Decisiones de una princesa 🎀

Un beso en mi boca fue lo que hizo que abriera poco a poco mis ojos, apenas giré mi rostro a un lado para después sentir como los rayos del sol dieron sus luminosos reflejos en mis pupilas, haciendo que achinará los ojos para luego rascármelos con los nudillos para así poder ver con más claridad.

Escuché una risita que hizo que sonriera, pronto el olor a pancakes de chocolate, jugo de naranja y frutas con miel, provoco que me levantará de la cama y me diera cuenta que Xavier me ha llevado el desayuno a la cama.

—Buenos días. —Alejó unos cabellos de mi rostro.

—Buenos días. —Sonreí como una adolescente.

Sin hacerle mucho caso a la comida sino que más a mi esposo, me acerqué a él, puse mis manos en su cuello y lo atraje a mi cuerpo para besarlo; me he acostumbrado a tener a Xavier solo para mí en la mañana que se me hace difícil separarme de él; no es que no tuviéramos momentos juntos sino que el tiempo es lo que a veces nos falta, por el hecho que Xavier casi pasa ocupado arreglando varios papeles, firmando decretos o actas y contestando varias llamadas como a su vez, yendo a reuniones... Si, el trabajo de mi esposo parece el de todo un empresario pero en vez de dirigir una empresa, dirige un enorme reino.

No lo culpo de tener muchos deberes reales, es algo que no dejará de hacer pero de igual manera, algún momento yo seré la siguiente en estar en su lugar, aunque aún siga con mis estudios, sé que algunos trabajos que me deja el profesor Hancel, son un reforzamiento de los deberes que me otorgaran dentro de un año.

Mayormente las actividades no son de princesa sino que más de una reina; aunque algunas cosas son divididas por un lado de princesa y por el otro de reina, dependiendo del cargo que tenga cada una. No me quejó de mi trabajo, aunque debo de ser sincera y decir que los trabajos son duros, disciplinarios y activos.

—Kiara... —empezó a reír.

Ni siquiera me di cuenta en el momento en que él se encontraba encima de mí. Acaricié levemente su cabello para no desordenarlo y le di una pequeña mirada hasta que él rozó su nariz con la mía y sus manos empezaron a darle unas leves caricias a mis caderas.

—Debes de desayunar, hoy será un día muy largo. —Suspiré ante sus palabras.

Tiene razón, debo de seguir organizando la fiesta que se hará dentro de tres días para conmemorar a los soldados y a las personas inocentes y desaparecidas que murieron en la guerra. Tuve la idea que se creará un mural sobre todas esas personas en donde se pondrá el nombre de tanto las personas que llegaron a combatir como aquellas que intentaron sobrevivir, sé por un lado, que eso no recuperará a sus esposo, a sus padres o a sus hijos u otras personas a aquellas familias que llegaron a perder sus seres queridos.

Así que pensé que hacer un mural con los nombres de esas personas, por lo menos será un pequeño aprendizaje para las siguientes generaciones; donde cada niño o cada joven al leer cada línea con el nombre de la persona, se creará miles de historias de heroísmo o también que se sienta orgulloso que cualquier persona de su familia se encontrará ahí, por haber hecho un acto de valentía.

La idea surgió a comienzos de año, así que tanto el rey Arturo, como Xavier y el parlamento ha aprobado la idea, haciendo que los planos del mural estuvieran en menos de una semana y la construcción empezará en seguida. Y ahora que nos encontrábamos en el mes abril, se hará un pequeño homenaje y a la vez, la muestra de aquel monumento que se encontrará en la clase pobre pero del lado norte.

Ese lado, ya no me correspondió haberlo elegido sino que el rey Arturo fue quien lo asigno y aunque hubo unos pequeños conflictos con respecto a eso, al final nadie detuvo la idea del rey Arturo hasta que se cumplió su mandato.

—Ya sé que te gusta que te haga el amor, pero...

No continuó con la frase porque le di un golpe en el hombro lo cual hizo que terminará riendo pero solo lo ignore para luego sentir como se quitaba de encima y yo me quedaba sentada en la cama.

Le di una mirada a la comida para luego agarrar el tenedor y empezar a comer, puedo sentir la mirada de Xavier invadir todo mi cuerpo, eso hizo que me desconcertara un momento y cuando iba a tomar un poco de jugo de naranja, esté terminará resbalándose en las comisuras de mis labios al haberlo visto como me daba un guiñó.

— ¡Xavier!—le dije molesta.

—Yo no hice nada. —Rió.

—Deja de acosarme con esa mirada. —Lo reprendí.

—Déjame decirte que mi mirada no es el problema sino que eres tú y tú manera de creer que siempre te observo. —Rodé los ojos.

—Como si no hicieras eso—le susurré.

Ni siquiera me di cuenta en que momento ya me había terminado el desayuno, estaba tan delicioso que parecía como si no lo hubiera llegado a saborear y eso me dejaba con resentimiento y culpabilidad en el estómago por no haber comido despacio.

Quite la bandeja de comida de la cama para dejarla en la mesita de noche, de nuevo me tire sobre las almohadas y al agarrar la de Xavier, pude sentir su aroma a pino y eso provocaba que cada vez mis sentidos se fueran perdiendo al sentir sueño.

—Kiara... —dejé ir un gruñido.

Xavier a veces me obligaba a levantarme y salir de la cama cuando solo quería pasar horas y horas dormida; a pesar de ser princesa y por lo menos tener un poco el mando, eso no quiere decir que tenga que despreocuparme de mis obligaciones y pasar todo el día dormida como un oso en hibernación y aunque es buena idea tener que pasarme enferma para poder dormir, creo que no es recomendable ahora que recuerdo que tengo una enorme fila de documentos por los cuales revisar.

Abro uno de mis ojos y me encuentro con Xavier quien se ha acostando a mi lado, me da una sonrisa y levantaba una de sus gruesas y delineadas cejas, espero unos segundos hasta terminar de suspirar al darme cuenta que él acaba de derrotarme. Estoy segura que Xavier no me dejará dormir más, así que me levanto de la cama de pronto y de prisa para irme a dar un baño y así empezar mi día, pero de repente siento que me da un pequeño mareo provocando que me sentara nuevamente en la cama para así esperar que desapareciera aquella sensación de ver las cosas moverse.

— ¿Te encuentras bien?—Xavier se acercó a mí.

—Sí. —Me levanté de nuevo y sentí una extraña sensación en el vientre. —Si quieres puedes irte, de todas formas, tengo clase de protocolo dentro de unos minutos. —Dije aburrida.

Al ver su rostro comprendí que no se siente muy complacido al escuchar que él se adelantara a su trabajo mientras me quedaba esperando a que aquel mareo se aliviara; así que para que pueda continuar con su trabajo, le regalo una de mis mejores sonrisas para que pueda irse tranquilo, lo cual lo anima a confiar en mí; nuevamente me levanto y pronto él me da un beso en la frente hasta acariciar el contorno de mi rostro; le doy una última mirada para terminar por arreglar su corbata y alisar un poco su traje.

— ¿Nos vemos en el almuerzo?—preguntó al abrir la puerta de nuestra habitación.

