•Capítulo 62: Un te amo vale más que mil dudas•
Saludos cordiales, villanos.
Es curioso, bastante sinceramente, como a veces incluso el alivio que me trae escribir se vuelve un poco agobiante. Podría enumerar con los dedos los problemas que retrasaron la salida de este capítulo, pero realmente no veo caso en ello, no quiero seguir y seguir eternamente hablando de mis problemas en una historia que tanta gente disfruta.
Lo que si diré es que, para variar, he tenido problemas para escribir últimamente, no porque ande de malas o porque me cueste, como es usual, empezar un capítulo, sino porque tengo tendinitis en la mano izquierda. En realidad la he tenido por años, pero ahora que tengo un tratamiento que me inmoviliza la muñeca, hacer muchas cosas es el doble de complicado, y entre ellas está escribir.
Ahora bien, esta nota no contiene información de mayor relevancia, a decir verdad es la primera en un buen tiempo que genuinamente no tiene datos curiosos, ni comentarios respecto a lo que sucede en el capítulo. Puede que también en anticipación a lo que viene en los dos próximos capítulo y eso, porque realmente estamos muy cerca de acabar y, aunque me emociona muchísimo contar un poco más de las cosas que he planeado, también me aterra darle un final a esta historia.
Algo que si quiero aclarar, que considero importante especialmente si no siguen a Cats en Facebook, es que, tanto Black Hat como White Hat, tienen una forma humana que usan en determinadas ocasiones, mayormente White, ya que Black ha dejado de usarla desde hace mucho. "Adriel" es el nombre que usa la forma humana de White Hat, es el nombre de un ángel que sirve a dios como un ser de castigo divino y muerte; es también uno de los 28 ángeles que residen y protegen las 28 mansiones de la luna. En la cultura china y taoísta, estas 28 mansiones son las 28 etapas de la luna en un mes y fue una de las primeras formas de calendario (aquí cito a Cats directamente porque yo batallé horrores para conseguir información al respecto).
Yo amo mucho su diseño de White Hat humano, y no usarlo ni una sola vez en esta historia sería casi un sacrilegio, así que esta vez hará una aparición realmente importante.
Por otro lado, música. Como ya es costumbre, este capítulo tiene una importante inspiración, solo parcial porque el resto de la canción irá también en el siguiente capítulo. Me refiero a "Undisclosed Desires" de Muse. Siempre he visto la canción como un himno PaperHat, cada que la escucho no puedo evitar pensar en este par y su relación tan curiosa. Pueden encontrarla en la playlist como siempre, y además quería informarle que ahora hay también una versión en Spotify, dejaré al final del capítulo una imagen con el código, aun así, pueden encontrarla como "De Monstruos y Humanos" fácilmente (mi usser debe aparecer como Tato).
Creo que no hay nada más que decir, si de casualidad surge, o recuerdo algo, lo añadiré como una edición en cursiva, igual que hice antes.
La imagen en multimedia pertenece a rakutepes.06 en Instagram (próxima a ser añadida).
Sin nada más que agregar, por favor disfruten la lectura.
La costumbre de escuchar pensamientos ajenos lo había acompañado por demasiado tiempo como para desear cambiarla en ese momento, era un hábito ya diario al que recurría en momentos de aburrimiento para entretenerse, para encontrar nuevos miedos con los cuales atormentar las pesadillas de los mortales y disfrutar de su sufrimiento, sin tener que recurrir nunca al daño enteramente físico. Sin embrago, cuando se trataba de Flug, siempre llegaba el momento en que preferiría no tener esa costumbre, en que incluso deseaba levemente no tener el poder para inmiscuirse en mentes ajenas, porque la suya era malditamente ruidosa.
Aquella mañana, conforme se aproximaba a la habitación del pasillo, contigua a la de la niña, que el muchacho utilizaba en los momentos del mes que el trabajo lo obligaba a mantenerse alejado de su lado, el ruido que escuchaba en sus pensamientos se hacía más y más fuerte, más insoportable. Ya sabía de antemano, antes de siquiera mutar su relación a una de confianza, que el humano tenía la mala tendencia a pensar demasiado, a perderse en ideas que no entendía de dónde surgían, y obsesionarse con alguna en particular que derrumbaba la poca confianza que el sueño le había permitido construir.
Y, en el último tiempo, aquellas estaban enfocadas en su boda, en la ceremonia que iban a protagonizar en poco tiempo.
Al estar frente a la puerta se obligó a respirar tan hondo como le fuese posible, ignorar las miles de dudas que gritaban por ser aclaradas en la mente de su científico, y abrió la puerta con suavidad, esperando no asustarlo. Se encontró un panorama que conocía bastante bien a esas alturas, una habitación simplista con una cama y una mesa de luz, nada realmente impresionante más allá de eso, con un muchacho parado de espaldas a la puerta, bajando la camiseta tan habitual en él para cubrir su torso.
Alcanzó a ver, mientras se acercaba, la mitad superior de su marca, de un sombrero permanente en su piel, asomándose por encima del jean, antes de que la tela azul lo cubriera. Habría llegado a olvidar que Flug tenía aquel sombrero en la piel, en la espalda baja, de no ser porque cada vez que lo tenía entre sus manos, acariciando su piel, llegaba a sentir la clara cicatriz de quemadura. Se obligó a no pensar en ello y, con una delicada caricia a su cabello, se hizo saber presente.
— Oh, buenos días, señor— le saludó girando apenas el rostro para confirmar que se trataba de él, dándole una media sonrisa a modo de saludo, para volver la mirada al frente y terminar de organizar su atuendo— Creí que nos esperaría en el comedor, como de costumbre.
— Necesito discutir antes un asunto contigo, Flug— aclaró alargando la mano para tomar el cepillo y, sin molestarse en preguntar, empezar a pasarlo suavemente por el aún húmedo cabello del muchacho, que se ondulaba mucho más de lo normal de esa forma— y la presencia de los demás parásitos de esta mansión no me resulta conveniente.
El muchacho asintió dejándose hacer, aguardando sus palabras en un cómodo silencio. Normalmente no se tomaría la molesta de hacer parte de la rutina mañanera de su pareja, pues no hallaba mucho sentido en ella, sin embrago, el tiempo que llevaban siendo prometidos (un año exactamente) le había dejado explorar un poco más que tanto podía permitirse el ser flexible en tanto a su propia forma de ver y vivir el mundo se trataba. En tiempos más recientes, puede que apenas unas semanas si lo pensaba con cuidado, había decidido hacer un poco más por él y por la niña, metiéndose en sus rutinas y obligándose a entender de a poco la importancia de cada pequeño paso.
Su favorito era peinar a Flug, así como a Thana. Encontraba placentero el simple hecho de estar cerca de ellos, sintiendo entre sus garras la suavidad del cabello que compartían como un detalle común bastante destacable, por eso, cuando tenía la oportunidad, decidía tomarse todo el tiempo que pudiera en la tarea de ayudarlos a estar presentables; incluso si Flug utilizaba la bolsa todo el día, le quedaba la satisfacción de ver un trabajo bien hecho en los momentos en los que la retiraba.
— Hay aún una larga lista de pendientes que atender, doctor, relacionados a nuestro compromiso— empezó al terminar de cepillar, jugando con una de las ondas que se formaba antes de dejar el cepillo de lado y tomar esa liga que él mismo le había regalado— Me gustaría que te tomes el día y resuelvas tantos como sea posible, incluido el traje que llevarás puesto.
