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🎨 «Un par muy disparejo» 🎨
Nevaba, el hielo tapizaba la ciudad y las bajas temperaturas lo hacían lamentar no llevar consigo un buen café. Era el primer día de clases en el Liceo de Arte, pero sin importar que la naturaleza hubiera decidido hacer caer nieve, Luhan no estaba dispuesto a permitir que nada arruinara el comienzo de un trimestre «perfecto».
Había pasado los últimos días de las vacaciones preguntándose de qué forma haría coincidir sus horarios de clase con el turno de mesero en el restaurante y es que repetir la travesía del curso anterior habría sido casi como acceder a volverse loco... de nuevo.
Por suerte para su vida como becado en un país extranjero, aquel trimestre todo parecía ajustarse a sus necesidades, concediéndole una hora extra de sueño los martes y una menos de clases los miércoles. Ninguno de los talleres había llamado su atención, así que tampoco debía preocuparse porque el horario se extendiera.
Sin mencionar que, en un golpe extra de suerte, las seis unidades que cursaría coincidían con el horario de Byun Baekhyun, uno de sus mejores amigos.
— Sabes que la vida nos odia cuando nieva el primer día de clases — se quejó el menor, desde el umbral de la puerta, mientras sacudía el gorro de lana que, con toda seguridad, pertenecía a su novio. Luhan sonrió.
— No creo que nos odie tanto, después de todo, estamos en la misma clase — repuso.
Ignorando la escarcha que cubría su ropa, Baekhyun se deslizó hasta ocupar el asiento a su lado y no lo pensó dos veces antes de lanzarse a sus brazos, envolviendo a Luhan en un cálido abrazo con aroma a lavanda, hielo y Chanyeol.
— ¿Será mucho pedir un poquito menos de odio? — preguntó el rubio, al separarse — No hay una sola clase donde estemos los tres y los lunes debemos ver primero a Yunho. ¿Sabes lo que dicen de él?
— Probablemente que le gusta asignar el proyecto final desde la primera sesión — Luhan dijo — Pero eso ya lo sabíamos, ¿recuerdas? Yunho me dio clase el trimestre en que me transferí. Entonces todos tenían proyectos, llegué justo a mitad del curso.
Baekhyun abrió la boca, como si quisiera decir que acababa de recordarlo, pero antes de que pudiera emitir alguna palabra, el resto de clase (que permanecía desperdigada) se movilizó y unos segundos después, la figura de uno de los profesores veteranos más estrictos del Liceo, se hizo advertir.
Poseía el aura de un tirano y el andar de un modelo de revista, con aquella mirada hosca y el traje oscuro ajustándose a su cuerpo. Siendo un artista reconocido a nivel internacional, no era de extrañar que Jung Yunho fuera un hombre tan impresionante como escalofriante, no obstante, Luhan sabía por experiencia que el profesor estaba lejos de ser un ente «maligno».
— ¿Alguien podría definir «destino»? — increpó Yunho, tras haber dejado el maletín y tomado asiento sobre el escritorio.
La clase entera se había sumido en un silencio respetuoso al verle llegar, pero en esos momentos daba la impresión de que tal mutismo se debía a no querer responder a sus preguntas. Baekhyun levantó la mano.
— Destino somos Chanyeol y yo, profesor — sonrió el rubio, haciendo carcajear a la clase, incluido el Sr. Jung — En otras palabras, el destino es algo que debe suceder, no se puede controlar, ni mucho menos evitar.
— Me gusta esa definición — aseguró Yunho, pronunciando una suave sonrisa — Y también me gusta el destino, así que como esta mañana estoy de muy buen humor, pienso dejar que el destino dicte con quiénes realizarán sus proyectos finales.
Extrayendo una pequeña caja del cajón, Yunho hizo temblar a la clase al agitarla y retirar una papeleta perfectamente doblada. Había pasado la tarde anterior escribiendo los nombres apuntados en el listado oficial y ganado uno o dos cortes con el filo de las hojas al doblar los pedazos para meterlos al cubo.
— Yoo Ki-Hyun — llamó el profesor, antes de tomar un segundo papel y leer el nombre de su compañero.
