Capítulo 2

Los dos jóvenes lobos, ahora de 17 y 15 años entraron a la cabaña principal, donde el alfa líder ya estaba reunido con el resto de sus hombres, revisando un mapa del lugar en el que podían verse varias cruces rojas remarcando distintos lugares alrededor del claro, principalmente del lado sur.

Con curiosidad, ambos se acercaron también a la mesa, en cualquier otra circunstancia Hongbin ni siquiera se hubiera animado a acercarse a un grupo de alfas adultos y amenazantes, pero siendo así acompañado por Hakyeon no tenía mayor temor.

—Es la tercera vez en lo que va de la semana, y la quinta del mes, ellos están tramando algo, líder Cha.

—¿Qué ocurre? —preguntó Hongbin a su amigo en un susurro bajo, para no interrumpir a los alfas.

—Han detectado a otros lobos cerca del territorio, merodeando —le susurró en respuesta.

—De acuerdo, quiero que refuercen la vigilancia en toda esta zona. Koo, ¿has logrado captar su aroma? ¿Sabes de dónde o quiénes son? —preguntó el líder a su beta principal.

—No, pero no son de aquí, ni huelen a ninguna manada que haya olido antes. Y cada vez que intento acercarme a ellos, huyen. Intenté seguirlos una ocasión, pero casi caigo en una emboscada.

El alfa líder soltó una maldición baja, mirando con atención el mapa hizo un gesto vago con su mano derecha. Nada pareció cambiar demasiado, pero de pronto la madre de Hakyeon apareció detrás de los dos adolescentes.

—Hey, chicos, ¿podrían acompañarme un momento a la cocina? —Pidió ella con amabilidad, poniendo una mano en el hombro de cada uno.

Hakyeon sabía bien lo que aquello significaba, y sabía también que no era buena idea discutir con su madre, así que simplemente la siguieron sin decir nada. La mujer, una guapa omega de piel trigueña podía parecer muy dulce y cuidadosa, pero Hakyeon sabía bien lo que ocurría si la desobedecías, no por nada era la pareja destinada del alfa líder de una gran manada.

—Binnie, cariño, ¿cómo han estado? —preguntó ella mientras ambos se sentaban en la barra.

—Hemos estado bien, señora Cha, igual que siempre.

—Oh ya veo. Espera, te daré algo de guisado de alce para que lo lleves a casa ¿de acuerdo?

—Gracias, —Hongbin también conocía bien a la mamá de su amigo, sabía que era inútil negarse. Además, de entre el resto de miembros de la manada al menos la familia Cha jamás lo había tratado despectivamente, jamás le deban comida o suministros como si le hicieran un favor.

—Ni siquiera las des, me alegra que al menos alguien disfrute mi comida, estos dos neandertales solo la devoran sin más.

Dejó frente a ellos dos platos con el guisado calentado, además de dos grandes contenedores para que Hongbin los pudiera llevar.

—Bueno, ahora denme unos minutos ¿sí? Ya vuelvo, no se muevan de aquí.

Y sin dar la opción de decir más, salió de la cocina, lo más probable era que para volver con el resto. Durante todo aquel momento Hakyeon se había mantenido serio y callado, aunque su amigo entendía así que solo lo dejó estar hasta que por fin levantó la vista.

—¿Qué ocurre?

—Mi padre teme un ataque para ocupar nuestro territorio —le confesó en un susurro.

Hakyeon había aprendido hace tiempo a utilizar los sentidos potenciados de su lobo aún en su forma humana, aunque requería una buena concentración.

—¿En serio? ¿Pero quién se atrevería a hacer algo así? Tengo entendido que nuestra manada es especialmente grande y estamos bien afianzados.

—Eso es lo que le preocupa a papá, para que alguna manada se atreva a hacer algo así contra nosotros, debe ser porque tiene algo más planeado.

Hakyeon parecía tenso, comenzó a dar cucharadas a su guisado sin prestarle mucha atención.

