•Capítulo 61: De promesas y confesiones•
Saludos cordiales, villanos.
Empiezo está nota un día después de enterrar a mi abuelo paterno, más como un modo de distracción y pasa saciar mis ganas de escribir que otra cosa. La vida ha sido un poco dura estos meses sinceramente, y escribir siempre me ayuda muchísimo cuando estoy mal, así que por eso estoy aquí.
No me quiero quedar mucho en las tristezas de mi vida, solo digo esto porque probablemente vuelva a tomarme un tiempo algo largo terminar el capítulo. Si es así, ya saben por qué, y si no, también. Supongo que funciona como justificante para cualquier caso, o bueno, más bien como motivación.
Empezar finalmente a escribir los últimos capítulos de la historia me sabe a un sueño que no estaba muy preparado para experimentar, pero de eso ya hablaremos después, cuando llegue el momento adecuado. Por ahora, vamos a hablar de ciertas cositas curiosas que, espero, les gusten muchísimo.
Lo primero y más importante ¿Alguna vez se han preguntado por qué se dan anillos de compromiso? Los anillos de compromiso comenzaron en la antigua Roma; una vez que una relación se formalizaba, antes del matrimonio, se otorgaba un anillo de marfil o hierro para hacer oficial la unión y demostrar que ninguna de las dos partes involucradas, estaban disponibles para casamientos. Se consideraba un contrato de amor mutuo y obediencia y, al igual que ahora, se utilizaba en el dedo anular de la mano izquierda.
A lo largo de la historia, a partir de esta tradición, se fue dando una evolución del modo en que se usaban anillos previos al casamiento. Poco a poco fueron adquiriendo valor monetario y volviéndose más lujosos, pasando de ser de hierro o marfil a ser de metales preciosos. Según se cree, en 1477, se dio por primera vez un anillo de compromiso como tal, sentando las bases para lo que hoy se hace.
El archiduque Maximiliano de Austria, se enamoró perdidamente de Mary de Burgundia, una joven heredera con amplia cantidad de pretendientes. Con la intención de destacar entre los demás, y darle un regalo memorable, el archiduque mando a hacer un anillo con el joyero más destacado de la corona; hecho de oro, con diamantes y una letra "M" como decoración, en honor a la dama.
El anillo tuvo el efectivo que el archiduque esperaba, razón por la cual se casaron poco tiempo después.
Por otro lado, quien popularizó la famosa "propuesta de matrimonio" fue Tiffany&Co, quien comenzó la industria de anillos de compromiso clásicos en 1886, con una campaña en la vendían la idea de que el amor se debía formalizar con un aro de diamantes. Su mensaje fue tan estruendoso, que hoy son la compañía #1 de anillos de compromiso.
A mí me parece una historia interesante. Honestamente encontré muchas versiones de cómo surgió la costumbre de dar anillos, por lo que puede que mi información difiera de la que ustedes puedan tener o encontrar, pero sinceramente me gustó muchísimo aprender un poco al respecto. Espero a ustedes también.
Ahora, por otro lado ¿Han escuchado la expresión "Memento Mori"? Creo probable que sí, pero ¿Saben que significa o por qué se usa? Se trata de una expresión en latín que significa, literalmente "recuerda que morirás". Si bien se la puede tomar de muchas formas, originalmente se cree que se la decían los esclavos capturados en guerra a los generales romanos que eran recibidos con vítores y felicitaciones tras una victoria.
El objetivo en aquel entonces era mantener al general con los pies en la tierra, para que la victoria no se le subiera a la cabeza y, por consecuencia, acabasen creyéndose dioses. Con el paso del tiempo su interpretación pasó a ser entendida como el "aprende a morir".
Se convirtió en un mantra de meditación, similar al que usan los monjes budistas. Un recordatorio de que lo que hay en esta vida es vano y pasajero, que es posible desprenderse de ello y tener siempre presente que, al final, nada de eso nos seguirá a la tumba. Concibe a la muerte como un logro más que un final.
Si me preguntan, me gusta mucho más verlo como el recordatorio de que eres mortal y, por tanto, es mejor mantener los pies en la tierra; puede que no necesariamente nos vayamos a creer dioses, como los generales romanos, pero es buena idea tener presente que nuestra vida es inevitable frágil. Y, me imagino, adivinarán que esto se relaciona con Flug, ya descubrirán por qué exactamente.
Una pequeña nota adicional, relacionada al peluche de 5.0.5 y, si has visto mis dibujos, por qué cambia de tamaño constantemente.
Como espero recuerden, el peluche fue un regalo de Cobalt Blue; algo que no llegué a mencionar es que el hilo y en general la tela con la que fue hecho es capaz de absorber magia. Esta propiedad particular es lo que le permitió a Black Hat encantar al peluche cuando Thana tiene cuatro meses.
Este "hechizo" contiene una mezcla de la energía de Black Hat y Flug, que actúa como calmante cuando la niña se siente sola, asustada y necesita el consuelo de sus padres. Es en estos momentos cuando cambia de tamaño, suele hacerse más grande para brindar una zona segura mientras alguno de los dos acude a ayudarla. Cuando Thana crece, adquiere la capacidad de controlar a voluntad el tamaño del peluche.
Yo les cuento esto porque, aunque espero un día poder contar estos pequeños fragmentos familiares que no llegarán a estar en la historia, es importante que lo sepan. Además, creo que aclara la duda que algunos pueden tener respecto a por qué el osito cambia tanto de tamaño.
Finalmente, mi parte favorita, inspiraciones, este capítulo tiene un par muy bonitas. Primero que nada, la canción que inspira en su gran mayoría este capítulo es "My Nocturnal Serenade" de Yohio (parte del álbum "A beautiful picture in the most disturbing way). Hace mucho que no digo esto, pero pueden encontrarla en la playlist de la historia, que encuentran en comentarios.
La primera vez que escuché esta canción, casi de inmediato, me dio Aires de PaperHat, y entre más escuchaba la letra, más sentido tenía que me recordara a ellos. En esencia es una canción que un inmortal (probablemente un vampiro) le dedica a su amor mortal, diciéndole que esperará a que sus almas vuelvan a encontrarse en la próxima vida, y la siguiente y siguiente. Tiene una letra realmente preciosa, y me encantaría que la escucharán.
Por otro lado, la que encuentran en multimedia, que espero sepan cuando poner para escuchar a la par de las escenas. Esta canción estaba planeada para usarse en mi primera historia en colaboración con mi bestie, y ahora qué hago esto caigo en cuenta que nunca la puse en multimedia ahí. El punto es que, desde entonces (en octubre de 2019) he querido usar la canción aquí también, aunque no suelo repetir cancelación en mis historias; es muy bonita, me encanta la atmósfera que da cuando la escuchas, y definitivamente veo a cualquier versión PaperHat bailando al compás de la música.
Amé mucho hacer esta nota, sinceramente me emociona muchísimo la idea de llegar a este punto, de hacer este capítulo más que ningún otro. Es probable de los pocos que llegue a planear con más cuidado del que suelo tener cuando escribo. Antes de empezar me tomé la molestia de buscar referencias de anillos, y aprender tanto como pude del comportamiento de los bebés a los seis meses; hay mucho trabajo detrás de este capítulo, y por eso mismo espero que les guste tanto como a mí.
Con todo esto dicho, por favor disfruten de la lectura.
El paso de los días apenas era perceptible, con el trabajo y los cuidados de su hija robándose todo su tiempo libre, al menos sentía que estaba de regreso al cómodo punto de partida en que su vida se encontraba antes de que toda aquella montaña rusa lo arrastrase. Y mentiría si dijera que no había extrañado aquel ajetreo diario.
Sin embargo, tener un pequeño descanso nunca le venía mal. Y si además tenía a su mejor amigo, mejor.
— Entonces, ¿Cómo está White Hat? — preguntó estirando los brazos al aire, cansando de estar sentado a la espera de que ese pacífico momento acabase, para regresar, inevitablemente, a su caótica rutina— ¿Y qué tal el bebé? imagino que ya sabes que va a ser.
"White ha tenido problemas lidiando con el mundo sin usar mucha magia," confesó el científico del otro lado de la pantalla, riendo suavemente al confesar aquello, sacándole una pequeña sonrisa también al castaño "pero está muy bien, igual que el bebé. Claro que con seis meses sé que va a ser, pero soy el único."
— Oh, ¿Quieren que sea sorpresa? — le pareció extraño que no hubiesen hablado horas y horas al respecto; imaginaba el entusiasmo de White Hat por escoger un nombre, y prepararle una habitación llena de cosas para consentirle— Perdona, se supone que esto debía ser para hablar de Thana... espero no ser imprudente.
"Al contrario Kenny, me ayuda hablar del tema" su viejo amigo suspiró, quitándose la máscara de gas que, por lo que sabía, había reemplazado a la bolsa de papel con que imitaba, en cierta medida, su apariencia obligatoria. Logró ver su rostro completo, y la mueca de cansancio que lo adornaba "White quiere saber, pero no he tenido el tiempo de decirle, y tampoco me ha preguntado aún. Supongo que una parte de él quiere que sea sorpresa."
