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💝 «Final: Que alguien rescate la Navidad» 💝
— Entonces, malinterpretaste la relación con mis hyungs y, en lugar de confiar en mí y preguntarme por ello — recapituló Sehun, tras escuchar la versión de Luhan — Preferiste jugar al detective y ahora, no sólo salgo con otros dos, también soy partidario de las relaciones abiertas y vine aquí para proponerte ser el cuarto hombre en mi harem. ¿Entendí bien, hyung?
Bajando la mirada, en un gesto que evidenciaba lo apenado que estaba, Luhan asintió con la cabeza, sin atreverse a hacer frente a la reacción del menor. No había nada en su voz que delatara lo que su historia le provocaba, pero además de indignación o molestia, la única otra emoción disponible debía ser el arrepentimiento de haberse fijado en un chico tan ridículo como él.
Si antes había pensado en lo absurdo que resultaba suponer que Sehun le era infiel, al mismo tiempo que sus amantes lo engañaban a él o en la posibilidad de estar inmiscuyéndose en un vínculo poliamoroso... darle vida a todas aquellas tonterías y hacerlas del conocimiento del pelinegro, era algo por completo vergonzoso y patético.
Temiendo por la respuesta que obtendría, Luhan no pudo evitar que su rostro delatara la confusión que sintió, cuando yendo en contra de todos sus cálculos, Sehun rompió a reír, carcajeándose con tal diversión que debía sujetarse la barriga para controlar los espasmos. Ni bien logró serenarse, limpió con cuidado la pequeña lagrimita que asomaba al borde de sus ojos.
— No te ofendas, hyung, pero de todas las razones por las que creí que me evitabas, la verdad es que nunca me imaginé que sería por algo tan gracioso — le dijo.
— Me alegro que mi dramatismo te divierta — Luhan rugió — Y para que lo sepas, todavía quiero saber quiénes son esos dos.
Advirtiendo el deje de indignación que teñía su voz, como si no hubiese sido el chino quién lo señalara injustamente de haber estado jugando con él, Sehun se obligó a guardar la compostura y hacer un esfuerzo por ignorar lo divertido que se sentía con la situación en general.
— Pienso contarte hasta el más mínimo detalle, pero antes de eso, me gustaría saber la razón — convino el menor — ¿Por qué te apresuraste tanto a creer que te engañaba? ¿Mi cinismo es lo único que he conseguido transmitirte en estas últimas semanas?
Componiendo uno de esos pucheros que fácil derrumban la estabilidad del mayor, Sehun le observó con los ojos negros brillando en una especie de tristeza mal disfrazada, los labios abultados igual que si se tratara de una animación. Luhan tragó saliva y abrazó la taza de café entre sus manos para distraerse del efecto que ese hombre tenía sobre él.
— Hace un par de meses, salí con un chico de mi carrera. Nos llevábamos bien, aunque no diría que estuviéramos enamorados. Poco después de presentarlo a mi compañero de cuarto, los vi juntos en los jardines del campus. No me gustaba desconfiar así de un amigo, pero al final mis sospechas resultaron ser ciertas.
— A veces, son las pequeñas cosas las que más huella dejan — musitó Sehun, con cierto deje de complicidad grabado en el tono suave de su voz — ¿Por eso no querías que fuera a verte a la residencia, verdad?
— Quizás sospechar que me traicionabas fue un castigo divino por ser tan mezquino con Mark, pero en mi defensa, no me gusta la idea de compartir a mis parejas — admitió.
Deslizando una mano por encima de la mesa, lo suficiente como para alcanzar los dedos tibios de su hyung, Sehun apartó la taza que sujetaba y entrelazo sus dígitos, el frío de su piel contrastando con el calor que emanaba del cuerpo de Luhan. Jugueteó ahí un rato, casi como si hubiera olvidado lo que había estado a punto de decirle al buscar su tacto.
— Jongin es mi hermanastro. Estudia artes en la universidad y es friolento como ninguno, también es bastante descuidado, así que puedes esperar verle sin gorro y bufanda, incluso si nieva o que nuestro apartamento sea un desastre porque él es incapaz de devolver las cosas a su lugar.
— ¿Qué?
— Supongo que fue por la motocicleta, porque no se me ocurre otra cosa por la que alguien tan inteligente como Kyung Soo se terminara enamorando de él. Al final, también agradezco que haya pasado, hyung hace feliz a mi hermano y es mi único amigo en la facultad — siguió explicando Sehun.
— Así que, ¿la moto del otro día, es de tu hyung? — Luhan preguntó — ¿Y el enano-...digo, Kyung Soo, es tu cuñado?
— Exactamente, pero que no se te ocurra llamarlo así en su cara. Soo es medio demonio y su punto débil es su enanura — se mofó.
