•Capítulo 60: Luz de luna•
Saludos cordiales, villanos.
Sinceramente, esta nota no iba a verse así (si, por primera o segunda vez la hago después de terminar el capítulo), pero originalmente no tenía mucho que decir aquí. Iba a ser corta y aburrida, cómo las primeras notas que hice para esta historia. Sin embargo, de hecho encontré un par de cosas para decir.
Todo lo aquí escrito son datos que yo misma me encargué de crear para los personajes y sus historias, ya con eso se han de imaginar que nada está cerca de ser canon fuera de la historia. Admito que decir esto está motivado por un sueño que tuve a principios del mes, por haber terminado finalmente el último que hizo Ruiz Zafón en vida, y porque realmente quiero contar un poco más al respecto de la biblioteca de Black Hat.
La biblioteca, y un lugar que descubrirán en el capítulo que tiene White Hat, son una especie de santuario al que solo las personas que ellos desean, pueden entrar. Estos lugares son extensiones de ellos, de una parte de sí mismos que necesitan, de alguna forma, conservar fuera de sus cuerpo. Sin embargo, estos lugares son también las zonas más tranquilas y seguras de la mansión de cada uno.
Estos lugares, que responden automáticamente a la energía y deseos de su dueño, fueron moldeados a antojo de cada uno, tomando una forma particular y llenándose de ciertos objetos que les brindan paz en los momentos que más pueden necesitarla.
A diferencia de Black Hat, que no frecuenta constantemente la biblioteca cuando desea tranquilizarse (si es que lo hace), White Hat se oculta en su propia versión del aquel santuario cada que algo le preocupa, estresa o molesta. Es probable que, si no estén en ninguna parte de la mansión, es porque se encuentren ocultos allí.
Sinceramente, a lo mejor la explicación no es perfecta, y puede que la pula y cambie algunas cosas para otro momento, o para la historia de White Hat y Slug, pero tenía muchas ganas de contar más al respecto de esas habitaciones, que veremos en este capítulo.
Ahora, lo otro que deseaba añadir en esta nota, y que creo que jamás llegue verdaderamente a explicar, es que la Dark Blood que vemos aquí, y la que pueden encontrar en mi libro de dibujos (y espero un día en su propia historia) son dos versiones completamente distintas. Sí, compartes la apariencia, inmortalidad y capacidad de control de sombras y sangre, así como la propiedad curativa de su propia sangre, pero están pensadas para ser diferentes.
Esencialmente, el tiempo que llevan siendo inmortales varía, así como las relaciones que tuvieron antes y después de volverse inmortales. Por otro lado, la Dark canon (como me gusta llamarla) tiene atado un antiguo espíritu que intenta jugar con su estabilidad mental, la Dark de villainous no cuenta con este "castigo".
Puede que llegaran a esa conclusión por su cuenta, o puede que no. Yo sinceramente, ya que no me di el tiempo de desarrollar correctamente a mi OC y su relación con los demás, busco las pequeñas oportunidades que me quedan para hablar al respecto.
Finalmente, y como suele suceder, este capítulo debe su nombre a una canción que me gusta mucho. "Moonshine" de Caravan Palace, que tiene una letra bastante bonita, y un video muy curioso, se coló en mi mente mientras pensaba como organizar este capítulo y lo que quería que pasara, por eso esa es la inspiración musical para hoy.
Espero que esta nota les haya parecido interesante. De ahora en más puede que todas sean así, o algo más cortas. Trataré de darles datos interesantes cada que pueda, porque sé que los disfrutan tanto como yo.
Sin más que decir, espero disfruten la lectura.
Nunca había sido especialmente adepto a escuchar música, en ninguna circunstancia. Admitía tener ciertos gustos adquiridos con el tiempo, y disfrutar de algunas canciones para ambientar un poco el laboratorio, pero incluir la música en su rutina solo se volvió inevitable con la llegada de Thana a su vida. Aunque bien podría hacer otras cosas para ayudarla a dormir, era más simple mecerse con ella sobre su pecho en la silla junto a la ventana, con alguna canción clásica de fondo.
En ocasiones, se descubría a sí mismo tarareando la melodía a su bebé mientras le acariciaba la espalda, observando el paisaje nocturno fuera de la ventana, aguardando a que cayera dormida para poder regresarla a la cuna. Le inquietaba siempre dejarla en aquella habitación que le había organizado, pero no quería molestar a Black Hat con una petición tan extraña cómo: "¿Podría dejar a nuestra hija dormir con nosotros?" cuando el villano recién empezaba a acostumbrarse a su aura y presencia.
