•Capítulo 64: En la eternidad• (parte 2)

Saludos cordiales, villanos.

Realmente espero no haber tardado tanto esta vez, me duele un poco no ser capaz de actualizar como antes, pero la vida sencillamente ha sido más y más complicada con el paso del tiempo. Aún así, me esfuerzo para poder darle un buen final a la historia.

En esta ocasión no hay mucho que decir, siendo este la continuación del capítulo anterior, y considerando que es el penúltimo capítulo que voy a hacer para este fic, no quiero extenderme de más en la nota. Eso si, vamos a hablar de música.

A estas alturas no puede ya faltar la inspiración musical, y para variar hay dos canciones involucradas en este capítulo. En primer lugar, "Snow Waltz" de Lindsey Stirling, una de sus más recientes obras y, a mi modo de ver, la que sencillamente encaja perfectamente con Black Hat y Flug. La escuché mientras estaba buscando una canción para el primer baile de casados de estos dos, y considerando que tiene compás de vals, no podría funcionar mejor. Esta la encuentran tanto en multimedia como en las playlist.

En segundo lugar, y como había anunciado antes, "Undisclosed Desires" de Muse. Como ya había usado una parte de la canción para capítulos anteriores, definitivamente vale la pena retomarla una última vez para este capítulo en particular. 

En realidad no hay mucho más que decir, esta es una de las notas más cortas que he hecho en años y es extraño, pero es mejor que sea así, al menos por ahora.

Por favor, disfruten la lectura :)

Saludos cordiales, villanos.

Realmente espero no haber tardado tanto esta vez, me duele un poco no ser capaz de actualizar como antes, pero la vida sencillamente ha sido más y más complicada con el paso del tiempo. Aun así, me esfuerzo para poder darle un buen final a la historia.

En esta ocasión no hay mucho que decir, siendo este la continuación del capítulo anterior, y considerando que es el penúltimo capítulo que voy a hacer para este fic, no quiero extenderme de más en la nota.

Si embargo, nunca falta una investigación aleatoria para construir correctamente el argumento del capítulo, y está no es la excepción. ¿Sabían que hay un orden predeterminado a la hora de celebrar una boda? Y no me refiero a la ceremonia en sí, que eso bien podemos pasarlo por alto ya que varía mucho dependiendo de qué clase de ritual se siga. Me refiero al orden de los eventos en la celebración.

Lo usual, de acuerdo con este protocolo, es empezar recibiendo a los invitados en una recepción, si la vida se hace en la noche, se los recibirá con un cocktail a elección de los novios y/u organizadores. Después se dará la bienvenida a la pareja y se dará un espacio para que se les den personalmente las felicitaciones deseadas; básicamente un tiempo para decirle "felicidades por haberse casado".

A esto lo suele seguir la cena, comida, almuerzo o el plato que corresponda según la hora del día; esto va acompañado de los discursos usuales, por parte de los novios, los padres y así. A esto le sigue el baile de los novios, el corte del pastel y cualquier otra actividad programada, como arrojar el ramo, quitar el liguero y demás.

Claramente la mitad y más de estas actividades no nos interesan, ni pienso gastar palabras escribiéndolas, sin embrago, me resultó curioso que hubiera un orden protocolario, incluso si consideras el matrimonio como un evento formal, uno pensaría que estas cosas, este orden, lo tendría que elegir la pareja y no un papel escrito sabrá Dios hace cuánto tiempo. El día en que me case, si es que llega (ojalá), me saltaré varios puntos de la lista.

Por otro lado, siento que debería explicarles la botella de "vino", pero como hay una explicación a ella dentro del capítulo, me limitaré a contarles un poco del líquido que contiene. No es un vino como tal, aunque su olor y textura se parezcan mucho, es básicamente un veneno de sabor dulce que es letal para cualquier creatura que lo consuma y sea ajena a la relación que comparten, en este caso, Black Hat y Flug. Se destila a partir de los momentos más íntimo y especiales de la pareja, y es el que permite que haya un equilibrio entre ambas partes. Si la unión fuera entre dos inmortales, o dos seres en igualdad de condiciones (como Black y White) entonces este veneno equilibraría sus energías para que se completen la una a la otra. El uso de este vino es la declaración ante toda entidad de la pertenencia mutua que hay en la pareja, y la advertencia de que, al meterse con uno, se estarán metiendo con el otro, y eso inevitablemente llevará a una muerte dolorosa.

Finalmente, entre los datos para este capítulo, me gustaría contarles un poco de Ogigia, la isla que no está nunca en el mismo lugar y una parte importante de la mitología griega, que ya saben que influye mucho en esta historia. Ogigia es el lugar de destierro de la ninfa Calipso, a donde Ulises llegó por mandato de Poseidón y ella le mantuvo cautivo durante 7 años; parte importante de "La Odisea", una historia que la mayoría de las personas conoce. Pero yo no soy parte de esa mayoría, así que aquí hablaremos de la interpretación de Rick Riordan.

La isla es mencionada por primera vez en "La batalla del laberinto", y básicamente es interpretada como la isla que no está dos veces en el mismo lugar, es por esto por lo que es imposible volver a ella, se va desplazando en el océano y cambiando su locación todos los amaneceres, por lo cual una vez se abandona la isla, es imposible volver a ella. En este concepto basé la isla en la que ocurre la boda.

Considerando tantas cosas que se desconocen de Hat Island y sus alrededores, me pareció interesante darle a Black Hat una pequeña isla a la cual solamente él puede ir más de una vez si así lo desea, un pequeño escape al que va cuando el mundo le es muy molesto, y allí mismo, en su pequeño refugio, es a donde decide llevar a Flug para casarse con él. Ninguno de los invitados puede volver una vez se marchen de allí, el único con ese privilegio es Flug, que podrá ir con Black Hat cuando quiera, y eventualmente Thana también.

Ahora, a estas alturas no puede ya faltar la inspiración musical, y para variar hay dos canciones involucradas en este capítulo. En primer lugar, "Snow Waltz" de Lindsey Stirling, una de sus más recientes obras y, a mi modo de ver, la que sencillamente encaja perfectamente con Black Hat y Flug. La escuché mientras estaba buscando una canción para el primer baile de casados de estos dos, y considerando que tiene compás de vals, no podría funcionar mejor. Esta la encuentran tanto en multimedia como en las playlist.

En segundo lugar, y como había anunciado antes, "Undisclosed Desires" de Muse. Como ya había usado una parte de la canción para capítulos anteriores, definitivamente vale la pena retomarla una última vez para este capítulo en particular.

En realidad no hay mucho más que decir, esta es una de las notas más cortas que he hecho en años y es extraño, pero es mejor que sea así, al menos por ahora.

Por favor, disfruten la lectura :)

El golpe de silencio fue casi como abrir una presa de agua, liberar un afluente de emociones que había mantenido retenidas durante la ceremonia y sus momentos previos. En la paz de la pequeña casa finalmente se permitió sentir todo lo que aquella situación significa, se permitió llorar lo que no había llorado durante los votos y en intercambio de anillos, era casi liberador dejar a su ser sentir con tanta fuerza los acontecimientos.

— ¿Mapi? — las manitas de su hija se frotaron contra sus mejillas, limpiando las lágrimas y embarrando ligeramente el poco maquillaje que había logrado escurrir por su rostro. Tenía una mueca de preocupación que logró afectarlo aún más, aumentando el flujo de lágrimas— No llodes...

— Espera mi niña, no hagas eso— pidió con una suave risa, alejando con cuidado una de las manos de la niña para que se detuviera, cosa que solo logró aumentar la preocupación en la mirada bicolor de su hija. Antes de que pudiera bajarla o hacer cualquier otra cosa con ella, los brazos de Black Hat la rodearon con la misma delicadeza de siempre y la alejaron sin brusquedad.

El eldritch, con la niña ahora abrazando su cuello, le ofreció un pañuelo de tela blanco para que limpiarse el pequeño desastre que se había formado en sus mejillas, sin decir absolutamente nada. En ese cómodo silencio, roto apenas por el eco de las conversaciones que fuera se dirigían al espacio indicado por Demencia, Black Hat simplemente observó al doctor calmas sus lágrimas con profundos suspiros y ligeros toques de la tela sobre su rostro.

— Oye, sabandija — llamó casi en un susurro, como si quisiera contarle un secreto; la niña volteó a verle con curiosidad, aun ligeramente preocupada por el llanto de Flug — ¿No había algo que querías darle a Flug?

En ese mismo secretismo, le mostró el pequeño racimo de flores que había recogido más temprano, cosa que le hizo sonreír ampliamente y abrazar con un poco más de fuerza su cuello, antes de pedir que la bajará y le diera las flores.