—Espero que no faltes de nuevo. —Le señalé.

—No lo haré. —Me lanzó un guiñó.

Entre al cuarto de baño para lavarme los dientes y luego darme una ducha relajante; la necesitaba antes de tener que ir a clases de protocolo; además debo de apurarme antes de que mi cuartel de amigos entrara para arreglarme de cabeza a pies.

(...)

— ¿Otra vez?—Dije con horror al ver las medias pálidas.

Últimamente he tenido que estar usando medias para diferentes ocasiones que en realidad se me hace tonto tener que usarlas hasta cuando uso vestido largo pero por regla del castillo y regla de princesa y futura reina tengo que usarlas en toda ocasión, eso me obliga a ponérmelas cuando use faldas arriba de la rodilla como con vestidos cortos u otro tipo de ropa que sea más corta de los dos dedos arriba de la rodilla.

—Vamos alteza...—enarqué la ceja ante las palabras de Dina.

—Odio las medias. —Farfullé al verlas detenidamente.

Mire la hora del reloj y faltaban 15 minutos antes de que comenzara la clase y aún faltaba peinarme, maquillarme y ponerme la ropa; es quiere decir... ¡Todo!

Tomé con odio y desgano las medias que Dina tiene en sus manos; sin que ella o cualquier otra persona de mi personal me ayudarán, empecé a deslizarlas por mis piernas. Las enrollé un poco y dejé que uno de mis pies entrara en aquella prenda que parece un calcetín, luego de eso, dejé que mi otro pie entrara y al estar listo el primer paso; las arrastré por mis piernas hasta que sentí como las medias terminaban por llegar a mis caderas. Me siento incómoda y ridícula pero no tengo muchas opciones, así que solo me permití usar una falda blanca con una blusa rosa y una chaqueta que hace juego con la falda para luego ver como Calvin y Marco hicieron magia con mi cabello y rostro; Sky me ayudo a ponerme los zapatos cuando Marco empezaba a ponerme delineador en los ojos, casi me sentí como la Cenicienta en ese instante pero al estar lista, pronto Dina me ajusto la tiara y pronto tomé unos libros y cuadernos para empezar a correr por los pasillos con los zapatos de tacón.

Llevo ocho minutos de retraso y sé que la señorita Thornicke no me lo perdonará fácilmente por llegar tarde a su clase preferida; así que cuando llegó al pasillo correcto, casi termino por caerme cuando los zapatos de tacón hicieron que me deslizará un poco con los azulejos del piso haciendo que perdiera el control al no poder sujetarme de nada, así que tuve que dejar de correr para equilibrar de nuevo mi cuerpo y así no terminar por besar el suelo.

Abrí la puerta y observé como la señorita Thornicke ya me está esperando con un ceño fruncido y los brazos cruzados; eso hizo que suspirará y le rogará a todos los santos que no llegará a contarme otra de sus anécdotas de su vida, llegándose a referir que debo de ser más responsable con mis estudios y mi aprendizaje de princesa a reina.

—Llega... —Ella observó su reloj de mano—quince minutos tarde señorita De Ravenscroft, eso la hace ver como una persona impuntual... —rodé los ojos y me acerqué a ella molesta—y los gestos debemos de irlos cambiando, una dama...—bufé— ¡Oh qué horror! Una princesa no suelta suspiros o sonidos incómodos como si se tratará de un búfalo en persona—achiné los ojos.

Cuando hice ese gesto, empezó a abrir la boca, lo cual la señale y la hice callar cuando le di una mirada asesina y fijo su mirada en mis labios cuando le repetí unas palabras de manera lenta.

—Dejé de criticar cada gesto, mueca y sonido que haga. ¡Ya sé que no es propio de una princesa!—Dije irritada—Pero le recuerdo que usted está aquí para enseñarme, no para disciplinarme como si fuera un perro en estado de adiestramiento. —Puntualicé con poco humor.

Rayos, siempre hay algo que hace que perdiera la calma y más por las mañanas. Además de sentirme incomoda con las medias, tenía dolores de vientre, realmente no estaba preparada para lo que llegará a suceder pero debía de plantearme algunas cosas y más, porque presiento que mis mareos y mis cambios de humor matutinos dicen mucho de lo que me sucede.

—Bien, este día le enseñaré a saludar con ambas manos. —Dijo con tono molesto.

¡Ash! ¡Genial! Esta mañana será aburrida, no sé qué tan elegante debe ser ese saludo con cualquiera de las dos manos, pero presiento que habrá momentos en los que empezaré a bostezar y por si fuera poco a caer dormida.

Sigo sin poder tolerar las clases de protocolo y aunque solo las tenga dos veces por semana, es la asignatura por la cual rechazaría a cada momento que me la propusieran; no soy buena para seguir las ordenes de la señorita Thornicke por el hecho que ella es muy mandona y le gusta hacerme sentir inferior con respecto a sus enseñanzas con los modales, pero si fuera por mí, yo la mandaría al sótano más oscuro para que se perdiera y no terminara recibiendo esta clase.

—Comenzaremos sentándonos—fue lo que ambas hicimos al mismo tiempo cuando nos posicionamos en dos sillas que se encontraban una al lado de la otra—. Recuerde no cruzar los pies—asentí malhumorada. —Imaginemos que nos encontramos sentadas en un carruaje real—se me escapó un risa que pronto hizo que ella abriera los ojos y me diera una mirada seria.

—Lo siento, fue un estornudo. —Me mantuve de nuevo seria.

—Continuemos. —Volvió a su posición recta en la silla. —Espalda recta, cabeza alzada, sonrisa relajada, piernas juntas, pies en el suelo, falda acomodada cerca de las rodillas, levanté la mano derecha y saluda con movimientos suaves y lentos—le di una mirada y empecé a copiar sus pasos.

Me sentía tonta, no tengo gracia para esto y no solo eso, no tolero tener siempre las piernas juntas o la sonrisa fingida en mi rostro, porque ya empiezo a tener calambres en las mejillas y eso que apenas he comenzado a sonreír. Con la mano derecha empezamos a fingir la señorita Thornicke y yo que saludamos a las personas que se encontraban a nuestro lado izquierdo; hubo un momento en que agite tanto la mano a los lados que me reprendió y me corrigió diciéndome que el saludo que estaba haciendo era incorrecto. Así que no me quedó de otra que volver a empezar.

Casi nos tardamos una hora y media trabajando en el saludo de mano derecha para el público del lado izquierdo y el saludo de la mano izquierda para el público del lado derecho. No es que siempre tenga que seguirle la corriente pero por lo menos la mayor parte del tiempo debo de hacer bien las cosas sí no quiero que me corrija y luego empezará a decirme cosas sobre lo que una dama debe o no hacer.

A las 10:10 am camine hasta mi oficina, es extraño que tenga una pero por mandato debo de tenerla para hacer mis propios trabajos, pero antes de poder tomar el pomo de la puerta y girarlo para entrar a mi despacho, siento un extraño bajón que hizo que me preocupara y pronto de nuevo me sienta incómoda... sé lo que significaba eso, y a eso le llamo alerta roja.

