17. Quiero la audacia del traidor.

Florence and the machine - girl with one eye (2:47 - 3:32)

Nunca me han importado del todo las sobras, en parte, porque fue todo lo que tuve mientras crecía. De todas sus diversas maneras. Tanto así, que llegué a apreciarlas por lo que eran, me decía que no porque eran meros desperdicios de un trozo mayor, disminuía su sabor. Solo porque son pedazos olvidados, dejados atrás sin pensar, no significaba que fueran de menos valor que el original y completo hubieran sido entregados solo para mí.

Me obligué a creer que las migajas eran tan buenas y valiosas como el conjunto porque son todo lo que realmente tuve y conocí desde que soy consciente de mi existencia.

Una pizca de atención.

Un ápice de cariño.

Una miga de tiempo.

Nunca nada completo. Nunca hay algo que sea solo para mí.

Solo partes tan diminutas —que usualmente nadie más quería—, que recibí por accidente.

La necesidad de pedir mi ayuda se traduce en necesidad de mí. Un mensaje de texto una vez al mes por dinero significa que le importo. O alguna felicitación por cómo me veo, nunca por quien soy, nunca por mí.

Tocar por placer ajeno, nunca por amor, nunca por cariño... Nunca en si por quien soy.

Entonces sí, estoy algo acostumbrada a las sobras o migajas. De niña, me decía que las amaba porque eran mejores que nada. Al menos tengo esto, me repetía como consuelo. Pero entonces, fui creciendo y las migajas dejaron de ser un consuelo y empezaron a ser una fuente de resentimiento y de otros malos sentimientos. Los cuales se instalaron con fuerza en mi pecho, no fue difícil para ellos, su camino se había estado labrando por años.

Llegué a un punto donde me estaba muriendo de desnutrición emocional y mental por recibir solo migajas, pero nadie dijo nada porque sentían que esas simples migajas eran más de lo que yo merecía.

Por eso, no es de extrañar que yo haya terminado aquí, en la sala de mi ático sin poder mirar a mi hermano que acaba de hacer algo tan atroz.

—¿Cómo pudiste? ¿Cómo?

El mensaje de Betty se repite como bucle en mi mente.

La noticia de lo sucedido suena de fondo en la pantalla plana y mi hermano ni siquiera se inmuta por lo que están diciendo.

—Los abogados me dijeron que ya han abierto un expediente, que estamos siendo investigados. ¿Sabes lo que eso significa, Landon? ¿Entiendes la gravedad de la situación?

Sí él lo entiende, no le importa.

No mira en mi dirección mientras se sirve un vaso de coñac. Al verlo de perfil con el vaso en su mano de esa manera, casi creo poder ver a nuestro padre.

—No pasará nada, Lu. El mundo no se va a detener por eso. Le darán cobertura en las noticias unos días, después vendrá otro tema que llame más la atención y lo dejarán en el olvido. Lo mismo sucederá con las personas. No importa lo terrible que esto, según tú, sea, en un mes nadie recordará nada.

Sé, en el momento en que lo miro a los ojos, que jamás debí tener esperanzas de que él podría cambiar. Porque en el momento que lo miro, solo puedo ver a un monstruo. No mi hermano. Ya no.

—Landon, cállate. Por favor, cállate.

—Los abogados se encargarán, no te preocupes. Somos intocables. Ellos solo quieren hacer un poco de show para entretener a los menos afortunados.

Mueve el licor en el vaso antes de darle un sorbo y murmura lo bueno que es.

Lo miro y espero, al menos una pizca de arrepentimiento, pero no llega y no va a llegar.

—No seré tu cómplice, no te apoyaré en esto y mucho menos dejaré que ensucies las empresas con tus malas decisiones y odio irracional.

—¡Mis empresas! Mías, hermana, no lo olvides. Fui yo quien las mantuvo cuando nuestro padre murió. Fui yo quien sacrificó su vida por hacerse cargo de ellas.