— ¡Papi, papi! — llamó casi corriendo hacia él, de haber podido sin dudas lo habría hecho. Flug, que finalmente había logrado dejar de llorar, se agachó a la altura de su hija para ver qué era eso que quería mostrarle con tanto entusiasmo. Un pequeño ramo de margaritas y dientes de león fue prácticamente puesto en su nariz, acompañado de una enorme sonrisa que mostraba sus filosos dientes y todo el orgullo que su regalo le producía.

— Ay chiquita, muchas gracias, son hermosas— tuvo que dar otro largo suspiro para no volver a llorar por el gesto de su hija; tomó el ramito con cuidado de no dañarlo más, dejando antes de levantarse un besito en la punta de su nariz, que provocó una risita en respuesta— ¿Por qué no vas con Dark y esperas por nosotros?

— ¡Oki! — simple como solían ser sus respuestas, abrazó las piernas de ambos antes de salir corriendo por la puerta, llamando a la cazadora de almas a todo lo que daba su vocecita.

— Eres un llorón — reprochó el eldritch acercándose a su esposo con calma, limpiando una última lágrima furtiva que aún quedaba sobre su piel, brindándole una sonrisa de esas que solo sus momentos íntimos podían provocar— ¿Estas mejor Flug?

Asintió inclinando la cabeza hacia el tacto cuidadoso del demonio, respirando con calma antes de intentar encontrar de nuevo la capacidad de hablar. Sus ojos viajaron inevitablemente a la nueva cicatriz en la palma del villano, analizándola un poco de más.

— Estoy bien Jefecito, solo... son demasiadas emociones— su voz aún estaba pañosa por el llanto, dándole un toque bastante particular al momento. Su mano izquierda viajó hasta encontrar la ajena, hasta poder acariciar la pequeña línea oscurecida en su piel— No suelo sentir tantas cosas al mismo tiempo.

Black Hat sencillamente asintió, para tomar delicadamente la mano del muchacho, acariciando igualmente la cicatriz con el pulgar, antes de llevar el dorso hasta sus labios, dejando un beso un poco más largo de lo usual, alejándose tan lentamente como le era posible.

Con la misma delicadeza, casi como si fuera una coreografía, entrelazó sus dedos y lo acercó en un abrazo que normalmente compartirían para bailar. Flug se dejó hacer, disfrutando de la cercanía, de la calma que lo envolvía cuando los brazos del eldritch lo rodeaban y protegían del mundo. Se permitió recargar la cabeza contra su hombro, concentrándose en la respiración del villano, en el suave ritmo del aire entrando y saliendo de su sistema.

— Demasiadas emociones para procesarlas todas— murmuró empezando a moverse en un vaivén monótono, que no requería música y a duras penas podía considerarse un baile. Flug colocó su mano libre en la cintura del villano, dejándose guiar— suena a una buena parte de mi existencia, que ironía.

El muchacho río suavemente, separándose apenas para poder verlo a la cara, compartiendo esa sonrisa. Le resultaba curioso como aquella era la primera vez en años en la que el demonio mencionaba aquel asunto.

— Las dos caras de la misma moneda— reconoció empinándose un poco, apenas lo necesario, para dejar un beso en su mejilla antes de separarse completamente, manteniendo sus manos unidas— Gracias señor.

— ¿Listo? — debían continuar con la celebración, aun había una larga lista de pequeños momentos que requerían su atención; aunque claramente el eldritch estaba dispuesto, si Flug lo pedía, a abandonar a sus invitados y llevárselo a algún otro rincón del mundo a pasar el resto de su día en soledad.

— No realmente, pero si esperamos a que lo esté, creo que nos quedaremos aquí— tuvo la intención de devolver el pañuelo a su dueño, sin embargo, Black Hat evitó tal acción, simplemente alzando la mano para indicar que podía conservarlo.

El demonio dejó un corto beso en sus labios antes de dar la vuelta para regresar al exterior, y encaminarse hacia el bullicio que eran ahora sus invitados, probablemente comentando indiscretos el asunto recién presenciado. Caminaron por el sendero de piedra que los guiaba hacia el claro más grande que tenía la pequeña isla, sin decirse nada a falta de necesidad; aquel era un silencio cómodo, intimo, que no valía la pena romper.

Tal como imaginó Black Hat, todos estaban reunidos en pequeños grupos, ajenos a las mesas asignadas, repartiendo diversas opiniones que, bajo otras circunstancias, no se habría tomado la molestia de escuchar. Sin embargo, la clara presencia de uno que otro comentario ligeramente despectivo hacía quien ahora era su esposo le dejó una especie de amarga satisfacción; no quería que nadie hablase mal de Flug y su matrimonio, pero tenía el consentimiento del doctor para defenderlo si hacía falta, y vaya que se divertiría castigando a esos pocos imprudentes.

No hubo necesidad de hacer su presencia notada, Dark Blood fue la primera en voltear a verlos y sonreír; como encargada de dirigir a sus invitados, a la par de 5.0.5, era su trabajo estar atenta a cada mínimo detalle. Con la mano indicó que aguardasen un instante, antes de llamar la atención del oso y pedirle, en una sencilla palabra, que todos debían regresar a sus lugares asignados.

— Damas, caballeros y criaturas— la voz de la joven inmortal se proyectó por el lugar, tal como lo haría la de Black Hat, ayudada por un pequeño micrófono que descansaba oculto por su cabello— es de mi agrado presentarles a nuestros señores Hat-Slys, por favor recíbanlos con un fuerte aplauso.

Empezó como algo suave, un pequeño golpeteo sumamente tímido, casi cohibido, de algunos pocos que tenían la consciencia tranquila de no haberse metido de ninguna forma en problemas. En cuanto Flug y Black Hat hicieron acto de presencia propiamente dicho, los aplausos se tornaron bulliciosos, acompañados por vítores y celebraciones hipócritas que no lograron suavizar la mueca de molestia que el villano tenía en los labios.

Dark se inclinó ante ellos antes de alejarse a una mesa donde Demencia, haciendo un esfuerzo sobre humano, sostenía a Thana para que no se fuese corriendo hacia sus padres, imagen que hizo sonreír a Flug ampliamente, enternecido por el inocente actuar de su pequeña.

A medida que avanzaban por la zona, el bullicio se fue calmando, hasta no ser más que un murmullo apenas perceptible, fácil de confundir con el soplar del viento entre las hojas de los árboles. Se dirigieron hacia la mesa que solo ellos dos ocuparían, una pequeña exigencia de Black Hat y su lado más egoísta, que no quería compartir al doctor con absolutamente nadie ese día.

Para su mala suerte, y eterno fastidio, dada la falta de una actividad para entretener, varios invitados se acercaron indiscretos hasta ellos, todos rostros familiares cuyas palabras eran bastante más sinceras de lo que se podría llegar a pensar. Black Hat, no deseando lidiar con ello, se alejó y permitió al muchacho relacionarse con esos pocos con los que tenía confianza.

— No creí que llegarías tan lejos— una voz altamente familiar logro llegar hasta él, claramente desinteresada en hacer parte del grupo que acosaba al humano— Esperaba una cría, pero ¿Casarse? Eso si es impresionante Black Hat.

— Guarda silencio, te oyes como mi hermana— reclamó rodando los ojos, brindando una mirada llena de desprecio a la mujer a su lado, logrando intimidar a la serpiente que tenía por cola— Ya he tenido suficientes comentarios relacionados a lo "increíble" que resulta que haya elegido a un humano por pareja.

Chimera solo pudo reír ante el comentario, obteniendo otra mirada de desprecio y un chasquido fastidiado de su lengua. Claramente había tenido suficiente con los, probablemente, excesivos comentarios de White Hat.

— De acuerdo, no haré comentarios, aprendí mi lección— concedió dirigiendo su mirada al muchacho, que con amplia sonrisa, recibía las dulces palabras de quienes, entre todos los villanos, eran las más cercanas a él y a Demencia, completamente ajeno a la conversación que mantenían— Se ve feliz, igual que tú.

Black Hat dejó salir un suspiro, rindiéndose ante la acusación, dirigiendo su mirada también a su esposo, que simplemente hablaba con las villanas en una calma casi envidiable, una calma que no había logrado sentir momentos antes. No le molestaba ser incapaz de brindarle esa paz, porque sabía que parte del afluente de emociones era culpa suya, más bien, le tranquilizaba verlo sonriendo de nuevo.

— Es simplemente cumplir un pequeño capricho nuestro, algo que los dos queríamos— Chimera lo observó curiosa, intrigada por esa sutil confesión de algo que en realidad no comprendía del todo. Los caprichos de Black Hat eran un asunto que nadie parecía descifrar completamente — Es simplemente algo que tenemos en común, un pequeño asunto al que me pensaba inmune hasta conocerlo.