— Joder, pero si es que yo realmente soy idiota.
Divirtiéndose a costa de que su novio se sintiera avergonzado, Sehun continuó hablándole de las dos personas que, junto a él, volvían su vida mucho más colorida y animada de lo que habría sido si jamás les hubiera conocido. Le habló de los consejos que Jongin le dio para enamorarlo y de lo mucho que Kyung Soo se burló al escuchar que incluso había pedido la moto para impresionarlo.
Siguió diciendo que por ser un artista en potencia, su hermano era un extrovertido algo intimidante y que si hasta ese momento no había hablado de él o insinuado que alguna vez los presentaría, ello se debía más a lo poco que le agradaba la idea de terminar siendo avergonzado frente a su novio.
— Nunca me había gustado tanto alguien, así que quería esperar hasta que estuviera del todo mentalizado para llevarte donde mi loca familia — concluyó y quizás fuera porque se trataba de él, pero Luhan pensó que nunca nadie le había dicho algo tan lindo.
— Estoy seguro que deben ser geniales personas, después de todo, ellos influyeron para formar a la persona que hoy eres y ya que estamos en esto, la verdad es que me fascina por completo Oh Sehun — Luhan sonrió, la curva en sus labios ensanchándose al ver sonrojado a su novio.
— ¿Seguro que no me piensas botar cuando te des cuenta de que soy igual de raro que mi familia?
La respuesta a aquella pregunta llegó en forma de beso. Un beso lento y cargado de ternura, que el rubio le proporcionó tras rodear la mesa e inclinarse sobre él. Sehun lo sujetó por la cintura, sus manos tirando del cuerpo de Luhan para hacerle sentar en sus piernas, cuando la intensidad de su caricia aumentó, sus bocas necesitando más de la del contrario.
Podrían haberse besado hasta perder el aliento y recuperar el aire sólo para comenzar una nueva sesión de caricias que tarde que temprano obligarían a la mesera a catalogar su cercanía como película para adultos, pero antes de que eso sucediera el rubio se apartó del menor y tirando de su mano, lo hizo ir hasta la barra para pagar su consumo y marcharse de ahí.
— ¿Dónde vamos, hyung? — preguntó el menor, aunque no le interesaba el lugar donde pudiera terminar, en tanto fuese Luhan quien estuviera a su lado al hacerlo.
— También tengo personas que quiero que conozcas.
— ¿No se supone que el del harem era yo? — se mofó Sehun, consiguiendo que Luhan le mirara enfurruñado, un instante antes de enseñarle la lengua.
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Sehun había invitado a su novio a pasar la Navidad en su apartamento, no tanto porque le agradara la idea de que el rubio y su hermano convivieran más allá de lo necesario, sino más bien porque luego de escuchar que Luhan pasaría las fiestas en la universidad, sin posibilidad de reunirse con su familia, el pelinegro se había aferrado a no dejarlo estar solo.
Mucho menos sabiendo que las fiestas decembrinas eran su época favorita del año.
Ya que su familia no acostumbrada a reunirse, para evitar las disputas sobre si Sehun visitaría a alguno sus padres biológicos o si con Jongin intentarían que los disfuncionales matrimonios se reunieran en el mismo sitio para así festejar todos la misma noche, los hermanos preferían pasar Año Nuevo en casa de sus padres e ir donde la otra mitad en sus cumpleaños.
Puestos así, la Navidad para los hermanastros consistía en mantener viva una tradición que consideraban solamente suya, de modo que en los últimos años, se encargaban de organizar una pequeña cena (casi siempre pollo frito) y envestidos con los suéteres más feos en sus armarios, intercambiaban regalos entre ellos y se embriagaban cantando villancicos.
Este año, Jongin había dudado sobre invitar a su novio a pasar Navidad con él, pues lo que menos deseaba era obligar a Sehun a adoptar el modo maceta, hasta que su hermanito le preguntó si acaso podía ofrecerle a su ciervo el pasar esa fecha con ellos. Habiéndole visto tan emocionado por su última relación, Jongin no se negó y sólo así, se atrevió él también a invitar a Kyung Soo.
Como la ocasión lo ameritaba, ambos chicos despertaron temprano aquel 24 de diciembre, dando inicio a las labores de limpieza que no habrían resultado ser tan pesadas si Jongin no fuera tan desordenado y se encargara de convertir su hogar en un campo minado. Una vez terminaron, almorzaron ligero y sin perder tiempo, partieron al supermercado.
Ahí se hicieron con todos los ingredientes que la receta en sus teléfonos indicaba, desde el pollo que harían pasar por pavo, hasta la botella de champagne rosado que casi los dejó sin la otra mitad de la cena, pues no habían contemplado que una sola bebida costara más de lo que cualquier otro vino. Gracias a sus ahorros, ningún ingrediente quedó atrás, lo único que faltaba era que lo cocinaran todo.
