¡Cuarenta y tres!: reconciliaciones torpes y conflictos amorosos secretos.

Entonces, YoonGi y JiMin estaban en la azotea que siempre se encontraba vacía y poco vigilada, a pesar de que absolutamente todos supieran de su existencia y muchos de los alumnos la usaran para escaparse de vez en cuando. Por suerte habían llegado antes de alguna pareja y tenían un lugar tranquilo en el cual poder hablar como querían. JiMin se encontraba de piernas cruzadas en el suelo con sus cejas a medio fruncir y YoonGi se estaba sentado frente a él, jugando con sus dedos y con sus labios ligeramente apretados con timidez.

El ambiente era tenso, ¿cómo no podría serlo? Pero ellos seguían ahí, esperando a ver cómo comenzaban con la conversación incómoda que debían tener para resolver el asunto. Claro que YoonGi no quería tenerla, pero no va a poder escapar de ella, no cuando su casi-relación con JiMin dependía de la misma.

Entonces, JiMin suspiró.

—¿De qué quería hablar? —preguntó aunque la respuesta era demasiado obvia, sus brazos cruzados sobre su pecho mientras esperaba a que el otro dijera una palabra—. Tengo que practicar, así que no me gustaría quedarme demasiado tiempo aquí —esperó no sonar muy mal, pero realmente quería que el otro se apresurara porque lo estaba poniendo más nervioso con su silencio.

YoonGi tomó aire, esperando calmar su nervioso y alterado corazón. No estaba seguro de por dónde comenzar, pero había practicado sus palabras para que no sonaran como las de un idiota, y NamJoon lo había ayudado, así que esperaba no meter más la pata.

JiMin tampoco se veía muy paciente en ese momento.

—Admito que sí fui un desastre antes —comenzó, quizás creyendo que esa era la mejor manera de hacerlo, admitiendo su error. JiMin sólo lo siguió observando, esperando a que continuara—. Metí la pata muchas veces y lastimé a muchos en el proceso, los veía como personas para pasar el rato porque simplemente era egoísta y no pensaba en sus sentimientos, en que podían terminar heridos por mis acciones —continuó, tenso por tener que hablar al respecto, no le gustaba pensar que había sido culpable de eso, pero lo era, no podía hacerse el desentendido toda la vida—. Entiendo por qué piensas que podría pasar lo mismo contigo...

—Sí —dijo JiMin de repente—. Hizo exactamente lo mismo conmigo, lo de darme la sudadera... Llegó muy lejos con Baek en ese entonces... —sí, la imagen le daba una sensación amarga en el pecho, no quería pensar en eso demasiado, pero seguía siendo inevitable.

—N-No sonará bien, pero yo no creí llegar realmente lejos con él —contó, JiMin lo miró por un momento porque hasta entonces había estado mirando el piso—. Es decir... No estaba buscando una relación seria, no quería algo así estilo "toda la vida", pero quise ser cliché, no lo sé... —se rascó la nuca. Era verdad que no lo había pensado bien, pero no estaba seguro de que decir que ni siquiera estaba seguro era peor todavía—. Fui impulsivo, cuando me aburrí me fui, pensé que ambos teníamos la misma idea y me equivoqué.

—Fue bastante cruel —le dijo, casi como si lo acusara, quizás resentido por la imagen de un imaginario YoonGi haciéndole lo mismo—. ¿Qué me asegura que usted no sería cruel conmigo? Por más que mi lobo lo quiera... —suspiró, bajando su mirada a sus manos—. Sé que cometió errores, sé que es bueno que se de cuenta, pero nada me dice que no podría pasar lo mismo conmigo, y yo no quiero sufrir por esto...

—Mi lobo también te quiere —le dijo de manera casi atropellada, JiMin le regresó la mirada y YoonGi la bajó, avergonzado—. Creo que no hay manera de que me creas ahora, pero de verdad lo que siento por ti es diferente, mi lobo está tan flechado contigo como jamás había estado por nadie y... yo también —apretó un poco sus labios, su cara sintiéndose caliente mientras más palabras vergonzosas salían de su boca—. C-Creo que no puedo darte seguridad, y eso me duele, tendría que pedirte que confíes en mí y en lo que siento por ti, sólo me queda prometer que esta vez sería diferente...

—Entonces no hay nada que asegure que no pasará lo mismo —pareció dudar en decirlo.

YoonGi suspiró.

—Sólo podría pedirte la oportunidad de demostrarte que no sería así, pero eso implica que confíes en mí por este momento y tienes todo el derecho de decir que no —explicó mientras el omega lo miraba con atención—. Terminaría llorando como un bebé, pero eso sería solo un daño colateral —decidió agregar, pretendiendo sonar gracioso y funcionó, porque JiMin rió suave.

—Ah, Hyung... —negó con la cabeza—. ¿Realmente le gusto tanto? —quiso asegurarse mientras lo miraba a los ojos, quizás pensando que con ello podría ver a través del alma de YoonGi y así descubrir si mentía o no.

YoonGi le dedicó una pequeña sonrisa, una linda sonrisa, un par de ojos brillantes y un par de mejillas sonrojadas.

—Me gustas mucho, JiMin.

JiMin no quería sentirse como un adolescente enamoradizo que se creía cualquier cosa que un alfa tonto le dijera, ya había caído antes, ya había creído que un chico aparentemente bueno lo quería sinceramente y casi terminó con una mordida en su cuello. Las palabras de ChanYeol se seguían repitiendo, él seguía en una lucha mental entre ambos argumentos, entre pensar que YoonGi no iba a cambiar y entre la idea que tenía de que todos los alfas no podían ser iguales, no tanto así, pero es que él era un adolescente, y mentiría si dijera que las palabras del otro no revolotearon en su corazón. ¿Sería estúpido caer tan rápido otra vez, después de hacer todo ese drama? YoonGi se oía tan sincero, tan arrepentido, él quería creer que en serio lo estaba, que en serio estaba diciendo la verdad, que el destino o algo más grande que ambos estaba a su favor.

Sin embargo, ¿cómo lo sabría? Eran tan jóvenes y tontos, ¿qué le podría asegurar que las cosas iban a resultar bien al final?

