Un día con papá 🥇

Especial navideño y fin de año (1/3)

2 año después...

Xavier

Zapatos, lonchera, cuadernos, lápices, suéter, botella de agua, tareas...

Intento mentalizarme todo en la cabeza mientras reviso los bolsones de los niños; sé que esta es tarea de Nadia y de Kiara pero debido a que la niñera de mis hijos llegó a enfermarse de una severa gripe que la ha dejado en cama, le di varios días de incapacitación hasta que se curara o se sintiera mejor, mientras que Kiara, mi hermosa reina y esposa, tuvo que regresar de imprevisto a la casa de mis suegros debido a que su padre se cayó de las escaleras al pintar la casa, lo cual consiguió un pie enyesado debido a que de la caída ganó una fractura.

Johann por el momento se encuentra fuera del país con Bella, Stephene y Gael; lo cual por negocios no puede volver pronto, y Martin, Melody, Aldo, Nick y Loraine se encuentran de vacaciones en Sudamérica, aunque Martin de encuentra por trabajo universitario haciendo unas expediciones arqueológicas sobre pueblos antiguos.

Así que por ley, Kiara me mencionó que no se me ocurriera interrumpir los viajes de nuestra familia y eso sin decir que prefirió irse de inmediato con solo decirme que esta vez no me daría indicaciones sobre qué hacer con los niños ya que número uno, ellos pueden arreglárselas en algunas cosas por su cuenta y número dos, son mis hijos, así que debo de conocerlos mejor que nadie.

¿Cuál es mi problema en este momento?

Que es el primer día en que mis hijos vuelven a clases, el cual odio debido a que siempre me empiezo a confundir en lo que debo de guardar en sus mochilas o simplemente acordarme que es lo que usan en su primer día. Pero en estos momentos no me acuerdo de nada, parezco como si tuviera amnesia y eso sin decir que cada vez que hago algo, olvido lo que iba a hacer antes.

Corro a la habitación de Kaleb y lo encuentro muy dormido, tanto que su cabeza está escondida debajo de su almohada; molesto porque su despertador debía de haber sonado hace quince minutos, entro a su habitación y jalo las cortinas a sus respectivos lados de la ventana haciendo que los primeros rayos del amanecer tengan que despertarlo.

—Kaleb —lo llamo pero no responde —, Kaleb —vuelvo con un nuevo intento pero no se mueve —, ¡Kaleb! —le quito las sábanas y la almohada de su cabeza.

— ¿Qué papá? —se dio la vuelta en vez de levantarse.

—Levántate hijo, debes de prepararte para ir al colegio —intenté levantarlo tomándolo de los brazos.

—Cinco minutos más. —Suplicó.

— ¡No! ¡Ahora! —grite y está vez si se despertó.

Dejó ir un gruñido un poco molesto debido a que lo levante a empujones, caminó a la ducha en donde veo como empieza a desabotonarse los botones pero por el sueño sus dedos apenas pueden tocar su camisa y eso sin decir que sigue bostezando.

—Ven aquí. —Lo llamó para que se acerqué a mí.

Se rasca los ojos mientras espera a que desabotone su camisa de dormir; lo hago con tanta rapidez que cuando he terminado mi trabajo, le quito pronto la camisa para darle un empujoncito para que se meta en la ducha pero apenas cierra la puerta cuando pasan ocho minutos y sigo sin escuchar la ducha, así que no me queda de otra que entrar al cuarto de baño y encontrarlo solo con sus calzoncillos mientras cepilla sus dientes.

— ¡Papá! —intenta cubrirse con la cortina del baño.

— ¡Perdón! Pensé que te habías quedado dormido. —Salí del baño para ir a la siguiente habitación tomando en cuenta que mi hijo mayor pronto se tomará su baño.

Camine a la habitación de Aurora y me di cuenta que la cama ya se encontraba sola pero no había ningún rastro de mi hija; pienso que puede estar en la ducha así que intentando saber que ya se despertó, tocó la puerta pero no recibo ni un llamado de su parte y eso sin decir que a pesar que le llame varias veces por su nombre, no se escuchó nada.

—Papá, me ayudas —me di la vuelta y la encontré ya vestida.

Hice una mueca al ver que el peine se había quedado enredado en un lado de su cabello castaño haciendo que se le hiciera un nudo.

— ¿Te pusiste acondicionador? —me acerqué para intentar quitarle el peine.

—Sí. —Dijo sin previo aviso.

Ante todo, mire que tan grande es el problema pero solo encontré un par de nudos y un peine enredado entre los varios mechones que no le permitían seguir peinando.

Intente quitar los mechones de su cabello lo más rápido posible pero entre más quitaba mechones, Aurora chillaba del dolor y llegaba a poner sus manos en la cabeza para aliviar los jalones de cabello.

No puedo creer que en ocasiones Aurora tuviera que tener nudos en su cabello, ni siquiera entiendo porque en ocasiones su cabello es lacio y otras veces rizado y a pesar que, intento hacer las cosas de manera paciente, me doy cuenta que los minutos pasan y aún tengo que ir a ver a Fionn.

— ¡Ay! ¡Papá! ¡Me duele! ¡Despacio! —protestó ella.

De un solo tirón arranque el peine de su cabello, lo bueno fue que no perdió cabello, lo malo es que esto puede provocarle un buen dolor de cabeza.

—Listo —murmuré.

—Mamá lo hubiera hecho suave... —comentó a lo cual me sentí mal porque fui demasiado agresivo.

