Capítulo 17: Mensajes

Lunes 13 de agosto de 2018

El domingo me desperté sobresaltado porque Tamara no estaba a mi lado. Cuando salí de la habitación la encontré preparando el almuerzo. Había lavado los platos, alimentado a Diablo y barrido el suelo. Se sentía mucho mejor, aunque le aconsejé que siguiera guardando reposo durante unos días.

La comida que consiguió hacer con las tres boludeces que encontró en mi cocina fue una maravilla. Nos pasamos la tarde, nublada y lluviosa, mirando películas y jugando con Diablo, y volvió a quedarse a dormir en mi casa.

No hicimos nada «sucio», y eso es lo que más le llama la atención a Tomás.

—No lo puedo creer —se indigna por vez número catorce en lo que va del día— ¿Pero por qué? ¿No sabés dónde va o qué?

—¿Dónde va qué? —pregunto mientras termino de cobrarle a un cliente, descolocado por su pregunta.

—Dónde insertar la verg...

—¡Tomás! —interrumpe Ángeles.

El cliente se retira riéndose.

—¡No es muy difícil! —continúa mi colega— Usualmente las mujeres tienen tres orificios posibles en donde colocar el miembro.

—¡Tomás! —vuelve a gritar Ángeles— Ya no te tengo paciencia. Dejá de hablar así.

—¿Qué te molesta, Chiruza? Ni que fueras virgen.

—¡Siempre estás hablando como si las mujeres fuéramos un objeto de su placer! No somos cosas... Estás hablando de una persona.

—No seas exagerada, no estoy cosificando a nadie. Ustedes disfrutan igual que nosotros —Se defiende mi amigo.

—Sos un estúpido. Por eso nunca conseguís sentar cabeza.

—No me interesa estar en pareja como a ustedes, boludita.

Angi le pega una piña en un hombro.

—Dejen de pelear como nenes —digo en voz baja, apretándome entre el índice y el pulgar el entrecejo. Me van a sacar canas verdes.

—Tu amigo es un machito de mierda —Ángeles se va enojada a la cocina para evitar una discusión.

—Que alterada que anda la Chiruza, eh... —Tomás levanta la mirada como si él hubiera llevado la razón en algún momento.

—Dejala en paz, está teniendo problemas y además vos no sos ningún caballero cuando hablás.

—Uy, ahora resulta que tengo que andar salido de un cuento —rezonga.

—No, pero podrías cuidar un poco cómo decís las cosas.

Tomás revolea los ojos y me da la espalda con marcada molestia. Se pone a acomodar cosas en una estantería con más fuerza de la necesaria.

Suspiro de forma ruidosa y tomo mi celular.

Tamara se quedó en casa durmiendo. Todavía no me envió ningún mensaje ni apareció en línea. Es probable que siga dormida.

Espero que no se esté sintiendo mal otra vez.

—Ahora vamos a tener un día de mierda ¿no? —pregunta Tomi en voz baja.

—No —Lo miro con seriedad—. Solamente tenés que madurar un poco ¿Qué carajo te importa mi vida sexual? No tenemos quince años, tener sexo es natural, ya no es algo que los adultos nos prohíben.

—¡Es justamente eso! —afirma él como si, por fin, lo entendiera— ¡Es natural! ¿Entonces por qué no lo hacés?

—Ya te dije que se sentía mal.

Señala con el índice la pared que tiene a un lado, que divide el lugar en el que estamos del pequeño pasillo y la cocina.

—La heladera está llena de morfi que compraste para poder llevarte a esa mina a la cama, y resulta que la tuviste a tu disposición todo el fin de semana —Hace énfasis en «todo»—, y de todas maneras preferiste darle besitos y abrazos y mirar una película.

—Tomás... la Pioja se sentía mal. Tenía fiebre —Me incorporo de la silla que estaba ocupando y, si bien, no levanto la voz, mi tono deja en claro el enfado—. Temblaba y le dolía la cabeza. No voy a presionarla ni a obligarla a que pase nada, en ninguna circunstancia, pero menos estando de esa forma.