—Yo... —YoonGi comenzó a hablar de nuevo mientras la cabeza de JiMin se volvía un remolino de preguntas y dudas. El alfa lo miraba con tristeza, arrepentido hasta los huesos, su rostro era tan real para él que incluso JiMin se sintió culpable porque había sido en parte el perpetrador de esa mirada desolada—. Yo de verdad quiero que sepas que quiero ser tu pareja y también tu amigo, quiero estar contigo, quiero vivir cosas lindas contigo y hacer recuerdos bonitos junto a ti, muchos de ellos —hablaba sonrojado hasta las orejas, sintiéndose tonto porque sus palabras sonaban mejor en su cabeza—. Es decir, quiero... quiero poder ser un buen alfa para ti. Quiero enmendar mis errores y demostrarte que puedo ser diferente a la historia que me precede, porque sí fui un idiota, y probablemente lo siga siendo porque soy un tonto, pero... contigo quiero hacer las cosas bien, tan bien como podría hacerlas alguien como yo, que sigue aprendiendo.

JiMin sintió sus ojos llenarse de lágrimas y es que había estado tan concentrado en el enojo y en los celos que no había dejado que la verdadera tristeza de pensar que todo con YoonGi había acabado atacar a su cuerpo, silenciado los aullidos desolados de su lobo porque no sentía que pudiera permitirse sufrir al respecto ya que él era quien había tomado la decisión de alejarse. Pero, ¿cómo podría? ¿Cómo podría alejarse de quien sentía que no podía? Un sollozo salió entre sus labios y se cubrió la boca de inmediato, pero ya era tarde, YoonGi lo había escuchado y ahora lo miraba preocupado, culpable por ello, tomándolo del rostro como una acción desesperada que pretendía ser de consuelo, pero que sólo le provocó más ganas de llorar.

—¿JiMin? —lo llamó preocupado, las ganas de llorar golpeándolo también—. Lo siento, lo siento si dije algo mlao, lo siento, soy un idiota... no quería que... no quería esto... —sorbió su nariz, sus ojos picando, lágrimas llenando sus propios orbes—. Lo siento mucho, hice mal yo...

—Hyung... —llamó entrecortado, mirándolo con sus orbes húmedos y expresión dolorida. Sus manos subieron hasta las muñecas del alfa, sujetándose en pedido para que no lo soltara, YoonGi no planeaba hacerlo—. Me siento muy mal, no quiero que esto... no quiero terminar lo que tengo con usted porque usted también me gusta mucho... —admitió, tan sonrojado por el llanto como por la pena de lo que estaba confesando una vez más—. No quiero creer que es una mala persona, de verdad que no... pero dudé mucho y... me preocupa ser "otro" más...

—Jamás serías "otro" más, JiMin —consoló con voz calmada, acunando su rostro con cariño—. Te lo demostraré, ¿sí? Seré un buen alfa para ti —prometió y JiMin se aferró a ello, tan deseoso porque las palabras del chico fueran reales porque sabía que el mundo se le caería encima si no fuera así—. Quiero ser tu novio, JiMin —le dijo seguro, tanto que las lágrimas del omega se detuvieron por un segundo, su corazón latiendo con euforia ahora, su cara sonrojada adquiriendo más color—. No tienes que decir nada ahora, ¿sí? Primero haré un cortejo correcto, voy a demostrarte que valdrá la pena darme un chance después de lo tonto que fui.

Quizás era demasiado drama para un par de jóvenes adolescentes, quizás aquello fue algo que sobre-pensaron demasiado, o quizás sí era necesario para que las cosas cayeran en su lugar, para que sus metas se coordinaran, para que las acciones necesarias fueran tomadas.

YoonGi quería hacer lo correcto y no muchos estaban dispuestos a ello. JiMin no quería terminar llorando, era un riesgo, pero por el momento, mientras el alfa le prometía que no iba a meter la pata de nuevo; que JiMin no era otro omega de su lista, JiMin no podía dejar de pensar en que quería tomar su rostro y besarlo.

Porque quizás dirían que era un tonto por caer tan pronto otra vez, que quizás debió haberse mantenido firme porque los alfas son todos iguales, pero tenía que admitir que su corazón no dejaba de latir enamorado por YoonGi y, si las cosas estaban destinadas a ser o no, él quería vivirlo de igual manera.

Algo dentro de él le decía que iban a estar bien.

Y sí, quizás YoonGi no engañó, ni fue un traidor, quizás no hizo una tontería mucho más grande o innombrable, pero generó inseguridad en JiMin y eso era lo que menos quería que sucediera. Él quería que JiMin se sintiera seguro con él, que sintiera que estaba pisando firme en cuanto a su futura relación se refería y quería darle todas las razones posibles para confiar en él como un alfa que en serio lo quería para ser un par de tontos cursis con un romance que dure muchos años, ambos tan ilusionados con ello como podrían estarlo un par de chicos de su edad.

Entonces JiMin tomó los cachetes rojos de YoonGi y plantó en ellos un suave beso.

No fueron necesarias las palabras entonces, ambos sabían que tenían otra chance entre tanto se dedicaban mutuamente pequeños besos suaves sabor a juventud, una que deseaba un futuro perfecto, que añoraba al otro con toda la intensidad que podrían tener sus lobos.

Porque a fin de cuentas quizás a su edad las emociones eran más contundentes que la de un adulto, quizás las decepciones golpeaban mucho más fuerte, pero por lo mismo las reconciliaciones se sentían como la felicidad absoluta.

Y ellos sólo se besaron tímidamente durante unos pocos minutos en la azotea porque los profesores o el conserje los podrían encontrar.

NamJoon se encontraba genuinamente contento por YoonGi, claro que sí; tener a su amigo llorando en sus brazos siempre era una experiencia horrible y aunque por un momento dudó de que fuera buena idea que él siguiera intentando buscar que las cosas con JiMin funcionaran después de la gran cantidad de veces que había llorado por el mismo tema, se resignó a la idea de que su amigo quizás estaba demasiado enamorado y de que a veces el amor dolía, pero que no por eso había que huir de él.

