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💝 «3312, tenemos un 3312» 💝
— La estructura cíclica contiene carbono... — murmuró Luhan, a mitad de su ejercicio de repaso —...nitrógeno, hidrógeno y...
Hacía sólo unos minutos que hubiera leído las notas referentes al tema de la última semana, por lo que enunciar la composición de una base nitrogenada no debería estar siendo un problema. Repitiendo lo que hasta entonces tenía, con la esperanza de recordar el elemento faltante, el chino siguió yendo y viniendo de un lado a otro de la habitación.
Antes se había rendido a posponer el ensayo de Promoción de la salud, creyendo que su falta de inspiración para terminar la redacción se debía a la presión que le provocaba el tener una nueva prueba con el Sr. Kim y no dominar ni los aspectos más básicos del tema sobre el que versarían la mayoría de las preguntas.
Dándose cuenta de que los asuntos académicos nada tenían que ver con que su cerebro fuese incapaz de concentrarse, Luhan se dejó vencer por el abrumador peso de la realidad y no hizo más que suspirar, presa de una horrible jaqueca, cuando su danza por el dormitorio terminó, haciéndole tumbar sobre la cama.
— ¿Qué carajos estoy haciendo? — se preguntó, sin despegar la mirada del techo — Escondido en mi cuarto, fingiendo que no he visto nada, igual que la última vez.
Cerrando los ojos, como si realmente necesitara de la oscuridad para traer a su memoria lo que había visto esa mañana, Luhan volvió a aquel momento en la entrada de la universidad, cuando volvía de almorzar con su mejor amigo y la imagen de un Sehun acompañado por un chico misterioso, se atravesó en su campo de visión.
La cercanía, tan íntima y especial que casi parecía decir se conocían de toda una vida, acompañada de brillantes sonrisas, miradas gentiles y gestos tan cargados de emoción como ese que Sehun tuvo para con el castaño, cuando se volvió y sin dudarlo un segundo, se sacó la bufanda y la acomodó alrededor de su cuello.
Había intentado disimular para que Baekhyun no sospechara que algo pasaba y evitar que los otros dos se dieran cuenta de su presencia, aunque Luhan era consciente de que la verdadera razón por la que le urgía apartar la vista y convencerse a sí mismo de que aquello no era lo que creía, tenía todo que ver con cierto recuerdo no tan lejano al que en su momento no había prestado atención.
Fue unas semanas atrás a su ruptura con Jackson, una tarde en la que se suponía debían reunirse en los jardines para pasar tiempo juntos después de las clases. Luhan salía de una aburrida sesión de Ética y estaba deseoso por encontrar a su novio, cuando a poco de llegar donde él, divisó a lo lejos que el sitio en la banca donde Wang le esperaba ya estaba ocupado.
La sonrisa que decoraba sus labios mientras conversaba con Mark, era con mucho la más brillante que el rubio le hubiera visto alguna vez, lo que quizás se debiera al tema del que charlaban, a lo adorable que lucía Tuan o al hecho de que, teniendo las manos apoyadas sobre la banca, sus dedos meñiques habían encontrado la forma de entrelazarse.
Pensar «Quiere robarme a mi novio» en la soledad de su cama, unas horas después de haber estado con Jackson, haciendo como que no había visto nada, fue algo que le hizo sentir como el peor de los amigos al desconfiar de la lealtad de Mark. Una sensación que no le abandonó, ni siquiera cuando el tiempo le confirmó que el único traicionado ahí, era él.
¿Qué tan tonto tendría que ser Luhan, para que lo que esa mañana presenció significara que la historia con Mark y Jackson se estaba repitiendo?
Antes de que cualquier respuesta, motivada por sus propias inseguridades, pudiera llegar a formarse, la vibración del móvil en su bolsillo le hizo desviar la atención y seguro de que la persona al otro lado de la línea no podría ser otro más que Baekhyun, el rubio cogió la llamada sin molestarse en mirar la pantalla. Grande fue su sorpresa al escuchar la voz de Sehun.
— Dime, por favor, que no haber venido a la biblioteca esta tarde no tiene nada que ver con que sea un terrible tutor y te atemorice estar cerca, un día antes de rendir una nueva prueba — pidió el coreano.
