Lluvia bajo las estrellas 🌧
Miré la ventana del salón de té mientras la lluvia caía de una manera fuerte haciendo que las gotas de agua golpearan el vidrio de ésta. Dentro de unos minutos debíamos de marcharnos a visitar a mi familia y la de Xavier a la cabaña en donde su padre reside en este momento; pero apenas comenzó a llover cuando a él le cayeron varias llamadas teniendo que contestar y solucionar algunos problemas que consistían en el trabajo de mi esposo.
Daba gracias, que hasta ahora, nadie se ha enterado de la noticia de mi embarazo. Apenas he podido contener la emoción de decírselo a mi mamá por teléfono, y eso que tuve que guardarme el secreto para que la sorpresa fuera general aunque intuía que ella ya debe de tener una idea de lo que llegaré a decir junto con Xavier.
No puedo creer todo lo que me ha pasado últimamente, el reinado de Xavier va de maravilla aunque su trabajo cada vez se ve envuelto en diferentes problemas y proyectos, por ahora no he tenido ningún problema en ser reina, el pueblo está agradecido por los cambios que se han hecho durante todo este tiempo y ahora, la llegada de los bebés es casi un increíble regalo o milagro porque hasta el día de hoy, soy la primera reina que no solo tendrá un bebé sino que tres.
Aún puedo decir que me sigo acoplando a la idea del parto pero sé que con la ayuda de los doctores, todo saldrá bien. Solo tengo que ser paciente y a la vez, no intentar hacer cosas que vayan por otro rumbo que puedan provocar algo malo.
Me siento en el sofá y veo como Xavier discute con la persona que está comunicándose por el celular, observo como camina de un lado hacía el otro, de cómo su mirada parece irritarse y de la nada, mueve su mano derecha como si estuviera haciendo gestos de los cuales quisiera que la otra persona mirara; está enojado, lo dice su expresión fría y tensa.
He considerado que con el tiempo he podido conocer más a mi esposo, a pesar que nos termináramos de casar muy pronto, no puedo negar que estos 4 años han sido de mucho valor para ambos, ya que aprendimos a conocernos mejor y por supuesto, nos llegamos a dar el tiempo necesario antes de formar una familia.
Es lo bueno de Xavier, que él es muy paciente en sus decisiones, nada como yo que soy lo contrario y siempre muero de la impaciencia y termino por querer hacer las cosas a mí manera, teniendo en cuenta que él siempre me dice que me las tomé con mucha calma aunque siempre termine por desobedecerle.
En fin, no me quejó de nada; ambos a veces solemos ser diferentes y en otras ocasiones, iguales. Nadie entiende nuestra manera de comportarnos, lo que sé, es que disfrutó cada buen momento en que estoy con él. Sí, hemos tenido malas rachas pero todo se ha podido resolver y sé que con la llegada de nuestros bebés, no será la excepción de que Xavier quiera estar más involucrado en sus primeros años antes que se vuelvan en unos adolescentes rebeldes.
— ¡Esta bien! Te mandaré esos documentos antes de la hora... Solo necesito que seas paciente. —Lo escuché decir. —Bien. Adiós. —Suspiró.
Me levanté del sofá para ir detrás de él y ver cómo fue el siguiente en caer en otro asiento en donde empezó a acariciarse las sienes y a la vez, en cerrar sus ojos para descansar un momento. Puse mis manos en sus hombros y le di unos pequeños masajes para que se relajara, ya que por lo visto, se encontraba muy tenso y no lo quiere demostrar; abrió sus ojos y me dio una corta sonrisa de la cual aprecie mucho de él; me tomó de la cintura y pronto me guío hasta sus piernas en donde me senté y él se quedó por varios minutos en silencio donde mientras acariciaba su cabello puedo sentir como respiraba y exhalaba el aire en mi cuello provocando que mi piel se erizara.
—Maldición, está lloviendo y el camino a la cabaña nos encontraremos con charcos de lodo y agua. —Refunfuño.
