Detalles que jamás se olvidan ✉

Especial navideño y fin de año (3/3)

2 años después...

Xavier termino por convocar una reunión entre familia que hizo que pronto todos dejáramos de hacer nuestras obligaciones para ir directo a la sala del silencio en donde mayormente hablábamos asuntos importantes o simplemente la ocupamos para mantener un momento entre padres e hijos. Aun no entiendo la razón por la cual llamaron así la sala, pero lo único que Xavier me explico es porque se encuentra insonorizada y se encuentra muy lejana que las demás, haciendo que no se escuche ningún ruido proveniente de afuera u dentro, lo cual, por eso la ocupan los reyes para asuntos particulares y secretos. Aunque por ahora, para nosotros solo es para discutir temas familiares y si es posible, para alguna u otra reunión que se hace con algún miembro del parlamento.

A principio pensé que la conversación que Xavier quería discutir sería un nuevo plan o viaje que tendríamos en familia, pero cuando apareció desprevenidamente en mi oficina y me dijo que habría reunión, el tonito de su voz y sus gestos que se aseveraban que se encontraba molesto, hizo que me diera cuenta que hay malas noticias y si no es por trabajo, quizás sea por nuestros hijos.

Lo peor de ello, es que cuando llegue a la sala del silencio y los chicos aparecieron con rostros de desconciertos e incomodidad, hizo que pronto sospechara que Xavier quería dejarnos a todos en incógnita y desorientados para no sospechar nada pero sobre todo, no creo que haya tenido que ser necesario que tomara de nuevo una posición de autoridad y seriedad contra todos como si hubiéramos cometido un delito.

Cuando llego a la sala, se sentó a mi lado, me dio una mirada y pronto de una carpeta empezó a sacar tres papeles, los cuales en una esquina se muestra la insignia del colegio del cual van nuestros hijos.

Cerré los ojos y me acaricié las sienes al darme cuenta a que viene dicha reunión familiar; intente no mostrarme molesta, ni mucho menos ignorante a lo que hay dentro de los expedientes de Kaleb, Valentina y Fionn. Creí que cualquiera de los tres no se llegaría a meter más en problemas y no sólo eso, que no habrían más llamados de atención por parte de los superiores del colegio.

—Esto es... ¡Inaudito! —Tomé uno de los papeles e intente leer antes que escuchara las palabras de Xavier.

El papel es una notificación ante el continuo comportamiento rebelde que Fionn ha estado ocasionando durante las clases de cuatro de sus profesores, en donde ha provocado que casi lo lleven a detención en medio de la clase por elevar la voz, contradecir la palabra del maestro y hacerle callar con lecciones aún no aprendidas en clases.

—Quedamos en no más cartas de llamados de atención —resaltó Xavier—, si siguen de esa manera los suspenderán o peor, los expulsaran. —Los tres se quedaron callados.

—Es decepcionante, prometieron con palabra de honor no volver a cometer otra rebeldía en el colegio —Mencioné.

No quería seguir leyendo y eso que aún no me he enterado de las otras dos notificaciones que pueden llegar a darme un susto del cual no olvidare en mi vida.

No debería de impresionarme que a cada dos por tres veces al año nos lleguen notificaciones por el comportamiento de mis propios hijos; sé que por un lado no es malo que ellos dejen ver ese lado travieso porque es parte de su carácter, sin embargo, prefiero que eso suceda en casa donde nadie los ve, a que sea presenciado fuera del castillo en donde cualquiera juzgara su forma de ser y pronto los del parlamento discutirán sobre esos pequeños asuntos con nosotros.

—Fionn, que dijimos de no perjudicar y hacerles dudar a tus profesores sobre la inteligencia de ellos con la tuya. —Suspiró irritado.

—No tengo culpa que ellos no sobresalgan en temas importantes y siempre se estanquen con pequeños detalles que son útiles para todos. —Se defendió. —Hasta estoy seguro que los de clase baja reciben mejor esos datos que nosotros. Y eso me molesta, no porque los de clase baja lleguen a saber más que yo sino que parece que me tocaron profesores incrédulos que no parecen ganarse bien la vida con lo que hacen. —Espetó.