—Lo siento hija —me disculpe avergonzado.

Tome la silla de su tocador para ponerla en el centro de la habitación, hice que se sentará para yo empezar a peinarle rápido el cabello; está vez fue más fácil bajar el peine hasta las puntas de su cabello debido a que quite varios nudos del camino con mis dedos antes de pasarlos con el peine y peligrar que de nuevo se enredara y hubiera un nuevo problema.

— ¿Puedes hacerme unas coletas? —pidió de favor.

—Lo intentaré... —musite para mí mismo.

Me rasqué el cuello de los nervios y busque un par de ligas para ponerlas en mi muñeca y así empezar con el nuevo peinado; jamás en mi vida había intentado hacer coletas, puedo hacer otro tipo de peinado para niñas menos ese y lo peor es que cuando intente poner la segunda coleta, creí que me había llegado a salir bien el peinado pero el problema fue que cuando Aurora saltó de la silla y fue a verse en el espejo, encontré uno tras otro defecto.

Y el primero fue ver que una coleta se encontraba más arriba que la otra.

¡Maldición! Si sigo peinando a mi hija, sé que el tiempo se irá volando y aún tengo que preparar las loncheras, las mochilas y eso sin decir que ver el uniforme informal de ellos, va lo indicado.

Es claro que mi personal puede hacer esto por mí, pero el problema es que quiero demostrarle a Kiara que soy un padre ejemplar y que puedo arreglármelas por mi cuenta, qué quiere decir eso, que tengo que hacer las cosas solo.

—Hija, busca los zapatos que llevaras, mientras tanto, iré a ver a tu hermano. Vuelvo en un momento. —Ella asintió sin discutir.

Corrí a la habitación de Fionn y me di cuenta que empezaba a ponerse una camisa naranja con un detalle de estampando en medio; pero antes de poder encontrar todo en orden, me doy cuenta que la cabeza de Fionn se quedó atrapada en la camisa, haciendo que solo mirara su cabello azabache.

— ¡Papá! ¡Ayuda! —grito desesperado.

Fui hasta Fionn e intente quitarle la camisa, cuál es el problema, que ya se había puesto la mitad de la camisa, eso significa que no sé cómo quitarle la camisa, sin que le dañe los brazos atorados en las mangas y el cuello de su camisa que está a mitad de su frente.

—Levanta los brazos y cuenta conmigo... —Escuché un susurró de su voz.

—Uno... —Dijimos ambos a la vez.

Levanté su camisa y empecé a jalarla un poco hacia arriba para que en el siguiente intento empezara a quitársela.

—Dos... —Repetimos.

— ¿Papá? —Mire al lado de la puerta.

—Kaleb, ayúdame con tu hermano. —Observé como Kaleb soltó sus zapatos que los trae en la mano para agarrar las caderas de su hermano.

Observé como Kaleb se posicionaba y me daba una señal para mostrarme que ya se encuentra listo con el plan de sacar a su hermano de la camisa.

— ¡Tres! —grite.

Agarre la camisa y empecé a querer zafarla de la cabeza de Fionn, mientras que Kaleb sujeta a su hermano de la cintura para hacer un poco más de fuerza y no llegar a caerse.

La camisa empezó a salir a pesar que Fionn gruñía de dolor, estuve a punto de detenerme pero un movimiento en brusco hizo que cayera de espalda y Fionn cayera encima de Kaleb; la camisa termino en mis manos y pronto observé como una marca rosa quedaba en la cabeza de mi hijo menor, asegurándome que la tela había empezado a apretarle con mucho dolor.

— ¿Están bien? —me acerqué a ellos para ver si no se han golpeado.

—Creí que mi cabeza no saldría de ahí —Fionn se masajeo la frente.

—Me di un buen sentón. —Kaleb se acarició el trasero. —Papá, necesito ayuda con las agujetas de los zapatos. —comentó.

Antes de ayudar a Kaleb con sus zapatos, escogí una de las camisas polo del armario de Fionn, al ver que sus jeans son azules, saque una amarilla para quitarla del colgador y ponérsela mientras que abrochaba dos de los botones.

— ¿Podrás con tu cabello? —le pregunte al pasarle el peine.

— ¡Claro! —Dijo con absoluta normalidad.

Tomé los zapatos del piso y pronto empecé a ponerle uno a Kaleb para después amarrarle las agujetas mientras memorizaba y mencionaba en voz baja la historia del conejo que se mete dentro del agujero; el cual todo esto es compatible a los acetatos.

—Papá, mi cabello. —Llegó Aurora.

—Ahora mismo, hija. —dije muy rápido.

Ni siquiera llegue a observar cómo le puse el otro zapato a Kaleb, como a su vez, de cómo se lo amarre porque tomé el peine de Aurora y sin consultárselo, preferí hacerle una trenza.

Soy mejor en eso que en hacer coletas, por lo cual no me tarde mucho en hacérselas cuando tome un listón de su mano el cual serían para sus coletas, ni me tarde mucho cuando se lo puse en la terminación de la trenza y el peinado ya se encontraba hecho.

— ¡Listo! —ella camino hasta el espejo de su hermano.

— ¡Que linda te quedo la trenza, papá! ¡Me encanta! Están mejor que las coletas. —Ella sonrió animada.