— O-oh...— pudo percibir como se tensaba mientras su manos recogían cuidadosamente su cabello, juntándolo para recogerlo de forma menos descuidada que la habitual— Bueno... supongo que puedo hacerlo, pero creí que, que sería bueno terminar los pedidos pendientes antes de...
— De eso nada, Flug— cortó al imaginar por donde iría la conversación, no necesitando meterse de nuevo en su cabeza para adivinar lo que estaba pensando, las dudas que lo estaban atacando— llevas evadiendo ese asunto en particular por demasiado tiempo. Tengo que recordarte que mi apariencia depende enteramente de que decidas usar tú, así que será mejor que hagas a un lado todas esas estúpidas dudas que tienes y tomes la maldita decisión.
Flug se hizo más pequeño a medida que sus palabras dejaban sus labios, encogiéndose en sí mismo presa de miedo y más dudas que antes; podía verlo con solo analizar su postura, su forma de ocultarse en sí mismo en busca de un refugio seguro. Había sido indiscutiblemente más rudo de lo necesario al decir aquello, más brusco de lo que pretendía, y aunque sus palabras eran lo más sincero que había expresado en mucho tiempo, claramente para el muchacho sonaban más a un reproche de los que solían acompañar un trabajo mediocre, particularmente en épocas pasadas. Chasqueó la lengua a la par que apartaba a un lado la coleta recién hecha, inclinándose a dejar un delicado beso en la piel del cuello del muchacho, sobre una pequeña cicatriz que tenía la forma de sus dientes.
— Escucha, comprendo los nervios que te agobian al pensar en todo esto— murmuró aún sobre su piel, llevando las manos a abrazar su cuerpo, resistiendo el deseo de meterlas bajo la ropa solo para recuperar el tiempo que el trabajo les había hecho perder. Flug empezó a relajarse con la sensación de sus labios aun rozando su nuca— pero darnos el lujo de esperar más podría significar una serie de problemas que no quiero enfrentar. Si te resulta más fácil, pide ayuda a alguna de las alimañas de la mansión, incluso a Slut si hace falta, pero toma la condenada decisión hoy.
— Lo se señor, disculpe que sea tan... difícil para mí— las manos del humano tomaron las suyas, deteniendo una indiscreta caricia que se dirigía a levantar la camiseta, en busca de un contacto que, para la hora, no parecía adecuado— Prometo que le informaré mi decisión al final del día, y estaré en su habitación está noche, si no le molesta dormir conmigo.
— Tu presencia en mi habitación dejó de ser una molestia hace mucho tiempo, Flug— garantizó como cierre de tema, irguiéndose y soltando al muchacho, pasando una última vez las manos por su cabello antes de dar media vuelta y empezar a alejarse— Lo espero en el comedor. Ah, y doctor.
Flug se giró dispuesto a escuchar lo que tuviera que decir, encontrándose con el rostro sonriente de su pareja de frente, que se inclinó a robarle un corto beso, algo que no se había esperado en lo absoluto. Era poco usual que Black Hat le robase un beso, mucho más que fuera de esa forma tan repentina.
— Buenos días— susurró sobre sus labios antes de desaparecer como una sombra, dejándolo solo en la habitación. Flug se llevó las manos a los labios mientras una sonrisa tonta se apoderaba de su rostro, aquello había sido inesperado, pero le dejó también un muy agradable cosquilleo en el estómago.
Black Hat avanzó por el pasillo con las manos tras la espalda, agradeciendo que sus acciones hubiesen ayudado a disminuir el ruido que podía escuchar en la mente del científico, al menos por un rato. Le dejó ser completamente, empujando la puerta que daba al cuarto de su niña. Seguía siendo de madera oscura, pero ahora tenía nubes y aviones de papel decorando su nombre, un sombrero negro tallado justo debajo de la infantil decoración y pequeños detalles adicionales que elegía siempre ignorar.
Fue recibido por el suave aroma a bebé que solía acompañar los baños de Thana, proveniente siempre de los productos que Flug insistía en usar con ella. Se encontró con un pequeño desastre de prendas esparcidas por el suelo, a la cazadora de almas de pie frente a una silla, y a su hija delante de ella, con cara enojada y los brazos cruzados sobre el pecho, en un gesto que se le asemejó mucho al doctor y a si mismo a la vez.
— Ah, buenos días, Lord Black Hat— saludo la cazadora con un movimiento de la mano, sin voltear a verle, muy ocupada en el asunto de vestir a su hija. Se imaginó, por el desorden, que encontrar algo que desease utilizar había sido una experiencia cercana a una pesadilla— Disculpe el desorden, Thana no quería dejarme vestirla, y las cosas se me salieron un poco de las manos.
Por lo general no se había interesado respecto a otra cosa que no fuese el caos y desorden en el suelo de la habitación, con juguetes y ropa desparramados por todas partes, junto a cajones a medio abrir de los que sobresalían telas arrugadas, pero notar las mordidas en las manos de la cazadora, que se tomaban su tiempo en sanar, le preocupó ligeramente.
— ¿Bebió algo de esa asquerosa sangre tuya? — cuestionó intrigado, esperando que la respuesta fuera negativa. No estaba muy seguro de que clase de componentes tenía aquel oscuro líquido, ni que era lo que provocada el terrible olor a podrido, por lo que su instinto le decía que, si Thana llegaba a probarlo, acabaría enferma, considerando su naturaleza humana.
— Por suerte, no. Solo son mordidas superficiales— explicó al alejarse de la pequeña, que seguía con su expresión enfurruñada y los cachetes medio inflados en protesta, visiblemente inconforme con lo que le habían puesto para el día— Nada de lo que elegí o que Flug había dejado le parecía, y cuando se cansó de mí, empezó a morderme, pero nada más allá de eso.
Black Hat asintió entendiendo lo que decía, porque le había pasado una sola vez; la niña tenía dientes similares a los suyos, puntudos y ligeramente afilados, que Flug había llegado a comparar con los dientes de un gato; resultaba un riesgo tener su boca cerca de tejidos blandos, especialmente si estaba enojada. Thana se veía demasiado tierna para su gusto, usando un vestido rojo de puntos negros, medias igualmente negras y zapatitos de charol, que junto a la boina adornada por una cinta roja, creaba un conjunto perfecto para el día.
— Con permiso mi señor, iré a arreglarme— pidió saliendo de la habitación, dejándolos solos sin aguardar a que le diese permiso para retirarse; a la cazadora de almas no le importaba mucho de cualquier forma, por lo menos tenía la decencia de pedir permiso para irse de su presencia, y eso ya era mucho a su modo de ver.
— ¿Y a ti que te pasa? — preguntó acercándose a su hija, que le miraba sin variar su expresión, casi como si también estuviera enojada con él, por algo que no llegaba a comprender completamente. Thana bufó dejando salir todo el aire que tenía en las mejillas y llevó sus manos al aire, pidiendo ser cargada.
— Quello a papi— murmuró al estar en brazos del eldritch, aferrándose a su gabardina con más fuerza de la que normalmente empleaba. Le dio la impresión de que estaba apurada, de que había algo que la tenía inquieta; alcanzó a ver, oculto tras la puerta del clóset, una sombra escurrirse hacia la oscuridad del interior, huyendo de su presencia.
— Debí suponerlo— murmuró chasqueando la lengua, dejando a la niña ocultar el rostro en su cuello al darse cuenta también de la criatura que se ocultaba cobardemente, tendía que hacer algo al respecto, al menos mientras la energía que había heredado de él se hacía más fuerte, lo suficiente para repeler aquellos seres— Vamos pequeña sabandija, tu papá nos espera para desayunar.