—No estoy diciendo eso —baja la cabeza, avergonzado.

Es como si recién comprendiera lo que estuvo insinuando todo el tiempo.

Es un estúpido, tal y como Angi afirma. Tomás no tiene malas intenciones con nadie, no creo que por su cabeza pase ni un solo pensamiento malicioso; pero es bruto. No analiza lo que dice.

Habla más rápido de lo que piensa.

—Además —continúo—, nos íbamos a ver para poder hacerle el tatuaje... Si después surgía otra cosa... bueno —Levanto los hombros con indiferencia.

—¿Pero a vos te gusta posta esa mina, Pollo?

Su pregunta me toma por sorpresa.

—¿Qué sería «gustarme posta» según vos?

—¿Qué onda? ¿Te mueve el piso o te levanta la japi no más?

—No sé —Esquivo su mirada—. Me calienta —admito—, pero me cae bien. Es agradable... Es tierna. Me gusta. Tampoco quiere decir que me quiero casar. No la conozco tanto.

Nah, está bien... —Él tampoco me mira. Por algún motivo toda la charla se vuelve incómoda—, es que me dijiste que se quedó durmiendo en tu casa... —Su tono de voz denota extrañeza—, mientras vos estás acá. Eso es muy íntimo. Tiene a disposición cosas privadas, personales... Y te pregunto si, al menos, tuvieron buen sexo y me decís que no hubo nada.

—¿Pero qué te resulta raro, boludo? —le pregunto— ¿Creés que va a robarme estando sola en casa? —Me parece ridículo solo de pensarlo.

—No pero... Puede ver cosas tuyas... De índole personal —Levanta los hombros y los deja caer con fuerza.

—Pero no tengo nada que ocultarle... ¿Qué puede ver, tan terrible?

—Qué sé yo —Chasquea la lengua—. Tus documentos de cuando estabas ingresado, por ejemplo...

—Ella ya sabe que estuve en rehabilitación.

—Para mí es re íntimo llevar a una mina a la casa.

—¿Qué te da tanto miedo que una mujer vea en tu casa? ¿Que se lleve un calzoncillo en el bolso? Me parece que te perseguís al pedo.

—Qué sé yo... Puede ser.

Al final, esa extraña charla termina así. Secamente.

Ingresa el siguiente cliente y el ambiente vuelve a ser el de antes. Sin embargo, las palabras de Tomi cada tanto resuenan en mi cabeza a lo largo de la jornada «¿Te mueve el piso o te levanta la japi no más?».

A las 13:49 recibo un mensaje de la Pioja, tras haber terminado un tatuaje de flores en el brazo de una chica.

«No estás» emoji triste «Me acabo de despertar jeje».

Le escribo rápidamente que le dejé una nota en la mesa y ella me contesta, al instante, que la leyó. Me manda una foto de su mano repleta de anillos y uñas coloridas, sosteniendo el pedacito de papel.

Contesto que puede quedarse el tiempo que quiera y le pregunto si se siente mejor.

Levanto la cabeza y veo que Angi me está mirando desde el mostrador.

—¿Qué? —pregunto al percatarme de su mirada fija.

—Te hablé, Pitufo... Ni cabida me diste.

—Perdón —guardo mi celular en el bolsillo y voy hacia ella— ¿Qué me dijiste?

—Que ahora tiene que venir tu cliente para el blackout, vas a estar bastante tiempo con ese.

—Uh, sí —asiento con la cabeza. Voy a tener una tarde laboriosa.

Cuando acabo la primera sesión del blackout y el cliente se retira, la tarde ya se está poniendo oscura. Fueron cuatro horas de pintarle el brazo de negro a un tipo del tamaño de Hulk.

Por lo menos, se lo bancó. Si hubiera sido un cliente llorón, la habría pasado como el culo.

Me estiro, contracturado, y escucho sonar los huesos de mi espalda. Los años no vienen solos y mi cumpleaños está cada vez más cerca.

Solo de pensarlo me genera estrés.