— Se está haciendo tarde...— murmuró al levantarse, sosteniendo la manta de nubes purpura sobre el cuerpo de su hija, esperando no despertarla; aún era pequeña para que los ruidos la alertaran, pero con los eventos del mes anterior, tampoco le sorprendería que ciertos estímulos la afectaran— Buenas noches, mi princesa.
Dejó un beso en su frente antes de recostarla y cubrirla, amontonando unos cuantos cojines a cada lado, solo como precaución a posibles golpes durante la noche. Revisó el reloj sobre el buro en que guardaban su ropa y demás, dejando salir un suspiro algo cansando. Apenas eran las nueve y media, pero se sentía agotado.
— A lo mejor puedo trabajar un poco antes de ir a dormir...— se dijo volviendo nuevamente la vista hacia la cuna, notando la ausencia de cierto peluche al que, poco a poco, la niña tomaba bastante cariño— Oh, ¿Dónde podrá haber quedado esta vez?
Dio un pequeño santo ante el brazo que le rodeaba por la cintura, acompañado por una garra que enseñaba al pequeño oso azul; Black Hat aguardó a que lo tomara para completar su abrazo, descansando la cabeza sobre el hombro derecho del muchacho, manteniendo la mirada en la cuna, igual que Flug.
— Lo olvidaste en mi oficina— señaló torciendo un poco el gesto, aflojando su agarre simplemente para permitirle dejar el peluche junto a los cojines. Dudaba que la bebé fuera a notar la ausencia de aquel regalo, pero ninguno quería arriesgarse a descubrirlo— Buenas noches, Flug.
— Buenas noches, Jefecito— correspondió dejando un corto beso en la mejilla del villano, soltando una risilla por la reacción natural de su pareja; era curioso verlo alejarse por inercia ante esas pequeñas muestras de cariño— Gracias por traer el oso.
Intentó alejarse del abrazo que mantenía el villano, descubriendo que todos sus intentos se traducían en Black Hat apretando un poco más, pegando su pecho a la espalda del humano y ronroneando, aun con aquella expresión ligeramente disgustada.
— Jefecito, aún tengo trabajo pendiente— intentó recordarle, poniendo las manos sobre los brazos del eldritch, luchando un poco más por su libertar, recibiendo siempre la misma reacción— ¿Ocurre algo, señor? No suele actuar así.
— ¿No eres tú quién siempre pide un poco más? — devolvió la pregunta, dejándolo ir finalmente, irguiéndose como si jamás hubiera estado a la altura del hombro del humano, llevando las manos tras la espalda— Sencillamente me pareció interesante descubrir por qué.
Flug parpadeó atónito por la explicación del demonio, curvando sus labios en una enternecida sonrisa que solo logró endurecer más el gesto de su jefe. En realidad nunca esperaba que Black Hat le fuera a dar un poco más de abrazos dulces, o besos sin más que cariño detrás; pedir esas simples cosas era más algo de las mañanas, cuando se enterraba contra su pecho, deseando quedarse todo el día allí.
— Disculpe señor— pidió empinándose a dejar otro beso en su mejilla, avanzando hacia la salida de la habitación— me tomó por sorpresa. Aprecio el gesto.
El eldritch le siguió sin contestar, cerrando la puerta de la habitación tras apagar las luces, quedando solamente unas pequeñas estrellas brillando en la oscuridad. Dejó que Flug siguiera por el pasillo hacia el laboratorio, mientras acariciaba la madera con sus garras, creando una pequeña marca con su magia en el proceso. Algo poco relevante, que esperaba pasara desapercibido. Se unió a Flug en el laboratorio, sin decir nada.
— ¿Me hará compañía? — inquirió tajando la punta del lápiz, con la mirada en los planos en que había ocupado la mayor parte del día.
— Solo me aseguro que cumplas óptimamente con tus tareas— aseguró tomando asiento del otro lado de la mesa, centrándose en los pequeños movimientos de Flug al intentar concentrarse. Así había descubierto que torcía ligeramente los labios cuando estaba demasiado concentrado, y que arrugaba un poco la nariz cuando algo no le parecía. O que alzaba una ceja si descubría que había cometido un error en el trazo.
Llevaban ya un mes en esa rutina un tanto inusual, descubriendo poco a poco detalles del otro en momentos tranquilos, que antes no habían notado, o que se les escapaban por pensar en otras cosas.
Black Hat no podía decir con certeza si le molestaba permitirse aquello, o si lo encontraba una cura al aburrimiento de ciertos días y momentos demasiado tediosos para soportar. Lo cierto era que se había vuelto habitual simplemente observarle, esperando encontrar otro detalle que, hasta entonces, la bolsa había ocultado a sus ojos.
