Qué crees que estás haciendo? —me pregunta en un tono bajo y sereno— ¿Cómo puedes desperdiciar así todo lo que me esforcé en inculcarte? Tantos años y tanto esfuerzo tirado a la basura. Mírate. Eres tan patética. No puedo creer que tú, seas todo lo que me queda.
En otras circunstancias, sus palabras me dolerían, ahora me dan igual.
Me ha repetido lo insuficiente que soy por tantos años que ya ha perdido su efecto.
—Por suerte para ti, aún tienes a tu amada hija Aurora.
—No, no lo hago.
Hay una pequeña inflexión en su voz, muy diminuta y que, para alguien que no la conozca lo suficiente, ni siquiera lo notaría.
—Por eso vine, quería ser yo quien te lo diga.
—¿Decirme qué? Madre, no estoy de humor para adivinanzas o tus típicos jueguitos. Dime lo que viniste a decirme y déjame sola.
Le sostengo la mirada a mi madre, una mujer que más de una vez me recordó cuan débil podría llegar a ser y como mis mejores esfuerzos no son suficientes.
Pero, como si fuera un interruptor, apago esos pensamientos y las "lecciones" que ella me ha enseñado porque estoy en un punto muy amargo y bajo de mi vida, como para ir ahí. Las cosas ahora, ya de por sí, están demasiado complicadas y jodidas.
—La encontraron en la madrugada, nos dijeron que fue un suicidio.
—¿Qué?
—Está muerta. Aurora está muerta.
Y ni siquiera, mientras me cuenta aquello, mi madre deja caer su máscara y muestra al menos algo de dolor por su amada hija. Me digo que tal vez lloró en privado, dónde nadie pudiera verla tal y como nos enseñó hacer a mi hermana y a mí.
Incluso debajo de la superficie del dolor que me pueda causar lo que me acaba de decir, hay algo completamente distinto; y no sé cómo lidiar con eso.
Ni siquiera sé que se supone que debo decirle, estoy tan atrofiada emocionalmente que no sé cómo responder ante la muerte de mi hermana gemela.
Dos caras de la misma moneda.
—Y tú eres todo lo que me queda.
—Aun tienes a Landon.
—Sabes que no —espeta con más amargura de la que veo, pretendía, porque retrocede en un intento de recobrar la compostura antes de seguir hablando—. Tú hermano es impredecible y no confío en él. Tú tampoco deberías.
Escucho a medias lo que me está diciendo porque mi mente está generando imágenes de mi hermana, la misma persona que me lastimó de aquella cruel manera y que se alegró por mi dolor y pienso que es lamentable que esa haya sido nuestra última conversación, pero que aquello es mejor que haberme quedado con la duda de porque lo hizo y pensar que había una parte de ella que se arrepentía.
Ni siquiera sé a quién se supone que debo lamentar haber perdido, ¿la hermana que me rompió el corazón y se burló de mí por meses? O acaso, ¿la persona que ella aparentaba ser?
—Luna, mírame. Necesito que te centres y dejes a un lado lo que sea que te esté convirtiendo en esta miserable y patética persona, porque debes ir y recuperar esas empresas antes de que tu hermano acabe con ellas.
—No tengo que hacer nada que tú quieras.
Nunca se me preguntó, ni una sola vez, que era lo que yo quería.
—Me lo debes.
—Por supuesto que no.
—Te hice alguien. No eras nada, ni nadie antes de que yo te ponga en ese puesto. Eras la sombra de tu hermana, el repuesto. Hice que te miren, que te escuchen. Eres quién eres ahora gracias a mí.
No voy a enaltecerla diciendo que "soy quien soy gracias a ella". La realidad es que fui yo y solo yo quien decidió aprender de las situaciones a las que ella y mi padre me llevaron en su intento de moldearme a su antojo, de convertirme en la persona que ellos querían.
Ella no tiene ningún mérito en la persona que soy —solo tiene méritos en los traumas que me ha causado—. Ellos me lastimaron y prosperé a pesar del daño y dolor.
—Yo era alguien, siempre fui alguien, solo que no era la persona que tú querías. Pero a mí me gustaba quien era —espeto—. Tenía una vida, era una gran bailarina. ¿Acaso lo olvidaste? Estaba viviendo mi sueño y tu hijo me lo quitó porque ustedes necesitaban que sea está persona.