Miriam va a querer celebrar. En general, sus celebraciones son escandalosas, con mucha gente, comida, música y ruido. Y, en general, son «sorpresa».

Angi es la encargada del mate por hoy. Retomó el trabajo sin decir ni una palabra, y no volvimos a saber más de sus problemas con Cristian, aunque recuperó el humor y eso es lo importante.

Tomás está ultimando detalles en un tatuaje colorido en el tobillo de una señora.

Meto la mano en mi bolsillo para revisar mi celular. Lo último que hablé con Tami era que podía quedarse cuanto quisiera, pero me preocupa que volviera a tener fiebre. Tengo cinco mensajes en su bandeja de chat.

«No te preocupes. Seguramente me vaya a lo de Meli»

«Gracias por cuidarme estos días.»

«Fue un fracaso de cita. Perdón por echarlo a perder :(»

«Te dejé lavados los platos en agradecimiento»

«Ya llegué a lo de Meli»

Sus mensajes tienen varios minutos de diferencia entre uno y otro. La dejé colgada muchas horas, me apuro a responderle. Tecleo, torpemente, que no fue un fracaso y no lo echó a perder, pero no tengo mucho tiempo para seguir escribiéndole porque enseguida llega mi siguiente cliente.

Entro al auto después del agotador día de trabajo. No tuve tiempo para casi nada durante la jornada. Me tuve que encargar de un cliente tras otro. Por suerte, Angi que estaba menos cargada de trabajo, se ocupó de toda la limpieza, organización y cierre. Reviso mi teléfono una vez más. Impaciente. Inquieto.

Tami me contestó un escueto «Gracias» seguido de un emoji sonriendo.

Coloco el celular en la base que tengo colgando del espejo retrovisor y, antes de poner el motor en marcha, me lanzo a realizarle una videollamada, apuntando el teléfono hacia mí.

Intuyo que para esta hora ―ya son las 21:37hs―, debe estar en su casa.

Comienzo a avanzar por la calle y, cuando pienso que la llamada se va a cortar sin obtener respuesta, ella contesta.

Su carita sonriente invade la pantalla de mi teléfono. Está muy despeinada y sigo viéndola rara sin sus típicos anteojos.

―Hola ―Su voz es alegre― ¿Estás en la calle? ―Entrecierra los ojos forzando la vista.

―Sí, estoy volviendo del trabajo ¿Cómo estás?

―Bien. Estoy en la casa de Meli ―Su imagen desaparece toscamente de la pantalla para mostrarme una habitación rosa pastel, decorada con adornos y elementos demasiado femeninos para mi gusto. Parece la pieza de una princesa de película adolescente.

Su amiga Melina... O como se llame, está sentada en una cama grande pintándose las uñas de los pies, rodeada de cosméticos y cosas que no sé qué son. Levanta apenas la mirada y saluda con un gesto. No puedo devolverle el saludo porque tengo las manos en el volante.

―Hola ―atino a decir en voz alta para que me escuche.

Muevo mi mirada al frente, freno en un semáforo y vuelvo a ver a Tami.

―¿Cómo fue el trabajo? ―pregunta.

―Estuvimos a mil ―digo―. Creí que a esta hora ibas a estar en tu casa ¿Te vas a quedar en lo de tu amiga?

―Por hoy sí ―Levanta los hombros―. Le dije a mi mamá que perdí mis lentes y supongo que se habrá enojado ―Esquiva mi mirada―. Son caros.

―¿Te estás escapando de tu mamá? ―pregunto divertido.

―Más o menos, pero mañana temprano ya vuelvo.

―¿Cómo te sentiste hoy? ―Cambio de tema, avanzando por la calle que está casi desierta― No tuviste fiebre ¿no?

―No, ya estoy perfecta ―Sonríe otra vez―. Aunque cuando me desperté y vi que no estabas me dio un poco de miedo.

―Sí, yo también estaba preocupado ―admito―. Tenía miedo que recayeras y estuvieras sola.

―Pensé que me ibas a despertar cuando te fueras al trabajo, para irme a casa...