—Fionn, deja de ser pretencioso con tu inteligencia. —Se alteró Xavier con la respuesta de su hijo.

—No lo soy, simplemente siento que es insuficiente para mí. —Cruzó los brazos. —Prefiero que el profesor Hancel me enseñé antes de seguir de ignorante mientras ustedes le dan buena plata a esos hombres que no lo merecen. —Xavier intentó guardar paciencia.

Hemos llegado a tener un serio problema con Fionn con respecto a sus estudios, no digo que está mal que las personas cada día quieran aprender más del mundo pero mi último hijo parece querer descubrir todos los secretos más profundos y no resueltos por el hombre; eso ha hecho que Fionn sea un sabelotodo de cualquier tema y eso no es todo, a pesar que es el mejor de la clase y bueno, de todo el colegio, ha empezado a ocasionarle problemas a sus profesores con respecto a los estudios, en donde cuando dejan a medias los temas importantes que se deben de resaltar en clase, él se pone a discutir tanto que una vez, su profesor de física le quito el derecho de responder a las preguntas haciendo que Fionn no se callara, las dijera todas y pronto terminara en una discusión con el profesor que lo llevaron a detención.

Para los catorce años que Fionn tiene, ya muchos nos han dicho que él no debería seguir estudiando en el colegio, sino que puede tomar un examen universitario para ver sus aspectos de inteligencia pero entre Xavier y yo, sabemos que Fionn aprobaría ese examen sin necesidad de estudiar o prepararse. Pero como sus padres, hemos preferido que él intente llevar una vida normal, porque ya es suficiente que sea príncipe para ahora convertirse en el futuro Albert Einstein.

—Si quieres los mejores profesores del mundo te los podemos proveer, pero luego no quiero escucharte que te quejas sobre que dejaste el colegio y tus amigos para mantener estudios privados en casa. —Fionn encogió los hombros.

Fionn negó y no volvió a decir otra palabra, sé que él adora el colegio pero no le agrada nada de como imparten los estudios; eso sin decir, que dejar a sus amigos para estar todo el día en casa, es una opción de la cual no decidirá de un momento a otro.

—Kaleb, ¿por qué has bajado las calificaciones en artes? —Le quite las hojas de la mano a Xavier para ver la calificación.

No quedo duda que mi rostro pudo haber mostrado mucha más admiración que la primera vez, si Fionn es un buen estudiante pero pésimo alumno, Kaleb, es todo lo contrario. Porque siempre en conducta ha obtenido diez pero si hablamos de sus estudios, ya empezamos mal, debido a que ciertas materias que tiene durante el período del colegio siempre hay una en la cual mantiene baja.

— ¿Cuatro punto uno? —Masculle — ¿Por qué esta calificación, Kaleb? —Le pregunté.

—Odio artes —Dijo una respuesta simple y con poca justificación.

—Esa no es una justificación sólida para esta calificación —él mantuvo una posición seria como Xavier.

—Lo siento por no ser un Picasso en clase de artes —dijo con sarcasmo.

— ¡Kaleb! —Xavier lo regaño ante la forma de responderme.

Suspire aturdida, molesta e impaciente al ver que no me siento preparada para discutir sobre temas delicados con nuestros hijos, lo que sí tienen los tres pero más Kaleb y Fionn es que son orgullosos, testarudos y sarcásticos; por lo cual no dan su brazo a torcer rápido hasta aceptar que realmente otros y no ellos tienen la razón. Y no sé si es por la etapa de la adolescencia que ellos se han vuelto más rebeldes o es porque en serio, intentan salirse con la suya para que el mundo vea que cualquiera está equivocado.

—Aurora, a la próxima no quiero escuchar que estuviste en detención por tirarle la pelota de voleibol a tu compañera de clase. —Escuché que dijo Xavier.

— ¿Jessenia? —Dije a lo que mi hija asintió.

