22. Cuando te veo, mi tristeza desaparece.
JP Saxe – If The Worl Was Ending (0:47 – 1:47)
El bar «Helena» está un poco más concurrido que la última vez que estuvimos aquí, Stella menciona que se debe a que es noche de Karaoke.
—¿Quieres jugar billar?
Acomodo mi chaqueta detrás del respaldo de mi silla y veo en la dirección que Donovan está señalando.
—Nunca he jugado antes.
—Es muy fácil, vamos, déjame enseñarte.
Estira su mano y yo la tomo.
Le pregunto si no hay algún problema con que juegue con guantes —no me los quito bajo ningún motivo—, y él menciona que no.
—Con Arthur solíamos ir seguido a un bar después de clases, no a beber, solo a jugar billar. A veces apostábamos entre los dos.
—¿Helena no iba?
—No, ella es más de deportes extremos.
Me señala los tacos y me deja elegir primero.
—Bien, ya tenemos las bolas preparadas y lo primero que debemos hacer es romper con la bola blanca —me indica y yo asiento con la cabeza—. Ahora coloca tu dedo índice en la parte superior del palo y el pulgar en la parte inferior. Golpea recto y con fuerza.
Dudo.
No porque no haya entendido si no porque estoy acostumbrada hacer todo lo que hago de manera excelente y para conseguirlo práctico mucho. Hacer esto por primera vez frente a alguien me pone en una situación que no me gusta.
Me hace sentir expuesta.
—No tienes que hacerlo si no quieres. Podemos ir a sentarnos y...
—No. Lo haré.
Me inclino sobre la mesa y hago lo que me dijo, recordando de manera vaga algunos videos donde he visto a personas jugar billar.
—¿Así? Siento que no lo estoy haciendo bien.
—¿Quieres algo de ayuda?
—Por favor.
Sonríe y se coloca detrás de mí, puedo sentir el calor que emana su cuerpo y oler con claridad el perfume que está utilizando, sea cual sea este, mientras mi espalda choca contra su pecho.
—Entonces, debes colocar tus dedos de esta manera. Bien, justo así. Separa un poco más tus pies, deben estar más separados que tus hombros.
Tardo unos segundos en hacer lo que me pide porque mientras habla, su aliento choca contra mi oreja y me hace pensar en cosas y situaciones que no debería.
—Relaja un poco tu cadera —me pide.
Y yo obedezco. Más rápido de lo que me gustaría admitir.
—¿Justo así? —pregunto, siendo consciente de que apenas estoy prestando atención a lo que hago.
Miro por encima de mi hombro y veo a Donovan asentir con la cabeza, sus dedos rozan mi hombro mientras aparta un mechón de mi cabello.
—Ahora con la otra mano sujeta la parte trasera del palo, justo encima de tu cadera y luego, muévete hacia adelante.
Nos movemos al mismo tiempo, el palo golpea con fuerza la bola blanca y envía la bola ocho a la tronera.
—Ese fue un gran comienzo.
Me sonríe y no puedo evitar devolverle la sonrisa, dejando que mis ojos vaguen un segundo o dos hacia sus labios.
Estamos a unos muy pocos centímetros de distancia. Solo faltaría que uno de los dos se incline hacia adelante y... No, no debería pensar en eso.
—¿Escuchaste lo que te dije? —hay un toque de diversión en su pregunta.
—¿Qué?
Retrocede y me digo que en absoluto me siento molesta y frustrada por el gesto, ni siquiera me importa.
Lo veo descansar el palo contra el suelo y apoyarse en él mientras me observa.
—Te pregunté si querías algo de beber.
—Si, me vendría bien algo para refrescarme.
Sonríe. Es esa sonrisa que me dan ganas de quitar de su cara. Llena de arrogancia y de sí mismo.
—¿Sí? ¿Por qué?
Me encojo de hombros y señalo con el mentón al grupo de hombres que están jugando dardos.
—Buena vista —respondo.
Deja de sonreír y se inclina un poco hacia mí.
—Mentirosa.
Deja un beso en mi mejilla y se aleja hacia la barra.
¡Ni siquiera me preguntó que quería de beber! Aunque mejor así. Mi mente no puede realizar pensamientos coherentes en este momento y por supuesto, su cercanía no tiene nada que ver. Es por el agotamiento, mucho trabajo.
Sí, eso es.
—Cuñada, te quiero, pero, por favor no tengas sexo en público con mi hermano.
—¡Helena!
Golpeo su brazo y tanto ella como Stella se ríen.
Alana sigue en la mesa conversando con Arthur y Jake, quien se acercado a ellos con otra ronda de bebidas.