— Ya veo... dame un segundo, regreso enseguida— murmuró levantándose un instante de su silla, para caminar hacia un pequeño tapete rodeado por una barrera plástica; la zona estaba llena de juguetes de toda clase, y algunas texturas suaves para hacer complemento al blando suelo que había bajo el cuerpo de su hija. En cuanto se acercó, la niña volteó la cabeza para verle, sonriendo como solo podría un bebé y, logrando robarle una sonrisa a su papá, se acercó gateando hasta él — Hola princesa ¿Quieres saludar al tío Slug?
Tomó a la niña en brazos mientras reía, llevándose consigo el peluche que, para ese momento, era un elemento crucial en el cuidado de la pequeña. Hacía dos meses, cuando los horarios de sueño volvieron a convertirse en una pesadilla para ambos, Black Hat había decidido encantar el peluche, convirtiéndolo en la zona segura de su hija, en aquellas noches en que despertaba llorando y clamando por la atención de ambos.
— Di hola, Thana— se sentó de nuevo frente a la computadora, poniendo a la pequeña sobre sus piernas para que viera directo a la pantalla, dándole también el osito para que jugara con él— ¿Ha sido muy difícil cuidar de White Hat? Te ves agotado Slug.
"Thana, que linda estas, pequeña" saludó primero a la niña, sonriendo enternecido ante la mirada curiosa de la pequeña, que chupaba la oreja del peluche, probablemente intentando calmar la molestia de sus futuros dientes abriéndose camino en su boca "No tanto, las hormonas le han pegado duro, pero es menos caótico de lo que pensé que sería. Yo estoy mama'o es porque los clientes están joda y joda últimamente, y con White temporalmente fuera del trabajo, soy yo quien anda aguantándolos"
Flug no pudo evitar soltar una carcajada ante aquella confesión, más que nada por la forma de hablar del moreno; a veces, cuando estaban las cosas tranquilas, era fácil olvidarse la ascendencia que tenía y lo peculiar que podía llegar a resultar su forma de hablar. Era evidente que estaba estresado o molesto cuando dejaba de preocuparse por hacerse entender.
— Black Hat estuvo igual cuando yo llegué a los seis meses— confesó aun riendo, moviendo las manitas de su niña a modo de juego, contagiándole la risa— Supongo que no podemos evitarlo, un embarazo es una situación complicada después de todo, más aún uno como el nuestro.
"No quiero pensar en cómo será todo, los últimos meses" confesó dejando salir otro suspiro, apoyando el rostro en las manos antes de centrar toda su atención en el par de ojitos que lo observaban aun con curiosidad, aunque ahora con una muy adorable sonrisa "¿Cómo están las cosas con ella? ¿Ha tenido un buen desarrollo?"
— De hecho, yo diría que uno maravilloso— le brillaron los ojos ante el cambio de tema; Slug agradecía muchísimo que antes de centrarse en la bebé, se hubiese tomado el tiempo de preguntarle por su pareja y el caos de su hogar, pero debían centrarse en Thana antes de que el tiempo de ambos se agotase— Empezó a gatear a mitad del mes antepasado, también ha recibido muy bien lo poco que empezamos a darle. Y creo que ya te disté cuenta que empieza a tener molestias por los dientes.
"¿Le han comprado algo para el dolor?" preguntó sin mirar al muchacho, aun bastante ocupado con analizar a la niña y todas sus reacciones. Sería ideal estar frente a ella, para revisar sus oídos y ojos, para analizar también el latir de su corazón y el funcionamiento de sus pulmones, pero habían hecho consultas remotas desde que Flug tenía cuatro meses de embarazo, tampoco era algo nuevo o imposible. Además, el castaño era muy buen doctor también, gracias a todo ese asunto.
— Estoy al pendiente de que lleguen, debería ser esta semana, pero sabrá dios si cumplen con esas fechas— bajo la sorprendida mirada de ambos, una sombra se envolvió en la cintura de la niña, llevándosela lejos de la mirada de ambos, aunque sin ocultarla como habría esperado el menor de ambos— Slug, me tengo que ir.
"Lo noté ¿Te parece si continuamos otro día?" se apresuró a proponer, siguiendo los acelerados movimientos del muchacho, que se apresuraba a colocarse correctamente la bolsa, y ocultar cualquier rastro de los registros y bitácoras que llevaba acerca la niña, que se encontraban esparcidos por todo el escritorio. Un sutil "si" se asomó como respuesta entre el afán de ordenar "Deséale felices siete meses a la pequeña por mí, nos vemos después Kenny"
Flug asintió mientras, de forma casi automática, cerraba la laptop y la guardaba en un cajón, junto a todo lo demás, cerrando con llave su pequeño escondite de información. Black Hat debía estar muy cerca para haberse llevado a la niña de esa forma, sin prácticamente darle aviso de nada. Esperaba no se tratase de un problema ni nada por el estilo, porque, aunque se llevaban muy bien estando a solas, su relación laborar seguían siendo prácticamente la misma, y eso siempre lograba ponerlo nervioso. Los pasos sigilosos del villano, acompañados de un par de tacones casi en coro, rompieron la calma del laboratorio.
— ¡FLUG, AQUÍ, AHORA! — demandó el demonio una vez hubo entrado completamente en el laboratorio, sin avanzar hasta la zona de trabajo del humano, pero amenazando con hacerlo.
— ¡S-sí, jefecito! — ciertamente, el que Black Hat le alzará la voz, seguía teniendo ese efecto intimidante y atemorizante de siempre, incluso si sabía que todo aquello era más un teatrillo para los clientes que otra cosa. Avanzó a tropezones hasta el villano, casi cayendo un par de veces a causa de maquinaria y herramientas repartidas por el suelo— ¿Pa-para que soy bueno?
— Para nada, sabandija— una voz femenina, agradable de escuchar, aunque claramente cargada de crueldad y burla, se dejó escuchar desde detrás del villano, completando el panorama para Flug: una cliente, probablemente de alto rango para poder hablarle así, sin recibir un reproche.
— Doctor, llevo llamándole alrededor de media hora— reprochó el demonio, endureciendo la mirada y, aprovechando su altura, inclinándose sobre el muchacho para hacerlo sentir más pequeño— ¿A caso se olvidó de las responsabilidades que tiene con los clientes?
— N-no, señor. Mis disculpas por la, la demora— apenas podía mantener la mirada alta, no le gustaba cohibirse ante él de nuevo, como antes, pero era lo que debía pasar— ¿Qui-quién es nuestra... nuestra cliente?
— Señorita Baldoom, por favor— Black Hat tenía un modo particular de referirse y actuar con cierta clase de clientes, especialmente mujeres, que parecía sacada de un libro de romance. Le estaba ofreciendo la mano a la villana, para que se sujetará de ella al avanzar y dejarse ver finalmente. Reconocía a la vampiresa de todas las revistas que Demencia tenía por ahí acumuladas, entendía que se trataba de alguien famosa, pero no llegó a imaginar que sería alguna vez cliente de la organización.
— Buenas tardes, Doctor Flug— saludó sin dejar de lado ese tono burlesco que, hasta cierto punto, le resultaba hiriente, manteniendo la mano sobre la del villano— Espero su tiempo esté a mi total disposición, porque no voy a tolerar distracciones o interrupciones de un subordinado.
— Po-por supuesto señorita— le dio una mirada discreta al eldritch, expresando su disconformidad con aquella elegante villana; no esperaba recibir respuesta, simplemente quería dejar claro lo poco que le agradaba aquella presencia en la mansión, en su laboratorio— Por, por aquí por favor, permítame ir por mi tableta para bri-brindarle una buena asesoría.
La vampiresa caminó hasta una pequeña sala aparte del laboratorio, donde había una mesa con planos en blanco, y dos sillas dispuestas frente a frente, un área cerrada en la que brindaban asesorías a toda clase de villanos. Flug suspiró finalmente, dejando salir todo el aire de sus pulmones, al verse en soledad con su jefe; puede que relajarse no fuera una opción, pero al menos podía dejar de sentirse tan mal.
— En cuanto termine, doctor— llamó el villano, chasqueado los dedos; el muchacho volteó a verle, para encontrar a su jefe cargando a Thana, quien sonreía ampliamente aún con su peluche de oso entre las manos. Dejó salir una especie de celebración al estar en brazos de su padre— lo espero en mi oficina, y asegúrese de llevar a Demencia con usted.
— Si, jefecito chulo— saludó militar antes de dar media vuelta e irse con la villana, recogiendo en el camino la tableta para anotar los detalles del pedido. Sería mejor no hacerla esperar; considerando esa actitud arrogante, seguramente estaría acostumbrada a que las cosas se hicieran como a ella le gustaba, y no como debían ser.
וווו×
La tarde recién empezaba cuando finalmente pudo acompañar a la vampiresa hasta la entrada, o mejor dicho hasta la puerta que daba al garaje; entendió perfectamente en su asesoría que era extremadamente sensible a la luz, como debió suponer. Sin embargo, las cerca de cincuenta veces que lo repitió, lo dejaron aún más claro. La despidió manteniendo esa falsa hospitalidad, reservada a los clientes irritantes como ella, que se serían superiores por el simple hecho de recibir un buen trato por parte del eldritch.
Si supieran.