No le fue difícil, mientras avanzaba por el pasillo de camino al comedor, entender por qué la niña estaba tan molesta con la ropa que estaba usando, ni por qué la cazadora de almas había acabado recibiendo mordidas; toda la habitación, esa que su doctor había diseñado para darle un lugar seguro donde dormir, estaba plagada de entidades y energías de toda clase, algunas curiosas y otras agresivas, que se acercaban a la niña, llamados por el aura que la envolvía naturalmente.
Se encargó de acariciar su espalda para tranquilizarla, limpiando de paso cualquier rastro de algo que pudiese hacerla sentir insegura en aquel vestido de los años 50. No podía permitirse que la niña se mostrase inconforme delante del doctor, considerando todo el estrés y dudas que ya agobiaban su mente, añadir otra capa de factores estresantes no le aparecía.
El comedor, cómo era usual a esa hora, se encontraba solo. Probablemente 5.0.5 se hallase en la cocina, haciéndose cargo de los platillos individuales que le correspondía preparar cada mañana, pero eso no cambiaba que se encontraba solo en la habitación, en compañía de su hija, que se rehusaba a soltarlo. Tomó asiento en su lugar, acomodando mejor a la pequeña sobre sus piernas, dejándola permanecer aún oculta entre la gabardina, pues parecía brindarle tranquilidad.
— Thana, mientras estés conmigo no se acercarán— le garantizó, pasando suavemente su mano por el cabello de la pequeña, que le llegaba a mitad del cuello, en delicadas ondas mucho más pronunciadas que las de su pareja, cubriendo a medias la marca de nacimiento que se escondía allí— ¿Quieres quedarte conmigo hoy?
— Mhm — asintió tímidamente, alejándose de su cuerpo para regalarle una pequeña sonrisa que tranquilizó su ánimo.
Dejó salir un suspiró aun acariciando la cabeza de la niña, sorprendido de sí mismo al verse nuevamente en esa clase de situaciones, ablandando su carácter, su manía de control y todo lo que lo hacía ser el mejor de los villanos, solo para reconfortar a su pequeña cría. Era casi como verse a través de un prisma que descomponía su existencia en fragmentos que ni siquiera sabía que existían, y aunque fuese de lo más extraño, de lo más desconcertante, también le resultaba gratificante al final del día.
— Ustedes me cambian demasiado...— bufó a la par que la niña reía suavemente por la expresión de su padre, por como rodaba los ojos antes de sonreír sutilmente.
— Gacias papa— se dejó abrazar por ella, dirigiendo una mirada amenazante al muchacho que observaba, desde la puerta y en un silencio cauteloso, la extraña interacción que tenían. Escuchó a Flug reír suavemente a medida que avanzaba hacia el interior, hacia el lugar que le correspondía a su lado, llevando consigo el pequeño peluche de oso que tanto adoraba la pequeña— ¡Mapi!
— Buenos días, mi princesa— saludó dándole un beso en la frente antes de sentarse, entregándole el oso. Black Hat centró su atención en el muchacho y como interactuaba tan cómodamente con la pequeña, al grado de dejar de lado la bolsa en las mañanas en las que existía la alta posibilidad de que fueran solo ellos tres; incluso si Demencia o Dark Blood se les unían, Flug permanecía cómodo de ese modo, por el mero hecho de estar con su hija.
Ese fue el primer momento del día en que escuchó calma en su mente, una agradable ausencia de pensamientos ahogados en incertidumbre y miedos a los que no encontraba aún justificación. Se dedicó a pensar, mientras aguardaba un café que no debería, y un desayuno que no tocaría, en cómo podría apaciguar su mente, sus dudas y temores; deseaba hacer algo con ese incesante y molesto ruido que emanaba de sus pensamientos, pero primero tenía que descubrir que los causaba.
Esa sería su tarea más compleja aquel día.
וווו×
Paño, seda, y cualquier otro material del que estuviesen hechos sus trajes, a esas alturas todos se sentían igual al deslizarlos sobre su piel, todos se veían igual en su reflejo en el espejo del baño, y todos le daban la misma impresión de no ser el correcto, de carecer de algo que los hiciera perfectos para la ocasión. Le sabía mal el ver sus opciones así, pues en su mayoría eran diseños hechos exclusivamente para él, pero no podía obligarse a utilizar algo, si al final del día no lo sentía adecuado.
Esa lección de White Hat siempre rondaba su cabeza.
Empezaba a quedarse sin opciones, a rendirse respecto al asunto de ser capaz de elegir un traje apropiado por su cuenta. Consideraba incluso buena idea pedirle a Black Hat que fuera él quien tomase aquella decisión, y le ordenase no protestar, a ver si de esa forma dejaba de batallar tanto.
— Oye nerd, ¿Estás aquí? — estando acostado en la cama, boca arriba, le resultó muy fácil ver como la chica entraba por la puerta, con pasos silenciosos y, para su sorpresa, una calma y desconcierto estampados en el rostro que le preocupó bastante— Blacky dice que debo ayudarte con algo, y que debo darte esto, aunque no tengo la menor idea de que es. ¿Puedo saber qué pasa?
— La boda...— no le gustaba mucho discutir el asunto con ella, incluso si parecía tan abierta a escucharlo, porque sabía que seguía siendo un tema sensible, sabía que aún había algo de resentimiento por su parte respecto a la relación que tenía con Black Hat— Aún no puedo elegir un traje, ni siquiera sé si lograré encontrar uno y bueno... se me acaba el tiempo. ¿Qué tienes ahí?
La alebrije cerró la puerta enseñando un forro de tela negra, que bien podría ser dos terceras de la altura de la chica. Se sentó en la cama, con la mirada fija en ella, que le extendía el gancho por el cual tenía sujeto el forro, demostrándole antes que era incapaz de bajar la cremallera para curiosear el contenido. Suspiró imaginando que había dentro, recibiéndolo con cuidado y dejándolo a su lado, sobre la cama.
— Otro no por favor...— lamentó antes de intentar bajar la cremallera, descubriendo que él si podía revelar el contenido del forro; reteniendo el aire en los pulmones, bajó lentamente el cierre hasta ser capaz de abrirlo por completo y exponer el contenido.
— Woah! ¡Es muy bonito! — señaló la alebrije, apoyando la mandíbula en su hombro para observar indiscretamente el traje que descansaba sobre la cama, perfectamente colgado y sin una sola arruga— ¡Deberías probártelo! Seguro le sienta bien a tu fea cara de bolsa.
A empujones, asegurándose primero de que tuviera el forro entre manos, lo empujó con brusquedad hacia el baño, soltando risas a cada protesta y petición por detenerse que salía de sus labios. No quería probarse otro, no lo ve práctico para la situación en la que de por si se encuentra, casi parece una burla del destino el haberle dado una opción adicional a las ya muchas que se acumulan en su clóset.
— ¡Demencia basta! — chilla cuando la joven lo empuja con brusquedad por la espalda, haciéndolo caer de boca en el suelo del baño, y cierra la puerta con violencia, riendo estridente por sus acciones. Dejando el forro en el suelo, se acercó desesperado al pomo para intentar salir, descubriendo que la chica lo había encerrado, y posiblemente sujetaba del otro lado con más fuerza que la suya, para prevenir su escape— ¡Tengo cosas que hacer, déjame salir escuincla malcriada!
— No hasta que te pruebes el traje— anunció dando un golpe con su cuerpo a la puerta, obligándolo a alejarse por la sorpresa del sonido. Bufó molesto por la actitud de la chica, conociéndola lo bastante bien para saber que, de seguir llevándole la contraria, se metería al baño y ella misma lo vestiría con el condenado traje, idea que no le apetecía para nada.
