Capitulo 19: Coma de papitas.

Como cada mañana durante las últimas semanas me levante temprano, para salir de mi amada cama hecho un total zombi, aunque mi cama me reclamara por no quedarme con ella el tiempo acostumbrado, sino me apuraba Elena llegaría antes que yo, o alguien llegaría a ella primero. Cuando llegue a la entrada de la mansión, en el suelo, como burlándose de mí, estaba una canasta esta vez rellena con varios chocolates exóticos, y dulces, de haber sido otra la situación, me hubiera alegrado y saltado a ella, pero ahora tan solo podía sentir resentimiento contra aquellos inocentes dulces. Tome la canasta y la lleve a mi habitación asegurándome de que nadie me viera, para cuando finalmente llegue tire a la causante de mi insomnio al armario, junto al resto de las inocentes canastas que habían llegado día tras día, y de que alguna forma me las había ingeniado para esconderlas de su verdadera propietaria, Elena.

Quizás se pregunten porque estoy escondiendo estos aparentemente inocentes regalos, pues es simple, todos ellos vienen de uno de los “pretendientes” de Elena, y si puede sonar muy maldito de mi parte que aplaste los intentos de acercamiento de un pobre enamorado, pero yo  también soy un “pobre enamorado” y aquí yo tenía la preferencia por antigüedad así que el resto se pueden ir demonio, lamento mi lenguaje pero la falta de sueño y el estrés de guardar estas cosas de lucifer está acabando con mi paciencia. Oh y si se preguntan qué pretendiente envía los regalos, pues tan solo se trata de hacer un pequeño trabajo deductivo, primero estaba la respuesta más obvia Vasily, pero él era alguien más directo, ya saben de los que hacen cosas más pequeñas una vez cada mil años, pero que te hacían gritar a lo fangirl por una semana y alardear con tus amigas las cotillas por meses, por lo que él estaba descartado. Luego estaba Lucían quien también era una buena opción, pero lo de él eran los regalos caros, de lujo, y de los que además podía alardear por lo que enviar canastas cutre no era lo suyo. Les seguía de cerca Nate, el ahora conocido pintor, pero él era del tipo de persona que parecía tirar más para el lado de las acciones, que de los regalos. Dejando a todos ellos fuera, tan solo nos quedaba un candidato viable, ¿ya dieron con él? ¿No? Pues se los digo, el responsable de mi mal humor, de que mi cama ya no me quiera como antes, era solo uno, el gran y único Gladiador, Klaus Cetrov a quien le deseo el peor de los infiernos y maldigo con toda mi mágico ser.

-Mathew se nos hará tarde –Escuche a Elena decir en la puerta para luego oír sus pasos al entrar -¿Mathew?

-No iré, me siento mal –Respondí con un ligero quejido, sintiendo como sus pensamientos se debatían entre preocuparse y dudar de mis palabras. –Comí demasiadas papitas… -Murmure abriendo las cobijas dejando ver varias bolsas de papitas vacías, mi acción se ganó un resoplido.

-Por Odín Mathew ¿Qué acaso no sabes lo que es el auto control? –Pregunto sentándose en la cama sosteniendo mi cabeza en sus piernas para acariciar mi cabello suavemente, de no tener que fingir estar enfermo, habría sonreído cual mínimo a gusto con la atención recibida.

-Pero estaban deliciosas…-Susurre logrando escuchar una pequeña risa de su parte.

-Bien ¿quieres que me quede contigo? Podemos pasar todo el día en la cama comiendo sopa y viendo películas de acción –Sugirió y yo tuve que usar toda mi fuerza de voluntad para negarme, perdón suerte por negarme a este pequeño regalo que me ofreces, pero tengo cosas más importantes que hacer.

-No, creo que dormiré todo el día, cuando llegues de la escuela podemos ver algo juntos –Propuse y ella lo pensó un poco hasta que finalmente asintió con la cabeza.

-Bien, pero no más papitas y asegúrate de descansar ¿está bien?

-A la orden general –Respondí con una leve sonrisa ganándome un suave beso en la frente.

-Espero que te mejores, descansa campanita –Se levantó finalmente para caminar a la puerta.

-Nos vemos luego, que tengas un buen día –Le desee de corazón escuchando la puerta cerrarse, suspire de alivio al saber que se había creído el teatro que había logrado perfeccionar con los años, cuando de papitas se trataba Elena jamás dudaba de mi falta de auto control, por lo que juntando los envases vacíos, podía lograr una buena excusa para quedarme en casa.

Ahora era tiempo de iniciar con mi plan malvado, pero primero una siesta reparadora, le debía a mi cama un buen tiempo de calidad juntos, y al despertar quizás atacaría esos delicioso chocolates en mi armario. Al despertar totalmente rejuvenecido, y tomar el desayuno que consto de varios chocolates, me levante para tomar prestado uno de los autos más simples de la cochera y comenzar a conducir a la ciudad donde tenía asuntos que resolver.

Antes que nada, solo quiero aclarar que no soy el tipo de persona que dice “si no eres mío, no serás de nadie”, no, claro que no, tan solo me encargaba de facilitarle la vida a Elena y si de paso alejaba a uno que otro interesado en mi Elena del camino, mejor aún ¿no? Como dije el que Elena llegara soltera hasta esta edad se debía a un 80% a su falta de interés por parte de ella en cualquier persona/cosa/ser que se atravesaba en su camino y un mísero 20% de mi pequeña intervención la cual solo constaba en asegurarse de que la Berserker jamás llegara a mostrar interés, por supuesto nada demasiado radical, tan solo pequeñas cosas por aquí y por allá. Aunque siempre estuve pendiente al momento en que mostrara real interés en alguien para saber hacerme a un lado, y no pueden acusarme de mentiroso o falso, porque eso fue exactamente lo que hice cuando el león apareció, exactamente lo que hago ahora mismo…

Estacione el auto en el centro, haciendo algo de tiempo mientras veía la hora pasar hasta que luego de un rato me encontraba en la cafetería en la cual había citado a la persona con la que me vería, por la cual le había mentido a Elena y a la cual no creí volver a ver en mucho tiempo por no decir nunca.

-¿Cómo diste con mi numero? –Pregunto mi hermana sentándose frente a mí con la misma expresión de fastidio que ponía cuando éramos niños y yo hacía una travesura.

-Luego de verte en la fiesta con el señor Cetrov, asumí que trabajabas para él, por lo que solo tuve que llamar a la sede aquí en la ciudad, diciendo quien era y no demoraron mucho en darme tu numero –Respondí tranquilo mientras leía la carta de postres.

- ¿Qué quieres? Dudo que después de años de no saber nada de mi me hayas contactado para una “reunión de hermanos” –tan dulce y linda como siempre, era un verdadero amor ¿no?

-En primero lugar tú fuiste la que se fue, y si no te contacte fue porque de forma muy elegante mandaste a toda la familia al diablo y a Mama no le agrado –Le acuse decidiéndome por un café para llamar al mesero –Pero tienes razón, no te llame aquí por eso.

-¿entonces porque fue? –Quiso saber, a lo que yo contesto afilando la mirada demostrando la seriedad del asunto.

-¿Qué interés tiene tu jefe en Elena? –Fui directo logrando sorprenderla, cuando de cuidar a Elena se trataba no me iba con juegos y no me dejaría intimidar por nadie, ni por el gladiador, el infierno caería sobre el sí intentaba dañar a mi Berserker favorita de cualquier forma.

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