15. El espacio entre nosotros.

Vance Joy - Riptide (0:39 - 1:26)

Tener a Gala aquí compartiendo con ellos, solo hace más evidente la diferencia en las formas en que hemos sido educados y, por ende, los pensamientos que tenemos sobre diversos temas.

Se les hace extraño que Gala o yo hayamos sido educadas por institutrices. Qué los negocios van antes que cualquier evento familiar o nuestra mentalidad de ganar o ganar porque la vida es muy corta para perder y luego aprender; aprendes, mejoras y ganas. Así hemos sido educadas, es lo que conocemos y sabemos, todo lo demás, es extraño para nosotras.

—Si mi abuelo pudiera verme ahora —murmura Gala—. Por los dioses, daría mi isla privada por ver su reacción.

Sonrío.

La relación de Gala con su abuelo, era, a una mejor palabra, complicada.

—¿No aprobaría tu relación con Arthur?

Niega con la cabeza.

—Jamás. Dinero y poder antes que amor —responde—. Para las personas de nuestra clase, salir con alguien en inferior condiciones es casi una condena. Serias como la familia real de Mónaco. Dinero y estatus, pero sin poder, entonces, ¿qué tienes realmente?

—Y si tu abuelo te diría que renuncies a tu dinero por amor, lo harías.

—No —respondemos las dos—. Pero nuestro dinero y en si fortuna —dice señalándome—, no está ligado al de nuestra familia.

Ellos, por supuesto, no nos juzgan. Incluso dicen que lo entienden completamente y que responderían lo mismo si estuvieran en nuestra posición, pero una parte de mi se pregunta si eso es cierto y al compartir una mirada con Gala, puedo entender que ella se está haciendo la misma pregunta.

Lo cual es entendible, pero, no podría cambiar la vida que llevo, la única vida que he conocido solo por amor, porque al final del día, el amor no lo es todo, al menos para mí que no lo conozco y lo que se dé él no me parece suficiente para arriesgar el mundo que tengo.

Pero la familia Donovan no le da importancia a la respuesta y nos hacen participes de sus historias, queriendo que nos sintamos como parte de la familia e intentando no incomodarnos con algún tema que no queramos tratar.

Es Killian quien menciona la maldición y quién comenta que es momento de que nosotras la escuchemos.

—Hace muchos años, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos cristalinos, vivía una joven llamada Isabela. Era conocida por su belleza y amabilidad, pero también por su espíritu libre y su corazón indomable. Isabela se enamoró perdidamente de un joven apuesto llamado Marco. Sin embargo, su amor no estaba destinado a ser sencillo —empieza a narrar Helena con un poco más de dramatismo del que parece necesario—. La tatarabuela de nuestra abuela, una mujer de gran carácter y determinación, también se había fijado en Marco. Decidida a conquistar su corazón, utilizó todos sus encantos para alejarlo de Isabela. Su plan funcionó, y Marco pronto cayó bajo el hechizo de la tatarabuela.

Killian ha apagado las luces y solo ha dejado una lámpara encendida cerca de donde Helena se encuentra.

Es Stella quien continúa con la historia.

—Isabela, devastada por la traición, buscó consuelo en una anciana del pueblo, conocida por sus conocimientos en magia y hechicería. Con lágrimas en los ojos, Isabela le contó su dolorosa historia. La anciana, conmovida por su sufrimiento, lanzó una maldición sobre la tatarabuela y todas sus futuras generaciones.

Lanza un polvo de colores oscuros que brilla bajo la luz de la lámpara y Lily suelta una exclamación emocionada por los "efectos especiales" de la narración.

Puedo notar que no es la primera vez que cuentan la historia, porque una vez que Stella termina lo que parece ser su parte y lanza el polvo, Donovan continúa con el resto.

