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🎨 «Con la guardia baja» 🎨

Contrario a las creencias populares, dejarse arrastrar a un encuentro casual sin que el calor del momento les motivara a realizar una locura, no podía considerarse una tarea sencilla de lograr, ni aunque uno de los involucrados resultara ser el tipo homosexual, más caliente y cotizado de todo el campus. El problema, no era que alguno dudara sobre lo que querían hacerse, sino más bien, que ni Luhan ni Sehun parecían saber cómo iniciar, sin terminar pareciendo unos locos pervertidos.

Plantado a mitad del rellano, todavía con las calzas deportivas a medio cambiar, Sehun no fue capaz de evitar el echar un vistazo curioso al interior del lugar y es que, a diferencia de su piso, el apartamento de Luhan sólo podría ser descrito como una acogedora y pintoresca casita de muñecas. Tan diminuto, que ni siquiera ocupaba la mitad de la azotea, el lugar constaba de una sola habitación, con una única puerta que debería llevar al cuarto de baño.

Recorriendo la disposición del mobiliario, el dormitorio y la cocina ocupaban cada uno, un extremo del piso, quedando la sala y el comedor al centro del lugar, la primera contando con nada más que un viejo sofá y el segundo compuesto por una mesa pequeña, en cuyo espacio no deberían poder acomodarse más que dos personas. «A pesar de todo, luce más como un hogar que mi estúpida casa» pensó Sehun, terminando de calzarse las pantuflas y yendo a la sala.

Más allá, Luhan no parecía inquieto por dejarle estar invadiendo su espacio privado y es que, se lo veía demasiado ocupado en la tarea de vaciar la despensa, siempre guardando cada objeto en su respectivo lugar, lo que explicaba porque nada en el apartamento atentaba contra el orden y la limpieza. Cayendo en aquello, Sehun reparó en los libros, materiales de pintura y hasta la mercancía K-Pop que ocupaba los libreros, a medio paso entre la estancia y el dormitorio.

— Déjame adivinar, ¿L bias? — preguntó el rubio, con cierto deje de diversión, al advertir los álbumes, la lighstick y demás artículos de esa popular banda que Jongin no dejaba de intentar que le gustara.

Luhan detuvo lo que hacía al otro lado del lugar, cuidando de no derramar las bebidas que servía al levantar la mirada y quedárselo viendo como si Sehun acabara de introducir la moneda que pondría en funcionamiento la rocola.

— Casi, pero no. Me gustan todos, claro, pero mi favorito es Woo Hyun — respondió, sin poder evitar que un suave sonrojo coloreara sus mejillas — Son mi grupo favorito y, en cierto modo, la razón por la que apliqué a la beca para el Liceo en Seúl y no en Tokio —

— Así que, ¿esperabas correr con suerte y encontrar a tu grupo favorito mientras caminabas por la calle? — se interesó Sehun, aceptando el zumo que Luhan se había acercado a ofrecerle.

Tomaron asiento en el sofá, como si aquel encuentro no incluyera continuar con lo que habían comenzado la noche anterior y en su lugar, se tratara de una reunión entre dos chicos con interés por conocerse el uno al otro. Diciéndose que la conversación, era el mejor método para construir un buen escenario, Sehun se acomodó lo mejor que pudo, la parte dominante de su cerebro enviando lejos el asunto del sexo, toda su atención puesta en lo que el castaño diría.

— Todavía sigo esperando que pase. Igual, es más fácil adquirir boletos para sus conciertos en su ciudad, que esperar a que la empresa les organice un tour en mi país — sonrió el chino, ignorando la forma en que cada una de sus defensas comenzaba a caer.

— Ya veo que en serio te gustan. ¿Deberíamos amenizar esto tocando uno de esos álbumes de allá? — le propuso Sehun, el corazón acelerándose al ver los ojos del otro iluminándose de repente.

Sin dudarlo un segundo, Luhan se puso de pie y fue hasta su colección de tesoros, donde se tomó un segundo para seleccionar el disco que compartiría con Sehun. No se detuvo a pensar y quizás tendría que haberlo hecho, en que compartir sus preferencias y la emoción que le invadía cuando se trataba de su grupo favorito, resultaba demasiado sencillo estando, prácticamente, en compañía de un perfecto desconocido.

Charlaron durante un largo par de horas, mientras la música de INFINITE se reproducía al fondo, la atmosfera entre ellos pasando de incierta a interesante y más tarde, incluso tornándose placentera. No parecía como si los temas de conversación fuesen a llegar a escasear y es que, pasando de sus gustos musicales, sus películas, libros, hobbies y hasta sus preferencias respecto a su carrera, todo los atrapaba, envolviéndolos en un intercambio que difícilmente pudieron interrumpir.

