28. Para arreglar lo que él ha roto.

Morat - La Correcta (0:42 - 1:47)

Estoy arruinado. De rodillas ante sus deseos...

Luna está sentada en la encimera de la cocina, dibujando en mi brazo con un rotulador permanente mientras yo intento leer el libro de cocina que está junto a ella. Una mirada de reojo hacia lo que está haciendo me deja ver qué, debajo de la constelación de Casiopea que ha dibujado en mi antebrazo a firmado con su nombre con una letra elegante. Un hermoso garabato sobre mi piel.

«Propiedad de Luna Sinclair. Está obra maestra fue creada por Luna Sinclair».

—Muy bien, mira —murmura con un aire de suficiencia y señala mi brazo—. ¿Qué te parece?

Paso mis dedos por las delicadas y elegantes letras sobre mi piel.

Inclino mi cara hacia arriba y Luna duda, ladeando la cabeza y mordiendo su labio inferior, parece como si todavía dudara de esta nueva dinámica entre los dos, sobre este cambio en nuestra relación. Se mueve, algo indecisa sobre sus movimientos y yo toco su mejilla para intentar tranquilizar cualquier duda que pueda tener.

Me acerco y presiono mis labios contra los suyos.

Sí, estoy completamente arruinado por Luna Sinclair. No es que eso me importe mucho. Tampoco es como si pudiera recordar, al menos en el ámbito romántico, momentos anteriores a ella que me hayan hecho sentir de esta manera y eso es porque no hay.

—Entonces, ¿ahora soy tuyo?

Se encoge de hombros con una pequeña sonrisa y un brillo en su mirada.

Es tranquilo y pacífico, como nunca han sido las cosas desde que la conocí. Antes siempre había un caos sucediendo, alguien mintiendo o engañando, no es que ahora todo eso haya dejado de suceder, solo que ya no es Luna quien tiene que estar al frente del campo de batalla recibiendo los disparos y teniendo que quedarse de pie hasta el final, sin importar sus heridas, para limpiar los desastres que ha dejado la guerra que ha iniciado un miembro de su familia.

Su madre ha llamado, para hablarle sobre su hermano y aquella conversación por momentos da vueltas en mi mente.

«¿Te refieres al hermano que me ha utilizado, mentido y manipulado? Estoy mejor sin él, madre».

«No, me refiero al hermano que fue la única persona que estuvo para ti durante la mayor parte de tu vida, y que no siempre fue el hombre en el que terminó convirtiéndose. Todo eso no desaparece simplemente por lo que hizo después».

«Madre, igual que le dije a él, déjame en paz. Tú, Aurora y Landon, ya no son mi problema y haces bien en recordarlo. Mi vida está mejor sin ustedes en ella. Voy a bloquear tu número, así que no intentes llamarme de nuevo. Adiós».

De su hermano no se ha escuchado nada.

—Eres mío solo si quieres serlo —responde—. Jamás te obligaría a nada que no quisieras.

La vida en general ha sido tan injusta con ella.

Pongo un brazo a cada lado de su cuerpo y acerco mi rostro hacia el suyo.

—¿Quién no quisiera ser tuyo, Luna? —pregunto y ella sonríe, parpadeando para contener la humedad en sus ojos. Mi mano, todavía en su mejilla, atrapa un par de lágrimas con el pulgar— Soy tuyo, Lu. Nunca lo dudes.

Se desliza fuera del mostrador, atrayéndome hacia ella y me besa, riendo una vez que nos separamos y llevando sus dedos alrededor de mi muñeca.

Sonríe como si este siempre hubiera sido nuestro destino, incluso sí es algo en lo que ella no cree, pero se siente —tal vez sea solo yo quien lo sienta—, como si hubiéramos estado flotando frente a esto durante demasiado tiempo, incluso antes de conocernos, esperando cruzar el umbral para llegar hasta aquí.

He estado yendo a toda velocidad hacia la ruina durante lo que parece ser toda mi vida, pero aquí estoy y siento que todo eso ha valido la pena.

—¿Y quieras que yo sea tuya? Porque sí tu respuesta es sí, es algo en lo que tendrás que trabajar y mucho.

No puedo evitar reírme ante sus palabras y disfrutar de la ligereza de su tono y postura. Estás semanas parece que ha perdido un gran peso que cargaba sobre sus hombros y que ralentizaba sus pasos y debilitaba su postura, incluso aunque las cosas no son fáciles, a pesar que los días que tiene terapia se encierra en la habitación y no quiere salir o hablar con nadie. Aun así, las cosas parecen ir mejorando, poco a poco.