A unas semanas de estar saliendo, Luhan había descubierto que el efecto hipnotizante de su voz suave y tintada de un tono meloso, no sólo era un arma constante en el arsenal de exquisiteces que Sehun poseía sino que, además, se trataba de un recurso al que el pelinegro recurría sin siquiera saber que lo hacía y mucho menos lo que ello provocaba en los demás.
Justo ahora, ser víctima de aquel efecto hipnotizante y casi seductor que el otro producía al hablar, no era lo que el rubio necesitaba y es que tenía demasiado ocupando su cabeza, como para sumergirse también en una batalla personal para obligarse a resistir y evitar derretirse igual que haría un esponjoso malvavisco.
— Qué descarado, Oh. Pedirme que mienta, cuando incluso tú sabes lo que sucede — repuso el chino, obligándose a sonar tan natural como pudiera y no despertar la incertidumbre por su estado anímico en el menor.
— Vaya, eso no me lo esperaba — Sehun dijo, su voz adquiriendo un matiz avergonzado — Te pido una disculpa, hyung. Sé que a veces soy muy pesado y que...
— Tonto, estaba bromeando.
Luhan se apresuró a aclarar la situación, teniendo en la mente una animación adorable, pero lastimosa de un cachorrito de pelaje negro esponjoso, con sus ojitos brillantes debido al arrepentimiento y el hocico oculto entre las patas, a modo de lamento.
— Olvidé la portátil y tengo un ensayo de diez mil palabras que no va ni a la mitad, así que volví al dormitorio — continuó — Aunque no niego que me vendría bien un tutor. Mi cerebro no da para más y tampoco estoy teniendo éxito estudiando para la prueba de mañana.
— ¿No me estarás seduciendo para que vaya a verte a tu cuarto y te dé ánimos para escribir un ensayo y estudiar para el examen, cierto? — bromeó Sehun, recuperando el ánimo. Luhan rio.
— Depende si funciona o no.
— Hm... — meditó el coreano — ¿Negarme a ayudarte y aprovechar que estás vulnerable para distraerte barra inspirarte, quizás con algunos cuántos besos de por medio? Joder, hyung. Creo que es obvio que funciona.
Prometiendo que estaría en su pieza antes de que transcurrieran quince minutos, Sehun cortó la llamada sin saber que al otro lado, Luhan permanecía tumbado en su cama, observando el techo, mientras un montón de ideas rondaban su cabeza. ¿Debería enfrentar al otro esa misma tarde? ¿Quizás insinuar que había visto algo que podía prestarse a una mala interpretación? O...
— No puedo dejar que una mala experiencia me haga pensar que siempre será igual — razonó, en voz alta, como si darle vida a aquel pensamiento pudiera contribuir a lo mucho que deseaba convencerse a sí mismo — Además, se siente diferente de la última vez. Y eso... quizás significa que Sehun no me lastimaría.
Con esa idea en mente, la esperanza de no ser demasiado tonto al elegir a los chicos con los que salía naciendo en su pecho, Luhan se negó a que el episodio de la mañana ensombreciera su romance y una vez logró sobreponerse al estado en que había terminado anteriormente, se levantó de la cama y echó un vistazo a la habitación. Entonces, lo recordó.
Hacía días que ninguno de los que ahí vivían, se molestaba en ordenar la pieza.
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Ignorar la piedrita en el zapato es de todo, menos sencillo, con cada paso que se da al caminar y es que no importando cuánto se intente, la molestia persiste y persiste, hasta que resulta imposible fingir que nada sucede. Unos días más tarde a su improvisada cita en el poco ordenado dormitorio de Luhan, la roca que incomodaba su pie comenzaba a cavar un profundo agujero en su piel.
Ya no se trataba sólo de lo que el rubio había visto en la entrada del campus, pues en el tiempo que le siguió a aquella escena, Sehun y sus misterios disfrazados de casualidades, se encargaron de avivar las inseguridades y potenciar las sospechas que su novio había empezado a cultivar al verlo ceder su bufanda a un chico que, según parecía, no existía.
