Capítulo 1
El pequeño conejo corría con todas sus fuerzas por entre el enramado del bosque, la figura de pelaje café lo seguía demasiado cerca. Por más que el conejo zigzagueaba y saltaba no lograba perder al lobo, quien luego de un último esfuerzo logró atraparlo.
En cuanto lo tuvo, el lobo mordió con fuerza en su cuello para acabar con él; debía comer, y para hacerlo debía cazar, era una simple ley de la naturaleza, pero eso no significaba que debiera hacer sufrir al pobre animalillo.
Una vez muerto, el lobo lo dejó a un lado, tomando algunos minutos para poder recuperar el aliento, y limpiar su hocico de la sangre. Sin embargo, antes de terminar escuchó algunos sonidos cercanos que no correspondían a la tranquilidad de ese lado del bosque. Pronto su naturaleza le indicó que había otros lobos cerca.
En efecto, a los pocos segundos aparecieron tres grandes lobos de distintas tonalidades oscuras. El lobo castaño pudo reconocerlos de inmediato de entre los miembros de su manada, pero eso no significaba algo tan bueno como se podría suponer:
Se trataba de un alfa y sus dos compinches betas, varios años más grandes que él. De inmediato el lobo castaño se colocó entre ellos y su presa, y soltó un gruñido de advertencia que solo ocasionó que los otros lobos sonrieran.
El lobo alfa, más corpulento que los otros, se adelantó unos pasos para tomar su forma humana.
—Vamos Hongbin, sé un buen omega y entrégame esa ofrenda. Si lo haces, tal vez sea bueno contigo —Se relamió los labios con un gesto obsceno, al estar desnudo sus intenciones quedaban más que claras.
El pequeño lobo castaño se mantuvo firme, gruñendo ante los otros, aunque su naturaleza omega le instaba a obedecer y someterse a un alfa, se contuvo.
—Bueno, tengo testigos de que te ofrecí una buena salida, nos divertiremos contigo y con tu pequeña presa.
Hongbin no pudo evitar soltar algunos quejidos caninos ante aquello, aún así se mantuvo firme, gruñendo y ladrando a los otros. Cuando uno de los betas se acercó él incluso le soltó una dentellada sin llegar a alcanzarlo.
No tenía posibilidades de ganar, él mismo lo sabía bien, pero no estaba dispuesto a ponérselas fácil, estaba demasiado cansado de ello, de ser tratado así sólo por ser omega. Pelearía hasta la muerte de ser necesario.
Para su buena suerte no tuvo que pelear: el lobo alfa había vuelto a tomar su forma de lobo y cuando se lanzó contra Hongbin fue interceptado por una quinta forma lobuna, más grande que el resto, no tuvo problemas en arrojar al alfa lejos de ellos.
El recién llegado se colocó enfrente de Hongbin, encarando a los otros betas de forma amenazante. De inmediato estos inclinaron la cabeza en forma de sumisión y retrocedieron hasta perderse en el bosque.
El otro alfa fue una historia algo diferente, se levantó luego de ser tacleado y se envaró ante el alfa enemigo. Sin embargo, no hubo mucho que pudiera hacer, el recién llegado también se paró firme, mostrándose más alto y corpulento que el otro: toda su naturaleza gritaba a alfa líder.
Al final el atacante bajó también el hocico, aunque aún podía sentirse su aura furiosa, sus ojos amarillos prometían venganza al alfa superior, pero éste no se amedrentó, después de aquello salió corriendo en pos de sus amigos escapados.
Una vez solos, el ambiente tenso se disolvió. El alfa se giró para olisquear todo el cuerpo de Hongbin en busca de heridas o alguna señal de que algo fuera mal, se alegró al no encontrar nada parecido.
Hongbin no resistió mucho y también se restregó contra el cuerpo contrario, dejando que su olor lo reconfortara y eliminara parte del miedo que había sentido. Una vez que estuvo más tranquilo, el otro se alejó para tomar su forma humana. En esta forma, Hakyeon no era tan imponente como con su forma de lobo, era entendible pues apenas había cumplido quince años.
—Estás bien, ¿verdad?