Sería mejor que pudiera tomar esa información para sí mismo, pero no, él sólo seguía en negación mientras terminaba de colocar las decoraciones que terminaron ese día en la tarima del club de teatro, ignorando la mirada de Jin que quemaba en su nuca, ignorando a su lobo pidiéndole que se girara, ignorando también a su propio corazón latiendo en un pedido que no creía ser capaz de obedecer.

¡Whoa! Se ve muy lindo todo —alabó TaeHyung, mirando el resto de cosas acumuladas tras bambalinas. En su mano había un palo de manera que hacía de espada y llevaba encima un vestuario de prácticas—. ¿Cuáles hicieron? —miró a los demás, curioso por ello.

—HoSeok trabajo en la luna y arbustos, JungKook en árboles y yo en esos arbustos también... ah, también hicimos juntos esas piedras... —señalaba cada cosa, aunque se vieran en general todas parecidas por la supervisión del club de arte, sí habían pequeñas diferencias que él podía reconocer—. Nos tomó un tiempo decente hacerlo, espero que con las luces y demás se vean mucho más bonitos.

—Claro que sí, se ven espectaculares —continuó echándoles flores, provocando un par de sonrisas tímidas en ellos—. Esta obra será fantástica por su gran trabajo —aseguró TaeHyung.

El grupo ahora se encontraba reunido en el salón de eventos, gran parte de los chicos aprovechando el poder quedarse ahí luego de haber entregado muchas de las escenografías que realizaron bajo el sol y vaya que el club de teatro estaba impresionado, todos alabando el buen trabajo de sus compañeros y viéndose todavía más entusiasmados por la obra.

JungKook bostezó, sus manos llenas de pintura seca color verde y marrón. La noche anterior se había quedado hasta tarde viendo videos paranormales y se encontraba cansado, además de agotado por todo lo que se había reído luego de escuchar a HoSeok quejarse mientras él le contaba un par de las historias que había estado oyendo en la noche, el beta tan fastidiado por las cosas de miedo que casi le dio una patada.

—Me gusta pensar que serás actor de verdad para que todo este trabajo haya valido la pena —dijo JungKook entonces, sentado en el suelo de la tarima mientras aprovechaba el aire acondicionado de las instalaciones—. Si terminas trabajando en McDonald's, yo mismo te haré pintar trescientos arbustos —el resto se rió por la aparente amenaza de JungKook.

—Claro que seré un actor de verdad, me verás en películas y producciones millonarias —anunció tan seguro de ello que incluso ellos mismos dudaron de su propia duda—, si sigues siendo mi amigo para ese entonces te conseguiré un autógrafo de Robert Downey Jr.

La expresión de JungKook brilló de emoción y NamJoon se rió por lo bajo.

—Si es que acaso él sigue vivo para entonces —comentó el omega.

HoSeok se carcajeó por la mirada espantada de JungKook y el alfa se quejó de ello, picando las costillas del beta que estaba sentado a su lado. TaeHyung se sentó frente a ambos, asegurándole a Jeon que iba a hacer lo posible y este le juró prometerlo por el meñique.

NamJoon se mantuvo de brazos cruzados escuchando a los demás conversar, entre tanto, giró un poco su cabeza para mirar a los alrededores y se encontró con JiMin y YoonGi conversando a lo lejos, ambos metidos en su mundo. El omega se dio cuenta del cambio de aura entre ellos justo en el momento que entraron al salón de eventos, el resto de sus amigos igual de aliviados que él porque sería mentira decir que ninguno había notado del estado de los dos durante el día anterior, pero no estaban seguros de era prudente tocar el tema, al menos ahora sabían que ya ni siquiera sería necesario. JiMin incluso llevaba encima la sudadera que le había prestado el alfa y todo estaba en orden.

Cuando su mirada viajó más allá, se encontró con Jin hablando con sus compañeros, un micrófono entre sus manos con el que jugaba y una expresión concentrada en su cara. Lucía guapo, claro. Jin siendo serio era indudablemente guapo, desde siempre lo había sido, y NamJoon recordaba haber observado esa misma expresión durante las fechas de exámenes de años anteriores, fechas en las que ambos aprovechaban el silencio de la biblioteca para estudiar juntos, compartiendo pequeños momentos entre sonrisas tímidas y sonrojos tontos.

Ya no había más de eso, sin embargo. Jin y él habían acabado de pasar su primera temporada de finales sin haber estudiado juntos y se sentía raro, pero NamJoon no tenía por qué lamentarse al respecto (o no creía que tuviera el derecho). Sí, se había alejado, pero había sido lo mejor... Jin no tenía por qué estar con un omega como él.

Entonces, la mirada del alfa se tornó confusa, como si algo lo hubiera desconcentrado de lo que su compañero le estaba diciendo, y se giró exactamente al lugar en el que estaba NamJoon. Ambos pares de ojos se encontraron, y el peli-rosa no estaba seguro de si había sido el único que sintió el golpe en el pecho, pero había sido lo suficientemente contundente como para hacerlo desviar la mirada y llevar una mano a la zona.

Su lobo tan impulsivo y estúpido, tan llorón como siempre.

El animal aullaba en pedido, triste por la lejanía del otro y NamJoon trató de recobrar el aliento. Sabía que su conexión con su lobo era terrible, significativamente mala al punto de ser enfermiza, por lo que las reacciones de este le molestaban en demasía y lo hacían sentir fuera de sí. Claro que tanto el psicólogo como su psiquiatra se dieron cuenta, así que había sido enviado a un tratamiento espiritual especial que ayudara con eso, uno al que no le veía mucho caso, pero al menos ahora los ataques de pánico habían disminuido y la opresión en el pecho no era tan fuerte, solo molesta.

Aclaró su garganta, llamando la atención de los demás.

—Voy a regresar afuera —avisó, HoSeok lo observó confundido—. Regreso en un rato, creo que necesito respirar.

—¿Quieres que te acompañe? —preguntó el beta, dudoso por la repentina necesidad de huida de su amigo y es que el omega había sido el primero en decir que quería quedarse dentro del colegio para poder quitarse el calor de encima.

—No, no —negó con la cabeza, dando un par de pasos hacia atrás—. Prefiero estar solo un rato, pero gracias.

