¡Treinta!: regalos sorpresivos y alfas consolados.
El pequeño alfa de ocho años se asomó hacia la sala de estar después de que los gritos e insultos se detuvieron. Era tarde en la noche y YoonGi suponía que sus padres sólo estaban enojados por alguna tontería y que luego estarían bien, es decir, las peleas eran frecuentes, pero al final del día ellos seguían siendo una familia y cuando las peleas terminaban, ellos irían a dormir y él los abrazaría, tendría su beso de buenas noches y mañana sería un nuevo día.
Sin embargo, esa noche fue diferente, esta vez su madre lloraba sentada en el sofá de la sala y su padre estaba dándole la espalda con sus brazos cruzados y sus ojos fijos en el suelo. El silencio reinó por varios segundos, pero el ambiente se sentía tan tenso que YoonGi no estaba seguro de si dar un paso hacia delante.
De repente, YoonGi notó que su padre había comenzado a caminar, pero no caminaba hacia su madre para consolarla, él caminaba hacia su habitación. El pequeño niño no sabía qué hacer en ese momento y quizás, más aterrado de lo que hubiese querido, cerró la puerta y se sentó sobre su cama, colocando las cobijas sobre él para acurrucarse del frío mientras cerraba sus ojos y pensaba en cosas lindas y buenos recuerdos para no sentirse tan mal.
Se debatía sobre si debería ir a dormir de nuevo o si debería ir con su madre, ¿qué sería lo correcto? Él odiaba ver a la gente llorar, si su madre lloraba algo realmente malo había tenido que pasar, pero él no sabía cómo ayudarla, ¿qué podría hacer siendo tan pequeño?
No supo cuánto tiempo estuvo así, incluso estaba seguro de que había logrado quedarse dormido de nuevo en aquella posición, pero de repente, escuchó la puerta principal cerrarse de un portazo. Se asustó e inmediatamente abrió la puerta de su habitación, su madre seguía en el mismo lugar y las luces del automóvil de su padre iluminaban la sala de estar. Recuerda haber sentido su respiración faltarle en ese segundo, recuerda haber corrido con todas sus fuerzas hacia la puerta mientras lo llamaba y le pedía que no se fuera, que no lo abandonara, pero su madre lo detuvo y lo abrazó con fuerza, evitando que saliera a la calle.
—¡Papá! ¡No te vayas! ¡Papá! —lloró mientras trataba de soltarse del agarre de su madre, el auto se alejaba y su desesperación crecía—. ¡Mami! ¡No dejes que se vaya! —rogó, pero la mujer estaba tan enfurecida y dolida que no era capaz de explicarle al niño lo que estaba sucediendo.
—¡Él no va a regresar! —le gritó, manteniéndolo sentado en el suelo con ella, obligándolo a quedarse atrás—. ¡YoonGi, basta!
—¡No! ¡No! ¡Mentirosa! —forcejeó—. ¡Suéltame!
El llanto y los gritos continuaron hasta que su garganta comenzó a doler. Esa noche no durmió y fue la primera de muchas de sus noches cargadas de insomnio.
El eco de aquel amargo recuerdo resonó fuerte en su cabeza, podía escuchar a la perfección la voz de su madre llamarlo y pedirle que parara, la escuchaba decir que su padre no volvería y que los había dejado por alguien más. Llevó sus manos a su cabeza y negó, no quería que eso se siguiera repitiendo. Lo odiaba. No entendía por qué su cabeza se empeñaba en recordárselo. Él tenía una buena relación con su padre, ¿cierto? Él no los había abandonado porque lo había visto hacía poco, incluso lo invitó a pasar las vacaciones con él, entonces... ¿por qué tenía que hacer un escándalo al respecto? ¿Por qué? ¿Por qué?
Su lobo aullaba, su cabeza dolía y el sonido de su la puerta siendo tocada lo trajo a la realidad.
—YoonGi, llegarás tarde —le dijo su madre desde el otro lado—. Tu desayuno se enfría, así que vamos, levántate.
Suspiró y colocó la almohada sobre su rostro sin ánimos de hacer nada. Al no escuchar una respuesta, su madre abrió la puerta con sus cejas fruncidas por haber sido ignorada.
—¿Me escu...?
—¡Sí, ya voy! —le respondió alto mientras quitaba la almohada de su cara.
Ella lo observó un poco consternada y antes de que YoonGi pudiera arrepentirse, ella ya tenía el ceño fruncido y un regaño saliendo de su boca.