— ¿Tienes hambre? — preguntó Luhan, la siguiente vez que el rugido de sus estómagos se hizo escuchar. Sehun asintió con la cabeza.

Mientras el chino se apoderaba de la cocina, diciendo cosas como «No has vivido, hasta que has probado mi comida», el rubio fue hasta el librero y recorrió la larga fila de álbumes en la repisa, terminando por elegir la única portada que recordaba haber visto en la biblioteca musical de Jongin. Su selección, era el segundo álbum de estudio titulado «Season 2», cuya canción principal no tardó en sonar, cada nota de «Last Romeo» haciendo a Luhan bailar y cantar.

La decisión ha sido tomada, pondré todo en riesgo... — tarareó el rubio, cuando la letra pareció sincronizarse con el tipo de pensamientos que el castaño le provocaba.

No tardó en colocarse a espaldas de Luhan, sus manos deslizándose alrededor de su estrecha cintura y sus labios rozando su oreja, siempre que se inclinaba para susurrar algunas líneas sueltas de la canción. No se apartó de su lado en todo el rato que el chino tardó en cocinar, distrayéndolo de la receta de jjajangmyeon al dejar caer un par de besos por aquí y por allá, terminando Luhan sobre la encimera, mientras su comida terminaba de cocerse.

— Hazte a un lado, o comerás pasta batida y carne quemada — le retó el mayor, cuando Sehun se negó a dejarlo bajar para servir la comida.

— Lo haría si pudiera, pero es difícil moverse cuando tus piernas me abrazan la cintura, hyung —

Avergonzado por eso, Luhan deshizo el agarre con que le mantenía preso, odiando escuchar sus risas burlonas mientras bajaba del mueble y se dedicaba a buscar los platos. Resultó ser una cena tranquila, repleta de bromas y halagos por parte de Sehun a su labor como chef, hasta que el momento de fregar los trastes llegó y entonces sus roles como adultos maduros se fueron al carajo.

Empapados, con rastros de espuma y gotitas resbalando desde sus rostros hasta sus ropas, el juego que hubieran comenzado los llevó a terminar contra la nevera, la humedad de sus camisetas haciéndoles estremecer cuando Sehun dio un paso más cerca y sus pechos fríos se encontraron, una mirada cómplice bastando para que lo que llevaban aplazando finalmente sucediera.

— ¿Recuerdas lo que te dije anoche, cierto? — preguntó el rubio, sin poder apartar la mirada del color rosa que teñía las mejillas del otro y aquel brillo malditamente tentador que lo invitaba a devorarle los labios hasta saciarse de estos — Ya es tarde para arrepentirse y no olvides que te di la oportunidad —

— Estoy comenzando a pensar que el que sufre de pérdida de memoria eres tú, porque si no mal recuerdo, anoche deje claro que no soy la clase de chico que comienza algo que no esté dispuesto a terminar —

Esa sonrisa sensual que Sehun poseía, fue lo último que Luhan captó, antes de que la boca del otro atacara la suya, el deseo y la excitación dominando sus cuerpos, como si la llama que crepitaba entre ellos hubiera recibido una dosis extra de pólvora, estallando y propagándose igual que un fuego abrasador.

Ninguno sabría decir cómo es que fueron capaces de recorrer el piso de un extremo a otro, sin terminar en el suelo y es que, un segundo estaban besuqueándose desenfrenadamente contra la nevera y al instante siguiente se encontraban sobre la cama, las manos de Luhan deslizándose sin vergüenza sobre el cuerpo de Sehun. Acariciando cuanto podía, el castaño no podría haberse sentido más afortunado, teniendo a aquel hombre tan sexy, medio desnudo y deseoso, completamente para él.

Antes de que se dieran cuenta, las ropas en sus cuerpos comenzaron a escasear, las camisetas decorando parte del suelo de la sala y los pantalones acompañándolas, desde las orillas de la cama. Por un lado, Sehun no podía evitar reñirse al estar siendo tan desesperado, teniendo en mente que el castaño bajo él merecía ser tratado con delicadeza, no porque fuese alguien frágil, sino más bien porque su belleza demandaba lo que toda buena pieza de arte.

Tomarse un segundo para admirarlo, otro para reparar en lo que a simple vista no resultaba visible y uno más, sólo por el placer de satisfacer a las pupilas, guardando la pieza en la sección especial que todo artista mantenía dentro de su archivo mental.