NamJoon había estado comenzando a ser más claro con sus sentimientos últimamente, por lo que HoSeok aceptó esa pequeña explicación ya que sabía que no tenía por qué presionarlo; si NamJoon no quería expresar por qué necesitaba estar solo no había necesidad de insistir al respecto, así que sólo le dedicó una pequeña sonrisa y unas palmaditas en la espalda, diciéndole al final que probablemente regresarán también dentro de un rato, al menos el rato que los profesores les permitan quedarse en el salón.

A mitad de camino, NamJoon se dio cuenta de que realmente no estaba del todo solo y se giró sin verse sorprendido. Jin se encontraba detrás, sus labios apretados y expresión de haber sido descubierto, pero había una mano a medio alzar que significaba que estuvo buscando el momento para tocar su hombro y así llamar su atención.

—¿Siempre te vas a aparecer en el momento menos apropiado? —preguntó NamJoon con las manos en los bolsillos, girándose por completo para estar frente a frente. Su expresión neutra, pero su corazón bombeando a una velocidad aterradora.

Jin parpadeó sorprendido, bajando su mano y parándose derecho.

—Creo que esta ha sido la primera vez que me diriges la palabra desde navidad —dijo sin responder en absoluto la pregunta anterior y NamJoon bajó la mirada, mordisqueando su mejilla interna—. Que me diriges más de una palabra, de hecho.

Bueno, eso era verdad.

—Bueno... —no estaba seguro de qué decir, se había sentido valiente un segundo, pero ahora quería huir otra vez.

—NamJoon —Jin lo llamó, provocando en el omega un pequeño temblor—. ¿Qué sucedió? —y su voz se oía tan desesperada por saber la respuesta, que esta viajó a la punta de la lengua del alto chico, pero ahí murió—. Ese día...

—Llegaste tarde... solo eso —respondió, cortando el tema, no queriendo recordar.

Jin soltó aire, sus hombros tensos ahora.

—YongSun necesitaba de mi ayuda —se apresuró en decir—, le cayó ponche en el vestido y se esguinzó el tobillo cuando se resbaló, tuve que llevarla a la enfermería —explicó, contando una información que NamJoon ya sabía—. Te mandé mil mensajes, ¿por qué no me respondiste?

NamJoon estaba tenso ahora, ansioso y con ganas de llorar. Sin quererlo, Jin le recordaba ese día de diciembre que él estaba tratando de borrar de su cabeza, Jin activaba sentimientos en su lobo que lo hacían sentir estúpido y bastante ridículo. Después de todo, Jin había sido el segundo amor que se sintió como el primero, aquel que le hizo conocer que las mariposas se podían transformar en huracanes, aquel que le explicó en qué área de la biblioteca se podían encontrar libros interesantes que no tuvieran que ver con clases, y fue él quien también le robó un par de besos en aquel mismo lugar secreto.

—Sun es linda —cambió de tema, rascando su cuello y desviando la mirada de la expresión anonadada de SeokJin—. Deberías salir con ella...

—Eso no tiene nada que ver con nada —negó de inmediato, extrañado por el repentino comentario—. Además, ella es mi amiga, NamJoon —recalcó, mirándolo sin entender sus oraciones erráticas.

—Entonces eres un tonto, porque no te das cuenta de la manera en la que ella te mira —no pudo evitar decir, quizás con algo más de resentimiento del que habría querido expresar, pero en serio Jin tenía que ser idiota como para no darse cuenta de la manera en la que la omega intentaba de cada manera posible llamar su atención.

Ella se había notado medianamente fastidiada con la cercanía que habían estado teniendo ellos durante aquel tiempo, NamJoon lo notó y le ponía un poco incómodo, pero ella realmente nunca se comportó mal con él, sólo que era obvio que quizás se encontraba no sólo dolida, sino también celosa de lo que ambos tenían.

Mejor dicho, tuvieron.

Jin frunció un poco más sus cejas, procesando lo dicho. No lo captaba del todo, para él simplemente no podía ser porque la conocía desde que eran unos niños.

Y NamJoon realmente nunca llegó a tocar el tema con él, antes de hacerlo pasó lo que pasó.

—Le veo como mi hermana —explicó el alfa, dudoso.

NamJoon asintió, tenso. Labios fruncidos hacia un lado y mirada que divagaba entre los alrededores.

No quería seguir ahí, así que hizo amago de darse la vuelta.

Pero Jin lo tomó de la muñeca y él se vio obligado a girar, encontrándose con el alfa frente a él a una distancia que agradecía, porque un milímetro más y NamJoon estaría teniendo un ataque de pánico ahí mismo. Los aullidos y lloriqueos de su lobo no dejaban de molestarlo, los pedidos por regresar al trato que tuvo con el otro lo ponían nervioso, casi tanto como la manera en la que el alfa con aroma a nueces lo hacía sentir que el aire le faltaba y que su corazón se iba a salir de su pecho.

Él siempre había huido, siempre buscó alejarse de Jin a cada oportunidad que tenía, siempre ignoraba sus mensajes y miradas implorando una explicación, implorando que le diga el por qué decidió cortar con todo lo que habían estado construyendo hasta ese momento.

Y es que NamJoon casi se ríe porque había criticado a YoonGi tanto tiempo, pero a ojos de cualquiera él había hecho exactamente lo mismo, él también había "desaparecido de la nada" de la vida de SeokJin y sabía que el alfa no dejó de sentirse deprimido ni un solo día desde que dejó de contestarle, desde que dejó de ir con él, desde que comenzó a evitarlo, desde que comenzó a huir de su presencia.

Y es que Jin nunca hizo nada malo, pero, si NamJoon prefería morir a decirle por qué quería alejarse de él, alejarse de lo que posiblemente tendrían, alejarse de algo que no iba a funcionar porque él estaba roto.

—¿Por qué no me respondiste, NamJoon? —buscó su mirada, sólo encontrándose con el otro cabizbajo—. Me preocupé mucho por ti, no sabía por qué te veías tan asustado, no sabía por qué...

—Cállate —se soltó con un movimiento fuerte, un impulso de huir que se vio interrumpido cuando Jin tomó sus dos manos esta vez.