Reí ante su impaciente viaje, no es que a él le preocupara que ambos nos mojáramos o que el chófer manejará bajo la lluvia; pero conociendo a Xavier, él le pedirá al chófer que conduzca lento para evitar algún bache o posiblemente algún accidente que esperamos que no suceda.
—Lo siento Kiara, sé que querías llegar temprano pero... —negué y lo detuve para que no siguiera hablando.
—Xav, sé que tienes mucho trabajo y sabes que no te presiono. —Hizo una mueca. —Pero tú también tienes la culpa de no querer que te ayude con los trabajos. —Le dije sinceramente.
—Kiara, estás embarazada—Achiné los ojos.
—Eso no quiera decir que me veas como una inválida. Solo llevó dos meses, aún puedo con ciertos trabajos. Con tal de no sentirme sobrecargada, los niños estarán bien. —Escuché como gruño.
—No, te estresas con facilidad y mira que me parece extraño que no estés impaciente por irte. —Encogí los hombros.
—No sé, nada más estoy nerviosa por ver como nuestra familia reacciona con la noticia—le confesé.
—Verás que se lo tomarán mucho mejor de lo que esperamos. Es lo que esperaban ellos desde que nos casamos. —Asentí con risa.
— ¿Llevarás trabajo?—miré un pequeño maletín en la puerta del salón.
—Lo siento, tengo que entregar una notificación antes de la medianoche. —Dijo cansado.
—Es mejor que nos marchemos. Entre más pronto lleguen a saber, podrás continuar con el trabajo, ya sabes que no me gusta que te duermas tarde. —Nos levantamos.
—No es una opción de la que tenga que obedecer. —Le di un golpe en el pecho, el cual le hizo reír.
—Es una obligación. Lo hago por tu estrés, por tu cansancio, por tus ojos y por los niños. —Dejó ir una carcajada.
— ¿Desde cuándo nuestros hijos están involucrados en esto?—Camine a la puerta.
—Desde que sé que no tengo otro remedio en amenazarte o controlarte. —Abrió su boca sorprendido.
Salimos del salón de té discutiendo pero a la vez riendo por las tonterías que nos decíamos. No es que siempre tuviera que rogarle a él que se fuera a dormir temprano como si de un niño se tratará, pero el simple hecho de cuidar su salud es lo que hace que tenga que esforzarme por apoyarlo y ayudarle en ciertas circunstancias de las cuáles él llegué a sentirse agobiado con su trabajo. Por lo menos, he pensado en quitarle parte de su trabajo cuando menos sé de cuenta, para que así le quite un peso de encima y no me sienta aburrida de solo pasar en cama y teniendo que coser un par de calcetines o camisas de lana mientras veo crecer mi vientre.
No me gusta tener el papel de ser la mujer hogareña, considerando que mi vida ahora es casi dependiente porque tengo parte de un servicio de empleados quienes cocinan, asean el castillo, lavan la ropa y cuidan de mí sin tener un tiempo a solas, eso me hace tener una vida fácil que cualquier mujer de mi anterior clase quisiera tener a cambio de mí, pero como a mí no me gusta esa vida, siempre tengo que buscar algo con que entretenerme sin importar que sea la reina de Nueva Erlanwood.
Me puse una chaqueta igual que Xavier para luego ambos salir del castillo con un mayordomo detrás de nosotros que nos sostiene una enorme sombrilla, un lacayo, abrió la puerta del auto para esperar que Xavier y yo entráramos sin dificultad. Fui la primera para acomodarme en el asiento mientras Xavier fue el siguiente en sacudirse la chaqueta de la cual le había caído un par de gotas de agua.
El chófer sin necesidad de que Xavier se lo dijera, encendió la calefacción del auto y pronto empezó a manejar mientras la ventanilla que se encontraba en frente de nosotros, se elevó y nos dejó a solas con Xavier.
Durante el camino, Xavier se dispuso a completar unos documentos de los cuales le ayude para que los terminará pronto, no son más que unos papeles de escrituras de algunas islas pertenecientes a unas familias antiguas donde estás se las estaban reclamando a sus dueños quienes las habían comprado por medio de alquileres o de algunas subastas.