Recogiendo el forro del suelo, se alejó lo más posible de la puerta para empezar a cambiarse, quitándose la camiseta con pereza, y el jean y zapatos casi a regañadientes; le había tomado un increíble fastidio a probarse ropa con todo ese asunto, cada vez que se encerraba en el baño a probarse un traje nuevo era lo mismo, una rutina que ya lo tenía cansado y que, para su mala suerte, tendría que seguir haciendo hasta tomar una decisión.
Descolgó cuidadosamente las partes del traje, dejando el saco en el gancho a falta de un mejor lugar. La camisa, de un tono marfil muy hermoso, fue lo primero en cubrir su cuerpo; le ajustaba perfectamente, sin dudas había sido hecha a medida, pero incluso aquellos como Cobalt Blue, que habían tomado mil veces sus medidas, habían tenido que ajustar en algún momento alguna parte del conjunto. Aquella camisa de pliegues sobre el pecho, y un pequeño adorno en el puño que casi podría pasar desapercibido, se ceñía a su figura como ninguna antes.
Una conjetura se paseó por su cabeza mientras, al estar inspeccionando los puños y sus bellos detalles, vio el anillo que le había dado Black Hat; aquella prenda le quedaba tan perfecta como la joya en su dedo, y eso solo tenía una explicación razonable. Buscó entre las prendas algún indicio que confirmase su hipótesis, pero no había nada. Rendido, decidió proceder con el resto del atuendo.
No había nada particularmente llamativo del pantalón, un corte recto que se ajustaba solo lo necesario para destacar su trasero, algo que le avergonzó bastante al notarlo. El chaleco, de un bonito color morado oscuro, lleno de detalles bordados en la tela que se dejaban ver solo si la luz no era caprichosa, acentuaba su cintura y la forma natural de su cuerpo, que agradecía no haber perdido incluso después del embarazo. Tenía una doble fila de botones dorados, cada uno con un pequeño sombrero tallado, brillando un poco más que el botón mismo.
Se observó así en el espejo del baño, quitando la bolsa de su cabeza y dejando su cabello caerle por los hombros con ligera rebeldía, aun perfectamente atado como lo había dejado su pareja. La imagen ante sus ojos era, de alguna forma, extraña. No ajena a sí mismo, más bien parecía ser tan él como nunca lo había sido antes, no le disgustaba para nada como lucia así, incluso sin haber visto aún el saco, podía decir que era perfecto, que ese conjunto era sencillamente adecuado.
Se volvió hacia el saco, que permanecía colgado de un ganchito para toallas en la pared, y con cuidado lo sacó del forro y del gancho; era de un paño único, que le resultó fácil reconocer al sentirlo bajo sus manos, estaba probablemente hecho del mismo material que la gabardina de su jefe. El forro interior era del mismo color que su chaleco, en una tela satinada sumamente suave al tacto, con uno que otro adorno asomándose por ahí, igual que los del chaleco. Probablemente, el detalle que más llamó su atención fue el corte de la prenda, que simulaba a cualquier saco en la parte delantera, pero se extendía casi como la cola de un vestido por la espalda.
Se colocó con sumo cuidado la prenda, organizándose antes de volver al espejo y ver el atuendo en conjunto. Con un suspiro se armó de valor para ir de vuelta a ver su reflejo, reteniendo la respiración a cada paso que daba.
— Oh...— ahora entendía por qué Demencia se entusiasmó tanto al verlo en el forro, y su insistencia casi agresiva por forzarlo a darle una oportunidad. Le quedaba... perfecto, sencillamente perfecto; viéndose así, incluso con el asqueroso brillo neón de la luz del baño, sabía que no había nada malo en aquel traje, y eso le asustaba un poco. Se acercó a la puerta y tocó suavemente, esperando haber pasado dentro suficiente tiempo para que la alebrije le dejaste salir sin hacer preguntas extrañas, o pedir pruebas de que estaba usando el traje.
Pero no hubo ninguna clase de ruido en respuesta.
— ¿Demencia? — llamó lo bastante alto para proyectar su voz del otro lado, tomando el pomo para girarlo y tratar de salir, encontrando la puerta destrabada. Al abrirla y enfrentar su habitación, se encontró con que no había nadie— Maldita mocosa...
Suspiró rendido, dándose la vuelta dispuesto a volver al baño a cambiarse, pensando que el asunto se sentía casi como si no hubiera pasado, de no ser por el traje que se encontraba usando. Tenía aún más preguntas que en la mañana, incluso que antes de tomar aquel saco y cocarlo para completar el conjunto, pero la principal estaba encaminada a su jefe, a quien consideraba su pareja ¿Aquel era un regalo suyo? ¿Se había cansado ya de esperarlo y prefirió darle el mismo un traje que sabía iba a utilizar? No entendía nada, especialmente porque a veces parecía que el asunto, en lugar de mover algo agradable en el demonio, lo irritaba más que cualquier otra cosa.
— Flug, necesito que revises algo— la voz del villano, a la par del chirrido de la puerta siendo abierta detuvo sus meditabundos pasos, obligándolo a girar para encarar al ente, que entraba en la habitación con la vista fija en un documento— Es acerca de tus invitados y...
El contacto visual se sintió intenso, abrumador incluso, demasiado para sostenerlo por más de unos segundos. Black Hat no cambió su expresión al verlo, simplemente guardó silencio y se quedó allí, analizándole de manera tan atenta que intimidaba. ¿Había algo malo con su apariencia? Su rostro debía verse un tanto descuidado, pero nada que opacase la elegancia del traje ¿A caso no esperaba que lo usase? ¿Preferiría que eligiera uno de los otros, de esos genéricos que vendían en las tiendas? La mirada del eldritch, que no variaba para nada, solo aumentaba sus dudas.
— ¿Has elegido ya? — inquirió sacándolo de sus pensamientos, sobresaltándolo ligeramente ante el tono tan poco expresivo que había usado, lo tenía a menos de un paso de si, aún con esa mirada tan neutral como intensa, aguardando una respuesta.
— Bueno... eso creo, señor— estaba temblando ligeramente, para el demonio eso no pasó desapercibido, ¿Cuándo había sido la última vez que Flug tembló en su presencia? Ya ni siquiera podía recordarlo con exactitud, y eso le sorprendió, casi tanto como el evidente nerviosismo del humano— Yo... bueno, si le parece bien, creo que usaré este, este traje...
Controló apenas la sorpresa que sus palabras generaron, asintiendo al dar su aprobación a la elección de su prometido. Aquel traje que portaba había sido su propuesta para él, una que había mantenido guardada y no tenía intenciones de mostrarle a menos que fuese realmente necesario, ¿De dónde diablos lo había sacado? ¿Fue tan descuidado como para dejarlo al alcance de alguna de las cucarachas que invadían su hogar? Tendría que pensar en eso luego, ahora, lo importante, era que Flug tenía su elección, y no podía ser más perfecta.
— De acuerdo, me parece apropiado — murmuró entregándole el papel que aún tenían entre manos, obligándose a permanecer firme, pero maldiciendo su actuar mentalmente al escuchar el ruido proveniente de los pensamientos ajenos, un ruido que empezaba a contagiarse— Revisa esto, hice ajustes así que confío en que, para esta noche, tendremos una lista a la cual dirigir las invitaciones.
