Antes del naufragio
Por @Aladeriva-
Resumiendo un poco lo anterior, quedamos en que el rock and roll surgió en Estados Unidos, sobre una base de rhythm & blues, y se volvió popular en la década del cincuenta con músicos como Elvis Presley y Bill Haley. Si tenemos que poner una fecha exacta, la mayoría sostiene que el rock nació en 1954. De esta manera lo apartan casi por completo del R&B.
¿Por qué el interés en esta separación?
Por el carácter contestatario de la música negra y el deseo de volver masivo un género que resultó ser, en un principio, la voz de los marginados. Por este tipo de cosas la popularidad apesta: no aniquiles la verdadera naturaleza del movimiento.
Si vemos el lado positivo, lo importante es la difusión del género. En un principio, el rock llegó acá como una moda o un ritmo más para agitar la pista de baile. Recién diez años después va a cobrar vida propia. Y si no se ahogó entre el romance del bolero y la nostalgia del tango, fue porque llegamos a ver un futuro en esos sonidos primitivos y animales y lo digo en el mejor de los sentidos. El rock es instintivo y gutural, habla de libertad y rebelión, dos principios básicos. Toda persona, quiero creer, aspira a ser libre y hacer lo que se le cante el orto. Y sino debería.
Entre los primeros artistas que surgieron en la Argentina, durante la década del cincuenta, sí, seguimos acá, se encuentra el no tan mencionado Eddie Pequenino. Si no es muy conocido, es porque en realidad fue un adelantado. Se dice que formó la primera banda de rock en 1956: Mr. Roll & The Rockers. Lástima el nombre yankee, pero no era de extrañarse. Acá siempre se miró mucho para afuera. Como si alguien más tuviera las respuestas. ¿Esto se ve reflejado en la falta de amor por la industria nacional? Qué sé yo. A mí me toca la música, no las políticas de estado. Sigamos.
Mr. Roll & The Rockers (traducción innecesaria) se formó en Buenos Aires y hasta llegó a telonear a Bill Halley cuando visitó la Argentina por primera vez en 1958 en el teatro Metropolitan. Dato que desconocía, pero que no me sorprende. Porque es increíble la cantidad de artistas extranjeros que vienen a la Argentina. No sé si es el público, no sé si es que pagamos cualquier precio y no nos importa qué tan hechos mierda estén. No sé si nos toman de giles, mirá. Pero el punto es que vienen muchísimos y no me dan las manos para escribir lo agradecida que estoy.
Lo gracioso es que los covers que hacía la banda de Pequenino vendían más que los temas originales de Bill Halley. Hablo de temas como «Rock around the clock», «See you later, aligator» (muero, no sabía que era de ellos) y «Mambo rock». El pianista, Lalo Schifrin, vio la oportunidad y la aprovechó. Si acá era un éxito y cobraba en pesos, imaginate triunfar en Estados Unidos y cobrar en dólares. Así que años más tarde se manda a mudar y se vuelve famoso por sus composiciones en bandas de sonido de varias películas y series de televisión. Bien por él.
Ahora, ¿Eddie cantaba en español?
No en los covers, claro, pero hay que admitir que el inglés se le entendía perfecto. Más adelante se animó a usar su propia voz y la verdad que le fue muy bien. En 1956 participó de la grabación del primer rock argentino cantado en español, es decir, «Rock con Leche», tema de carácter humorístico. Cuando la escuché, me pareció re tierno. Se mezcla en un momento con el inglés, porque parece que cuesta salir de ahí, pero no está mal. Dejo un fragmento que deja claro el porqué del nombre de la canción:
«Me levanto con el rock, desayuno con el rock, cuando almuerzo pido rock y en la cena quiero rock, rock, rock con leche».
A mí la leche sola me da asco, pero el tema es un amor, así que se perdona. Esta canción formaba parte de una de las tantas otras del ciclo radial «La Revista dislocada», conducido por el humorista Délfor Dicasolo. Ah, olvidé de mencionar que Eddie también era humorista y tocaba el trombón. Era un amante del jazz, por supuesto. El show creó numerosos temas, entre las que se encuentra «Deben ser los Gorilas», canción que acuñó el término usado en Argentina para criticar a los antiperonistas.
Dijiste, ¿qué?
Sí, ¿no es re loco?
Hago un paréntesis, porque el tema no es rockero y no tiene que ver con Eddie, es más, es una boludez. Pero yo no sabía que la palabra venía de acá y me parece una curiosidad. Entonces tenemos que ir un año para atrás, o sea, a 1955. Año en que tuvo lugar el golpe militar que derrocó al presidente Juan Domingo Perón.