«Aunque aún hay una nostalgia latente en su mirada» pienso.

La levanto del suelo para que sus pies cuelguen y se encuentre a la altura de mis ojos. Puedo sentirla susurrar algo contra mis labios mientras me besa y no puedo evitar hacerla girar en un círculo, incapaz de contener la felicidad que siento.

—Te recuerdo que eres tú quien me debe una primera cita.

Presiona su frente contra la mía y sonríe.

—Vaya novio me fui a conseguir.

—El mejor de Westerly.

—No, estoy segura de que ese es Arthur.

Entrecierro los ojos y ella me mira con una ceja arqueada y la cabeza ladeada.

—Fingiré que no dijiste eso.

—Si aquello te ayuda a conciliar el sueño, adelante. Pero es verdad.

Sonríe y da media vuelta, murmurando algo sobre una invitación que le hizo Stella para ir al bar de Jake.

Tarareo y mis ojos van hacia las fotos en la nevera especialmente a la que Alana nos tomó en Halloween, dónde Luna y yo estamos disfrazados de Morticia y Homero Adams mientras que Lily es Merlina. En la imagen, Luna tiene a Lily cargada en sus brazos y su cabeza inclinada hacia mi hija, sonriendo a la cámara. Fue una foto tomada antes de que Luna y Alana la llevaran a pedir dulces.

Junto a esa imagen hay otra que fue tomada en el bar donde estamos todos, con nuestros respectivos disfraces —incluyendo a Jake y Gala—, detrás de una mesa sonriendo y disfrutando de la fiesta.

Por los recuerdos —brindamos.

Recuerdo un poco como ellos preguntaron sobre lo que habían visto en las noticias y si lo mío con Luna era real.

«Es real» respondió Lu «Y tan serio como un ataque al corazón. Él es mi polizón».

—Llamó la agente de bienes raíces para confirmar la cita. Porque sí, está es una linda casa, pero en serio necesito más espacio y la casa que vi era perfecta. Te va a encantar.

Sonrío.

Es algo que repite mucho y veo como hay momentos donde se siente abrumada por todo e intenta no correr. Y hay más que quisiera hacer para ayudarla, pero entiendo que hay luchas que ella debe mantener sola, eso no evita que esté a su lado recordándole que no está sola.

—... Espacio y muros altos, ni hablar de la vista. ¿Sabías que hubo un tiempo en que viví en la costa francesa? Fue mientras estaba de gira por Europa, en el descanso que nos dieron. No quise regresar a casa y me quedé por allá. Salí con alguien mientras estaba ahí, algo así como un romance de verano. Fue lindo. Sin ataduras, ni pretensiones, en especial porque ambos sabíamos que no iba a durar.

Ahora suele hablar un poco más sobre su época de bailarina, sobre sus primeros años y contar algunas anécdotas. Incluso me ha enseñado fotos y es tan extraño ver a esa Luna; libre y feliz. Luciendo justamente como alguien de su edad, sin todo el peso de un legado sobre ella o llena de desconfianza y amargura por la traición de personas en quien ella tanto confiaba.

A veces pienso que somos dos personas diferentes —murmuró mientras me mostraba una foto de ella sentada de manera despreocupada en Prater—. Un antes y un después de mi época de bailarina de ballet.

—La costa francesa —murmuro para mí mismo—. Suena hermoso.

Aunque ella nunca me pareció del todo el tipo de persona que disfruta de las playas templadas y ese ambiente.

—Sí, en esa época, ese era mi destino soñado.

—¿Aún te gustaría ir ahí?

Niega con la cabeza.

—Ya no, ni siquiera soy esa persona —responde—. Ahora cuéntame tú, ¿cuál es tu destino soñado? Siempre hablamos de mí y de lo que quiero, de mis objetivos. ¿Por qué nunca hablamos de ti? Quiero saber todo sobre ti, Donovan. Todo.

Me toma por sorpresa y me detengo a pensar, porque en realidad, hace años que nadie me pregunta eso y al igual que ella, tampoco soy la persona que era y en este punto de mi vida, no sé si tengo un destino de ensueño para compartir. Tenía sueños, por supuesto, en una época donde podía permitírmelos, dónde mis errores serían solo míos y las consecuencias caerían solo sobre mí, ahora ya no es de esa manera, porque esta Lily.

—Te parecería terriblemente aburrido, pequeña luciérnaga.