—Se lo merecía, estuvo a punto de leer mi diario personal en frente de toda la clase —resoplé.

— ¿Por qué llevas tu diario a clases si es personal? No crees que tus enemigos pueden tomarlo y leer tus secretos —comentó Kaleb.

—Me aseguro que también alguien no se atreva a hacerlo —Valentina miró a Fionn.

—No me mires, pensé que era un libro —se excusó.

—No me mientas —ella achicó los ojos.

—Pero si es verdad, parecía de poesía y una muy buena, pero entendí muy bien las indirectas de corazones y flores alrededor —expuso Fionn.

—Te odio —ella le dio con el almohadón del sofá en la cabeza a su hermano.

Las flores se abren con el despertar de tu sonrisa en primavera
El sol brilla en tus ojos a comienzos de verano
Las hojas caen en tu rostro en otoño
Y los vientos resoplan tu cabello en invierno
Todas las estaciones del año, se complementan con el sonido de tu voz
Oh dulce y silenciosa voz que transmite un despertar de emociones
Un sentimiento que se mantiene oculto a través de los atardeceres
Y un insistente beso que contempla tus temores.

Observé como Valentina se tensó al escuchar ese poema; ni siquiera tardo mucho tiempo en sonrojarse y ponerse nerviosa. Y eso no fue lo único, Xavier enarcó su ceja logrando que irguiera más su espalda para encontrar más información de dicho poema.

— ¿Qué significa eso? —Rodé los ojos ante la ingenuidad de Xavier.

—Oh papá, ¿no entiendes? —habló Fionn. —Aurora ya tuvo su primer beso. —Xavier casi se cae del sofá de la noticia.

— ¡Cállate! —Valentina empujo a Fionn.

— ¿Con quién? —resaltó Xavier.

—Dustin Cox —Mencionó Kaleb.

— ¡¿Qué?! —gritó Xavier. —El hijo de Christian Cox y Ashley Turcios. —Intenté quitar mi rostro de sorpresa mientras hacia una mueca.

Quien hubiera dicho que el mundo es pequeño... Demasiado pequeño. Parece que el tercer hijo del multimillonario empresario del país y de mi ex mucama cuando estaba en la competencia, fue quien le dio el primer beso a mi hija, no sé si sentirme mal o bien con la noticia pero lo que sé es que esto no lo llegará a superar Xavier.

— ¡Oh Dios! ¡Oh Dios! —Xavier empezó a caminar de un lado hacia el otro haciéndose el dramático. —Te prohíbo salir con él. —Le señalo a nuestra hija.

— ¡Papá! —Aurora protesto.

—Tienes catorce, no tienes edad para tener novio... Y más del hijo de Christian Cox, me suena que esa relación será depravada —puse los ojos en blanco al ver lo alcanzativo que es Xavier.

— ¡Todo es tu culpa! —le gritó Valentina a Fionn.

Fionn solo encogió los hombros como si no le importará que su propia hermana fuera castigada por un acto que cometió en el colegio y seguida de eso, por recibir su primer beso mientras que su padre recibió la noticia inesperadamente ocasionando que su instinto sobreprotector apareciera.

—Tú eres peor, este año ya has besado a tres chicas y estoy segura que todas ellas ya se hicieron una ilusión contigo. —Mis ojos casi se salen de su lugar.

—No les doy ilusión... —responde Fionn.

—Dios... ¿No me digas que tú también ya diste tu primer beso? —Le pregunto Xavier a Kaleb.

— ¡No! ¡Qué asco! —Murmuró Kaleb.

Valentina se levantó del sofá molesta, podía ver como aún conserva el rubor rojo en sus mejillas y de cómo asesina a Fionn con la mirada.

—Advertido —puntualizo Xavier.

— ¡Ah! ¡Los odio! —salió corriendo ella.

El salón se quedó en silencio con la huida de Valentina, Kaleb se mantuvo serio y distante mientras que Fionn le daba gracia ver los dramas que su propia hermana hace en los momentos que revela sus propios secretos privados.