— Si señor...— estaba dispuesto a retirarse, a dejarlo allí con la lista y no decir nada más, pues no lo encontraba necesario, sin embrago, el cómo Flug fruncía el ceño a medida que leía le hizo quedarse, más por curiosidad que por cualquier otra cosa— Um... no quiero ser impertinente, pero ¿Por qué quitó a White Hat? Nosotros asistimos a su boda con Slug, y me parece lo más apropiado el invitarlo también, que asista con Slug.
— No quiero tener que ver su estúpida sonrisa toda la maldita noche— bufó dándose media vuelta, empezando a alejarse de a poco hasta estar bajo el marco de la puerta, escuchando aún el terriblemente abrumador ruido de sus pensamientos yendo de un lado para otro— Pero, si es lo que quieres, adelante.
A medida que se alejaba, de regreso a su oficina, escuchó como algo de ese bullicio se apaciguaba por simplemente ceder a algo que el muchacho deseaba, una reacción ligeramente interesante, pero no sorpresiva a esas alturas. Hacia todo el tiempo pequeñas cosas como esas, ceder a detalles ridículos a su parecer, solo para disminuir el ruido en su mente, sin ser capaz de callarlo nunca.
Pensaba constantemente en cómo conseguir apaciguar sus dudas, en que requería realmente su científico para ser capaz de silenciar los pensamientos que, como voces, gritaban constantemente para alterar sus ya de por si frágiles nervios, para arrastrarle a un estado ansioso y aterrado, que aunque sabía era en parte su culpa, quería eliminar. Los pensamientos de Flug siempre eran demasiado ruidosos para tolerarlos.
Gruñó alejando sus preocupaciones al empujar la puerta de su oficina, arrepintiéndose casi de inmediato el no haberse quedado con Flug el resto del día. En el centro de la imagen, casi como un faro de luz, se hallaba tras el escrito una figura de blanco, un color imposible no asociar con esa horrible presencia que había pasado desapercibida para él, probablemente por andar metido en su mente.
— Creí que te ibas a tomar más tiempo, hermanito — saludó sin mutar esa sonrisa en otra cosa que no fuese burla, apoyando el mentón en sus manos entrelazadas.
— Adriel— siseó el nombre, cerrando la puerta con una calma demasiado inquietante para cualquier otro que no fuese su hermano, que descaradamente se había servido una copa de su veneno, y degustaba un sorbo a medida que se acercaba a él. Quería insultarlo, atacarlo y despedazar su cuerpo en esa apariencia humana tan desagradable, sin embrago, la presencia de su hija, aún dormida en el tapete lleno de juguetes junto a su escritorio, lo prevenía de actuar acordé a como la situación lo ameritaba— ¿Se puede saber qué hace tu asquerosa cara en mi oficina?
— Ouch, me ofendes, está apariencia ha encantado a muchos a lo largo de los años— burló bajando la copa, ahora vacía, y retándolo con esa mirada bicolor que su hija también poseía, espejada para su suerte, pero igual existía similitud— Incluso tu querido doctor la encuentra atrayente ¿Sabias?
Tuvo que usar todo el autocontrol que había adquirido al convivir con Demencia y 5.0.5 para no atravesar el escritorio y despellejarle capa por capa hasta escuchar sus grito de agonía, como cuando eran jóvenes. No es que disfrutarse particularmente el actuar de esa forma, era un desperdicio de energía, pero la sonrisa burlona en el rostro de su hermano ameritaba un pequeño gasto extra. Apretando los puños hasta hacerse daño, se aproximó a él manteniendo el escritorio como barrera, y se permitió hablar.
— Si valoras mínimamente la existencia de esa alimaña que elegiste por pareja, y la cría tan lamentable que te ha dejado— la oficina comenzó a oscurecerse, haciendo a la blanca presencia de su hermano brillar un poco más, no como una luz, sino como un espantoso contraste entre su propia existencia y la del mayor, que se había encogido en la silla, sorprendido por como actuaba su hermano — dejaras de escupir estupideces y me dirás qué asunto te ha traído a invadir mi mansión. ¿Queda claro, White Hat?
— Okay, okay, no hace falta ponernos agresivos — alzó las manos en son de paz, volviendo poco a poco a una posición adecuada en la silla, a medida que el otro se alejaba, más por desprecio a tenerlo tan cerca que por otra cosa— Vine a ayudarte un poco, después de todo, falta muy poco tiempo para que tú también le entregues una parte de ti a un mortal, y quiero asegurarme de que no harás alguna estupidez para arruinarlo.
Con cada palabra que soltaba el mayor, mantener su autocontrol se volvía más y más difícil, al punto en que consideró enviar a la niña con Flug con una sombra, y dedicarse a despedazar pieza por pieza aquel cuerpo que, para variar, no se parecía al suyo. White se levantó de la silla sin preocuparse mucho por el efecto que su cercanía tuviese en el menor y, dejando sobre el escritorio su sombrero, le encaró de frente, manteniendo siempre esa sonrisa ligeramente burlona e insolente.
— El ruido en su mente se ha hecho algo notorio, pero eso ya lo sabías— Black Hat tuvo la fugaz impresión de que su hermano estaba disfrutando de sobremanera el hacerlo enojar, probando sus límites y que tanto estaba dispuesto a cumplir una promesa de la cual no tendría por qué saber; era casi ridículo pensar en ello, sin embrago, conociendo como conocía a su hermano mayor, era también lo más acertado que podía pensar en ese momento— El asunto no es que tan ruidosos son sus pensamientos, sino que has hecho tú para ayudar a callarlos.
— Si estas husmeando en su mente, te voy a partir en pedacitos— limitarse, dada la presencia de su hija, le estaba complicando demasiado la existencia. Necesitaba maldecir, insultar, atacar apropiadamente a la intrusión que tenía delante suyo, pero solo podía gruñir y utilizar amenazas baratas, reservadas a humanos y seres incluso inferiores— Ve al grano de una maldita vez, y nos ahorras a ambos una situación con desastroso desenlace.
White empezó a rodearlo con pasos calmos, manteniendo las manos tras la espalda y todo el tiempo su miraba fija en su rostro, en como variaban sus expresiones con cada paso que daba, como se iba enojando más y más hasta que, harto del ridículo juego que se encontraba realizando, invocó un tentáculo, de esos hechos de un viscoso líquido, y lo obligó a detenerse, mayormente bajo la amenaza de ser empalado si seguía con su Infantil actuar.
— Dime algo, hermanito, ¿Qué haces tú para ayudar a tu prometido a sentir tranquilidad? — Black Hat maldijo su atención al detalle, a las expresiones de los demás a su alrededor, pues así descubrió que su hermano arruga la nariz al sonreír de forma burlesca, y sus ojos se cerraban apenas un poco más de lo que cualquier otra sonrisa era capaz de hacer— Tu amado está dudando de lo que sientes, de por qué estás con él, y más que nada, de tu compromiso con él. Dime ¿Qué haces para ayudarlo con todo eso?
— Deja de meterte donde no te llaman, alimaña— bufó ya demasiado cansando del actuar de su hermano, llegando lentamente a un límite que no quería ni necesitaba alcanzar— ¿Acaso importa? Flug sabe bien por qué hago lo que hago cuando se trata de él y la pequeña sabandija. Todas esas dudas no son más ridículas inseguridades infundadas.
— Oh, ¿Pero son realmente infundadas, Black? ¿No has pensado que tú causas la mayoría de ellas? — empezó a rasguñar suavemente la palma de su mano, buscando formas de no perder el control. Aunque White Hat parecía tener un punto, hasta cierto grado válido, no dejaba de ser ridículo el pensar que no había hecho suficiente para acallar el ruido en la mente del humano— Besos, gestos, incluso regalos ¿Son verdaderamente suficiente? Déjame preguntar algo más, ¿Cuántas veces le has hecho el amor? ¿Cuántas veces le has dicho que lo amas? ¿No crees que eso ayudaría a disipar sus temores incluso mejor que un beso y una falsa comprensión?