A la villana le resultaba sorprendente como, pese a la confesión, su rostro se mantenía serio, molesto incluso, con la mirada aún fija en el muchacho que no hacía más que hablar, sin otra opción aparte de seguir en la larga conversación que significaba responder las pocas preguntas que merecían respuesta. Black Hat simplemente observaba atento, esperando una señal para interrumpir y tomar cartas en el asunto.

Señal que no tardó mucho en llegar, cuando la larga cabellera blanca de White Hat decidió espantar a las demás invitadas, con esa sutil elegancia y amenazante aura que solo su sonrisa más cordial podía lograr. Dejando olvidada a su usual compañera, se aproximó a ellos, oyendo indiscreto la conversación.

No había algo realmente rescatable en aquella interacción, trivialidades que solo podían ser obra de su hermana mayor intentando ocultar alguna cosa que realmente ansiaba decir o preguntar. La conocía tan perfectamente que, si aquello no mutaba en un asunto sumamente importante, entonces se sentiría traicionado por los años de convivencia forzosa por ser hijos de un mismo ser.

Flug estaba concentrado en lo que decía su, oficialmente, cuñada, asintiendo cada tanto a palabras y declaraciones que no tenían más trasfondo que el de prolongar la conversación, desviando apenas la vista hacia el villano que se aproximaba en silencio, con las manos en la espalda y varias miradas fijas en su elegante figura.

— Tardaste un poco más de lo que esperaba, Blacky— fue imposible no crisparse ante el comentario de la eldritch, que sin verle le brindaba una sonrisa de esas que le decían lo mucho que también lo conocía, lo mucho que también había aprendido a leer su actuar y esperar determinadas reacciones— ya que están juntos, me gustaría darles mi regalo antes de marcharme.

— Creí que le gustaría quedarse, al menos hasta el baile — se atrevió a comentar el humano, disfrutando del flojo abrazo en el que Black Hat volvía un sutil toque de reafirmación, de seguridad que probablemente no hacía falta, pero que venía de maravilla.

— Me temo, querido, que mi hermano no está dispuesto a soportar mi presencia tanto tiempo— aclaró con cierta burla, como si el aludido no estuviera escuchando y como si aquello fuese otra clase de acusación, más similar al haber olvidado algo en la estufa— Sin embargo, me gustaría entregarles esto, ya que oficialmente son uno, me parece justo que lo tengan en su poder.

Del interior del largo saco azul cielo sacó una pequeña caja de madera, tenía grabados similares a los que la botella de vino lucia orgullosa, tallas y figuras abstractas que presentaban una historia, o más bien un fragmento de ella. Garabatos incomprensibles para cualquiera menos para ellos, para los tres, que tenían cartas en el asunto y eran los directos afectados.

Flug observó a la eldritch a los ojos, buscando una explicación en esa mirada bicolor que se espejaba en su hija; en ellos solo había una sonrisa que se reflejaba en sus labios pintados de rosa, y un aura casi brillante que logró una mueca de desprecio absoluto por parte del menor de los eldritch.

— No tiene caso que sea yo quien la conserve, es su deseo después de todo, y mi magia no tiene más que hacer allí— la caja pasó a manos del villano, que no tardó en hacerla desaparecer entre sombras y un gruñido de molestia. Claramente la madera había absorbido la esencia de White Hat, de no ser así, probablemente el científico habría tenido oportunidad de tocarla antes— Estoy realmente feliz por ti Black Hat, encontraste a alguien perfecto para tu manera de existir.

Casi como prevención, Slug decidió sumarse al cuadro familiar, pasando su mano por los hombros de la eldritch y advirtiendo con una simple mirada al villano acerca de sus acciones. Ninguno de los dos parecía dispuesto a arriesgar la integridad de su cónyuge en aquel instante, por lo que bastó aquel intercambio de miradas para acordar una tregua tan duradera como la estadía de los intrusos en la pequeña isla.

— Le agradezco mucho White Hat— Flug hizo todo en su poder por no llamarla "Lady", mientras ofrecía una cordial y sincera sonrisa— No solo el regalo, su presencia el día de hoy y todo lo que ha hecho en todo este tiempo.

No compartieron una despedida larga, en pos de mantener aquella silenciosa tregua, palabras cortas y sutiles que dejaban ver todo lo que debían. A nadie le sorprendió que los primeros en irse fueran ellos, hubo palabras furtivas despreciando la presencia de héroes en un ambiente tan agreste para ellos; sin embargo, fueron palabras moribundas que no pretendían llegar de ninguna forma a Black Hat. Todos consideraban mejor no tentar la suerte.

Flug fue acorralado, casi al instante en que Black Hat lo descuido, por un renovado grupo de villanos que deseaban preguntar acerca de la eldritch y su pareja, y como ellos, siendo héroes a ojos del mundo, podían tener una relación tan cercana y sincera con él y el lord de la oscuridad.

De la mejor manera que sabía, evadió pregunta tras pregunta hasta poder librarse de ellos, huyendo sutilmente hasta verse nuevamente junto a su pareja, alejados de todos en un pequeño rincón oculto al cual, por suerte, nadie podía acceder sin ser visto. Verse allí, lejos del pequeño tumulto, le permitió respirar profundamente y relajarse.

— ¿Agotado ya, doctor? — inquirió el villano, permitiéndole descansar en su pecho, permitiéndole respirar tanto como le pudiera hacer falta, siendo consciente de que el muchacho no tenía el mejor manejo de su ansiedad cuando se trataba de multitudes— La tarde recién comienza Flug, ¿Te estás arrepintiendo de este fragmento de la ceremonia?

— No señor— se apresuró a aclarar, alejándose lo justo para verle a la cara y, pese a saber que estaba bromeando, mostrar una mueca de ligero terror ante la posibilidad de que, sin miramientos, el eldritch echase a patadas a sus invitados— Es solo un poco abrumador... no esperaba tener que huir de tantas preguntas.

— Ciertamente han sido imprudentes— concordó llevando su mano a acariciar la mejilla del muchacho, aprovechando el movimiento para acomodar correctamente un rebelde mechón del cabello que tanto amaba enredar entre sus dedos, atrayendo sutilmente su rostro— será mejor asegurarse de que recuerden su lugar, ¿No cree, doctor?

Apenas fue capaz de asentir, recibiendo gustoso el beso que le brindaba el villano, un beso de aquellos que le ayudaban a tranquilizar sus nervios y olvidarse, por el eterno instante que sus labios se tocaban, del mundo a su alrededor. Era un contacto suave, delicado, que apenas y podría dejarle cortes si se movían de más; un beso que se encontraba entre sus favoritos de todos los que podría compartir con el demonio.

— Vamos Flug, hay que proseguir con este evento.

Flug no debatió el asunto, porque al final del día aquello había sido su idea, sin embargo, no pudo pasar por alto el pequeño detalle de su jefe siendo incapaz de no tocarlo de alguna forma; algo que se volvía notorio a medida que las palabras de sus invitados se volvían repetitivas y el tiempo seguía su invariable curso hacia un particular momento de aquella celebración.

Casi parecía inconsciente de lo mucho que sus manos permanecían en los brazos del muchacho, o su cintura en ademan cariñoso; incluso los roces casuales de sus dedos estando junto al otro en la mesa, o hablando con alguien que deseaba hablar en conjunto con ellos. Todos eran toques cándidos, apenas perceptibles, que descolocaban ligeramente al humano, poco acostumbrado a un Black Hat altamente físico a la hora de estar rodeado de personas.

Poco a poco el ambiente abrumador fue mermando hasta volverse una serie de pequeñas tertulias esparcidas alrededor de la pista de baile, que desolada aguardaba por el momento de inauguración adecuado. Black Hat y Flug, entre tanto, se habían recluido a su mesa, compartiendo allí conversaciones triviales y jugando con Thana a diversos pequeños juegos que les solicitaba la niña, cada vez que se escapaba de la vista de la cazadora de almas.

Cuando el sol de la tarde se atrevía a acariciar el lugar, proyectando sombras juguetonas sobre la pista y los invitados, finalmente la voz de la cazadora se volvió a proyectar entre las mesas, pidiendo con más amabilidad de la pertinente a ojos de Black Hat, que los invitados y todo aquel que no fuesen la pareja de recién casados, volviesen a sus asientos y dejaran la pista completamente libre, anunciando un momento esperando con ansias.

La música inundó la estancia lentamente, captando la atención de todos los presentes hacia el centro de la pista, donde, enfrentados cara a cara, se encontraban ellos listos para bailar. Casi parecía un cortejo en sí mismo, una forma sutil pero atrapante de invitar a mirar, a entregarse por completo al momento que los envolvía.