—Ya no. Ahora son mías y no dejaré que todo se pierda por tu culpa, le daré la orden a los abogados de dar la información real de lo que me pidan. Estás advertido. Las Empresas Sinclair no se van a responsabilizar por lo sucedido.

Sonríe, no intimidado por mis palabras.

—No lo harías. Soy tu hermano. Me amas.

—Pero ya no eres mi responsabilidad.

Cómo crecí con solo migajas, cuando Landon me daba algo más que eso, me sentía especial. No me daba piezas enteras, pero si pedazos más grandes de lo que sea, alimentó mi necesidad de quererle agradar. De hacer lo que él me pidiera esperando la recompensa de una pieza más grande; de atención, amor, tiempo.

Él supo muy bien como manipularme. Es bueno en eso.

—Tal vez ahora no lo veas, Lu, pero pronto lo harás.

—¿Qué se supone que debo ver?

Se acerca hacia mí a grandes zancadas y su expresión cambia, su rostro se agrieta por la ira y el desprecio.

—¡Ver qué mi manera de hacer las cosas es la ÚNICA manera! ¡Solo yo tengo la razón aquí! Y si crees que vas a poderme detener, si por tu pequeña mente a cruzado la jodida idea de ir contra mí, deberías reconsiderarlo, hermana. Porque no sabes de lo que soy capaz.

Inhala. Exhala.

No tiembles. No bajes la mirada.

Inhala. Exhala.

No seas débil. Él se alimenta de tu debilidad.

—¡Son solo plagas infectado el mundo! ¿Irías contra mí por qué eliminé algunas cucarachas? ¿De verdad, hermana? Y creer que tenía grandes expectativas puestas en ti, sobre nosotros. Es tan decepcionante ver todo tu potencial desperdiciado en asuntos que no valen la pena.

No sé qué es peor, si mi decepción por él o el hecho de que, a una parte de mí, le importa que él esté decepcionado.

Es como si en el fondo de todo lo que soy, aún fuera esa niña que buscaba con desesperación la aprobación de mi hermano. Cómo si estuviera atrapada en la casa familiar.

Se siente casi como si nunca me hubiese ido de ese lugar.

—Las empresas Sinclair significan algo más grande de lo que alcanzas a comprender, ¿no lo ves? Somos como dioses en la tierra decidiendo quien vive o muere. Es nuestro legado tener el control de todos, y no dejaré que destruyas mi legado, que lances por los suelos todo lo que me ha tomado trabajo construir y si para evitarlo debo ir contra ti, que así sea, Lu. Pero no te preocupes, haga lo que haga, jamás te lastimaré. Te amo.

Algo dentro de mí se rompe.

—Pero, ¿esto que acaba de suceder? Fue solo el comienzo, quiero que el mundo vea lo que una pizca de nuestro poder puede hacer. Además, pienso retomar el mando de las empresas, así que vete preparando para dejar tu puesto. Porque no estás apta para el cargo. Al menos no de la manera que esperaba.

Aprieto mis manos en puño con demasiada fuerza, así como mi mandíbula en un vago esfuerzo de permanecer en silencio. Aún estoy temblando, pero no por lo que él pueda hacer, si no por la rabia de lo que ha hecho.

—¡Las empresas no pueden ser solo caos y destrucción! ¿Cómo es que no lo ves? ¡Podemos ser más! Algo mejor. Y, ¿sabes lo que sucederá si sigues con eso? La junta directiva estará furiosa, perderemos inversores y nuestras acciones bajarán.

—Aun así, seguiremos siendo más grandes que todos ellos. ¿Qué importan lo que piensen los demás? Con un chasquido de mis dedos puedo eliminar a quien quiera.

—Estás demente.

Se burla en mi cara.

—Mírate Lu, todo el esfuerzo que has puesto y no es suficiente. ¿Eso no te dice algo?

Cada resentimiento que he tenido a lo largo de los años sale a flote.

—No estás en ese puesto porque lo mereces y lo sabes, en el fondo de ti lo haces y por eso te esfuerzas tanto, para demostrar que no es así. Pero nunca será suficiente. ¿Cuándo lo entenderás? Nada de lo que hagas será suficiente.