Arruga la nariz, como cada vez que la llamo así, ni siquiera creo que lo nota cuando lo hace e intento contener una sonrisa.

—De todas formas, quiero escucharlo.

Está trazando patrones irregulares en la palma de mi mano, subiendo por mi muñeca y delineando el relieve de mi tatuaje, hasta trazar las letras que ha escrito en mi piel y la constelación que ha dibujado.

—No, en serio, es aburrido —insisto—. Solía tener un destino de ensueño, pero eso era en otra época. Aunque siempre quise una casa frente a la playa —Hago una pausa, pensando en indagar más a fondo aquel pensamiento y pienso que es justo, ya que Lu ha compartido detalles personales—. Creo que estoy en ese punto de la vida al que algunas personas llegan dónde solo quiero estabilidad. En todos los sentidos. Quiero disfrutar tiempo con mi familia, crear buenos recuerdos y simplemente intentar que cada día valga la pena.

Bajo la mirada a tiempo para ver a Luna asentir.

—Te entiendo.

—Mis objetivos... —me quedo en silencio, como si decirlos en voz alta fuera malo recordando lo que la madre de Lily solía decirme—. Quiero dar el examen para detective.

Veo la sonrisa que se forma en el rostro de Luna.

—Creo que serás un gran detective.

—¿De verdad lo crees?

Envuelve sus manos alrededor de mi cuello y solo se dedica a mirarme por unos largos segundos.

—Sí y me doy cuenta que al igual que yo, tú también necesitas a alguien que crea en ti y eso haré. Donovan, voy a creer en ti, incluso cuando tú no lo hagas.

Se mueve demasiado rápido, haciendo un giro que la vi el otro día enseñándole a Lily, pero casi tropieza con la encimera, y la atrapo de inmediato colocando mis manos alrededor de su cintura mientras nuestras miradas se encuentran, y entonces, ella se ríe de nuevo, escapándose de mis manos con tanta facilidad que me quedo preguntándome, si alguna vez la tuve.

Pero el aroma a rosa de Damasco que deja su cabello es tan dulce que no creo que pueda haberlo imaginado.

—La felicidad te sienta bien, pequeña luciérnaga, pero deberías tener más cuidado.

Me mira por encima del hombro, demasiado lejos como para que la pueda alcanzar con mis manos. A veces ella se siente así, lejana, pero es un sentimiento que jamás dura demasiado, al menos por ahora.

Intento no pensar en ello.

El timbre suena y murmura que seguro son Arthur y Gala quienes vienen a ayudar con la preparación del pastel de calabaza que prometimos llevar a la cena de acción de gracias.

Regresa a la cocina seguida de Arthur y Gala, quien murmura enseguida que ella no hará nada.

—Pensaba pasar estás fiestas en Portugal —comenta Gala a la pregunta que le acabo de hacer—. No me malinterpretes, soy unida a mi familia por parte de padre, pero las celebraciones familiares de este estilo no son lo mío. Demasiados recuerdos.

Veo la mirada que Luna le dedica y Gala comenta que sus padres fallecieron en un accidente para estas fechas y que por eso prefiere no estar con su familia para evitar lamentaciones porque de todas maneras ella no era muy unida a sus padres y es hija única.

—¿Sabes? Realmente lamento lo que sucedió con tu auto y cuánto costó arreglarlo —le empieza a decir Arthur—, pero siendo honesto, la avería de tu auto ha sido el mayor golpe de suerte que he tenido. Tal vez fue algo del destino. ¿No lo crees? De esa manera pudimos conocernos y estar aquí. Aprendiendo a lidiar con este caótico mundo juntos.

Es tal vez, uno de los discursos más largos que Arthur ha pronunciado a alguien que no sea su familia.

Mi hermano le sonríe a Gala, sin embargo, en lugar de devolverle la sonrisa, ella lo mira con un rostro completamente impasible mientras dice inexpresivamente:

—Sí, fue totalmente el destino.

Luna que se ha parado a mi lado con una sonrisa y murmura en mi oído que no fue el destino.

—¿Gala? ¿Hay algo que no me estás diciendo?

—¿Yo? Por supuesto que no. Porque en definitiva no investigué piezas de automóvil para mi auto y descubrí cuáles se reemplazan fácilmente en un par de horas para averiarlo y que tú me ayudes y así conocerte. Eso sería un comportamiento absolutamente trastornado.

—¡Gala!

Lu cubre sus labios con una mano para ocultar su risa.