La lluvia se había vuelto cada vez más fuerte haciendo que las ventanas terminaran por empañarse rápido por el calor que nuestros cuerpos proporcionaban para luego yo hacer dibujos en ellas, en formas de flores, sonrisas y varias casas; a veces suelo ser muy infantil pero daba gracias que a Xavier no le importará mi actitud de niña, sino que él solo se reía y luego vuelve a su trabajo.
Unos kilómetros y minutos después, llegamos a la propiedad en donde se encuentra la cabaña en donde reside el padre de Xavier. El territorio es muy grande que por fuera casi el campo parece estar lleno de flores pero la oscuridad de la noche, ha hecho que solo se vea la silueta de varias plantas. Las luces de la enorme cabaña se encuentran encendidas y pronto la puerta se abrió para ver que alguien sale y se acerca con una sombrilla al auto en el momento en que se detuvo.
De nuevo me puse la chaqueta, cuando la puerta se abrió y mi hermano fue quien nos saludó para luego ayudarme a bajar e irme con él hasta la cabaña, en donde sus brazos me envolvieron mis hombros para quedar exactamente los dos en el centro de la sombrilla, mi primo fue el siguiente en salir y quien se encargó de recoger a Xavier quien esperaba en el auto.
Apenas entre a la cabaña y sentí el calor de la casa y a la vez mis ojos volvieron a observar aquel lugar que se encuentra construido de buena madera y mantiene ese ambiente hogareño que cualquier familia puede desear.
Me quite la chaqueta y la puse junto con los demás abrigos que estaban colgados en el perchero, Xavier llegó a mi lado y también se quitó su chaqueta para después caminar a mi lado cuando Johann y Martin se nos adelantaron para llegar a la sala.
Observé a mi familia y la de Xavier reunida en donde ellos siguen hablando sin darse cuenta de nuestra presencia, pero con solo que mi hermano anunciará nuestra llegada, todos se nos acercaron a saludarnos y a preguntarnos sobre cómo nos encontrábamos y otros a hacernos preguntas sobre nuestro día.
La abuela de Xavier no fue la excepción en abrazarme y contemplarme como si se tratará de mimar a su nieta y aunque ella me ha dicho que podía llamarla como quisiera, a veces me avergonzaba en llamarla señora por respecto o abuela porque aún no mantengo esa costumbre y tampoco sé si le agradaba.
Xavier me llevó hasta uno de los sofás que parece ser el centro de atención de los demás, para luego sentarme y ver como mi esposo se sentaba a mi lado pero en el brazo del sofá.
Todos parecen atentos a la reunión que hemos organizado para darle la noticia sobre los futuros herederos, los tíos de Xavier se mantuvieron parados mientras que mi suegro y mis padres se quedaron en el sillón; aunque Johann, Melody, Martin y Bella también se quedaron en el suelo y los abuelos de Xavier se sentaron en los otros sillones. Los primos de Xavier no han podido llegar y más porque la mayoría de ellos están yendo a la universidad y otros se encuentran en viajes de trabajo. Así que personalmente sabemos que sus padres pronto le darán la buena nueva.
Miré a Xavier y le di una sonrisa tímida susurrándome sobre quien de los dos empezaba a decir la primera noticia que es el embarazo, ya que la segunda noticia que es que tendremos trillizos. Así que, con hacerle una señal que él empezará primero, asintió para después ver su familia mientras sostenía mi mano y su pulgar acariciaba el dorso de ésta.
—Bueno, los hemos citado a todos aquí porque Kiara y yo, queremos darles una noticia que hace dos días nos acabamos de enterar.
Todo empezaron a murmurar y por si fuera poco la abuela de Xavier parecía orar como si tratará de pedirle a Dios que dijéramos la noticia que seremos padres y aunque es verdad, por dentro me reía un poco al ver como la señora nunca perdió las esperanzas de que esté día llegará. Mi madre se le iluminó los ojos y parecía seguir esperando la noticia con una enorme sonrisa; en ese instante fue que reconocí que una madre sabe lo que le sucede a un hijo y ahora sé que mi mamá siempre tuvo la razón.
