La balsa en medio de la tempestad
Por @Aladeriva-
Ya mencioné a algunos pioneros. Pero no está de más aclarar que «El Club Del Clan» se puso a trasmitir en vivo la nueva ola musical. Fue un gran referente. Vio primero que nadie a artistas como Palito Ortega, Jhony Tedesco, Jolly land, Violeta Rivas (no Violencia, que es eterna), Nicky Jones, Chico Novarro y Lalo Fransen, entre otros. Esta es la vanguardia juvenil del momento.
Pero el cambio no pasaría por ellos. Lo siento, chicos. No es mi culpa, es culpa de los ingleses que los dejaron en la prehistoria.
En 1964, acá y en todo el mundo, apareció el fenómeno de Los Beatles (traducido como Los Bichos e integrado por Juan, Pablo, Jorge y «el Rengo») y les pasó por encima. Es increíble que sigan hasta el día de hoy, cuando varios ni siquiera consideran que la banda hacía rock. Tema aparte. Entre las primeras influencias estadounidenses se encontraban, como ya mencioné, Elvis Presley y Bill Halley. Pero ahora ya quedamos en manos de las bandas inglesas, como Los Bichos y Los Canto Rodado.
Tengo que mencionar también a los uruguayos. Primero porque son como hermanos. Segundo porque contribuyeron al movimiento de forma casi decisiva. Bandas como Los Shakers, Los Mockers y Los Walkers, tomaron el estilo de los Beatles y los Rolling Stones, y se vinieron a Buenos Aires. Los Shakers comenzaron a presentarse en vivo en muchos programas de televisión. Sin embargo, como no llegaron a desarrollar sus propias canciones en castellano, así como vinieron, se fueron. Y como de todo se aprende, nosotros decidimos que sí íbamos a perdurar en el tiempo.
Pero no todo lo que viene de afuera está bueno. Ya en esta época, Estados Unidos, en el marco de la Guerra Fría, comenzaba a promover abiertamente el terrorismo de Estado y la instalación de dictaduras militares permanentes en América Latina. Sí, la íbamos a sufrir todos. Esto lo hacían, sentados bien cómodos, desde la Escuela de las Américas que se encontraba en Panamá, dentro de la llamada Doctrina de la Seguridad Nacional.
En nuestro caso, la planificación del golpe contra el presidente, Arturo Umberto Illia, para así llevar al poder al Teniente General Juan Carlos Onganía, quedó en manos del General Julio Rodolfo Alsogaray. Apoyado por el Almirante Benigno Verla, titular de la Armada Argentina y el titular de la Fuerza Aérea Argentina, el General Adolfo Álvarez.
Dicen que Illía fue uno de los mejores presidentes que tuvimos y aún así nos burlábamos de él. Illia redujo la deuda externa y el desempleo. Aumentó la producción industrial en un 35%. Creo la Ley de Medicamentos y el Plan Nacional de Alfabetización. Incluso destinó la cuarta parte del presupuesto a la educación. Construyendo miles de escuelas, bibliotecas y facultades (que luego iban a hacer mierda los militares). Era honesto y lo llamaban débil. Era honrado y lo traicionaron.
La idea del golpe no sólo era reclamada por sectores de la prensa conservadora y del poder económico. Sino también por algunos partidos políticos. Como la Unión Cívica Radical Intransigente y el Movimiento de Integración y Desarrollo, liderado por el derrocado ex presidente, Arturo Frondizi.
En el país ya estaba instalado el peligro de los comunistas y los militares prometían que se iban a hacer cargo de todo. Te guste o no. Porque dentro de su cabecita, había que garantizar el orden. Y en medio de su obsesión y paranoia, concluyeron que el enemigo era interno. Estaban seguros de eso. La izquierda y los sindicatos eran un problema. Y el presidente Illia, «el médico para un país enfermo», también. Sólo era cuestión de tiempo.
Así que no sólo la música cruzaba las fronteras. Pero la idea de este artículo es hablar de la banda que nos puso en el mapa. El origen de nuestro rock que, sin embargo, se va a ver condicionado por toda esta crisis política. Porque sí, el entorno siempre marca. Pero tampoco dejes que te defina.
La historia de los Gatos (razón y origen de todo) también comienza en 1964. En la provincia de Santa Fe, se conocen Litto Nebbia y Ciro Fogliatta y deciden crear un grupo. Pero como buenos admiradores de los Beatles, y argentinos que piensan que todo lo de afuera es mejor, deciden usar un nombre en inglés. Porque es más cool, guacho. Y los animales la están rompiendo. Así nacen The Wild Cats.
Quién sabe cuánto duró esto, ojalá poco. Lo que sí puedo confirmar es que en el invierno de 1965 decidieron grabar bajo el nombre de Los Gatos Salvajes. Algo mucho más autóctono y sin doble sentido, imagino. Siendo Los Gatos para los amigos.