—¿Qué te pasa? ¡Compórtate! —casi gritó—. Vístete y anda a comer, no te portes como un malcriado y respétame, que soy tu madre —le dijo ahora enojada antes de cerrar la puerta de su habitación un poco más fuerte de lo necesario.
Así era su madre, cuando se enojaba no retenía bien sus impulsos por lo que usualmente rompía cosas o era muy brusca. Fue entonces que YoonGi recordó como ella lanzó al suelo todos los cuadros que tenían con su padre, las figuras de vidrio que él había comprado para decorar la casa y los platos que le regalaron el día de su boda, ella fue presa de la ira en ese momento y el alfa agradecía que no se haya vuelto a repetir porque escuchar el característico sonido de algo estrellarse contra el suelo lo ponía nervioso.
YoonGi suspiró profundamente y miró hacia la puerta. No tenía ganas de estudiar, no tenía ganas de verle la cara a alguien más y mucho menos tenía ganas de encontrarse con JiMin. La humillación que había pasado en su casa seguían haciendo estragos en su cabeza y en su lobo, lo que menos necesitaba en ese momento era un recordatorio.
Suspiró y cerró los ojos de nuevo, sólo quería sentir un segundo de paz.
—¡Min YoonGi, maldita sea! —lo llamó su madre enfurecida.
Él estaba harto.
NamJoon tomó fuertemente las correas de su mochila y miró la entrada del instituto; el lugar lucía igual que siempre, lleno de la misma gente de siempre y aunque todo se viera normal, el revoltijo de nervios que revoloteaban en su estómago y pecho eran casi palpables, tenía náuseas provocadas por la ansiedad y como cereza del pastel, su aroma era perfectamente percibido por los demás. Pasó saliva, tratando de controlar el nerviosismo que hacía temblar sus piernas y bombear fuerte su corazón contra su pecho como un tambor enloquecido.
Respiró y dio un paso, aturdido. Finalmente siguió caminando y entró por las puertas del lugar. Su ansiedad crecía con cada paso que daba, pero no era opción regresar a casa. Siguió caminando, tragándose el nudo en su garganta y concentrándose en el suelo. Trató de ignorar las miradas de las demás personas; ahora que su lobo estaba despierto y alerta, era más capaz de captar olores así como los demás eran capaces de sentir el suyo, muchas personas ni siquiera sabían que él era un omega así que se veían bastante sorprendidas.
Después de lo que pareció ser una tortura, entró a su aula junto con todos sus demás compañeros y sin pensarlo mucho se sentó en un asiento al final de la clase. Miró hacia el asiento que siempre tomaba HoSeok y notó que estaba vacío. Frunció sus cejas un poco y miró hacia el de YoonGi para darse cuenta de que ahí tampoco había nadie. Se sintió confundido un par de segundos hasta que el alfa apareció vistiendo un suéter negro con la capucha encima y automáticamente se recostó sobre el escritorio de manera casi nerviosa, escondiendo su rostro entre sus brazos.
NamJoon se acomodó en su puesto, pero no espero que este le dirigiera la palabra ni mucho menos trató de hablarle; ellos habían tenido una pelea y aunque fueran los mejores amigos del mundo necesitaban hablar para resolverlo, pero ninguno quería hablar con el otro. Lo que NamJoon no sabía era que el silencio de YoonGi se debía a que otras cosas habían sido agregadas a la lista y el hecho de que HoSeok no estuviera presente para mediar la situación volvía todo un poco más complicado.
El día continuó y la primera clase acabó. Todos se estiraron en sus puestos después de la pequeña jordana y fue después de que el profesor saliera del aula que HoSeok apreció junto con un par de compañeros que también se habían retrasado. Tenía el cabello un poco despeinado y su cara roja, él jamás llegaba tarde y NamJoon se permitió divagar un poco al respecto hasta que notó como el beta se sentaba y miraba hacia todas las direcciones, seguramente buscándolo. Sus ojos se encontraron, pero él bajó la mirada y se concentró en su cuaderno.
HoSeok no pudo hacer nada porque otro profesor había entrado al aula y así fue como el día continuó, incluso trató de hablar un par de veces con YoonGi, pero el alfa se había dedicado a ignorarlo por completo y eso solo lo hacía desanimarse un poco más. NamJoon por otro lado, no estaba de humor para un interrogatorio en ese momento y sabía que aunque HoSeok era el más reservado de los tres, cuando su preocupación se excedía podía volverse un poco impulsivo.