Su baile tuvo un inicio lento, delicado, acompasado por la suave melodía del violín que parecía envolverlos, aislarlos de todo cuanto los rodeaba. El ritmo de sus pasos aumentó conforme lo hacía la música, pausando y dejándose llevar por cada nota, por como las partituras parecían cobrar vida propia y volverse una parte esencial de su danza, del movimiento de sus cuerpos guiados por el demonio.

Flug disfrutaba silencioso de cómo sus pasos tomaban un rumbo desconocido, pero familiar al mismo tiempo, de cómo las manos del villano daban sutiles apretones al ritmo de los pizzicatos y del arco deslizándose en las cuerdas del violín. De los giros y vueltas que en conjunto daban, adueñándose de la pista y respondiendo a preguntas silenciosas que aun descansaban en el aire, que aun rondaban las mentes imprudentes de algunos invitados.

De algún modo se volvieron solo ellos, su alrededor se transformó en simplemente la melodía envolviendo sus cuerpos y determinando hacia donde debían moverse, y que paso ejecutar después. Black Hat, hábilmente le hizo girar, alejándolo de su cuerpo para de inmediato volverlo a atraer, dejando su espalda contra su pecho, y envolviendo su brazo libre en su cintura.

El gesto era por demás posesivo, pero no de una forma que resultaba toxica o asfixiante, era simplemente un flojo abrazo que acercaba sus cuerpo sin segundas intenciones, nada más allá de poder disfrutar de su danza y de cómo, pese a ser el eldritch quien guiaba sus pasos, armonizaban perfectamente.

— ¿Te diviertes? — la voz de Black Hat en su oído, suave y apenas perceptible, logró un escalofrió que fue bien recibido por el demonio, que respondió con una sonrisa que bien podía sentirse sin necesidad de ver su rostro, una sonrisa complacida y juguetona que disfrutaba de todas las reacciones que pudiese provocar en el humano.

— Por supuesto, sabe que adoro bailar con usted— giró sobre sí mismo, entre el suave agarre de sus brazos, para encararlo y comprobar la presencia de aquella sonrisa, que bien podría haber robado a White Hat de su arsenal, correspondiendo con una mucho más inocente y tranquila.

— Hm... creo que ya deberías aprender a bailar Flug— el final de la canción se acercaba cuando aquellas palabras rozaron sus labios de forma nada discreta, amenazando con convertirse en un beso, antes de alejarse y plantar los labios en su frente.

— Prometo que lo haré señor— susurró con ligero rencor por haber sido dejado ansiando el contacto de sus labios en un beso más íntimo. Así como Black Hat, el también sentía cierta necesidad de constante contacto entre ellos.

Su baile finalizo con ellos alejándose unos pasos, en la misma posición en la que iniciaron, inclinándose ante el otro en una venia de agradecimiento y mutuo disfrute del momento recién compartido. Aquello significaba una total confirmación para todo aquel que siguiese teniendo alguna clase de duda; Black Hat jamás se inclinaría ante nadie, y estarlo haciendo ante su pareja solo reafirmaba la importancia que este tenía, el lugar que legítimamente le correspondía a su lado.

Volver a su mesa fue ligeramente extraño, ambos tenían la sensación de querer seguir bailando, de permanecer siendo el centro de la pista incluso cuando ahora había otras parejas allí, dejándose llevar por las nuevas melodías que inundaban la tarde. Sin embargo, y aunque fuese un deseo mutuo, el villano prefería que sus bailes más elaborados y aquellos que inevitablemente culminaban en alguna clase de intimidad, permaneciesen como algo enteramente suyo, ajeno a todos aquellos indiscretos que se inmiscuían en su vida sin permiso.

Para la tercera canción, una que armonizaba perfectamente con el tranquilo ambiente del momento, y cuando su comida se hubo convertido en una conversación trivial acerca de pequeñas anécdotas que no conocían del otro, fue cuando Demencia finalmente, envalentonada por unas cuantas copas de champan robadas de otras mesas, se acercó a ellos y ofreció su mano al demonio.

— Baila conmigo Blacky— la petición sonó brusca, entorpecida por el alcohol y los notables nervios que la invadían; no pudo evitar hacer una mueca de desprecio ante semejante atrevimiento, molesto también por verse interrumpido en su conversación— por favor...

— ¿Por qué debería? — la brusquedad de sus palabras no se hizo esperar, era un tono completamente opuesto al que empleaba en sus conversaciones con Flug, era el de siempre, el que todos conocían y temían. Y habría podido seguido siendo, de no ser por esa mirada rota que le brindo la alebrije, una mirada que no costaba mucho entender. Una mirada que, pese a generar satisfacción en su ser, también traía consigo un amargo sabor.

— Flug dijo que podía si no te intentaba besar— se explicó rápidamente, bajando su mano en derrota; no tenía ganas de insistir como normalmente lo haría, eso se notaba a leguas, pero lo que realmente tomó al eldritch por sorpresa fue el cómo, pese a esa suerte de promesa, se inclinaba a dejar un beso en su mejilla— Realmente quería, al menos una vez, poder bailar contigo. Al menos sentir que realmente me quisiste por un instante.

Black Hat despreciaba enormemente el chantaje emocional, no porque lo considerase una mala manera de manipular a otros, sino porque en su poco entendimiento de las emociones, tanto propias como ajenas, había siempre un rastro de algo que inevitablemente despertaba cierta empatía y comprensión, que no solía tener mayor influencia en su ser.

Sin embargo, este momento era distinto, incluso si fingía suma indiferencia a la petición y razonamiento de la chica, sabía que un baile realmente era lo menos que podía ofrecerle a su rota alma. Poco le importaba en realidad saldar una deuda tan mundana como un corazón roto, pero hasta él reconocía que había excedido el límite y merecía la pena enmendarlo.

Incluso no siendo más que un modo de perpetuar la ciega lealtad de la chica, al menos podía disfrutarlo.

— Bien, una pieza, nada más— sentenció a medida que se levantaba de su lugar, indicándole que lo acompañase a la pista, siempre bajo la mirada entre curiosa y complacida del muchacho, que no pudo contener una suave risilla ante el entusiasmo de Demencia.

— Gracias, muchas gracias Blacky— chilló feliz, sintiendo por primera vez en años la mano del villano tomar con delicadeza su cintura, mientras la otra tomaba su mano libre y le empezaba a guiar en un movimiento pausado, tranquilo, que en nada se parecía al baile que había compartido previamente con Flug.

— No es algo para agradecer lagartija— espetó dando una vuelta, sonriendo con malicia al ver la sorpresa y el dolor en el rostro de su subordinada, provocados por una espina que, cumplido el objetivo de clavarse en su pie, se evaporó en humo gris— Será entretenido ver cuanto aguantas siendo mi pareja de baile.

— Acepto el reto, señor— debía concederle a Demencia dos cosas, la primera, el estar dispuesta a seguirle semejante juego, sabiendo que sería la única perjudicada; la segunda, la enorme resistencia que manifestaba incluso pese al dolor que, estaba seguro, sentía recorrerle el cuerpo.

Bailaron entre espinas, cuchillas y llamas que se desvanecían en humo cada vez que lograban herir a la chica, convirtiendo aquella aburrida danza en un espectáculo digno de ver. Muchos de los presentes, siendo íntimos y antiguos clientes, sabían lo increíblemente difícil que era seguirle apropiadamente el juego al bailar y, pese a ello, esa tarde ya había presenciado a dos seres mortales capaces de danzar en compañía del demonio sin perder una sola vez el ritmo. Claro, ellos ignoraban que Flug apenas y podía hacer algo sin su ayuda.

Al terminar la música, manteniendo su palabra, la alebrije simplemente se inclinó ante él en respeto y saltó a abrazarlo por el cuello en agradecimiento. No correspondió al contacto, se limitó a simplemente palmearle el hombro y alejarla antes de que otra canción diera inicio. En su mesa lo esperaba su pareja, sonriente a más no poder, en compañía de la cazadora de almas y su cría, ambas evidentemente cansadas, a lo mejor por andar correteando por todas partes.

— Ni creas que te voy a volver a limpiar el mugre, pequeña sabandija— sentenció tomando su lugar junto a Flug, bebiendo apurado lo poco que quedaba en su copa, para bajar la adrenalina y emoción de haber vuelto a bailar en toda regla con alguien a quien poco le importaba lastimar— Esta vez será problema de la cazadora.

Rio entre dientes ante la protesta de la mencionada, que genuinamente parecía al borde del desmayo, cortesía de un agotamiento físico al que no estaba acostumbrada, pese a su trabajo habitual.