—No estábamos haciendo eso.
—Oh, créeme, sabemos lo que vimos —se burla Stella—. Tú y Héctor estaban a segundos de hacerlo sobre esta mesa. Y Helena debe saber del tema, después de todo ella sí lo hizo sobre esta mesa.
—¿De verdad?
Se encoge de hombros para restarle importancia al asunto.
—Te recuerdo que estuve casada con el dueño del bar.
Por momentos es algo que olvido.
—Jake, ¿por qué no le cuentas a Luna como invitaste a salir a Helena?
Helena golpea su hombro con el de Stella y está solo se ríe más fuerte mientras le indica a Jake que se acerque para que cuente la historia.
—Stella, tienes que estar bromeando.
—Vamos, Jake, recrea la invitación —le pide Stella y luego se gira hacia mi—. Héctor y yo estábamos ahí cuando eso sucedió.
Jake parece dudar por un momento, pero entonces comparte una mirada con Helena y cualquier duda que tenía desaparece.
Él sonríe y se acerca hacia ella.
—Toc, toc.
Veo a Helena poner los ojos en blanco.
—¿Quién está ahí? —responde ella.
—Jake.
—Jake, ¿quién?
—El Jake que recogerá a la hermosa Helena Donovan para una cita el sábado —finaliza con una sonrisa.
Stella aplaude y les sonríe, pero tanto Jake como Helena la ignoran.
—No puedo creer que me hayas invitado a salir usando una broma de toc, toc.
—Pero te hice reír y, ¿saben lo difícil que era conseguir que Helena sonría? Pero lo conseguí y también conseguí una cita contigo. Fue uno de los mejores días de mi vida. Una sonrisa y una cita con la mujer más hermosa que haya visto en mi vida. Que hombre tan afortunado, ¿verdad?
De hecho, suena como una buena historia, algo que podrías contar en un bar, en una cena o donde sea; un chico conoce a una chica y la invita a una cita con un chiste malo, la hace reír y ella dice que sí.
—Dije que sí, aún no se la razón, pero lo único que le pedí es que no hiciera algún tipo de malabarismo en nuestra cita.
—Y yo le respondí que, de hecho, tenía pensando un acto de mimo, porque los malabares son cosa de la tercera cita.
—Antes de que te lo preguntes, si, él hizo malabares en nuestra tercera cita.
Tienen esa familiaridad y camarería que se adquiere con los años, se miran y parecen saber exactamente que está pensando el otro, que siente y quiere.
Al verlos interactuar así, solo puedo pensar en lo difícil que debió ser para Helena separarse de él y dejar atrás la vida que pensaban construir, la vida que ya compartían juntos. Los recuerdos, sueños y todo lo demás.
—Y te volviste a reír —le dice Jake—. También me besó al finalizar la cita.
—¡Fuiste tú quien me besó! Yo solo correspondí al beso por educación.
Stella se acerca a mí y me dice al oído:
—Te apuesto veinte dólares que, en menos de un año, estos dos se vuelven a casar.
—¿No está mal apostar sobre la vida de otras personas?
—No si somos familia. ¿Aceptas la apuesta?
Los miro y después vuelvo a mirar a Stella para estrechar su mano.
—Les doy más de un año, tu prima es terca.
Donovan regresa en ese momento con mi bebida y veo que me ha traído agua con gas, enarco una ceja y él me dice al oído que no puedo beber debido a mis medicamentos.
A veces olvido ese detalle.
—Ni siquiera está noche.
—Hace unas semanas bebiste suficiente alcohol para lo que queda de año, pequeña luciérnaga. Por favor, no sigas lastimando a tu pobre hígado.
Es, justo cuando choca su botella con la mía, que noto que él está bebiendo lo mismo que yo.
—No tienes que dejar de beber solo porque yo no puedo.
—Lo hago porque quiero, que clase de prometido sería si no apoyo a mi prometida —me dice con una sonrisa—. No le des tantas vueltas al asunto, Luna.
El juego de billar queda olvidado y regresamos a la mesa junto a Helena y Stella, quien me sigue contando la historia de Jake y su prima.
Nos unimos a la conversación que están teniendo Alana y Arthur, Donovan coloca su brazo en el respaldo de mi asiento y casi por instinto me muevo hacia su costado.
Arthur se queda congelado, con la botella de cerveza a medio camino de su boca, mirando algo o alguien por encima del hombro de Stella. Alana sonríe cuando ve lo que sea que su hermano está mirando. Sigo la mirada y veo a Gala caminar hacia nosotros como si estuviera en una pasarela de la semana de la moda en New York.