Salgo corriendo con todo y zapatos de tacón a mi habitación para cerrar con llave para que nadie entrará de forma imprevista para así empezar a buscar entre algunos cajones del ropero, lo que necesito hasta que pronto lo encontré.

Me fui al baño, me quite la falda para luego bajar mi ropa interior y ver lo que menos quería que me sucediera en este día.

Suspiré algo fastidiada al ver la sangre en mi ropa interior, no había llegado a tener en cuenta que mi periodo llegaría pronto; lo había olvidado por completo, tanto que los síntomas estuvieron presentes pero pensaba que la siguiente semana me iba a llegar el sangrado.

Por un lado me encontraba a gusto que haya venido en su tiempo predicho pero por otro lado, eso significaba muchos cambios en mi cuerpo, entre ellos, mis cambios de humor y mi apetito.

Y con solo recordar eso, de un segundo a otro mi cambio emocional cambia para ahora empezar a reír porque hace dos meses que Xavier se dio cuenta de mis cambios corporales, lo cual provoco que él pensará que estaba embarazada y más porque al probar un postre había hecho que lo llegará a vomitar unos minutos después; pero en realidad eso paso porque fui muy golosa en comerme un pastel entero de chocolate, lo cual me empalago y me dio muchas náuseas el chocolate que me dio dolor de cabeza y el estómago se me termino por revolver.

Saqué la toalla sanitaria de su empaque y la acomodó en mi nueva ropa interior, para subirla después hasta revisar si la falda no había llegado a tener algún daño, sino me tocaría cambiarla por una nueva. Pero por un lado, me aburrí pensar que tendré que lavar mi ropa interior manchada de manera oculta antes que la señora que se encarga de lavar la ropa se la llevé y vea mi propio desastre personal.

Me acomodó la falda que gracias a Dios no se me ensucio para después salir del baño y así, guardar mi ropa en un lugar donde nadie ni Florence la encontrará; por la noche voy a hacer el labor de lavandera antes que alguien se dé cuenta que fui a lavar mi ropa interior y no se la di a una de las lavanderas para que me ayudará con el problema de mi cuerpo.

Me dio un fuerte dolor de vientre que tuve que sentarme en la cama, hasta que a los segundos caí de un lado y enrollé mis brazos alrededor de mis caderas. El dolor es mi fuerte enemigo para estas ocasiones y más cuando me viene fuerte, menos mal no hago trabajo físico, no porque a estas horas me encontraría peor de lo que ya estoy sufriendo.

Me levanté y preferí seguir con mi camino para trabajar, tengo mucho porque organizar y hacer antes que llegué la fecha de la inauguración del mural.

Abrí la puerta y menos mal que no hay nadie por los pasillos; suspiré y caminé hasta mi oficina con pasos cortos y casi murmurando y maldiciendo por lo bajo, antes de llegar a la oficina me encontré con Glenda, quien parece esperarme al lado de Maggie porque la sostenía de la mano y ambas me sonrieron a lo cual yo les devolví el mismo gesto; me acerqué a ambas y las abracé para luego darles un beso hasta que Glenda me alzó una tarjeta con muchos dibujos, brillantina de colores púrpura y rosa y recortes de varias flores y arcoíris; parece una tarjeta así que no tardé en agarrarla y abrirla.

—La hice yo, especialmente para ti. —Sonrió dejándome ver el hueco del diente de leche que se le acaba de caer.

—Eres un amor, cielo. —Le di otro beso en la mejilla.

Abrí la tarjeta y por dentro se encontraba dos figuritas humanas, una más pequeña y la otra más grande; por supuesto, la grande se trataba de mí porque lleva una tiara y un vestido morado que había usado para una reunión de hace un mes y por supuesto, la otra figura pequeña es Glenda porque lleva un hermoso vestido rosa de tutu; eso hizo que mi corazón se encogiera y luego leyera las palabras que están escritas con una pluma dorada brillante.

Te invito a mi fiesta de cumpleaños, está programa el sábado a las 3:00 pm; espero que puedas llegar y disfrutar conmigo, este día tan especial.

Las letras de Glenda me encantan porque me recuerda a mi niñez y más porque la mayoría de ellas cambiaban de tamaño, una más grande que la otra y llena de corazones y flores cuando se trataban de las letras "O" e "I".

—Irás, ¿verdad?—me hizo ojitos de perrito.

—Claro que si tesoro, no me perderé de tu cumpleaños. —Pase mi mano por su cabello.

— ¿Lo prometes?—Me puso su dedo meñique en frente de mí.

—Lo prometo. —Agarré su dedo meñique junto con el mismo dedo de mi mano.

Glenda y yo tenemos un vínculo muy especial que es difícil que alguien lo vaya a romper, tanto la niña como yo nos hemos encariñado tanto desde que llegué a la competencia que no hay un momento en que ambas no nos tengamos confianza una de la otra, para Glenda, yo suelo ser como su hermana mayor, ya que ella al ser hija única y también ser la única niña que se encuentra en el castillo, esto se vuelve un poco aburrido y abrumador. Ya que Eliz, su madre al imponerle muchas reglas hace que la niña solo se pueda mantener en el área de la cocina y que de ahí, ya no pase.

—Entonces, te espero entre 3 días—me señalo 3 de sus dedos.

—Está bien, cielo. —Me despedí de ella.

Pero antes que se marchará con Maggie, mi amiga cocinera se acercó a mí, mientras alejaba un poco a Glenda para que no escuchara nuestra conversación.

—En serio, ¿podrás ir?—Es de las únicas personas que me tratan de tú.

—No tengo ningún inconveniente. —Encogí los hombros.

—Es este sábado. —Abrí mis ojos sorprendida.

— ¿Esté?—Ella asintió.

¡Hay no! Este sábado es el evento del mural, el cual empieza desde las 2:00 pm y tampoco puedo faltar... y el cumpleaños de Glenda es a las 3:00 pm; pero ese no es el problema, el problema es que ambas fiestas son en diferentes lugares.

El cumpleaños de Glenda es aquí en el castillo, bueno, en el patio trasero en donde pasan la mayor parte los empleados pero el evento del mural es en la clase baja; es decir, estaré a más de 50 kilómetros del castillo hasta la clase baja. Eso me preocupa porque para llegar a cualquiera de los dos lugares tardaría aproximadamente un día en llegar y eso que en helicóptero sería unas 12 horas de vuelo. Estoy perdida...

—Estoy perdida... —Me agarré la cabeza de forma desesperada.

— ¿Sucede algo?—Me dijo Maggie.

—Tengo un evento por la tarde el sábado y no exactamente aquí. —Le dije nerviosa.

—Oye, si no puedes ir, no te preocupes. Glenda entenderá, ella sabe que tienes demasiado trabajo útilmente y que por eso tú tiempo con ella es ilimitado. —Hice una mueca.

—Le prometí que iré. No la puedo decepcionar. —Se lo recordé como una promesa.

Ambas observamos a la niña quien bailaba como una bailarina de ballet dando varios giros y luego tratando de ponerse en puntillas con sus desgastadas zapatillas negras.

—Kiara, no puedes dejar tus obligaciones de princesa a un lado. —Me mordí el labio inferior con nerviosismo.

—Trataré de hacer todo lo que tenga en manos. —Le prometí.