Como era obvio, Luhan no había llegado a preguntar directamente por la identidad del otro, aunque sí que intentó descubrirlo al cuestionar a su novio sobre sus amistades, tanto dentro como fuera del campus. Resultaba, sin embargo, que siendo la encarnación del estereotipo de un estudiante de medicina, Sehun era reservado, algo frío y le costaba relacionarse con otros.
No parecía que ninguno de los que estudiaban con él encajara en la imagen del posible amante, pues a juzgar por cómo Sehun se expresaba, muchos coincidían en eso de estar tan avocados a su carrera que poco tiempo les quedaba para hacer amigos, salir a divertirse como otros jóvenes de su edad o pensar en montarle los cuernos a los chicos con quienes salían.
Pero incluso si todo apuntaba en favor del menor, insinuando que era prácticamente imposible que Luhan estuviera siendo utilizado, había ciertas cosas en todo el asunto que, por más que lo intentara, no terminaban por encajar y le llevaban a dudar.
Si el círculo social de su novio era tan reducido e indiferente, ¿entonces cómo explicaba la cercanía que compartía con aquel castaño? Y, si no tenía nada que ocultar, ¿por qué en ningún momento había dicho su nombre o hecho mención a que fuera parte de su vida?
No era todo y es que, en los días que la piedrita en su zapato no hizo más que convertirse en una montaña, Luhan comenzó a preguntarse por qué Sehun guardaba tantos misterios sobre su vida en general. Aquella reticencia a llevarle a su departamento o lo cerrado que era respecto a hablar de su familia.
— Venga, ya — espetó Mark, con visible preocupación, levantándose de la comodidad de su mullida cama al otro lado del cuarto — O me dices ahora por qué estás poniendo esa cara de loco, o te arrojo al pasillo y echo pestillo a la puerta.
— Si tanto te asusto, ¿por qué no te vas tú? — devolvió el rubio, arqueando una ceja. Tuan sonrió.
— Hace frío y el campus es un lío desde que empezaron a decorar por Navidad. No tengo a donde ir y tengo que estudiar para mi examen.
— ¿Así que piensas lanzarme a la calle y esperar que uno de los adornos me aplaste para así dar por terminada mi locura? — se mofó Luhan.
— Realmente, sólo esperaba que el frío te congelara el culo y cualquier idea homicida-suicida que pudieras estar teniendo.
Divertidos, aunque aquella fuese una de las conversaciones más extrañas que hubieran tenido en todo el tiempo que llevaban compartiendo dormitorio, ambos chicos se encontraron pronto riendo a causa de sus tonterías, Luhan pensando en que hacía rato que no lo pasaba tan bien en compañía de Mark. Un efecto colateral de que el otro saliera con su ex, suponía.
— ¿Qué pasa contigo, eh? — volvió Mark, al cesar la diversión — Te noto angustiado. No sé cuánto pueda hacer para ayudarte, pero incluso si lo que necesitas es alguien con quien desahogarte, bueno, yo estoy aquí.
Frente a él, la sombra de la duda oscureció el rostro de Luhan y es que, una vez más, la pregunta sobre si estaba listo para hablar de su relación con el chico que se había enamorado de su novio, lo carcomía. Intuyendo el rumbo de sus pensamientos, Mark bajó la mirada y un rubor de mera vergüenza surcó sus afiladas mejillas.
— Sé que no merezco tu confianza, después de todo, fui yo quién te traicionó. No espero que me perdones tan fácil, pero si existe la oportunidad de remediar mi error y que nuestra amistad vuelva a ser como antes...
— No creo que pueda ser igual — Luhan dijo — Pero definitivamente no quiero perder a un amigo como tú. En todo caso, creo que lo que más trabajo me cuesta es hablar de lo que pasa porque tengo la idea de que si lo comparto... se volverá real y no quiero que lo sea.
Mark no necesitó más. Sabía, aunque no conociera a la otra persona, que Luhan había decidido darse una nueva oportunidad para salir con alguien. Le había pillado algunas veces cuando se arreglaba para sus citas, sin mencionar que habría sido imposible ignorar el halo brillante que le rodeaba al volver de la biblioteca y lo hinchados que tenía los labios luego de varias horas fuera.