—Y para no dejarlos con más sorpresas, es solo decirles que, Kiara está embarazada.
No reaccioné en el momento en que todos empezaron a celebrar, además de gritar de la alegría, parece ser como si también estuvieran a punto de llorar con tal noticia; casi hubo unos segundos en que yo también iba a llorar pero relaje mis lágrimas y mis estados de ánimo para poder compartir la siguiente noticia.
— ¡Un bebé! ¡Dios! ¡Espere este día!—gritó el señor Morrison, uno de los tíos de Xavier.
— ¡Hijo! ¡Qué hermosa noticia nos has dado!—Llegó la señora Eloise.
—Calma abuela, no solo tenemos esa noticia. —Xavier detuvo a su abuela antes que lo abrazara.
Respiré hondo y miré a Xavier mientras que él sonríe y me daba un beso en la frente; nuestra familia dejó de hacer ruido para volver a escuchar ese silencio del lugar donde solo la lluvia se volvía la anfitriona del suave ruido.
—La otra noticia que queremos decirles... —me mordí el labio—Es que no solo será un bebé. —Observé como todos abrieron sus ojos en grande. —Tendré trillizos.
Otros nuevos gritos se escucharon haciendo que esta vez la señora Eloise no abrazara a Xavier sino que se acercará a mí con lágrimas en sus ojos mientras repetía una y otra vez, las miles de felicitaciones y gracias por darle una noticia tan hermosa antes de que ella llegará a más vieja.
La idea de tener trillizos a todos los dejó tan atónitos que abrazaron a Xavier y a mí varias veces, mientras que todos compartíamos esa alegría, mi madre me acunaba en sus brazos y me repetía en el oído un: «Te lo dije» que me provocó mucha gracia al darme cuenta que siempre tiene razón.
Mis padres me abrazaban y puedo escuchar los sollozos de mi padre quien se encuentra muy alegre con saber que será de nuevo abuelo, ya que con la llegada de Aldo, para ellos les cambió la vida y volvieron a ver esa pequeña luz de felicidad pero ahora con la llegada de mis bebés, a él se le hace ilusión de comenzar a prepararse de nuevo a la etapa de abuelo y más, porque ha empezado a decir que les enseñara muchas cosas y a la vez, los consentirá.
Puedo ver como el señor Arturo le sigue dando palmadas en su hombro a su hijo, ambos hablaban en voz baja que se puede ver ese destello que irradiaba en los ojos de aquel hombre que tienes una tez dura pero que por dentro es una gran persona.
Después de los abrazos y las felicitaciones, volvimos a nuestros antiguos lugares en donde esta vez, si llegaron las preguntas de las cuales Xavier y yo, nos hemos mentalizado que nos dirían desde que les diéramos la noticia sobre mi embarazo.
—Y ¿ya saben que son?—preguntó el señor Antonio, otro tío de Xavier.
—No tío, pero creemos que serán niñas. —Xavier tocó mi vientre.
—Bueno, él cree eso. Yo digo que pueda ser que sean niños. —sonreí.
—O ambos. —Asintieron a las palabras de Bella.
— ¿Ya saben cómo se llamarán?—Dijo la señora Moniqué.
—No, en realidad... No hemos pensado bien los nombres. —Comenté.
—Si son niñas deben tener hermosos nombres ya que serán las princesas de Nueva Erlanwood. —Aprobé el comentario del señor Gabe.
—Pero si son niños, deben tener nombres poderosos. —Compartió su opinión el señor Jackson.
Los nombres serán un enorme reto que tendremos Xavier y yo, el hecho que solo hemos pensado en un nombre y que es de niña, nos hace pensar en cuál será el de los otros bebés. Y eso que tendremos que esperar 7 meses para ver los rostros de nuestros bebés; ya que ambos hemos compartido la misma idea de no saber el sexo de nuestros bebés hasta que nazcan, ya que queremos que sea una sorpresa más.
—Bueno, si hay una niña, se llamará Valentina. —Comenté con timidez.
— ¡Oh hija!