Con cada papeleta que retiraba y cada nombre que leía, el alivio o el disgusto se apoderaban de los estudiantes y es que incluso cuando las parejas asignadas no resultaban ser amigos cercanos pero si compañeros conocidos, a nadie le agradaba la idea de ser privado de elegir con quien trabajar. Para Baekhyun y Luhan, compartir clase, pero no proyecto, sólo podía ser una muestra de lo poco que la vida les estimaba.
— Byun Baekhyun — leyó Yunho — Tu compañero será... Jeon Jungkook.
Y justo como antes había hecho, ignoró adrede la reacción de los mencionados y agitó la caja para revolver las papeletas que quedaban. Lo siguiente que hizo fue leer una serie de nombres que poco importaron a los chicos, hasta que el nombre de Luhan fue dicho y un segundo más tarde, el de su compañero.
— Usted trabajará con Oh Sehun.
¿Pero qué clase de destino cruel y retorcido, podía ser ese? Haciendo gala de una rebeldía que pocas veces le dominaba, Luhan sintió deseos de levantarse y reclamar, alegar que no podía ser asignado con «ese» compañero y que incluso si debía trabajar solo, la decisión tomada por la caja azul de Yunho debía cambiar, pues de otra forma...
Ser el compañero de un chico como Oh Sehun, sólo podía significar una cosa para alguien en la posición de Luhan: perdición.
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— ¿Y quién se supone que es Jungkook? — preguntó Baekhyun, a mitad del almuerzo.
Había tomado asiento junto a su novio, en la terraza del cafetín, y no parecía haber advertido la sonrisa que provocaba en el otro el hecho que apenas verlo, el rubio se abalanzara directamente a sus brazos.
Frente a ellos, Minseok hacía un esfuerzo para descifrar sus apuntes de Historia del Arte y es que recordaba haber tomado nota de lo que decía el Sr. Cho, pero no que al hacerlo, se había olvidado de dar forma y significado a lo que escribía. A su lado, Luhan se debatía entre los pasteles y las elecciones del destino, en un intento por descubrir aquello que hubiera conseguido hacerle doler el estómago.
— ¿Galletita? — Minseok devolvió, decidiendo ignorar los apuntes a los que esa misma tarde prendería fuego — Estuvo en mi clase el curso anterior, es un niño adorable, pero que no se te ocurra respirar excesivamente en su dirección. Su novio, Taehyung, es muy celoso.
— Dudo que tan celoso — susurró Chanyeol, aludiendo a su novio.
Minseok sonrió, pero Baekhyun apenas le escuchó. Debía pensar en cómo haría para acercarse a su compañero asignado o comenzar a temer porque sin Jungkook, prácticamente podía dar por suspendida la unidad de Yunho.
— ¿Qué veo? No sabía que Oh había comenzado a salir con Minki. El trimestre pasado parecía ir en serio con Jin Woo. En todo caso, es el primer día, ¿no es demasiado pronto para tener a alguien? — comentó Minseok, dirigiendo una mirada al interior del cafetín.
Más allá, ocupando una mesa junto a sus amigos y disfrutando del hecho de tener a un chico lindo montado sobre su regazo, estaba Oh Sehun. Se lo veía contento, riendo y bromeando como si no cargara ningún tipo de preocupación, mientras su novio jugueteaba con su cabello y repartía besos por toda su barbilla, no importando la poca atención que el otro le brindaba.
Viendo la imagen desvergonzada que ofrecían, la idea de un trimestre perfecto desapareció pronto de su cabeza y es que dependiendo de un compañero tan liberal para asegurar una de sus notas, Luhan no creía que aquel curso fuera a ser fácil de sobrellevar, por no mencionar del miedo que lo embargaba al pensar en lo que sucedería si resultaba imposible colaborar con Oh.
No podían culparle, después de todo, el hecho de que Luhan se preocupara tanto por obtener las mejores notas era una consecuencia de tener que asegurar la beca completa que costeaba sus estudios y le permitía continuar en el Liceo, dejando la matrícula correr por cuenta del colegio y sólo encargándose de mantener su empleo para llegar a fin de mes con los gastos cubiertos.
