Capitulo 4: Gatito

-¡Estoy cansado! -dijo riéndose y apoyándose en el marco de la puerta. Alumbré su cara con la luz del teléfono (ya que no se veía casi nada) y vi sus ojos rojos- Saca eso. -se tapó los ojos-

-Maldito infeliz. -dije con rabia- ¿Qué haces aquí?

-Subí por las escaleras. -dijo con una sonrisa tonta-

-¿Hasta el veinteavo quinto piso? -alumbré el pasillo que había afuera y que daba a las escaleras y no se veía a nadie- ¿Donde está Hank?

-Me escapé cuando intentaba bajar a Gina de la espalda del portero -pobre Joshua- Tengo sed. -entró a mi departamento sin preguntar-

-Sal de aquí, Aaron. -me crucé de brazos y él se chocó contra la mesita de café-

-Mierda. -se cayó- Esa mesita tiene algo contra mi.

-Aaron, vete. -me acerqué a él y lo agarré del brazo para ayudarlo a levantar-

-Pero si te extrañé, bella Sarah. -me abrazó antes de que lograra alejarme-

-¡Suéltame! -lo empujé y cayó en el sillón- ¡Eres un imbécil! -lo pateé y me dolió el pie descalzo- ¡Años llorando por tus estúpidas bromas y, ¿Crees que lo olvidaré tan fácilmente?! -él me miró con un pucherito-

-¿Si? -le tiré con mi teléfono en el pecho-

-¡No! -fui hasta la cocina y agarré la linterna- ¡Más le vale a Hank subir rápido las escaleras y sacarte de aquí! -encendí la linterna y vi una rata al lado de mi pie- ¡AAAH! -grité y me subí a la mesada de un salto-

-¿Qué sucede? -preguntó él entrando a la cocina- Tengo sed. -alumbré la rata con la linterna- Oh, tienes un gatito. -se agachó y alzó la rata-

-¡DIUUUG! -me bajé de la mesada y corrí hacia la sala-

-Es tan tierno... -dijo caminando detrás de mi con la rata en las manos-

-Eso no es... -se me encendió la lamparita- Oh... ¿Quieres una foto con mi gatito?

-¡Si! -exclamó con felicidad. Mi sonrisa malévola creció aún más. Agarré mi celular (que quedó en el sillón) y entré a la cámara- Sonríe... -Aaron sonrió y el flash iluminó la sala- Ahora, un video... -comencé a grabarlo-

-¿Como se llama tu gatito? -preguntó acariciando la rata. Era una imagen asquerosa, pero la venganza es dulce-

-Mickey... -me reí-

-¿Como Mickey Mouse? -preguntó acariciando su cabeza-

-¿Sarah? -escuché la que me hablaban. Alumbré hacia la puerta y ahí había un sudoroso y cansado Hank- Mierda, Sarah... Recuérdame no subir nunca más veinticinco pisos en las escaleras... En el decimo segundo ya estaba muerto. -volví a grabar la cara de Aaron- ¿Qué tiene en la mano?

-Una rata. -respondí sin más-

-Es el gatito de Sarah. Se llama Mickey. -dijo Aaron-

-Que asco. -Hank entró a la cocina y escuché el ruido del grifo- Bendita agua... -mi celular estaba a punto de quedarse sin batería, así que dejé de grabar y subí el video a la pagina de la empresa. Ahí siempre subíamos cosas vergonzosas de nuestros compañeros. Había un video mío (filmado por Gina) en donde dormía en mi oficina con la boca abierta- Creo que debemos llevar este pequeño amigo afuera. -dijo Hank volviendo a la sala con una caja en la mano- Pon el gatito aquí, Aaron. -el inepto puso la rata en la caja y Hank la cerró- Sarah, necesito que lleves a Aaron a su casa. Yo llevaré a Gina.

-¿Cómo pretendes que lo lleve? -pregunté-

-Creo que tiene auto. Está en el estacionamiento de la empresa.

-El de seguridad preguntará cosas... -dije apuntando la cara de los dos con la linterna-

-No te dirá nada. Está acostumbrado.