Ha bajado su tono, volviéndolo casi lánguido con un toque de aburrimiento.

—¡Ni siquiera querías ese jodido puesto! Deberías estar feliz. ¡Te estoy dando lo que quieres! ¿Por qué no lo ves? Te estoy salvando.

—Landon...

— Incluso aunque ahora no lo puedes ver, todo lo que estoy haciendo es por ti. Para mantenerte a salvo. ¿Esas personas que tanto defiendes, Lu? No son mejores que nosotros, si ellos tuvieran el poder que nosotros tenemos, te aseguro que harían cosas peores. Ese mundo que intentas salvar de mí, no vale tu esfuerzo, déjame eliminarlo y construir uno nuevo y mejor para ti. Un mundo donde estarás a salvo.

Durante la mayor parte de mi vida, Landon fue lo único bueno que tenía. Era el epítome del hermano mayor; divertido, inteligente, carismático. Incluso, solía ser muy amable. Al menos conmigo.

—No podemos jugar a ser dios, hermano.

Sonríe.

—¿Quién dice que estoy jugando? Deja de preocuparte tanto, esos cientos de miles de personas no le importan a nadie, en unos días, esto será olvidado.

—¿Y podrás hacer lo mismo de nuevo?

—Po fin parece que lo estas entendiendo.

Pasar tiempo con él siempre fue la mejor parte de mi día, deleitándome con pequeños trozos de atención, que no eran mucho más grandes que las migajas que recibía a diario, pero, para mí, lo eran todo.

Hubo un tiempo, dónde Landon era la persona que más amaba en el mundo. ¿Cómo es que terminamos así? ¿Algo fue real? Me pregunto si cada vez que me prestaba atención, si las veces que hacía tiempo para mí o me animaba a alcanzar mis objetivos, quería hacerlo o solo estaba fingiendo.

—Estas manos —en un ágil movimiento, incluso antes de que pueda evitarlo, toma una de mis manos y retira mi guante—, están igual de manchadas de sangre que las mías.

La aprieta con fuerza, hasta el punto que me empieza a causar daño. Estoy segura que sus dedos quedarán marcados en mi piel y suelto un quejido cuando su agarre se vuelve aún más fuerte y al ver mi expresión, se detiene.

Mira mi mano y niega con la cabeza.

—Ya no tiene por qué ser así. Eres mi favorita, la persona más importante en mi vida después de mí y mereces un mundo mejor.

Acuna mi rostro entre sus manos y me sonríe.

—Deja que los abogados se encarguen por ahora, pronto tomaré de nuevo el cargo de CEO y no tendrás que preocuparte por nada de esto.

—Me llevarán a declarar. Lo sabes. ¿Verdad? —me odio por lo pequeña y vacía que suena mi voz.

—Y solo debes decir lo que los abogados te digan. Esto acabará pronto. Todo estará bien, Lu. Confía en tu querido hermano mayor.

Deja un beso en mi frente y me repite que todo estará bien. Eso es mentira. Él lo sabe y yo lo sé, porque una vez que esto acabe, todo volverá a empezar de nuevo. Landon repetirá esto hasta que muera porque, como dice, no hay nadie que pueda detenerlo.

—¿Qué pasa si necesitan un responsable? ¿A quién culparas?

—Jamás te culparía a ti si eso es lo que te preocupa. Cualquiera menos tú. Dejaría que el mundo se destruya antes de lanzarte la culpa de algo.

En algún punto, mientras él estaba en la universidad y empezando sus prácticas en las empresas, las cosas empezaron a cambiar entre nosotros. Él se volvió distante, más silencioso. Fue extraño porque era alguien brillante y bullicioso —ahora usa aquello solo como fachada, una máscara. Ya no es real—. En algún momento, dejó de ser la persona que era, pero yo no me di cuenta o tal vez, como dice mi madre, elegí no verlo.

Una vez que asumió el cargo de las empresas, pasaba horas y horas sentado en su oficina, pensando, reflexionando y planificando.

Así fue como empezó todo.