— ¿Bromeas? Sehun no sale con nadie por más de un mes — repuso Baekhyun, sin dirigir una mirada a la mesa que su hyung señalaba — Supongo que no está hecho para compromisos serios, razón la cual no debería haber una fila esperando para tener un turno de meterse con él. Igual, no entiendo que le ven.
— ¿Seguro? — lo picó Minseok, no pudiendo negar que el playboy del colegio fuera uno de esos chicos que, en su opinión, «son mejor que el pan integral».
— Pues, no. Mi novio es más guapo y mucho más inteligente, sin mencionar que Yeol no es portador de ETS.
La respuesta hizo a Chanyeol sonrojar. Era uno de esos pocos especímenes masculinos que resultaba fácil avergonzar. Algo que sucedía con frecuencia, siempre que su novio lo adulaba.
— ¿Te sientes bien, hyung? — preguntó Chanyeol, entonces, advirtiendo la expresión que descomponía el rostro del chino.
— No — lloriqueó Luhan — ¿Cómo puedo estar bien, cuando estoy a punto de suspender? Perderé mi beca, repetiré el año y no podré graduarme.
— ¿Ahora que mosca te picó? — se extrañó Minseok, al ver a su amigo de aquella forma — Lu, eres un estudiante modelo, te aseguro que es prácticamente imposible que llegues a perder la beca.
— No entiendes, hyung — negó el castaño, desesperado — Eso se acabó.
Arqueando una ceja en dirección a Baekhyun, cuando el castaño hundió el rostro contra la mesa, Minseok aguardó a recibir una explicación. Al frente, el rubio suspiró, regañándose por no haber advertido antes la preocupación del mayor, quien claramente tenía motivos para sentir que el mundo se le estaba viniendo encima.
— Ya sabes que Yunho decidió sortearnos. La suerte no estuvo de nuestra parte, así que Lu fue asignado para trabajar con Sehun — comenzó Baek — Todos saben cómo es y antes de que digas que exagero, te diré que el hombre ni siquiera estuvo en la clase.
— ¿Qué? — se escandalizó Luhan, al escucharlo — ¿Bromeas, no? ¡No estuvo en la clase!
Maldiciendo a la caja azul, Luhan regresó la cabeza a la mesa, lloriqueando y renegando, mientras sus amigos intentaban consolarlo. Unos metros más allá, libre de los molestos arrumacos que su último ligue le había regalado durante todo ese rato, Sehun se fijó en la mesa que su nuevo compañero de equipo ocupaba junto a dos chicos que no ubicaba del todo.
Olvidando programar el despertador, sus amigos ni siquiera se habían inmutado al verlo aparecer hasta la segunda hora, con aquel aire despreocupado que nunca parecía abandonarlo y que no consiguió desaparecer, ni siquiera cuando Jongin lo puso al tanto sobre lo ocurrido en la clase de Yunho.
«Despídete de la costumbre esa de atontar a tus compañeros para que hagan ellos el trabajo, el viejo acaba de atarte de manos» dijo.
Lo que Jongin no imaginaba era que el sorteo del profesor no representaba una condena para alguien como su amigo. Al contrario, Sehun había sonreído triunfal al escuchar quien sería su compañero, pues no podía creer el golpe de suerte que acababa de recibir. ¿Qué tan buena debía ser su racha como para terminar involucrado con alguien tan bonito y modosito como Luhan? Pronto lo averiguaría.
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— ¿Dónde has estado toda mi vida?
Aturdido, porque la voz que acababa de escuchar no coincidía con la de nadie que conociera, el de ojos como ciervo no tardó en lamentarse por no haber dejado la escuela apenas timbrar la campana. Si lo hubiera hecho, quizás el momento de enfrentar su destino habría tardado en llegar. «Anímate, recuerda que no hay mal que por bien no venga» se dijo, repitiendo las palabras que Minseok le hubiera dicho.