(...)

— ¿Qué? Repite eso un poco más lento—dijo Xavier mirándome de forma impactada.

—Es que Glenda me invitó a su cumpleaños que es este sábado y no puedo faltar porque se lo prometí y no quiero decepcionar a la niña. Ella me quiere mucho y yo no puedo faltar en uno de sus días más especiales... —empecé lento pero termine rápido haciendo que yo misma terminara por enredar mi lengua.

—Kiara... —Xavier hizo una mueca. —Intento comprenderte pero, es que estás nerviosa y has comenzado a hablar tan rápido que no comprendo el final. —Me senté en el asiento que tiene en frente.

Trague hondo y esta vez tartamudeando le dije a Xavier la frase que ya le he repetido como diez veces y no ha llegado a descifrar con facilidad. No es que no entendiera, simplemente estoy nerviosa, estresada y a comienzos de un periodo que dentro de unos cinco días se quitara; todos estos síntomas solo han provocado que tenga calor y sienta como si me estuviera ahogando en un mar de eventos que no tienen final.

—Kiara, no puedes faltar al evento del mural—asentí rápido.

—Lo sé, sé que esto viene planeado desde hace meses pero tampoco quiero romperle el corazón a la niña—me pasé de manera nerviosa la mano sobre el cabello.

—Ella entenderá si no llegas. Recuerda que ya no eres una chica normal, eres... —lo interrumpí.

—Una princesa, lo sé. —Bufé irritada.

—Y como una, debes de entender que existe cosas más importantes que ir a un cumpleaños. —Lo miré molesta.

—Tratas de decirme que un evento es más importante que la amistad—ahora él suspiró.

—Kiara, debes de estar presente. Eres la princesa de Nueva Erlanwood, eres parte de la familia, tu obligación es estar con nosotros... —Dejó de hablar cuando enarcó su ceja al verme. — ¿Estás llorando?

—No solo estoy riendo de felicidad... ¡Claro que estoy llorando! No vez que estoy contra la espada y la pared, es como si yo te dijera que es lo más importante; ir a una aburrida reunión importante de muerte o ir al cumpleaños de tu padre—Xavier se quedó callado un par de segundos.

—Mi padre comprendiera si no voy a su cumpleaños... —me levanté de la silla.

— ¡Esa no es una opción! Es tú opinión lo cual contradice la opción emocional de tu padre, lo cual si llega a decir que entenderá porque no llegas a su cumpleaños, tú te lo tomaras relajado pero él se sentirá mal emocionalmente—Xavier enarcó su ceja.

— ¿Desde cuándo hablas como una terapeuta?—di un grito molesta.

— ¡No me estás ayudando!—le dije.

—Kiara, comprende lo que te digo. Sabes que mañana por la noche nos vamos y no hay tiempo de discutir el tema. —Observé como se sentó en su asiento. —No hay más que decir, de qué te vas conmigo y mi padre es una decisión que no cambiaré—Lo asesine con la mirada.

—No guapo, te equivocas. Esto es una obligación, me estás tomando a la fuerza... —ahora sacó una risa agría.

—Soy tu esposo, por lo tanto si tú no puedes decidir por ti, yo lo haré por ti. —Evadió pronto la mirada. —Y yo digo que irás a ese evento quieras o no. —Abrí la boca asombrada.

— ¿Desde cuándo decides por mí? Ser mi esposo no te da el derecho de tomar mis decisiones—encogió los hombros de forma indiferente.

—Ya lo hice y no discutiré más contigo y por favor, guarda las lágrimas de cocodrilo que no funcionara esta vez—lo dijo tan normal que me impresionó.

Ni siquiera volvió a verme, miró unos documentos y empezó a corregirlos tachando ciertas cosas con su pluma negra; mis lágrimas siguieron deslizándose por mis mejillas y ahora me tragaba varios sollozos que pronto me daría hipo si nos las controlaba.

Xavier se dio cuenta que no iba de broma mis lágrimas como otras veces, lo que no sabía el pobre es que mi periodo acaba de llegar, por lo cual es un desastre mucho más grande porque el pobre apenas ha tolerado mis cambios de humor unas cuatro veces, ya que no siempre me llega el periodo con el mismo cambio corporal.

—Kiara... —Se levantó de su asiento preocupado.

—Bien. Obedeceré, de todas formas, veo que siempre tomaras el papel de ser príncipe y yo una simple plebeya. —Me trague unas lágrimas. —Porque en verdad, ahora mismo no te estás comportando como mí esposo. —Me acerqué a la puerta.

—Kiara, no quise tratar de decir eso...

Ni siquiera dejé que terminará su frase porque ya me había terminado de marchar de su oficina.

Está claro que no todo matrimonio suele ser perfecto pero a veces tengo miedo a enfrentar ciertas cosas que por eso sigo evadiendo el asunto. Y aunque sé que eso es malo, ahora mismo tampoco estoy de humor para discutir el tema, ya que estoy segura que terminaré de llorar como una magdalena. Malditas hormonas de periodo.

(...)

Le había pedido de favor a Sasha y a Candy que me diseñaran un vestido de niña de color rosa el tutú y la parte de su cintura para arriba una pieza de camisa color dorada con brillantina; mientras tanto a Sky le había pedido unas zapatillas rosas y a Dina, una pequeña tiara.

Seguía sin saber si iré a la fiesta pero por un lado quiero regalarle a Glenda un vestuario hermoso para su cumpleaños, algo digno de lo que es ella. Una princesa. Por eso es que le he dicho a la mitad de mi personal que si pueden diseñar y hacer un vestido en menos de dos días como también conseguir el juego de zapatos y la tiara; y por supuesto, todos están dispuestos a ayudarme, bueno menos mi esposo que hasta ahora no le he dirigido la palabra.

Suspiré un poco molesta, para luego acostarme en la cama y ver hacía el lado donde se encuentra el ropero, sé que Xavier no tardará en llegar y en verdad me encuentro lo demasiado cansada para pelear de nuevo con él que prefiero que me encuentre dormida. Así que no tarde en ponerme mi pijama y entrar en cama, por lo que veo de la ventana, el cielo se encuentra despejado pero hace frío, así que me encogí más con las sábanas hasta que cerré rápido los ojos al escuchar la puerta abrirse.

Los pasos de Xavier se fueron acercando poco a poco a la cama hasta que esta se hundió un poco de mi lado y pronto el rocé de sus dedos fueron de mi sien a mi pómulo hasta llegar a mi barbilla; evite sacar alguna risa por las cosquillas que me provocaban sus dedos, así que solo me moví un poco para después sentir como él me envolvía más con las sábanas hasta alejarse.

Escuché un par de veces su suspiro hasta que me imaginé que debe de estarse quitando la ropa para darse una ducha rápida y luego entrar a la cama.

Y exacto, eso fue lo que hizo.

Quince minutos creo que fue lo mínimo que se haber tardado en bañarse porque pronto el otro lado de mi cama se hundió para después sentir como me daban un beso en mi sien hasta que lo escuché decir unas palabras.