Suponiendo que el problema fuese ese misterioso chico, Mark meditó un poco sobre lo que podía decir a su amigo para ayudarle a hacer frente a la crisis y al final, lo único que llegó a pensar y externar, fue:
— No puede haber condena sin evidencias, y para que éstas existan debe haber hechos concretos. Hasta que nada se compruebe, el acusado es inocente.
— ¿Cómo es que olvidó que estudias para abogado? — sonrió Luhan, al escucharlo — Bueno, no importa, gracias. Acabas de darme una excelente idea.
Y antes de que Mark pudiera preguntar cuál era, exactamente, aquella idea que se le hubiera ido a ocurrir, Luhan se puso de pie y una vez cogió su abrigo y el gorro de lana, salió corriendo de la habitación con un rumbo del todo desconocido para su amigo. «Por lo que más quieras Buda, que no vaya a hacer una locura» pensó.
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Las puertas del auditorio, abiertas a todo aquel interesado en escuchar la conferencia del Dr. Ahn Chil Hyun, médico neurólogo reconocido a nivel mundial por sus aportaciones a la comunidad, no parecían haber atraído a nadie que no estuviera encaminado a ser parte del gremio, con algunas excepciones como los estudiantes ausentes del área de Nutrición.
Buscando un sitio vacío en las filas superiores, Luhan se esforzó por pasar inadvertido, sus ojos recorriendo el lugar con desesperación, pues lo que menos quería era ser pillado por la persona a la que había ido a ver. ¿Hablaba muy mal de él que en lugar del interés académico-profesional, fuera algo tan bizarro como el espionaje, lo que le hubiera llevado ahí?
Escuchando a medias lo que el ponente decía, el rubio se hundió lo más que pudo al dejarse caer sobre un asiento, todavía sin distinguir a Sehun entre los asistentes. Al frente, dos chicos que debían haber encontrado más entretenido besuquearse que prestar atención a la conferencia, le miraron extrañados al percibir su cabecita revoloteando tras ellos, usándolos como escudo.
— ¿Se te ofrece algo? — preguntó el rubio de mofletes adorables, al que Luhan reconocía aunque jamás hubiera hablado con él, sólo porque se trataba de un compatriota chino llamado Yibo.
— Ahora que lo mencionas, sí — repuso — Ya sé que en realidad no quieres ayudarme, pero si acaso conoces a Oh Sehun y me dices lo que quiero, bueno, más pronto me iré y los dejaré seguir en lo suyo.
— ¿Sehun? — intervino Wen Han, el castaño que le acompañaba. Otro chino — ¿Te refieres al tipo de allá? Segunda fila, casi al extremo del salón — señaló.
Luhan no pudo evitarlo y ni bien advertir que, de hecho, se trataba de su novio, se echó de rodillas en el pasillo de aquella fila, su cabeza rubia apenas asomando en medio de las cabecitas de los chicos en la hilera de abajo.
— Ya veo que sí — se mofó el castaño — Va a clases con nosotros, pero no es que seamos amigos o algo parecido. Es un tipo muy serio y pocas veces parece querer compañía cuando está metido en sus libros.
— A menos que seas Kyung Soo — continuó Yibo — ¿Lo ves? El bajito de pelo cobrizo que está sentado a la derecha. Debe ser el único amigo de Sehun y es tanto o más reservado que él.
Mirando donde su novio, Luhan distinguió a un jovencito poco más bajo que él mismo y aunque el color de su cabello podría haberle hecho pensar que se trataba del mismo chico con quien había visto a Sehun hacía una semana, justo entonces el muchacho decidió girarse y murmurar algo al oído de su compañero. Debía tratarse del tema de la conferencia, porque el rubio le vio señalar a las diapositivas que proyectaban en ese momento.
Un segundo más tarde, Luhan presenció algo que le revolvió el estómago. Susurrando una respuesta a lo que antes le habían dicho, Sehun se inclinó hacia Kyung Soo y pasando un brazo por encima de sus hombros, se acomodó ahí para continuar murmurando cosas que, fuesen de la carrera o no, bien podrían haber sido dichas a una distancia que no provocara malestar a su novio.
¿Podría ser que Sehun le estuviera engañando no sólo con uno, sino con dos tipos?
💝 Continuará... 💝
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