Guardó silencio ante las preguntas, bastante acertadas, que formulaba el mayor, entendiendo perfectamente lo que quería decir entonces. Un segundo después estaba gruñendo de nuevo, ahora con las garras perforando su carne en el último intento de mantener toda su energía bajo control. No quería despertar a Thana, no quería que empezase a llorar, y no quería que buscase consuelo en White Hat.
— No me jodas, Adriel, ¿Qué se supone que ganaría con esas estupideces? — darle la razón al mayor estaba fuera de discusión, sin embrago, necesitaba escuchar una sola razón, lo bastante válida, para ir y dejar, nuevamente, su imagen construía a lo largo de los siglos por la felicidad del humano— Flug sabe lo que significa para mí, el lugar que ocupa a mi lado, no tengo la necesidad de recordárselo cada vez que un pensamiento ruidoso se asoma en su mente, lo cual, por si no sabes, ocurre a diario.
Su cuerpo se tensó más de la cuenta cuando White posó una mano en su hombro, variando su expresión a una un tanto más comprensiva, incluso lastimera si la detallaba lo suficiente. No había ese tono de burla usual en su mirada, parecía sencillamente compadecerle por algo que él aún no llegaba a procesar.
— Tu, el gran Lord Black Hat, experto en manipulación y quién mejor conoce como jugar con la mente humana— empezó de forma burlesca, cambiando con cada palabra, a un todo serio, casi tan similar al suyo que lo desconcertó momentáneamente; normalmente White no tomaría ese carácter, a menos que estuviese lo bastante enojado para actuar un poco menos cordial— ¿No comprende como dos simples palabras pueden disipar todas y cada una de las dudas que pueda tener su prometido? No me esperaba eso de ti, querido hermano.
Dejó salir un sonoro bufido ante sus palabras, ante como se burlaba de él y lo que pregonaba constantemente, como un amargo recordatorio de que, efectivamente, sabía cómo eliminar las dudas y pensamientos de Flug, aunque no se atreviese a siquiera intentarlo. Apartó al mayor de manera brusca, limpiando el hombro de su traje con la mano, como si tuviese alguna clase de polvo pestilente, avanzando hacia su escritorio e ignorando tanto como podía a su gemelo. No se acercó completamente a su área de trabajo, pues sabía que Thana sentiría su aura alterada casi de inmediato, y despertarla seguía sin ser una opción.
— Bien, tu ganas si es lo que tanto quieres, sé perfectamente como hacer que se sienta mejor, lo he sabido desde el día en que casi lo pierdo para siempre— admitió en un gruñido, girando la cabeza apenas para conectar su ojo visible con la mirada bicolor de su hermano, ensanchando la torcida y malévola sonrisa que siempre adornaba su rostro, esfumando cualquier rastro de molestia que hubiese podido tener su expresión— ¿Y qué más da? El cuántas veces hemos hecho el amor, o cuántas veces le he dicho lo que significa es irrelevante cuando tú, de todas las criaturas, eres quien intenta forzarme a hacer algo que, en cualquier caso, tenía planeado hacer.
Tomando la copa de vino que su hermano había estado utilizando, dejó caer el poco contenido restante sobre la alfombra, que empezó a disolverse casi de inmediato. Volvió a acercarse a él y, entregándole la copa, enterró violentamente sus garras en la mano enguantada que recibía el cristal, obligándolo con la mirada a no dejarla caer y que el sonido del cristal rompiéndose despertase a la niña.
— No planeaba hacerlo tan pronto, pero reconozco que tienes un punto muy claro entre todas las estupideces que dices— la espesa sangre comenzó a brotar de las heridas, manchando la tela del guante del eldritch de blanco, y transformado su permanente sonrisa en una mueca de molestia y ligero dolor, propia de la sensación venenosa de sus garras perforando la carne— Aprecio que me hayas hecho perder el tiempo, y además hayas entrado a Flug un traje que no tenía planeado darle, por lo mismo, tendré compasión de tu miserable existencia y te permitiré ir sin mayores daños.
Con la otra mano, sin preocuparse por absolutamente nada, tomó el rostro del mayor por la mandíbula, enterrando igualmente sus garras en la piel, disfrutando de la cálida sensación de la sangre, tan oscura como la suya, brotando de esas profundas heridas, que tardarían un tiempo en sanar. Se deleitó con la expresión de dolor que empezaba a surcar el rostro ajeno, acercándose hasta ser invasivo y conectar sus miradas. No sabía qué clase de imagen se proyectaba en su monóculo, pero la reacción de su hermano le bastó para saber que era poco grata.
— Ahora lárgate, y no se te ocurra hacer otra tontería de ahora en más, hasta el día de mi boda— susurró seseante, sacando la lengua con cada s que pronunciaba, igual que lo haría un reptil al hablar, al cazar— No quisiera decirle a Flug que no puedes asistir por haberme provocado, no necesito que se enoje conmigo.
Le soltó con parsimonia, como si no quisiera dejar de sentir la carne bajo sus garras, cediendo a un veneno que podía controlar a voluntad. Se giró para ir finalmente a culminar su trabajo, sintiendo como la presencia de su hermano se desvanecía en el aire, casi igual a como seguramente había entrado. Reparó, antes de sentarse, en la segunda botella que había sobre la madera, de cristal tallado y un color partícula, que variaba con la luz y según se la mirase. Dejó salir una risa sin ganas, tomándola con sumo cuidado y acariciando la inscripción en el cristal.
— Cuanto dolor te habías ahorrado de haber sido directo— murmuró a la nada, caminando hasta una repisa a dejar allí la botella, sin abrirla ni romper mínimamente el sello en la tapa; su contenido era demasiado valioso para arriesgarse a dañarlo de cualquier manera— Gracias, hermano, por ahorrarme el viaje.
וווו×
Leer, cuando se tienen tantas cosas en mente, se hace sencillamente imposible; no importa cuántas veces repasase la misma página, seguía sin ser capaz de comprender absolutamente nada de lo que decía su libro, y empezaba a exasperarse. Quería dejar de pensar, de angustiarse por cosas que no sentía que valiesen la pena, pero su mente, en permanente estado de alerta, lo obligaba a pensar de más cada pequeño detalle.
Una parte de sí sabía que era tonto gastar tanta energía, que de por sí dudaba tener, en pensar tanto en el mismo asunto, sin embargo, el constante fluir de pensamientos y dudas enfocadas siempre en el mismo tema le resultaba inevitable, era la misma cualidad que lo llevaba a cuestionar el mundo y tratar de entenderlo, la misma que una vez le hizo preguntarse si su jefe podía o no sentir emociones distintas al enojo. Esa cualidad tan valiosa que le había dado su trabajo también era la que despedazaba lentamente su vida personal, llevándose consigo la poca confianza que se tenía.
Bajo en crispar de la chimenea se escucharon unos pasos imposibles de confundir, acercándose cuidadosamente hasta el sofá de la pequeña sala de la habitación del demonio. Black Hat, desprovisto de corbata y gabardina, se sentó a su lado y le saludó con un beso en la sien, tomándolo ligeramente desprevenido dada la falta de palabras previas al contacto de sus labios sobre su cabello. No había notado en qué momento entró en la habitación, apenas y podía procesar su presencia a su lado, abrazándole por los hombros con un brazo de forma despreocupada, mientras abría un libro con la otra mano, empezando a leer sin mucho esfuerzo.