—Lo lamento cielo, tienes razón. La manera en que te dije las cosas y como te las he impuesto, no es la correcta. —Me imaginaba su rostro, podía estarse mordiendo el labio al tratar de encontrar las palabras correctas para decírmelas. —No quiero que sientas que yo soy el príncipe y tú una plebeya, por lo contrario, eres mi esposa y debo tratarte como se debe. —Suspiró. —Simplemente me dejé llevar por mi enojo y estrés del día, del cual lo termine pagando contigo y bueno... no tenía por qué hacer eso. Solo espero que me perdones. —Se escuchaba arrepentido.

Dejó de estar cerca de mí para posicionarse en su lado de la cama y pronto quedarse dormido; si supiera que escuché todas sus palabras y que también le quería pedir una disculpa por haberle gritado, todo fuera más fácil pero no era así. Solo abrí los ojos y contemplé las cosas que hay en la habitación pero solo del lado de la cama; me quedé reflexionando durante para varios minutos que se me hicieron eternos y fue lo que hizo que no llegase a dormir.

A la media noche y saber que no podía dormir, llegó una pequeña tormenta, puedo escuchar la lluvia golpear por la ventana y de cómo la brisa del aire se ha vuelto más fría. Me di la vuelta y pude ver a Xavier dormido, parece que todo anda bien con él que parece no tener necesidad de tenerme a su lado, pero como yo sí lo necesito, solo abrí uno de sus brazos y entre en aquel espacio en donde él llegó a moverse al sentir como lo abrazaba y luego trataba de quedarme inmóvil para no despertarlo.

— ¿Sucede algo?—preguntó adormitado.

—No. —Puse la cabeza en su pecho.

— ¿Tuviste alguna pesadilla?—negué.

—Solo... tengo frío. —Sacó una pequeña risa.

—Ven aquí entonces.

Xavier tomó más las sábanas y nos envolvió a ambos, solo que yo quedé más envuelta. Cerré los ojos mientras rodeaba más su mano en mi cintura y terminaba por darme un beso en la cabeza.

—Buenas noches, cariño. —Bostezó.

—Que descanses.

No tardo mucho tiempo en quedarse dormido mientras yo solo sonreía y luego empezaba a quedarme dormida; parezco tener síntomas de bipolaridad porque después de estar enojada he pasado a estar triste, luego melancólica y ahora feliz. Quien hubiera dicho que ser mujer es algo fácil.

(...)

Tocaron la puerta de mi oficina haciendo que yo dirigiera las palabras de permiso para que la persona entrara, un guardia abrió la puerta y dejó pasar a Maggie quien le dio las gracias, me hizo una reverencia y se fue acercando a mí, en el momento en que el guardia cerraba la puerta y nos dejaba a solas. Le hice una señal a ella para que se sentará en una de las sillas que tengo en frente de mi escritorio para después empezar a hablar con ella.

— ¿Será un honor que la princesa te llamé para alguna cosa que no sea mala?—reí.

—No sé, sigo averiguándolo—ella fue la siguiente en reír.

—Oye, dicen que te peleaste muy feo con Xavier—rodé los ojos al escuchar los rumores que hacen ciertas personas del castillo.

—No te preocupes, pelea de pareja y mis hormonas están un poco alborotadas últimamente—le mencioné.

— ¿No estarás embarazada?—ella parecía entusiasmada con la idea.

—Me ha venido el período. —Le dije sin vergüenza. —Además Xavier y yo nos estamos cuidando. Aún no hemos planificado eso de tener hijos. —Le comenté.

—Qué bueno que se cuidan y lo planifican bien; a estas horas ya estuvieras con tu primer embarazo—reí incómoda con su comentario.

Si supiera que tenemos planificado tener tres hijos será una gran novedad que pronto algún empleado llegará a escuchar y pronto irá comentando de una a otra persona tal sorpresa. Ya que al parecer el parlamento está a punto de aprobar el cambio de regla que Xavier hizo en uno de los decretos, de ya no solo tener un solo hijo sino que los próximos reyes tienen y tendrán el derecho de tener los que quieran. Así que si alguien llega a saber esta verdad, ya no será una sorpresa.

—Te he llamado porque necesito saber quiénes irán al cumpleaños de Glenda. —Ella empezó a contar con sus dedos.

—Yo, Roger, Pepe, Jazz, Félix, Giova, Florence, Charles, el señor Christian Cox con sus hijos Agatha y Timothy, tú... y por supuesto Eliz. —Asentí.

— ¿No irá algún otro niño a la fiesta además de Charles, Agatha y Timothy?—Maggie negó.

—Todos los amigos de Glenda se encuentran en la clase baja. Ya sabes, cuando tenemos vacación solemos ir a ver nuestras familias y Eliz no es la excepción en llevarse a Glenda a ver a sus abuelos. —En ese momento se me ilumino el cerebro.

— ¿A qué clase baja pertenecen?—Le pregunté a Maggie.

—Eliz es del Este. Sus padres son campesinos pero Glenda nació aquí. ¿Por qué la pregunta?—me miró con curiosidad.

Del lado Norte al Este solo son unos 8 a 10 kilómetros; llegaría pronto al cumpleaños de Glenda si se llegará a hacer en la clase baja, quizás no sea como la fiesta programada que tiene aquí pero yo haré lo posible para que no fuera olvidada. Además conozco un jardín botánico en reserva que se encuentra en el lado Norte, pueda ser que el cumpleaños de Glenda sea ahí y pueda disfrutar de su cumpleaños con su familia y amigos; ya que estarán más cerca.

— ¿Vendrán sus abuelos?—Maggie volvió a negar.

—No pueden, es decir, no tienen el dinero suficiente para venir y el carnet legal de identificación tampoco lo tienen para trasladarse a las otras dos clases—me comentó.

Sonreí con alegría al darme cuenta que las cosas pueden salir mejor de lo que espero. No solo ganaré yo en ir a la fiesta de cumpleaños de Glenda sino que también sus abuelos y amigos terminarían yendo.

—Estoy pensando en que hagamos la fiesta de Glenda en El Jardín Botánico La Laguna Azul... es un hermoso lugar para celebrarle su cumpleaños además estará al lado de sus abuelos y sus amigos. —Le sugerí.

—Pero y ¿nosotros? ¿Dónde quedamos?—reí al ver su rostro dudoso.

—Le diré al rey Arturo si me puede prestar el helicóptero para que ustedes puedan ir ahí, así llegarán en 12 horas y la fiesta de la niña será más dinámica. —Ella sonrió.

—Me encanta la idea, pero ¿crees que el rey Arturo te prestará su helicóptero para que lo ocupemos?—asentí.

—Digo que sí. —Encogí los hombros. —Pero, aún no tienen nada organizado, ¿verdad?—hizo un rostro pensante.

—Eliz creo que aún no ha comprado nada para la fiesta—respondió.

—Llámala, quiero decirle el plan. Solo espero que le guste porque ya sabes cómo se pone cuando le contradicen sus ideas—asintió.

—Está bien. Iré por ella.

Salió corriendo de mi oficina para llamar a Eliz, mi plan es más que perfecto, además será muy bonito que los amigos de Glenda estén presentes en su cumpleaños como también sus abuelos; solo espero que Christian Cox acepte la invitación para ir junto con sus hijos, ya que conociéndolo se comportará como el rey Arturo cuando llegó a la clase baja en los días que aún estaba en la competencia.