— ¿Puedo irme? Tengo un proyecto de artes que completar —concluyó Kaleb.

—También, ¿puedo irme? Trataré de hacer algo productivo antes que mencionen que sigo siendo un ratón de biblioteca —prosiguió Fionn.

Xavier ya disgustado y cansado de pelear, los dejo ir. Pronto les diría a los tres el tipo de castigo que les opondrá debido a que por ahora, tiene la cabeza llena de pensamientos y emociones que no reaccionará con cordura y control para tomar una buena decisión.

Cuando Kaleb y Fionn se marcharon, Xavier se dejó caer en el sofá, en donde se acariciaba las sienes y también hace ejercicios de respiración para calmarse.

Me senté a su lado y empecé a acariciarle la espalda para hacer que se calmara, logrando que pronto dejará de mantener la cabeza agachada para verme a los ojos.

Es difícil tener hijos pero no imposible cuidar, responsabilizarse y ser buenos padres de trillizos; mediante nuestros hijos crecen, los comenzamos a conocer más, tanto que a veces se vuelven nuestros propios reflejos.

—Sigo sin creerlo... Aurora, ya tuvo su primer beso. —Dijo atónito.

—Celoso. —Me reí de él.

—No. Simplemente no quiero que le hieran a mi hija pronto su corazón. —No claudico en su opinión.

—Te recuerdo que tú me lo heriste varias veces. —Ahora él se puso tenso.

—Pero te quedaste conmigo... —intentó remediar la situación.

— ¿Tenía opción? —Ahora él puso los ojos en blanco.

En realidad, opciones tenía si al final Xavier en vez de elegirme como su esposa, me hubiera eliminado; ya que después de haber participado en la competencia tendría muchas probabilidades que cualquier hombre de mi clase social hubiera querido estar conmigo solo por la idea que había sido elegida para comprometerme en aquel entonces con el príncipe de Nueva Erlanwood. Y aunque mi testarudez hubiera ocasionado en seguirme negando ante la idea de casarme con uno esos hombres interesados, la realidad es que no sé en qué hubiera terminado si Xavier no me hubiera propuesto matrimonio.

—No tengo que repetirte que siempre estuviste en primer lugar para mí. —Comentó.

No lo dudaba, porque él mismo me confeso en nuestro primer aniversario que desde el primer momento en que me miro se enamoró de mí; los besos que tuvo con las demás competidoras solo fueron un montaje para que los periodistas dudaran de su decisión, en cambio conmigo espero, porque sabía que si quería enamorarme, debía de hacerlo lento, como a su vez, con tiempo para ganarse mi corazón; añadiendo que al haber tenido altos y bajos en los siguientes meses, las cosas cambiaron para ambos y no sólo eso, aprendimos a conocernos, como también, a confiar más en nosotros mismos.

—Quiero revelarte algo que no te he dicho aún... —Enarqué la ceja.

— ¿El qué? —no esperaba más sorpresas en el día.

—Antes que entraras a ser participante de la competencia y cuando conocí tu expediente, yo ya te conocía. —Agite mi cabeza a los lados.

No entendía nada... ¿Xavier ya me conocía antes de haber sido participante de su propio compromiso arreglado por su padre y los del parlamento?

— ¿Cómo? —Apenas murmuré al seguir sorprendida.

Soltó una sonrisa que pronto lograron mostrar unas pequeñas arrugas en sus ojos y como un par de hoyuelos pequeños se formaban en sus mejillas cubiertas por su barba.

—Ven... Quiero mostrarte algo. Quizás salga de mis dudas también. —Me tomó de la mano y caminamos en dirección a su oficina.

No sé que quiere enseñarme pero lo que sé, es que no estoy comprendiendo nada, y lo peor de ello es que todo se ha vuelto confuso porque todo lo que yo recuerdo, es que jamás conocí a Xavier antes de elegirme para la competencia.