Como mucho en esta vida, esto fue pura casualidad. La canción se hizo popular de la mano de Aldo Cammarota, otro humorista que también laburaba en «La revista Dislocada». Él mismo puede explicar la situación, y cito:
«En marzo de 1955, hice por radio una parodia de Mogambo, una película con Clark Gable y Ava Gardner, que sucedía en África. En el sketch había un científico que ante cada ruido selvático, decía atemorizado: "deben ser los gorilas, deben ser". La frase fue adoptada por la gente. Ante cada cosa que se escuchaba y sucedía, la moda era repetir "deben ser los gorilas, deben ser". Primero vino un fallido intento de golpe y luego el golpe militar de 1955. Al ingenio popular le quedó picando la pelota: "deben ser los gorilas, deben ser". Los golpistas se calzaron gustosos aquel mote».
Así de simple. Tan simple como ilógico. Cabe aclarar que el tipo no tenía intenciones políticas. Lo único que hizo fue una parodia.
Para el que no lo sepa, el término se utiliza hasta el día de hoy. Sirve en general para referirse a los antiperonistas. También a los que defienden o postulan ideas y políticas antipopulares y antidemocráticas. La dictadura ya no está, pero la palabra quedó. ¿Y para quiénes se usa ahora, si no son los golpistas? Para quienes están a favor de políticas neoliberales y ponen lo extranjero por sobre lo autóctono. Es algo... subjetivo, si querés. Podés preguntar y cada uno te va a dar su definición. Algunas incluyen más puteadas que otras.
Saliendo de la política y volviendo a Eddie y su banda, hay que destacar su participación en la película Venga a bailar el rock en 1957. La primera película sudamericana sobre música de rock and roll. Eddie grabó dos composiciones propias para el tema, que se ubican entre las primeras canciones de rock argentinas (¿no te dije que fue un adelantado?): «Despacio nena» y «Aquí viene el rock». Acá es cuando sorprende a Bill Haley y lo invita a ser su telonero. Bien ahí, ya nos empiezan a reconocer por nuestro acento.
Pero como dije, todo esto ocurrió varios años antes de que nuestro rock fuera reconocido mundialmente. Muchos años antes de «La balsa». Es decir, todavía no hablamos de rock nacional, puro y duro. Porque no es que el rock llegó tarde a la Argentina, como varios dicen. Sino que todavía no tenía el espacio. No entre tanto bolero, folclore y tango. Todos géneros muy respetados en ese tiempo. Una herencia muy pesada. La gente no iba a abandonarla así nomás. Costó encontrarle el gusto a la rebeldía y el descontrol, al pogo y la vanguardia.
Pero siguiendo una cronología, o al menos, tratando de seguir una cronología, hay que hablar de otro fenómeno importante en la difusión del rock argentino. Resulta que tuvimos nuestros propios traductores. Así como lo hicieron con las series, los mexicanos también nos doblaron el rock. Esto ocurrió a fines de los cincuenta y comienzos de los sesenta y ya nos estamos acercando. El primer caso fue Ritchie Valens en 1957 con su hit mundial llamado «La Bamba». Hay que decir que era tan alegre el rock antes de que nosotros lo tocáramos. Si hasta podía bailarse. Casi que me da pena.
El punto a favor de que fuera un género «bailable», es la inclusión de las mujeres y un poco su liberación, quizás, sí, por qué no. En los cincuenta por fin se veían minas en los salones. Cosa que no pasaba años antes, con el tango, ni volvería a pasar tanto en los setenta, cuando el rock nacional explotó con todo. Quizá te suene raro ahora, por si alguna vez viste una pareja bailarlo, tan juntos y provocativos, pero antes se bailaba entre hombres. Es más, muchas veces las mujeres tenían la entrada prohibida. Porque el tango arrancó en la oscuridad de los prostíbulos y las pulperías. No tenía ni de casualidad el brillo y la melancolía de hoy. Nace junto al lunfardo, por eso era bien directo, casi vulgar.
Si todavía no me crees, fijate en la letra de los primeros tangos: «Afeitate el siete que el ocho hay fiesta», «Sacudime la persiana», «Metele fierro hasta el fondo», «Date vuelta» y «Dos sin sacarla», entre otros. Volvelo a leer de corrido y te acabo de narrar una porno. Siempre tan desubicados nosotros.
Mi favorito es «Tocame la Carolina», porque en el poster se ve un piano y una mina para disimular y me dio mucha gracia. Son unos tarados.
Pero a mí me toca hablar del rock. Así que volvamos y prestemos atención a bandas como Los Teen Tops, Los Blue Caps y Los Locos del Ritmo. Quienes realizaron adaptaciones en español de temas de Elvis, Chuck Berry, Little Richard, Buddy Holly, entre otros. Por eso se dice que las bandas mexicanas tuvieron una fuerte influencia, no sólo en Argentina, sino en casi todos los países de habla hispana. En conclusión, las bandas estadounidenses eran la fuente de la música y las mexicanas las que tomaban ese sonido y lo exportaban al resto de la región. Viva México, cabrones.