Lo perdí primero en el silencio y después en su necesidad de más poder.

—Yo te protegeré hermana. No dejaré que nada malo te suceda, estarás bien. Si algo sucede, construiré una fortaleza para ti dónde nadie te podrá encontrar y estarás a salvo.

Incluso en su peor momento, todavía hizo tiempo para mí, aun así, me prestó toda su atención. Pero ahora, me cuestiono cuál era su intención detrás de cada una de sus acciones. ¿Acaso esperaba conseguir justamente esto? Solo una persona que le sea leal incluso en sus momentos de mayor locura.

—Me prometiste que está vez sería diferente.

—Lo es. ¿No lo ves?

La mayoría de las personas me consideraría idiota por haber vuelto a confiar en él, quien me ha traicionado antes, me llevó hasta un infierno solo para meterme en otro.

Es como si lo disfrutaras —se burla una voz en mi cabeza.

—Evita darle muchos detalles a nuestra madre, no lo entendería y no quiero tener que lidiar con ella.

—¿No sabe que vas a retomar el cargo de CEO?

La junta aún no ha votado, pero no será necesario, somos accionistas mayoritarios e incluso sí no están de acuerdo, estoy segura de que mi hermano sabrá cómo convencerlos.

—No. Deja que sea una información que compartiremos solo entre nosotros hasta que sea algo oficial. No tomará más de unos días.

En la pantalla detrás de él, están mostrando videos de lo sucedido y no puedo evitar el estremecimiento que recorre mi cuerpo al ver esas imágenes, mi hermano se da cuenta y se mueve para tomar el control y apagar la televisión.

Pero la imagen sigue grabada en mi mente y es peor que la última vez. Me pregunto, que, si este es solo el comienzo, ¿qué hará después?

—Como te dije, deja que los abogados se encarguen. Ya Black and Company está lidiando con esto.

Se acerca a mí con una sonrisa y deja un beso en mi frente.

—Antes de que lo olvide, no te molestes en ir el lunes a la reunión en Texas, ya lo tengo todo coordinado y la cambie para la otra semana y así poder asistir yo. Tampoco es necesario que vayas a las empresas.

—¿Me estás despidiendo completamente?

De alguna u otra manera, siempre termino siendo el juguete roto, el reemplazo que es rechazado una vez que los actores principales pueden regresar al show.

Me hicieron tomar el cargo contra mi propia voluntad, me he estado esforzando y sacrificando partes de mi para reparar el daño que él causó y, cuando estoy cerca de conseguirlo, simplemente me hace a un lado.

¿Cuándo aprenderé?

—Por ahora sí. Ya no eres necesaria en las empresas. No te lo tomes como algo personal, así son los negocios y tú sabías muy bien bajo que estatutos ibas asumir el puesto de CEO.

Me quitó mi sueño de ser bailarina y ahora también me está quitando esto. Me ha quitado todo lo que ha querido y, me siento tan patética por, a pesar de todo eso, aún amarlo.

—Te amo, hermana. Nos vemos el miércoles para ese almuerzo que me prometiste.

No sé cuento tiempo me quedo de pie en la sala de mi ático, mirando el lugar dónde él se acaba de ir, pero pienso que ha sido suficiente y arrastro mis pies hasta mi cuarto y me dirijo directamente al baño.

Sin quitarme la ropa, entro directamente al baño.

Escucho el sonido de mi teléfono venir desde alguna parte de este lugar, pero no me muevo para ir a contestar.

—Nada estará bien y nada ha valido la pena o mi esfuerzo.

Cuando finalmente siento el agua correr por mi cabello, empapando mi ropa por completo y solo hasta que el ruido del resto del mundo es ahogado por el sonido del agua contra el suelo, solo ahí, me digo que no puedo aguantar más.

—¿Por qué cada persona que amo tiene que lastimarme? Es que no lo entiendo. No entiendo porque fingen amarme solo para utilizarme según sea su conveniencia.

Mis muros, los que me han mantenido a flote hasta ahora, simplemente colapsan. Segundo a segundo, empiezan a caer. De mis ojos caen gotas saladas que se mezclan con el agua de la ducha.

