Capitulo 9: Me abuelo es Satanás.
En la mañana el incesante golpe de puños contra la madera de la puerta fue lo que me despertó, y aunque estaba muy cómoda durmiendo junto a mi hada favorita que hacia un perfecto cojín, suave y calentito, me levante de la cama para abrir la puerta.
-¿sí? –Pregunte con sueño al abrir la puerta sintiendo unos brazos rodearme y un conocido olor llenar mis fosas nasales.
-Me tenías preocupado –Dijo mi Padre soltándome de su abrazo para poder verme de frente y asegurarse de que no tuviera ninguna herida.
-Papi –Dije de forma inconsciente ante su preocupación –sabes que pudo cuidarme bien sola.
-Eso lo sé, pero luego de enterarme a donde habían ido de excursión y peor aún al no encontrarte en tu habitación temí por tu seguridad –Afirmo y pude ver algunas ojeras en sus ojos señales de que no había dormido bien.
-Sí, lo siento, no pensé en eso –Me disculpe algo apenada –Pero ayer Matt estaba un poco asustado y ya sabes cómo se pone –Sonreí intentando quitarle importancia al asunto y poco después vi a mi padre sonreír también.
-Sí, pero bueno, despierta a Matt es hora de ir a casa –Me aviso acariciando mi cabello –Ya arregle tus cosas en la habitación –Dijo con una calma que me hizo pensar que no había encontrado nada sospechoso en mi habitación y por sospechoso me refería a la ropa de cierto león.
-A la orden capitán –Di media vuelta y me tire a la cama sabiendo que eso no serviría para despertarlo - ¡Se acabaron las papitas! –Grite y el hada se paró de la cama de un salto.
-¡Nooooo! ¡¿Por qué?! ¡Yo quería! –Grito dramático sujetando su cabello y no pude evitar reír. Luego de la conmoción original Matt miro a su alrededor y se dio cuenta de mi pequeño engaño para despertarlo –Usted señorita es cruel –En respuesta tan solo le saque la lengua.
-Vinieron por nosotros, arregla tus cosas bella durmiente –Apunte a mi padre con la cabeza que aún seguía en la puerta viendo todo con una sonrisa.
-Oh hola Tío Fredy –Le saludo con naturalidad colocándose de pie. Mi padre frunció un poco el ceño ante su apodo.
-Sabes que no me gusta ese diminutivo –Le recordó a lo que mi hada respondió bajándose de hombros comenzando a tirar su ropa y otros objetos personales dentro de un bolso deportivo.
-Sé que en el fondo lo ama –Respondió una vez estuvo listo saliendo de la habitación mientras yo le seguía y podía escuchar como mi padre cerraba la puerta detrás de nosotros.
-Eres igual que tu Padre –Suspiro caminando delante de nosotros guiándonos.
-Tomare eso como un cumplido –Rio mi azabache favorito caminando a mi lado hasta que llegamos al ascensor – “¿Crees que se hayan ido?” –Escuche preguntar en mi cabeza, la verdad no tenía idea por lo que solo me baje de hombros.
-“Lo dudo, pero de todas formas ya no son nuestros problema” –Le respondí con simpleza, dudaba que mi “alma gemela” me dejara ir tan fácil, pero asumía que si tenía una neurona como para saber que era demasiado pronto como para si quiera intentar conocer a mi padre.
-“Bueno de todas formas ya tienen nuestros nombres, no creo que les sea difícil encontrarnos de quererlo” –Se bajó de hombros también, y pude notar que estaba bastante relajado, creía que se debía a que ya no estaba aquel león para merodear lo.
-¿Listos para volver a casa? –Nos preguntó mi Padre una vez que llegamos a la salida enseñando un auto negro con vidrios polarizados y a prueba de balas ¿ya mencione que en mi familia eran contratistas militares privados y éramos asquerosamente ricos? ¿No? Pues bueno lo digo ahora, tener una capacidad innata para la guerra a veces salía a cuenta.