NamJoon se tragó un sollozo y miró la manera en la que el otro las sujetaba, tan delicado, no queriendo hacerle daño, pero tampoco queriendo que saliera corriendo.

—Jin...

—¿Qué sucedió, Nam? —y su voz se oía tranquila ahora, no había reclamos ni enojo de por medio, tampoco confusión o consternación, sólo curiosidad, una curiosidad preocupada y cuyo tono repercutió en lo más profundo de la cabeza del omega—. Dime qué hice mal, qué pude haber hecho mejor, no tengo idea de por qué de repente todo se fue a la mierda y creo que merezco saberlo —rogó, tan desolado por la falta de respuestas que NamJoon podía sentirlo en su lobo, un lobo que miraba a Jin como si fuera su mundo entero.

NamJoon se tragó otro sollozo, bajando la mirada una vez más.

No lo iba a decir, decirlo implicaba que se volviera real y él había estado borrando el recuerdo durante mucho tiempo. No quería pensar en el tiempo que esperó, ni en el frío que pasó, no quería pensar él corriendo a casa entre lágrimas, tampoco en la expresión de dolor que formó Jin cuando le gritó. Tampoco quería que Jin lo viera con asco, simplemente no quería que lo viera, se sentía tan asqueroso y no hubo ducha que sirviera, no hubo pastilla que tomara, nada lo ayudó.

Frente al silencio sepulcral, Jin tomó un poco de aire.

—Ese día... —comenzó y NamJoon sólo lo escuchó, sólo se quedó quieto mirando las manos de Jin tomando sus muñecas—. La razón de por qué quería que nos encontráramos en la azotea fue... porque quería quería preguntarte si querías ser mi pareja.

Las ganas de llorar atacaron al omega de nuevo. Su cara vaciló, su expresión siendo forzada a mantenerse lo más neutra posible mientras SeokJin soltaba esa bomba.

Él ya lo sabía, sin embargo.

Claro que sabía que Jin iba a pedirle formalizar, por eso esperó tanto.

—No llegaste a tiempo —fue lo único que respondió, su voz flaqueando. En esa pequeña frase hubo tantos sentimientos involucrados que incluso Jin sintió que su pecho se oprimía.

—No entiendo —confesó, mirándolo con sus cejas fruncidas en una preocupación dolorosa—. ¿Qué pasó?

NamJoon se deshizo del agarre de Jin, esta vez sin fuerza, esta vez sin pelear. Sus ojos lo miraron fijamente, aunque lucían rojos por el inminente llanto no había lágrimas bajando por sus mejillas, ni labios temblorosos o sollozos desolados, sólo había una expresión de cansancio, una tan agotada que Jin supo de inmediato que esa pregunta no iba a ser respondida mucho antes de que NamJoon comenzara a negar lentamente con la cabeza.

—Lo siento por haber huido —dijo—, pero creo que fue lo mejor.

Ahora era Jin quien sentía ganas de llorar. Sabía que el lobo de NamJoon lo llama, sabía que en algún lugar debía haber un poco de sentimientos correspondidos, entonces no comprendía por qué el omega se estaba cerrando tanto al respecto.

—NamJoon, estoy cansado de seguir buscándote —confesó dolorosamente.

NamJoon lo entendió, pero también le dolía.

—Es lo mejor —repitió como un mantra, quizás buscando creérselo él mismo.

—¿Acaso no sientes nada por mi? —se atrevió a preguntar, aterrado de la respuesta.

La expresión de NamJoon cambió un poco entonces, sus ojos ligeramente brillantes ahora más allá del intento de guardarse las lágrimas, sus párpados más abiertos como si hubiera escuchado, como si lo mirara con ilusión.

—Jin...

—Nam —lo llamó de igual manera, su voz era igual de dulce como las veces que lo besaba suavemente.

NamJoon suspiró y se alejó un par de pasos, sus labios apretados en incomodidad. Pero lejos de verse como un rechazo, parecía más bien una huida; lo cual confundía mucho más a SeokJin y es que la idea de que aquel chico que lo correspondiera aun así estuviera tratando de alejarse casi le daba a entender que había hecho algo malo, o que había algo de lo que NamJoon estaba huyendo y no quería creer que era de él porque se había encargado de hacer todo lo posible para que el omega se sintiera cómodo a su alrededor.

—Quizás luego... podamos hablar de esto —y con toda valentía, NamJoon propuso algo que no estaba seguro de poder cumplir, pero una pequeña mecha de esperanza golpeó en el pecho del alfa.

NamJoon realmente sentía que en algún momento quizás dejaría de sentirse tan enfermo, quizás sí podría hablar de ello, y no lo habría considerado antes, pero tampoco habría considerado hablar con SeokJin una vez más, y ellos dos estaban ahí.

—Eso es mejor que nada —dijo sin querer sonar agresivo, más bien lucía aliviado, pero dolorido aun así. Hizo de nuevo un amago de querer tomar la mano del omega, pero este se tensó por los nervios y Jin se retuvo de hacerlo, muy a pesar de que NamJoon hubiera querido que insistiera un poco como lo había hecho hacía unos segundos—. No quiero seguir sufriendo al respecto, sólo me queda medio año para irme, pero la idea de poder resolverlo me calma un poco. Espero que realmente se pueda, porque yo en serio... en serio —afirmó—, quiero poder tener una segunda oportunidad.

NamJoon sintió un sonrojo subir a sus mejillas, su corazón latiendo alborotado, sus labios apretados de manera que en sus mejillas se podían apreciar un par de hoyuelos que SeokJin había extrañado ver.

Luego de eso, Jin se despidió y prometió dejar de presionarlo, prometió esperar a que estuviera listo y NamJoon no estaba seguro de cómo decirle que de hecho él no había hecho nada malo, que sus acciones no lo llevaron a tomar la decisión que tomó, no sabía cómo explicarle al alfa por qué no era su culpa sin que tuviera que profundizar en el tema, sin que tuviera que recordar.

Y él se quedó sólo en el pasillo, nervioso como el infierno y con un lobo que no se calmaba.

Pero no había sido tan horrible como esperaba que fuera.

Incluso había sido... ¿lindo?

De alguna manera, había extrañado tanto hablar con SeokJin.

Y su lobo aulló de acuerdo con eso.

