💝 2 💝

💝 «Cayendo de cabeza» 💝

El murmullo de su voz amenizando el silencio que reinaba a su alrededor, comenzaba a adormilarlo cuando el chirrido de una silla raspando el piso le hizo reaccionar y Luhan espabiló, concentrándose en mordisquear el bolígrafo que aún sujetaba entre los dedos, al tiempo que retomaba la lectura de las notas que decoraban la página de su libreta.

Quien le viera, cabeceando al poco de haber comenzado a repasar la lección de la única unidad que le daba problemas, bien podría decir que era debido a su falta de compromiso e interés que el rubio corría el riesgo de suspender la asignatura, cuando sus exámenes no alcanzaran a cubrir la nota mínima, aunque fuera sólo para hacerle conservar la dignidad.

La realidad no podría estar más alejada y es que si Luhan no se preocupara por mejorar su desempeño y obtener calificaciones que le permitieran aprobar, hacía rato que el ciervo habría reunido sus cosas y vuelto a su dormitorio, olvidándose de estudiar aquella unidad, cuando tenía más que suficiente con haber sobrevivido a las clases del día y terminado todos los deberes.

—...biopolímeros denominados aminoácidos, unidos por enlaces peptídicos — siguió leyendo, su voz apagándose según los párpados se le cerraban y el texto desaparecía frente a sus ojos.

A su alrededor, el único chico que continuaba estudiando en la misma sección en que él se había acomodado, cerró sus libros y recogió la portátil, no deteniéndose a despertar al tierno rubio que hacía un rato hubiera caído dormido sobre sus apuntes. Parecía justo ignorarlo, después de todo, Luhan y sus dulces murmullos habían estado a punto de acunarlo a él también.

Sumido en la fantasía que desde hacía una semana dominaba sus sueños y pensamientos, el chino ni siquiera fue consciente del llamado que la Sra. Kwon hacía, para avisar a quiénes permanecieran en el sitio que la biblioteca estaba a poco de cerrar. ¿Cuánto se tardarían los guardias en descubrir al joven que roncaba en un rincón apartado de la sección de ciencias?

Por suerte para Luhan, la respuesta a su pregunta tardaría en ser descubierta.

— Hyung, despierta — murmuró Sehun, inclinado sobre su cuerpo.

Despedía un increíble aroma a madera y cítricos, que cuánto más impregnaba el entorno, más adictivo se volvía. Luhan se preguntó qué tan delicioso sería percibir aquella fragancia porque ésta se mantuviera impresa en su ropa o mejor aún, en su piel, aunque para descubrirlo tendría que pasar un largo rato abrazado al cuerpo del hombre a sus espaldas.

— Estás babeando sobre una proteína — rio el pelinegro, lo suficientemente cerca como para advertir el momento en que sus ojos se abrieron de par en par, la expresión en su bonito rostro delatando la vergüenza que se acentuaba en el rosa de sus mejillas.

— ¿Si sabes que eres el hombre menos romántico que he conocido, verdad? — acribilló Luhan, enderezándose en su sitio, al tiempo que limpiaba su barbilla con la manga de su camisa.

— Me acabo de enterar y en mi defensa, intentaba salvar tu tarea.

Ocultando la pequeña mancha de saliva que ensuciaba el diagrama de la estructura primaria de una proteína, Luhan cerró el cuaderno con el que había estado estudiando y se ocupó en reunir los libros que antes había tomado de los estantes a su alrededor. Debía devolverlos antes de regresar a su habitación y qué mejor que hacerlo cuando se dedicaba a ignorar al chico a su lado.

— Tenme un poco de piedad, hyung. Siento ganas de besarte cada vez que haces morritos — la voz de un Sehun que había ido a seguirlo hasta la sección de química, le hizo respingar, sobre todo cuando sus largas manos terminaron deslizándose a la altura de su cintura.

Atrapado entre el cuerpo del chico con el que no hacía más que fantasear desde que lo conoció y la saturada estantería que chirriaba debido a lo vieja que era, Luhan se preguntó cuántas probabilidades tendría de salir bien librado de esa situación. Y claro que se refería a no derrumbar el librero y conseguir que la bibliotecaria le odiara por destruir su santuario, cuando saliera huyendo o se rindiera ante Sehun.

