Capítulo 3: Apagón
-Aquí tienes tu ensalada de frutas, preciosa. -dijo Hank entrando a mi oficina. La puerta siempre estaba abierta, no me gustaba que quedara cerrada por que me daba la impresión de que no me enteraría de nada de lo que pudiera llegar a suceder afuera-
-Gracias, Hank... -me levanté del taburete y fui hacia el escritorio que se encontraba del otro lado-
Mi oficina era grande y llena de cosas. Había una biblioteca, un pequeño refrigerador en donde metía alguna que otra bebida, un escritorio con su silla giratoria, mi mesa de dibujo, cuadros hechos por mi padre que compré anónimamente...
Bueno, todo lo que hacía yo era anónimo. La firma a un lado de cada ilustración era anónima, era un hashtag con las letras SB en cursiva. Todos ponen sus nombres y apellidos para ser reconocidos, pero yo no pienso usar el apellido Baxton en mis obras de arte. No es que tenga un problema con mi padre, lo amo, pero no quiero conseguir nada usando el apellido. Por eso, para entrar a la Voss Magazine, usé el apellido de mi madre. Cosa que solo duró unos meses, ya que mi padre le dijo a John que yo era su hija. Si, son grandes amigos los dos. Voss me trata como a su propia hija, pero me respeta por el trabajo que hago, no por el apellido que tengo. Y eso es algo que en verdad aprecio.
-Vi a tu querido amigo cojeando y me contuve para no reírme en su cara. -comentó mientras dejaba la ensalada de frutas en mis manos. Pasé mi lengua por mis labios y sentí el gusto a labial. Hice una mueca- No sé que tiene Gina con cargarte de maquillaje, sin él eres igual de bonita. -sonreí y me metí una cucharada enorme de fruta a la boca-
-¿Quieres? -dije con la boca llena y le señalé el bol-
-Así se te va el encanto, pequeña, cierra el pico para comer. -agarró la servilleta que había traído y me limpió la gota de jugo que me caía por el mentón. Tragué la fruta y me reí-
-Tú siempre con tus costumbres paternales. -le quité la servilleta y me limpié por mi misma-
-¿Quién tiene costumbres paternales? -dijo Gina entrando en mi oficina-
-Éste señor de aquí. -Gina lo miró y le dedicó un gesto de asco-
-Aléjate de mi, hombre responsable. -dijo haciendo una cruz con los dos dedos índices, lo que provocó que los dos riéramos-
-Sabes que no podrías vivir sin mi, Gina cochina. -dijo Hank. Ella lo miró con odio y entrecerró los ojos-
-No me digas así, Hank. -Hank no tenía el mínimo miedo de ser despedido. Sabía que Gina no podría sola y que lo necesitaba para todo- Sabes que eso solo sucedió una vez.
-¿Cómo olvidarlo? Mi auto quedó lleno de...
-No me lo recuerdes. -dijo ella llevándose la mano a la cara-
-¿Cuando te emborrachaste en el bar y tuve que llamar a Hank para que te llevara a casa?
-Si... -respondió él y se río- Tuve que limpiar todo. -Gina le pegó en el brazo y me miró-
-Dejaste inválido al pobre Aaron. -me regañó-
-Se lo merece. -dijo Hank- Es culpa suya que nuestra Sarah sea una desquiciada.
-¡Oye! -protesté riéndome-
-De todos modos deberás trabajar con él, cariño. Intenta llevarte bien.
-Estas diciéndome cariño, Gina. -dije-
-Lo sé y me siento como una vieja de mierda. -me miró como si estuviera asustada-
-Es lo que eres... -canturreó Hank-
-Cállate, papá cansado. -dijo ella-
-Cuando dices "cariño" me recuerdas a mi madre... -dije con ternura para molestarla. Ella me enseñó el dedo medio-
-¿Eso haría tu madre? -me reí. En serio era como una adolescente-
-La verdad que no. -murmuré-
-No puedo creer que ésta señora sea la ídolo de mi hija. -Hank señaló a Gina-
-Señorita. -corrigió ella- Y soy ídolo de muchas chicas, querido.