Me provocó aquel accidente y me dijo que era lo mejor, que un día se lo agradecería. Yo estaba destrozada, viendo como la vida que quería se venía abajo y él estaba ahí, y pensé, bueno, si ya no tengo esto al menos aún tengo a mi hermano, pero como todo lo referente a él, tenerlo en mi vida tenía un precio y era el dejar todo para estar en Empresas Sinclair.
Una parte de mí, pensó que él en realidad solo quería lo mejor para mí y que sí estaba confiando en mi persona para estar en esas empresas, debía esforzarme y demostrarle que no se equivocaba al elegirme, al mantenerme a su lado y amarme.
—Y odio ser está persona, madre. ¿Sabes por qué? Cada día me parezco más a ti.
Miro la botella que no he bebido y luego miro a mi madre.
—No te pareces en nada a mí —Toma mi rostro con una mano y sujeta mis mejillas con fuerza, clavando sus dedos en mi piel hasta provocarme un quejido de dolor—. Eres solo una pequeña persona patética y fracasada que combina todas nuestras peores cualidades.
Me aparto de ella, tambaleándome hacia atrás.
—Y, aun así, aquí estás, esperando que salve tu imperio. Así que dime, ¿soy realmente un fracaso, madre? Si es así, ¿eso en que te convierte?
—Tu hermana acaba de morir. ¡No estoy para juegos, Luna!
Me encojo de hombros.
—¿No lo entiendes? Ahora tienes la oportunidad de hacer de esas empresas una fuerza para bien como siempre quisiste.
Sí, eso era lo que quería y estaba haciendo, entonces Landon vino y derrumbó una vez más el sueño que tenía.
—No mientras él viva. Él nunca lo permitirá, mamá. Ese es su legado.
—Entonces, ¿qué vas hacer?
Es, de hecho, la primera vez que me lo pregunta en este contexto y me quedo en blanco sin saber que responder.
Paso una mano por mi cara y pienso que, elija lo que elija, la única persona que debe estar feliz con mi decisión soy yo.
—Me gustaría convertir las empresas en una fuerza para el bien, sé que no puedo desmantelarla y convertirla en otra cosa, pero puedo empezar a crear una diferencia con la implementación de creación y distribución de equipos médicos.
Tenía, de hecho, un buen plan al respecto.
—Pero, también quiero dar clases de ballet y creo que podría encontrar un equilibrio en ambas cosas, el problema es que tu hijo no me dejará hacer lo que quiero en las empresas, así que, por ahora, me centraré en lo que tengo.
—Luna, puedes tenerlo todo. No es momento de que te rindas.
Niego con la cabeza.
—No voy a luchar más, madre y menos contra Landon. ¿No ves lo cansada que estoy? Tengo solo veinticinco años y me has dado la responsabilidad de una empresa FORTUNE 500, el peso de sacarla del agujero al que tu hijo la llevó y la carga de mantenerla a flote. Estoy cansada. No soy un robot, a pesar de que a ustedes les gusta creer lo contrario.
Me toma del brazo para detener mis movimientos e impedir que me aleje.
—Me lo debes —repite, como si eso fuera todo y yo tuviera que agachar la cabeza y hacer lo que ella quisiera.
Sonrío y me quito los guantes de las manos antes de poner mis dedos alrededor de su antebrazo con fuerza y apartarla de mí.
—No te debo nada.
Me niego a sentir la culpa que ella espera que sienta y dejo que la rabia corrosiva que se desliza por mi torrente sanguíneo con fuerza, sea el sentimiento principal; el dolor ardiente que provoca se siente claro y frío.
Todo eso junto es casi reconfortante, mejor que los sentimientos que estaba experimentando antes. Comprendo estos sentimientos terribles, he caminado con ellos casi toda mi vida adulta.
—Todo lo que me han hecho, ¿no ha sido suficiente para ustedes? ¿Cuánto más crees que puedo soportar? Mírame. ¡¿Cómo es que no puedes ver cómo me estoy cayendo a pedazos frente a ti?!
Me niego a seguir siendo su marioneta y la de tu hijo. No los necesito y tampoco los quiero en mi vida.
—Si estás esperando alguna disculpa por mi parte, por mi forma de ser y la forma en la que te he educado, eso jamás va a suceder, Luna. No me arrepiento en absoluto y jamás lo haré. Ya deberías entender y saber que hay cosas que son como son. Yo soy así.
Da unos pasos hacia mí, lentos y calculados. Sonríe. Levanta su mano y me estremezco, pero deja caer sus dedos con delicadeza contra mi mejilla.