Maggie no tardó mucho tiempo en llegar junto con Eliz, quien me dio una mirada sospechosa para luego quedarse al lado de Maggie para escuchar el plan de cumpleaños que tengo preparado para su hija.

—Dijo Maggie que es urgente lo que tienes que decirme, así que habla. —Ella y su tono serio suele irritarme pero qué más da.

Empecé a contarle mi plan sobre hacerle el cumpleaños de Glenda en el Jardín Botánico La Laguna Azul, le expliqué detenidamente los motivos por los cuales pensé que será una fantástica idea que se celebrará el cumpleaños de la niña ahí, le dije que al final los amigos de Glenda y sus abuelos terminarían yendo y además la niña tendrá un hermoso día; le expliqué lo del helicóptero y que yo me encargaré de administrar la fiesta, lo único que ella se encargará es de las decoraciones de la fiesta; por lo demás que no llegará a preocuparse porque me encargaría yo.

— ¡Estás loca! Ya tengo los planes de cómo hacerle la fiesta a mi hija. —A veces ella suele mentir para no tomar mi ayuda.

—Entonces, dime ¿cuáles son tus planes?—le pregunté.

Ella trató de hablar varias veces pero así como abría rápido la boca así la terminaba cerrando, eso me dice que ella no tiene planeado nada y que realmente solo se encargará de organizar una pequeña fiesta a la niña.

—Vamos Eliz, es tú oportunidad para que la niña tenga su cumpleaños deseado al lado de sus abuelos y amigos—le dijo Maggie a Eliz.

— ¡No! Que me hace pensar que luego no me cobrará las cosas de mi sueldo. —Suspiré y me levanté ante el comentario de Eliz.

—Mira Eliz, yo solo quiero ayudarte. La niña la quiero mucho... —ella me interrumpió.

—Kiara, no quiero que te comprometas y entrometas en los asuntos de mi hija y míos. Sé que la quieres mucho y ella también pero perdóname si te digo esto pero ella no reemplazará a tu hermana, mi hija es mi hija y tu hermana fue tu hermana; no las puedes comparar a una de la otra y querer darle caprichos a mi hija como si fuera tu familia. —Me acaricié los ojos.

— ¡Eliz, basta! Dijiste mucho por ahora y creo que te pasaste de la raya. —Se molestó Maggie con ella. —Kiara te está apoyando en algo que tu quisieras darle a tu hija, ¿no quieres que tus padres estén presentes en su sexto cumpleaños? ¿No quieres alegrar a la niña invitando a sus amigos quienes los ve solo unas pocas veces al año? ¿No quieres darle ese vestido de princesa y organizarle una fiesta fuera del castillo? Y ahora que tienes todas esas oportunidades las rechazas por el simple hecho de que eres arrogante y egocentrista con el amor de la niña. ¡Entiende! Kiara es su amiga, Glenda no terminará queriéndola más que su madre. Deja aún lado tus cosas y pensamientos y organízale esa fiesta a tu hija. ¿No crees que ella se lo merece?—Le dijo casi gritado Maggie a Eliz.

— ¿Por qué haces esto por mí, si siempre te trató mal?—encogí los hombros.

—No lo hago por mí ni por ti. Lo hago para que la niña disfrute alguna vez su cumpleaños. Tú por lo menos en estos años de su vida le has brindado pequeñas fiestas con los chicos de la cocina y pastelería quienes hasta le hacen un pastel. Pero en cambio tú, Maggie, yo y cualquier otro no llegamos a tener algo así en nuestra infancia... Bueno eso creo porque en mi caso solo fueron dos o tres veces que tuve pastel. —Le conté una parte de mi vida.

No sé cómo es que no he terminado por gritarle las mil y una maldiciones a Eliz por haberme dicho aquellas palabras que fueron casi un golpe en el estómago. ¡Está claro que no quiero reemplazar mi hermana por su hija! Si quiero mucho a Glenda pero no haría eso, además cuando Eliz quiere atacarme lo hace con cualquier cosa que se le viene por la cabeza sin importar lo mucho o no que puede dañar a la persona. Maggie se le ve furiosa con ella que hasta ha cruzado los brazos y ha dejado de verla.

—Está bien. Lo haré por Glenda. Porque realmente se lo merece. —Suspiré feliz ante su aprobación.

—Por fin haces algo bueno por la niña. Me tengo que ir Kiara, nos vemos luego. —Maggie se retiró dejando sola a Eliz conmigo.

—Me voy también, hay mucho porque cocinar y... gracias Kiara. —Asentí a lo que dijo Eliz antes de marcharse.

Después que ella se marchó, me quedé haciendo un trabajo del profesor Hancel en mi oficina; debo de preparar todo antes del día de evento del mural y de la fiesta de cumpleaños de Glenda o sino me tocará hacer otra maqueta del museo de banco nacional del país.

(...)

3 días después...

— ¿Crees que termine en una hora?—le hice nudo a la corbata de Xavier.

—No lo sé. Dependiendo a la hora que comience así terminará el discurso. —Comentó.

Aunque no quiero y debo, me voy a escapar del evento del mural después de escuchar el discurso del rey Arturo y luego de decir el mío, el cual ha terminado por resumir muchas palabras para no hacerlo largo, ya que como princesa, no puedo equivocarme ni entrelazar palabras cuando esté hablando, lo peor de ello es que tuve que aprenderme el discurso porque no puedo hablar con un papel en mano.

— ¿Para qué le pediste a mi padre el helicóptero?—traté de no impresionarme con su pregunta.

—Lo necesitaba para alguien. —Terminé por ajustar el nudo y camine al tocador.

— ¿Alguien? ¿Quién es ese alguien?—enarcó su ceja.

—Pues...

Tocaron la puerta y fui la primera en salir corriendo hacia ella para saber quién es la persona que se encuentra detrás de ella. Por una vez en la vida agradezco que Clayton nos haya interrumpido en una conversación de Xavier y mía, ya que él pobre es infortunado en interrumpirnos en varias situaciones.

—Altezas, su majestad los espera abajo. —Miré a Xavier quien asiente.

—Ahora vamos. —Contestó Xavier.

Cerré la puerta mientras que él se pone la corona y luego camina hasta mí para tomar mi mano y darme un pequeño beso que me provocó un cosquilleo en el estómago.

—Queda pendiente esta conversación, ¿ok?—Suspiré al verle a los ojos.

—Ok.

Salimos de la habitación de la cabaña en donde nos encontrábamos para caminar hasta la puerta principal; tuve que agarrar muy bien mi vestido celeste para no patearlo y no tropezarme con él al ser largo.

Cuando llegamos, Xavier dejó que entrara primero al auto para después encontrarme con el rey Arturo, quienes saludo con una cálida sonrisa para luego seguir evaluando el protocolo en una hoja de papel; después que Xavier entro al auto, el chófer empezó a conducir, el trayecto no va a ser largo así que lo único que me concentré fue en mis palabras del discurso y en cómo voy a huir del evento.