Suelto un pequeño sollozo que sale algo ahogado y tropiezo hacia atrás, golpeándome contra la pared. Mi respiración se ha empezado acelerar y mis rodillas se debilitan, provocando que me desplome sobre las frías baldosas. Caigo y me siento, juntando mis rodillas contra mi pecho y dejo que las lágrimas sigan saliendo.

Me siento débil. Insuficiente. Inútil.

—¿Por qué cada persona en la que he confiado me ha traicionado?

Me ahogo con mis propias lágrimas, sufriendo una vez más, este infierno sola. No hay nadie. Nunca hay nadie para mí.

Pierdo la noción del tiempo que paso en aquella posición, con mi cara entre mis manos, llorando y sollozando hasta que mi garganta arde y ya no me quedan más lágrimas. Pero durante este momento me permito ser vulnerable. Ya después veré de dónde sacó fuerzas para volver a levantar los muros y seguir adelante.

—Solo cinco minutos más —pido cuando vuelvo a escuchar el sonido de mi teléfono—. Solo déjenme sentir mi dolor por cinco minutos más. ¿Acaso es mucho pedir?

Con la poca fuerza que me queda salgo del baño y empiezo a caminar de un extremo a otro por mi habitación con un ruido blanco en mi cabeza y muerdo el interior de mi mejilla hasta que la sangre caliente brota de mi boca y me detengo.

En alguna parte, creo escuchar un reloj que hace Tic Tac, pero no estoy del todo segura si es real o solo está en mi mente. Si mi ansiedad ha llevado a mi cerebro a generar sonidos de la nada para llenar el silencio ensordecedor que me envuelve.

Mi teléfono vuelve a sonar y veo que es mi madre.

—¿Por qué no estás atendiendo mis llamadas?

Camino hasta mi mini bar y me sirvo un gran vaso de whisky y lo bebo todo antes de responder.

—Me estaba bañando. ¿Qué sucede?

Miro el vaso vacío dónde Landon bebió el coñac y lo tomo entre mis manos con fuerza, y sin detenerme a pensar, lo lanzo contra la pared dejando que se rompa sin oportunidad a una reparación.

¿Ves, hermano? Acabo de hacer una metáfora.

Mi madre me está hablando, pero lo único que puedo escuchar es a mis propias emociones atrapadas dentro de mi cabeza, girando y girando y amenazando con empujarme hacia el abismo que estoy mirando.

—¿Luna? ¿Me estás escuchando?

No respondo.

Cierro los ojos con fuerza e intento imaginar otra vida. Pienso en lo que podría estar haciendo, ¿quién sería sin Empresas Sinclair? ¿Sin este apellido que tanto me pesa y del cuál jamás me he sentido digna? Quiero dejar esta jodida vida atrás.

Solo quiero que todo se detenga. Al menos por un momento, que este dolor que resuena y arde en mi pecho se detenga el tiempo suficiente para dejarme tomar un par de respiraciones sin sentirme tan sola, adolorida y perdida.

—Lo siento, mamá. No puedo hablar ahora. Yo solo... Hablemos mañana.

Si tuviera que señalar algo en particular sobre ella, es la desesperada necesidad de amor que tiene. ¿No te has dado cuenta? Tiene una necesidad innata de afecto; necesita elogios cuando hace algo bien, necesita a alguien que la consuele cuando la lastiman y que tome sus manos cuando las cosas se ponen difíciles —le dijo mi padre a esa otra persona—. Ella necesita cosas que nunca podría promocionarle, y mi esposa tampoco está dispuesta.

Me sirvo otro vaso de whisky y lo bebo todo de nuevo.

Con dedos temblorosos me aferro con fuerza alrededor del cuello de la botella y la llevo a mis labios con una punzada de desesperación que, en cualquier otro momento, encontraría completamente patético.

—Solo necesito cinco minutos más para sentir todo este dolor. Prometo volver a ser fuerte mañana.