ChanYeol se encontraba confundido, pero no sorprendido, en absoluto.

Lo que sí lo descolocaba un poco era que su hermano estuviera agarrando mucha más confianza en mostrar afecto con YoonGi frente a él, era algo que quería que parara, le habría gustado mucho más que JiMin siguiera manteniéndolo en secreto porque así no tendría que verlo restregar su mejilla con la del pelinegro mientras se despedían.

Al menos el resto de sus amigos se veían casi tan estresados como él.

Por otro lado, lo que su hermano le había dicho no dejó de darle vueltas en la cabeza mientras se encargaba de hacer lo que le tocaba en el área de armado de decoraciones. Se pasó toda la mañana junto a su grupo haciendo escenografía, pero ni siquiera se había concentrado demasiado en ello porque no dejaba de imaginar a su hermano llorando, o reclamándole, o molesto con él, incluso dándole otra vez una patada en la entrepierna.

Claro que JiMin le preocupaba, pero él no quería tratarlo como un idiota. No creía que lo estuviera haciendo, estaba seguro que lo único que había hecho hasta ese momento era protegerlo, pero vaya que el pequeño omega se había encargado de dejarle en claro que no había hecho un buen trabajo en absoluto.

—¿Entonces resolviste el tema de YoonGi? —se decidió por preguntar cuando estaban a mitad de camino de regreso a casa—. Incluso llevas su sudadera otra vez... pensé que se la ibas a devolver.

JiMin no le dijo nada, simplemente continuó caminando. Pero ChanYeol sabía que lo había escuchado.

—¿En serio me vas a ignorar?

No hubo respuesta.

—JiMin... —llamó, pero terminó bufando de puro fastidio—. Esto no es divertido.

—No estoy diciendo que lo sea —fue su respuesta, virando los ojos—. Simplemente sigo enojado contigo, pero parece ser que no procesaste nada de lo que te dije en la mañana porque quieres venir a hablarme como si no hubiera pasado nada —recriminó sin mirarlo, sus ojos fijos en la calle.

—No te estoy hablando como si nada, quiero saber lo que pasó, porque sé que pasó algo —refutó—. Sé que tiene que ver con YoonGi porque es obvio, simplemente quiero saber si está todo bien o...

—Está todo bien —soltó, harto—. Pero no finjas que te interesa.

Entonces, ChanYeol lo tomó del brazo para hacer que lo mirara. JiMin frunció sus cejas y miró la manera en la que lo sostenía antes de fijar sus ojos en los ajenos, una mirada amenazante haciendo acto de presencia, una que no debería verse tan agresiva en un omega, pero ChanYeol no le tenía miedo a su hermanito y estaba harto de que siempre hubiera un nuevo berrinche, de que siempre lo tratara como un idiota cuando solo trataba de cuidado, cuando solo se preocupaba por él.

—¿Se puede saber qué te pasa? —cuestionó—. ¿En serio crees que no me interesa esto? ¿Vas a irte por ahí? —continuó preguntando, no esperando una respuesta del contrario—. JiMin, soy tu hermano mayor, claro que me preocupa que estés en una situación peligrosa o que te lastimen, más cuando te he advertido cómo podría ser.

—Ahí está otra vez —se soltó—. ¡Sigues tratándome como un idiota! —y ChanYeol frunció un poco su entrecejo, consternado por esa declaración—. ¿Acaso no pudiste entenderlo cuando te lo dije en la mañana? Me tratas como si no pudiera valerme por mí mismo, es por eso que no te cuento las cosas, por eso no te pido consejos ni te hablo de absolutamente nada, porque si lo hago vas a comenzar a darme un sermón y me tratarás como un mocoso que no sabe nada de nada.

El discurso se repetía y JiMin estaba demasiado harto de gastar su saliva en ello, así que sólo suspiró frente a la expresión preocupada y consternada de su hermano mayor. Claro, Yeol no iba a poder procesar un escenario donde no tuviera la razón o uno donde JiMin fuera autónomo como un ser humano común y corriente, en absoluto, no cuando toda la vida fue visto como un bebé.

—Estoy cansado de esto —confesó, mirándolo con desgana—. Ambos sabemos que no voy a terminar con YoonGi y a pesar de sí, discutimos, no significa que no podremos arreglar las cosas y él en serio me gusta, deberías comenzar a aceptar eso y también aceptar que ya no soy un niño, tengo diecisiete —señaló—. Creo que puedo tomar un par de decisiones por mi cuenta, sólo digo —soltó finalmente, su tono sarcástico, sus piernas comenzando a moverse en dirección a su casa para poder seguir con su camino y dejar hasta ahí la conversación.

ChanYeol odiaba que las discusiones con JiMin siempre terminaran de la misma manera, el omega siempre soltaba un montón de palabras y se iba, y él estaba tan harto como él, pero comenzó a cuestionarse por qué tenía tan harto a su hermano. Sólo no quería que JiMin estuviera enojado con él, no quería que se alejara al punto de no considerarlo como una ayuda en caso de meterse en problemas o en caso de necesitar que lo salven. Él quería poder estar presente en su vida de manera que su hermanito pequeño confiara en él, que lo viera como un alfa fuerte a quien acudir, no uno al cual gritarle.

Entonces, con los hombros sueltos en resignación y mirada arrepentida, se acercó a él para alcanzarlo y caminar a su lado.

—Lo siento —dijo, sonando más tranquilo ahora, pero un poco tenso también—. Simplemente me preocupo mucho por ti.

—Tu manera de hacerlo es asfixiante —respondió, esperando no haberse escuchado demasiado sorprendido con la disculpa de su hermano y es que no recordaba la última vez que lo había oído disculparse por algo en general—. Creeme que es un poco agotador que todo el tiempo me vean como un omega en apuros —señaló—. Cuando realmente necesite ayuda te lo haré saber.

—No quiero que te hagan daño —le dijo.

—Nadie me hará daño, Yeol —le aseguró, pero su hermano negó con la cabeza, todavía demasiado reacio a aceptar algo como eso.

—No sabes eso.

JiMin suspiró.