―Parecías muy cómoda durmiendo, no quería molestarte.

―Mirá «hermanito» ―Escucho la voz de Melisa. La Pioja se da vuelta para ver a su amiga sobre el hombro, ésta empuja a Tami a un lado y le saca el celular para enfocarse a sí misma―; la próxima, mejor que te lleves a mi amiga con vos adonde sea. No me importa si te tenés que ir a Mordor, te la llevás con vos ―Su voz es amenazante―; no vuelvas a dejarla sola, es tonta e inútil pobrecita.

―¡Melisa! ―Tami lucha con ella para volver a ponerse ella frente a la pantalla.

Melisa le devuelve el celular a Tamara y la escucho alejarse. Otra vez, Tami está en el frente.

―No es cierto lo que dijo. Sí sé hacer cosas.

Luce genuinamente preocupada por la estupidez que acaba de soltarme su amiga. Me río.

―Ya sé.

Es bastante ingenua. Eso es lo que me resulta tan raro de su personalidad. A partes iguales me desconcierta y me da ternura.

―¡Esta va para vos, hermanito, te la dedica Tami! ―Escucho gritar a la loca de su amiga y, acto seguido, empieza a sonar Wham!

Se vuelve a mover toda la cámara y, como ando prestando atención a no provocar un accidente, apenas me doy cuenta de que Melisa volvió a sacarle el teléfono celular y, con dificultad, lo posicionó sobre algún mueble, dejándolo fijo.

You put the boom-boom into my heart (ooh-ooh)
You send my soul sky-high

When your lovin' starts

Melisa toma de las manos a Tamara y comienza a moverle los brazos para que baile. La Pioja se ríe y, siguiéndole la corriente a su amiga, comienza a bailar con ella.

Jitterbug into my brain (yeah-yeah)

Goes a bang-bang-bang'Til my feet do the same

But something's bugging me

Something ain't right
My best friend told me

What you did last night
You left me sleeping in my bedI was dreaming

But I should've been with you instead

«Me dejaste soñando, pero tenía que estar contigo en lugar de eso». Eso dice la letra de la canción.

Qué dramática.

Suelto una carcajada al verlas a las dos haciendo el ridículo. Bailando toscamente y de forma suelta, como si la vida fuera un musical.

Wake me up before you go-go

Don't leave me hanging on like a yo-yo

Wake me up before you go-go

I don't wanna miss it when you hit that high

Wake me up before you go-go'

Cause I'm not planning on going solo

Wake me up before you go-go, ah

Take me dancing tonight

I wanna hit that high, yeah, yeah

«Despiértame antes de que te vayas» No quiero perderme su baile y agradezco ya estar llegando a casa, para poder apreciar mejor el resto de la coreografía.

You take the grey skies outta my way (ooh-ooh)

You make the sun shine brighter than Doris Day

You turned a bright spark into a flame (yeah-yeah)

My beats per minute never been the same

Estaciono el auto en la vereda de casa, de forma apresurada; mientras Tamara y Melisa siguen tirando los brazos y piernas para todos lados como si bailaran con gracia. Son desastrosas y en eso reside el encanto.

Me apuro a bajar del auto, para abrir el portón y vuelvo a subir, apurado.

Wake me up before you go-go

Don't leave me hanging on like a yo-yo

Wake me up before you go-go

I don't wanna miss it when you hit that high

Wake me up before you go-go'

Cause I'm not planning on going solo

Wake me up before you go-go, ah

Take me dancing tonight

I wanna hit that high, yeah, yeah, yeah, baby

―Están locas ―río.

Descuelgo el teléfono de su base y salgo del coche. Camino hasta el portón para cerrarlo, sin soltar el celular para no perderme nada de lo que pasa.

Podría acostumbrarme a que Tami me baile.