— Según esto, debemos girarlo cada 30 minutos, hasta que esté listo — leyó Sehun, mientras su hermano se encargaba de cerrar el horno.
— No parece complicado — se animó Jongin — Terminaré el puré de papa, mientras tú vas a recoger la tarta y cuando regreses, nos turnaremos para arreglarnos sin dejar de vigilar el pollo-... digo, pavo.
El menor asintió con la cabeza y confiando en que su hyung mantendría a salvo su cena, cogió el abrigo y la bufanda, antes de salir del apartamento. Habían intentado comprar una tarta de frutas durante su viaje al supermercado, pero debido a la fecha todos los postres estaban agotados y la única opción que les quedó fue hacerse de una por encargo.
Camino a la repostería, Sehun se detuvo frente al escaparate de una pequeña joyería. Piezas brillantes de todo tipo decoraban el anaquel, pero sólo los collares gemelos con motivo de astas llamaron su atención. «Nadie rechaza más de un obsequio en Navidad» pensó, al recordar que con Jongin, ya tenían preparados dos suéteres feos para sus novios.
Sin pensarlo demasiado, el pelinegro ingresó en el negocio, saliendo al poco con una pequeña cajita entre las manos. No perdió más rato mirando las tiendas que tapizaban la avenida y se apresuró a la repostería, donde agradeció que ya tuvieran listo su postre. Una vez pagó el restante y obtuvo su tarta, emprendió el camino de regreso a casa.
— ¿Por qué tardaste tanto? Ya empezó la transmisión de Home Alone — lo retó Jongin, al verle cruzar la puerta.
Tenía encendido el televisor y parecía bastante entretenido mirando el filme de temporada, por lo que su hermano se sorprendido de que la casa no apestara ya a pollo-... pavo quemado.
— Hay mucha gente allá afuera — comentó, evitando mencionar su breve parada en la joyería.
— Mensos como yo que prefieren las compras de último momento — Jongin dijo y le guiñó un ojo con picardía — ¿Quieres arreglarte primero?
— Ve, si quieres. Ya vigilaste el pavo durante todo este rato.
Se turnaron para ducharse, ambos ocupando el sofá frente al televisor mientras el tiempo de girar el pavo llegaba. Una vez estuvieron listos, cada uno enfundado en sus jeans, polera y haciendo gala de aquellos suéteres feos con motivos de Santa Claus, los hermanos se acercaron donde su cena, sólo para descubrir que quizás, habían estado haciendo algo mal.
— No luce como en la receta y ya lleva ahí dentro un buen rato — apuntó Sehun.
— Quizás si le subimos un poco al fuego, nuestro pequeño horno comparado con el del video no son precisamente lo mismo.
— ¿Estás seguro? Aquí dice que debe estar a 180°.
— Le subiré muy poco y si en los próximos 30 minutos cambia de color, le regresaré a 180, ¿te parece? — propuso Jongin.
El problema de que dos hermanos compartan la misma neurona, es que la ley de Murphy suele aplicar con mucha más rapidez que en condiciones normales. Para estos dos hermanos, aquel lapso tomó tan sólo treinta minutos.
Sus parejas se habían encontrado en la entrada del edificio, ambos reconociéndose y saludándose de forma amigable, ya sin las sospechas de Luhan sobre que aquel con labios en forma de corazón estuviera saliendo con su chico. El par de hermanos les había hablado sobre intercambiar obsequios, así que cada uno cargaba con pequeños paquetes decorados con lindos moños.
No tardaron en subir y en llamar a la puerta del apartamento 302, donde un radiante par de chicos los recibió, cada uno tirando de ellos para saludarles como los novios empalagosos que eran, antes de separarse y volverse hacia la otra pareja para presentarlos como era debido.
— Hyung, te presento a Luhan, mi pequeño ciervo — espetó Sehun, sin apartar el agarre que ejercía alrededor de la cintura del mayor — Ángel, este es Jongin, mi...
— Un placer conocerte, socio. Y bienvenido al harem — interrumpió Jongin, sin poder contenerse.
Su hermano quiso matarlo cuando el bonito rubio a su lado se volvió a mirarlo feo y es que, Luhan no podía creer que Sehun realmente se hubiera atrevido a contarle sobre aquel mal entendido a su hermano mayor. Riendo a carcajadas limpias por las expresiones de ambos chicos, Jongin se apresuró a disculparse y una vez se serenó, le tendió la mano al mayor.
— No mentí al decir que es un placer, la verdad es que tenía mucha curiosidad sobre el chico que en tan poco tiempo le robó el corazón a mi hermano. Y bueno, está de más decir que me alegro mucho por ustedes y que aunque soy muy buena onda, podría cambiar de opinión si te atreves a lastimar a mi dongsaeng — sonrió Jongin.