—Gala, hola.
Ella me comentó que debido a todo lo que estaba sucediendo, debió cancelar su cita con Arthur.
Pero después él la llamó para reprogramar la cita y ella perdió sus llamadas.
—¿Dónde has estado, Arthur?
—Pensé que no querías hablar conmigo.
Gala suspira.
Exhala tratando de calmarse, creo yo, para evitar matar a Arthur a la vista de tantos testigos. La escucho decirse a ella misma que se prometió que estaría tranquila y pone una sonrisa falsa en su rostro antes de empezar de nuevo, ahora, un poco más calmada.
—Si no quisiera, no te hubiera llamado cinco veces antes de tomar el jet de mi familia y venir a verte, pensando que, no sé, habías perdido tus dos brazos y por eso no atendías mis llamadas. Pero aquí estás, con dos brazos.
—Y diez dedos perfectamente sanos —agrega Helena.
Stella y Alana intentan contener la risa ante la expresión de Arthur que realmente no parece saber que hacer o decir, pero, yo de él, no diría nada porque todo podrá y será usado en su contra.
—Estaba preocupada —admite Gala.
Sí estuviera bebiendo algo, ya me hubiera ahogado con la bebida después de escuchar lo que acaba de decir. Comparto una rápida mirada con Donovan para cerciorarme de que escuché bien y él tiene una expresión de sorpresa y confusión en su rostro que, asumo, yo también debo tener.
No es de extrañar que Gala parezca tan frustrada, esa es una admisión sorprendente viviendo de ella.
—Lamento haberte preocupado, esa jamás fue mi intención.
Arthur se levanta para cederle su silla a Gala.
El resto de nosotros estamos viendo su interacción en silencio, esperando saber qué dirá ella a continuación.
—¿Y bien? ¿Dónde estabas?
Intenta sonar como si solo tuviera simple curiosidad, pero, junto a ella, Stella mueve sus labios diciendo «esta celosa» y yo le digo que sí con la cabeza.
—Estuve trabajando —responde—. No te llamé porque pensé que necesitabas espacio por tu trabajo.
—Te llamé varias veces, Arthur, ¿eso suena como que necesito espacio?
—No sabía que habías hecho eso, mi teléfono dejó de funcionar y aún no consigo otro.
Gala tararea en señal de reconocimiento, pero no murmura nada y saca su propio teléfono para revisar algo.
—¿Qué estás haciendo? —le pregunto.
—Pedirle dos nuevos teléfonos a Arthur. Uno para uso general y otro solo para mí.
—Gala no tienes que...
—Ya lo ordené —interrumpe mi amiga a Arthur—, te llegaran mañana a primera hora. Te gustarán, son lo último en tecnología.
Para sorpresa de todos, Arthur sonríe y está vez, todos los demás, a exención de Arthur y Gala, compartimos una mirada para cerciorarnos de que estamos viendo correctamente.
Y si, él está sonriendo, al parecer encantado con la locura de Gala. Quién lo diría.
—Lo siento —le dice Gala—. No debí haber venido de esta manera.
—Está bien, estabas preocupada, es entendible.
—Eres tan lindo, tanto que me resulta muy difícil odiarte y juro que quería hacerlo cuando no atendiste mis llamadas. Soy yo. Las personas siempre atienden cuando yo llamo porque saben que, si no lo hacen, los asesinaré. Pero ahí vas tú y me ignoras.
—Prometo que nunca volveré a ignorar una llamada tuya, a menos claro, que este apagando un incendio.
Mi amiga se encoge de hombros y ladea un poco la cabeza.
—Iremos a París para nuestra primera cita —le dice ella—. Ya tengo todo organizado. Iremos en el jet de mi familia. No te preocupes por nada, yo me encargo de todo.
—¿No preferirías salir conmigo? Te prometo que incluso aunque esté trabajando atendería tus llamadas.
—Stella.
—¿Qué? ¿Acaso no escucharon? Lo va a llevar a París para su primera cita, es como la película Pretty Woman. Yo también quiero vivir ese sueño.
Arthur busca otra silla y Alana se mueve un poco para hacerle espacio y que él se siente junto a Gala.
Veo a Donovan estirar su brazo para tomar su bebida y algo llama mi atención.
—Son una pareja perfecta —murmuro.
Las cejas de Donovan se elevan y se arrugan, le sonrío y señalo el tatuaje que estaba mirando antes.
—Los tatuajes —le explico—. Son un par a juego. ¿Verdad? Lo digo porque he visto el tatuaje de tu otro brazo, pero no ese y ahora que lo vi, me doy cuenta que son un par.