Suspire al ver que todo ya casi se encontraba hecho, así que antes que sucediera otra cosa, tomé la mochila de Fionn y dentro de ella puse tres cuadernos, un libro, el estuche de sus lapiceros y una libreta para que anote sus tareas. Después que termine, proseguí con las otras dos mochilas que faltaban para así bajar corriendo las escaleras del segundo piso para ir al comedor y ver que ya se encontraban los desayunos hechos... Cereal, pan tostado, fruta, yogurt, huevos, tocino, jugo de naranja, café.

Los niños bajaron y antes de ir a comer, Kaleb agarro una punta de mi blazer para llamar mi atención.

—Papá, me has puesto un zapato de Fionn. —Observé como Kaleb me enseñó el zapato diferente que el otro.

— ¡Oh Dios! —Me golpeé la frente con la palma de mi mano.

Lo bueno es que Kaleb trae consigo el otro zapato de su estilo, así que se lo quite para ponerle el correcto y así tomar el de Fionn y dejarlo a un lado del comedor. Pronto me acordaría de llevarlo a su lugar, así que me acerque a la mesa y me senté para ser el siguiente en comer rápido, revise mi reloj de mano y pronto conté que solo nos quedan quince minutos para comer para así ir al colegio.

No dude en ver que mis hijos no tardaron mucho en seleccionar su propia comida de la mesa, donde Kaleb eligió el cereal, Aurora la fruta con el yogurt y Fionn, no tardo en comerse los huevos con el tocino y el pan tostado mientras bebe del jugo. Y bueno, en mi caso, solo me toco tomarme el café.

—Majestad, las loncheras ya se encuentran preparadas. —Llegó Maggie.

—Te lo agradezco. —Una cosa menos por la cual preocuparme.

Después de quince minutos, ya me encontraba en la puerta con los niños, salimos de casa e hice que subieran al auto para irlos a dejar al colegio; los primeros minutos de la mañana fueron abrumadores y eso sin decir que jamás había sentido la adrenalina correr de manera agitada por todo mi cuerpo.

Suspire cansado y me a recosté en el respaldo del asiento del auto, intente descansar pero fue imposible porque Kaleb, Aurora y Fionn comenzaron a hablar acerca de cómo será su primer día en clase, no puedo llegar a comentar lo mismo que ellos o involucrarme en esa conversación interesante debido que mis padres prefirieron que tuviera estudios privados en casa con los mejores profesores del país; en cambio Kiara y yo, llegamos a tener la idea que nuestros hijos en vez de involucrarse a tener estudios dentro de casa, socializaran más en tener estudios exteriores y que compartieran los mismos aprendizajes con otros niños; creemos que ha sido la mejor decisión de todas y hasta el día de hoy no nos arrepentimos de nada.

—Papá, cómo fue tu primer día de clases. —Preguntó Kaleb.

Lo mire a los ojos y le di una leve sonrisa recordando lo impaciente, emocionado y nervioso que me encontraba en mi primer día de clases, no importaba que mis primeros aprendizajes fueran en casa, el problema siempre se focalizo en que sería el único alumno de mis profesores, en donde jamás podría copiar un examen, esperar que otro hiciera una pregunta, que tuviera la oportunidad de entregar tarde la tarea mientras que la hacía y los demás estudiantes la entregaban o poder dormir un momento mientras que el profesor explicaba la clase a otros y no solo a mí; eso siempre fue lo injusto de ser el único en recibir clases. Por eso, es seguro que jamás olvidaré la sensación de mi primer día de clases.

—Creo que antes de entrar al salón, tuve ganas de huir y esconderme debajo de mi cama. —Dije avergonzado del recuerdo.

— ¿Podemos hacer lo mismo? —Inquirió Fionn.

—No lo creo, hijo. Es claro que su mamá no querrá que suceda eso —me rasqué la nuca.

Fionn hizo una mueca para volver a quedarse callado, por órdenes de su madre, el día anterior antes de irse, le mencionó que no debe de hacer una maldad en el colegio, ya que él es el que hace demasiadas travesuras al encontrarse en el salón de clases, más porque el último año recibimos tres llamados de atención de parte suya debido a que hizo escándalos con los profesores que no le agradaba.

A lo lejos observe el colegio y como varios padres dejaban a sus hijos al hogar del estudio y del aprendizaje; muchos niños de varias edades se despiden de sus padres para entrar corriendo o caminando a la puerta principal del colegio, algunos simplemente solo se limita a esperar a sus amigos y otros nada más a dar un recorrido.

Suspiro un poco intranquilo y pienso que este día a los niños les irá mejor de lo que pienso; apenas unas buenas escenas son recreadas en mi mente cuando el auto se detiene y el chofer nos anuncia de la llegada de nuestro destino.

Por situaciones cotidianas de ser rey, pronto siento como el mismo chofer nos abre la puerta del auto y espera a que baje, lo cual no tardó en hacerlo para ver como Aurora seguido de Kaleb y por último Fionn, salen del vehículo para quedarse a mi lado y esperar a que los acompañe hasta la puerta de su salón de clases. Es algo normal que suceda esto, y lo aprecio demasiado porque sé que dentro de unos años uno de los tres o los tres terminaran por sentir vergüenza que su padre los llegue a dejar al colegio, así que por el momento, disfruto de estas situaciones para no sentir que pronto les llegará la adolescencia y todo esto cambiara.