¿Con ese nombre choto son los padres del rock?
Sí. Y ya van a ver cómo se las ponen a todos. Pensá que antes eran todos unos tibios: hacían covers, traducciones, canciones fifty-fifty y no reflejaban la realidad del país. Los Gatos fueron, ni más ni menos, que el primer grupo de rock en castellano. Eso ya los convierte en una influencia fundamental. Incluso para los que nunca escucharon hablar de la banda.
En esa época el rock se transformaba en un elemento propio de la juventud. Sumado a otros movimientos artísticos y culturales, como la poesía beat, el teatro, el cine no comercial, el boom de la Literatura Latinoamericana (hola, Cortázar), la historieta argentina por medio de la Mafalda de Quino, la moda de dejar el traje y vestirse con otra indumentaria (zapatillas Flecha, el jean unisex, pelo largo en los tipos, pelo corto en las minas, no es cualquiera esto). Y como estamos en los sesenta, no se olviden de la liberación sexual y el uso recreativo de las drogas.
El rock primero afectó lo estético. Y vos me dirás la poca relevancia que tiene esto y yo te voy a decir no, pensalo. Si en el colegio te obligaban a ir con el pelo prolijo y el uniforme planchado. Ahí ya tenés una forma de rebelarte contra lo establecido. La forma más baja y superficial de todas. No podés quedarte sólo con eso, porque las modas no son filosofías. Por eso estos jóvenes apostaron a más. Dejaron de pensar y hablar como sus padres. Se opusieron al tango y la doble moral machista del género.
Junto con todos estos cuestionamientos, viene el ingreso de la mujer al mercado laboral y su acceso cada vez mayor a los estudios. Se empieza incluso a hablar del divorcio. Con esta redifinición en los roles de los padres, emergieron los jóvenes con un nuevo protagonismo. Se empezaron a organizar en centros estudiantiles y sindicatos. Si hasta se enfrentaron a la dictadura militar, con eso te digo todo.
El rock nace, como imagino que cualquier otra revolución, en un momento dónde era necesario alzar la voz. Un momento de mierda. Pongámonos en contexto.
Juan Carlos Onganía logró llegar al sillón presidencial, después del golpe militar del 28 de junio de 1966. El nuevo orden militar disolvió los partidos políticos, anuló el derecho de huelga y en el mes de julio desató una violenta represión contra los estudiantes. Recordada como «La noche de los bastones largos». El nombre se lo debemos a los golpes de la policía.
¿Se entiende ahora por qué la necesidad de movilizarse y crear espacios libres de pensamiento y debate?
Aclaremos algo. Las universidades públicas estaban organizadas de acuerdo a los principios de la Reforma Universitaria. La cual establecía la autonomía universitaria del poder político y el cogobierno tripartito de estudiantes, docentes y graduados. Y aun así, sólo un mes después del gobierno de facto, es decir, el 29 de julio de 1966, no se dudó ni dos minutos en reprimir a estudiantes y docentes que se manifestaban en la Universidad. Represión que fue mucho más fuerte en las facultades de Ciencias Exactas y Naturales, y de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
Fueron detenidas 400 personas. Pero como esto no fue suficiente, también se destruyeron laboratorios y bibliotecas. Como resultado de este caos, cientos de científicos e investigadores se exiliaron. Hablo de la tan conocida «Fuga de cerebros».
En el ámbito musical la represión se sintió de la misma forma. Se prohibieron artistas y varios cantantes se fueron del país. «Sangre en nuestro hogar», cantaría Charly, años después. «¿Por qué tenemos que ir tan lejos para estar acá?».
La dictadura de Onganía, entre otras prohibiciones ridículas, se metió con el pelo largo. O sea que te lo podían cortar en cualquier comisaría. También mostraban una especial preocupación por la conducta sexual de las parejas en los parques. Como toda dictadura militar, mientras los milicos controlaban la «moral y las buenas costumbres», sus socios liberales se ocupaban de la economía. Haciendo varios negocios a costa de la mayoría del pueblo. Pero pocos se iban a quedar callados.
La realidad es que había que encontrar un espacio de expresión frente a tanta represión a la vuelta de tu casa y represión en el kiosco de la esquina. Por eso, poco a poco, todos comenzaron a converger en «Pasarotus». Un boliche de jazz en Pueyrredón al 1723. El cual terminó cambiando su nombre a «La Cueva». Transformándose en uno de los centros del movimiento. Junto con La Perla del Once, Plaza Francia y el Instituto Di Tella.