Dejó salir un suspiro a la par que regresaba sobre sus pasos, en busca de la alebrije y directo a la oficina de Black Hat, tal como le había ordenado. Quería creer que su niña estaba disfrutando la tarde junto a su padre, pero era incapaz de tranquilizarse cuando no estaba con ella; no porque desconfiara de Black Hat, sino porque empezaba a tomarle demasiado cariño a su pequeña, y tenerla lejos de su vista y supervisión simplemente lo ponían nervioso.
Dudaba mucho lograr encontrar a Demencia en aquel momento, considerando el silencio que abrazaba los pasillos de la mansión, claramente inusual para la hora que era. La chica había tomado el hábito de salir durante las tardes, o incluso todo el día, a veces en compañía, a veces completamente sola. Le preocupaba bastante verla ausentarse sin aviso previo, cuando había posibilidades de necesitarla, pero la felicidad que empezaba a irradiar tras cada salida calmaba esa preocupación.
— Hey, nerd— su burbuja de pensamientos se reventó cuando la chica bajó de la pared, cayendo graciosamente delante suya; sonreía ampliamente, como si el encuentro le resultara grato— ¿Vas a ver a Blacky? ¿Quién era la loca que vino a hablarte? ¿A caso ya encontraste a alguien para déjame al bombón de tu novio para mi solita?
— Tu no cambias, ¿Verdad? — susurró con una risa amenazando con salir, invitándola a seguirle con un gesto de la mano, negando suavemente ante aquellas palabras tan suyas— Miss Baldoom vino a solicitar la construcción personalizada de una nave, imagino que algo práctico para seguir conquistando pequeños planetas por ahí.
— ¡¿LE PEDISTE SU AUTÓGRAFO?! — chilló tomándolo por el cuello de la bata, intentando hacerse más grande para enfatizar su emoción, o puede que molestia por no haber conocido a la afamada villana. Flug sacó de un bolsillo interno un pequeño papel doblado cuidadosamente, entregándoselo a su compañera con una sonrisa confiada bajo la bolsa— ¡JODER SI! ¡GRACIAS FLUG!
El demoledor abrazo que recibió solo fue otra forma de decir lo mucho que apreciaba el gesto; le había tomado bastante convencer a la villana de firmar aquel pedazo maltrecho de papel, pero por ver esa felicidad en Demencia, no importaba tampoco mucho. Una parte de sí intentaba redimirse por todos los males que su relación con Black Hat había causado, y la otra solo quería ver feliz a la alebrije, para variar. Siguieron el camino en silencio, cada uno muy metido en sus pensamientos como para entablar una conversación.
— ¿Para qué nos quiere Black Hat? — preguntó a pocos metros de la oficina, volviendo a sacarlo de sus pensamientos; se había guardado el autógrafo en el cabello, junto a todos sus extraños tesoros, y le mirada con curiosidad, expectante.
— La verdad no tengo idea— reconoció encogiéndose de hombros, como si no se muriera también de ganas por saber qué era lo que tenía pensado decirles el demonio— Baldoom no nos dio tiempo de hablar mucho, ni siquiera pudo avisarme de su visita, aunque admito que yo estaba ocupado con Slug y el chequeo de Thana...
Demencia estaba acostumbrada a verlo divagar un poco cuando hablaba, especialmente si la curiosidad estaba de por medio; empezó a reír mientras, sin pedir permiso, abría la puerta de la oficina.
— ¡Ya llegué mi amor! — vociferó sin cuidado, con Flug pidiéndole que no hiciera eso a su paso. Flug vio al villano ocultar algo rápidamente, casi como si se sintiera atrapado con las manos en la masa, mientras fulminaba con la mirada a Demencia— ¿Qué escondes cariño? ¿Me compraste un regalo?
— Silencio— ordenó poniéndose en pie, ajustando la corbata de su traje por inercia; observó a sus dos subordinados mientras rodeaba el escritorio— ¿Dónde está el oso?
Black Hat tomó del suelo, junto al escritorio, a su hija, chasqueado los dedos para desaparecer todos los juguetes que tenía regados por ahí, igual que el tapete lleno de pequeños estímulos que la niña disfrutaba toquetear y chupar. Cualquier rastro de su presencia se esfumó bajo la sombra del villano, mientras la pequeña abrazaba su osito azul, metiéndose la flor a la boca.
— Princesa, no chupes eso, — se apresuró Flug a quitarle la flor, reemplazando la por una de las orejitas antes de que protestará por ello; el villano encaró una ceja al muchacho, que acariciaba la mejilla a su pequeña, limpiando algo de comida que tenía embarrada— puedes ahogarte. Te daré algo para tus dientecitos pronto, ¿Okay?
Black Hat pareció pretender decir algo cuando, con un suave chillido como de animal de felpa, irrumpió en la oficina. El oso se asomó cautelosamente a confirmar si sus compañeros ya se encontraban allí, para entrar sin temer por su integridad. Flug se alejó del demonio para ir a recibir a su amado experimento con cariñosas caricias y una enorme sonrisa bajo la bolsa.
— Bien, el último parásito llegó— murmuró Black Hat a su hija, que dejó salir una risita ante el apodo tan poco cariñoso que dedicaba a sus subordinados— Escuchen, inservibles cucarachas, tengo trabajos que delegarle a cada uno para esta noche, y si alguno se atreve a fallarme, a los tres los voy a encerrar en el sótano por un año. ¿Me han entendido?
Asintieron casi a la par que se formaban delante del demonio, poniendo las manos sobre sus frentes en un saludo militar; cada uno de los subordinados de Black Hat tenía pensamientos diferentes respecto a las palabras de su jefe. Flug intentaba imaginar qué clase de cliente se presentaría, para que se viera incluido dentro de aquel reproche tan repentino. Demencia ansiaba tanto tener nuevamente una misión con la cual complacer al que ahora era un amor platónico, desenado, aunque fuera, una pequeña felicitación por su trabajo. 5.0.5 solo observaba a la niña en brazos del villano, preocupado.
— Doctor, por favor espere afuera, y llévese a la niña con usted— ordenó extendiendo los brazos hacia el muchacho; Thana protestó al verse alejada de su padre, lo que solo apresuró aún más al muchacho para cumplir las órdenes que le daba su jefe. Black Hat aguardó hasta que se hubo retirado para dirigir su atención a los otros dos— Bien, si alguno de los dos se atreve a interrumpirme o hablar de más, no habrá poder en ninguna tierra que los salve.
Con cada palabra el semblante del villano se iba haciendo más y más oscuro, llenando la oficina de un aura pesada y agobiante, que bien podría ahogar a cualquiera de los dos si llegaban a hacerlo enojar más de la cuenta. Su atención se dirigió primero a Demencia, que se había encogido hasta casi ocultarse en su cabello; sin Flug allí, se sentía desprotegida.
— Lagartija— dio un paso al frente en cuanto escuchó que la llamaban, temblando como si finalmente le tuviera genuino miedo a ese ente al que tanto amor le tenía— Te harás cargo de Thana, y para garantizar que saldrá ilesa de esta noche, traseras a la cazadora de almas para que ayude. Si mi cría regresa a nosotros con un mínimo rasguño, entonces la verás sufrir una y otra vez.
— Si, mi lord— atinó a decir en un susurro, apresurándose a sacar su celular de entre su cabello para enviarle un mensaje a Dark Blood. Regresó a la altura del oso, esforzándose por mantener oculta la sonrisa que se quería apoderar de sus labios— Um... ¿A partir de qué horas? Flug no me la dará tan fácilmente.
— Siete en punto— sentenció, dejando de mirarla para enfocarse en el oso. Su mueca de desprecio solo aumentó mientras sus ojos se encontraban, haciendo casi llorar al experimento— Escúchame bien, oso, y atiende a mis órdenes como atiendes a las estupideces empalagosas de Flug.
— S-sí, mi señor...— la voz del oso era suave a sus oídos, temerosa y cohibida. Le dio asco escucharlo así, aunque también una tremenda satisfacción; alimentarse del terror del oso era de lo más gratificante.
— Toma esto— ordenó dándole una pequeña hoja, doblada a la mitad, en la cual podían verse una serie de instrucciones escritas en esa perfecta caligrafía que poseía el villano. Demencia se contuvo de espiar lo que decía, esforzándose por mantener la mirada en la pantalla de su celular— Te harás cargo de ejecutar Cada Uno de los pasos allí anotados, sin errores.
El animal bajó la mirada a leer lo que le había entregado, frunciendo el ceño ligeramente a medida que avanzaba. Observó al demonio confundido, mordiéndose la lengua para no preguntar alguna cosa en concreto, aun intimidado por la mirada y aura que transmitía el eldritch.
— Si, soy perfectamente consciente de lo que parece, alimaña— contestó a esa pregunta que no le habían formulado, pero que no había tenido reparo en encontrar en su mente, dándose media vuelta para regresar a su escritorio, de modo que su sombra quedaba proyectada por casi toda la habitación— Tienes hasta las seis treinta para tener todo listo. No quiero recordarles los castigos que les esperan a ambos si logran decepcionarme.
— Si, señor Black Hat— contestaron en coro, tensando el cuerpo a medida que la sombra del demonio los iba envolviendo, casi como una asfixiante anaconda enroscándose sobre su presa.