Gala finge inocencia, pero al ver la mirada de Arthur se encoge de hombros con una sonrisa y deja un beso en la mejilla de él.

—¿Realmente puedes quejarte de los resultados?

—No, realmente no puedo.

Luna se inclina para abrir la puerta del horno y colocar la tarta dentro, cuando se endereza, le sonrío y ella frunce el seño, confundida, hasta que levanto la mano y le acaricio el pómulo con el pulgar.

—Harina.

Limpio su mejilla y ella se aparta cuando su teléfono suena, mira el nombre en la pantalla antes de apagarlo.

Terminamos las tartas de calabaza y Arthur junto a Gala se ofrecen a llevarlas a casa de la abuela mientras Luna me acompaña a la cafetería de Helena, porque quedé en instalar su nuevo sistema de seguridad.

—¿Te gusta tu nuevo trabajo? Porque si no, aún podría contratarte como mi guardaespaldas.

Se acomoda los guantes sobre sus manos, asegurándose de que no se vayan a salir, es un hábito que tiene.

—Me gusta.

—Deberías dar el examen para detective. Eso es lo que quieres hacer. Yo, por el contrario, no sé qué quiero y, ¿sabes qué? No estoy interesada en descubrirlo. Al menos no pronto, porque no recuerdo la última vez que me desperté sin tener mi día planeado, incluso todo el mes con la agenda llena de cosas que no quería hacer, pero que me veía obligada a cumplir.

—Lu, no es tan fácil.

Me detiene en medio de la acera y me obliga a mirarla.

—¿Qué te detiene?

—El que aún estoy intentado darme cuenta de que la vida no exige tanto de mí, que las exigencias me las he puesto yo mismo. Que esto no es una competencia y que está bien, el que, por cosas que han sucedido, me haya tomado más tiempo que los demás el cumplir mis metas y que está bien tener nuevos objetivos.

Nunca me cansaré de decir que Lily es una de las mejores cosas que me pudo suceder en la vida, pero eso no evita reconocer que, en el momento en que ella llegó a mi vida, no era el momento adecuado; demasiado joven y demasiado por aprender. Debí poner muchas cosas en pausa, renunciar a otras y por supuesto, jamás culparía Lily, nada de eso es culpa suya.

Y no es tan sencillo retomar los sueños y las cosas que uno dejó atrás, hacer las paces con ese pasado, entender que la vida que habíamos planeado no será posible, pero, aun así, la vida puede ser mejor de lo que queríamos antes.

—Lo entiendo, Donovan.

Deja un beso en mi mejilla.

—Sabía que lo harías.

Retomamos la caminata hasta la cafetería de Helena, la cual, esta pintada de verde oscuro, con algunas plantas colgando de las paredes y un letrero negro que luce su nombre casi con orgullo tallado en madera. El Café y Biblioteca Poetas torturados, se ve pequeño por fuera, solo una puerta rústica, el letrero, las plantas y una pequeña ventana que permite ver algunos estantes desde el exterior, pero por dentro es majestuoso.

—¡¿Por qué recién vengo a conocer este lugar?! —pregunta Luna tan pronto como entra.

La ayudo a quitarse su gabardina oscura mientras sus ojos se mueven con asombro asimilando todo.

El interior está dividido en dos pisos, donde el primer piso es donde se guardan los libros y el último piso es la zona de lectura y la cafetería. Todo parece un poco viejo, pero en perfecto estado.

Es parte de la estética —respondió Helena cuando le hice aquella observación.

Los estantes y libreros están perfectamente organizados, hay un cajero a unos metros de la puerta y todo el lugar huele a café, caramelo y libros, y según Alana quien ama venir aquí, es una de las mejores combinaciones que existen.

—Hermano, querida cuñada. Es bueno verlos.

Mi hermana camina hacia nosotros con una cálida sonrisa y luciendo un delantal negro con un hermoso bordado sobre libros.

Le empiezo a explicar sobre su nuevo equipo de seguridad y ella me comenta las fallas que tenía con su equipo anterior, antes de que yo empiece con la instalación y una vez que finalizo, camino por el lugar buscando a Luna para poder irnos a la cena de acción de gracia.

Camino a través de los estantes y los cientos de libros en exhibición y me detengo en seco cuando mis ojos se posan en Luna, quien ha creado un pequeño fuerte para ella mientras yo estaba ocupado. Está sentada en una de las sillas que parecen pertenecer a una escuela, usando la mesa frente a ella para sostener la docena de libros que ha elegido de los estantes.