Cuddle up, baby

Move in tightWe'l

l go dancing tomorrow nightIt's cold out there

But it's warm in bed

They can dance

We'll stay home instead

Wake me up before you go-go

Don't leave me hanging on like a yo-yo

Wake me up before you go-go

I don't wanna miss it when you hit that high

Wake me up before you go-go'

Cause I'm not planning on going solo
Wake me up before you go-go, ah
Take me dancing tonight

Wake me up before you go-go

Don't you dare to leave me hanging on like a yo-yo

Take me dancing

A boom-boom-boom-boom, oh!

A boom-boom-boom-boom (yeah, yeah, yeah)

(Take me dancing tonight) ooh-aah

Yeah, yeah

Abro la puerta de casa, después de saludar a Diablo, al mismo tiempo que se termina la música y ellas terminan su bailecito.

Tamara vuelve a acercarse a la cámara.

―¡Qué talento! ―río.

―Melisa está chiflada ―dice Tamara que está agitada por haberse movido tanto.

―¡Ey! No estoy loca, lo ameritaba. Porque te abandonó ―grita Melisa.

―No la abandoné ―Le replico a su amiga entrando a mi casa―. No podía faltar al trabajo ―vuelvo a excusarme.

Tamara sonríe.

―Bueno, no se peleen ―pide― ¿Vas a ir a la cena que Patricia va a hacer en su casa? ―Esa pregunta me toma por sorpresa.

―¿Qué?

―Ya sé que no se llevan bien ―Agacha la cabeza y baja la voz como si no quisiera que su amiga escuchara―. Entiendo si no vas, después de lo que me contaste lo entiendo todavía más...

―No sabía ni que iba a hacer otra reunión ―explico―, pero no. Aunque me invite no voy a ir.

Ella levanta los hombros, pero no me mira.

―Bueno... Yo quedé con Meli en que la acompañaba, así que ahí voy a estar por si cambiás de opinión.

―No creo cambiar de opinión, Pioja ―niego en voz baja.

―Bueno... ―Vuelve a levantar los hombros― Te veo otro día ―Se despide―. Gracias, de nuevo, por cuidarme el fin de semana. Y perdón por enfermarme en tu casa y tenerte ocupándote de mí.

―No fue una molestia ―repito―. A pesar de eso, la pasé bien.

Ella me sonríe de lado pero no mira con fijeza hacia mi imagen en su pantalla.

―Chau ―dice bajito.

―Chau.

Corta.

Camino hasta la mesa en donde veo la nota que le dejé hoy a Tamara.

«Me fui al trabajo. Podés agarrar lo que quieras, comer lo que quieras y hacer lo que quieras. Como si estuvieras en tu casa. Vuelvo alrededor de las diez de la noche, si querés esperame; sino, te dejé la llave de repuesto»

Debajo de mi letra horrible y desprolija, ella dejó escrito algo, en una caligrafía mucho más bonita, prolija y chiquita.

«Voy a cerrar la puerta desde afuera y te tiro la llave por la ventana. Buscala en el suelo. Gracias por todo» y un corazón.

Volteo y miro a mis pies. Efectivamente la llave está cerca de la ventanita. La recojo y me la quedo mirando sin pensar en nada en particular, y en todo a la vez.

Ojalá se hubiera quedado...

«¿Te mueve el piso o te levanta la japi no más?» La pregunta de Tomás vuelve a infiltrarse en mis pensamientos.

¿Por qué?

Este pelotudo me va a dejar pensando estupideces. Tomo la nota garabateada, vuelvo a clavar mis ojos en el corazón dibujado; la arrugo y la tiro a la basura.

N/A: ¡Gracias por los comentarios y votos en el capítulo pasado! Esos capítulos que son más intensos (y que son mis favoritos) suelen recibir mucho amor y me pone muy contenta porque me doy cuenta de que también les gustan.

Como se dieron cuenta, este capítulo tiene una canción (coreografiada y todo jaja) y les dejé el enlace arriba para que puedan escucharla y disfrutarla. 

Espero que les haya gustado el capítulo y que dejen sus votos y comentarios como siempre. Me encanta leer lo que van pensando a medida que leen y saber cuáles son sus impresiones <3 

¡Muchas gracias por todo el apoyo! 

Nos volvemos a leer el siguiente jueves, como siempre.

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