— ¡Flug! — vociferó el demonio, girando apenas la cabeza a la derecha, para tener visión de la puerta; el científico entró apenas segundos después, cargando con Thana y manteniendo una mirada de preocupación— Pueden retirarse, engendros. Ya no necesito que estén presentes.
Con la simple mención de una libertad parcial, Demencia y 5.0.5 dejaron la oficina, brindándoles privacidad. Normalmente, Flug habría apreciado aquello, un momento a solas con su jefe en horario de trabajo era inusual y resultaba muy tentador, pero considerando que el asunto parecía ser realmente serio, la falta de testigos solo logró tensarlo más, cosa que Thana notó de inmediato.
Un balbuceo de protesta se dejó oír en el silencio, captando la atención de ambos de inmediato. Black Hat trató de relajarse tanto como le era posible, controlando su aura para que no fuese complicado mantener tranquila a la pequeña que, en brazos de Flug, abrazaba su oso con fuerza, mostrando desaprobación a la tensión en el ambiente.
— ¿O-ocurre algo, señor? — se animó a preguntar, batallando un poco por mantener a Thana entre sus brazos, a medida que el oso se hacía un poco más grande, en respuesta a las protestas de la niña— Em-empezaba a preocuparme, parece... parece tenso, jefecito.
— No es un asunto que desee discutir ahora, doctor— cortó rápidamente, sin ser tajante; más bien parecía que pedía el favor de no hacer más preguntas relacionadas con todo aquello que se encontraba organizando— Solo me faltas tú, Flug, y confió en que tampoco correrás el riesgo de decepcionarme.
— Jamás, mi jefecito chulo— se llenó de determinación, aun preocupado por todo lo que pasaba, llevando una de sus manos rápidamente hasta su frente, para volver a sostener a Thana instantes después— Dígame, ¿Qué necesita que haga?
Giró completamente para encararlo, dejando a una sonrisa adornarle el rostro; no parecía tener una intención particular al sonreír de esa forma, simplemente un gesto casi automático cuando se trataba del humano. Con un movimiento de su mano, apareció una bolsa de papel que dejó completamente desconcertado al científico, pues se trataba de una bolsa como las que se usan para empacar ropa en las tiendas.
— Mis órdenes para ti son mucho más simples de seguir y entender— empezó, tomando las manijas de la bolsa y acercándose a pasos calmos hasta el muchacho y su cría— Te pondrás esto y me veras en las puertas al comedor a las siete en punto, ni un minuto más; le cederás el cuidado de la niña a Demencia, y te prohíbo rotundamente llevar la bolsa a este encuentro. ¿Has entendido?
— Si, señor— aceptó la bolsa rápidamente, aunque sin borrar la duda de su mirada. No le quedaba nada claro ¿A caso tendrían visitas? Sería inusual que, en ese caso, le ordenara no utilizar la bolsa, pero bien podría tratarse de alguien que ya conociera su rostro, si es que alguien en esa condición seguía con vida— Um... ¿Podría decirme que clase de... cliente será el que vendrá? Yo... bueno, quisiera saber a qué, a qué atenerme.
— ¿Quién ha dicho algo de un cliente? — la sonrisa pasó a ser burlesca, casi como si le divirtiera el modo en que Flug asumía las cosas simplemente por un contexto a medias. Pasó la mano por el cabello de su hija, desacomodándole apenas el gorrito que cubría su cabeza, mirando siempre los ojos ocultos de su pareja— Largo, aún hay trabajo pendiente y no pienso permitir que se interponga en el camino.
Asintiendo con la cabeza, e inclinándose en una venia, se retiró de la oficina en silencio, batallando un poco para no dejar caer la bolsa, o el oso. Black Hat escuchó, antes de que la puerta fuese cerrada, los balbuceos de su hija, intentando hablar con su papá, que iba formulando conjeturas en voz alta para los únicos oídos que le prestaban atención. El eldritch sonrió satisfecho una vez se vio solo, recuperando del suelo tras su escritorio la pequeña caja de terciopelo negro, limpiando el polvo que se pegaba con tanta facilidad al material.
— Ya no puedo retractarme— maldijo suavemente, guardando la cajita en uno de los bolsillos internos de su gabardina, estudiando la hora en el reloj de péndulo de su oficina, confirmando con la vista de la calle. Tenía aproximadamente cinco horas para dejar todo perfectamente listo.
Lo mejor sería empezar a trabajar.
וווו×
Había perdido la cuenta de cuantas veces se había mirado en el espejo, pese a haber estado listo hacía casi una hora. La ansiedad de no saber que iban a hacer, o que era exactamente lo que acontecía, había supuesto un obstáculo que no le dejó terminar la mitad de las cosas que tenía pendientes, forzándolo a tomar la bolsa de ropa, a su hija, y recluirse en su habitación para prepararse. Aunque le encantaba su apariencia, se sentía extraño cuanto menos; aún no se había acostumbrado al estilo tan elegante que Black Hat elegía para él, en ocasiones como esa.
— ¿Qué te parece, princesa? — inquirió volteando a ver a su hija, que estaba en un corral con algunos juguetes, mirándole muy entretenida. Tenía la cabecita hacia un lado, como si quisiera comprender también que era lo que pasaba— Será mejor que me peine y vaya a buscar a Demencia...
Algo que sonaba como "papi" a sus oídos salió de los labios de Thana, a la par que tomaba el cepillo y comenzaba a organizarse un poco el cabello. Tenía una sonrisa en los labios, no solo por como lo llamaba su hija, sino porque era probablemente la cosa que su cerebro más escuchaba entre los balbuceos. Algo que ansiaba era escucharla decir una palabra de verdad, y saber que sería.
Ató su cabello y, para variar, colocó una pinza invisible que recogiera parte del fleco, asegurándose que no le caería en los ojos durante la noche. Admiró una última vez su apariencia, sonriéndole al reflejo con miedo. Black Hat le había dado un pantalón negro, apenas ligeramente ceñido al cuerpo, un suéter cuello V café claro, que decidió complementar con una camisa blanca debajo, y un nuevo par de zapatos. Se veía bien, aunque fuese realmente inusual para sus ojos, debía admitir que se veía muy bien.
— Hora de irnos, chiquita— llamó al tomarla del corral, recogiendo también el oso que, para su suerte, había vuelto a su tamaño normal en algún punto de la tarde.
Caminó por los pasillos con calma, siguiendo el pequeño alboroto que causaba Demencia de forma casi natural, tarareando alguna de esas canciones que ponía mientras dormía a su pequeña, para distraer su mente más que otra cosa. En el proceso, se descubrió a si mismo tarareando una melodía que no recordaba haber escuchado, al menos no claramente.
— Oh! Flug, iba a buscarte— detuvo su andar cuando alguien pasó por su lado, cosa que le sorprendió de sobremanera. Giró para encontrarse con la brillante mirada magenta de Dark Blood, que sonreía amablemente en respuesta a su confusión— Demencia dijo que Black Hat te esperaba a las siete, así que me pareció bien ahorrarte el trabajo de traerla hasta aquí.
Le dio una mirada confundida a la cazadora de almas, intentando procesar su presencia en la mansión y las palabras que le dedicaba; tenía bastante claro el modo en que Demencia se llevaba con ella, o eso quería creer, porque la última vez que preguntó, la alebrije aún le guardaba resentimiento. Dark le sonrió suavemente, sacando su nuevo celular y mostrando la pantalla con mensajes
— Black Hat ordenó que ayudará a Demencia con el cuidado de Thana, por esta noche— explicó brevemente, dejando que el muchacho tomara su teléfono para leer la conversación entre ambas chicas, altamente sorprendido por la familiaridad con que se trataban en los mensajes— Creo que se te hace tarde, ¿No?
— ¡Ay dios! — murmuró con cierto pánico, notando la hora en la pequeña pantalla del celular, antes de que Dark lo cerrará y volviera a guardar. Dejó salir un suspiro, llenándose de valor para lo que vendría a continuación, y le brindó una mirada tranquila a la cazadora— Espero que Demencia recuerde sus rutinas, aunque están pegadas tras la puerta de su habitación. Si sientes que olvidan algo, basta con revisar.
Ambos se sintieron nerviosos mientras el científico le entregaba a la pequeña; Dark, pese a haberse recuperado correctamente, aún sentía algo de miedo al cargar a Thana, aunque su aura le resultaba reconfortante. Flug, por su lado, tenía miedo de dejar a su niña bajo el cuidado de ambas chicas, porque no sabía que podría pasar, pero estaba obligado a confiar en ellas y sus capacidades.
— Um... gracias, Dark, por ayudar con esto— atinó a decir, acercándose a su hija, que ya estaba en brazos de la cazadora, para darle un beso en la frente. Sonrió dulcemente cuando la pequeña pasó sus manitas por su rostro, sonriendo y dejando salir una suave risita— Nos vemos después, mi preciosa princesa del mal.
Se despidió con la mano de la cazadora de almas y, apresurando su andar, tomó camino hacia el comedor de la mansión, controlando sus nervios tanto como le era posible, mientras toda clase de pensamientos invadían su mente. Realmente quería saber que tenía Black Hat entre manos, y aunque una parte de su mente tenía una idea de que se trataba todo aquello, estaba expectante a ver si tenía o no razón.