-Aaw, hasta sonó como si fuese tu esposo. -Gina me miró con miedo y luego se miraron entre los dos. Hicieron una mueca de asco y negaron con la cabeza-
-Prefiero amputarme un brazo. -contestó Hank-
-Antes me corto un seno con una cuchara. -dijo al mismo tiempo que su asistente-
-Bueno, bueno, déjenme comer mi ensalada de frutas, tengo que seguir trabajando. -interrumpí la futura discusión. Ellos me sonrieron y comenzaron a caminar hacia la puerta-
***
Ya era hora de almorzar y yo estaba guardando mis cosas. Al parecer tendríamos el resto del día libre ya que iba a haber un apagón en unas horas (empezaría una hora antes de la hora de salida, pero John quiso dejarnos libres). Adoro a mi jefe.
Me colgué mi cartera en el hombro y caminé en dirección al ascensor. Gina debía estar esperándome abajo con Hank para almorzar juntas en su restaurante favorito, como todos los días.
Me subí al ascensor y presioné el número cero. La puerta estaba cerrándose, cuando una mano se metió en el medio para poder entrar. La puerta volvió a abrirse y vi a Aarón allí. ¡Genial! ¡Momento a solas con él! Maldito hijo de...
-Oh, hola, Sarah. -sonrió y entró. La puerta se cerró- ¿Vas a almorzar con Gina? -miré mis uñas con interés- Sarah... -rayos, debo pintarlas de vuelta, el esmalte está gastado- ¡Hey! -suspiré y volteé con toda la lentitud del mundo-
-¿Qué? -pregunté con inexpresividad-
-¿Almorzarás con Gina? -miré el piso en el que íbamos. Genial, debía esperar otros quince para terminar con el sufrimiento-
-Seh... -respondí intentando hacer que dejara de hablarme. Es extraño, la música del ascensor no sonaba-
-Genial, me invitó a mi también. -lo miré con el ceño fruncido- ¿Qué?
-¿No pudiste decir que no? -quería saltarle a la yugular y arrancársela con las uñas-
-¿Por qué me negaría? -genial, la música no estaba para tranquilizarme, iba a asesinarlo aquí mismo-
-Oh, no lo sé. Tal vez por que iría yo. -dije con sarcasmo-
-¿No puedes olvidar lo que pasó? Fue hace años. -inconscientemente me toqué las muñecas. Por suerte no tenía cicatrices gigantescas. Eran solo unas pocas marquitas rosadas que logré reducir con distintas cremas. Casi ni se notaban al mirarlas-
-Créeme que lo intenté. -bajé mis manos. Diez pisos más, Sarah, solo eso-
-Siento si te causé algún trauma o lo que sea. -habló. Yo comencé a tararear una canción para evitar escucharlo- Era un adolescente estúpido.
-Cinco... -susurré-
-¿Cinco qué? -preguntó. Lo miré alzando una ceja-
-Cinco pisos para dejar de oír tu voz.
-Oh, vamos. -saqué mi celular y me puse a escribirle un mensaje a mi padre- Sarah...
-"I'm loosing control" -canté para que se de cuenta de que no quería hablar con él. La puerta se abrió y salí disparada hacia la recepción del edificio. Allí estaba Gina discutiendo con Hank sobre quién sabe qué- Gina, iré a casa, no me siento bien.
