Capitulo 4: ¿Los leones son buenos rastreadores?
Alma gemela, pareja destinada, media naranja… Todos aquellos términos eran extraños para una Berserker normal, pero gracias a la influencia de mi madre, para mí no lo eran. A mí la versión que más me gusta, es la del hilo rojo. Cuando era niña mi madre me conto una historia, según ella las personas teníamos atados a nuestros dedos un pequeño hilo rojo, que nos unía con la persona a la que estábamos destinados a conocer, nuestra alma gemela si así lo quieren. Este hilo, podía enredarse, estirarse o encogerse, pero jamás romperse, un vínculo eterno con esa otra persona a las que según nuestro destino nos amaría y amaríamos el resto de nuestras vidas e incluso más allá.
Un hermoso e idílico cuento de hadas, que para la mayoría casi absoluta de los de mi clase, era eso, un cuento de hadas, un ideal que nunca alcanzaríamos ¿Por qué la opinión tan pesimista? Simple, estoy segura de que la mayoría que conocía de los berserker jamás había oído de “una” berserker, y no los culpo, la razón por la que no han oído de una mujer que fuera berserker, es porque prácticamente no las hay. La mayoría de la descendencia de un berserker son varones, y si tienen la suerte de tener una niña, pues bueno, no van a arriesgar su única oportunidad de seguir con la línea de sangre pura en una simple batalla. Por lo que aquí no hay amor, no señores, al nacer o incluso antes, deciden quien será tu parejas más adecuada para poder seguir con el linaje, aquí no hay amor, o romance, el para una mujer berserker el casarse y tener hijos era su deber con la familia y su especie, si lo sé, muy del siglo pasado, pero era lo único que teníamos.
Ahora, no para todos los seres mitológicos era lo mismo, por ejemplo para las hadas como mi amigo quejica Mathew tener un alma gemela era algo muy real y en su medida fácil de encontrar, la hadas podían leer las mentes de todo ser vivo capaz de razonar – sin contar a los animales por más inteligentes que fueran – con excepción de su pareja destinada ¿Por qué? Por algo que Matt me conto hace tiempo y no puedo recordar. Para los Banshees –si, esos también eran reales- era algo un poco lindo, ellos podían escuchar las voces de sus parejas sin importar que tan lejos estuvieran el uno del otro, lo digo en serio, mi amiga Kara me había dicho que varias veces había sido despertada por la voz de quien creía que era su pareja, e incluso a veces podía mantener conversaciones con él. Las brujas que eran cosa seria, como mi tía Alma, encontraban a sus parejas de forma parecida a las hadas, de manera un poco irónica, la magia de una bruja no servía contra su alma gemela, y si me lo preguntan eso era algo muy justo y en algunos casos útiles, ya que imagínense al pobre que tenga como pareja a una bruja y un día cometa un error –por más pequeño que fuera- terminaría convertido en rata o en mosca… Sobre los demonios y ángeles sabia poco, pero por lo que tenía entendido al ser seres “puros” ellos ya estaban completos por lo que no tenían necesidad de un alma gemela, aunque eso en palabras de mi abuelo, no evitaban que fueran unos verdaderos promiscuos, si ángeles también , al parecer de buenos solo tenían el cuerpo.
Finalmente, estaban los cambia formas, lo que para ser sinceros era más bien una habilidad que tenían ciertas personas, habían hombre lobos, tigres, panteras, osos, leopardos y finalmente leones… Ahora, para estas personas el tener alma gemela era todo un tema, ellos podían encontrar a su pareja a través del olor, y por lo que tenía entendido eran muy posesivos y celosos con sus compañeros, debido a que el aroma que emanaba de estos funcionaba prácticamente como una droga para ellos, bonito ¿no? Pues no, o al menos no para mí, quien había tenido la desdicha de ser la probable alma gemela de un león, estaba jodida.
-Iré a mi habitación a tomar una ducha ¿Qué harás tú? –Escuche la voz de Mathew mientras entrabamos a la recepción del hotel.
-Creo que iré a dormir un buen rato y darme una ducha antes de que mi Padre llegue –Respondí oliendo mi muñeca la cual aunque ahora no olía tan fuerte al desodorante de mi amigo como antes, seguía siendo un aroma fuerte que no me agradaba del todo.
-Suena a un buen plan, parece que hoy estas de racha –se burló logrando que yo moviera mis labios haciendo un pequeño puchero –Bueno, iré antes de que el ascensor se llene.
-deberías tomar las escaleras, estas gordo –le sonreí con malicia y él se dio la vuelta para mirarme ofendido.
-¿Gordo? ¿Yo? Jamás – hizo un gesto con la mano haciendo su cabello hacia atrás pareciendo toda una diva y luego ambos reímos –Descansa pirómana –Se despidió con una sonrisa sincera.
-Descansa Esquizofrénico –Le devolví el gesto tomando el camino a las escaleras, mi habitación estaba en el tercer piso por lo que tampoco era tanto lo que tenía que andar.
Al llegar tal y como dije que lo haría me lance a la cama con todas las intenciones de no despertar en un buen rato, había sido un día demasiado largo y lleno de emociones, por lo pronto lo único que deseaba era descansar. Aun cuando intente dormir con todas mis fuerzas, casi esperando un pequeño coma, desperté después de una media hora. Suspire y de mala gana me quite la ropa metiéndome en la bañera esperando que el agua se llevara la pesadez de mi cuerpo, junto con el recuerdo de esa voz y esos ojos que durante la media hora que logre dormir no dejaron de atormentarme. Creo que estuve más tiempo en el baño que lo poco que alcance a dormir, al terminar me puse mi ropa interior y cuando iba a colocarme mi vestido, la puerta fue tocada con insistencia, resople y me coloque una bata del hotel para poder abrir la puerta, de seguro era mi padre quien luego de enterarse a donde había ido, estaba teniendo un pequeño ataque que no pararía hasta que me viera sana y salva.
-Hola Pa-abri la puerta y me calle al notar que la persona del otro no era la mi padre
-Te dije que te encontraría –Dijo el joven de ojos grises haciendo ademan de querer tocar mi rostro, pero yo alcance a reaccionar a tiempo cerrándole la puerta en la cara ¿Ya dije que estaba jodida…?
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