-No sé donde vive. -excusé-

-En su billetera está su licencia para conducir, ahí dice la dirección. -contestó y yo bufé-

-¿No puedo llevar yo a Gina y tú a Aarón?

-Apenas puedo controlarla yo, Sarah. Aaron es más tranquilo, te lo aseguro. -vi a Aarón haciéndole caras al aire y riéndose de sí mismo-

-Me debes una grande. -entré a mi habitación- Voy a cambiarme, espérenme abajo.

-Malditas escaleras. -escuché que Hank decía-

***

-Regla número uno: NO ME HABLES. -dije poniéndome el cinturón de seguridad- Regla número dos: NO TE QUITES TU CINTURÓN. -sentía que hablaba con un niño- Regla número tres: NO TOQUES EL VOLANTE NI LA PALANCA DE CAMBIOS. -Aaron me miraba con una sonrisa tonta mientras asentía. Más que borracho, parecía drogado. Encendí el Mercedes de Aaron y salí del estacionamiento. Estas calles estaban oscuras y desiertas. Eran como las diez menos diez de la noche- Tienes suerte de que sea viernes o mañana irías al trabajo con una gran resaca.

-Bella Sarah... -dijo tocándome el hombro-

-No me llames así.

-¿Prefieres que te llame "Fea Sarah"? -dijo riéndose, pero a mi no me dio gracia alguna-

-No me hables. -sentía pequeños pinchazos en el pecho mientras el apodo daba vueltas en mi cabeza-

-¿Recuerdas cuando tuvimos que hacer esa obra de teatro juntos? -lo miré de reojo. Tenía una sonrisa en la boca desde hacía como una hora-

-Por tu culpa me obligaron a pasar delante de todos a representar esa patética obra.

-A ti te gustaba esa obra. La estabas leyendo cuando nos regañaron.

-Dejó de gustarme cuando tuve que representarla contigo. -apreté el volante-

-Fue divertido.

-No lo fue. Ya cállate. -frené en un semáforo en rojo-

*Flashback*

-Oh, vamos. Debes haberla leído cien veces. -dijo Aaron riéndose. Yo solo quería que se alejara y se callara para que la profesora de teatro no nos regañara-

-Fueron tres, ahora vete. -me hundí en mi asiento-

-Préstamelo. No va a pasarle nada. -lo miré. No sé por qué, pero confié en que no haría nada malo con el libro-

-¿Qué es eso? -preguntó su amigo Christopher-

-El libro de Romeo y Julieta que tenía Baxton. -vi que Christopher agarraba el libro y me alarmé-

-¿El que tiene siempre en la mano? -dijo un poco bajo para que no lo escucharan mientras se reía-

-Suéltalo. -susurré un poco alto, como si "gritara"-

-¿Qué? -abrió el libro y se puso a hojearlo- ¿Tienes miedo de que se rompa? -mientras pasaba las paginas, cada vez era mas bruto-

-No lo rompas, por favor. -supliqué. Él usaba cada vez más fuerza hasta que se rompió una de las páginas- ¡No! -grité. Era un libro con un valor sentimental muy significativo- ¡Rompiste el libro! -grité enojada y miré a Aaron- ¡Dijiste que no le pasaría nada malo!

-Yo no lo rompí. -se encogió de hombros como si no le importara y le quitó el libro a Christopher que reía como idiota-

-¿¡Quién interrumpe mi clase!? -gritó la profesora enojada con su notable acento francés-

-¡Rompieron mi obra! -los señalé-

-¡Yo no rompí nada! -gritó él-

-¿Qué obra era esa? -preguntó con un tono extraño-

-Romeo y Julieta. -respondió él. Tenía la mirada de todos encima y yo estaba poniéndome nerviosa. Eran los tres últimos cursos posando su mirada en nosotros. Estábamos en el teatro de la escuela y compartíamos ésta clase con ellos-

-Suban al escenario y representen el último acto. -la profesora se sentó-

-¡No pienso hacer eso! -gritó Aaron-

-¿Prefiere eso o una sanción, señor Warren? -Aaron me miró a mi, pero yo estaba inmóvil- Me he enterado de que falta poco para ser expulsado... -dijo con desinterés fingido-

-¿No podemos hacer otra cosa? -preguntó con pesadez-

-No. Éste es el castigo por interrumpir mi clase. Tienen diez minutos para hacerlo o irá una sanción para los dos.