Después de ver que no tenía muchas opciones, HoSeok pareció desistir por el momento, no se movió de su puesto en todo el tiempo que estuvieron en clases y el omega supuso que aquello era para que pudiera prepararse mentalmente para el interrogatorio o para lo que sea que estaba planeando.
Finalmente, el tan ansiado momento del almuerzo llegó, pero NamJoon no quiso moverse entonces. HoSeok lo miró y suspiró, dio un paso hacia él y luego otro, hasta finalmente estar frente a frente con el omega.
—Hola Nam —saludó nerviosamente, el omega sólo lo miró—. ¿Cómo estás?
NamJoon no sabía cómo responder a eso, de hecho odió la pregunta porque su humor y situación actual no podían resumirse a algo tan sencillo, pero sabía que si decía que no estaba del todo bien tendría que explicar por qué y no era la conversación que quería tener.
—Bien.
—Bueno... —HoSeok sabía que eso era una mentira—. ¿Quieres acompañarnos en el almuerzo? —preguntó tranquilamente, NamJoon casi podía ver una bandera blanca de "me rindo" sobre su cabeza y aunque él no era con quien había discutido, la aceptaba.
Entonces miró detrás de HoSeok y frunció un poco sus labios al no ver a YoonGi.
—¿Tú y quien más? —preguntó un poco enojado, HoSeok se sorprendió y miró hacia sus espaldas, una mueca de decepción apareció cuando no vio a YoonGi.
—Bueno, no sé YoonGi, pero estaré yo y los chicos —se encogió de hombros, no sabía qué mosca le había picado al alfa, pero debería hablar con él luego.
NamJoon suspiró y se levantó de su asiento, tomando su mochila y guardando todas sus cosas.
—El problema no fue contigo, pero sinceramente no tengo ganas de...
—Por favor —insistió y él se detuvo—. Vamos, no ha ocurrido nada malo, solo fue una pelea tonta...
—¿En serio? —lo encaró y HoSeok se tensó un poco—. No fue una pelea tonta, estaba siendo humillado y si YoonGi no se hubiese metido, nada malo habría ocurrido.
El beta miró el salón vacío y luego a NamJoon, se acercó un poco más y tomó su mano. El omega endureció su expresión y aunque quiso quitarla, también tenía curiosidad por lo que le diría.
—Nam... los dos sabemos que eso no... que eso no es cierto —le dijo suavemente, con todo el tacto que podría haber usado. Sus dedos presionando gentilmente y sus ojos brillando en preocupación—. Sabes que lo habrían descubierto de una u otra manera —decía con calma—, te hicieron exámenes de sangre... —finalizó, bajando cada vez más el tono de voz por miedo a cómo podría reaccionar el omega.
NamJoon soltó su mano rápidamente y el beta se preocupó, mirándolo con súplica. Ellos no necesitaban otra discusión y HoSeok las odiaba, NamJoon lo sabía, las únicas veces que el beta había sido parte de una directamente se puso a llorar y quizás esa imagen fue suficiente para ablandar un poco el corazón de NamJoon.
—¿Podemos no hablar de esto? —desvió la mirada.
HoSeok suspiró.
—Sé que no quieres hablar de cómo fue la semana para ti, pero nosotros estuvimos realmente preocupados —dijo con sinceridad—. Somos amigos después de todo, así que creo que es inevitable que queramos ayudarte o al menos tratar de hacer que lo que sea que estés pasando sea un poco menos malo.
—No estoy seguro de que puedan hacer eso.
—Bueno, podríamos intentarlo.
NamJoon no quería tener esa conversación, de verdad que no quería. Sus amigos tenían las mejores intenciones del mundo, pero él sabía que no se podía ayudar a los demás con buenos deseos y positivismo. HoSeok era un sol completo, él trataba de ver el lado bueno de las cosas la mayoría del tiempo, pero NamJoon no necesitaba positivismo ahora, lo que necesitaba era un jodido milagro para no lanzarse de un puente.
—Si seguimos aquí nos perderemos la hora del almuerzo —le dijo y le dio un par de empujoncitos para que se apresurara a la salida—. Vamos a comer —colocó su mochila sobre su hombro.
El beta se resignó a la idea de que no podría hablar con NamJoon en ese momento y decidió seguir caminando al lado del omega, al menos podría tener un rato tranquilo.
—Por cierto, ¿por qué llegaste tarde?
HoSeok se sobresaltó un poco y sus palabras comenzaron a ser un poco más torpes, NamJoon supuso que eso sería suficiente para mantenerlo distraído del tema y se entretuvo escuchando las explicaciones extrañas que trataba de dar al respecto mientras caminaban en dirección a la cafetería.