Mientras caminamos, muchas miradas se posan en nosotros, como también reverencias innecesarias que como familia real hemos llegado a acostumbrarnos desde que pisamos aquel colegio. Kiara tiene razón en cierta parte, donde por más tiempo pase e intentemos adaptarnos a la vida de reyes, habrán cosas que jamás podremos acoplarnos a ellas y sentir la mirada de tus súbditos con su inesperada reverencia hace que esto se vuelva extraño y complicado en una bonita mañana.

Busco el salón 170 A para encontrarlo y ver como una profesora sigue empujando con mucho cariño a varios niños para que entren al salón y reciban su primera clase, así que apenas llegamos cuando Fionn se da la vuelta y me da un pequeño abrazo antes de decirme lo mucho que me extrañara durante las primeras horas de la mañana; con cariño recibo aquellas palabras y el abrazo de mi hijo para ver como es el siguiente en entrar a su salón asignado y así tomar uno de los primeros pupitres de adelante.

—Saldrán a las 12:30 de la tarde, majestad. —Me recordó la maestra.

—Gracias, vendré por Fionn a esa hora. —Le regale una sonrisa simpática.

Ella se dio la vuelta y entro al salón para terminar de cerrar la puerta.

Camine a la siguiente aula que será la 175 B la cual es donde se quedará Kaleb; así que con solo ver que entre medio de la puerta se encuentra un profesor con un enorme bigote, observó cómo Kaleb hace una mueca de horror hasta presentarse en frente de él.

—Majestad. —El hombre quien es profesor y representante de dicho salón termina por darme una reverencia.

—Buenos días. —Contesto.

—Nos vemos más tarde, papá—dijo Kaleb antes de entrar. —Te quiero. —Le sonreí mientras intente no revolver su cabello para no desordenarlo.

—Yo también te quiero. —Apenas escuche ya que se fue corriendo a tomar uno de los asientos de en medio.

Me despedí de aquel profesor para proseguir al último salón, el cual es el 178 C en donde tocará Aurora. Así que al ver que afuera de la puerta se encuentra una profesora con un vestimenta casi de los hippies, a Aurora casi se le sale una risa pero se contuvo al ver que negaba para que evitara burlarse, aunque la razón más real es que prefiero que no se ría sino seré el siguiente en carcajearme.

— ¡Oh! ¡Así que tú eres Aurora Ravenscroft Leaky! ¡La princesa de nuestro hermoso país!—Me sorprendí al ver como esa profesora irradiaba positivismo y felicidad.

—Eh... Sí. —Afirmó Aurora al verla extraño.

—Te encantara estar conmigo, aprenderás mucho que querrás estar más tiempo aquí —intenté no reír.

¿Aurora? ¿Mi segunda hija gustar de quedarse todo el día en el colegio? Es como decir que los perros hablaran el idioma de los humanos, a los peces le saldrán patas, las vacas terminaran por volar, los alienígenas tomaran pronto el planeta tierra o que es más fácil cubrir el sol con el dedo pulgar que esperar a ver un eclipse.

—Además, llevas el nombre de la Bella Durmiente, a ver si aquí aprendes a llamar con tu voz a las aves. —Aurora se asustó con eso. —Y cantaremos, eres tú, la dulce ilusión que yo soñé...—Aurora dejo ir dos pasos hacia atrás.

Antes que la profesora dijera algo, llegó otro niño del cual ella se terminó por distraer para empezar a hablarle igual que a mi hija; así que mientras que le daba una mirada a dicha profesora que no dudo que impartirá Ciencias Naturales, siento como luego una voz me distrae en pensar en lo extraño que sería convivir con una maestra que piensa de forma muy optimista y que deseará que todos los días para los niños se vean envueltos de flores y de un buen día.

—Pss... Papá... —Escuché el susurro de Aurora así que me agache para quedar a su altura.

—Si hija... —Ella se acercó, cubrió mi oído con sus dos manos para que las palabras no salieran al aire hasta susurrarme unas palabras.

Antes de decirlas, miró a la profesora para ver si no nos observaba a ambos, y al ver que no lo está haciendo, no tardó mucho tiempo en repetir unas palabras que yo mismo había mencionado hace un par de minutos dentro del auto.

— ¿Puedo huir y esconderme debajo de mi cama?

(...)

Llegue al castillo para estar al tanto del trabajo que debo hacer en el día antes de recoger a los niños de sus clases; camine a mi oficina para recordar que cosas debo de entregar. Abrí la puerta, me acaricie el cuello y pronto me senté en mi silla, en donde antes de darle una ojeada a los primeros papeles de la mesa; escuché que alguien tocó la puerta, así que respondí rápido para que pronto mi asistente me tenga informado de todo lo que habrá que hacer para este día.

—Buen día rey Xavier. Le tengo las últimas noticias. —Comenzó Jonás.

—Prosigue... —Dije para que continuara y no se quedará esperando a que alzara mis ojos a él para que hablara.

Mayormente me concentre siempre en los documentos que en las noticias pero siempre me muestro atento a escuchar que hay en el día para ver si en el reino ha llegado a haber un problema o que existan cosas que no les llegue a complacer una cierta parte de la nación.

—En Getsemaní lo han invitado a usted, a la reina, a los dos príncipes y a la princesa a un banquete que se celebra por la creación de dicha ciudad; en Limas del Paraíso, se ha inaugurado el nuevo centro recreativo, así que el alcalde lo quiere presente para que sea usted quien corte la cinta; en Baltimore, están haciendo lo posible para recuperar uno de los ríos que se ha secado por la temporada; en Danville, las cabañas que están cerca del lago terminaron por dañarse, así que se hará una nueva reconstrucción, mientras tanto, los habitantes del lado Norte de la clase baja se encuentran alegres porque este año hubo una gran cosecha para sus tierras; y las casas, la nueva iglesia y la escuela del lado Sur casi están por ser terminadas. —Termino por darme todas las noticias.