Ya que era viernes el fin de semana tanto mi amigo hado como yo pudimos olvidarnos de nuestros problemas negándolos como habíamos aprendido de nuestro abuelo quien desde que habíamos llegado se cargaba una sonrisa de oreja a oreja digna del gato de Alicia en el país de las maravillas que no pronosticaba nada bueno, por lo que Matt y yo nos mantuvimos lo más lejos posible de él, hasta el lunes cuando de forma “amable” se ofreció a llevarnos a la escuela –Por amable digo que nos arrastró al auto, o mejor dicho arrastro a Matt y ya que estaba preocupada por la integridad física de mi hada tuve que subir también al vehículo-.
-¡Sigo vivo! –Exclamo Mathew una vez se logró bajar del auto mientras yo me aguantaba las ganas de vomitar, mi abuelo conducía como lo que era, un loco.
-Son unos bebes –Se burló haciendo su negro cabello hacia atrás viéndose al espejo. Ahora podía decir lo que quisiera sobre el estado mental de mi abuelo, pero había que reconocer que era atractivo el desgraciado, y a sus sesenta años apenas parecía de unos treinta y tantos, si la genética Berserker a veces tenía sus ventajas, el envejecer más despacio que un humano normal era una de ellas.
-Abuelo –Le respondí bajándome del auto notando la mueca en su rostro, odiaba que lo llamara de esa forma cosa que yo sabía muy bien.
-Tío Cedric –Me corrigió mientras yo ayudaba a Matt a colocarse de pie, tanto mi amigo como yo tan solo le vimos de forma despectiva sacándole la lengua –Por cierto, el hijo de un amigo se cambió a tu escuela, espero que le ayudes a adaptarse –Dijo con esa cara de payaso de película de terror que solía ver en mis pesadillas.
-¿Cómo se llama? –Le pregunte enarcando una ceja retrocediendo un paso por puro instinto.
-No lo recuerdo, pero estoy seguro que sabrán quien es cuando lo vean –Nos cerró un ojos misterioso, para acto seguido hacer partir el auto y arrancar a toda velocidad.
-¿Ahora es cuando rezamos por nuestras almas? –Me pregunto Matt a lo que yo dude por un segundo.
-Creo que eso solo funciona para los católicos –Comente pensando si tenía algún dios al cual le pudiera orar, pero la mayoría de ellos me darían una patada en el trasero directo al campo de batalla.
-¿Vamos a una iglesia a hacernos católicos? –Medite la idea un poco y luego negué.
-No, de seguro iríamos a su infierno o Odín se enojaría conmigo –Me baje de hombros comenzando a caminar a la escuela.
-Hmmm no sé cómo reaccionarían mis dioses, pero de seguro ellos son más flexibles –Dijo al mismo tiempo en que entrabamos a los pasillos de la escuela los que se veían como siempre.
-Mejor no arriesgar –Sugerí llegando a mi casillero.
-Bueno, de todas formas probablemente nos quemaríamos al entrar a la iglesia –Se bajó de hombros –Iré al tocador, espérame para entrar a clases, no quiero encontrarme con la sorpresa del abuelo yo solo –Me hizo saber y yo sonreí.
-Cobarde.
-No es cobardía, es instinto de súper vivencia –M e saco la lengua caminando al baño a lo que yo negué para llevar mi atención a mi casillero.
-Es de mala educación irse sin despedirse –Escuche en mi espalda y yo me di vuelta con rapidez abriendo los ojos de golpe al ver que se trataba del león cuya existencia había estado negando todo el fin de semana. Estaba por hablar cuando las palabras de mi abuelo llegaron a mi cabeza, pensándolo bien él nos había enviado a la reserva en primer lugar o eso me dijo mi padre, por lo que pensar que conocía al padre de Vasily o el de algunos de sus amigos no era algo tan descabellado.
-Tu no estabas –Dije intentan parecer normal, no quería armar un escándalo en la escuela. – Y no pensaba pasarme todo el tiempo buscándote para decir adiós –me baje de hombros y antes de que el león pudiera responder un grito nos llamó la atención a ambos.
-¡Eleeeeeeeeeena! –Apareció por el pasillo Matt gritando y corriendo hasta que llego a mi espalda - ¡El león está aquí!-Me hizo saber, por el grito de mi hada y por qué Vasily estaba enfrente mío, asumía que se refería a Lucas, al parecer estábamos siendo invadidos por leones, por segunda vez en mi vida, la negación no me funciono…. Quizás le estaba ladrando al equivocado y como Matt sugirió debía probar una nueva religión con dioses más benevolentes.
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