— No intentes culparme — espetó, haciendo un esfuerzo por controlar el temblor en su voz — Haría menos pucheros si dejaras de molestarme.

— Es difícil no hacerlo, luces precioso cuando te sonrojas, aunque no sé si lo prefiero a cuando estás dormido. Hace un momento, me tenté a despertarte con un beso.

¿Sabría que aquel elaborado plan para volverle loco de deseo al pronunciar tanto la palabra con B hacía rato que hubiera dado resultado? Luhan apostaba que sí.

— Entonces debiste hacerlo — murmuró, ya sin los nervios que le hacían titubear, mientras una suave sonrisa se abría paso en sus labios — Dame un beso, Sehun.

La risita arrogante que el otro dejó escapar al escucharle, podría haberle molestado de no ser por lo que sucedió a continuación y es que, siendo el mismo chico juguetón, pero sumamente caballeroso que había sido desde que se conocieron, Sehun se inclinó lo suficiente como para alcanzar con los labios el centro de su mejilla, donde plantó el beso más tierno que nadie le hubiera dado jamás.

— Iré a por todo ni bien apruebes el examen que Kim te aplique al final de esta semana. Hasta entonces, ambos tendremos que conformarnos con sólo esto, hyung.

— ¿Qué es todo

— Lo sabrás si pasas la prueba.

💝

El viernes, durante la última clase, Luhan recibió los resultados de la prueba que había rendido la tarde anterior y sabiendo de antemano dónde estaría su tutor en aquellos momentos, no tardó ni medio minuto en salir corriendo del aula, tras escuchar la campana. Tal como esperaba, Sehun ocupaba una mesa en la biblioteca, rodeado por pilas de libros y con un colorido cuaderno frente a sí.

Cualquiera que le viera, con aquella pinta de adolescente atrevido e irresponsable, no creería jamás que el pelinegro fuera uno de esos muchachos dados al estudio, inscrito a una de las carreras más exigentes y demandas en todo el mundo, y con un gusto poco disimulado por las técnicas de estudio que incluían un montón de resaltadores y notitas adheribles decorando sus apuntes.

Habiendo instalado un sistema de colores y formas para distinguir cada cosa, Sehun le había enseñado a principios de sus lecciones que para comprender, memorizar y simplificar temas complejos, no existía nada mejor que volverse aliado de sus propias notas, pues a diferencia de los libros, cada persona adecuaba sus libretas para hacerlas coincidir con la forma en que más fácil aprendían.

— Conozco esa sonrisa, tiene grabada la palabra victoria en todo lo largo de tus labios — espetó el coreano, apenas notar a Luhan tomando asiento a su lado — ¿Aprobaste el examen, no? 

— Fallé un poco en algunas cosas, pero obtuve una B — repuso, sonriendo — Kim dijo que estaba sorprendido, creo que él también creyó que suspendería.

A su lado, Sehun negó con la cabeza, como si quisiera dar a entender que era improbable que llegase a reprobar la unidad. Haciendo a un lado los libros que hasta entonces le habían entretenido, el pelinegro se espatarró cuán largo era en la silla y adoptando su ya conocida postura de chulo, dijo:

— Bien hecho, hyung. Como era de esperarse, resultaste ser un genio.

— No tengo la cabeza repleta de algas, cierto, pero tampoco habría logrado esto sin ti — Luhan admitió — Me ayudaste a ordenar mis apuntes, también me explicaste lo que no entendía y cada día molestabas para que no me olvidara de repasar.

— Prometí que te ayudaría — recordó el menor — Aunque ya sabes que tampoco lo hice sin esperar nada a cambio y, si no te importa, la verdad es que soy bastante impaciente.

Temiendo por lo que sucedería, una parte de él dudando sobre lo que Sehun entendería por ir a por todo como había dicho unos días atrás, Luhan permaneció callado, sólo aguardando a que el otro decidiera continuar. ¿Habría sido tan tonto como para dejarse embaucar y el precio de su ingenuidad sería ver rotas todas las ilusiones que se hubiera hecho hasta el momento?