—Ojalá fueras tú quien hubiera muerto y no Aurora. ¿Por qué no fuiste tú? ¿Por qué tuvo que ser ella?
Algo me atraviesa y hace que mi corazón se encoja dolorosamente, y ese también es un sentimiento que entiendo muy bien.
El dolor se vuelve apoderar de mí una vez que mi madre se va, y, de repente, un fuerte sollozo estremecedor brota de mi garganta.
Y luego grito.
Grito, no porque necesito ayuda, porque ya sé que nadie vendrá, si no que grito por todo lo feo, retorcido y oscuro que está tan dañado y roto dentro de mí a causa de mis padres y hermanos, personas por las cuales hice todo, di partes de mi hasta que, terminé aquí, dónde ya no me queda nada y ya no puedo más.
—Luna.
Me pregunto si así se siente el impacto después de saltar por un acantilado.
Escucho mi nombre siendo llamado en este vacío en el que me he envuelto, pero no puedo identificar quien lo está pronunciando. ¿Es mi madre que ha venido a seguir recordándome lo patética y como preferiría que esté muerta? ¿O tal vez es mi hermano que ha venido a gritarme a la cara para después decirme que me ama?
Puede que sea simplemente yo misma pidiendo ayuda.
—Luna.
Ahí está otra vez ese nombre de esa persona a quien han traicionado tantas veces que ha perdido la cuenta.
—Luna, querida, mírame.
No puedo —quiero decirle a esa voz—, no puedo ver nada a pesar de que tengo los ojos abiertos, los cuales están ardiendo. No puedo conseguir enfocarlos, como si no hubiese nada a mi alrededor que mirar. Nada. Estoy sola en esta oscuridad que se hace cada vez más espesa.
—Por favor, dime qué sucede.
Todo.
Nada.
Para ser sincera, es un poco difícil saber por dónde empezar y no puedo respirar. No puedo. ¿Cómo puedo pensar en algo si no puedo respirar?
—¿Estás herida?
Sí, pero no puedo enseñarle las heridas y todo mi cuerpo duele. Cada centímetro. Cómo si me hubieran dado una paliza, aunque no recuerdo su fue así.
¿Por qué todo duele tanto?
¿Qué hice para merecer todo este dolor?
—Luna.
La voz suena cada vez más cerca. ¿Alguien más está en este abismo conmigo? No debería.
—¿Luna? Dioses, por favor, dime algo.
Suena desesperada, algo que puedo entender.
—No estás sola. Estoy aquí, dime qué necesitas. ¿Quieres que nos quedemos aquí en silencio? Bien, solo dime qué quieres.
Eso parece disipar la bruma.
La diferencia es impactante, la reacción es visceral y me siento exactamente como un pez fuera del agua.
—¿Gala?
—Sí, querida, soy yo. Estoy aquí.
—¿Por qué?
Mi voz no es más alta que un susurro.
—Vine a ver cómo estás.
Parpadeo de forma rápida para intentar enfocar mis ojos, hasta que la encuentro, arrodillada junto a mí en el suelo de mi sala, con un ramo de unas flores azules en sus manos.
—¿Qué son?
—No me olvides —responde—. Las veces que he venido ha habido flores aquí y pensé que te gustarían.
Las flores que ella vio las trajo Donovan, así que ahora ya no hay flores, excepto las que están en sus manos.
—Son lindas.
—¿Me ayudas a ponerlas en agua?
Niego con la cabeza.
—No me puedo mover. Estoy cansada.
—¿Quieres que nos quedemos sentadas aquí?
Respondo que sí y Gala me dedica una pequeña sonrisa antes de sentarse y dejar el ramo frente a mí.
Al estirar mi mano para tocar uno de los pétalos me doy cuenta que no llevo los guantes y miro alrededor alarmada buscándolos.
—Aquí están, toma.
Me los pongo en un rápido movimiento.
—¿Gala? Ya no puedo ser esa persona que todos esperan. Esa fuerza a tener en cuenta. Estoy cansada y siento que solo soy un remanente de quien se supone debería ser, una versión rota de mí misma. Una que se despierta cada noche gritando en busca de ayuda, incluso aunque sé que nadie va a venir a ayudarme porque no tengo a nadie. Estoy sola.
—No tienes que ser nadie más que la persona que tú quieras ser. ¿Estás cansada? Bien, tienes derecho a estarlo y eso no significa que seas débil. Puedes tomarte todo el tiempo que quieras para descansar, estaré aquí. No me iré, no te dejaré. Lo prometo.