La señora Eloise se enterneció al escuchar mis palabras, saber que si tengo una hija y llevé el nombre de su difunta hija y madre de Xavier, hace que sus sentimientos florezcan de nuevo y me dé cuenta que he tocado un pequeño hilo de emociones en la señora.
Los tíos de Xavier se miraron unos a otros con una sonrisa en su boca, mientras trataban de desenredar ese nudo de emociones que se encontraba en su garganta o en su estómago, al escuchar el nombre de su hermana.
El señor Arturo tampoco fue la excepción, ya que disimuladamente se quitó unas lágrimas de sus ojos mientras sonreía con felicidad al saber que una de sus nietas llevará ese nombre.
—En realidad, llevará el nombre de Aurora Valentina. —Me asombré al escuchar esas palabras de Xavier.
Mi madre se quedó boca abierta al escuchar su nombre seguido del de la madre de Xavier, no puedo creer lo que él está diciendo. Ni siquiera yo sabía que él quiere ponerle a uno de nuestros bebés el nombre de mi madre, estaba segura que podía llevar otro pero con esta noticia quedé impactada que mi corazón latió tan rápido y solo me quedo por sonreír.
— ¿Lo dices en serio?—le pregunté en voz baja.
—Claro que sí, es un hermoso nombre y además en la historia no ha habido una princesa llamada Aurora. —Le di un pequeño beso en los labios.
—Me encanta el nombre, es perfecto. —Escuché que dijo Johann.
Casi puede jurar que todos quieren que ese fuera el nombre oficial de uno de nuestros bebés. La verdad es que lo va a ser, porque si a mí me encanta y a Xavier también, nada puede detenernos.
—Deberíamos brindar por este día—el señor Paul entro al salón con dos de sus hijos quienes traen una bandeja de copas con champán o vino blanco.
Cada quien agarro una, excepto yo porque a mí me dieron un vaso de jugo de naranja. Al tener todos sus copas, la alzaron en el momento en que el señor Antonio empezó a decir unas palabras.
—Por los nuevos padres y sus trillizos. Para que los futuros herederos lleven al reino de Nueva Erlanwood más lejos de lo que nuestra imaginación llegué.
—Salud. —Dijo el señor Arturo.
—Salud. —Dijeron al final, todos.
(...)
Me levanté de la cama para luego ver la hora del reloj de la mesita de noche; son las 12:17 de la medianoche y Xavier aún no llega a dormir; por supuesto, imagino que todos ya deben de estar dormidos y solo Xavier y yo seguimos despiertos.
Dispuesta a traer a Xavier a dormir sin que me dé un pretexto para quedarse más tiempo a trabajar; camino por los pasillos solo con calcetines mientras todos los pasillos de la cabaña se encuentran oscuros y solitarios; puedo escuchar los ronquidos de algunas personas pero no sé si son de los tíos de Xavier o los de mi hermano o de mi primo que me hacen dudar; así que sin quedarme mucho más tiempo en aquel pasillo, seguí caminando hasta bajar al primer piso y luego ir hasta la oficina del señor Arturo, donde pronto encontré bajo la puerta, la luz y el sonido de las teclas de la laptop al ser presionadas.
Sin pedir permiso, entre a la oficina y pronto Xavier alzó su mirada para ver su reloj de mano y dejar un enorme suspiró que hizo que tirará de la pantalla de la laptop hacía abajo para cerrarla y luego empezar a guardar varios documentos.
—Lo siento, no me di cuenta de la hora—dijo con tono preocupante.
—Xav, solo ven a dormir. —Le sonreí.
No quiero discutir con él ni tampoco enojarme, debo de comprenderlo y sé que por más tiempo que se quede trabajando, no terminara sus obligaciones como rey. Así que es preferible que solo dejemos de pensar en trabajo y mejor descansemos.