—La maldición era cruel y poderosa: las mujeres de la familia nunca encontrarían el amor verdadero, y si lo encontraban, no duraría. Los hombres, por su parte, serían el puente hacia la felicidad de sus parejas, pero nunca la suya propia. Cada vez que una relación terminaba, sus ex parejas encontraban el amor verdadero poco después.

Junto a él, Killian muestras "pruebas" de las relaciones fallidas que han tenido en su familia; desde cartas hasta fotografías. Una vez que finaliza con las pruebas, él sigue contando el resto de la historia.

—A lo largo de los años, la maldición se hizo evidente. Las mujeres de la familia luchaban por encontrar y mantener el amor, mientras que los hombres veían cómo sus ex parejas prosperaban en nuevas relaciones. La familia, resignada a su destino, intentó de todo para romper la maldición, pero sin éxito.

Es obvio, por la forma en que están narrando todo, que es algo que disfrutan mucho.

Veo como Alana se para cerca de la luz para hablar.

—La historia de la tatarabuela y la maldición se convirtió en una leyenda familiar, contada de generación en generación. Aunque la maldición trajo mucho dolor, también unió a la familia en su lucha compartida. Y así, la familia continúa, con la esperanza de que algún día, alguien encuentre la manera de romper el hechizo y traer la felicidad de vuelta a nuestras vidas.

Una vez que finalizan, todos a excepción de Arthur, se paran en medio de la sala y hacen una reverencia mientras el resto aplaudimos.

No me sorprende que Arthur no haya participado, no por qué le moleste o algo así, es solo que he podido notar que, al igual que yo, es una persona introvertida. Él solo habla cuando considera necesario y con frases cortas, pero también me he podido dar cuenta de que es muy atento con Gala, prestándole atención en todo momento y buscando que esta cómoda.

Y Gala parece entenderlo, no le molesta que sea ella principalmente quien lleve la conversación o las respuestas que él da y que cualquier otra persona podría interpretar como que no está disfrutando la compañía.

—Entonces, según esa maldición, tanto Luna como yo, ¿vamos a romper sus corazones y después encontrar el amor verdadero? Suena como una historia de Disney y no sé si somos villanas o las princesas de la historia —comenta Gala.

—O podrían romper la maldición con un beso de amor verdadero.

Gala le sonríe a Lily por lo que acaba de decir.

—¿Ven? Lo que dije, todo eso es muy Disney. Además, yo no creo en las maldiciones.

Toma la mano de Arthur entre las suyas y le sonríe.

—Yo te veo cara de villana —le dice Killian.

—Y yo te veo cara de idiota. ¿Cuál es tu punto?

Killian murmura que Arthur puede conseguir algo mejor y Gala le responde que no, que incluso sí ellos llegan a terminar, Arthur no podrá olvidarla a lo que Arthur le sonríe como si estuviera de acuerdo con su declaración.

Miro a Donovan.

—¿No crees que van muy rápido?

Él se encoge de hombros.

—Tal vez —responde—, pero ya sabes lo que dicen, cuando lo sabes, lo sabes.

—¿Y tú lo sabes, Donovan?

Acerca su rostro al mío, a solo centímetros de mí y me dedica una sonrisa.

—¿Qué se supone que tengo que saber?

Mi teléfono suena y me disculpo para ir atender la llamada porque es de parte de Betty y debe ser importante si me está contactando un fin de semana.

Cierro los ojos mientras la escucho actualizarme sobre lo que ha sucedido estos días y lo que podría pasar. Al finalizar la llamada puedo sentir como mi cuello se tensa ante el estrés de la semana dura de trabajo que tendré.

Me detengo al escuchar a Gala hablando con Donovan.

—Luna ha pasado por mucho desde hace un tiempo, y todo eso la ha hecho alguien realmente fuerte —Hay un momento de silencio y Gala continúa—. Pero ella pone su corazón en juego y no siempre piensa en como eso podría romperla. Y lo que te estoy tratando de decir, es que, si tú o alguien de tu familia la llegan a lastimar, te juro que los acabaré. Uno por uno y desearan nunca haberme conocido.