—Tranquilo N, todo estará bien, la manada es fuerte, aún si lo intentan podremos defendernos.

Hakyeon volteó por fin hacia él, con una sonrisa algo divertida en el rostro.

—Hacía años que no me llamabas N.

Hongbin se coloró un poco: se habían conocido cuando él aún tenía solo cuatro años y no podía pronunciar correctamente su nombre, ni siquiera el diminutivo de "Yeon", dejándolo solo en "en". Con el tiempo dejó ese sobrenombre más como una forma cariñosa, así como él solía llamarlo Binnie, aunque conforme más de su naturaleza alfa se fue pronunciando, algo en llamarlo N sonaba extraño.

—Está bien, me agrada que lo hagas, gracias.

En un silencio cómodo ambos terminaron sus alimentos. Mientras, el resto de alfas salieron a comenzar sus rondas, incluido su padre. Hakyeon soltó un suspiro algo pesado, cansado de ser tratado como un cachorro a pesar de tener ya el cuerpo y la musculatura de un adulto, más aún en su forma de lobo.

—Bueno, creo que es hora de que yo también me vaya —indicó el castaño, comenzando a acomodar los cuencos para poder cargarlos.

—¿No quieres que te ayude a llevarlos? —propuso Hakyeon.

Hongbin se tensó un poco antes de negar con la cabeza, no podía saber en qué condiciones encontraría a su padre, y aunque Hakyeon era su mejor amigo, o más bien el único, tampoco quería que lo viera si es que él estaba en alguno de sus momentos malos.

—Está bien, puedo con esto.

—De acuerdo amigo, ten cuidado. Nos veremos luego.

Mientras Hongbin salía casi malabareando los dos contenedores, Hakyeon se levantó para recoger la mesa y lavar los trastes que habían ocupado, lo último que quería era que su mamá lo regañara por dejar un desorden.

Una vez que todo quedó en orden, pensó en salir a correr un poco, o a bañarse al río, pero supuso que su padre tomaría cualquiera de aquellas acciones como un intento de inmiscuirse... cosa que en realidad así era, por lo que terminó por desechar ambas opciones.

Estaba a punto de ir a su habitación para tomar una simple siesta, cuando el aviso mental llegó en un potente grito: "¡Peligro! Estamos siendo invadidos ¡Que todos los alfas y betas en posición de luchar acudan al lado norte del claro! Omegas y niños, enciérrense en sus cabañas hasta nuevo aviso"

Todo el cuerpo de Hakyeon se tensó con temor, ¿De lado norte? ¿No se suponía que se habían ido a investigar del lado sur? De pronto las palabras del amigo de su padre regresaron a su mente "Casi caigo en una emboscada..." Aquellos malditos les habían tendido una trampa.

Estaba a punto de seguir la orden e ir a la batalla, cuando su madre se asomó desde su cuarto.

—¡Hakyeon! ¿Dónde está Binnie, todavía está aquí?

—¡Mierda! No, volvió a casa, voy por él.

—Ten cuidado, y tráelos a ambos, estarán más seguros aquí.

En cualquier otro momento, su madre lo hubiera reñido por decir malas palabras. Eso le daba una clara idea de lo peligroso de la situación. Aún mientras avanzaba Hakyeon ya se iba deshaciendo de sus ropas, dejándolas tiradas por donde fuera, no bien salió de la cabaña tomó su forma de lobo y se lanzó en dirección a la casa de su amigo, la cual para su desgracia era la que estaba más al norte.

A medio camino, se encontró con los dos contenedores en el suelo, el guisado derramado sin el menor cuidado.

"¡Maldición, Hongbin! ¿Dónde estás?" Se preguntó, avanzando con mayor velocidad en busca de su amigo. Hacía muchos años, cuando lo conoció, se había prometido no dejar que nada malo le pasara, no dejar que alguien más lo dañara, y estaba más decidido que nunca a cumplir su promesa.


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