¿Y cómo no tener a Luhan igual que si fuese una valiosa escultura? Con cada línea de su cuerpo definiendo las proporciones perfectas para hacer al rubio delirar, el castaño era trazos suaves que conducían a descubrir detalles elaborados, colores pasteles que adquirían pigmentos más intensos según la dirección en que la luz lo alcanzaba a reflejar. Poseía una composición más bien imperfecta, pero el hecho de que fuera así, sólo daba cuenta de lo real que era.

Pensando así, Sehun volvió a regañarse cuando la niebla con que sus hormonas se sobreponían a su visión de artista lo llevó a arrancar la última prenda del cuerpo del chino casi sin cortesía, aunque no parecía como si a Luhan le interesara volverse una musa para él, porque ni bien sentirle titubear, hizo lo único que podía para devolver su atención al estallido de placeres y sensaciones que se hubiera desatado entre ellos.

Masajeando su miembro sin apartar la mirada de su rostro, Luhan le dedicó la más brillante de sus sonrisas al haberle tomado desprevenido y no se detuvo con lo que hacía, hasta que Sehun gruñó de placer, apartando la mano del chino para demostrarle las consecuencias de provocarlo. No demoraron más con los juegos previos y es que, de haberlo hecho, el castaño habría terminado volviéndose loco.

— ¿Estabas preparado, eh? — se mofó Sehun, al advertir que la caja de condones sobre la mesita, al igual que el bote de lubricante al que antes había echado mano, eran completamente nuevos.

Luhan le arrebató el preservativo de las manos, divirtiéndose al deslizarlo sobre el miembro del rubio, mientras decía que:

— Hombre precavido, vale por dos —

— No pienso discutir eso, pero sólo para que lo sepas, no soy portador de ETS, ni habría venido a la guerra sin cargar mi arma —

— ¿Ah, no? Entonces pon tu arma en mi territorio, o le daré la vuelta al juego y te haré probar lo que es ser pasivo — gruñó su hyung.

Encantado por el descaro con que el otro se había ganado que lo deseara como lo hacía, Sehun obedeció la orden, hundiéndose de a poco en el interior del mayor, las paredes de este abrazando su erección y una ola de placer, acompañada de jadeos extasiados, apoderándose entonces de ambos cuerpos. A un ritmo que no hacía más que seguir las exigencias de Luhan, lo siguiente que sucedió dentro de la habitación fue, sin dudarlo, lo mejor que les hubiera pasado.

— ¿Tendrás toallas húmedas? — preguntó Sehun, una vez su respiración se estabilizó, el estallido de un orgasmo como ningún otro, todavía flotando en su interior. Luhan señaló el baño, demasiado agotado como para responder con palabras.

Antes, mientras la idea de follar con Sehun se dibujaba en su cabeza como algo que no debería considerar hacer, Luhan había pensado que si bien llevaba un tiempo sin mantener relaciones sexuales, el planear un encuentro con alguien que le superaba en práctica, no debería preocuparlo porque él era bastante capaz de mantener el ritmo y acoplarse a las demandas. «Equivocarse es de humanos» pensó, tan agotado como satisfecho por lo que acababa de hacer.

Sin fuerza para protestar, el castaño se dejó hacer como masita blanda cuando Sehun volvió y en un gesto que al chino le supo demasiado atento, se encargó de limpiarlo con las toallitas húmedas que antes le había pedido. Justo después, sintiendo la somnolencia apoderándose de sí, Luhan tuvo el primer pensamiento alarmante sobre lo que acababa de pasar y es que, no sabía si prefería caer rendido antes o después de que el rubio se vistiera y dejara su casa.

¿Qué hora era? ¿Habría un horario en el que un playboy decidiera no abandonar a sus ligues después de follar o, simplemente, la idea de compartir cama con ellos le resultaba molesta y absurda después de terminar?

Antes de que el tormento mental se pudiera desatar, Luhan sintió la sábana deslizarse bajo su cuerpo, el desastre que hubieran dejado desapareciendo con ella, al tiempo que la cobija más gruesa le sustituía, esta vez, encargándose de cubrirlo para que no pasara frío una vez su cuerpo hubiera resentido el cambio de temperatura. Al minuto siguiente, Sehun hizo algo increíble, deslizándose a su lado, hasta terminar recostado en una postura que hizo al otro preguntar:

— ¿No te irás, verdad? —

— Podría hacerlo, si me lo pides — repuso el otro, sin dudarlo — ¿Quieres que lo haga? —

— No, la verdad es que no —

— En ese caso... —

Con una sonrisa, que en nada se parecía a su usual mueca burlesca, Sehun tiró de su cuerpo para hacerlo acurrucar y una vez la cabeza de Luhan se acomodó sobre su pecho, sus labios depositaron un beso sobre su cabello, antes de que un dulce susurro flotara entre ellos.