Asiento de forma débil con la cabeza.
Una parte de mí se siente tan agraviada, tan víctima del destino por robarme mi felicidad una y otra vez. Otra parte, una que tiene una voz tan fuerte y decidida me dice que todo esto es mi culpa. Que construí cuidadosamente mi propia infelicidad al condenarse a esta farsa de vida, a este status quo barato que por alguna razón no dejo escapar de mis manos.
—La obra de teatro de Lily fue hace unos días —murmuro, para llenar el silencio y porque siento curiosidad sobre eso—. ¿Fuiste?
—Sí, lo hice. Tengo algunas fotos en mi teléfono, ¿quieres ver?
Asiento con la cabeza y Gala saca su teléfono para buscar las fotos y veo que tiene algunas con Arthur.
—¿Terminaron?
—Hablé con él, puse las cartas sobre la mesa y le dije lo que pensaba sobre nosotros. Arthur hizo lo mismo e intentamos encontrar una solución a largo plazo, pero no pudimos, estábamos dando vueltas en círculos y, entonces, le dije que creía que debíamos terminar porque ambos queremos un futuro diferente. Él estuvo de acuerdo.
Creo que es la primera vez que parece dolida por terminar con alguien.
—¿Estás bien?
Mueve de forma leve sus hombros.
—Sí.
—Mentirosa.
Sonríe.
—Por eso somos amigas.
Me tiende su teléfono y veo la primera foto, una de Lily son su traje.
—¿Sabías que Noelia está embarazada? Pero no es de Killian.
—No lo sabía.
—Stella me lo contó y ella también me dijo que, al parecer, su hermano se hará responsable del bebé, aunque no sea suyo. No sé si eso es noble o estúpido.
Las imágenes de Lily me hacen sonreír unos segundos.
—No le han dicho nada. Ella cree que estas de viaje por trabajo.
—¿Por qué?
—No lo sé.
—Vaya, hay algo que Gala no sabe. Jamás creí vivir lo suficiente para presenciar aquello.
Un pensamiento sobre el accidente de Arthur llega a mí, pero lo descarto con la misma rapidez que llega.
Sigo pasando las imágenes y puedo ver al resto de su familia en el show de talentos, hasta que llego a la imagen de Donovan y me detengo.
—Nunca me preguntaste como terminamos.
—¿Qué?
—Y tampoco has amenazado con lastimarlo. ¿Acaso te estas volviendo blanda, Gala?
Sonríe.
—Asumí que si lo quisieras muerto me lo pedirías tu misma.
Asiento con la cabeza y le mando un mensaje a Betty, ya no es mi asistente, pero podrá ayudarme ahora.
—Me cambió por dos millones de dólares, ¿puedes creerlo? Yo aun no.
La última conversación que tuvimos viene a mi mente y empiezo a repasarla de forma lenta.
Maldito idiota.
Pienso en todo lo que ha sucedido desde esa conversación hasta la visita de mi madre antes de la llegada de Gala. La noticia que me dio sobre la muerte de mi hermana y como eso no tuvo en mí el impacto que debería.
—Landon no ha venido a verme —murmuro—, pero seguro vendrá en cualquier momento o, ¿no sería mejor que vaya a verlo?
—No, ¿por qué harías eso? No vayas, las cosas nunca salen bien cuando hablas con él.
Me encojo de hombros.
—Mi madre me dijo que mi hermana murió y aunque Landon no la quería, Aurora sigue siendo nuestra hermana. Debería estar con él.
—Luna, no creo que sea una buena idea.
—¿Por qué?
Estudio la expresión de Gala y me levanto del suelo, me paso una mano por la cara y camino hacia mi habitación para arreglarme.
Busco mi teléfono y le mando un mensaje a mi hermano, la única respuesta que recibo es una coordenada.
Por supuesto, él sabia que lo buscaría.
—No creo que sea buena idea que vayas.
—Está en las empresas. Iré a verlo y después vendré aquí. Creo que quiere que hablemos sobre mi regreso a Empresas Sinclair. Estaré bien.
—¿Irás a las empresas? ¿No quieres que vaya contigo?
Niego con la cabeza.
—No, esto es algo entre mi hermano y yo. Te llamo cuando llegue allá.
Me despido de ella con las llaves de mi auto en la mano y tomo el ascensor hasta mi garaje privado.