E Incluso bajo la bruma de todo esto, soy consciente de que este no es un mecanismo de afrontamiento saludable. Los frascos de medicamentos recetados en mi mesa de noche que no disminuyen con el paso de los días, me lo recuerdan a diario. Pero no tengo ganas de desperdiciar mi energía en ese pensamiento. Tal vez cuando mi corazón no esté tan destrozado y mi visión no esté tan borrosa, podré recordar porque es bueno que mantenga mi régimen de medicación.

Tal vez ahí pueda recordar el lado de mí misma que mantengo cuidadosamente escondidos del mundo y exactamente porque lo hago.

—Solo necesito cinco minutos más —me repito.

Me sobresalto cuando veo una figura por mi visión periférica en la puerta de mi balcón. Dejo la botella a un lado y giro mi rostro para ver a Donovan de pie ahí, con los brazos detrás de su espalda y vistiendo su uniforme.

—¿Por qué estás aquí? Te di la semana libre.

Paso una mano por mi cara y aparto la mirada.

—¿Preocupado por mí?

—Es parte de mi trabajo, pensé que ya lo sabías. Debo mantenerte a salvo y protegerte, incluso de ti misma.

Lo miro por encima de mi hombro y me dice que vio las noticias.

Parece como si todo fuera como hace unos meses y pienso que esto jamás se va a detener.

—No voy a saltar, Donovan. Aquella vez fue solo un error de juicio.

—Te escucho, pero es un poco difícil creerte cuando aún tienes esa mirada en tus ojos.

Levanto una ceja y giro mi cara hacia él.

—¿Qué mirada?

—La mirada que tiene alguien que se acaba de dar cuenta de que al final, nada de lo que ha hecho ha valido la pena.

Dejo que mis ojos vaguen sintiendo que todo, al igual que yo, se ha quedado congelado en el tiempo. Juro que casi puedo escuchar los pasos de mí hermano cerca de mí y su voz gritando mi nombre.

Y es porque, de alguna manera todo sigue igual; Sombrío y sin pretensiones de que las cosas vayan a cambiar.

—Mi hermano me acaba de despedir de las empresas. ¿Puedes creerlo? Así, sin más. Comete los errores, deja las cosas sobre mi para que las arregle y una vez que lo consigo, me lo quita todo de nuevo. No es justo. Yo mantuve esas empresas a flote y las saqué del lugar donde él las había llevado. ¡¿Cómo me puede hacer esto a mí?! ¡¿Cómo puede decirme que me ama y lastimarme de esta manera?!

Estoy cansada de las personas que dicen amarme. Estoy harta de todo.

—¿Y qué piensas hacer?

Me encojo de hombros.

—No quiero hacer nada.

—¿Piensas rendirte?

Me burlo.

—¿Y qué sentido tiene luchar si de todas formas no voy a ganar? ¡Yo nunca gano! Lo único que obtengo como premio a mi esfuerzo es decepción y dolor. Y estoy cansada.

Es solo cuando mi mano se mueve para alcanzar la botella que me doy cuenta de que no tengo mis guantes y un recuerdo viene a mi mente.

—Eres una de las pocas personas que ha visto mis manos sin guantes.

Suelto una risa seca ante las implicaciones de aquello y notando todas las partes rotas y jodidas de mí que él ha visto.

Este momento también podría sumarse a la lista.

—No tienes que estar aquí. Ya no es necesario —le digo—. Estás despedido. Fue un gusto conocerlo, señor Donovan.

No espero a que él responda y entro a mi ático, dejándolo ahí solo.

Es lo mejor —me digo—. Incluso si ahora no se siente de esa manera. Porque si lo dejo quedarse por más tiempo, él será solo otro traidor que se sumaría a la lista.

Y mi cuerpo ya no puede soportar más dolor.

«Desde la perspectiva de la Tierra, la desaparición de la Luna o su cambio de órbita tendría efectos inmediatos en el cielo nocturno. La Luna desaparecería del firmamento nocturno, alterando la iluminación natural nocturna y afectando la vida silvestre y humana que depende de los ciclos lunares».

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top