— Dulces sueños, ciervito —

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Sintiendo las miradas del resto de sus compañeros, apenas la puerta del aula se deslizó de súbito cuando Luhan la empujó, el castaño hizo un esfuerzo sobrehumano para no cohibirse ante la atención y es que, ser el objeto de los ojos curiosos era justo la razón por la que casi nunca se presentaba tarde a ningún sitio. Entonces, ¿por qué aquella mañana había decidido aparecer tarde para la clase de Yunho?

— Lamento el retraso, Sr. Jung, hubo una situación en casa y yo... ¿Puedo pasar? — preguntó, intentando que las palabras no le salieran entrecortadas tras haber dado una carrera por todo el pasillo.

— Sólo porque no es su costumbre llegar tarde, pero intente que no vuelva a suceder — concedió el profesor, dirigiendo su atención a la actividad que había estado explicando, antes de que el ciervo le interrumpiera.

Yendo hasta su sitio, junto a un curioso Baekhyun que no dudaría en interrogarlo cuando el profesor dejara de hablar, Luhan ocupó su lugar, concentrándose en buscar sus materiales de trabajo y no en la excusa que más tarde tendría que inventar para explicar que la situación en su hogar, tuviera nombre, cabello rubio y un apetito sexual tan intenso, que los hubiera mantenido el fin de semana entero bajo las sábanas.

No había invertido mucho tiempo a intentar responderse porque Sehun no se marchó luego de su primer encuentro y es que, Luhan apenas había tenido oportunidad para pensar en nada, pues ni bien despertar y ver al rubio en su cama al día siguiente, el deseo que este le provocaba le llevó a terminar dándole los buenos días con una impecable demostración de sus habilidades orales. Fascinando, el coreano devolvió sus atenciones haciéndolo pasar un increíble momento en el cuarto de baño, pero aunque fuese difícil de creer, su tiempo juntos no se redujo sólo a lo sexual.

Dado que era domingo y que ninguno tenía nada que hacer, Sehun le hizo desayunar su receta personal de fideos instantáneos, apretujados en el sofá, viendo la re-transmisión de un show musical en el que INFINITE había estado presente. Más tarde, Luhan lo obligó a ayudar con la limpieza, ordenando pizza para cenar y teniendo una sesión de besos y manoseos mientras intentaban ver la película que Netflix les hubiera recomendado cuando abrieron la plataforma.

Así, la noche los pilló de nuevo, sumidos en su propia burbuja de hormonas, placer y deseo, que terminó en un encuentro intenso, cuyos resultados incluyeron un deseo tan intenso por dormir hasta Navidad que Luhan ni siquiera escuchó la alarma que anunciaba que debía levantarse para alistarse e ir a clases al llegar el lunes.

— ¿Qué sucedió? Intenté llamarte al ver que no llegabas, pero me envió al buzón — le dijo Baek, a la primera oportunidad que tuvieron para charlar. Debían entregar el ejercicio que acaban de explicarles, pero ello no impedía que su amigo intentara saciar su curiosidad. Luhan se mordió la lengua.

— Me quedé dormido, anoche hice maratón de Showtime y me olvidé de programar la alarma. No habría llegado hasta la segunda hora, pero tenía la tonta idea de que si corría, si podía estar a tiempo — repuso, Baekhyun sonrió.

— Aigoo, a veces me olvidó de que además de nerd, eres un inspirit loco —

El resto de la hora transcurrió con normalidad, o al menos así lo pareció, pues lejos de la influencia que Sehun ejercía sobre sus sentidos, Luhan pasó un largo rato dándole vueltas a todo lo que había sucedido durante aquel fin de semana.

Debería estarse riñendo por haber sido tan tonto al caer ante los encantos del rubio y, sin embargo, la parte de su cerebro que procesaba el enfado, parecía seguir durmiendo, dejando el control de sus emociones a esa sección particular que en lugar de ira, producía angustia, resumiendo todas sus preocupaciones a una pregunta. ¿Qué sucedería ahora? Lejos del hecho de que hubiera dormido con Sehun, pues lo hecho, hecho estaba...