— Bu-buenas noches jefecito— saludó una vez logró llegar al comedor, respirando agitadamente por haber casi corrido hasta allí, sacudiendo su ropa a modo de tic, por la mirada que le brindaba el villano— Me dis-disculpo por la tardanza.
— Agradece que recién se hacen las siete y uno, Flug— gruñó suavemente, guardando el reloj en el bolsillo del chaleco, cosa que desconcertó un poco al muchacho, pues la ausencia de la gabardina le pareció realmente inusual— Buenas noches, querido.
Apenas pudo procesar las palabras, pues Black Hat se inclinó a besar sus labios a modo de saludo, sosteniéndole delicadamente el rostro; fue un beso simple, dulce, de esos que se daban cuando estaban en horario de trabajo y eran simplemente para darse ánimos mutuamente. Flug correspondió con el mismo cariño, sonriendo en el beso al terminar de entender que lo que había escuchado era real, que el eldritch lo había llamado "querido", sin pretender que no lo había hecho.
— Te ves realmente bien, Flug— murmuró sobre sus labios, acariciando con el pulgar la pequeña cicatriz en la mejilla del muchacho, alejándose para dejarle recuperar la respiración.
— Gracias, señor— Flug se dio finalmente el placer de analizar la apariencia del villano, deleitando su vista con ese elegante vestir.
Llevaba una camisa negra, abotonada hasta el cuello como siempre, un chaleco rojo carmesí idéntico al que usaba diariamente, cubriendo la camisa; y una corbata negra satinada, adornada por un sujetador dorado. La cadena del reloj se encontraba unida al segundo botón del chaleco, y caía en una curva perfecta hasta encontrar el bolsillo sobre el pecho del eldritch. Pantalón y zapatos negros, que evitaban distraer la vista de los pequeños detalles de color. El sombrero era el mismo de siempre, a juego de manera natural con la paleta de color que parecía tan suya.
Black Hat lucía espectacular a todas luces, y no pudo evitar morderse el labio ante lo bien que lucía.
— ¿Disfruta la vista, doctor? — molestó con una sonrisa ligeramente burlona, volviendo a tomarle por la barbilla para atrapar su hermosa mirada, que brillaba con esa magia tan única que lo había atrapado desde el primer momento.
— S-se ve... se ve muy guapo, jefecito chulo— atinó a decir, sintiendo sus piernas temblar ligeramente. Verlo así definitivamente dejaba entender que aquella era una ocasión especial. El villano agradeció con un asentimiento, alejándose para abrir las puertas del comedor, rebelando que la idea de Flug era acertada.
Aquello era una cita.
El comedor se veía más pequeño de lo normal, adornado por un candelabro de cristal que proyectaba pequeños arcoíris en toda la habitación. La mesa, con dos sillas enfrentadas, tenía los platos y cubiertos suficientes para una cena de tres tiempos, adornada por un centro de mesa florar bajo, y un pequeño candelabro con tres velas. La melodía de un violín inundaba la estancia, haciendo todo aún más perfecto.
— Jefecito, esto es precioso— halagó con una mirada maravillada y una amplia sonrisa en el rostro, avanzando a la par con el demonio a su lado, no queriendo adelantarse o atrasarse a sus pasos— No imaginé que esto era lo que estaba planeando.
— Si lo hubieras sabido, no tendría sentido haberme tomarme tantas molestias— admitió tomando el espaldar de una silla, corriéndola para permitir al humano tomar asiento— En otra ocasión será diferente, hoy sin embrago, todo debe ser perfecto.
— Estas citas me encanta, señor— murmuró mientras el demonio tomaba asiento y, en una orden silenciosa, 5.0.5 entraba en el comedor, seguido por varios hatbot-lers cargando bandejas con comida. Su precioso experimento tenía un corbatín en el cuello, y una enorme sonrisa en el hocico, seguramente emocionado por verlos teniendo un momento de pareja tan dulce.
Flug estaba feliz de ver a su experimento atenderlos con tanta elegancia y educación. Sirvió los platillos de la cena con calma, atendiendo siempre a las indicaciones de Black Hat, a sus demandas y correcciones sin llegar a borrar su sonrisa. El villano tampoco era realmente grosero con el oso, claro que llegaba a alzarle la voz, y gruñir al tenerlo demasiado cerca, pero su usual agresividad hacia él se había relegado, al menos por esa noche.
— Señor— se animó a llamar en algún punto de la cena, entre el plato fuerte y terminar las copas de vino antes del postre, permitiéndole al mayor tomar su mano sobre la mesa, percatándose por primera vez que Black Hat no estaba usando sus guantes— ¿A qué se debe todo esto? No quiero sonar imprudente, pero... no se siente como una cita usual.
— ¿No es esta, acaso, una forma en la que ustedes demuestran el agrado que sienten por la compañía de su pareja? — Flug se sobresaltó, dejando salir un chillido de sorpresa, ante la forma en que esas palabras habían dejado en claro un pequeño detalle que, hasta ese día, a veces lo ponía nervioso— Sé bien que no he sido bastante claro en muchas cosas, pero esta noche, esta cita, es solo una pequeña muestra de la posición que ocupa ahora a mi lado, doctor.
Sus dedos acabaron entrelazados mientras Flug, apenas procesando todo lo que acababa de escuchar, huía de la mirada del villano, con un fuerte sonrojo en las mejillas y los ojos brillantes por la emoción. Era cierto que Black Hat no era particularmente claro respecto a la precisa naturaleza de su relación, sin embargo, siempre existía esa pequeña insinuación a ser una pareja que, en ocasiones, no lo dejaba dormir en paz. Sentir que podía reconocer con tranquilidad al demonio como su novio le quitó un peso de encima.
— Esta noche ciertamente es diferente, — prosiguió, imaginando acertadamente que el muchacho no tendría el valor de decirle algo en respuesta, apretando suavemente su mano, buscando brindar un poco de tranquilidad— sin embrago, aún no es momento para pensar en eso. Terminemos de disfrutar esta cena, para proseguir con la velada.
El humano se limitó a asentir, sin levantar la mirada, pero con una dulce sonrisa en los labios, que dejaba ver mucho más de lo que sus torpes palabras podrían. Se sentía más especial de lo que era capaz de entender, y más importante de lo que alguna vez imaginó; aquel instante era simplemente perfecto, y no quería pensar en nada más que en esa hermosa noche junto a su pareja, a su amado demonio.
Solo Flug llegó a degustar el postre que 5.0.5 había preparado, seguramente con mucho amor. Black Hat tenía un desprecio natural por las cosas dulces, y no se iba a obligar a comer nada hecho por el oso si podía evitarlo. Ya había sido suficiente para él con los otros dos platillos que habían compuesto la cena. Sin embargo, eso no evitó que le robase al muchacho un trozo de fresa, más por simplemente cometer el acto que por verdaderamente desear la fruta; a sus ojos, el puchero en el rostro de Flug al ver su plato asaltado, valió la pena.
— ¿Has terminado ya? — cuestionó apoyando el rostro en su mano derecha hecha puño, que tenía recargada en la mesa, mientras con la izquierda removía suavemente el poco vino que aún quedaba en su copa, brindándole al muchacho una sonrisa coqueta.
— S-sí, jefecito...— a Flug le tembló la voz a la par que un fuerte sonrojo se apoderaba de sus mejillas; la imagen que tenía delante, de un Black Hat con el nudo de la corbata apenas más flojo de lo usual, vestido de manera tan elegante y sonriéndole así, provocaba en él muchas cosas, la mayoría bastante difíciles de controlar— Ah... pe-perdón, estoy... estoy mirando demasiado.
Una profunda risa, acallada apenas por el hecho de no haber separado los colmillos, solo logró aumentar ese terrible sonrojo que ya comenzaba a marearlo. Black Hat dejó la copa, ya vacía, sobre la mesa y se levantó en un movimiento elegante, siempre con la espalda perfectamente recta y esa sonrisa entre burlona y coqueta que tenía. Le ofreció una mano a Flug al estar frente a él, sin cambiar su semblante.
— Descuide doctor, no planeo dejarlo escapar esta noche— el muchacho tomó la mano del eldritch, sintiendo corrientes eléctricas recorrer toda su espalda a medida que las palabras del villano cobraban sentido; no iba a quejarse, pero vaya que le costaba procesar correctamente el coqueteo tan descarado del demonio— Hora de proceder. Quinientos Cinco, limpia la mesa y lárgate a tu habitación. Por esta noche, has cumplido tu deber.
El oso, que entró desde la cocina en cuanto escuchó su nombre, acató la orden al empezar a juntar y recoger los platos, emitiendo un alegre gruñido a modo de despedida, moviendo su pata al doctor antes de que finalmente dejasen atrás la habitación y ese agradable ambiente que, hasta no volver a los pasillos de la mansión, no le había parecido tan ajeno a lo cotidiano.
— Jefecito...— llamó mientras caminaban; iban con las manos entrelazadas, más cerca del otro de lo que normalmente estarían. Flug aún sentía las mejillas ardiendo por el sonrojo— ¿Puedo hacerle una pregunta? No quisiera ser imprudente al respecto.