No pasó más de un minuto antes de que ambas, cazadora y alebrije, se hallasen en la pista de baile junto a otros tantos que habían decidido disfrutar de la música de 5.0.5, y bailar sin orden ni gracia, simplemente moviendo sus cuerpos como más les parecía.

— Fue impresionante verlos bailar, Jefecito— comentó el muchacho una vez estuvieron solo ellos tres, acariciando el cabello de la niña y quitando las hojas que nuevamente se habían pegado a este— No imaginé que pudiera dar tal espectáculo con alguien con quien no quería bailar.

— El baile es un lenguaje complejo doctor, cargado de matices y formas apenas comprendidas por tu raza— comentó ayudando con la limpieza superficial de su cría, ofreciéndole a la pequeña un plato lleno de fresas, imaginando que el gasto de energía le habría dado hambre— Bailar con Demencia, o dado el caso, cualquier otro ser altamente desagradable para mí, no resulta interesante. La tortura momentánea, y su sufrimiento contenido en el deseo de seguir bailando conmigo me es más entretenida.

— ¿Por qué conmigo no? — la duda era genuina, casi asfixiante; Flug sabía perfectamente lo mucho que Black Hat torturaba a sus parejas, lo mucho que llegaban a sufrir, pero él nunca parecía haber estado mínimamente cerca de experimentar aquello.

Black Hat le brindó una mirada ligeramente sorprendida, no habiéndose esperado esa pregunta. Era consciente de que el muchacho tenía cierta tendencia a querer entender todo, incluida abiertamente su relación y todo lo que ella implicaba; sin embargo, a sus ojos, aquello tenía una respuesta demasiado obvia como para que valiese la pena contestar. Aun así, dejó salir un suspiro, como si estuviese fumando, y volvió la vista al frente, antes de responder.

— Porque eres tú— murmuró llevando su mano hasta encontrar la contraria, acariciando el dorso con el pulgar, mientras sus dedos acababan entrelazados; un suave gesto que se añadía a los constantes roces que llevaban toda la tarde compartiendo— No me resulta aburrido bailar contigo, incluso si apenas sabes un paso o dos; hay algo en el matiz particular de bailar contigo que me resulta irresistible, sería un desperdicio arruinarlo por un mero capricho.

El suspiro que parecía retener las lágrimas del muchacho le brindó satisfacción, le agradaba saber que sus palabras, en esos escasos momentos de sincera intimidad, tenían tal efecto en su ser. Llevó la mano de su esposo hasta sus labios, para dejar allí un cándido beso, antes de que volvieran a sus conversaciones triviales, y a cuidar de su hija mientras el mundo a su alrededor empezaba a disfrutar de la reunión como normalmente se esperaría. Para ambos era mucho más cómodo quedarse allí hablando.

וווו×

Para cuando la luna finalmente se alzaba en el horizonte, solo eran ellos y los habituales miembros de la mansión, todos reunidos en una de las mesas más grandes que había dispuestas en el claro donde se había celebrado su unión, compartiendo rebanadas de pastel que Black Hat se rehusaba rotundamente a probar, y palabras sueltas que inevitablemente derivaban en risas escandalosas y anécdotas sin sentido.

— Blacky hay algo que no entiendo— interrumpió en dado momento la alebrije, señalando al eldritch con su tenedor lleno de masa y crema, lanzando algunas migas a volar por ahí— ¿Qué diablos es este lugar? Parece que estamos a metros de Hat Island, pero venir aquí tomo horas.

— Por supuesto que no esperaba que lo entendieras, Demencia, es el punto de este lugar— Flug estaba fascinado por el hecho de que su jefe, ligeramente animado por el alcohol, participaba activamente en la conversación con Demencia, incluso pese a lo estúpidas que normalmente le resultarían sus preguntas— Cientos de historias han narrado la existencia de esta isla en mitos y leyendas que se han perdido con el tiempo, reducidas a un solo nombre y una sola entidad que vagamente recuerdan las antiguas historias de ciertas civilizaciones mediterráneas. Ogigia, si mal no recuerdo, fue el último nombre que le dieron.

Claro que, participar en la conversación no lo frenaba de jugar con sus palabras y hacerse tan ambiguo como le fuese posible, obteniendo siempre una mirada confusa de la joven, y una risa entretenida tanto de su hija como de la cazadora de almas, que finalmente se daban un respiro de su constante ir y venir.

— En una ocasión más propicia a lo mejor hable de ello— concluyó poniéndose en pie y, tras mover el cuello para liberar tensión, chasqueó los dedos, desapareciendo todas las decoraciones, mesas, sillas y demás objetos utilizados en la tarde. El muchacho estuvo seguro de que aquello era la envidia de varios organizadores de bodas— Se hace noche, largo de aquí antes que el mar se ponga en su contra y acaben en boca de algún Kraken. Doctor, lo espero adentro.

No pudo irse sin antes recibir un fuerte abrazo de parte de su hija, y un beso de buenas noches. Thana tenía la costumbre de hacer eso cada noche, ir a buscarlo y desearle las buenas noches (a veces malvadas, como él mismo decía), y luego volver a los brazos de quien fuese a cuidarla ese día, para cumplir con su rutina.

Esta vez volvió con Dark, sabiendo que debía ir con ella, tal como le habían dicho en la mañana. El castaño se acercó primero a ellas, con expresión preocupada, apenas camuflada bajo una tranquila sonrisa.

— Buenas noches mi princesa hermosa— murmuró antes de dejar un beso en su frente como cada noche, y acariciar su rostro suavemente; aquello casi le servía de confirmación, una certeza de que realmente estaba allí y podía sentirla— Descansa y sueña bonito mi niña, prometo que estaré allí en la mañana para que desayunemos juntos, ¿Okay?

— Okay papi— le dio un abrazo tan fuerte como sus bracitos le permitían, sollozando sutilmente ante la realidad de que estaría lejos de él esa noche. Regresó a los brazos de la cazadora de inmediato, ocultando el rostro en su cuello y abrazándola como si temiese que ella también fuera a dejarla.

— Cuidaré bien de ella Doc, no te preocupes— garantizó consolando a la pequeña, acariciando su espalda y llegando incluso a cantarle suavemente aquella melodía que le había dedicado el primer día— Nos vemos mañana Flug, espero puedas caminar al volver.

Incluso pese a ser un susurro, la alebrije logró escuchar y lanzar una risotada al aire ante el comentario, que envió un fuerte sonrojo por todo el rostro del humano, prácticamente de oreja a oreja. Eligió ignorarla y terminar con su despedida.

— Ay Pachoncito, no te me achicopales— le acarició las mejillas con todo el cariño que le tenía, sintiendo la culpa de no haber podido estar con él durante la tarde, ni de haberle agradecido su ayuda y la deliciosa comida que había preparado para ellos. Debía darle algo cuando tuviese el tiempo, en compensación— Te amo mi retoño azul, nos veremos en la mañana.

El experimento le abrazó llorando, yendo después a la cazadora para buscar consuelo en su voz y sus caricias, que parecían tener un efecto calmante en casi todos los miembros de la mansión. Al final solo quedaba Demencia, y su demoledor abrazo que bien podría partirle un par de costillas si quería.

— Disfruta la noche Nerd— pidió al separarse, guiñándole un ojo y sacando la lengua con total alegría, y nada de inocencia; su comentario estaba cargado de ese tono perverso que había usado todas las veces que le insinuaba que tendría otro hijo con el villano— Si vuelves esperando otra cría, prometo ser mejor tía esta vez.

— ¡Maldición Demencia! — regañó aún más avergonzado que antes, difícilmente creyó que podría llegar a estar tan rojo sin desmayarse por la subida de presión, sin embargo, ahí estaba, tentado a lanzarle una piedra a la chica solo por ser tan imprudente en ocasiones— Vete de una vez, ya tuve suficiente.

Pese a la molestia que generaba, encontraba diversión en como parecía siempre querer enmendar su error, le resultaba agradable.

Cinco minutos después, solo quedaba él en el claro, viendo al horizonte como la isla donde vivían jugaba con su percepción de la distancia, y unas cuantas teorías físicas que varios científicos odiarían saber fáciles de romper. Dejó un último suspiro en el creciente frio de la noche y se encaminó a la única cosa que no era una ilusión, la acogedora casa en medio de la isla.

— Ciertamente molesto— gruñó el eldritch al verlo finalmente cruzar la puerta, tamborileando los dedos contra su brazo, moviendo rítmicamente el anillo, que brillaba a la luz de la habitación y la luna mezcladas— Nunca una ceremonia me había resultado tan tediosa. Mas te vale haberla disfrutado, Flug.