Las últimas palabras son de acero y cierro los ojos sintiendo una calidez en mi pecho.

No tiene por qué amenazarlo, no es parte de su trabajo, lo hace porque le importo.

Intento compartimentar tanto esa conversación como la llamada que acabo de recibir y así es como me encuentra Donovan.

—¿Está todo bien, pequeña luciérnaga?

Arrugo la nariz.

—Te lo he dicho, no me gustan los apodos. Pero si, todo está bien. ¿Por qué no lo estaría? ¿Qué podría estar mal?

Donovan se detiene y me mira fijamente durante un período de tiempo ensordecedor.

—Eres una mentirosa terrible, Luna.

Me encojo de hombros.

No hago adrede lo de poner barreras, al menos no con él y la forma en que no ha utilizado mis momentos de debilidad en mi contra —tampoco es algo que mencione, como si supiera que es algo de lo que no me gustaría hablar—. Pero él no me está juzgando con la mirada como suelen hacer otras personas, solo hay preocupación en sus ojos.

—Dime que sucede. Estoy seguro de que podremos encontrar una solución.

Ojalá fuera tan sencillo, pero no.

No puedo explicarle la batalla que libro a diario con todo el peso de la clase de compañía que dirijo y como, mi intento de cambiarla un poco, sigue siendo solo eso, un intento.

Qué hay días donde ese mundo me hace sentir tan pequeña y sola, pero otros días donde me siento en la cima e intocable.

—El apellido Sinclair y lo que significa, ha sido particularmente duro conmigo hoy —me burlo de mí misma—. Aunque a estas alturas, es algo a lo que ya debería estar acostumbrada.

No quiero mencionar exactamente cuál es el problema, pero no necesito hacerlo, Donovan lo entiende.

Parece que él siempre lo hace.

—No sé cómo lograr mi objetivo de encaminar esas empresas hacia algo mejor. No cambiarlas, solo demostrar que pueden ser algo más que sinónimo de destrucción y dolor.

—Está bien, Luna. Lo descubrirás, sé que de manera eventual lo harás, porque puedes hacer todo aquello que te propongas y hacerlo de manera maravillosa.

Puedes hacer lo que te propongas.

No es la primera vez que alguien importante para mí me dice esas palabras. Landon también lo hizo, hace muchos años atrás, antes de que él fuera a la universidad y por supuesto, antes de tomar el cargo de presidente.

¿Quieres que sea una empresaria igual que lo serás tú? —pregunté, lo cual no me importaba porque eso significaría pasar más tiempo con mi hermano y en esa época, pasar tiempo con él lo era todo para mí.

Recuerdo la forma en que mi hermano perdió de manera momentánea la concentración de lo que estaba haciendo para mirarme.

Puedes ser lo que tú quieras ser Lu —respondió—. Siempre y cuando te haga feliz, solo quiero que seas feliz, hermanita. Feliz y a salvo. Eso es todo lo que quiero y espero de ti.

Esa conversación quedó grabada en mi mente, porque, la forma en que cada una de mis acciones dentro de esa casa —y muchas veces fuera de ella—, requería una especie de permiso, la respuesta de mi hermano me dio una falsa sensación de libertad.

—Espero que tengas razón.

Pensaba que podía ser mi propia persona, un pensamiento que duró hasta mi accidente y mi regreso a las empresas.

Pensaba regresar —fue mi respuesta—, pero quería primero seguir mi sueño. No tenía planeado bailar para siempre, no es que ahora importe.

No, ya no importa y tal vez nunca lo hizo.

—¿Por qué no me puedo sentar aquí? —le pregunta Killian a Gala— Tienes todo el sofá para ti sola. Además, te recuerdo que está es la casa de mi familia.

—Estaba tan bien aquí hasta que llegaste.

—La historia de tu vida, ¿verdad?