-Yo te veía muy bien en el ascensor. -dijo Aaron, lo miré con la mejor cara de asesina y le sonreí a Gina-
-¿Éstas bien? ¿Quieres compañía? -dijo ella preocupada-
-No, estaré bien. Llevo trabajo a casa. -palmeé mi bolso-
-Espero que tu repentina enfermedad no tenga que ver con el invitado indeseado... -me murmuró Hank en el oído mientras caminábamos todos hacia afuera-
-Ojalá pudiese decir que no a eso. -respondí y Aaron abrió la puerta como todo el "caballero" que es-
-Qué educado... -dijo Gina con una sonrisa. Aaron le devolvió el gesto- Gracias. -Gina pasó. Aaron me miró a mi, y yo salí sin dirigirle palabra alguna-
-Adiós, Gina. Adiós, Hank. -besé sus mejillas y me preparé para cruzar la calle- Los veo el lunes.
-¿Quieres que pare un taxi para ti, Sarah? -preguntó Aaron. Mis ganas de empujarlo hacia la calle aumentaron más al verlo siendo tan caballeroso. Inepto-
-No hace falta, guapo, ella vive en el penthouse del edificio de en frente. -le dijo Gina. Yo me despedí con la mano y crucé cuando no venía ningún auto-
De vuelta a mi cueva.
-Hola, Joshua. -saludé al portero-
-¿Salió temprano hoy, señorita Baxton? -sonrió-
-Si, habrá un apagón desde aquí hasta dentro de dos manzanas en unas tres o cuatro horas y John nos dejó salir ahora.
-Estoy enterado del apagón -dijo- ¿Quiere que pida su comida?
-No, Joshua, tengo comida arriba. Gracias. -caminé hacia el ascensor- Nos vemos...
De vuelta a la Sarah-Cueva.
Subí a mi dulce penthouse (cortesía de mi padre) y tiré los tacones en lo más profundo del armario. Me quité el vestido y lo cambié por un short y una blusa. Hacía un calor de mil demonios.
Me miré accidentalmente por el espejo. Al parecer no era el vestido el que me hacía gorda, era yo quien estaba ensanchándose. Debe ser por la cantidad de comida que estoy comiendo últimamente. Debo dejar las papitas, los chocolates, los nachos, las hamburguesas, las sodas... En síntesis: Debo comer sano.
Tal vez mañana.
Fui hacia el refrigerador y saqué la ensalada de pollo que había cocinado la noche anterior. Me senté en el sillón a mirar televisión mientras comía.
Y así era mi vida... Aburrida. Estaba pensando en adoptar un gato para no estar tan sola. Las noches en donde me quedaba a ver una película de terror eran insoportables. No sé para qué me pongo a verlas si soy una miedosa que vive sola.
Después de comer decidí quedarme a dibujar lo que me pidieron en la sección de humor hasta que suceda el apagón. Estaríamos sin luz desde las siete hasta las tres de la mañana. Puse mi celular a cargar y los borradores en mi mesa de dibujo frente a la ventana.
A las nueve, luego de dos horas del corte, decidí salir al balcón a apreciar la vista de mi hermosa ciudad. Desde el veinteavo quinto piso era mágico. Las luces, los edificios, los autos... Digno de un dibujo. Lástima que ya tenía unos veinte de lo mismo por que, siempre que subía, la vista me inspiraba a dibujar.
Mi teléfono sonó.
-¿Hola?
-Sarah, necesito ayuda.
-¿Hank? -pregunté extrañada- ¿Qué pasó? -entré a la sala-
-El almuerzo se extendió desde las dos de la tarde hasta ahora y Gina embriagó a Aarón. Luego se embriagó ella y ahora tengo a dos ebrios hablando estupideces.
-¿Y qué quieres que haga? -me senté- No hay luz y no tengo auto.
-Estoy abajo con los dos ebrios... Espera. -hubo una pausa- Perdí a Aarón. -escuché la risa de Gina a lo lejos y un grito como "Las escaleras"- Rayos.
-¿Pero qué...? -hubo un sonido raro- ¿Hank? -nada- ¿Hank?
Escuché que tocaban la puerta. Fui hasta allí y la abrí, mirando el teléfono. Subí la vista y me quedé inmóvil.
-¡Eeeh! ¡Bella Sarah!
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