— Mucho, señor. Fue realmente maravillosa— no tomaba ofensa en sus palabras, porque realmente no había nada detrás de ellas; Black Hat solo estaba expresando la sensación de agotamientos que en silencio ambos compartían, por lo que supo también que un beso, así fuera corto, lograría calmarlo.

Por supuesto que el contacto no fue corto ni fugaz, no se habían besado desde aquel pequeño descanso previo al baile, y una creciente urgencia de sentirse, que llevaban ignorando toda la tarde, solo los empujó a un largo y profundo beso, uno que se robó hasta la última pizca de aire que Flug tenía reservado en su sistema, momento en que tuvieron que separarse.

— Anda, vamos, podremos tener toda la noche pero no toda la eternidad— de algún modo, pese a lo necesitados que estaban por el otro, las cosas no eran apresuradas; era casi una contradicción el cómo, con la mayor calma posible, Black Hat le tomaba entre sus brazos y le cargaba, al más cliché y delicado estilo nupcial, por las escaleras hasta la única habitación donde nadie había estado en todo el día. Inevitablemente Flug rio ante ello.

Los recibieron paredes color vino, pequeñas lámparas en las esquinas y columnas, que parecían iluminadas por velas pese a tener pequeños bombillos en su interior. Una ventana casi tan grande como lo sería la de la mansión le daba paso a la luz de la luna, que sumaba una magia platinada a la atmosfera general del lugar.

Llamó la atención del muchacho, una vez fue dejado en el suelo para explorar a sus anchas, que las sábanas de la cama fuesen blancas, como si ellos no hubieran estado años compartiendo la cama y quitándose el sueño mutuamente. La decoración y muebles adicionales no diferían mucho de la usual combinación de caoba rojiza y satín carmesí que plagaba el hogar del demonio.

— Es casi como su habitación— señaló al descubrir que había dos puestas, ocultas también, que una daba al baño y la otra, a diferencia de lo que esperaba, daba a un pequeño jacuzzi con velas apagadas y un agradable aroma que hizo su cuerpo temblar. A lo mejor más tarde podrían usarlo.

— Una suite matrimonial del mejor gusto posible— vanaglorió retirándose el saco y aflojando la corbata, como si seguir vistiendo tan ajeno a lo usual le resultase incomodo. Mientras Flug seguía explorando, él se acercó al ventanal y, abriendo uno de los paneles, se permitió tomar un cigarrillo y fumar sin ver realmente a nada en específico— Además, imaginé que cierta familiaridad nos vendría bien. ¿No te resulta más cómodo así?

— Absolutamente— Flug rio ante el pequeño sobresalto de su jefe por descubrir que se había posicionado a su lado, también con la espalda contra el cristal y los brazos cruzados sobre el pecho, con la mirada fija en el invariable rostro del mayor.

La mirada de Black Hat se posicionó en su rostro, en esos ojos verdes que parecían brillar como el fuego de su chimenea y le observaban con algo tan cercano al amor como a la absoluta devoción. Amaba esa mirada, la sutil diferencia de la que estaba seguro nadie era consciente y como esas marcas en su piel enmarcaban sus rasgos más atrayentes.

Una idea divertida cruzó su mente mientras daba una nueva calada al cigarrillo, sacudiendo las cenizas fuera de la ventana. Inclinó su cuerpo apenas lo necesario para estar a mejor altura, a más cercanía de su rostro, y dejó salir el humo lentamente sobre aquellas facciones que tanto adoraba, obteniendo justo la reacción que quería.

Flug se notaba ya bastante alterado, puede que producto de la vergüenza por los comentarios que logró escuchar de parte de las jóvenes con que vivían. Daba igual en realidad si era por eso o por la necesidad de contacto, lo que importaba es que sus ojos se habían abierto a más no poder y sus mejillas habían tomado tanto color que la cicatriz era prácticamente inexistente.

Aquello era otra cosa que amaba de su rostro, ese sutil caos que lo adornaba siempre, y los pequeños gestos que complementaban a la perfección todo lo que lo hacía tan él. Brindó una sonrisa coqueta al saber que el muchacho esperaba una explicación a su gesto, acercándose más, hasta estar a pocos centímetros de esos encantadores labios.

— ¿Ocurre algo, doctor? — su voz, ronca por el humo y la seducción, acarició los sentidos del humano, rompiendo la tensa paz que los había envuelto, que la luna solo ayudaba a intensificar con su parteada luz. Black Hat se sabía una tentación, un manjar que estaba cercano, e inalcanzable al mismo tiempo, y le complacía con ello obtener tantas pequeñas reacciones de su pareja.

Flug clavó sus ojos en los del mayor, en ese ojo visible de profunda oscuridad, intentando adivinar en que pesaba, así como él lo hacía con tanta facilidad. Inhaló largamente, recogiendo en sus pulmones todo el aire que pudiese almacenar, antes de finalmente inclinarse a besarlo.

Realmente le había hecho falta un beso así, profundo y lento, un roce de labios que fácilmente podría pasar a un contacto apasionado, intenso. Sus manos encontraron rápidamente la corbata, para halarla con suavidad y asegurar que el eldritch no se alejaría.

No pudo mantener mucho tiempo el contacto, pues Black Hat se alejó con calma, conservando siempre esa sonrisa seductora y una mirada deseosa, posiblemente tanto como la suya tras finalmente poder probar sus labios con sabor a tabaco. Volvieron a besarse, esta vez por iniciativa del demonio, con mucha más intensidad.

Movían sus labios a la par que sus piernas, apegándose tanto como podían mientras el eldritch conducía sus cuerpos hacia la cama. Sus manos encontraron lugar en la cadera del muchacho, mientras él se aferraba a sus hombros, temeroso de caer.

Poder finalmente disfrutar de las manos de Black Hat sobre su cuerpo se sentía como un premio por el cual había aguardado durante todo el día. Los toques sutiles no eran remotamente suficiente, o aceptables, a comparación del tacto completo sobre sus muslos, que acariciaban lentamente sobre la tela del pantalón, mientras sus labios se encontraban una y otra vez, como si no pudieran alejarse más que unos segundos para permitirles respirar.

El largo saco que lo había acompañado en la ceremonia se hallaba perdido en algún lugar del suelo, abandonado desde el momento en que su cuerpo tocó las sábanas de la cama. Estaba a completa merced del villano, sometido a su voluntad y lo que desease hacer con él esa noche, y la idea le encantaba.

Mientras los besos empezaron a bajar a su cuello, sutiles y casi efímeros, como si temiera con ellos dejar alguna marca permanente, la sensación de temor y certeza lo invadió. Estaba seguro de que, pasara lo que pasara, Black Hat no se detendría hasta haber tocado cada rincón de su piel, sin embargo, al mismo tiempo le aterraba que su pequeña sorpresa pudiera no resultar agradable al villano. Tendría que esperar para averiguarlo.

El primer jadeo sonoro de la noche vino orquestado por las frías manos del demonio, que logrando desacomodar finalmente su camisa, se abrían paso por su vientre, sintiendo cuidadosas la piel que esperaba oculta por la tela, robando más gemidos y ligeros llamados que incitaban a continuar.

Incapaz de quedarse quieto, intentó llevar sus manos a la camisa de su jefe y quitarla, deshacer el largo camino de botones que le privaba de sentir su piel con igual libertad; sin embargo, la familiar sensación de algo viscoso enroscándose en su piel lo tomó desprevenido, y logró un gritito de sorpresa entre su pesada respiración.

— No doctor, esta noche mando yo— sentenció contra su oreja, tomando entre sus dientes el lóbulo para, con una suavidad que Flug desconocía aquellos colmillos pudieran tener, halar de este ligeramente, reemplazando la sorpresa por necesidad— ¿Mantendrás las manos para ti? No es que me importe atarte, pero quiero probar esa fuerza de voluntad.

Adivinó que la respuesta no importaba, lo que importaba era lo que hiciese con sus manos al verse nuevamente libre; realmente quería quitar esa camisa, quería acariciar su pecho y sus brazos, sentir los vestigios de cicatrices que sus rasguños y mordidas habían llegado a dejar y robar el extraño calor que emanaba de su piel, pero la amenaza de restricción lo obligaba a contenerse.

Aunque, uno que otro juego no estaba de más, por el momento prefería dejarse hacer.

Esas frías manos deshicieron uno a uno los botones de su chaleco, y de su camisa, torturándolo con la lentitud y parsimonia con que avanzaban, pese a que seguía recibiendo besos, y uno que otro chupón en su cuello. Por primera vez en su vida aborrecía tener tanta ropa encima. Fue inevitable preguntarse si era frustración sería similar a la de Black Hat al ser él quien se tomaba su tiempo en desvestirlo.