— Me esforzaré por no hacerlo y lamento la confusión sobre eso del harem — murmuró Luhan, todavía algo sonrojado.
Se acomodaron en la sala, la película había terminado hacía poco, así que Jongin encendió el reproductor e hizo sonar una música ambiental con melodías de temporada. Charlaron de esto y aquello, los cuatro olvidándose de mirar el reloj, aunque Luhan y Kyung Soo ni siquiera supieran que había un pollo (pavo) en el horno. Ya que no podrían festejar hasta que los otros dos tuvieran sus atuendos completos, decidieron comenzar abriendo los regalos.
Fue poco después de que sus novios se enfundaran en los bonitos (por más que se llamaran feos) suéteres que consiguieron para ellos, el de Soo decorado con muñecos de nieve y el de Luhan, como no, con patrones de ciervos que le iban la mar de bien. Justo entonces, el aroma que antes no habían percibido, acompañado de una alarmante capa de humo, comenzó a brotar desde la cocina.
— ¿No habrán dejado la cena ahí adentro, verdad? — los regañó Kyung Soo, levantándose primero para ir donde el rostizado pollo.
— Dudo que vaya a seguir siendo nuestra cena — se lamentó Luhan, siguiendo a los demás.
Tal como lo presagió, el pavo (Jongin insistió en llamarlo pavo, aunque su novio ya hubiera descubierto que se trataba de un pollo) había quedado por completo arruinado, la capa exterior tan dorada que habría que escarbar para conseguir encontrar, aunque fuera, un diminuto pedazo de carne tierna.
— No es muy tarde, podemos llamar al KFC y ordenar algo de pollo frito — propuso Sehun, al caer en la cuenta de que su cena se había arruinado. Jongin negó con la cabeza.
— Hay que ordenar con dos días de anticipación — le recordó.
— Quizás no, mi ex hacía medio tiempo en un KFC y dijo que en Navidad reservan algunas cubetas por si surge algún problema — Luhan animó.
Probaron suerte y para su fortuna, fue justo como el ciervo lo dijo. Tal vez les haya ayudado que la voz sensual de Jongin convenciera a la señorita al otro lado de la línea sobre que nadie cenaría en su hogar si el KFC no se apiadaba de ellos, pero al final el resultado fue el deseado. Y en menos de una hora, la fiesta que podría haber terminado estropeada, se salvó.
En punto de la media noche, Sehun descorchó la botella carísima que hubieran conseguido en el supermercado y luego de compartir un caluroso abrazo con las personas que volvían esa noche mucho más especial de lo que ya era, su Navidad perfecta recibió el mejor obsequio de todos, de la mano de un bonito ciervo que besó sus labios con todo el cariño que siempre hubiera anhelado recibir.
No lo sabía, pero al igual que él, Luhan pensaba en aquella noche como la que rescataba al que había pintado para ser un pésimo año, una velada en que lo único que pasaba por su cabeza era la ausencia de sus padres, el temor a suspender bioquímica y saber que su novio le había cambiado por su compañero de pieza. En esos momentos, sin embargo, las cosas eran diferentes.
Había aprobado con nota media la unidad del Sr. Kim, podía celebrar en compañía de buenos amigos (Baekhyun lo felicitó antes de ir a cenar con su novio a su restaurant favorito) y lo mejor, era que todo aquello lo había conseguido gracias a Sehun. A ese chico que le devolvió las esperanzas sobre el amor y lo hizo perderle el miedo a bioquímica, todo acompañado de miradas tiernas, frases muy cursis y más de un delicioso beso.
— Me gustaría que estos fueran los únicos cuernitos que recibas de mi parte — le dijo Sehun, poco más tarde, cuando ambos se apretujaban en el sofá, aprovechando el instante de intimidad que la otra pareja tenía en la terraza.
Viendo los collares a juego que había comprado para ellos, Luhan pensó que aunque aquella era una frase muy extraña, la adoraba. O quizás fuera mejor decir que adoraba todo cuando se refería a Sehun.
🦌 F I N 🦌
Otra aventura llega a su fin y más que nunca, quisiera dar gracias a todas las personitas que continúan compartiendo e interactuando en este espacio. 🥺 Hoy día son pocos los shippers que continúan leyendo y sobre todo escribiendo, así que valoro mucho a todos los lectores y autores que alimentan a este bonito fandom.
Millones de gracias por su cariño y apoyo a las macetitas que se encuentran aquí y al duende navideño que haya hecho posible que terminara un fic de temporada en punto del 24 💕 ¡Feliz Navidad y próspero Año Nuevo! ✨
🎄 Maceto-san 🎄
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