— Ya sabes lo mucho que deseo besarte, pero sólo cobraré esa caricia si accedes a salir conmigo. Entonces, hyung, ¿me concederías una cita? 

La mota de timidez que acompañaba el sonrojo en las mejillas de Sehun mientras le invitaba a salir, no hizo más que derrumbar cualquier barrera que el mayor hubiera erigir durante aquel breve instante de titubeo. Quizás fuera algo tonto confiar así en un chico al que apenas estaba conociendo o tal vez fuera que Luhan se había vuelto loco después de un año repleto de tropiezos. En cualquier caso, no existía otra respuesta para la pregunta que el menor acababa de hacer.

— Mañana, a las siete y será mejor que no llegues tarde — le dijo y sonrió como quién más, en el instante en que Sehun asintió y se inclinó para rozar sus labios por primera vez.

Fue un beso increíble, bañado por el deseo que el pelinegro nunca había ocultado sentir, pero recubierto de tal dulzura y sinceridad que Luhan podía asegurar, no buscaba sólo obtener su cuerpo para saciar sus instintos. Sehun acunó su rostro entre sus manos cuando una nueva caricia se abrió paso entre los dos y había comenzado una danza protagonizada por sus curiosas lenguas, cuando la bibliotecaria apareció.

— A estar de hormonales en los jardines, que la biblioteca no es lugar para su calentura — les retó. Sehun se apartó primero, ocultando el rostro avergonzado de Luhan contra su pecho.

— ¿No creerá que un chico como el mío merece un simple parque, cierto? Usted tranquila, Sra. Kwon, la sección de ciencias tampoco es el sitio adecuado para que un ángel sea adorado.

Si fue lo desvergonzado de sus palabras o la devoción con que se refería al muchacho entre sus brazos, ninguno de los chicos lo supo, aunque al final sólo les quedaba agradecer porque la mujer no les levantara una amonestación escrita que afectara sus visitas a la biblioteca. Recogiendo sus cosas en el más cómodo de los silencios, ambos dejaron el sitio sin mirar de nuevo donde la Sra. Kwon, quien los vigiló desde lejos hasta el momento en que desaparecieron.

Fuera, la tarde había caído sobre la ciudad, un cálido tono ocre tintando los jardines repletos de troncos pelones y hojas secas que minaban el suelo. La brisa fresca que soplaba parecía anunciar que a cada día que pasaba, el invierno se hallaba mucho más cerca, su esencia helada advirtiendo sobre las crudas nevadas que no tardarían en llegar.

Sehun aprovechó la ocasión para invitarlo a tomar algo en uno de los cafés que rodeaban el campus, avisándolo de entrada sobre que esa no sería (ni de lejos) la prometida cita que hacía sólo unos momentos hubiera conseguido. Encantado con la idea de pasar tiempo junto al pelinegro, Luhan accedió a seguirlo, su mano buscando entrelazar los dedos con los largos dígitos del chico a su lado.

Arriba, en una de las ventanas que daba al frente del edificio, cierta dama amante de los libros sonreía porque aunque esos dos hubieran estado a punto de mancillar su preciado santuario, no podía evitar añorar esa época en la que ella también había sucumbido al poder del amor. Un amor juvenil, desenfrenado y despreocupado, justo como el que nacía entre Luhan y Sehun.

💝

«Ya entendí Buda, el rencor no es bueno» se lamentó Luhan, plantado junto a la parada de autobuses más cercana al campus. Había sido idea suya encontrarse con Sehun fuera de la residencia, luego de escuchar que Mark pasaría la noche en su pieza, la inseguridad provocada por su última experiencia jugándole en contra al decidir si quería que su amigo conociera a su cita.

No demasiado convencido, el pelinegro reiteró su disposición a recogerlo en el campus y es que cuando Luhan propuso ser él quien lo alcanzara en su habitación, fue Sehun quien declinó, pues el apartamento que ocupaba se hallaba a media hora de la universidad y, según mencionó, casi siempre estaba tan desordenado que no era ahí donde deseaba tener su primera cita.