El lobo castaño asintió, restregando su cabeza contra la mano de su amigo para que lo acariciara.
—Oye, ¿eres un perro o un lobo? —se burló un poco Hakyeon, aunque ya le estaba acariciando entre las orejas.
Hongbin ladró su respuesta antes de dar la vuelta para recuperar su presa, misma que puso a los pies de su alfa.
—No es necesario que me des una ofrenda... —declinó Hakyeon, pero Hongbin insistió, empujándolo con la nariz hacia él—. Basta Binnie, sé que cazaste eso para ti y tu papá, no me lo debes dar a mí.
Hongbin gruñó, algo enojado, solo para recibir una palmadita en la cabeza.
—No seas testarudo. Anda, volvamos a la manada.
Hakyeon volvió a su forma de lobo mientras Hongbin recogía con cuidado los restos de su conejo. Así avanzaron ambos hasta llegar donde se establecía su manada: un gran claro en el bosque, a un lado del riachuelo, en el cual habían construido cinco cabañas entre las que se repartían los casi veinte miembros de la manada.
Una vez en el lindero se separaron, sabiendo que se verían un poco más tarde, Hongbin caminó con confianza hasta la cabaña que ocupaba con su padre, un lobo omega desmejorado quien ya ni siquiera se esforzaba por volver a su forma humana. Hongbin dejó el conejo frente a él.
El lobo mayor apenas olfateó la comida y volvió a hacerse bola sobre sí mismo para seguir durmiendo, con un suspiro de resignación Hongbin volvió a su forma humana.
—Vamos papá, tienes que comer —pidió con suavidad, incluso le acarició el lomo, pero no obtuvo mayor respuesta.
Al final, con un suspiro de resignación, Hongbin mantuvo su forma humana para poder limpiar un poco la habitación, al menos allí estaban los huesos de la última presa que había traído, eso significaba que su padre había comido algo, aunque fuera cuando él no estuviera.
Aun cuando terminó de limpiar el otro lobo no daba muestras de despertar o moverse siquiera, por lo que Hongbin solo abandonó la habitación y la cabaña para ir a campo abierto. Caminó aún con su forma humana, acercándose al riachuelo donde, tal como esperaba, ya se encontraba Hakyeon.
—Hola —dijo solamente.
Estaba sentado a la orilla y remojaba sus pies en el agua, en cuanto él le imitó el mayor le tendió un gran sándwich de carne. Por algunos momentos se vio tentado a rechazarlo pero sabía que era inútil, además en realidad tenía hambre así que terminó por tomarlo y casi devorarlo.
—Gracias. Por esto, y por lo de hace rato.
—No es necesario, el sándwich te lo ha mandado mi madre. En cuanto a lo de hace rato, esos imbéciles saben que mi padre prohibió la toma de los omegas sin su consentimiento, debí haberles dado una paliza —gruñó.
Por algunos momentos Hongbin solo pudo mirarlo: Hakyeon era el hijo del líder alfa de su manada y había heredado esos mismos rasgos, por eso su lobo era más grande y fuerte, era respetado y vivía feliz con su familia, por el contrario, él solo...
Aquel hilo de pensamientos se vio cortado por una salpicadura de agua, al reaccionar notó que Hakyeon lo había mojado con la misma agua del rio.
—Binnie, casi puedo leer tus pensamientos en tu rostro, y ni siquiera necesito la conexión de alfa para saberlo, así que deja de menospreciarte si no quieres que te arroje al lago.
Hongbin sonrió, aquella sonrisa que había aprendido a poner para tranquilizar a los demás, sin embargo, su amigo volvió a mojarlo.
—Ni siquiera lo intentes, no conmigo.
Al final, luego de un suspiro, Hongbin solo se acercó para recargar la cabeza en su hombro. Lo mejor era dejar el tema de lado.
—¿Cómo está tu papá? —preguntó entonces Hakyeon con suavidad.
—Igual que siempre.
—Entiendo, pero debes ser fuerte, con el tiempo se recuperará.
—¿Sabes Hakyeon? Luego de 13 años ya no estoy tan seguro.
Sin saber qué más decir, Hakyeon solo pasó su brazo por los hombros de su amigo para poder confortarlo.
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