Reprimo el impulso de mover mis dedos hacia el tatuaje sobre su piel mientras mis ojos examinan los kanjis.
—Espero que hayas investigado muy bien lo que significan esos símbolos en específico antes de tatuarlos en tu piel.
—Lo hice.
Los tatuajes están dibujados en su muñeca, uno en cada una.
—¿Y bien? ¿Qué significan?
El resto de personas y sus conversaciones, dejan de importar, solo somos Donovan y yo.
—Destino.
No puedo evitar sonreír.
—¿Qué sucede, Lu?
—No es nada... —Mis ojos encuentran los suyos, su rostro está iluminado por una sonrisa y hay un afecto genuino en su mirada—. Es solo que eres muy tú. Eso es todo.
Me devuelve la sonrisa.
—Lo voy a tomar como un cumplido.
—Deberías.
Lo digo en un tono tan bajo que por un momento creo que él no me ha escuchado, pero la sonrisa que me da, me dice que sí lo hizo.
En el pequeño escenario, hay dos personas cantando a todo pulmón lo que parece ser una canción de Maroon 5 si me guío por lo que muestra la pantalla detrás de ellos.
—Entonces, ¿quién va a subir a cantar primero? ¿Alana? —pregunta Stella con una media sonrisa.
—No creo que lo haga nunca. No voy a pasar más vergüenzas de las que ya he pasado. Voy a intentar conservar algo de dignidad.
Muevo mi cabeza hacia Donovan.
—Tu deberías subir a cantar —le digo—. Tienes buena voz.
Sonríe y muevo su rostro un poco hacia el mío. Contengo el aliento. Sus dedos apartan con suavidad un mechón de mi cabello, mientras él mantiene sus ojos fijos en los míos, bajando su mirada solo un segundo hacia mis labios y me gustaría tanto saber qué es lo que está pensando justo ahora, en especial, cuando sus labios se posan en mi mejilla y puedo sentir como los latidos de mi corazón se aceleran.
¿Él también los puede escuchar?
—Solo por ti, lo haré.
—¿De verdad?
—Te lo he dicho, yo haría cualquier cosa por ti.
Vuelve a dejar un beso en mi mejilla y con una sonrisa se levanta para ir a elegir que canción cantar.
A mi lado, Gala llama mi atención.
—O ustedes son increíblemente buenos actores, o ninguno de los dos está fingiendo nada. Porque todo ese sexo visual y anhelo que les sale por los poros no puede ser fingido.
—¿Qué?
Ella se mueve un poco más hacia mí para que nadie más pueda escuchar lo que hablamos.
—Luna, la vida es muy corta y jodida para no besar a las personas que queremos besar. Ve y besa a tu hombre. Porque sí el mundo se acaba mañana al menos besaste a quien querías.
Murmura algo sobre el consentimiento y su importancia.
—¿Y si el mundo no se acaba mañana?
—De todas formas, besaste a quien querías besar.
Cómo para probar su punto, se gira hacia Arthur y toma el rostro de él entre sus manos y deja un sonoro beso en su mejilla. Cuando se aleja, se puede ver la marca de los labios de Gala en la mejilla izquierda de Arthur.
Mi amiga sonríe y le dice que no se limpie la mejilla para que los demás sepan que no está solo y a Arthur parece no importarle la petición de Gala.
Poco después alguien se sube al escenario y presenta a Donovan quien ha elegido Car's outside de James Arthur. Me gusta esa canción y suelo cantarla en el auto o en mi habitación cuando no hay nadie cerca. Me pregunto si hay una razón detrás o simplemente la eligió porque le gusta.
Empieza a cantar y casi de forma automática, mi corazón empieza a latir más rápido.
Lo veo mirar alrededor del bar, observando todos los rostros desconocidos hasta que sus ojos se posan en mí y sonríe de manera amplia mientras sigue cantando.
—¿Sabes? Esto se está volviendo un poco doloroso de ver si después de esto no vas y lo besas —murmura Gala.
—¿Quién dice que quiero besarlo?
—Oh, querida, todo el bar... No, todo este pueblo se ha dado cuenta que quieres besarlo.
Está exagerando.
Aunque lo que acaba de decir deja de importarme porque sonrío divertida al ver el brillo en los ojos de Donovan.
Y a medida que la canción avanza, las personas empiezan hacer coro de la conocida canción y antes de que pueda darme cuenta, Donovan está de pie al final del escenario justo frente a mí, sonriendo y con sus ojos fijos en mi rostro.
—Oh, darling, all of the city lights. Never shine as bright as your eyes —me canta.