Finalmente algo le robó el aliento, algo inesperado y nuevo, que sacudió su cuerpo al instante y le dejó desconectado un momento. Siempre tenía a su pareja acomodado entre sus pierna, tan cerca como él mismo decidía, esperando por más; en ese instante, por primera vez, sintió como sus erecciones chocaban sobre la tela, separadas por la ropa, y aun así de forma tan intima, que todo su ser se estremeció de sorpresa y excitación.

— Je-Jefecito...— había llevado sus manos a las sábanas, desesperado por tocarlo y desnudarlo, por hacer algo sin importar qué. Lo único que se sentía capaz de hacer era rogar, rogar por más contacto, por más cercanía y más besos.

Black Hat sonrió complacido ante la obediencia del muchacho, ante como se forzaba a seguir sus órdenes incluso en momentos como ese. Tenía una vista maravillosa de su científico para deleitarse; disfrutaba de su rostro jadeante y sonrojado, de sus pálido pecho subiendo al ritmo de su reparación y sus piernas abiertas ante él, a cada lado de su propio cuerpo, invitándolo a seguir.

El camino de besos finalmente encontró continuación en su torso, pasando de su cuello a sus clavículas y a su pecho, a esos rosados pezones que el eldritch rara vez se molestaba en tocar, pero que siembre brindaban las mejores reacciones de parte del muchacho. El cuerpo de Flug se arqueaban hacia los labios que recorrían su piel, hacia las manos que hábiles repartían caricias sutiles, ansioso por más.

Los besos siguieron hasta su vientre, hasta la cicatriz que lo adornaba, pasando delicados por ella como siempre hacían y llegando al obstáculo que empezaba a molestarle demasiado; sus jadeos salían temblorosos, ansiosos por la libertad que necesitaba su erección, y la atención que pudiera recibir después de parte del villano. Y también en anticipación, nervioso por lo que pudiese pasar ahora.

Se encargó de desabrochar el pantalón, teniendo aun toda su atención en su vientre y llenar de besos y laidas la zona, obteniendo en respuesta al toque desconsiderado que sus manos daban en aquel bulto bajo la tela, sonoros y altos gemidos, algunos mezclados con su nombre, que pedían más.

Tuvo que interrumpirse a sí mismo al sentir las manos del muchacho en sus hombros, lejos de las sábanas y desobedeciendo su orden. Una felina sonrisa se dibujó en su rostro, contra la piel del humano, una que provocó un escalofrío en respuesta.

— No Flug, ¿Qué dije acerca de las manos? — irguiéndose sobre él, manteniendo esa expresión complacida y divertida que solo surgía cuando obtenía lo que deseaba sin siquiera esforzarse, comenzó a quitar lentamente la corbata, disfrutando el sutil miedo en esos ojos que tanto amaba— Veamos... ¿Qué será lo apropiado?

Flug estaba sorprendido ante el modo tan juguetón y coqueto con que lo miraba desde esa altura que estar arrodillado sobre él le brindaba, era una versión de Black Hat que muy contadas veces había logrado presenciar y disfrutar, y estaría mintiendo si dijera que no le encantaba. Gusto que aumentó en cuanto se vio completamente restringido ante él.

Sus muñecas, cruzadas una sobre la otra, se encontraron atadas por la suave tela de la corbata, en un elegante nudo que no podría jamás lastimar su piel, pero creaba en su ser una sensación tan peculiarmente excitante que le costaba creer que tanto deseo proviniese solo de él. Daba igual si aún tenía la camisa puesta, sentía que ese detalle de estar medianamente vestido añadía una capa más de deseo a la situación.

Black Hat retomó el trabajo de quitar el pantalón del muchacho, deteniéndose a mitad de camino debido a la sorpresa que lo esperaba debajo de la oscura y elegante tela que él mismo había elegido para su esposo. Un delicado encaje negro, humedecido por la algo dolorosa erección a esas alturas, le recibió envolviendo la intimidad del científico como un regalo, uno reservado exclusivamente para él.

— N-no es lo que cree... Demencia fue la qu- Ah~

Cualquier explicación murió en aquel gemido alto, que abandonó sus labios con el toque indiscreto de una de sus manos, acariciando sobre la tela y saboreando las expresiones y reacciones que obtenía en respuesta. Con sus manos atadas sobre su pecho, Flug solo lograba removerse inquieto, necesitado por más contacto, por toda la atención que Black Hat pudiera brindarle a su cuerpo.

— ¿Demencia dices? — había astucia y disfrute en su voz, un tono juguetón que iba perfecto con la situación en la que se encontraban— Entonces supongo que a ella debo agradecer el manjar de esta noche.

Un chillido dejó sus labios ante esas palabras, acompañadas por el nada sutil apretón que su erección había recibido, aumentando la impaciencia que a esas alturas era abrumadora. Leyendo su frustración y probablemente sus pensamientos, Black Hat se alejó de nuevo de su cuerpo, permaneciendo sobre él como hasta ahora, para empezar a quitar la camisa que él con tanta desesperación había intentado quitar.

Pronto se vieron en igualdad de condiciones, cubiertos solamente por la ropa interior, besándose nuevamente en necesidad de más. Las manos de Flug sobre su cabeza, restringidas ahora también por una de sus garras. Mientras la otra lo masturbaba sobre la tela, torturándolo con apretones y caricias que lo enloquecían cada vez más; era ya un caos, despeinado y jadeante, que llamaba el nombre de su pareja a cada respiración.

Se sentó con el chico sobre sus piernas, llevando finalmente sus manos a tocar su espalda baja y todo cuanto pudiese encontrar de camino; estaba fascinado con la imagen del humano delante suyo, más allá de lo atractivo que se veía jadeando su nombre, estaba fascinado con la belleza de su cuerpo, el contraste de su pálida piel con el encaje negro que se rehusaba a quitar, mezclándose con la camisa blanca y las pequeñas marchas de chupones que había dejado previamente. Era simplemente perfecto.

Volvió a besarle, con mucha más calma y lentitud, dirigiendo sus manos a sus glúteos, a apartar la delgada tela que lo protegía para poder comenzar a prepararlo; era usualmente trabajo de Flug el estar listo para recibirlo, dilatar su entrada lo suficiente para no salir lastimado y además darle un espectáculo único, sin embargo, y considerando no solo sus manos atadas, sino que había decidido se él quien dirigiese el acto de esa noche, prepararlo era un deleite más que una molestia.

— ¿Listo? — preguntó sobre sus labios, levantándolo apenas para poder liberar su propia erección y situarlo correctamente, pasando sus manos sobre su cabeza para que descansaran en su cuello, tentando a liberarlo y permitirle tocarlo.

— Para usted, siempre— se dejó guiar con facilidad, soltando su nombre en un largo y complacido gemido, por verse finalmente lleno de nuevo por aquel miembro que tanto disfrutaba sentir en su ser. Descansando y regulando su respiración antes de empezar a moverse él mismo, permitiendo al villano sonreír antes de unirse al vaivén de sus cuerpos.

Lo amaba, amaba sus expresiones, su voz, todo lo que tenía delante; Flug era una armonía única de caos y orden exclusivamente suya. Cada matiz que tenía su existencia era maravilloso a sus ojos, y al tenerlo allí, entre sus brazos en aquella noche que les pertenecía exclusivamente a ellos, estuvo seguro de que no le dejaría ir de nuevo.

Estaría junto a él en la eternidad, sin importar cuanto tiempo era realmente eso.

וווו×

La mansión le parecía extraña sin Black Hat o Flug en ella, como si lo que la hacía tan extraña y macabra se fuese en la ausencia de ambos. Tenía sentido considerando que Black Hat siempre parecía estar conectado a ella, como una extensión de su ser, sin embargo, esa esencia macabra no se perdía tanto cuando salía solo, como lo hacía en ese momento en que ambos estaban fuera.

Entró en su habitación, dispuesta a cambiarse aquel molesto vestido elegante por algo mucho más cómodo, considerando si después debiese ir a ayudar a Dark con la niña. La cazadora solía manejar muy bien a la pequeña criatura, pero había dicho muchas veces que siempre agradecía la ayuda que pudiese recibir al cuidarla.

Estaba a medio camino de desnudarse cuando notó algo sobre su desordenada cama, algo que estaba segura no le pertenecía. Despojada del vestido y los zapatos se acercó a ver que era, esperando no encontrar algún animal muerto cortesía de Jack.

— ¿Chocolates? — preguntó a la nada al tomar la caja, de elegante color negro y detalles dorados, y abrirla, encontrando en su interior 24 chocolates perfectamente empacados, todos brillantes y de notorios sabores variados. Era un regalo costoso, sin dudas de la mejor calidad posible, y un aroma tan agradable que sus mejillas se tiñeron de rojo por el simple hecho de imaginar su sabor.