Aquel comentario no parece hacerle mucha gracia a Gala, al menos no como a Killian.

—¿Por qué me haces esto?

Veo que Helena va a intervenir, pero le digo que Gala está bien, porque si realmente estuviera incómoda o molesta, Killian ya no estaría en este planeta.

Aunque eso último me lo guardo para mí.

—No te estoy haciendo nada. Solo quería sentarme aquí y conversar con mi nueva amiga, Galatea. ¿Qué tiene eso de malo?

—No me llames así.

—Entonces, buena amiga, ¿qué estás leyendo?

Gala cierra el libro con fuerza y lo vuelve a poner en su cartera.

—No asunto tuyo.

—Suena bastante interesante, ¿cuál es el autor o autora?

El suspiro con el que Gala responde es fuerte y prolongado, suficiente para que Killian rompa su personaje y simplemente se ríe.

—Está bien, está bien —murmura con las manos en alto en señal de rendición—. Ya no te molesto.

Una vez que Killian desaparece en la cocina con los demás, me siento cerca de Gala.

Lily viene hacia mí para enseñarme un dibujo que hizo en la escuela.

—Somos tú y yo. ¿Te gusta?

—Esta hermoso. ¿Te importaría si lo pongo en mi auto para verlo todos los días?

Su sonrisa podría perfectamente iluminar una pequeña nación.

—¡Eso sería perfecto! Se lo diré a mi papá.

Sale corriendo hacia Donovan y este la atrapa en sus brazos, sonriendo ante lo que sea que su hija le está diciendo. Cerca de ellos Alana y Helena discuten de manera amigable por algo.

Es interesante escuchar sus historias. Gala murmura cerca de mi oído, para que nadie más escuche que es casi como ver un documental.

—Te agrada —me dice Gala—, y mucho.

—¿Quien?

Mira en dirección hacia donde está Lily y después me vuelve a mirar a mí.

—Ella.

—Sí, es adorable —Me encojo de hombros, sin saber que decir—. No sé cómo explicarlo, sabes que no soy buena con los sentimientos y mucho menos hablando de ellos, pero sí, me agrada.

No estamos exactamente en nuestro elemento aquí, pero me doy cuenta que, ni Gala o yo, estamos incomodas. Lo cual es bastante interesante y me hago una nota mental de comentarlo con Gala en algún momento cuando estemos solas.

—¿Has hablado con tu hermano?

Asiento con la cabeza.

—Me mandó una nota.

«Nos vemos en el País de las maravillas», es lo que aquella nota decía.

—¿Y ya están mejor las cosas entre ustedes? Se que te afecta no estar bien con él.

Lo hace, incluso aunque intento que no sea así.

—No sé cómo estamos, últimamente, no sé nada cuando se trata de él. Pero me gusta pensar que lo resolveremos, siempre parece que podemos hacerlo.

—Tal vez, pero no confío en él, deberías dejarme hacer mi trabajo y...

—No, es mi hermano. Es una línea que no estoy dispuesta a cruzar, y ya sabes que aquello no está en discusión.

—Solo avísame si cambias de idea, porque mientras tú no quieres cruzar esa línea, Landon está pensando cómo puede seguir sujetándote con ella.

Aquel pensamiento me deja quieta y analizando la situación desde una perspectiva diferente.

Pero sigue siendo mi hermano, es a la conclusión que llego mientras observo el cielo en silencio y sintiendo la brisa de la madrugada contra mí.

—¿Pensando en la inmortalidad del cangrejo?

—Estoy contando.

—¿Sí? ¿Qué estás contando?

Sonrío.

—Es un secreto. ¿Qué estás haciendo aquí?

—¿Acaso no puedo venir a ver a mi novia?

Me encojo de hombros.

—Pero no estás aquí solo para verme. ¿Cierto?

—A parte de hermosa, inteligente.

—Los halagos no te llevarán a ningún lado.