— ¿Planeas interrogarme respecto a este particular asunto? — no había desprecio en su voz, tampoco parecía indispuesto a contestar lo que fuese a preguntarle, por lo que se limitó a asentir, apretando un poco más el agarre en su mano— No.
Black Hat no solía negarse a las preguntas del muchacho, por lo que su respuesta, seca y cortante, le pareció tan inusual como todo a lo largo del día. A lo mejor solo era impresión suya que aquello fuera tan horriblemente diferente, pero se sentía así y le fue difícil disimular la mueca de decepción que adornó su rostro. Quería saber que pasaba, no sentirse completamente ajeno a las cosas y aguardar a ver si, en algún desliz, se asomaba la verdad. El villano detuvo su andar, obligándolo también a parar, a encararlo a medias al ir a su lado; con delicadeza alzó la mano que llevaba sujeta hasta sus labios, dejando un suave beso, buscando reemplazar esa expresión por algo más dulce.
— Permíteme hacer de esta una velada memorable, entonces responderé tu pregunta— murmuró suavemente contra su piel, con la mirada fija en esos brillantes ojos que, a lo largo de la noche, parecían volverse un poco más cautivantes, un poco más expresivos— Creo recordar que te dije que todo iba darse a su tiempo, y está ocasión no es diferente. Paciencia, Flug.
Asintió en un suspiro, concediendo a su jefe la petición que igualmente no se encontraba en posición de rechazar. Continuaron con el camino, que empezó a adivinar a dónde los guiaba, en un cómodo silencio que, aunque lleno de pensamientos, estaba disfrutando de sobremanera. Puede que se sintiera perdido y alejado de lo que fuera que acontecía genuinamente, pero estaba junto a su pareja, y eso bastaba para aliviar sus preocupaciones.
La puerta a la biblioteca se alzaba ante ellos en su usual majestuosidad, un poco menos intimidante de lo usual, y a lo mejor un poco más hermosa también. Las tallas en la madera definitivamente habían cambiado, a escenas menos impactantes, aunque su belleza tan única seguía presente. Flug pretendió entrar, empujar la puerta como de costumbre y adentrarse a su habitación favorita de la mansión, sin embargo, Black Hat se adelantó, tomándolo por sorpresa.
— Yo te guío— murmuró sobre su oído, cubriendo sus ojos con suavidad y acercando ligeramente sus cuerpos, un poco más de la cuenta. Debían caminar a la par, por lo que no opuso resistencia a la guía del demonio, intentando escuchar, aunque fuera un poco de lo que pasaba a su alrededor.
No podía escuchar las estanterías moverse, ni tampoco el eco de sus pasos al avanzar por el enorme laberinto; sabía que estaban allí, por el olor a libros viejos habitual, pero parecía que todo lo que hacía a aquella biblioteca tan maravillosa, se había esfumado. No se animó a preguntar nada, ni a escuchar a los miles de interrogantes que atacaban su mente, quería simplemente dejarse guiar y descubrir, en algún momento, de que se trataba aquello.
— No abras los ojos hasta que te diga— la voz de Black Hat sobre su oído le hacía temblar, sentir las piernas flojas y un nudo en la boca del estómago que solo podía interpretar como las ganas de besarlo que sentía en aquel momento. Asintió dando a entender que acabaría la orden y, lentamente, aquellas manos ligeramente ásperas se alejaron de su rostro.
Era extraño sentirse en un vacío, sin principio ni fin, estando allí de pie; no había ruido, no parecía haber luz, ni siquiera podía escuchar a su jefe, y empezaba a sentirse suspendido en la nada. Una parte de sí se estaba dejando arrastrar por la ansiedad de no saber que esperar o hacer, todo estaba tan tranquilo que incluso llegó a pensar que Black Hat se había marchado.
Así fue hasta que una melodía empezó a llenar la estancia, acompañada de una tenue luz que apenas atravesaba sus párpados, y el delicado agarre del eldritch sobre su cintura, y su mano.
"No digas nada, solo baila conmigo"
No estuvo muy seguro si las palabras en su mente eran parte de un recuerdo, o si Black Hat verdaderamente había hablado con él nuevamente de esa forma tan particular. Empezaron a moverse lentamente, en una perfecta sincronía que solo podía atribuirle al villano. Él no era muy buen bailarín, y con los ojos cerrados seguro que hasta podía darle uno que otro pisotón al mayor.
— Mírame, Flug— ordenó suavemente, casi en un susurro sobre sus labios, volviendo el agarre un poco más firme, acercándolo un poco más. Abrió lentamente los ojos, encontrándose con algo realmente inusual: el ojo claro de Black Hat— ¿Qué es lo que ves?
Se tomó un momento para entender la pregunta, sin apartar en ningún momento la mirada de aquel par tan dispar de colores que lo observaban atentamente. Dejó al villano guiar sus pasos mientras pensaba detenidamente en lo que veía en sus ojos, esos que al resto del mundo intimidaban hasta el llanto del más puro terror. ¿Qué veía? Había tanto allí, tantas cosas... suspiró suavemente antes de animarse a hablar.
— Veo el fin de los tiempos— comenzó, tan suavemente que se hacía difícil escucharlo; no iba a hablar alto teniendo sus labios tan cerca, por temor a romper la atmósfera que los envolvía— Veo al mejor de todos los villanos, veo a alguien... roto...— sus palabras salían con temor a la reacción del eldritch, sin embrago, aunque normalmente le habría reprochado tal adjetivo, le permitió continuar— veo a alguien aburrido, deseoso por algo nuevo, a alguien solitario que no disfruta su soledad, a alguien que espera sin saber por qué...
No se animó a continuar, porque entre más veía, más descubría y más ganas de abrazarlo le daban. Black Hat tenía una coraza impenetrable, eso lo sabía perfectamente, pero el cómo parecía dejarse conocer un poco más cada que estaban solos, entre otras cosas, le ponía triste, no por no querer saber más de él, sino porque nunca imaginó que podría ver un lado frágil de su jefe, uno tan roto y necesitado como el suyo propio.
— ¿Alguna vez White Hat te dijo algo acerca de los corazones inmortales? — Flug se dio cuenta que no era solo él quien hablaba suave, casi como para no ser escuchado, y sonrió sutilmente. Meditó la pregunta un momento, recordando las pocas conversaciones que llegó a tener con el demonio blanco, negando suavemente en respuesta— Es una tontería que él siempre creyó cuando éramos niños, y que ahora veo, tenía razón en creer.
El muchacho fue alejado en un pequeño giro, sintiendo las mariposas en su estómago revolotear emocionadas, probablemente por más razones de las que podía pensar. Regresó a ese íntimo abrazo bajo la guía de su pareja, completamente dispuesto a escuchar la historia que tenía su jefe para ese momento; si podía conocer un poco más de él, sería todavía más maravilloso.
— Ustedes los mortales no sabrán nunca lo que se siente, sin embargo, es algo que les sucede también— su voz subió apenas un poco de tono, manteniendo siempre esa peculiar calma que últimamente se hacía presente. Le gustaba escucharlo así, siempre con esa elegancia, pero sin gritos ni reproches, solo una historia— Un corazón mortal cambia muchas veces a lo largo de su vida, aprende a amar nuevamente y a dejar ir por la fuerza, un corazón inmortal, sin embrago, no puede darse fácilmente esos lujos. Nuestra longevidad nos vuelve duros, tercos e indóciles. Se requiere mucho esfuerzo para un pequeño cambio.
No le fue difícil entender por qué su jefe consideraba aquello una tontería, incluso él podría llegar a considerarla una. Más allá del hecho de ser seres sin corazón, la fantasía de un cambio, después de saber todo lo que Black Hat había tenido que pasar, le parecía un tanto ridícula.
— Aun así, aunque consideré esa historia una estupidez toda mi existencia, debo reconocerle a White Hat el haber tenido razón — la canción término lentamente, igual que su baile; dejaron de moverse poco a poco, hasta estar estáticos en el centro del salón, abrazándose y aun mirando los ojos del otro, expectantes a lo que pudiese acontecer de ahí en adelante — Una vez me dijo que por nuestra cuenta no cambiamos nunca, que necesitamos un empujón para atrevernos a algo. Odio decir que tenía razón, pero cuando me atrevo a mirarte a los ojos, me doy cuenta de que, a lo mejor, sabía de lo que hablaba.
El silencio estaba acompañado por la respiración del humano, y el disco aun girando en el plato del gramófono, parecía como si el tiempo se hubiera detenido a su alrededor. Flug sentía que iba a llorar, pero no quería permitirles a las lágrimas bajar por sus mejillas; Black Hat no se había apartado, no había cambiado esa expresión ligeramente tranquila, no había hecho nada de lo que él habría esperado tras semejante confesión, por lo que empezó a imaginar cómo seguiría la noche y todo el caos emocional que sería al final.
— Te odio por haberme cambiado, — volvió a escuchar su voz después de unos minutos, o puede que unos segundos, de silenciosas miradas. Tenía ese notó irritado, más no grosero, al hablar, y le observaba atentamente, aproximándose poco a poco hasta estar de nuevo sobre sus labios, casi rozándose— pero, para mí maldita desgracia, también te aprecio por ello.