Dejó sus cosas organizadas para después tomarme de la cintura y salir de la oficina. Ambos caminamos juntos hasta ir subiendo las escaleras para terminar de llegar a la habitación en donde nos estamos hospedando. No es grande pero puedo decir que es lo demasiado cómoda para que nos quedemos solo una noche, ya que por deberes reales, no nos podemos quedar mucho tiempo fuera del castillo; así que mientras Xavier cerraba la puerta con llave, me quedé observándolo desde mi distancia hasta ver su sonrisa de felicidad.
— ¿Estas bien?—Asentí. — ¿Los niños?—Volví a hacer el mismo ademán.
Xavier se acercó a mí y mientras yo jugaba con una bufanda, la tomó de mis manos para acariciar la suavidad de la tela.
—Mi abuela hace estas bufandas en su tiempo libre. Cuando era niño y mis padres iban de viaje y me dejaban con mis abuelos, me acuerdo sentarme en el suelo cerca de la chimenea mientras la miraba a ella tejer varias cosas. Fue muy agradable y más cuando me daba galletas y leche. —Ambos reímos.
—Veo que todos se emocionaron al enterarse que uno de nuestros bebés llevará el nombre de tu madre. —Sonrió.
—Es lindo de tu parte en haber pensado en ponerle así a una de nuestras hijas. —Me dio una mirada tierna.
— ¿Por qué decidiste que también lleve el nombre de mi mamá?—me entró la curiosidad.
—Nuestras madres son importantes para nosotros, ¿no?—asentí, aprobando sus palabras. —Tu madre también se merecía un pequeño reconocimiento. A demás el nombre Aurora me encanta. Su significado es amanecer y también el nombre proviene de una diosa romana, la diosa del amanecer y el alba. —Me quedé boca abierta.
—Eso lo sabes por aprendizaje o lo buscaste en internet. —Sonrió.
—Ambas. —Dijo con inocencia.
Negué y sin pensarlo, mientras él dejaba a un lado la bufanda que su abuela me ha hecho, pronto me acerqué a él y lo besé, observando cómo mantiene una sonrisa en su rostro, puedo sentir como ambos no nos separábamos ni un segundo y mucho menos lo tratábamos de hacer, solo me di cuenta de lo pronto que di un salto y puse mis piernas alrededor de su cintura mientras él me ponía una mano en la espalda y la otra en la pantorrilla.
Xavier camino y pronto nos encontrábamos en la cama, mis labios fueron devorados por sus dientes haciendo que una corriente eléctrica pasara por cada parte de mi cuerpo, terminando por erizar mi piel. Sentí como su mano entró en el suéter blanco que llevó puesto y de momento su mano acariciaba todo el contorno de donde se ubicaba mis costillas, mis pulmones, mi abdomen y mi estómago.
Dejé ir un suspiro que sonó agonizante cuando sus labios bajaron a mi cuello; cerré los ojos y apreté las sábanas al sentir ese fuerte remolino de emociones que empezaron a embriagarme a un punto de perder la conciencia.
Subí el suéter y la camisa de Xavier para quitárselo y así poder acariciar con libertad su abdomen, toque sus definidos músculos de brazos y abdomen mientras una de sus manos se dirigía a mi pecho y pronto dejaba ir un chillido.
—Shhh, nos escucharan. —Reí ante su advertencia.
Mi boca se acercó a su oreja y dejé un mordisco en el lóbulo de su oído para oírlo gemir casi muy bajo.
Levantó el suéter y a la vez me quito el sostén para quedar desnuda de cintura hacia arriba; a estas alturas la vergüenza que él me viera así, casi la terminaba por superar aunque siempre mis mejillas me delataban.
Su cuerpo se acercó tanto al mío que su pecho estaba estrujando mis senos, sus besos ya no solo fueron suaves sino que necesitados y aunque su mano solo viajara y tocará todo menos mis pechos, casi fue imposible no evitar gemir cuando sentí su masculinidad chocar en mis muslos.
Desabroché el cinturón de su pantalón y lo baje para sentir como fue el siguiente en hacer lo mismo conmigo. De momento me dejaba guiar por sus manos, sus besos y sus caricias, que hacían que me mordiera a cada segundo mis labios para evitar algún chillido ruidoso que despertará a cualquiera.