Tome aire profundamente para guardar toda esa información, al menos a Kiara le encantará escuchar la noticia que pronto las obras que se han hecho en el lado Sur están pronto por terminar para darles unas buenas viviendas y educación a esas familias de escasos recursos.

El teléfono de la oficina empezó a sonar, que ni siquiera tuve que mover un dedo para cogerlo porque Jonás rápido lo tomó para hacer el típico llamado de una respuesta educada para luego mostrarse sorprendido y pronto pasarme el teléfono sin decirme una palabra.

— ¿Quién? —pregunté a agarrar el teléfono.

—La reina Kiara. —Sonreí.

—Puedes retirarte, si tienes algo importante que decirme, ven dentro de veinte minutos. —Asintió y se marchó.

Al quedarme solo en la oficina, me a recuesto en el respaldo de la silla para escuchar unos momentos la suave y tranquila respiración de Kiara, la había añorado la noche entera que se me hizo difícil dormir y ahora al despertarme y ver que no se encontraba, fue decepcionante porque así como ella es el motor de alegría de la familia, lo es para mí para comenzar con el pie derecho en la mañana.

—Cariño. —Le llamé.

— ¿Por qué tardaste tanto? —Protestó.

—Debe de parecerte extraño pero me gusta escuchar tu respiración. —Me sincere.

Escuché como soltó una pequeña risa, casi puedo estar seguro que se ruborizo y eso sin decir, que debe de haber agachado la cabeza para ocultar ese rubor rosa que comienza en una mejilla y termina en la otra.

— ¿Cómo estás? Y ¿cómo está tu padre? —Le pregunté.

—Bien, el doctor dijo que debe de seguir a pie de la letra sus indicaciones para que le quiten el yeso en un par de semanas. —Me explica.

— ¿Se encuentra disgustado? —A veces puede ser por la molestia del peso que el yeso cubre la pierna.

—No, bueno, le pica la pierna y en ciertas ocasiones se siente abrumado por tener que usar las muletas para trasladarse de un lado a otro. —«Algo normal» dije en mi mente.

—Bueno, por lo menos en el caso de tu padre, sé que él seguirá con las indicaciones del doctor, no como una traviesa que conozco que sé que no lo haría. —Ambos reímos.

Hablamos durante varios minutos que casi escuchar la voz de ella fue un buen potencial para seguir con mis deberes reales en la mañana; no sabía que es lo que tiene Kiara para hacerme sentir mejor cada día a pesar de todas las cosas o problemas que tenga con mi trabajo, pero estoy seguro que su personalidad hace que cambie mi vida y vea en otro panorama las cosas.

— ¿Cómo te fue por la mañana? —Pregunta por todo lo que debía de haber hecho con los niños para llevarlos a salvo al colegio.

—No te mentiré pero es demasiado agotador tener que preparar a los niños para llevarlos al colegio. —Aún sigo traumatizado con el peine enredado en el cabello de Aurora, la camisa atorada en la frente de Fionn y el par de zapatos distintos de Kaleb.

—Y no me lo creías. —Se burló ella.

Sí, es probable que nunca le hubiera dicho a Kiara que eso de preparar a los niños para llevarlos a cualquier evento o lugar es sencillo como quitarse y ponerse la camisa, sin embargo, las cosas hasta el día de hoy fueran diferentes.

—Te extraño. —Le revelo. —Y los niños también.

—Yo también los extraño mucho. —Susurró con voz triste.

Quizás la distancia no fuera tanto el problema, pero he llegado a entender que con el tiempo cuando te separas de una persona que amas tanto es imposible no añorarla a pesar que no la veas un día, ya que te adaptas a todas las costumbres de esa persona, tanto que ese vacío queda en el ambiente.

—Cuida mucho a tu padre, así quizás no te dejé más trabajo de lo habitual. —Intenté poner un poco de risa a la conversación.

— ¡Uf! Ya tengo mucho con ser reina y con lo que no estaré en casa, las tareas sé que aumentaran. —Sonreí.

La mantuve al tanto de los pronósticos del día con las noticias más importantes y relevantes; quizás no fuese necesario los detalles ya que en ciertas obras, Kiara es la que ha estado más involucrada que yo y eso sin decir que con el paso del tiempo se ha vuelto una mejor arquitecta que yo, bueno, Kiara ha mejorado en varias de sus habilidades que no había conseguido en los primeros meses en ser competidora y ahora quién la viera aportando buenas ideas, manteniendo una buena relación con el público y haciendo buenos planos de arquitectura.

Dejamos de hablar aproximadamente dos horas después para yo proseguir con mis actividades del día y ella para cuidar a mi suegro; no puedo decir que toda la mañana estuve aburrido porque para ser sincero, me entretuve en varios documentos que no llegue ni siquiera a darme cuenta de la hora que debía de traer a mis hijos. Además, mayormente siempre paso demasiado ocupado para creer que el tiempo pasara lento y tendré más tiempo para ocuparme de todos los deberes que tengo pero aun así el tiempo suele ser corto; y cuando menos lo espero ya es hora de traer a mis hijos y de almorzar.

(...)