Luhan rememoró las palabras que el chico a su lado hubiera dicho no hace tanto, aquella frase sobre que un playboy como Oh no salía con nadie por más de un mes, lo que desató la idea de que, antes de él, una larga lista de chicos había pasado por la cama de Sehun, todos terminando en el mismo sitio en que iría a terminar y todo por no haber hecho caso a sus neuronas, en lugar de a las hormonas.

«Si así es como será, ¿qué tan malo podría ser continuar?» pensó, entonces.

No podía tenerse a sí mismo como a la clase de chicos que abogara por las relaciones casuales y el sexo sin compromisos y es que, de hecho, Luhan era uno de esos niños cursis que creía en el amor, como un cuento de hadas que los padres narraban y que, con mucha suerte, podía volverse realidad. La idea, tonta por sí sola, resultaba del todo absurda al relacionarse con Oh Sehun, un playboy empedernido, quien no dudaría en botarlo apenas trascurriera el mes.

«Tampoco es como que un mes dure tanto y no estoy enamorado de él, entonces, mientras no desarrolle sentimiento por él y mantenga en mente que lo nuestro es pasajero...» pensó, intentando convencerse de que la parte de él que quería continuar con aquel juego, era lo suficientemente fuerte y madura como para sumergirse en un tipo de relación que nunca antes había practicado y que tampoco le interesaba cultivar. Para el final de la hora, no obstante, su decisión estaba tomada.

— Casi lo olvido, Yeol se dejó la tableta en mi casa y la necesita para esta hora. Iré a llevársela, te veo con Cho — comentó el bajito, apenas salir del salón, Luhan asintió y prometió guardarle un sitio, diciendo que antes pasaría por las taquillas para ordenar bien sus libros.

Separados, ambos amigos se encontraron pronto en puntos distintos del edificio, el castaño cumpliendo con ir a su casillero para asegurarse de tener todo en orden antes de ir a clase, pues entre la carrera matutina y el apuro por llegar a su aula, no se había fijado en las cosas que metía a su mochila. Mientras se dirigía al salón de Historia, una idea se le atravesó en la cabeza y es que, se preguntaba si Sehun seguiría en su apartamento para esas horas.

Lo había dejado durmiendo, murmurando cosas como «alcanzarlo más tarde», lo que no creía que se refiriera a verle en clases. En caso de que así fuera y Sehun estuviera pensando en que por dormir con él, Luhan accedería a ir por ahí dejándose ver juntos, de modo que todos supieran quien era el nuevo tonto en su lista, ¿era así como el castaño jugaría aquella partida?

«Ni hablar, si vamos a hacer esto, entonces será bajo mis reglas» se dijo.

Una mano tiró de la suya cuando pasaba frente a un aula vacía, lo que le hizo respingar y casi comenzar a gruñir, antes de terminar atrapado entre el muro junto a la puerta y un cuerpo que emanaba un fuerte aroma a jabón y aftershave. En el momento en que unos labios se posaron sobre los suyos y un sabor dulzón a sandía le hizo relamer, Luhan ya tenía rodeados los hombros de Sehun y su lengua buscaba explorar cuanto pudiera de la boca del otro.

— Imaginé que hoy no vendrías a clases — le dijo, al separarse y recuperar el aliento — Ya sabes, te veías muy cómodo durmiendo en mi cama. ¿Recogiste antes de salir, cierto? —

— Si hasta barrí y fregué los pisos, ciervito — se mofó el rubio, dando a entender que no había hecho nada de lo mencionado — Yah, prometo recoger más tarde —

— ¿En qué momento te invité a ir de nuevo a mi casa? —

— No lo hiciste, por eso me invité yo solo — Sehun dijo, besándole la nariz — ¿Qué piensas hacer esta noche? —

— Trabajo hasta las ocho, como siempre. Y aunque la idea de repetir lo de anoche es tentadora, la verdad es que dudo porque en serio detesto venir tarde a clases — espetó, su desagrado por los retrasos no pasando inadvertido.

— ¿Y si te digo que no estaba pensando en follar cuando te pregunté qué harías? —

La pregunta lo tomó por sorpresa, todos los pensamientos que hubiera tenido anteriormente respecto a su relación saliendo volando en un viaje directo hasta la China, de donde tardarían un buen rato en regresar, a menos que Luhan los obligara a volver, no permitiendo que las falsa ilusiones y los destellos de algo más le hicieran despegar los pies de la tierra. Sehun, por otro lado, parecía decidido a conseguir que eso último fuese imposible.

— ¿Tendrías una cita conmigo, hyung? —

🎨 Continuará... 🎨

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