Xavier tomó uno de mis pechos y empezó a hacer lo que quiera con ellos, desde mordidas a besos que provocaron que mordiera su hombro o arañara su espalda.
Sin previo aviso, entro en mí y si no hubiera sido porque me besó, hubiera dejado ir un grito. Se movió de manera lenta y suave que gruñí de la impaciencia al ver que no entraba rápido y a la vez no era un poco rudo.
—Xavier... —gemí casi con suplica.
—No Kiara, no quiero hacerte daño a ti ni a los niños. —Gruñí con molestia.
—Ellos están bien, yo estoy bien y solo haz lo que siempre has hecho conmigo. —Negó en el momento que abría sus ojos y podía ver como estoy se delintaban a cada segundo.
— ¡No! No quiero ser salvaje. Así que te conformas por cómo lo hacemos.
Molesta, le doy un empujón que pronto sentí como su amigo y compañero de vida y cuerpo, salió de mí para yo sentarme en medio de la cama y cruzar los brazos como una niña.
Mis hormonas cada segundo más se alborotaba y estaba segura que mis cambios de humor, regresarían. No quería nada lento ni nada suave, solo quiero que nuestra relación fuera como antes.
— ¿Me dejarás así?—No lo miré.
Solo le di la espalda y me quedé mirando la pared por varios minutos hasta que su mano se posiciono en mi cintura y sus labios empezaron a dejar un camino de besos desde mi cuello hasta mi espalda, provocando de nuevo, que mi cuerpo ardiera en fuego y yo estuviera a punto de quemarme.
—Entiéndeme, no quiero que por mi culpa por ser duro y salvaje, tú y los bebés salgan heridos. Sé que te gusta que te haga de esa manera el amor pero Kiara, ya no somos solo tú y yo, ahora tienes a tres bebés en tu vientre. —Puse los ojos en blanco.
—Ni que terminaras de golpearlos como si entraras bien a fondo en mí. —No medí mis palabras pero si escuché su risa.
—Bien, no lo haré suave y lento; pero tendremos cuidado, ¿sí?—lo mire detrás de mi hombro.
—Y sí yo soy quien toma esta vez la jugada. —Se negó rápido.
—Conozco esa mirada y sé que cuando se te entra algo en la cabeza, no hay nadie quien te la quite. —Hice un puchero. —Así que no me hagas gestos y pucheros que no funcionaran conmigo. Haremos el amor de una manera menos salvaje y...
Lo empuje y me puse encima de él para después susurrarle unas palabras en su oído antes de empezar con mi deseo.
—Demasiado tarde cariño. Si hablaras menos, me hubieras atrapado antes de cometer esta locura. —Y sin dejarlo hablar pronto yo fui quien tomó el juego de la situación haciendo que mi esposo en menos de gruñir dejará ir un gemido al sentir como entraba su amigo en mí.
(...)
—Buenos días. —Elevé mis ojos.
—Buenos días suegro. —Se me hacía extraño decir eso pero de igual manera seguía intentando a adaptarme a la palabra.
— ¿Cómo te encuentras?—la preocupación y la misma pregunta que todos me hacen ya empieza a aburrirme.
—Bien, es un embarazo que no me ha dado problemas, además de tener mucha hambre y querer dormir por mucho tiempo. —El señor Arturo se rió.
—Me alegro. Debes de alimentarte bien ya que son tres bebés. —De eso estaba segura. —Se me olvido decirte ayer que... Muchas gracias por considerar ponerle a uno de mis nietos, el nombre de mi esposa. —Antes de responder, deje de masticar un pedazo de manzana para tragármelo y hablar.
—Mi hija se merece tener el nombre de su abuela. Sé que a la reina Valentina le encantaría saber que uno de sus nietos o nietas llevará su nombre. —El señor Arturo asintió con lágrimas en los ojos.
—No me arrepiento en seguir diciendo que eres una mujer perfecta, Kiara. —Se quitó algunas lágrimas con una servilleta.
Antes de poder responder a lo que me decía, observé como alguien entraba en la cocina y pronto se nos quedaba mirando.