— Estas pensando demasiado, Flug— señaló sin apartar la mirada de las páginas, se lo veía concentrado en su lectura, tanto que el que hubiese notado sus pensamientos le hizo sentir cierta culpa, más relacionada a no dejarle concentrar que otra cosa— ni siquiera necesito concentrarme para escucharlos, ¿Qué sucede?
— Nada... no es nada, jefecito— la mirada del eldritch se apartó de las hojas, probablemente apenas había leído un par de párrafos antes de centrar su atención en él, en cómo a duras penas era capaz de mentir, de mantenerse tranquilo estando a su lado. Intentó distraerse con algo, calmar todo el ruido que seguía rondando su mente, pero su atención se fue al anillo en su dedo, cosa claramente poco productiva para su situación.
— Te lo he dicho, Flug, eres el peor mentiroso que he conocido— burló con media sonrisa, dejando el libro sobre la pequeña mesa junto al sofá, abierto, y girándose a encararle por completo; le forzó a mirarle con cierta delicadeza, sosteniendo su rostro por la mejilla sin forzar demasiado el movimiento, sin llegar a rasguñarlo— Me parece que necesitamos hablar de algo importante.
A lo mejor, cómo era usual, Black Hat no fue consciente del efecto que sus palabras podrían tener en el abrumador fluir de pensamientos que rondaban su cabeza, o puede que esa fuese precisamente su intención; de cualquier manera, todas sus dudas se encaminaron al mismo asunto, a lo que fuese que el demonio creía que necesitaban hablar. Trataba de no pensar en la posibilidad de que todo terminado allí mismo, en que podía decirle que sería mejor esperar un poco más para casarse, o incluso pedir el anillo de vuelta. Cada pensamiento nuevo era peor que el anterior, aturdiendo su raciocinio hasta el punto de dejarlo prácticamente inútil.
— Ven aquí— chilló suavemente al sentir como, con una facilidad envidiable, Black Hat lo tomó de la cintura y lo sentó en sus piernas, acomodándolo para quedar de frente, viéndose a los ojos— No tiembles, idiota, aún no planeó morderte.
— Dis-disculpe, señor... me, me tomó por sorpresa— se excusó suavemente, acomodándose un poco mejor para poder encararlo perfectamente, dejando las piernas a cada lado de las ajenas, sentándose con cautela y posando las manos en los hombros del mayor. Su cuerpo se estremeció al sentir las manos del demonio posándose en su cintura, acercándolo un poco más— Um... ¿De qu-qué quería hablar, jefecito?
Una suave caricia empezó a subir por su espalda, levantando su camiseta hasta encontrar la parte expuesta de su marca del sombrero, las manos enguantadas del villano trazaron con delicadeza el borde a medio cicatrizar de aquella quemadura de hace tanto tiempo, causándole un escalofrío diferente a todo lo que alguna vez había llegado a experimentar a su lado. El tacto, incluso con la tela de por medio, era sutil, delicado, como si el no ser cuidadoso al acariciar la cicatriz fuese a causar problemas.
— Esas dudas que tienes, ¿De dónde vienen, Flug? — la voz salió de sus labios casi como un susurro, un tono sutil y tranquilo acompañaba una mirada sería, cargada de un brillo curioso que podría bien pasar desapercibido por el resto del mundo, por aquellos que jamás hubiesen detallado sus ojos— Dime Flug, ¿Dudas de mi palabra, de lo que te he dicho alguna vez?
— Bueno, yo...— la voz le temblaba, no sabía si por la sobrecarga de pensamientos, o por lo delicado de las caricias en su espalda baja; respiró profundamente, tratando de concentrarse en una sola cosa, para ser capaz de contestar. Su mente viajó a las manos sobre su piel, eligiendo la sensación como un foco de distracción lo bastante útil para poder hablar— No es que no crea en lo sincero de sus palabras, señor, es que... es más bien que... que dudo de lo que puedo llegar a significar verdaderamente para usted.
Un suave jadeo dejó sus labios cuando la mano derecha del villano se coló entre su ropa, buscando sentir el resto de la marca en su piel; en ningún momento parecía haber una intención más allá de simplemente sentir la cicatriz, era un toque cándido y cuidadoso, que le reconfortaba de alguna forma que no llegaba a comprender.
— Sé que me ha dicho lo mucho que significo... que soy su igual y, y demás, pero...— la voz le empezó a temblar más de lo usual, mientras un nudo se apoderaba de su garganta y le privaba de palabras claras, nublando su voz con unas ganas de llorar que no entendía de dónde habían salido— ¿Re-realmente lo merezco...? Yo jamás, jamás quise... jamás busqué estar con usted, y... y...
No fue consciente de en qué momento empezaron a salir sus lágrimas, ni cuando la voz se le cortó completamente hasta ser solo un hilo imposible de escuchar. Tampoco fue enteramente consciente de como las caricias habían pasado a ser un abrazo, o de la cálida respiración del villano sobre su cuello, dejando besos cariñosos que subieron hasta su mejilla, limpiando de paso las lágrimas que mojaba su piel. Volvió a tratar de concentrarse en el eldritch, en su tacto, sus besos, esperando poder calmarse un poco con eso, con las sensaciones que generaba su presencia más que en las dudas que a duras penas sus gestos lograban apaciguar.
— Mi querido doctor, creo que hay algo importante que debes escuchar— se atrevió a romper el silencio una vez sintió que las lágrimas habían dejado de brotar, y que la respiración volvió a su regular ritmo tranquilo, apenas alterado por el tacto de sus propias manos sobre el cuerpo que seguía temblando entre sus brazos— Dime algo Flug, ¿Sabes por qué marco a mis subordinados?
Volvió a centrar sus caricias en la cicatriz que hacía demasiado tiempo adornaba su delicada piel, una marca que a diferencia de la mayoría hechas previamente a otros en su mismo estatus, había permanecido enrojecida, como una verdadera cicatriz y no un tatuaje hecho por la fuerza. Se dijo a si mismo que aquella debió ser la primera señal de que el humano no sería ni remotamente similar a ninguno de sus antiguos esbirros.
— Para... lealtad me parece— aún le temblaba la voz, aún parecía un perrito asustado, de esos que a veces derretía por hobby, Pero que fuese capaz de contestarle la pregunta era más que prueba suficiente de que podía proceder.
— En efecto, es un método para garantizar que ninguna de esas lamentables excusas de villano me traicionará eventualmente— trataba de mantener lejos el repudio natural que expresaba a todos aquellos que alguna vez habían trabajado para él, sencillamente porque Flug caía en esa lista, y aunque tenía muy claro que jamás podría encajar en la categoría de "empleado inservible", prefería mantenerlo tan fuera de generalidades como fuese posible— Sin embargo, me parece pertinente decirte que, a diferencia de ellos, la marca en tu cuerpo fue más un capricho.
Flug se veía desconcertado, como cada vez que se atrevía a decirle alguna de tantas verdades que pululaban a su alrededor como polillas, a la espera de que decidiese elegir alguna y confesarse apropiadamente. Era una expresión a su parecer bastante tierna, mezclada entre la confusión y una curiosidad inocente y pura, nacida simplemente de su naturaleza. Le sonrió para tranquilizarlo, llevando las manos de su espalda a su cabello, empezando a acariciarlo con delicadeza.