Así mismo, se dio cuenta muy rápido que había algo raro, había un pedazo de pastel de chocolate en medio de la mesa y tanto Tae como JungKook y JiMin comenzaron a sonreír de repente con más ánimos de los que podría considerar normales. Tuvo muchas preguntas, pero no había suficiente tiempo para hacerlas todas ya que estaba sentado y tanto un almuerzo recién comprado como el pedazo de pastel fueron dejados frente a él.
De repente, TaeHyung actuó como si estuviera tocando una trompeta y JungKook igual, JiMin comenzó a aplaudir suavemente y HoSeok sólo comenzó a reírse.
NamJoon no entendía lo que sucedía.
—¡Bienvenido de vuelta! —dijeron los cuatro al unísono y el omega no pudo evitar sonrojarse hasta las orejas.
—¿Qué...?
—Reunimos dinero y te compramos el almuerzo, ¡y un regalo! —comenzó HoSeok, metiendo su mano en su mochila—. Espero que te guste, ellos querían comprar otra cosa, pero sé que tu prefieres las lunas —le entregó una pequeña cajita.
El omega estaba sorprendido y con las miradas de los demás sobre él, abrió la cajita. Se encontró con un brazalete metálico, era una cadena que sostenía un lindo dije de una hermosa luna llena. Las orejas de NamJoon ahora estaban rojas y no sabía qué demonios decir, así que miró a HoSeok con pánico.
—Todos pusimos un poco y lo que sobró lo usamos para comprar el almuerzo y el postre, TaeHyung y JiMin compraron el almuerzo y JungKook y yo compramos el brazalete, por eso llegué tarde hoy —explicó con una sonrisa—. Vamos, póntelo, quiero ver si no nos equivocamos con el tamaño —bromeó.
El omega miró nuevamente la cajita y tomó el brazalete, se veía delicado y bonito, algo que muchos pensarían que no iba con él, pero que le provocó algo realmente gratificante dentro de su corazón y hasta de su lobo.
Se sintió importante y se lo colocó con una sonrisa mientras veía el dije en su muñeca.
—¿Le gustó? —preguntó JiMin lleno de expectativa—. Le queda muy bien —agregó.
NamJoon entonces apretó sus labios y sintió una nube de emociones atormentar su cabeza tan repentinamente que casi se mareó. ¿En serio todos se habían puesto de acuerdo para eso?
—Sí... gracias... —murmuró.
JungKook aplaudió contento y JiMin dio un brinquito, todos estaban felices por la respuesta positiva y NamJoon se encogió un poco es su puesto por la atención extra.
—YoonGi también agregó dinero, pero no sé por qué no está aquí —explicó HoSeok para que NamJoon no se hiciera ideas y el omega ladeó un poco sus labios por esa información.
—¿No? —JiMin se vio preocupado y miró hacia todas direcciones—. Creí que estaba en el baño... —murmuró.
—¿Saben si algo le pasó? —preguntó JungKook.
—No, estaba en el aula, pero no dijo nada y se fue antes de que pudiera decirle algo... —le explicó HoSeok tímidamente.
JiMin abrió la boca para decir algo, pero la cerró al instante, una expresión extraña bailando en su rostro. Todos pudieron notar lo incómodo que lucía ahora y aunque NamJoon estaba curioso también, se permitió desviar la mirada un poco, encontrándose con el rostro de ChanYeol a un par de mesas de distancia, sus ojos fijos en ellos y sus labios fruncidos en enojo.
—Uh... ¿tu hermano está de acuerdo con que te sientes con nosotros? —no pudo evitar preguntar, de hecho, el que JiMin pudiera estar libremente sentado con ellos sin que su hermano haya llegado a lanzar la mesa era de por sí sorprendente para él.
JiMin miró a su hermano y frunció su nariz, sacándole la lengua. Yeol ni se inmutó, sólo alzó una ceja.
—Es una larga historia —dijo con cansancio y miró hacia la entrada de la cafetería con preocupación.
—¿Pasó algo en la cena?
JiMin miró al dueño de la voz, TaeHyung estaba metiendo una paleta a su boca.
—Tengo entendido que habían cenado en tu casa, ¿no? —enarcó una ceja y ahora todos parecieron recordar ese detalle porque miraron a JiMin.