Entramos a su oficina y encendió la luz para luego cerrar la puerta. Camino hasta su escritorio y en un cajón bajo tantos documentos sacó lo que sería una pequeña cadena, una cadena que pronto hizo que todo mi pasado volviera en sí y me sintiera un tanto mareada que tuve que agarrarme del sillón que se encuentra en frente del escritorio de Xavier.

—Mi collar. —Musite.

Un collar un tanto oxidado que recuerdo haber perdido cuando me encontraba en uno de los viajes de trabajo cuando debía de entregar canastos de manzanas en la clase media.

—No sé si lo recuerdas, pero yo aún conservo el recuerdo. —Lo miré atónita. —Cuando aún estaba enamorado de Emily, hubo unos días en los que nos separamos debido a que mi padre se enteró de nuestro amorío, ella regreso a su ciudad y para entonces no sabía cómo comunicarme con ella. —prosiguió al verme callada. —Pensé en ir a ver a Emily esa noche, así que de nuevo hui de mi casa diciéndole a mi padre que iría a ver a Neil y me quedaría en su casa. —Creo que Xavier se dio cuenta de los gestos que empezaba a hacer. —No te preocupes, no lo hacía con frecuencia. —Rió. —Llegué a la casa de Neil y él me camuflo en su casa por dos noches, ya que sus padres saldrían y no volverían en una semana. —Mencionó.

No puedo imaginarme a Xavier hacer ese tipo de planes al lado de Neil y capaz que su mejor amigo pudo haber sido el más preocupado por el hecho que si el mismo padre de Xavier se hubiera enterado que fue a ver a Emily, las cosas terminarían peor que cuando Xavier estuvo a punto de entregarse a ella.

La realidad de todas es que Xavier tiene su pasado oscuro como yo, lo que cambia en ambos es que él arriesgo su vida por una mujer que al final no lo valoro y en mi caso, en vez de ser por un chico, siempre sacaba esa rebeldía de mi sangre hasta el punto de casi coleccionar varias faltas con los guardias que le costaron varios sustos a mis padres y regaños de parte de mi hermano hacia mí.

Sinceramente entre Xavier y yo aún existe esa línea de por medio que no conocemos de ambos, por un lado de todas las cosas que él intentaba hacer por estar junto con Emily; para mientras que yo, todas las malas experiencias que tuve en mi vida y en ciertos casos le he ocultado para que él mismo no se aferré a creer que varios de mis jefes, guardias o soldados que se mantenían en mi ciudad fueron los que me provocaron tener una cabeza tan testaruda y obstinada como a la vez, de presentarme como una chica dura y que no le tenía miedo a nada.

—Pero, ¿cómo me conociste? —Quise llegar a saber antes que la impaciencia me matara más.

—Fui a buscar a Emily y al encontrarla, me encontré con uno de los enormes disgustos que tuve en aquel entonces. Creí que tomar un taxi e irme sería fácil pero... —Cerró los ojos y empezó a reír. —Cuando el sol empezaba a ocultarse, choque con una chica y ella me dijo de todo menos cosas bonitas en la cara. —Abrí la boca al recordar lo sucedido.

Recuerdo como en aquel momento tenía trece años, por obligación uno de mis jefes me pidió que fuera a la clase media a entregar unos pedidos de manzanas verdes y rojas, me iban a dar una buena suma por si esas manzanas terminaban en buen estado hasta llegar a su destino, como trabajadora no me debían de ver como una menor que no podía cargar con cajas pesadas y llenas de mercadería valiosa, sino que quería verme como los otros empleados que mostraban una imagen madura y fuerte, por ello, es que sin importar el costo que podría tocarme si terminaba con algún golpe al tirarme las cajas en los brazos o tener que llevarlas arrastradas o en mi espalda hasta el cliente que las había comprado, busque la forma de tener ese empleo para ganar un buen dinero y llevarlo a casa con orgullo.

Fue entonces que recordé que cuando llegamos a Climbeland City me tocó ir a dejar los últimos pedidos a un cliente a su tienda, estaba cansada y sudorienta que ya me encontraba de malos ánimos para cargar con más cajas de manzanas y peor aún, la mayoría de empleados que tripulaban en el mismo camión que yo, eran hombres, lo cual me trataron como una de ellos sin tener compasión de mi pobre cuerpo.