—Bueno, creo que primero deben de hacer las tareas para luego quedarse jugando, ¿no?—los tres asintieron. —Bien, entonces, descansen un momento y a las tres comienzan con sus deberes. —Les di unas órdenes antes de que marcharan a sus habitaciones o cualquier lugar antes de comenzar a hacer las tareas.

El almuerzo había sido entretenido después de que Kaleb, Aurora y Fionn comentaron acerca de cómo fue su primer día de clases, a los tres les fue bien y llegaron a tener un entretenido día en la escuela; aunque la parte menos emotiva de ellos fue que les dejaron deberes y eso sin decir que solo es el primer día de los diez meses que deben ir a estudiar.

Por lo menos me alegro que Fionn no se haya metido en problemas en su primer día, como también que Kaleb no se haya comido algún chocolate en media clase en donde pudo haber recibido un regañado y Aurora que termino por hacer más amigas.

Lo bueno de ello sería que tendría un momento para trabajar, ¿cuánto durará ese tiempo? Pues, por lo menos debo de avanzar algo con mi trabajo antes que los niños quieran que le ayude con sus deberes.

—Majestad, le tengo una noticia... —Por el rostro de Jonás sé que no es nada bueno.

—Habla. —Caminamos uno al lado del otro mientras nos encaminamos a mi oficina.

—La llegada del gobernante de Indonesia acaba de adelantarse —me detuve en seco al escuchar eso.

— ¿Para cuándo? —Dije atónito.

—Hoy mismo. —Me asombre a la noticia.

¿Hoy? ¿Exactamente hoy que no tengo organizado nada y estoy cuidando a mis hijos? Esto no puede ser real debe de ser una broma pero como rey me debo de tomar las cosas en serio y sin burlas.

Esa reunión estaba programada para dentro de tres semanas y de un día para otro las cosas cambian y no es el momento correcto para organizar un pequeño evento para darle la bienvenida al gobernante de una de las alianzas fuertes de Nueva Erlanwood.

— ¿Dijo a qué horas se presentara? —Jonás busco en su agenda.

—A las cuatro y media. —Me toque el puente de la nariz con molestia.

—Bien, necesitare que hagan un pequeño buffet de comidas y postres de Indonesia; necesitare la sala de visitas organizada y limpia para una bienvenida solo para dos personas; no quiero nada ostentoso y extravagante, algo sencillo y cómodo. Y mantén listo la limusina; a las tres y cuarenta necesitare que Jerry recoja al gobernante al aeropuerto. —Gire mis talones y volví por el mismo camino donde antes me despedí de los niños.

No voy a poder quedarme toda la tarde con mis hijos al saber que la conversación que tuviera con Raharjo será larga, eso quiere decir que no me quedará tiempo para ayudarles con sus deberes y la verdad, si ellos están presentes en la reunión, dudo que el gobernante de Indonesia y yo podamos hablar de negocios cuando conozco a mis hijos y sé que harán diversas preguntas que serán una distracción ante el verdadero motivo porque Raharjo ha venido a Nueva Erlanwood.

Al primero que me encontré en el patio, a recostado en el césped con una manta bajo de él fue a Fionn quien posiblemente se encontraba mirando el cielo y formando dibujos con las nubes.

—Fionn, necesitare tu ayuda. —Él se levantó sin decir nada. —Tenemos un 3312... —Abrió sus ojos de manera enorme —recluta a tus hermanos y llévalos a la sala de té y diles que lleven las tareas. —Camine de regreso a casa rápido.

—Pero... ¿qué no dijiste que descansáramos antes? —Suspiré cansado.

—Lo sé, lo lamento hijo. Luego se los recompensare a los tres. —Se lo prometí.

Fionn no tardará en encontrar rápido a sus hermanos, así que mientras los encuentra seguiré planeando la bienvenida para el gobernador de Indonesia.

Pero son solos unos minutos en lo que me tardo cuando me los encuentro a los tres con sus cuadernos; lo bueno es que todos solo llevan uno en mano, así que por lo menos me alegro que ninguno de ellos tenga más de una tarea.

Los llevo hasta la biblioteca y nos sentamos en la misma mesa para ver que Kaleb tiene tarea de ciencias sociales, Aurora de matemáticas y Fionn de ciencias naturales.

—Papá, me dejaron las tablas de multiplicar. —Resopló Aurora.

—Yo tengo que pegar animales vertebrados e invertebrados y ponerles que tipo son con su nombre. —Mencionó Fionn.

—Tengo que pegar el mapa del país y ponerle sus capitales y su relieve. —Dijo Kaleb.

Pensé en que tarea comenzar así que creí que la de Kaleb y Fionn puedo dejarlas por último, mientras buscan los recortes en internet y los imprimen para pegarlos en su cuaderno.

—Busquen sus recortes en internet y luego los imprimen. Díganle a Jeff que les dé una de las computadoras. —Ambos salieron hacia el pasillo donde se encuentran las computadoras.

—Bien, comencemos con la tabla del dos. —Le dije a Aurora.

—Está bien. —Dijo ella cansada y aburrida.

Dios... Será una tarde larga y no sólo lo digo por los deberes que tengo que hacer como padre sino como rey también.

(...)

Después que termine las tareas con mis hijos, les pedí de favor que no interrumpieran la reunión que tendría con Raharjo Iskandar Hidayat quien es el gobernador de Indonesia. Les mencione que pueden hacer lo que quieran menos entrar al salón en donde estaría con uno de los aliados del país.