—¿Luna?

Levanta la vista del libro que está leyendo y se ve muy linda mientras lo hace, con ojos ansiosos y manos ligeramente temblorosas por la emoción.

—Donovan, este es uno de los mejores lugares en los que he estado.

—Me doy cuenta, cariño.

—Sí. ¡Encontré tantos libros!

Comienza a empujar suavemente los libros mientras intenta agarrar sus favoritos para mostrarme la portada, casi tirando algunos de la mesa en su prisa por hacerlo.

—Mira está edición de La historia sin fin. ¡Es tan hermosa! Ni siquiera sabía que existía está edición y está era una de mis historias favoritas cuando era niña. Estoy segura de que a Lily le ve a gustar esta historia. ¡Se la leeré esta noche!

Nunca la he visto así. Realmente emocionada por algo, como un niño abriendo regalos en la mañana de Navidad, con los ojos muy abiertos y una sonrisa cegadora sin ninguna preocupación en el mundo, luciendo como si estuviera pasando el mejor momento de su vida.

—¿Ya elegiste cuál te vas a llevar?

—Quiero llevarme todos estos libros, Donovan. No puedo elegir solo unos cuantos.

Se ve tan linda en ese momento, confundida y todavía animada, tratando de elegir algunos libros, pero no pudiendo ponerse de acuerdo en cuáles.

—Los libros seguirán aquí, Lu, cuando decidas regresar a ver los que no puedes llevarte ahora.

—Sabes que podría comprar la cafetería con todo incluido si quisiera. ¿Verdad?

—Mi humilde y hermosa novia. Sí, lo sé, pero, ¿dónde estaría la diversión en eso?

Comienzo a amontonar los libros que ella ha elegido, asegurándome de no arruinar ninguno de ellos, sé que Lu podría voltear una mesa si algo les sucede a sus preciosos libros.

—Donovan, no podré seguir viviendo si no me llevo todos estos libros.

—Hay veintisiete libros aquí y no traje mi auto.

Junta sus manos debajo de su barbilla y me mira con un ligero puchero.

—Por favor. Mi felicidad depende de tener estos hermosos libros. Míralos, son tan lindos y no recuerdo la última vez que compré un libro de fantasía, a pesar de que es mi género favorito. Además, no todos son para mí, también elegí unos para Lily.

Cómo me he dicho, estoy arruinado y de rodillas ante sus deseos.

—Se los llevaré a Helena y le pediré que los lleve en su auto. Sólo trata de no deambular más mientras estoy fuera. Podrías terminar comprándolo todo.

—¿Te he dicho lo feliz que me haces? Pero será más rápido si te ayudo a llevar los libros y así no llegaremos tarde a la cena.

Se deslizaba de su silla para escoger algunos libros de la parte superior de la pila para cargarlos.

Una vez que están pagados y guardados en el auto de mi hermana, Luna toma mi mano y me jala hacia ella.

—¿Me prometes una cosa?

—Cualquier cosa que me pidas.

—Prométeme que me dirás cuando haga algo que te vuelva loco. No esperes y dejes que eso se pudra en tu pecho, solo dímelo

Entiendo que hay un trasfondo en su pregunta, que no es algo que me pide solo porque sí.

—Lo prometo.

—Bien, ahora vamos, nuestra familia nos espera.

Sonrío, ella no se ha dado cuenta que ha dicho «nuestra familia» y yo tampoco lo comento, simplemente dejando pasar el tema.

Aunque no estoy seguro de si debería estar preocupado, esperando a que caiga el otro zapato o emocionado de que el universo parece estar dándonos una pista de que finalmente hemos llegado al momento que queríamos llegar.

—Oye, ¿no vas a borrar esto de tu brazo?

—¿Quieres que lo haga? —pregunto.

—No me importa. Tú me perteneces.

Con una sonrisa, Luna entrelaza sus dedos con los míos.

—¿Te das cuenta de lo posesiva que acabas de sonar?

—¿Te estás quejando?

—No en esta vida, cariño mío.

Y tampoco creo que lo haga en ninguna otra, al menos no, si la tengo a mi lado.

«Durante la interacción entre galaxias, es posible que las estrellas en los discos galácticos o en los cúmulos estelares de las galaxias se encuentren y colisionen entre sí. Estas colisiones pueden ser el resultado de la atracción gravitacional entre las galaxias en interacción, así como de las fuerzas de marea que distorsionan las estructuras estelares».

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