Ordenando los libros antes de cerrar la taquilla, Luhan intentó no mostrarse perturbado al encarar a un tipo como Oh Sehun, quien permanecía tras la puerta, con aquel aire de galán que solía mostrar, demasiado confiado en los atributos que la naturaleza le hubiera brindado. ¿Cuántas personas antes de él, no habrían caído ante esa mirada y la sonrisa sensual?
«Si tan sólo fuera tan inteligente como caliente» pensó, recordando a su recién graduado amor platónico, un sunbae llamado Choi Siwon, quien le hubiera cautivado después de descubrir que así de impresionante como su apariencia, lo era también su intelecto. A su lado, Sehun no parecía del tipo que ocultara una increíble inteligencia tras su facha de ligón.
— ¿En clases? Ya sabes, yo sí suelo presentarme — respondió Luhan, acomodando el portafolio que colgaba de su hombro.
Frente a él, Sehun sonrió, como si el sonido de su voz le resultara entretenido.
— Que lindo, ¿eres un nerd sin pelos en la lengua, no?
La idea de que ambos encajaban con el cliché romántico más vendido de todos, hizo a Luhan encabritar y es que no podía verse a sí mismo como el tonto nerd que sucumbía ante los encantos de un idiota, sin que la idea de devolver su precario almuerzo se le fuera a la cabeza.
«Recuerda la beca, recuerda la beca» se dijo, antes de hacer o decir algo que pudiera comprometer su estancia en el Liceo.
— ¿Se supone que viniste aquí por alguna razón? — preguntó el chino, haciendo un enorme esfuerzo para no comenzar a gruñir y pedirle a Sehun que dejara de sonreír — No es por nada, pero algunos tenemos cosas que hacer.
— También tengo cosas que hacer, ciervito — rebatió el rubio. Luhan suspiró, seguro de que permanecer ahí era una completa pérdida de tiempo.
— Yah, me refería a cosas aparte de rascarnos el ombligo y follar como conejos. Ahora, si me disculpas...
Pasando junto al rubio, en dirección a la salida del edificio, Luhan se sorprendió al escuchar el sonido de pasos siguiendo los suyos, hasta que poco después, la imagen de Oh caminando a su lado se dejó ver, aquel andar despreocupado sacándolo de quicio.
— Escuché que estamos juntos para el trabajo de Jung — Sehun espetó, sin rodeos — Así que quise presentarme y expresar mi flexibilidad por los horarios nocturnos. No soy de los que prefieren adelantar trabajos, pero podría cogerle gusto si ello significa echar un vistazo a un culo como el tuyo.
Anticipando la reacción que el otro mostraría al escuchar su comentario, Sehun cantó victoria cuando los pasos de Luhan se detuvieron a unos metros del patio. No había caído en la cuenta de lo rápido que caminaba , hasta que el andar cesó y el bonito ciervo se giró, el rostro ardiendo e ira e indignación.
Justo cuando esperaba a recibir un reclamo, Luhan suspiró.
— Vale, reunámonos esta semana, dudo que adelantemos mucho, pero es mejor terminar con esto. No tengo problema en que me mires el culo, sólo no me hagas sufrir. Si debo ver tu feo rostro, ponte una bolsa de papel y ahórrame la molestia, ¿bien?
Sin nada más que decir, Luhan reanudó la marcha, sus pasos apurándolo a alcanzar la reja principal, antes de que el autocontrol se fuera por un tubo.
A sus espaldas, Sehun se concedió un momento para disfrutar de haber conocido oficialmente a su compañero de proyecto, diciéndose que no había estado equivocado, pues no cabía duda que Luhan era mucho más fascinante de lo que imaginaba.
No era de extrañar, después de todo, si el castaño fuese tan aburrido como las demás personas, Sehun jamás habría dedicado tanto tiempo a observarlo. ¿Y acaso no estaban destinados? Cuanto más lo pensaba, más seguro se sentía de haber caído con suerte al tener a Yunho como profesor y es que, por primera vez, el rubio no sentía deseos de renegar e ir contra su autoridad.
🎨 Continuará... 🎨
Tarde, pero seguro, "Trabajos, jaquecas y playboys" está de regreso. 💕 ¡Que lo disfruten!
🌱 Maceto-san 🌱
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