Siempre he pensado que esas comedias románticas son absurdas, dónde las demostraciones de afecto o actos románticos parecen algo irreal. Pero aquí estoy yo y él me está cantando directamente a mí, como si yo fuera todo lo que importa y en todo lo que puede pensar.
El coro vuelve a sonar y cuando llega a la última línea, se señala a sí mismo y después me señala a mí.
—No, I don't wanna leave you anymore...
La canción termina y las personas estallan en aplausos. Donovan sonríe y regresa a la mesa, con las mangas de su camisa oscura dobladas hasta sus codos y los dos botones superiores desprendidos.
Escucho de forma vaga lo que su familia le dice, mi cerebro no logra concentrarse en lo que sea que están diciendo.
—¿Te gustaría ir afuera por un poco de aire?
—Sí —respondo.
Me ayuda a ponerme mi chaqueta y salimos del bar deteniéndonos cerca de la pared donde se encuentra el letrero con el nombre del lugar.
Mi espalda choca contra la pared de ladrillos rojizos cuando Donovan se para delante de mí.
—Había otra canción que quería cantarte está noche.
—¿Cual?
—Someone to stay de Vancouver sleep clinic. Pero pensé que era muy íntima, que merecía un escenario más privado.
Es la misma canción que estaba sonando esa mañana cuando me pidió disculpas.
—Podrías cantarla ahora. Aquí solo estamos tú y yo.
Muerdo mi labio inferior mientras espero y él sonríe, antes de tomar mi mano entre la suya y empezar a cantar. Es suave y bajo, la canción tiene un toque de nostalgia y un cariño especial.
Es una canción hermosa y se siente como la síntesis de todo lo que él quiere decirme. De lo que somos. De lo que sea que es esto.
—We all need someone to stay...
Se inclina un poco más hacia mí y yo no puedo dejar de mirarlo.
Puedo sentir como mis dedos empiezan a temblar y como mis músculos se tensan hasta que finalmente mi palma toca su esternón tal y como he querido hacer durante toda la noche; la calidez de Donovan se filtra a través de su camisa.
—Donovan...
Sale de mis labios como un murmullo, un susurro tan bajo que tal vez él no logró escuchar.
No voy a seguir negando cuánto me afecta su cercanía.
Pero bajo mis manos, apretándolas en puños a mi costado y negándome a moverme
—Can you keep me close? Can you love me most? —sigue cantando y es un tiro al aire. Lo sé y él también, por eso lo ha hecho.
Y no lo detengo porque quiero esto, quiero que caigamos, quiero ver... Muevo mi cabeza y me concentro de nuevo en el hombre delante de mí mientras termina de cantar con un breve destello de algo que realmente no puedo precisar iluminando sus iris desde dentro.
Casi por voluntad propia, vuelvo a levantar mi mano y mis dedos sobre su pecho se curvan lo suficiente como para hacer que la tela se arrugue un poco.
Mi respiración se acelera cuando él se acerca un poco más.
—¿Qué vas hacer a continuación? —pregunto.
Porque ahí está, el anhelo y la necesidad de la que estaba hablando Gala antes, el breve destello que aparece y desaparece como si él también estuviera luchando contra aquello al igual que yo.
Deberías dejar de luchar —me digo en mi mente—. Deberíamos simplemente ceder.
Sus dedos van hacia mi mejilla y yo me inclino hacia el toque. Mi piel pide más.
—Donovan... Parece como si estuvieras a punto de besarme.
Mis labios apenas se mueven mientras hablo y mis dedos se hunden con firmeza en su piel, presionando contra su pecho mientras ladeo un poco la cabeza respirando con algo de dificultad debido a la cercanía.
Sus dedos se enroscan alrededor de mi muñeca y aparta mi mano de su piel.
—No voy hacerlo.
Con la mandíbula apretada, retrocede un paso y luego otro.
—¿Por qué no?
Escucho mi voz cuando realizo la pregunta; ronca y entrecortada. Por un momento pienso que no he hablado por la forma en que Donovan mira hacia otro lado; sus ojos enfocados en la oscuridad lejos de la luz que nos envuelve.
Pero, cuando finalmente obtengo mi respuesta, siento que cada centímetro de aire dentro de mis pulmones, abandona mi cuerpo.
—Por qué no quiero solo un beso. Quiero que sea real.
«En este punto, la presión del núcleo ya no puede sostener la estrella contra la gravedad, y el núcleo colapsa rápidamente, generando una onda de choque que viaja hacia afuera a través de las capas externas de la estrella, provocando una explosión supernova».
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