Coloco las coordenadas en el GPS de mi auto y marco su número. Atiende en el último tono.
—¿Por qué me estás llamando?
—¿Dónde estás?
—En mi trabajo.
Aprieto con fuerza el volante.
—Bien, estoy cerca. Necesito hablar contigo.
—¿Qué?
—Pero sabes que miento porque Gala ya te debió decir a dónde voy. ¿Verdad? Después de todo, están trabajando juntos.
—No sé de qué estás hablando.
Por supuesto que sabe.
—No tengo tiempo para esto —continua—. Y por favor ya no me llames.
Aprovecho que el semáforo está en rojo y cierro los ojos con fuerza.
—¿Qué trato hiciste? Y no mientas sobre el dinero, porque no han hecho ninguna trasferencia y tú no has recibido nada. Jamás aceptaste eso, ¿verdad? Él te lo ofreció y tú no aceptaste. Por algo Landon me dijo que no todo precio en monetario. Es que debí saberlo. Eres más idiota de lo que pensaba. ¡Pudiste tomar ese jodido dinero e irte lejos! Te hubiera odiado, pero con el tiempo entendería que lo hiciste para proteger a Lily.
¿Cómo es que no lo vi?
«Yo te hubiera escogido» pienso y es justo lo que él quería evitar, que yo tengo que escoger, porque aquello me hubiera destrozado y... Y tampoco tenia la certeza de que lo haría, ¿cuándo realmente lo he escogido sobre mi hermano? Incluso si en serio lo iba hacer, en esas situaciones, las acciones van sobre las palabras especialmente si su "familia" es la que estaba en peligro.
«Lo hogo para proteger a mi familia» me dijo y Alana comentó que yo soy la familia de Donovan.
—No sé de qué estás hablando —repite, como si fuera un guion que ha memorizado y tal vez lo es.
—¡Eres un idiota! Te matará una vez que termine de jugar contigo. ¡¿No te das cuenta de que es solo un juego para él?! Lo que sea que te haya prometido, miente, mentir es su especialidad. Así que te preguntaré una vez más, ¿dónde estás? —Pero él no responde— Lo que sea que te haya dicho, no vale la pena que arriesgues así tu vida. ¿No lo entiendes? ¡No puedes protegerme de él, pero yo sí puedo protegerte! Solo necesito que me digas donde estas, porque él te matará. Lo sabes... ¿Estás trabajando para él? ¿Qué te ha hecho hacer? ¡Dime algo, maldita sea!
Los engranajes en mi cabeza empiezan a girar con fuerza tratando de unir todas las piezas.
—Te dijo que te mantengas alejado de mí. ¿Cierto? Y que así él me dejaría tranquila, por eso no ha venido a verme. Pero sabes que miente. No lo hará, él no se detendrá.
Pero hay algo que me estoy perdiendo, algo más que Landon debe estar utilizando contra Donovan o de lo contrario él no me hubiera alejado de esa manera.
¿Qué es lo que me estoy perdiendo? ¿Cuál es la jugada que pasé por alto?
—Lo que sea que estoy haciendo, es para proteger a mi familia a quienes prometí cuidar, por quienes moriría si es necesario y estaría bien porque es mi decisión.
—Bien, yo haré lo mismo.
—Luna.
Esa una advertencia.
—No estoy haciendo esto por ti, es por mi familia, para evitar que les suceda algo peor de lo que pasó a Arthur. Estoy bien.
Mis nudillos están blancos por la forma en la que sujeto el volante.
—Propiedad de Luna Sinclair escrito debajo de la constelación de Casiopea. Te tatuaste lo que escribí esa última mañana en tu brazo. Lo vi y pensé, ¿por qué haría eso? Nada tenía sentido. Entonces empecé a recordar nuestra última conversación hasta la visita de Gala, ella debió saber lo de Arthur, Gala siempre lo sabe todo. Además, ella no me traería esas flores. Deja de mentirme.
Maldito e idiota polizón.
—No sé de qué estás hablando —vuelve a decir y estoy empezando a odiar esa oración—. Ve a casa. Estoy bien. Todo estará bien.
La llamada termina y maldigo en voz alta.
Él te matará —pienso—. Lo hará.
Y tal vez yo no consiga llegar a tiempo para impedirlo.
«Los agujeros negros representan una amenaza significativa debido a su intensa gravedad, los efectos destructivos en los objetos cercanos y la radiación extrema que pueden emitir».
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