Hay diferentes formas de enfrentar una mudanza, algunos la festejan, otros se ponen tristes, yo la verdad no sé qué sentir. No voy a mentir, extraño a mis amigos, pero no puedo tener una actitud negativa solo porque me suceda esto. Intentaré con todas mis fuerzas encajar en este nuevo lugar.

Camino por una vereda, entonces me detengo en una floristería, visualizo a una chica cobriza, su cabello es largo y está atado en forma de trenza. Ella se encuentra oliendo el aroma de una flor y parece que se deleita con aquella planta. Escribiría un poema sobre esto si tuviera lápiz y papel. Es que es una hermosa escena. Una muchacha bonita y de mi edad, que viste sencillo, la cual presta atención a algo tan simple como lo es la naturaleza. Ya pocas personas hacen eso. La gente prefiere quedarse en sus casas sin respirar el aire puro, metidos en sus aparatos electrónicos como queriendo obtener algo de lo que quizás jamás encuentren allí.

A veces hallamos cosas en los lugares menos esperados, pero para eso debemos buscar lejos de nuestra zona de confort, aunque es difícil llegar a ese punto exacto, algo que quizás nos debemos.

Entro a la tienda y me acerco a la chica, le sonrío algo tímido, entonces me mira sorprendida cuando le compro aquella planta que tanto merodea.

―Se notaba que la querías.

Sonríe.

―Muchas gracias ―Asiente y se retira tranquilamente.

A veces piensas que no te reencontrarás con personas, pero el destino es algo enrevesado y sorprendente, sin embargo no todo puede ser lo que parece a primera vista.

Esa chica tiene algo especial.