Dicho así nomás, capaz no ubicás ningún tema, de ninguna de las bandas mexicanas que nombré. Pero hay uno que tenés que conocer, porque todo el mundo conoce, es de Los Blue Caps y dice más o menos así:
«Vuelve vuelve primavera, primavera primavera primavera primavera, vuelve vuelve que te espero»
Este tema, en la versión de Johny Tedesco, artista de acá, vendió más de medio millón de copias. Imaginate lo popular que se vuelve, que sigue siendo conocido después de cincuenta años. Algo que no sucede con mucha frecuencia. Y teniendo en cuenta cómo viene la mano, probablemente, no vuelva a pasar.
Johny Tedesco era otro joven fan de Elvis. Siendo este último un icono del rock, inspiró a varios. Pero Johny, a diferencia de Eddie, no hacía muchos covers, ni arrancó cantando en inglés. Todo lo contrario. Johny bancaba el acento argentino y componía en lunfardo. Al ser un pibe, todavía se la jugaba. Está mucho más cerca del rock nacional. Aunque si suena un poco yankee el nombre, es porque él no lo eligió, lo hizo Ricardo Mejía. Quien lo animó también a grabar su primer simple. Chau, Alberto Felipe Soria, hola, Jonhy Tedesco.
Así, en abril de 1961 graba «Zapatos de gamuza azul» y «Rock del Tom Tom». Este último tema es considerado la primera pieza de rockabilly grabada fuera de Estados Unidos. ¿Jonhy tenía idea del género? Seguro que no. Porque no se necesita conocer el género, para jugar con él. Por eso las etiquetas me importan muy poco y le doy tan poca bola a la teoría. Muchas veces con la práctica, llegás a tener los mismos resultados. O mejores. Porque no hay creatividad alguna en la norma. Nadie puede ponerle un nombre a lo que llevás dentro.
Volviendo a Johny, se vuelve muy popular de un día para el otro. Ganándose el apodo de «El rey del suéter» por los pulloveres que usaba. Demasiado llamativos para mi gusto. Acá un ejemplo:
Aún con esos pulloveres, y con menos de veinte años, en 1962 fue Disco de Oro. Y en uno de sus viajes a Hollywood, no sólo conoce al mismísimo Elvis Presley, sino que obtiene reconocimiento internacional. Varios de sus éxitos van a ser interpretados por otros cantantes argentinos. Y otros varios van a imitarlo incluso a él. Johny Tedesco acá fue una estrella y hasta llegó a tener su propio programa de televisión «Un chico llamado Johny». Sin darse cuenta, él se transformó en icono. Gustavo Cerati reconoció ser fanático de Johny, tanto que de niño lo imitaba en las fiestas familiares. El Flaco Spinetta, Palito Ortega, con quien integraba «El club del Clan», y Federico Moura son otros de sus fans.
Ahora ¿por qué tampoco es tan mencionado en nuestro rock?
Porque al igual que Eddie (no está de más decir que lo admiraba y los dos eran de Villa Urquiza) fue un adelantado. Arranco la carrera desde muy pibe. Ya con dieciséis años era una estrella. Tuvo guita, mujeres, autos, todo antes de los veinte. No es fácil para nadie esto. El éxito lo sobrepasó y decidió exiliarse por un tiempo. Sin embargo, cuando volvió, ya por los setenta, el rock nacional tenía su propia identidad. Una identidad que a Jonhy le resultó irreconocible. Qué le vamos a hacer. Puede pasar. Cuando vos fuiste, él ya fue y vino, fue y vino, fue y vino.
El último fan de Elvis (basta de Elvis, se entendió la idea) que voy a nombrar en este artículo, es Sandro. Porque sí, Sandro estuvo cerca del rock unos años, antes de dedicarse a ser baladista melódico-romántico a tiempo completo, y antes de que el resto de los rockeros lo llamara «grasa».
En 1963 Sandro y Los de Fuego grabaron una serie de versiones de temas de rock clásico, también cantadas en castellano: «Te conseguiré», «Anochecer de un día agitado», «My bonnie» y «El dinero no puede comprarme amor». Convirtiéndose así en uno de los grupos de mayor éxito comercial del momento. Y por acá muere su protagonismo en el rock nacional. Después Sandro se vuelve solista y es todo rosas, terciopelo y labios de rubí, de rojo carmesí.
Quizá ahora entiendas el por qué del título. Todo esto ocurrió antes del hit de Los Gatos. Antes de la famosa balsa. Antes de que el rock nacional, fuera sólo nacional, sin covers, ni traducciones. Mi idea era arrancar este artículo con la primera década del rock. Pero no podía seguir obviando a estos artistas. Merecían un espacio y acá lo tienen.
Ahora sí, después de dos introducciones y siguiendo una línea de tiempo, ya el próximo artículo empieza en el año 1964. Año en que se produce la magia.
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