Sin otra opción más que encontrar un punto medio que conviniera a ambos, la pareja había acordado encontrarse en la estación, aunque en opinión del rubio su citaba llevaba un par de minutos de retraso, que no habrían importado si sólo Luhan hubiera tomado algo más calentito que un sencillo suéter de punto cuando asomó la cabeza al fondo de su armario.

Antes de que pudiera decidirse a volver a la residencia y coger uno de sus abrigos, una motocicleta de coraza oscura brillante se detuvo frente a él y apenas sacarse el casco que ocultaba su rostro, el rubio fue a reconocer que quien conducía no era otro más que el chico por quien llevaba un corto rato aguardando.

— Lamento la demora, olvidé llenar el tanque y tuve que detenerme en la gasera — espetó Sehun, tan cómodo como podía estar medio apoyado sobre el depósito de gasolina.

— No importa — repuso el rubio, encogiéndose de hombros — Linda moto, por cierto. ¿El amor de tu vida o una amante casual? 

— Conocida prestada, en realidad, pero vaya si es bonita — sonrió, ajeno a la confusión que acababa de provocar con su respuesta.

No hubo tiempo para explicaciones y es que, extendiéndole un casco que antes no había notado, el menor le ayudó a trepar en la moto, disfrutando del hecho de que para sujetarse Luhan tuviera que acercarse y abrazarse a su cintura. La chaqueta que llevaba no ayudaba a evitarle resbalar, así que Sehun optó por dejársela, lo que le vino estupendo pues le protegía del frío.

Sin saber a dónde se dirigían, hasta que el parque Namsan le resultó familiar, el rubio pasó una buena parte del viaje agradeciendo que Sehun no se quejara por la fuerza con que sus brazos le rodeaban siempre que la moto se sacudía. Entonces aparcaron en la estación del teleférico, haciendo pensar a Luhan que aquella no sería una cita, sino más bien una tortura.

— Ay no, sé lo que quiere decir esa mirada — observó el menor, con horror, sólo después de asegurar la moto en el parqueo — Elegí mal nuestro destino, ¿cierto? 

— T-Tonterías, ¿por qué crees eso? — Luhan le consoló, o al menos lo intentó.

— Estás mirando la montaña mientras me hablas y no luces como esas chicas de los dramas, de hecho, pareciera que te he traído a protagonizar tu propia película de terror. ¿Le tienes miedo a las alturas, hyung? 

— N-No, bueno, s-sí que les temo, pero está bien. He escuchado que la Torre N es una parada obligada si estás de cita y...

— Cualquier lugar puede ser perfecto para una cita, lo que importa es la persona con quién la compartas. Además, se supone que esta noche sea especial y no lo será si no eres capaz de disfrutarla. Vayamos a otro lugar, ¿sí? 

Tan dulce y sincero como lo era el gesto de querer evitar que padeciera un ataque debido a su acrofobia, así también debía haber sido la intención de Sehun al planear que su primera cita fuese en un lugar conocido por ser el escenario perfecto para un momento romántico. ¿Y se arruinaría sólo porque Luhan no era capaz de controlar su miedo y superar su trauma?

— Por favor, quedémonos aquí — pidió, entonces — Jamás, desde que llegué a Corea, he podido visitar este lugar y la verdad es que es uno de los sitios a los que más quería ir cuando elegir venir a este país.

Dedicándole una mirada interrogante, como si dudara de que aquella confesión pudiera ser una mentira para convencerlo de permanecer en la montaña, Sehun tardó apenas unos segundos en conceder su petición, aunque antes de dar el brazo a torcer hubo de confirmar que Luhan estuviera seguro de que eso era lo que quería.

— No tenemos que subir si no estás convencido, así que incluso si alguien se enfada porque obstruimos el paso, no entraremos al teleférico a menos que estés seguro de soportarlo, ¿entendido? 

— Más claro, imposible. P-Pero... si llego hasta allá y decido entrar a la cabina, ¿me prometes que no me soltarás hasta que estemos arriba? — murmuró el rubio, componiendo un puchero. Sehun sonrió.

— Hyung, eso no tienes que dudarlo. Mientras tú me necesites, te juro por Buda que jamás me alejaré.

Y por alguna razón, Luhan confiaba en que hablaba en serio.

💝 Continuará... 💝

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top