Xavier dejó de hacerse el nudo de la corbata para ponerse el blazer y luego hacerme una señal de que ya nos vamos para regresar al castillo.
—Nos vamos papá, tengo muchos asuntos que resolver y ahora que Kiara está embarazada no quiero forzarla mucho a que trabaje. —Bufé ante lo que Xavier le dijo a su padre.
—Me alegra escuchar eso hijo. Tu esposa está embarazada y ahora más que nunca, debes cuidar de ella. —Asintió Xavier.
—Hablamos luego, te quiero. —Xavier le dio un abrazo a su padre.
—Igual hijo.
Me despedí del señor Arturo para luego caminar al lado de Xavier y así salir de la cabaña en donde ya nos esperaba el chófer.
Mi familia y los tíos de Xavier se marcharon temprano a trabajar así que abandonaron la cabaña a altas horas de la madrugada, así que mientras Xavier y yo entrabamos en el auto y éste se movía para irse alejando, de nuevo observé como Xavier se zafaba la corbata y pronto se abrió unos botones de su camisa blanca, para ese entonces, no me había dado cuenta que ya había subido la ventana polarizada que nos dividía entre el chófer y nosotros.
— ¿Sucede algo?—le pregunté
—Sucede que me dejaste una marca...
Me enseñó la marca que le hice la noche anterior cuando estábamos haciendo el amor. Puedo ver cómo está se encontraba entre su cuello y su clavícula y lo único que hace de interferencia para que no se viera es el cuello de la camisa blanca, ya que si fuera una camiseta, estoy segura que la marca fuera notoria para todo el mundo.
—Lo siento... —le enseñé mi dentadura.
—Kiara... No me quejó que me dejes algunas marcas en el cuerpo pero que te he dicho acerca de que sean arriba del pecho y de mi cuello. —Jugué con mis dedos.
—Lo sé pero es que no me pude contener. —Me dio una mirada seria.
—No más marcas hasta que se me quite está, mañana tengo una entrevista y no quiero que nadie la mire. —Rodé los ojos.
—Hay algo que se llama maquillaje y que te puede cubrir eso. —Le dije a regañadientes.
—Kiara... —suspiré.
— ¡Bien! No más marcas para entonces pero debo decirte que anoche me mordiste demasiado... —abrió su boca asombrado.
— ¿Te mordí demasiado? No te escuché quejarte de ello. —Sonrió de manera burlona.
Y es porque me gusta...
Mejor cerré la boca y consideré ver hacía la ventana mientras pensaba en no dejarle marcas que fueran en aquellos puntos claves en donde las personas pueden darse cuenta; me he pasado un poco y aunque no medí la situación, no puedo negar que me gustó mucho.
—Tu silencio dice todo. —Siguió burlándose de mí.
—Di lo que quieras, por lo menos yo no me quejo de nada. —Susurré.
— ¡Dios! Que haré con usted señorita de Ravenscroft. —Le dio un beso a mi mejilla.
—Por ahora confórmate en saber que estoy lo demasiado feliz para evitar discutir contigo. —Le comenté.
—Eso es agradable. —Musito. —Ven aquí.
Me abrió sus brazos y sin pensarlo, pronto me acerqué a él hasta envolverme en ellos y dejar otro beso pero esta vez en mi frente.
—Descansa un poco más. Te despertaré cuando lleguemos.
Solo me quedó tiempo en asentir cuando mis ojos se fueron cerrando hasta quedar nuevamente dormida. Parte de estar embarazada tiene sus privilegios y una de ellas es que te consienten tanto como un muñeca pero también puedo decir que tiene sus malas ya que al estar muy cansada no podré presenciar el recorrido del camino y más en esta fecha en que los árboles se ven más verdes que nunca y a la vez, a lo lejos puede que haya un arcoíris.
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5° extra y aún faltan muchas cosas por descubrir.
Espero que hayan disfrutado de esta nueva parte del extra, lamento no haber seguido la semana pasada en ponerles uno nuevo, pero tuve algunas cosas que hacer que no me quedó mucho tiempo.
Les deseo un bonito día!!!
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