Un beso, profundo y romántico, terminó por congelar el tiempo a su alrededor, por alejar cualquier asunto ajeno a su relación y las cosas que se encontraba discutiendo. Flug lo abrazó por el cuello, a la par que él eldritch ponía sus manos sobre la cintura del muchacho, intentando acercarse al otro más de lo que les era posible. No había mordidas, no había cortes, solo un beso que los hacía sentir más cerca que nunca.
Se separaron lentamente, casi con miedo de perderse al hacerlo, para volver a conectar sus miradas, como queriendo ver el alma que ninguno de los dos tenía, en busca de una respuesta a la pregunta que llevaba rondando toda la noche su encuentro. Black Hat dio un paso atrás, soltando finalmente al muchacho y, como si hubiese dado final a la velada, metiendo las manos en los bolsillos del pantalón.
El silencio prevaleció por unos segundos, un silencio que empezaba a tornarse pesado, al menos para el muchacho, que no sabía exactamente qué era lo que decía esperar, o que era lo que pasaba. El eldritch tomó aire profundamente, dejándolo salir en un largo suspiro de resignación, mientras sacaba lentamente las manos, ahora hechas puño. Sus miradas se cruzaron tras un instante en que el villano decidió mirar a cualquier esquina de la habitación.
— Tu mera existencia ha sido un inconveniente para mí, tanto como un beneficio innegable— empezó a hablar, en un tono suave que parecía sacado de uno de los tantos libros que los rodeaban. Black Hat parecía haber escapado de uno en aquel instante— trajiste problemas, soluciones y confusión a mi existencia, y la volviste un poco más caótica, al igual que un poco menos aburrida.
El villano se acercó y le tomó las manos, con la clara intención de dejar algo sobre estas. Pudo sentir un objeto suave descansando en su palma casi de inmediato, sin embrago, no pudo separarse de él, ni espiar lo que ahora tenían sujeto entre los dos. Casi se sentía como un secreto que debería llevarse a la tumba, más que como un pequeño objeto tangible rozando su piel.
— Me planteé esta idea por más tiempo del que voy a reconocer— prosiguió, adquiriendo un semblante serio y casi intimidante, que Flug había aprendido a reconocer. Aquella mirada era la misma que tenía todas las veces que juraba a los cuatro vientos no querer hacer algo, cuando White Hat aseguraba que hacía las cosas por motivos poco egoístas— aún ahora me planteo si es considerable una buena idea, o si fuera mejor dejar las cosas como están. Me obligaste a cambiar, y te pienso cobrar por eso.
Black Hat dejó ir sus manos finalmente, permaneciendo en silencio mientras inspeccionada lo que había dejado allí; una pequeña caja de terciopelo negro descansaba entremedio de ambas palmas, adornada con una cinta roja, que la cortaba en dos por el centro, de arriba abajo. Le comenzaron a temblar las piernas al empezar a entender genuinamente lo que sucedía, prefiriendo volver la mirada a su pareja antes de reunir el valor de abrir aquella cajita.
Black Hat lucía molesto, con esa expresión de fastidio adornándole el rostro. Se planteó abrir la caja entonces, pero quería terminar de escuchar al villano antes de hacerlo.
— Nunca he elegido antes pareja, nadie había probado a mi criterio merecer tal prestigio— decidió continuar, entendiendo que Flug se negaba a ayudarle un poco con el asunto, demasiado atrapado en sus palabras probablemente— Todas las que antes yacieron a mi lado fueron ofrendas de parásitos de toda clase que creyeron que salvarían sus almas al entregarme una esposa.
La admiración y ensoñación en que se había sumido desapareció un momento tras una mueca de desagrado al escuchar aquella verdad; sabía bien que la gente hacia todo y más por escapar de los tratos con El Sombrero, sin embrago, aquello le resultó repugnante. No quiso ni imaginar qué clase de pobres desdichadas habían llegado a estar en garras de Black Hat en contra de su voluntad.
— Tú, sin embrago, eres diferente a todo lo que alguna vez esperé, si es que llegaba a presentarse— entonces, volviendo a tomar las manos del científico, abrió la cajita con sumo cuidado— Por eso mismo te pregunto ahora, Kenning ¿Me darás tu existencia para acompañarme hasta descubrir si es la mortalidad o la inmortalidad?
Flug bajó nuevamente la mirada, para explorar el pequeño anillo que descansaba en el satín rojo de la caja. Su centro, su joya, era una calavera claramente de oro, cuyos ojos estaban adornados por pequeños rubies; a cada lado, de forma sumamente peculiar, adornaban dos rosas, sobre un aro ornamentado. Las rosas (probablemente de plata) ayudaban a darle un toque delicado a la peculiar joya, que tenía grabado en el interior la fecha de aquel día. Flug acarició el "23-04" en bajo relieve, mientras los ojos se le llenaban de lágrimas, que no tardaron en caer por sus mejillas.
— Bl-Black Hat...— la voz le tembló mientras alzaba la mirada, sintiendo que rompería en llanto en cualquier momento. El eldritch retrocedió, mostrando una expresión de desagrado, probablemente no esperando una reacción tan brusca y emotiva de parte de su subordinado— Y-yo... ¡Si!
Ambos sabían que, si Flug seguía hablando, iba a acabar llorando sin consuelo, presa de una emoción indescriptible. El anillo rememoraba sin dudas la mortalidad del muchacho, pero también se sentía como una promesa que duraría más de una vida, si es que su pobre alma tenía la oportunidad de reencarnar. Era ambas cosas, la muerte y la vida, de forma armónica en una anillo que sabrá dios cuanto le costó al villano, pero que apreciaba mucho más allá del valor material pudiese tener.
Black Hat, sin mediar palabra, tomó el anillo y la mano izquierda de su científico, colocándolo delicadamente; quedaba perfecto, como estaba seguro de que sería, y se veía incluso mejor de lo que había anticipado cuando tuvo la idea de ordenar aquella joya. Llevó el dorso de la mano del muchacho hasta sus labios, dejando un suave beso en la zona.
— Lo amo señor— murmuró con el rostro sonrojado, no sabiendo bien que hacer o decir más allá de eso. Ni siquiera se había planteado aquella posibilidad antes de que Black Hat le garantizará que no tendrían más hijos, y siendo sincero, no creyó que lo dijera en serio. Se sentía feliz, genuinamente feliz, y por primera vez no dudó un instante de los sentimientos del demonio.
El eldritch lo atrajo en un abrazo, sosteniendo aún la mano del muchacho con una delicadeza que Flug seguía encontrando desconcertante, pese a haberse ya acostumbrado; casi parecía que iban a volver a bailar, algo que no le habría molestado para nada, sin embrago, lo que ocurrió fue mucho mejor.
Unieron sus labios en un beso, uno tranquilo como los que no habían compartido últimamente, disipando cualquier duda o inseguridad que pudiera haber quedado tras aquel momento tan agradable que compartieron. Las sombras del demonio los envolvieron lentamente, transformando el panorama que los rodeaba, llevándolos hasta la habitación del villano.
Poco a poco los besos subieron de tono, calentando lo que a duras penas era una fría noche de abril. Flug supo que aquella sería una larga noche, pero ¿Y qué más daba? Estaba con su pareja, con su prometido, y planeaba disfrutar egoístamente de su compañía, tanto como le fuera posible.
וווו×
Demencia sabía perfectamente que cuida de Thana podía ser una tarea un tanto compleja, dada la naturaleza híbrida de la niña y los escasos poderes que, en ocasiones poco oportunas, decidían manifestarse. Sin embargo, Dark hacia ver todo tan malditamente sencillo, que le daba envida el cómo podía tener a la pequeña, sentada delante de ella, con su total atención puesta en la pequeña historia que le contaba con sus peluches.
— Entonces, el gran dragón le probó a la princesa que no era tan malo como todos creían que era— continuó relatando, moviendo los juguetes a la par que hacía mención de ellos. La alebrije simplemente observaba desde un rincón del cuarto de la niña, entre molesta y sorprendida. Ella también quería ser capaz de controlar así a su sobrina, o hermana, aún no decidía bien que era— y la princesa decidió que irse con el dragón a aprender de él era más divertido que quedarse con un príncipe.
— ¿Por qué dinero que habla de Flug? — masculló suavemente, decidiendo que, si no la necesitaban, entonces podría entretenerse viendo que cosas había nuevas en sus redes sociales, y entre los pocos mensajes que llegaba a recibir.
— La historia de Black Hat y Flug se vuelve algo genérica cuando te das cuenta de que la puedes relacionar a esta clase de historias— la voz de la cazadora, dirigida a ella, la tomó por sorpresa; estuvo a poco de dejar caer su celular. Levantó la vista para observar a su acompañante y a la niña, que se había distraído con un juguete parecido a unas llaves de plástico — Aunque sé parece un poco más a la Bella y la Bestia.
— Creí que no te gustaban los niños— cambió de tema, no deseando escuchar lo que tenía para decirle respecto a esos dos, ya bastante tenía con vivir con ellos para escuchar más cosas— Cuidarla se te da muy bien, mejor que a nosotros.