A los quince minutos llegamos a Farvels City; en el lugar se encontraban muchas personas que apenas miraron el auto detenerse empezaron a gritar y a aplaudir, de primero salió el rey Arturo, apenas solo dio un paso cuando media docena de soldados lo escoltaron en toda su caminata hasta llegar a la tarima que se encontraba adelante del mural; Xavier me sonrió y beso el dorso de mi mano cuando me invitó a salir de primero y de nuevo escuché los gritos de mi nombre, muchas manos ponerse a los lados de mí para tomarlas y saludarlas y no faltaron los halagos.

Camine al lado de Xavier al mismo tiempo, la señorita Thornicke me había enseñado como hacerlo para que yo no le llegará a atrasar o adelantar cuando camináramos.

Subí en la enorme tarima y luego me quedé al lado de mi suegro para presenciar el silencio del público y escuchar las palabras del rey.

—Buenas tardes a todos, el motivo por el cual todos se encuentran aquí es para presenciar uno de los eventos que quedará marcado para siempre para nuestra querida Nueva Erlanwood como también para nuestros corazones...

Miro como doce líneas, seis a la derecha y seis a la izquierda, con veinte sillas que están llenas por mujeres y jóvenes, escuchaban las palabras del rey Arturo, aquel día todas esas familias presenciarían un acto solemne para aquellos hombres que murieron en la guerra como también niños, jóvenes, y mujeres que también fueron parte de esos días. Aquellos que murieron como también desaparecieron, todo este evento que muchos están presenciando personalmente como en televisión quedaría en sus memorias para siempre, ya que el simple hecho que al ser descubierto el mural, nadie va a olvidar todos aquellos nombres que formaron parte del heroísmo de Nueva Erlanwood.

—Ahora nuestra principal promotora del evento, la princesa Kiara de Ravenscroft, dirigirá su afecto por este día con unas memorables palabras. —El rey Arturo se hizo a un lado en donde me encontraba para darme el permiso de ir al podio.

»Buenas tardes a todos los ciudadanos de Nueva Erlanwood como también amigos extranjeros de otros países hermanos; este día hacemos memoria a uno de los tiempos que para nuestro país fue difícil, no solo para encontrar una supervivencia de vida sino que también para encontrar la paz que necesitábamos. Hace ya más de 20 años se dio una de las guerras que marco la vida de cada una de las familias provenientes del país, las cuales muchas de ellas perdieron a sus esposos, a sus hijos, a sus hermanos, a sus padres y hasta sus amigos. Todo esto para obtener un solo propósito. La paz para la futura generación. Muchas de estas personas arriesgaron su vida como acto de heroísmo del cual no se les fue recompensado de una manera grata en todo este tiempo, muchos nombres y rostros fueron olvidados con el tiempo y con el corazón roto y desolado, muchas familias se quedaron sin su ser querido. Pero ahora, volveremos a recordar a esas personas, esas personas que merecían no ser olvidadas jamás; no necesariamente por las acciones que hicieron sino que la marca de justicia y libertad que dejaron a su país. Y hoy más que nada, digo que todas esas personas sean recordadas. De todo corazón, espero que a las familias de los fallecidos encuentren la paz en sus corazones y no haya más tormento en sus almas. Este es un pequeño presente que la familia real les da a todos esos luchadores y luchadoras que siempre permanecerán en nuestros corazones.

La enorme manta que cubría el mural fue soltada y reveló la obra de arte que ha sido diseñada por mucho tiempo día y noche por varias personas; puedo ver como varias familias se quedaron asombradas con el mural que no tardaron en aplaudir y llorar junto con el resto del público.

El rey Arturo les dio permiso primero a todas las familias para que apreciaran el mural, buscando a su familiar. Muchas señoras se levantaron y buscaron el nombre de su esposo, entre ellas se encontraba la señora Tina; pude ver como se quitaba unas lágrimas de los ojos donde al acercarme a ella, pronto me sonrió y me tomó de las manos.

—Hunter y Jim, deben de estar muy agradecidos con usted alteza. —Sonreí. —Lo que ha hecho por mí y por las demás personas ha sido muy honorable que se merece las mejores bendiciones del mundo. —Un par de lágrimas se deslizaron por su mejilla.

—No tiene porque agradecérmelo señora Tina, recuerde que le debo de agradecer por haberme dejado hermosa el día de la fiesta de la cosecha; quizás si usted no hubiera hecho nada por mí, mi tutor no me hubiera elegido. —Ella me puso la mano en mi mejilla.

—Gracias su alteza. Muchas gracias por todo.

Asentí para luego abrazarla y así dejarla sola para que siguiera observando los nombres de su marido y de su hijo en aquel mural, ellos también son héroes que salvaron muchas vidas en la batalla contra el reino de Gutemberg.

Busqué entre todo el mural, los apellidos con la letra "L" y cuando los encontré, pronto aprecié aquellos nombres que también forman parte de aquella piedra sólida.

Dante Salvatore Leaky Pineda.

Maren Angelique Justice de Leaky.

Sé que Martín no ha querido venir por asuntos de la prensa, así que él mismo me dijo que luego irá a ver el mural. Cuando le comenté que el nombre de mis tíos estarían en aquel enorme pedazo de piedra sólida, no tardó en abrazarme, llorar en mi hombro y agradecerme; para mi primo ha sido difícil crecer sin sus padres pero fue más difícil verlos morir y dejarlos ir para quedarse con mi familia. Y aunque mis tíos no tuvieron nada que ver en la batalla, fueron muy valientes hasta en sus últimos minutos, salvando la vida de muchos inocentes, conservando una caja de libros de literatura y diciéndole a su único hijo que nunca los olvidará.

Toqué cada letra de ambos nombres, no los llegué a conocer pero sé que ambos fueron unas grandes personas; se me hizo un nudo en la garganta que no evite las ganas de llorar. Besé mis dedos y luego dejé ese besó en ambos nombres; me alejé y solo pensé que mi idea, había sido muy buena.

(...)

Cuando varios entrevistadores llegaron, tomé la oportunidad de escaparme sin que Xavier y el rey Arturo se dieran cuenta.

Tomé el mismo auto blindado donde hemos viajado anteriormente para después darle la dirección al conductor para que me llevará al Jardín Botánico La Laguna Azul; mientras manejaba, miré a Florence quien me acompaña también, le pedí de ayuda que de una maletas que ella tiene en mano, sacará mi ropa y me ayudará a bajarme el zipper del vestido largo. Cuando lo hizo, me fui quitando la ropa para luego tomar el otro vestido corto color verde y así ponerme las medias, las cuales me costaron varios tropiezos al no poder ponérmelas, daban gracias que el chófer no podía ver nada y podía tener mi propia intimidad; ya que la ventanilla negra hace que haya interferencia en la parte de atrás del auto.

A los diez minutos llegamos cuando solo faltaban cinco para que la fiesta de Glenda comenzará; me peine rápido el cabello con los dedos de mis manos para después salir corriendo y ponerme a saltos los zapatos de tacón quien Florence me ayudo. Daba gracias que ella le ha dejado a Maggie, a su pequeño hijo, Charles; ya que si el bebé se hubiera ido con nosotros, es mentira que ahora mismo estuviera cambiada.