Cuando me tiraron la caja en la espalda, maldije en mis adentro por no golpearlos o hacerles pagar ese dolor porque ellos se reían de mí, así que callándome la boca y recordando de la recompensa que me darían por no haber botado hasta ese momento ni una caja, seguí llevando las manzanas a su destino. Pero solo me faltaban unos metros en llegar cuando alguien chocó conmigo e hizo que la mitad de la caja de manzanas se me cayera al suelo, haciendo que tuviera miedo que uno de los demás empleados o el conductor del camión se fijara en mi torpeza y se lo mencionara al administrador de la empresa de esas manzanas.

Tuve que bajarme la caja de la espalda y pronto recoger las manzanas rápido, observé una mano más grande que la mía ayudarme a recoger la fruta pero de lo molesta que me encontraba, le quite las manzanas a aquel chico con dureza mientras escuchabas sus infinitas disculpas de las cuales ignoraba pensando en que ya no podría llevarle una buena cena y dinero a mi familia.

— ¿T-tú eras? —Lo señale aún asombrada.

—Sí, no me reconociste que era el príncipe por lo enojada que estabas, es demás, solo recogiste tus manzanas y te marchaste casi dándome un golpe en la cara. —Sonreí apenada.

Y cómo no iba a estar enojada, si por poco no me dan las cien monedas de plata y las veinte de oro que sirvieron de mucho para mi familia a pesar que termine con dolores de espalda y manos.

—Solo llegaste a decirme tu segundo nombre —contó.

— ¿Earyn? —me quede callada unos segundos. — ¿Por qué te dije solo mi segundo nombre? —Eso si no recordaba.

—Dijiste que a los desconocidos solo le decías tu segundo nombre. Puedo decir que todavía me llamaste cretino y sin dudar, solo me diste la primera letra de tu apellido. —Rodé los ojos.

Es una locura pensar en cómo era mi conducta para aquel entonces, pero en mi memoria siempre abarcaba esa idea que para los conocidos fui Kiara y para aquellos que llegaran a verme una vez fui Earyn.

—Antes de verte marchar por completo, encontré tu collar tirado en el suelo. Posiblemente se te cayó en el momento en que chocamos y cuando quise devolvértelo ya habías desaparecido de mi vista y aunque intente encontrarte, todo resultó diferente. —Me regresó mi collar.

Se encontraba intacto, tanto que casi los ojos se me llenan de lágrimas al recordar aquel vago recuerdo que le explique dos veces a mis padres mencionándoles que había perdido su collar, aquel que mi padre le había regalado a mi madre en uno de sus aniversarios, dejándomelo a mí como protectora de aquel recuerdo si algún día les llegará a suceder algo.

Muchas noches llore por el collar y maldije por no haberlo cuidado pero ahora; al enterarme que siempre ha estado en las manos de Xavier me hace darme cuenta que toda nuestra historia no comenzó dentro de la competencia, sino que desde aquel choque que tuvimos en la clase media.

—Cuando regresé a mi casa, intente buscarte pero el problema consistía que dentro del sistema de población habían más de dos cientas chicas llamadas Earyn y unas ciento cincuenta con un apellido que iniciara con "L". —Intenté no reírme ante mi maldad.

No me imagino a Xavier buscando en su computadora y dentro del sistema de la población del país, mi segundo nombre y la primera letra de mi apellido. La verdad es que él me sigue sorprendiendo poco a poco, más por cómo se dieron las cosas, en donde si me hubiera dado cuenta que era el príncipe quien había chocado conmigo, simplemente para aquel entonces, no le hubiera dado tanta importancia, haciendo que terminaría por olvidar el momento al haberme encontrado con el príncipe de Nueva Erlanwood.

—Jamás me encontraste —dije con gracia.