— Bueno, no me gustan para nada— la cazadora de almas se recostó en el suelo, sobre el tapete de texturas, y se puso a jugar con un pequeño aro de plástico que estaba sujeto al mismo por una cinta verde— pero Thana tiene una energía demasiado intrigante. Me sorprende que aún no haya criaturas rondando su habitación en busca de su aura. Además, lo que hago no es muy diferente a lo que he visto que otros hacen, supongo que igual y también le agrada mi energía.
— ¿Criaturas? — el asunto despertó su curiosidad casi de inmediato; se acercó a ella hasta estar sentada a su lado, esperando a saber un poco más de lo que decía. Sonaba serio, preocupante, y como la guardiana oficial de la hija de su jefe, tenía que estar al tanto de todo.
— Oh si, seres que normalmente habitan las sobras, ya sabes, demonios, algunos monstruos. Esas cosas— volteó a verla con una especie de sonrisa, de esas que imaginaba debía tener Flug cada vez que empezaba a explica esas tonterías científicas que tanto adoraba— Las criaturas como Black Hat tiene una energía atrayente, casi deseable. Muchos no se atreven a molestarlo a él o a White Hat, pero está niña... ella es débil, frágil, tarde o temprano intentarán venir por ella.
Demencia debía reconocerle a Dark el modo en que narraba las cosas, y por qué le resultaba tan fácil hipnotizar a la niña para que la escuchase; su modo de hablar era casi metódico, como si pensara delicadamente cada una de sus palabras y, aun así, era genuinamente agradable escucharla. Comprendió a la perfección lo que le decía, también por que debería de preocuparse, sin embargo, quería escuchar más de lo que pudiera decirle, aún si eran mentiras o estupideces.
— ¿A ti no te atrae? — se atrevió a preguntar, deseosa por escucharla un poco más, para descubrir un poco más.
— Meh, un poco si— se encogió de hombros, dejando ir finalmente el aro del tapete, llevando sus manos a jugar un poco con el largo cabello de la villana; no parecía tener intenciones de volverse a levantar del suelo, cosa que le hizo sonreír inconscientemente— Pero supongo que no pasa a más que una simple curiosidad. Además, Black Hat seguro vuelve a empalarme si me atrevo a hacerle algo a su hija.
Antes que Demencia pudiera volver a decir algo, su atención se desvió a la pequeña criatura, que de alguna forma había llegado por su cuenta a estar sobre uno de los cajoneros donde, de manera extremadamente ordenada, Flug organizaba varios juguetes y accesorios. Las cosas habían empezado a caer, a rodar hasta casi estar en el suelo. La alebrije se levantó con prisa, evitando que varias botellas acabarán rebotando y posiblemente rompiéndose.
— ¡Maldición! — quejó en voz alta, dejando algunas de las cosas que había tomado en otro mueble, mientras la cazadora de almas se levantaba a tomar a la pequeña, soltando un bufido— Es la quinta vez esta semana, ¿Qué no podemos dejar de mirarte un segundo, Little Monster?
— Supongo que aprende a usar sus poderes— bufó nuevamente, de alguna forma estirando la espalda con la bebé en brazos; la pequeña comenzó a protestar, estirando las manos queriendo regresar al cajonero; sus quejas rápidamente se estaban convirtiendo en llanto— Shhh, por favor no empieces a llorar, me tomó días curar mis heridas la última vez.
— Deberíamos darle un baño, para que se duerma— sugirió dando un paso atrás, perfectamente consciente del daño que podía causar la niña cuando lloraba, especialmente si era por estar enojada. Se tomó un momento para observar a Dark y Thana, ladrando la cabeza sin saber si sonreír o no. La cazadora daba una imagen extraña al cargar a la niña, como la de esa clase de gente que solo carga un bebé por cortesía con la madre, pero que al final descubren que no es tan malo como pensaba.
— Vamos, antes de que haga un desastre — se adelantó en el camino al baño, llamando a Demencia con la mano, mientras su sombra se movía de un lado a otro de la habitación, recolectando cosas esenciales para el baño de la pequeña— Por cierto ¿En qué piensas? Siento que estás distraída hoy.
La alebrije se detuvo a mitad del pasillo, sorprendida por la pregunta de la cazadora de almas; si estaba distraída, lo había estado los últimos días, pero realmente no se había detenido a pensar por qué, ni mucho menos esperó que alguien fuese a darse cuenta. Bajó la mirada a la alfombra pensando un poco en qué decir, imaginando que Dark ya se encontraba en el baño del pasillo, probando el agua o alguna cosa parecida.
Pensó un poco en la cazadora de almas, en cómo se habían empezado a llevar los últimos meses y como se habían dado las cosas; probablemente el tiempo con Dark Blood había sido el mejor de su caótica vida, y quería que siguiera siendo así. Quería que su vida estuviera llena de risas, y memorias que valiese la pena recordar. Algo hizo clic en su mente, algo que movió sus pies casi automáticamente, llevándola directo al baño. La cazadora se encontraba ya con la pequeña sumergida en la tina, echándole agua cuidadosamente.
— ¡Me gustas, Dark! — anunció casi a gritos, probablemente con las mejillas sonrojadas más de la cuenta y el corazón en la garganta; la pelinegra se limitó a tomar otro poco de agua y dejarla caer sobre la pequeña, sin decir nada, dando la impresión de no haberla escuchado — Oye, te dije lo que me pasa ¡Me gustas! ¿No piensas decirme nada? ¡Me gustas Dark, me gustas mucho!
— Lo sé— Demencia se dio cuenta casi de inmediato que la cazadora no era precisamente buena con los sentimientos, o eso eligió creer antes de pensar que se acababa de confesar en vano, que su destino era no ser correspondida— Perdona, eso sonó a que no me importa. Lo sé, sé que te gusto, y tú también me gustas, es solo que no sé cómo expresarlo. No he hecho esto en mucho tiempo.
Dark hablaba con calma, aún concentrada en enjabonado cuidadosamente a la niña, que jugaba con un patito de hule con sombrero de copa, casi parecía completamente ajena al mundo, abstraída enteramente de todo. No tenía idea de que decir tampoco, ella posiblemente era incluso peor cuando se trataba de sentimientos, pero quería intentarlo, genuinamente quería intentarlo, y tratar de ser feliz como tanto deseaba.
— Podemos intentarlo, si quieres...— propuso tan bajo que esperó no se escuchará, aunque el eco del baño tampoco parecía estar de su lado— Quiero decir, podemos aprender juntas, porque ni ti ni yo somos buenas en esto, así que ¿Qué dices?
— ¿Sabes? Me encantaría— finalmente le dirigió la mirada, ese brillante magenta le sonrió de forma dulce, igual que sus labios. Devolvió la sonrisa tímidamente, sin saber que hacer. Por primera vez en su vida se sintió cohibida, no por miedo sino por algo agradable que se instalaba en su pecho.
/////////////////
Ah, dioses, estoy tan feliz. Esta clase de capítulos me alegran la vida, y me prueban que soy capaz de escribir cosas cursis y bonitas.
¿Cómo están? Espero que bien, y espero que les haya gustado este capítulo, que no solo tiene varias referencias, sino que también es el primero que hago en la universidad, después de casi tres años. Si, ya sé que dije que me había graduado, estoy haciendo unos semestres extra en busco de un título en diseño gráfico, así que vuelvo a los periodos académicos, con huecos en medio de las clases para escribir y dibujar un poco.
Quiero hablar, especialmente, de la fecha de compromiso. Nada es accidental, incluso si a veces lo parece, y por supuesto que esa fecha particular mucho menos es improvisada. Siempre quise que Black Hat y Flug se comprometieran cuando Thana tiene seis meses, pero me confundí un poco distante la escritura y acabó siendo a los siete. Sin embargo, no podía desaprovechar la oportunidad, y pensé ¿Por qué no? El día del libro siempre fue uno de mis eventos favoritos en el colegio, y en la vida. Considerando que la biblioteca juega un papel muy importante en la historia, me pareció apropiado.
Por otro lado, aquí les dejo las inspiraciones para diseñar el anillo de compromiso. Me inspiró mucho un dibujo que hizo Cats hace un tiempo, en el que Flug está cargando a su niña; el anillo I lo que representa me gustan muchísimo, así que me dediqué a buscar referencias para poder hacer un buen diseño y que se viera bonito. Me gustaría dibujarlo un día, y a Flug usándolo. ¿Les gusta?
No sé, datos inútiles que me gusta dar.
Tenía planeadas más cosas para decir, pero ahora me doy cuenta de que a lo mejor muchas de ellas son simplemente pensamientos míos mientras escribo y planeo que va a suceder. La historia está tomando un rumbo que me gusta mucho, y siento que a ustedes también les va a gustar muchísimo todo lo que viene.
Oh, un pequeño aviso, vamos a tener un salto en el tiempo para el siguiente capítulo. Esto porque realmente no quiero alargar de más lo que falta.
Y una última cosa, ¿Les interesaría si en algún momento hago un pequeño libro con "fragmentos familiares "? Sería similar a mi libro de songfics actualmente, y claro que no lo haría con tantos proyectos activos, pero es un plan a futuro, para contar cosas que están pendientes, del pasado, presente y futuro.
Espero que les haya gustado mucho este capítulo, yo disfruté montones escribirlo.
Nos leemos luego :)
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top