En esta famosa cueva, que en realidad era un antro de cuatro o cinco metros, así que nunca mejor puesto el nombre, se juntaban gigantes como Félix Francisco Nebbia Corbacho (Litto Nebbia), Mauricio Birabent (Moris) y José Alberto Iglesias (Tanguito, Ramsés VII o Donovan El Protestón). También se mezclaban Miguel Angel Peralta (Miguel Abuelo), Claudio Gabis, Alejandro Medina y los periodistas Pipo Lernoud (luego creador de la revista Expreso Imaginario) y Miguel Grinberg. Y si ninguno de estos nombres te suena, capaz te suenen las bandas. Porque de acá surgieron grupos como Los Beatniks, Manal, The Seasons o Los Náufragos.
La idea principal era cantar en castellano. Antes, esto era una utopía. También había que hablar de lo que pasaba en ese momento para no explotar. Así el rock argentino empieza a ser una realidad. Y gran parte de esto se lo debemos a Los Gatos y su refugio en medio de la tempestad.
Pero antes de ellos, lo intentaron los Beatniks. Banda que se formó en el verano de 1966 y logró grabar el sencillo «Rebelde». Tema compuesto por Moris y Pajarito Zaguri. Dos tipos con onda, a los que les pudo ir mejor. Sólo alcanzaron a vender 200 copias y tengan este número en mente. Porque cuando traiga lo que vendieron Los Gatos, van a ver una diferencia muy grosera. No hay que olvidar que el rock recién está empezando. Se abre paso como puede. Todavía ningún productor apuesta al género y algunos de sus pares ni siquiera lo entienden.
Los Beatniks tenían que hacerse notar y no tuvieron mejor idea que incluir una serie de fotos semidesnudos en una fuente. Un poco funcionó, porque terminaron siendo portada de la revista Así. Aunque esta edición fue censurada por la dictadura y los músicos fueron encarcelados durante tres días. Hay que decir que la banda no duró mucho más. Pero también que de acá nacería Manal y Moris terminaría siendo solista. Para mí salieron ganando, igual.
Finalmente, el 3 de julio de 1967, Los Gatos sorprenden a todos con el debut de un simple de dos caras. Por un lado «La Balsa» y por el otro, «Ayer nomás». Qué vendió más de 250.000 copias. Tremendo. Y esto se llevó en uno de los bares marginados en los que se reunían los rockeros, junto con otros poetas y artistas.
«La balsa» fue un tema compuesto por Litto Nebbia y Tanguito en el baño de La Perla. Porque La Cueva había sido clausurada y derribada ese mismo año. Mientras que La Perla todavía sigue en pie y luce, orgullosa, la placa dorada que se jacta de haber sido el origen de todo. Fue ahí donde Javier Martínez (baterista de Los Beatniks y Manal) cuenta que escuchó de Tanguito la siguiente frase: «estoy muy solo y triste acá en este mundo de mierda». Frase con la que cualquiera puede sentirse identificado, hoy y siempre. La idea le gustó a Nebbia, pero le cambió el final y compuso la música, luego de completar la letra.
En cuanto a «Ayer nomás», fue una canción contestataria escrita por Moris y Pipo Lernoud. Porque una fuerza nace en contraposición de la otra, así como empresa y sindicato, machismo y feminismo, rock y dictadura. Porque sí, el rock era marginal. Ahora te parecerá una locura, pero en esta época hasta prohibían libros infantiles. Imaginate si no van a llevar presos a los tipos que pensaban por su cuenta. Por ejemplo, Nebbia tuvo el record de 21 detenciones en un mes. Y Miguel Abuelo solía andar con la chapa de la puerta de su casa colgada del cuello. «Es que estoy podrido de que me pare la cana y me pregunte dónde vivo», contaba.
Y sí, el ambiente era medio jodido. Hay que admitir que «Ayer nomás» fue un poco manoseada. Porque les hicieron escribir algo más tranca, a pedido de la discográfica Víctor RCA. Pero esto no impidió que el tema fuera un éxito. Es más, dio origen a otra banda. Porque cuando Pipo Lernoud fue a cobrar las regalías, acompañado de Miguel Abuelo (que pasaba por ahí o quizá lo levantó en la Plaza) el productor primero le preguntó si tenía un grupo. Sin pensarlo dos veces, Abuelo, que no tenía ninguno, dijo para safar: «Sí, se llama Los Abuelos de la Nada». El nombre vino de un libro de Leopoldo Marechal que estaba leyendo en ese momento. No sólo le creyeron, sino que le prometieron grabar en unas semanas. Ya con la guita en la mano, Pipo se encargó de buscar a los músicos.
Así el rock argentino ya tiene su primer éxito masivo y el movimiento empieza a cobrar fuerza. Ese mismo año se fundó el primer sello discográfico nacional: Mandioca. Un nombre, curiosamente, muy poco nacional.
Además, con la aparición de Almendra y Manal, el rock ya tenía su trilogía esencial.
Y, por Dios, lo que decían estos pibes.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top