—Bueno, un hombre puede soñar, pero tienes razón, estoy aquí porque me gustaría que me acompañes a un lado y antes que preguntes a dónde, te diré que es una sorpresa.

No soy fanática de las sorpresas así que dudo durante varios segundos antes de responder.

—Si intentas matarme, recuerda que Gala irá por ti y no tendrá piedad.

Nos conduce hasta su auto y abre la puerta del copiloto para mí, en el asiento, hay un hermoso ramo de buganvilla.

Tomo el ramo entre mis manos y sonrío.

—Gracias.

—¿Sabías que se las regala como símbolo de bienvenida y agradecimiento? Por lo que esta flor es ideal para cuando tienes visitas —me explica—. Aunque en otras culturas significan almas gemelas.

Deja caer aquello y después cambia de tema como si nada.

Conduce hasta un pequeño edificio cerca de donde tiene su madre su consultorio veterinario.

—¿Qué hacemos aquí? —le pregunto cuando entramos.

—No deberías tener que renunciar a nada que te guste y te haga feliz, Luna. Al menos por esta noche, el estudio de ballet es tuyo, puedes hacer aquí lo que quieras.

Mi corazón late más fuerte y mis ojos se llenan de lágrimas, no sé exactamente cómo reaccionar o que decir.

—Gracias.

—No tienes nada que agradecer. ¿Quieres que te deje sola?

La respuesta obvia sería si, el baile siempre fue algo mío que no me gustaba compartir con nadie, pero no es esa la repuesta que sale de mis labios.

—No, quédate.

El estudio de ballet está sumido en un silencio casi reverencial, y la oscuridad envuelve el exterior del edificio, creando un contraste con el cálido resplandor que emana desde adentro. Las velas blancas LED, dispuestas con esmero a lo largo de las paredes y en los rincones estratégicos, proyectan una luz suave y etérea que danzan con las sombras.

Tengo una extraña sensación de Deja vu tan fuerte que suelto una pequeña risa mientras giro por el lugar admirando todo.

—Gracias, Donovan.

Sin detenerme a pensar en lo que estoy haciendo y con mis ojos llenos de lágrimas no derramadas, lo abrazo.

—Cualquier cosa por ti —responde con facilidad.

—Por suerte estamos solos aquí, ¿qué dirían las personas si me vieran llorar en tus brazos?

—Lo obvio, que me viste esta noche, decidiste que tenías que tenerme y desesperadamente te arrojaste hacia mí. Cuando te rechacé tuviste un colapso total, durante el cual tuve que consolarte, porque todavía soy un caballero.

¿Cómo puede hacer que pase de un desastre demasiado emocional y angustiado a reírme y pensar que al final todo estará bien?

—Tienes una imaginación bastante interesante.

—Debes admitir que no es una idea tan descabellada, pequeña luciérnaga.

Tal vez se deba un poco a la nostalgia que me provoca estar de nuevo en un estudio de ballet, o la tranquilidad y emoción que siento en este momento mezclados con la forma en que, hay algo en Donovan que sin necesidad de decir nada, logra llenar el silencio, que me encuentro contemplándolo con atención.

—Tienes razón —admito más para mí que para él—. No es una idea tan descabellada.

Sonrió, pero hay algo en mi mente que me grita que algo malo esta por suceder. Todo esta demasiado tranquilo. No se siente bien.

«Algo malo va a pasar», me advierte una voz en mi cabeza. «No confíes. Te van a traicionar».

Pero, ¿quién es el traidor?

¿Quién?

« En cuanto al momento en que ocurren las colisiones de estrellas, pueden ocurrir en diferentes etapas de la vida estelar y en diversos contextos cósmicos. Algunas colisiones pueden ocurrir durante la formación estelar temprana, mientras que otras pueden ocurrir mucho después, cuando las estrellas ya están en etapas avanzadas de su evolución o cuando interactúan en entornos galácticos dinámicos».

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