Camine por varios caminos del pequeño parque para llegar al lugar donde se está haciendo la fiesta, con solo escuchar la música cada vez más cerca sé que ya estoy llegando y con solo ver el enorme letrero rosa y con letras doradas que decía "Bienvenidos/as a mi fiesta" me dejó claro que ya he llegado a mi destino.

Camine unos pasos y pronto escuché un pequeño grito pronunciando mi nombre cuando observé que Glenda se tiró en mis brazos y empezó a abrazarme por el cuello.

— ¡Llegaste, llegaste!

Me separé un poco de ella para verla y luego empezar a llenar su rostro de varios besos.

— ¡Feliz cumpleaños pequeña!

Al bajarse de mis brazos, ella se dio una vuelta completa mostrándome su hermoso vestido rosa y dorado hecho por Sasha y Candy, ambas han hecho un gran trabajo diseñando un vestido de tutú y forma de princesa para una niña; y eso que no se diga de Sky quien consiguió unos hermosos zapatos de bailarina y Dina que se rebuscó con la tiara.

—Ven, te presentaré a mis abuelitos—me tomó de la mano y me llevó hasta unas personas de edad muy adulta.

Saludé a sus abuelos donde ambos me hicieron una reverencia a la cual no pude evitar; Glenda de nuevo me tomó de la mano y me fue mostrando todo lo que tiene la fiesta como también me presento a sus amigos.

—Hija, Xiomara quiere jugar contigo a ponerle la cola al burro; ve con Jazz y dile que empiecen con el juego. —Llegó Eliz.

—Sí mami. —La niña salió corriendo hasta Jazz.

—Quería pedirte una disculpa por mis palabras de la última vez. —Dijo avergonzada, Eliz. —Nunca he sido buena contigo desde que llegaste a la competencia y ahora que has hecho esto por mi hija, me hace darme cuenta que siempre estuve equivocada en crear cosas malas de ti. —Dejé ir una pequeña risa. —Ahora sé que no eres ese tipo de chica que me imagine que serias. Maggie siempre tuvo razón en decir que tú serias la princesa perfecta para el país y ahora sé que así será. —Ella lo decía con sinceridad. —Gracias en serio Kiara, por tu ayuda, por tenerme paciencia y por nunca maldecirme por lo que te he dicho. —Su voz de entrecorto y fue en ese momento que sabía que iba a llorar.

—Ya sabes. —Me acerqué a ella y le di un abrazo como tregua de que jamás volveríamos a pelear.

(...)

Después de una tarde llena de juegos, dulces, risas, música, pegarle a la piñata y ver muchas sonrisas; llegó la hora del pastel. Pero antes de que Roger y Félix aparecieran con el pastel rosa, a lo lejos de la entrada observé a una persona acercarse a mí y pronto me di cuenta que debo de dar una explicación.

—Te voy a explicar lo que sucedió... —Xavier se acercó a mí y sonrió.

—No debes de explicarme nada cariño. Sabía que no te perderías de la fiesta de Glenda, además sospechaba que por algo habías pedido el helicóptero. —Ambos reímos.

—Lo siento pero debía de hacerlo, le prometí a ella que... —Me besó a lo cual pronto escuchamos un "Awww" de los invitados.

—Lo sé y sé que mi mujer jamás falla en sus promesas. —Sonreí como una tonta. —Y ¿dónde está la cumpleañera?

Glenda con timidez, dio dos pasos hacia adelante de los demás niños para observar a Xavier.

—Así que tú eres la princesa Glenda, ¿no?—ella asintió. —Y ¿dónde está tu príncipe?—le preguntó Xavier a la niña.

—No tengo. —Le comentó.

— ¿Qué?—Él le hizo una cara de sorprendido. —Pero si toda princesa tiene que tener su príncipe, ¿no lo crees?—Asintió la pequeña. — ¿Tú quisieras ser mi princesa?—Glenda se sonrojo pero asintió. —Entonces, ¿qué te parece si antes de partir el pastel, bailas una canción conmigo?—Los ojitos de la niña brillaron.

— ¿Lo dices en serio?—Xavier asintió

—Sí, ven aquí y toma mi mano.

Xavier le dio una señal a Maggie para que pusiera una canción de vals y cuando empezó a sonar una; Xavier tomó de las manos a Glenda y ambos empezaron a moverse, no como profesionales como se solía ver en las fiestas sino que como una manera tierna. Glenda puso sus pequeños pies encima de los zapatos de Xavier y mientras Eliz tomaba fotografías de aquel momento, muchos disfrutaban viendo de aquella escena que a cualquiera se le pudo haber enternecido el corazón.

Mire detenidamente a Xavier y me di cuenta como él se comportaba de una manera muy hermosa con la niña, que a pesar de no conocerla mucho, ahora se encontraba ahí, bailando con ella sin importar que le pateara sus costosos zapatos negros.

Cuando la canción termino, Xavier le dio una reverencia a Glenda y le dejó un beso en su pequeña mano la cual ella dejó ir una hermosa sonrisa.

Roger y Félix aparecieron a los segundos con el pastel, donde lo dejaron en una mesa y pronto Glenda se acercó a verlo para después sonreír y vernos a todos.

Minutos después nos encontrábamos cantándole el feliz cumpleaños a la niña, quien no dejaba de sonreír y vernos a todos. Ella partió el pastel y se tomó miles de fotos con los invitados, hasta que Pepe y Florence comenzaron a darnos los trozos de pastel.

—Sabes... —miré a Xavier.

—Mjum. —Le dije al comer un trozo de pastel.

—Cuando quieras podemos empezar con el deber de ser padres. —Abrí los ojos de manera enorme.

— ¿A qué se debe eso?—le pregunté sorprendida.

—Veo como amas a los niños sin importar si son o no de tu familia. Simplemente haces lo que tengas en manos por ellos y eso me deja en claro que serás una gran mamá. —Le sonreí.

—Tú no te quedas atrás. Al verte con Glenda se me derritió el corazón que solo me imaginé a ti como padre. —Él rió.

—Lo bueno es que no estamos lejos de pensarlo. —Asentí emocionada.

— ¿Una pequeña Kiara no sería un problema para ti?—negó con una sonrisa en su rostro.

—No. Porque la amaré mucho como a su madre—dejé a un lado el pastel.

— ¿Qué te parece si después de tu coronación lo intentamos?—lo tomé del cuello.

—Me parece. —Me besó. —Te amo Kiara.

—Y yo más cielo.

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Pos sí! Un nuevo extra mis queridos lectores y lectoras; espero que les haya gustado de todo corazón, sé que esta un pocito larguito pero se los debía de hace más de 1 semana, así que nada más decirles que lo disfruten y que tengan una hermosa semana.

PD. Nada más estar en oración por la tragedia que sucedió el lunes pasado con mi país hermano Guatemala 🇬🇹, esperemos que las cosas mejoren pronto y ya no sé presencie de nuevo otra erupción del volcán. Y pido por todas aquellas familias que perdieron a un ser querido, que pronto puedan encontrar la paz y armonía después de este dolor profundo que por ahora deben seguir teniendo en sus corazones.

Nos vemos pronto, Isabel Moz.

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