Salió como estaba al pasillo, abrazando la caja y corriendo en busca de la cazadora de almas, bien por curiosidad de saber si eran suyos, o bien para compartirlos con su extraña pareja. En cualquier caso, sus pies la guiaron en automático por los pasillos hasta la habitación de la pequeña, convencida de que allí podría dar con ella.

— ¡Dark! — llamó casi estampando la puerta contra la pared, siendo recibida por una sombra que le cubrió los labios para evitar que gritase nuevamente.

— Te juro que si se despierta, dormirás en tu jaula esta noche— amenazó terminando de acomodar a la niña en su cama, casi en un susurró, antes de voltear a verla y comenzar a empujarla fuera de la habitación, dándole poca importancia al hecho de que estaba semidesnuda y abrazando una caja como si su vida dependiera de ello— ¿Qué sucede Demencia? Y por favor no grites.

Aguardó a estar libre de su mordaza para enseñar orgullosa la caja, y su contenido, luciendo la más amplia y sincera sonrisa que alguna vez había surcado su rostro.

— Encontré esto en mi cama ¿Fuiste tú? Es un regalo precioso. ¿Me pregunto qué sabores tendrán? — hablaba con rapidez, repasando los colores y formas de cada uno de los chocolates, intentando adivinar de que sabores eran. El olor a chocolate dificultaba la tarea, pero no le importaba.

— Um... no, no fui yo...— en contraste a su emoción, la cazadora estaba desconcertada; era casi como si le diera miedo que tuviera eso entre sus manos— ¿No decían nada? Digo, una nota o algo. Me preocupa que algún agente haya logrado entrar mientras no estuvimos.

Negó comenzando a caminar de regreso, tomando uno de los chocolatines y ofreciéndolo a la inmortal, tomándola por sorpresa momentáneamente, luego pareció ofenderse ante el gesto, algo a lo que no le dio mucha importancia al tomar uno para sí misma, de color distinto, y metérselo a la boca.

— ¡Oh, es de pistache! — celebró dando saltitos extasiada con el sabor y textura del bombón; era absolutamente maravilloso, reflejado perfectamente en su apariencia tan fina. Sin dudad aquella caja costaba más que su salario, o al menos así lo creía— ¿En serio no fuiste tú? Porque si no fuiste, eso quiere decir que son de Blacky, porque nadie más sabe lo muuuuuucho que amo el chocolate.

Demencia continuó balbuceando teorías respecto a la caja, comiendo un chocolate de cada sabor, probando los seis como si no importase que se estaba acabando la caja con cada paso que las llevaba de regreso a su habitación. Dark se limitaba a observar el chocolate que aún tenía en la mano, sonriendo al ver tan entusiasmada a la joven alebrije.

Era lindo verla disfrutar genuinamente de las cosas.

— Bueno, sí fue Black Hat será mejor quedarse con la duda— aconsejó al verse frente a la caótica habitación de la villana, finalmente comiendo su bombón, descubriendo que era de naranja, y algo más que no logró captar del todo— Pero ¿Por qué te daría chocolates?

— Se disculpa conmigo— aseguró sonriente, lanzándose a la cama para seguir con su tarea de saborear los dulces y peculiares sabores de cada uno de los rellenos, ofreciendo a la cazadora unirse a ella— Una que me debía desde hace mucho.

Dark confirmó que lo mejor sería aceptara aquello como la verdad absoluta y no intentar cuestionar al demonio al respecto, por el bien de todos. Se unió a Demencia en la cama, tras haberse quitado el vestido y reemplazado por una camiseta vieja. Tal vez esa no era la clase de noche que esperaba tener, pero esa calma tan agradable, y el poder disfrutar de algo tan delicioso al lado de su novia, era en realidad todo lo que pedía al universo.

וווו×

El tenue aroma de las velas y su llama danzando alrededor de ambos creaba una escena contrastante con el momento que antes habían compartido, con la descendida pasión y el agotamiento que compartían. Ahora solo eran ellos dos, en la quietud del agua y el silencio de la noche.

Se dedicó a acariciar su cabello con cuidado, repartiendo caricias por sus hombros y espalda, sorprendentemente poco maltratados por él mismo, ¿Cuándo se había vuelto tan cuidadoso? Flug siempre demostró aguantar sus mordidas y rasguños, su brusquedad y poca consideración, ¿En qué momento cambio eso para procurar no dañarlo?

— ¿Jefecito? — bajó la mirada para encontrar esos bellos ojos verdes, casi brillantes bajo la tenue luz de la habitación, observándole cargados de curiosidad, una de muchas anomalías de aquella noche tan pasional— ¿Está todo en orden?

— Solo pensaba Flug, nada que deba preocuparte — aminoró la importancia de sus pensamientos, pasando a acariciar su mejilla, a delinear, como ya le era costumbre, el difuso borde de las cicatrices que adornaban su rostro, disfrutando la sensación bajo sus dedos— ¿Es esto lo que deseabas?

La mirada analítica le daba satisfacción, había adquirido un gusto indiscreto por ver al muchacho analizar las cosas, considerar cada pequeña variante antes de dar sus respuestas, por el mero hecho de evadir los errores que en un pasado le habrían hecho enojar. Aquel tic ansioso había mutado en una costumbre a la que le tenía especial aprecio entre los sutiles detalles de su científico.

— Podría decir que si— finalmente contestó, apoyando la mejilla contra su pecho, siempre manteniendo el contacto visual, que volvía todo más intenso— Nunca creí que mi deseo de tener una familia se daría de este modo, que terminaría enamorado de usted, pero me alegra estar aquí, con usted Jefecito chulo, y me alegra que tengamos una niña tan hermosa.

— Que cursilerías más absurdas— bufó falsamente irritado, retomando la tarea de masajear su espalda cariñosamente, envolviendo el pálido cuerpo en un sutil abrazo que parecía querer fundirlos en un solo ser. Era un gesto posesivo que resultaba adorable a los ojos de Flug— te amo Kenning.

— Te amo Black Hat— correspondió al abrazo con especial sonrisa, acercándose a besarle con calma, simplemente disfrutando de la cercanía que aquel tranquilo momento brindaba. Se acomodó sobre su regazo con esa parsimonia que solo el cansancio provocaba, profundizando su beso con sutileza, casi como si en realidad no quisiese nada.

— ¿Podrás soportarlo? — inquirió el villano llevando sus manos a los muslos del muchacho, acariciando lentamente, subiendo cada vez más las caricias, llevando su rostro a la curva de su cuello, repasando besos recién dados y chupones recién hechos, rozando la piel con sus colmillo— No seré delicado esta vez, doctor.

Una de las manos de Flug empujó su cabeza hacia su piel, casi obligándolo a enterrar los colmillos de manera descuidado, casi forzándolo a probar esa adictiva sangre que tanto amaba saborear. Tomó aquel gesto como el permiso que siempre se aseguraba de tener, lamiendo largamente su piel antes de morder con fuerza, deleitándose en el suspiro que salió de sus labios.

Esa era su noche, eran solo ellos dos lejos del mundo, y mientras su esposo así lo quisiera, haría valer cada segundo a su lado, de tantas formas como tuviese permitido.

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Feliz navidad y felices fiestas queridos lectores, espero hayan tenido días agradables y recibido regalos bonitos de quien sea que se los traiga en su país.

Dioses, no puedo creer que logré esto, me es sinceramente impresionante ver que estoy haciendo esta nota final, después de tanto tiempo, sabiendo que es casi la última que haré para esta historia y sabiendo todo el camino que hemos recorrido. Es un poco surrealista si me preguntan.

Admito que hacer este capítulo costó lo suyo porque había muchas cosas que no quería incluir, he leído bodas absolutamente tediosas y aburridoras, así como otras muy buenas, y no sabía qué hacer para poder tener un buen resultado. Al final hice caso a los consejos que le suelo dar a la gente que quiere escribir y simplemente empecé. No sé bien qué clase de resultado obtuve, pero estoy feliz con él, porque cuenta lo que necesitaba que contara.

Podría haber tenido esto antes, pero Word decidió que mi escritura estaba siendo demasiado erótica y perdí unos 5 párrafos un día, y no pude sentarme a recuperarlos hasta una semana después. Pequeñas cosas que callamos los escritores supongo.

Como sé que no tendré el próximo capítulo antes de fin de año, desde ya les deseo un buen 2023, y les agradezco de todo corazón por estar aquí, por haberse quedado aquí en estos ya cuatro años de historia y seguir apoyando mi trabajo, son realmente maravillosos.

Sin más que decir, me despido por ahora, esperando que esto les haya gustado tanto como a mí, y que lo hayan disfrutado.

Nos leemos luego :)

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