Por otro lado, NamJoon no entendía y no era para menos, el hecho de haber desaparecido una semana de por sí implicaba que muchas cosas habían sucedido mientras él estaba desfalleciendo del dolor, así que se sentía muy fuera de lugar ahora.
—¿Cena? —preguntó.
De repente, JiMin se levantó de su puesto.
—Creo que debo buscarlo —dijo rápido—, si lo encuentro le diré que venga, esperen un momento —tomó su mochila y caminó lo más rápido que pudo hacia la salida de la cafetería.
ChanYeol se levantó igualmente y lo siguió, pero JiMin se dio media vuelta y lo miró con rabia.
—Dejé mi celular en el aula, ya regreso —le anunció y aunque Yeol se veía dudoso, tuvo que aceptar la excusa; había sido básicamente obligado por sus padres a comportarse mejor debido más que todo a los problemas que ocasionaba en el instituto y darle un poco más de espacio a JiMin entraba en los requisitos que su madre le había obligado a acatar para no volverlo a castigar.
NamJoon tomó aire y lo soltó, mirando a los que quedaban en la mesa.
—¿Alguien me puede hacer un resumen de lo que ocurrió mientras no estaba? —y mientras las miradas se intercambiaban, TaeHyung levantó la mano con entusiasmo—. Bien, habla. Empieza por lo de la cena.
Entonces el alfa se sacó la paleta de la boca y sonrió.
—Bueno, eso fue justo después de que lo dejamos en su casa después de la fiesta —comenzó y omega se concentró en la explicación mientras esperaba que no hubiera ocurrido algo muy malo, ya tenía suficiente con su propia vida.
JiMin caminaba rápido por los medianamente desolados pasillos mientras trataba de encontrar alguna pista del paradero de YoonGi. Sabía que no tendría mucho tiempo antes de que ChanYeol se diera cuenta de que no estaba buscando su celular y mientras mordisqueaba sus labios con nervios, pensó en cuántos lugares consideraba YoonGi como un buen escondite.
Entonces, casi como si su lobo lo estuviera jalando, trotó hasta llegar a la entrada de la azotea. Miró a los alrededores y se aseguró de que no hubiese nadie cerca, ni siquiera el conserje, y subió las escaleras casi a zancadas. Los nervios revoloteaban en la boca de su estómago y estaba preocupado, el alfa no había contestado sus mensajes ni llamadas desde el sábado y pensó que ese día podría tratar de hablar con él, que estaría mejor, pero no verlo llegar a la cafetería fue suficiente para que su lobo se alterara un poco más. Se sintió como un tonto entonces, pensó que hubo cosas que podría haber hecho mejor y con la culpa reinando dentro de él abrió la puerta de la azotea.
No encontró nada al principio y tuvo que dar un par de pasos antes de toparse con un bulto negro en uno de los rincones de la azotea. Suspiró en alivio y se acercó lento, titubeante, no estaba seguro de que su humor fuera el mejor ahora. Pensó qué palabras decir y cuando abrió la boca, alguien se le adelantó.
—¿Qué quieres? —preguntó YoonGi toscamente.
Su rostro estaba escondido entre sus brazos y rodillas, se notaba a leguas que no quería ver a nadie y JiMin bajó un poco sus hombros en desánimo.
—YoonGi Hyung...
—JiMin, no quiero hablar ahora —respondió rápido, su voz sonaba tapada y el omega tuvo un mal presentimiento—. Es mejor que te vayas, de verdad.
—¿No va a comer? —ignoró lo que dijo y se sentó a su lado, dándole espacio, pero manteniéndose lo suficientemente cerca como para sentir la forma en el que el aroma de YoonGi cambiaba a uno ligeramente amargo—. Le traje un bollo de chocolate —trató de sonreír.
—No.
JiMin suspiró y se apoyó contra la pared que había detrás de él, el cielo lucía hermoso ese día y casi no había nubes que taparan el hermoso color azul, pero no podía disfrutarlo del todo. Miró nuevamente al alfa y este seguía en la misma posición, completamente encerrado en sí mismo.
Se preguntó cómo hacerle frente a una situación como esa, ¿qué debía decir? ¿Qué debía hacer? ¿Estaba mal querer hacerlo hablar? ¿Estaba bien intentarlo? Quizás debería dejarlo en paz, pero, ¿realmente quería eso?
—Hyung...
—JiMin, vete —le dijo un poco más fuerte esta vez.
El omega frunció sus cejas en dolor y pese a lo que le había dicho, él se quedó, colocó su mochila entre sus piernas y se apoyó nuevamente sobre la pared detrás de él.