— Nunca tuve una verdadera razón para poner mi marca en tu piel— admitió desatando con cuidado el cabello del muchacho, que ya seco y tras un día de estar sometido bajo la bolsa, se había vuelto prácticamente liso, sin perder jamás esa suavidad característica, ni ese olor dulzón que le gustaba tanto— Incluso cuando empezaste a hablar nuevamente con Slut, sabía que no intentarías abandonarme. Reconozco mi error al haberte agredido entonces, sin una causa justificable.
— Yo nunca... sinceramente nunca lo culpé por ello— reconoció con una voz casi adormilada, manteniendo esa mirada esmeralda en sus ojos dispares, escuchando atentamente cada palabra que se atrevía a confesar en la intimidad de la habitación, de su habitación— Usted no necesita una razón para agredir, para herir. Siempre creí que le había dado suficientes en esos meses para aquello, aunque me dolió mucho ver qué nada había cambiado...
— En ese entonces ya habías cambiado algo en mí, tal como te explique la última vez, algo cambió por tu culpa— de forma tan sutil que parecía un movimiento natural, empezó cuidadosamente a acercar sus rostros, en busca de un contacto que llevaba un tiempo ausente entre ellos, no mucho para generar abstinencia, pero si lo suficiente para añorarlo— Había entendido hace mucho que fue por tu causa, que no había nadie más en todo este mugroso planeta que me hiciera sentir tan... diferente. Y puede que sin ti, jamás habría encontrado una palabra para explicar lo que sucedía.
Vio en su mirada la duda, tan clara como todas las que aún hacían eco en sus pensamientos, una pregunta simple que a la vez, considerando lo difícil que solía serle entender sus propias emociones, era prácticamente imposible de contestar. Faltaba poco para unir sus labios cuando las palabras de su hermano asomaron indiscretas en su memoria, como una puya de parte del mayor asegurándose de que cumpliría su palabra.
"Dos simples palabras pueden disipar todas y cada una de las dudas que pueda tener tu prometido"
Esa era indudablemente la única respuesta que necesitaba el humano, a esa pregunta del momento actual y a todas las que seguían tras ella, creando un bullicio insaciable, que se alimentaba de la poca seguridad que Flug era capaz de construir en momentos como aquel. Respiró suavemente, armándose de un valor que nunca imaginó necesitar y, sobre sus labios, sin apartar la mirada de esos ojos que tanto le gustaban, susurró:
— Te amo, Kenning— su voz fue suave, algo ronca dado el tono, y tan delicada que casi le pareció una caricia sobre sus labios, que se unieron segundos después en un pequeño acto de confirmación que no necesitaba nada más que simplemente eso, el cuidadoso y cándido contacto entre bocas, que se necesitaba mutuamente.
Anticipando a lo que vendría después, porque claramente Flug le pediría una y mil veces que lo repitiera, se felicitó mentalmente por haber logrado pronunciar dos estúpidas palabras que antes jamás habrían estado en su vocabulario, menos habrían encontrado su camino de salida sin sonar como un lamento de algún condenado del infierno. Había hecho algo que nadie más podía hacer por él, algo que solo él podía lograr si se lo proponía. Inflando su ya bastante hinchado ego, se repitió una y otra vez que, por Flug, aquel acto fuera de personaje valía la pena, porque era él y solo él quien podía decirle aquellas palabras.
— También lo amo, jefecito— alcanzó a escuchar en un suspiro, que se mezcló a medias con un ahogado sollozo; se estaba forzando a no llorar por algo tan simple como unas palabras, pero las lágrimas siempre son más fuertes que su pobre raciocinio susceptible a las emociones— Te amo Black Hat.
El eldritch se sorprendió al escuchar cómo se perdía por primera vez ese acuerdo de respeto y formalidad que habían establecido silenciosamente hacia años ya, era la primera vez que Flug tenía el valor, o atrevimiento, de hablarle de modo informal, olvidándose de todo menos el cariño que le tenía. Y aunque fuese desconcertante, no tenía quejas ni protestas que expresar.
Las lágrimas del muchacho caían por sus mejillas hasta estrellarse contra el rostro ajeno, y el traje, y todo cuando pudiesen alcanzar con cada pequeño movimiento de su rostro; era probablemente la primera vez que Black Hat veía de forma verdaderamente atenta el llanto de felicidad de su pareja, uno que realmente no alcanzaba a comprender, pero que le aliviaba poder atestiguar, e incluso provocar.
Volvieron a besarse, con algo más de intensidad, murmurando entre besos sus nombres y palabras mezcladas, mientras poco a poco la ropa se iba volviendo estorbosa y las caricias ascendían cautelosas por sus pieles. No tenían razones para apresurarse, ni para ser bruscos aun, podrían tomarse toda la noche si así lo querían, porque para variar, podrían darse el lujo de mostrarse ese amor recién confesado.
Black Hat hizo uso de ese mal hábito una última vez en la noche, corroborando aquello que tanta molestia le provocaba; White Hat había tenido razón, como parecía ser ya usual en ese complicado asunto de las emociones. Las dudas, todas ellas, se habían esfumado en una especie de nube de felicidad, que solo repetía "De vedad me ama" una y otra vez.
A lo mejor, solo por una vez, sería bueno tomar el hábito ajeno de expresar algo incomprensible, si con ello garantizaba que esa tranquilidad prevalecería un tiempo más.
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Bueno, bueno, bueno... ¿Cómo están esta vez? Ya ni siquiera sé cuánto me gaste tratando de escribir este capítulo, entre el computador y el celular, cometiendo más errores de los usuales, solo porque mi muñeca izquierda (mano que apenas y uso) decidió dolerme hace algunos años.
He de confesar que empecé este capítulo tres veces; inicialmente tenía una idea muy diferente de lo que debía pasar, y esta confesión tan esperada ni siquiera tenía cupo en aquel momento, sin embargo, haciendo ciertas cosas, y tomándome el tiempo de pensar con calma, decidí cambiar el rumbo de la trama de este capítulo a algo más funcional. La idea general siempre estuvo enfocada en Flug y su traje, pero como salieron las cosas es mil veces mejor que solo dejar eso como trama central.
Me gustaría preguntar ¿Qué tal me salió Black Hat? ¿La narración? Me he estado esforzando mucho por mejorar como escritor, realmente quería poder alcanzar un nivel digno de mis modelos a seguir, y creo que aquí logré dar un paso más en esa mejoría. Estoy muy orgullose de lo que logré esta vez.
Una aclaración bien bonita, "Mapi" es una combinación entre "mami" y "papi" que yo usaba cuando era pequeña, no recuerdo muy bien por qué empecé a usarla, pero siempre me ha parecido tierna. Se la di por accidente a Thana, pero tiene sentido que la use, pues Demencia a veces hace que le diga mami a Flug. Solo datos random que me gusta dar.
En fin ¡Estamos a nada de la boda! Me emociona muchísimo escribir todo lo que tengo pensado para ese momento tan bonito, tengo preparadas varias explicaciones importantes para entonces, y aunque sin dudas la nota inicial será larga, les prometo que valdrá totalmente la pena.
Puede que, nuevamente, me tomé un tiempo traer la actualización, más que nada porque verdaderamente me gustaría añadir un dibujo de mi autoría para ese momento tan especial, que incluya a Thana, así que entre la escritura y el dibujo, pues tomara algo de tiempo. En cualquier caso, les prometo que la espera valdrá totalmente la pena, no pienso dar menos de lo que ya vi que soy capaz de dar.
Aquí para todos, el código de Spotify para la playlist de la historia. En esta van a encontrar principalmente las canciones que usé en los capítulos, sin embargo, también añadiré después las inspecciones adicionales, así como están en Youtube.
Espero que les haya gustado muchísimo este capítulo, y como siempre...
Nos leemos luego :)
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