—Confío en YoonGi —soltó, una pequeña sonrisa apareciendo en sus labios cuando recordó los suaves besos que se dedicaron en la azotea, pero esa información no tenía por qué saberla su hermano—. Durante el tiempo que llevo conociéndolo me ha demostrado que, aunque ha metido la pata, está dispuesto a aceptar sus errores y a mejorar, ¿qué más quiero de alguien? —se encogió de hombros—. Claro que dudo como tú lo haces, como cualquiera lo haría, pero quiero que esto funcione.

El alfa suspiró, quizás demasiado resignado al hecho de que JiMin no iba a soltar a YoonGi así como así. Sólo le preocupaba que las cosas llegaran demasiado lejos, que el otro aprovechara alguna situación para hacer de las suyas o provocar que su hermanito termine llorando desconsolado en cama durante meses, porque ahí sí iría a golpearlo con todas las ganas que había estado acumulando.

—Oye —JiMin volvió a llamar su atención—, ¿si te cuento algo lo vas a escuchar con la cabeza fría y no irás a volverte loco como siempre haces?

ChanYeol dudó un poco, hasta que finalmente asintió. JiMin tomó un poco de aire, reteniéndolo en sus mejillas antes de soltarlo de manera incómoda.

—El día que entré en celo, quizás estaba demasiado encima de YoonGi —contó muy por encima, pero ChanYeol ya podía imaginarse (caóticamente) lo que el otro estaba tratando de decir, así que lo miró con terror, su rostro palideciendo—. ¡No! ¡No tanto!

ChanYeol volvió a respirar.

—¿Entonces? —le preguntó desesperado.

JiMin sintió la cara un poco caliente, luego viró los ojos.

—Ya sabes lo que pasa, solo estaba demasiado mimoso y me encontraba muy ido. Si YoonGi hubiera querido habría aprovechado la situación, pero él sólo me obligó a tomar el supresor —se encogió de hombros—. Sonará muy estúpido, es decencia humana básica, pero dice mucho de él —contó.

ChanYeol lo pensó un momento, aún consternado por la idea de que el celo de su hermano haya explotado mientras estaba con ese alfa, pero ese día había sido un poco opacado por BaekHyun y no había logrado pensarlo demasiado, simplemente confío en que JiMin hubiera tomado la pastilla justo en el momento que la necesitó, no se hizo la idea de que quizás Min estuvo con él en ese momento.

Se le revolvió un poco el estómago.

—YoonGi me hace sentir protegido, me trae paz, y aunque me haya hecho enojar el otro día sigue siendo un alfa que quiere mejorar —realmente estaba tratando de no sonar como un tonto enamorado, pero no le salía del todo bien y ChanYeol lo notaba—. No lo sé, este es el tipo que siempre me dice que busque, ¿y ahora que lo conseguí quieres que lo suelte? Eso será un poco complicado de lograr —enarcó una ceja, mirando a su hermano.

ChanYeol suspiró, bastante agotado.

Tal vez fue en ese momento, en mitad de la acera de camino a casa luego de un día lleno de pintura y decoraciones de cartón, que comenzó a darse cuenta de que quizás su hermano estaba muy enganchado con un alfa que era en definitiva su última opción, pero que el universo se encargó de colocarlo en el puesto de cuñado como si de alguna especie de venganza se tratara y él ni siquiera se quiso preguntar qué mal había hecho para merecer algo como eso, porque seguramente tenía una lista larga, empezando por haberle provocado malestar a su hermanito en la mañana.

Quizás debía comenzar a replantearse algunas cosas y mejorar como hermano, no quería que JiMin tuviera secretos o que llorara solo, no quería que lo dejara a un lado y se expusiera a algún peligro por no querer escuchar el sermón que le diría, quizás debería dejarlo hablar, que las cosas fluyan con más calma.

Ya lo había estado haciendo de a poco, ahora quedaba ponerle un poco más de ganas.

—No soy como papá —quiso aclarar.

—Entonces no actúes como él —contraatacó JiMin.

Entonces, luego de un asentimiento resignado de parte de ChanYeol, el rubio tomó a su hermano de la mano y ambos caminaron tranquilos a casa.

Luego de una trabajosa semana, el viernes llegó como un respiro que anunciaba el próximo y tan esperado verano. El evento que culminaría esa temporada de estudios sería el lunes y todos estaban tan listos como emocionados por ello, después de todo era un evento fruto del enorme trabajo en equipo que había hecho toda la institución y se encontraba lleno de actividades recreativas así como de pequeños eventos escolares para divertir a todo el mundo y darles paso al pequeño break de verano antes de continuar con el segundo cuatrimestre. Las prácticas se habían dado por finalizadas de manera exitosa y todo estaba completamente organizado para el gran día, desde quien iba a llevar qué cosas hasta los horarios de cada evento.

Mientras tanto, en un momento en el que debería estar tranquilo durmiendo en cama o viendo alguna serie para distraerse de la agotadora semana, HoSeok sólo miraba preocupado el chat grupal que tenían porque había algo de lo que no habían dejado de hablar: el concurso de karate de JungKook y de lo emocionados que estaban por verlo participar.

El concurso sería el día siguiente, el sábado, y HoSeok no sabía qué iba a hacer. Ya habían aclarado la hora y sería a las tres de la tarde, pero a esa hora iba a seguir con sus padres porque ellos siempre regresaban a casa alrededor de las seis y él no iba a tener manera de irse antes porque estaba seguro de que su madre lo mataría y de que su padre le daría el sermón del siglo.

¡Ni siquiera tenía por qué ir siendo sábado! Pero sus padres estaban concretando otro acuerdo de quien sabe qué porque él no lo entendía y la fecha era ese día, y él tenía que ir lindo como siempre, sólo viéndose como un muñeco mientras recibía sermón tras sermón. ¿Por qué no podía tener padres normales que descansan el fin de semana? Siempre tenían algo que hacer y siempre querían arrastrarlo con ellos.

Ellos ni siquiera habían visto sus notas todavía, quizás porque lo habían olvidado, pero sabía que no iban a estar contentos y es que no se llegaba a ninguna de las SKY con ochos y nueves, sino con puros diez... o con alguna ayuda monetaria, una que sabía que iban a tener que usar porque él era un inútil que había bajado poco a poco su promedio y sus padres, aunque podían costearse darle una entrada a una de las universidades más prestigiosas de Corea, también eran buenos para reclamarle mil cosas por haberlos obligado a tener que usar el plan B.