—Esperaré a que quiera hablar.
Entonces, una repentina corriente de aire golpeó a ambos, provocando que la capucha de YoonGi volara hacia atrás. El alfa se quejó y decidió levantar la cabeza, sus ojos estaban rojos y trató de limpiar su rostro con la manga de su suéter. JiMin sintió su corazón partirse un poco y trató de buscar su mirada mientras YoonGi volvía a colocar la capucha sobre su cabeza.
—No entiendo por qué sigues aquí —murmuró sin mirarlo, esta vez no se ocultó entre sus brazos, simplemente fijó sus ojos hacía lo que había frente a él, ignorando la presencia de JiMin lo más que podía.
—No me quiero ir.
—Pues yo quiero que te vayas.
—Usted no quiere eso.
YoonGi bufó y jaló fuerte la capucha sobre él en un desesperado intento de esconderse o de liberar frustración, quizás un poco de ambas cosas.
—Sólo me hace sentir peor que estés aquí —murmuró—, ya suficiente tuve con ser humillado frente a ti, de verdad... no quiero hablar ahora... por favor, vete...
JiMin se sintió realmente mal entonces, no quería irse y su lobo se negaba a esa idea. Sin embargo, no podía evitar sentirse rechazado por el otro y eso le dolía. Sabía que YoonGi estaba hablando desde la tristeza y la humillación, sabía que muchas de sus palabras podrían no ser en serio, pero no podía evitar que el mar de emociones negativas cayera sobre él también.
—Lo siento mucho —sus propios ojos se llenaron de lágrimas—. Debí...
—Cualquier cosa que hubieras hecho habría sido peor —lo cortó, su voz sonaba apagada—. ¿Un omega defendiéndome? Qué desgracia... —las palabras que salían no parecían ser dichas por él—. Sólo soy un alfa inútil...
—¡Usted no...!
—JiMin, por amor a la luna —ahora sí lo miró, sus ojos rojos y su expresión no eran más que dolorosas para el omega y al ver los ojos llorosos de JiMin, se sintió aún peor—. ¡Soy un flacucho que lo único que tiene de alfa es el olor! —soltó con brusquedad.
Entonces el lobo de JiMin lo hizo sentir una presión en el pecho, estaba enojado y sus cejas se fruncieron fuertemente. YoonGi desvió la mirada entonces, sintiéndose aún peor porque lo había hecho enojar. Jamás se había sentido tan inseguro como ahora, pero era lo mejor, JiMin se iría y él estaría bien solo porque definitivamente JiMin estaba en una liga mucho más alta de la que un alfa como él podría aspirar a llegar jamás... él...
—¡Min YoonGi! —y esa fue la voz enojada de JiMin, sorprendiendo al susodicho—. No eres un alfa inútil y si te vuelvo a oír decirlo te golpearé muy fuerte —sentenció, su voz sonando tan dura como una voz así podría sonar y el mayor estaba demasiado sorprendido en ese punto como para decir algo al respecto—. ¿Me entendiste?
YoonGi lo miró con consternación. Estaba tan acostumbrado al pequeño JiMin hablando de "usted" y de manera dulce que aquello simplemente había sido demasiado sorprendente. Por otro lado, la expresión en su rostro no había cambiado, lucía decidido y enojado, sus ojos ligeramente irritados por el llanto retenido, realmente lo había dicho con convicción y YoonGi no entendía por qué le importaba tanto.
—No puedo soportar que hables de esa manera de ti mismo —continuó al no ver ninguna respuesta de su parte, su expresión relajándose mientras extendía su mano y la colocaba sobre la mejilla de YoonGi con cautela—. YoonGi, no necesitas ser como todos los demás esperan que seas, eres más que hormonas y testosterona, los estereotipos no te definen y no necesitas de ellos para considerarte ser digno de algo —concluyó, acariciando la zona con su pulgar.
YoonGi no fue capaz de retener las lágrimas por más tiempo y a pesar de que se sintió muy ridículo, dejó que JiMin lo arrullara en sus brazos, abrazándolo de una manera que no sabía que necesitaba, pero que lo hizo sentirse en paz.
JiMin olía dulce, suave y hogareño. Se sentía tan bien ser mimado y consolado que no quería separarse de sus brazos jamás y fue entonces que se permitió ahogarse en aquellos sentimientos positivos para variar.
A pesar de que su lobo no dejaba ir los amargos recuerdos, su dolor se redujo en un 1% y eso fue más que suficiente para él.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top