Cuando llegó el invitado al castillo, no tardo la hora de conversar y presentarle sus platillos tradicionales del país, del cual agradecí que los chefs de la cocina, llegaran a hacer; así que hoy me encontraba desde hace dos horas, conversando y negociando de nuevo con Raharjo.

Seguimos conversando con respecto al nuevo traslado del aceite de palma para ver si nos trae a ambos países buenos ingresos como también la exportación hacia otros países; lo bueno es que ambos consideramos varias opciones para que su y mi país crezcan, además estoy adecuándome a la idea de recibir otros productos de su parte además de lo más básico que provee Indonesia.

Agradezco que hasta el momento los niños se encuentren tranquilos y no estén dando problemas ahora que no estoy presente con ellos aunque mis palabras de que pueden hacer lo que quieran, no sé si fue la mejor palabra expresiva para decir que pueden hacer cualquier cosa sin que rompan o destruyan algo del castillo; porque sé que esos geniecillos se las pueden arreglar con cualquier cosa que tenga que ver con hacer travesuras.

— ¿Cómo se encuentran tus hijos? —Preguntó Raharjo.

—Bien, hoy fue su primer día de clases así que deben de estar descansando ahora mismo. —Crucé los dedos debajo de la mesa para que así fuera.

— ¡Oh, qué bien! He escuchado que se parecen a ti y a tu esposa —sonreí.

Bueno, en ciertos momentos más a Kiara que a mí porque sin dudas, los niños tienen esa esencial natural y divertida que en situaciones a su edad no tenía.

—Sí, es algo fantástico. —Y es que no hay ningún momento en que me pueda aburrir de su personalidad.

Pero antes de decir otro comentario, a lo lejos se escuchó como algo se rompió y luego como un montón de cacerolas caen al suelo; cerré profundamente los ojos mientras a lo lejos se aproximaba una discusión en donde al ver como Raharjo se levantaba, no me quedó de otra que ser el siguiente en ir a ver que sucedía.

Raharjo abrió la puerta de la sala para salir y yo al seguirlo, pronto encontré el desastre del año... Los bocadillos de cena que serían para el invitado especial se encontraban en el suelo, y cuál es la razón, porque al parecer Kaleb o Fionn dejaron sus autos de juguete en medio del camino en donde supongo que uno de los mayordomos del castillo no se fijó hasta el punto de patear un auto y resbalarse hasta caer en el suelo.

Y no solo eso, en el suelo se encontraba un jarrón. Y no es cualquier jarrón, es uno que le regalaron a mi padre cuando tuvo uno de sus primeros viajes a Grecia. El cual tenía muchos detalles provenientes del país y de su cultura.

Cuando mi padre ahora no vea su jarrón, sé que tendrá un ataque y no solo eso, yo seré el primero en morir.

Por lo que he analizado en dicha situación, el jarrón no se rompió por la caída del mayordomo sino que alguien fue quien lo boto.

Mire a Kaleb, Aurora y Fionn. Los tres se están escondiendo detrás de un pilar del castillo; por sus miradas aterradas está claro que ellos han sido los que provocaron el accidente del mayordomo y del jarrón.

—Te encuentras bien, Charlie. —Levanté al mayordomo.

—Si majestad. Solo fue un tropiezo, lo lamento... —le corte las palabras antes que terminara de disculparse.

—No es culpa tuya... —mire detrás de mi hombro. — ¿Tienes algún golpe o mallugón? —Le pregunté.

—Ninguno. —Espero que diga la verdad.

—Bien. Entonces, puedes marcharte. —Le hice una señal. —Arreglare todo este desorden y ya tengo a quienes me ayudaran. —Crucé los brazos.

Él sin protestar y aceptar mis órdenes, se fue del pasillo para dejarme a solas con mis hijos y con el gobernante de Indonesia.

Negué un poco molesto por el desastre que hay en el pasillo y no sólo eso, por lo que han ocasionado mis propios hijos.

Me acerqué hasta el pilar donde los tres se encontraban para darles una mirada y esperar a que dijeran algo, pero el problema resulto que ninguno se atrevió a hablar por miedo a que los regañara.

Me toque las cejas para cruzar los brazos hasta que a los segundos sentí una mano en mi hombro.

— ¿Ellos son tus hijos? —preguntó Raharjo.

—Sí. Mi hijo Kaleb es el mayor, mi hija Aurora la segunda y mi hijo Fionn es el último. —Le señale a los niños.

—Es de reconocer que tus hijos se parecen a ti y tu hija a tu esposa. —Sonreí al escuchar ese comentario.

—Lo es. —Suspire. —Niños, él es Raharjo Iskandar Hidayat, gobernante de Indonesia y uno de nuestros mayores socios y aliados del país. —Les comunique.

Los niños al ver que tome una postura profesional y seria, se dieron cuenta que por el momento no serían castigados, así que se quitaron del pilar y fueron a saludar al Raharjo.

—Buenas tardes señor Raharjo. —Hablaron los tres al mismo tiempo.

—Hola niños. —Respondió él con una sonrisa.

Él se quedó hablando y preguntándole varias cosas a los niños hasta que se aseguró de no tener más dudas en su cabeza, sonrió y pronto me dio unas palmadas en la espalda hasta volver a entrar en el salón; cuando ya no se encontraba en el pasillo, me acerqué a los niños y tomando una postura de padre para dejar la de rey a un lado, los mire a los tres para decirles unas palabras:

—Hablaremos más noche. —Hice una mueca. —Es hora que vayan a cenar... —me interrumpió Kaleb.