De solo pensar en el sermón se le iba el aliento.

Entonces, con cientos de cosas en su cabeza, se tensó en su lugar cuando recibió un mensaje privado de parte de JungKook preguntándole si lo podía llamar, cuando respondió que sí, la pantalla de inmediato brilló con su nombre y HoSeok sintió su cara caliente porque todavía no se acostumbraba a ello.

Abrazó el peluche de lobo y contestó.

—¿Hola?

¡Hyung! —saludó—. Sonará como una terrible excusa, pero no lo vi hablando mucho en el grupo y quería saber si en serio va a hacer la tontería que los demás están proponiendo... también porque quería hablar con usted por aquí.

La idea de la que Jeon hablaba era una maravillosa que claro que se le ocurrió al ñoño de YoonGi, una idea que consistía en ir al evento con camisetas con la cara de JungKook estampada, pero como tenían ni el dinero ni el tiempo para hacerlo, simplemente consideraron todos tomar alguna camisa blanca que tuvieran por ahí y escribir en ella algún mensaje tonto de apoyo para JungKook. El alfa pelinegro se negó de inmediato, argumentando que sería demasiado vergonzoso como para soportarlo y HoSeok ni siquiera había participado en la conversación por estar demasiado concentrado en su pánico interno.

—Uh... —pasó saliva, buscando la mejor manera de cómo responder.

Es decir, si lo hacen los demás sería muy estúpido, pero si lo hace usted no sé si me moleste mucho, aunque sí me moriría de vergüenza —rió tímido, probablemente imaginado al beta usando toda su energía para darle ánimos.

Ahora Jung se sentía demasiado culpable.

—Bueno, JungKook, sobre eso...

¿Sabe qué? Mejor hágalo, por favor, sería muy lind...

—JungKook, no voy a poder ir —cortó, sus ojos cerrados con fuerza.

Entonces la línea quedó en silencio y el beta sintió su corazón palpitar dolorosamente, imaginando la decepción en el rostro de JungKook y el posible enojo que estaría sintiendo en ese momento. Y es que, de hecho, toda la semana continuó con ellos hablando de cómo sería el evento, él incapaz de decirle que no iba a poder asistir, incluso participando de la conversación sólo para evitar la confrontación y ahora que la estaba atravesando quería ponerse a llorar ahí mismo.

Debió haberlo dicho antes, debió haber preparado al otro para ello, en cambio solo lo había ilusionado y se sentía tan mal por ello que no estaba seguro de cómo podría ver a Jeon a la cara pronto.

Oh —fue lo único que se oyó luego de un par de segundos—. ¿Por qué? —ahora su voz se oía, sin energía de ningún tipo.

HoSeok retuvo un sollozo, parpadeando rápido para espantar las lágrimas.

—M-Mis padres quieren que vaya a la empresa con ellos —explicó como pudo, reteniendo las ganas de llorar—. Mamá sólo entró a mi cuarto y... y me básicamente obligó a...

Pero, ¿les dijo que es realmente importante? —preguntó preocupado, HoSeok sorbió su nariz, abrazando con fuerza su peluche—. ¿Trató de hablar con ellos? Mañana es sábado, no deberían estar trabajando...

—S-Sí... —también asintió aunque Jeon no lo pudiera ver—. Les dije que era importante, claro que les dije... pero es que ellos son... son muy tercos y... no aceptan un no, no quieren escucharme, no me dejan opinar —decía con dificultad, sus labios temblando—. E-Ellos no van a escucharme, sólo se van a enojar más conmigo y yo... yo no puedo ir, l-lo siento mucho...

Se oyó un suspiro del otro lado y HoSeok ya estaba esperando un reclamo, un grito o algún sermón sobre lo mala persona que era por no haberle dicho antes, por lo idiota que fue al creer que iba a aguantar algo como eso. Estaba esperando palabras hirientes exigiendo que fuera, incluso alguna oración que resumiera el fin de lo que tenían solo porque él no podía estar tan disponible ni hacer cosas de parejas como se suponía que debían hacer.

Sin embargo, HoSeok no parecía terminar de entender que no todos actuaban como sus padres.

Está bien, Hyung —dijo con calma, incluso como consuelo. HoSeok sólo se quedó estático, mirando a la nada mientras oía la suave voz del alfa—. Sí admito que estoy muy decepcionado de que no pueda ir porque quería que me viera, pero entiendo que sus padres son muy... especiales.

—¿No estás molesto? —quiso asegurarse, un poco desesperado, pero consternado más que nada.

¿Por qué lo estaría? Esto no es su culpa, sé que habría ido si pudiera —HoSeok sorbió su nariz, limpiando sus lágrimas rebeldes mientras JungKook lo escuchaba—. ¿Está todo bien, Hyung? —ahora sonaba preocupado.

—Sí, sí... —volvió a sorber su nariz, un poco más tranquilo ahora—. Lo siento mucho de nuevo, sé lo importante que era esto para ti... quizás la próxima vez...

Voy a ganar y usted tendrá que ir a verme en el siguiente evento, ¿sí? —su voz llena de seguridad contagió al beta, provocando en él una suave sonrisa de calma—. Le dedicaré mi victoria, haré que alguien la grabe, lo prometo.

HoSeok sólo podía pensar en que le gustaba mucho JungKook.

—Sí —aseguró, a pesar de lo temeroso que pudiera ser el futuro incierto él sabía que estaría seguro con JungKook—. Espero que ganes, porque tengo que poner ese video de fondo de pantalla en todos lados —siguió el juego con las mejillas rojas, sus labios apretados en nerviosismo por lo tonto que se sentía tratando de coquetear.

JungKook rió.

Claro que sí Hyung, así todo el mundo verá el genial alfa que está con usted.

—Ay, cállate —escondió su cara detrás del peluche, tan avergonzado ahora que sus orejas se encontraban rojas.

Ambos sonrieron con cariño aunque no pudieran verse, solo tuvieron la necesidad de hacerlo, y esa era quizás era una curiosa coincidencia.

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