*Fin del Flashback*

Cuando me di cuenta, ya habíamos llegado al edificio en donde vivía Aaron. Era uno del centro, y con una muy buena reputación. Entré al estacionamiento subterráneo que tienen todos los edificios como éste (y como el mío) y aparqué en un lugar cercano al ascensor. Me saqué el cinturón y se lo saqué a Aaron. Abrí la puerta y salí.

-Llegamos, alcohólico, baja. -esperé a que bajara del auto (tambaleándose) y cerré con seguro las puertas- ¿En qué piso vives?

-No eres la única con un penthouse, bella Sarah. -dijo riéndose-

-Gracias a dios hay luz aquí. -llamé al ascensor que había en el estacionamiento y me crucé de brazos- ¿Sabías que BellaSara es un juego de caballos, cierto?

-Lo sé. -sonrió-

-¿Lo jugaste? -aprovecharía cada cosa vergonzosa que confiese para usarlo en su contra-

-Miles de veces. -empecé a reír mientras entraba en el elevador- ¿De qué te ríes? Peter era un buen caballo.

-Claro que si. -seguí riéndome y marqué el botón que decía PH-

-Siento haberte causado problemas con la profesora de teatro.

-No importa lo que haya pasado con la profesora. Lo que me molestó fue que hayan arruinado ese libro.

-¿Por qué ese libro y no otro?

-Porque ese era importante.

-¿Por qué?

-Por que mi tío me lo había regalado antes de fallecer. -lo miré con el ceño fruncido y con ganas de llorar de la impotencia- Y no volví a ver ese libro nunca más...

-Siento no haber hecho nada por intentar recuperar el libro.

-¿Qué ibas a hacer? -pregunté, de pronto enojada- ¿Romperlo tú?

-No. Yo te había dicho que no iba a hacer nada malo con el libro. -los ojos de Aaron estaban rojos, el olor a las distintas bebidas inundaban mis fosas nasales-

-Como si prestárselo a Christopher fuese algo bueno. -murmuré cruzándome de brazos- Como si todo lo que tú me hacías hubiese sido bueno.

-Lo sien...

-¡Deja de disculparte ¿Quieres?! -lo miré colérica- ¡Eso no va a dejar la piel de mis muñecas como estaba! -sabía que lo olvidaría mañana, por eso se lo decía. Necesitaba gritarle a la cara muchas cosas que me callé en el pasado, pero el nudo en mi garganta me lo impedía. Él estaba mirándome con confusión- ¡Yo puedo llegar a perdonarte, pero mis cicatrices no! -yo solo veía una figura borrosa frente a mi-

-¿Tú te...?

-¡Si! -grité llevando las manos a mi cabeza para calmar el repentino dolor- Para que veas lo que hacías... -susurré- Para que veas lo que causaste con tus palabras... -suspiré y bajé las manos para subir la manga y mostrarle las diminutas marcas- Este es el momento en el que podrían estar blancas y limpias. -me crucé de brazos y vi las puertas abrirse- Ninguna disculpa va hacerme recuperar las lágrimas, la sangre y el tiempo que gasté en ti y en tus burlas. -limpié mi cara- Trato de olvidarlo, pero aún duele la falta de autoestima. -miré hacia el pasillo- Ya estás en tu casa, vete. -puso un pie para que la puerta no se cerrase y me miró-

-En serio, lo siento. -por un momento me hizo dudar de su ebriedad. Pero las dudas se fueron al verlo caerse mientras salía del ascensor-

-Siéntelo. -marqué el cero y me apoyé en una de las paredes del ascensor-

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