—Te esperaremos, no queremos que cenes solo. —Una pequeña sonrisa apareció en mis labios.

—Si ustedes quieren, por mí no hay problema. —Le revolví el cabello a mis hijos y a mi hija le acaricié la mejilla. —Ahora si me permiten tengo una conversación por terminar... —me levanté para regresar a mi lugar.

—Papá... Y el desastre. —Bufé.

—Luego me encargo de eso. —Les guiñé el ojo para que no hicieran más preguntas.

Los tres se dieron una mirada y pronto corrieron escaleras arriba para desaparecer, me quedé mirando de nuevo el desastre del pasillo que solo pensé que esto me llevará tiempo en limpiar.

—Sabes, eres un gran padre. —Me di la vuelta al escuchar esas palabras. —Sé puede ver como tus hijos te aman demasiado. —Asentí sin dudarlo.

—Son mi felicidad, son traviesos pero no los juzgo, en eso se parecen a su madre. —Recordé a Kiara.

—Te ayudaré con el desorden. —Se acercó hasta donde estoy.

—No es necesario. —Me incline para empezar a recoger unos platos rotos.

—Vamos Xavier, no es del otro mundo. —Rió.

—Si se enteran que recogiste platos rotos... —dejamos de hablarnos con autoridad.

— ¿Por qué se deben de enterar? —Elevó una ceja con risa.

Negué riendo mientras Raharjo me ayuda a recoger los platos y el jarrón roto. Realmente no había planeado que esto terminara así y aunque sea vergonzoso que el propio gobernante de Indonesia me ayude a limpiar el desastre de mis hijos, ahora ya no puedo detenerlo.

(...)

— ¿Papá que pedimos para cenar? —preguntó Aurora.

—Podemos hacer comida —les propuse.

—Papá eres malo para cocinar —se burló Fionn.

—Tienes razón, quemaré la cocina —todos dejamos salir varias carcajadas.

—Yo propongo pizza —dijo Kaleb.

—Podemos decirles a unos chefs que la hagan —les sugerí.

— ¡Ay papá! Pidamos una a domicilio —enarque la ceja.

—A su madre no le gustara saber que comimos comida chatarra —agarré el celular. —Así que lo mantendremos en secretos, ¿sí? —Todos asintieron.

Marque el número de la pizzería más famosa del país para pedir dos cajas de pizza una de queso con jamón y la otra de peperoni con tocino y salami.

Será una buena noche, solo que deberé de ocultar esas cajas de pizza si no quiero que Kiara nos descubra y ahora seamos cuatro en vez de tres que tendremos un castigo.

***

Me toque el cuello cansada al enterarme por Lou en vez de Xavier que el gobernador de Indonesia ha llegado; mi madre y el señor Arturo no dejaron que me quedará otro minuto más con mi padre e hicieron que regresara al castillo para encargarme de los niños y de mis demás obligaciones. Pero apenas tuve tiempo de arreglar mi maleta y marcharme cuando ya en dos horas me encontraba en casa, crucé la puerta y lo primero en que me fije fue en no ver el jarrón antiguo de mi suegro hecho en Grecia y eso sin decir que en unas esquinas de las escaleras encontré unos pedazos rotos de lo que parecía ser platos.

Cerré los ojos y no intente imaginarme cosas que no deben de ser, así que haciendo a un lado aquellos trozos de platos rotos, me encamine a las habitaciones de mis hijos antes de llegar a la mía.

Pase por la Aurora y observé como en esta no se encontraba ella, camine hasta la de Fionn y tampoco hay nadie y de último pase por la de Kaleb y ni siquiera él se encontraba en su habitación. Extrañada de no ver a ninguno de los trillizos, me apresure a ir a mi habitación para ver si Xavier sabe algo del asunto, por si han hecho algún campamento o pijamada entre hermanos que yo no he llegado a enterarme, pero apenas cruzó la puerta cuando casi le hablo y lo termino por despertar. Sin embargo, retrocedí unos pasos y visualicé aquella tierna imagen que mis ojos empezaban a conservar, en la cama matrimonial gigante que comparto con mi esposo, lo encuentro a él con mis tres hijos dormidos uno cada uno a su lado y otro encima de él; los cuatro se han quedado profundamente dormidos que no me han escuchado llegar.

Me acercó a Xavier y pronto le quito los lentes para dejarlos a un lado, y no sólo eso, tomo el libro que aún sigue en sus manos para quitárselo y llevármelo de la habitación para regresarlo a la biblioteca. Ninguno de los tres se ha llegado a mover, así que dejo ir una sonrisa para besarles la frente a todos y agarrar las sábanas hasta ponérselas en el pecho a los niños.

Antes de irme para dejarlos descansar, me aseguro en llevarme mi ropa, un nuevo despertador y el libro. Por esta noche será mejor que no los interrumpa, así que apagando el resto de las luces encendidas, cierro la puerta y empiezo a alejarme de mi habitación. Esta noche me tocará dormir en mi antigua habitación de competidora, pero por lo menos esta vez, valdrá la pena porque sé que Xavier ha cumplido y seguirá cumpliendo su palabra como el mejor papá del mundo.

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Hola! Bueno, tarde mucho pero aquí les dejo mi pequeña promesa como regalo de navidad y fin de año. Espero que lo disfruten y les llegué a gustar mucho!

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