—No por el momento pero meses después sí, cuando te secuestraron. —De nuevo volví a la fase de no entender nada. —Llegue a saber lo del sacrificio que hicieron con las demás chicas, y como única sobreviviente, por parte de la familia real, pagamos los gastos médicos y psicológicos de la tragedia. —Pestañeé varias veces. —Cuando te vi en el hospital, postrada en la cama, no me imagine que eras tú. El problema es que no sabía si me habías engañado con tu nombre porque tus padres te llamaban Kiara y no Earyn. —Dictó. —Pero por tus moretones y heridas tampoco descifré si eras tú —hice una mueca.

De todo el maltrato físico que había recibido en aquel secuestro había quedado casi igual que cuando Lucas me rapto en el castillo. Solo que en diferencia, mi secuestrador me golpeaba de forma seguida el rostro, ya que cuando me rescataron, fue terrible la manera en como mis padres tuvieron que identificarme.

—Y lo extraño fue que tres años después, nos volvemos a encontrar... En la competencia. —Ambos sonreímos como unos tontos ante aquel dato.

Quién lo hubiera dicho, nuestra vida ha estado unida desde mucho antes que ambos nos conociéramos en la competencia; lo que más ha provocado que me quede admirada es la manera en como Xavier si se ha acordado de mí, mientras que yo, apenas me acabo de enterar de toda esta historia.

— ¿Por qué nunca me dijiste nada? —Le pregunté desconcertada.

— ¿Hubiera cambiado algo entre nosotros? —Encogí los hombros. —Recuerda que cuando llegaste a la competencia, no te agradaba y quizás contándote la historia podrías haber pensado que me estaba aprovechando de ti. —Suspire al darme cuenta lo bien que me conoce.

No dude en su afirmación, para cuando entre a la competencia mi único pensamiento era poder darles a mis padres el dinero suficiente al estar dentro de la competencia, pero Xavier y sus maneras en llegar a enamorarme hicieron que cambiara de opinión y terminara por casarme con él, siendo la reina de Nueva Erlanwood y ahora siendo la madre de sus hijos y futuros herederos.

— ¿De qué te ríes? —Se dio cuenta que me cubrí la boca con la mano.

—De nada, solo recordé cuando te pusiste celoso en el momento en que Leandro se acercó a mí. —Xavier rodó los ojos.

—Ni me lo recuerdes. —Anunció.

Me gusta recordarle momentos vergonzosos a Xavier, no por hacerle ver lo mal que se comportó en aquel momento conmigo, sino porque me encanta verlo nervioso y sonrojado antes los actos que hizo de joven.

— ¿Crees que Aurora me perdone por prohibirle estar con Dustin? —hice una mueca.

—Quizás no ahorita —afirmé.

Asintió al recordar como nuestra hija había salido enfurecida de la sala para irse posiblemente a su habitación a llorar en su almohada o simplemente a destrozar su habitación en modo de calmar su enojo.

—Qué difícil es ser padre de tres adolescentes —suspiró.

Me acerqué a él y le di un relajante masaje en su espalda con mis manos.

—Podremos con ello —besé su mejilla.

Ambos miramos la hora del reloj y nos dimos cuenta que ya es hora de cenar; así que debíamos de reunirnos de nuevo en el comedor para comer antes de finalizar este día, yendo a la cama.

—Vamos, posiblemente Aurora baje a cenar—dijo con positivismo.

—Claro. —Tomé su mano.

Este día descubrí muchas cosas, entre pequeñas hasta grandes y no sólo eso, aprendí que a veces el destino reúne a las personas de alguna manera hasta llegar al punto de volver a hacer que se vuelvan a encontrar para estar juntas.

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Bueno, aquí termina este especial.

Espero que les haya gustado mucho, además de ello, nada más anunciar que pronto terminaran estos extras y para comenzar con el pie derecho el 2019, en febrero llega nuestra querida precuela de la trilogía Princess Or Commoner.

Pronto habrán más extras de los cuales disfrutar y reírse... Así que nada más desearles un hermoso 2019 lleno de muchos deseos y bendiciones para todos.

Os quiere, su escritoria.

X. Isabel Moz.

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