— ¿Cuándo regresarás en forma al trabajo? — se atrevió a interrumpirlo, notando como arrugaba el entrecejo, frustrado por haber borrado ya varias veces el mismo error. Le notaba cansado, usual en él y ese hábito de casi matarse cada tanto para cumplir con los pedidos; sin embargo, parecía estarle cobrando en aquel instante.
— Um... creo que para principios de año— meditó un instante, dejando el lápiz de regreso en su sitio, suspirando en medio de lo que pareció ser un bostezo, que se obligó a no permitir— Trataré de programar un control con Slug para entonces, si le parece bien.
— Me da igual cuando veas a Slut,— gruñó cruzando las piernas, descansando las manos sobre la rodilla; si estuviera en su voluntad, Flug no volvería a acercarse a la mansión de su hermano— mientras pueda dar a los clientes una fecha concreta para tus asesorías pendientes, y demás asuntos por atender.
— Entonces haré un esfuerzo para poder darles fecha— garantizó con una sonrisa bastante tranquila, volviendo a tomar el lápiz para intentar retomar ese error y finalmente darle corrección; él mejor que nadie sabía lo que un fallo en los planos podía ocasionar.
Black Hat continuó observándole en silencio, detallando la pequeña sonrisa que ser capaz de seguir adelante dejaba en sus labios. Flug era apenas consciente de la mirada tan atenta del villano, solía tomarla simplemente por una atención a su trabajo y dejarla estar, para no sentirse paranoico, aunque era difícil ignorar el cómo, cada vez que empezaba a estresarse, su jefe se animaba a interrumpirle con alguna pregunta sin mucha importancia. Le resultaba agradable.
Pensó un instante en decir algo, repasando suavemente una línea y anotando los cálculos e indicaciones correspondientes, cuando el gruñir de su estómago se encargó de romper el cómodo silencio, congelando sus movimientos y dándole una mirada molesta de parte del eldritch. No se animó a levantar la mirada, porque tenía una idea de la clase de sermón que le esperaba.
— ¿Has cenado ya? — preguntó levantándose de su sitio, avanzando sin caminar hacia el muchacho, que simulaba seguir en su trabajo, como si no le hubiera escuchado, sin mover realmente la mano sobre el papel— Flug.
Dejó salir un suspiro, sintiendo el aura del villano envolverle completamente, trayendo ese efecto calmante que habían descubierto durante el embarazo. Bajó el lápiz nuevamente y, respirando profundamente se giró hacia su pareja, llevando la mirada hasta encontrarse con la pupila puntiforme que, más delgada de lo usual, le observaba expectante a una respuesta.
— No, jefecito— finalmente admitió, levantándose de la silla para quedar a una mejor altura; eso de sentirse pequeño frente al villano, cuando no tenían que simular seguir siendo solo jefe y empleado, le sabía terrible— No he tenido el tiempo, y quería dejar esto listo antes de descansar y comer algo.
Black Hat se apretó el entrecejo con una garra, tomando de la muñeca al humano con la otra. Obligándolo a salir del laboratorio con paso firme, ya que arrastrarlo sería poco productivo.
— ¿Tengo que repetir mis palabras, doctor — inquirió a medida que se aproximaban al comedor, alzando un poco la voz para asegurarse que el muchacho le escuchaba— o he sido lo bastante claro ya con reiterarlo tres veces?
— Discúlpeme jefecito— murmuró mordiéndose el interior de la mejilla, haciendo lo posible por mantener el paso del villano, que se hacía cada vez más presuroso— N-no hace falta que me lleve, puedo, puedo cenar solo y volver al trabajo.
— Por todos los dioses, Flug— se detuvo a pocos metros de su destino, encarando al muchacho y dejándole ir finalmente, frunciendo más de lo usual el entrecejo; el humano sabía que aquella actitud molesta estaba reservada a su mal hábito de anteponer el trabajo; había aparecido en algún momento que no le quedaba claro, y parecía existir para quedarse— Si te matas de hambre o cansancio, no podrás cuidar de ella.
Ahí estaban de nuevo, por cuarta vez en un mes, aquellas palabras que funcionaban como un ancla a la realidad; tampoco es que quisiera volver a morir, no era una experiencia divertida, sin embargo, era lo que el trabajo le exigía. Aun si Black Hat había reducido su carga laboral, seguía siendo requisito quedarse hasta altas horas de la noche haciendo algo, olvidándose de cenar por pensar en la hora y la rutina de Thana.
Si Slug supiera, lo mataría él mismo sin dudas.
— Lo sé, señor, siempre pienso en ello— admitió bajando la cabeza, jugando nerviosamente con sus pies sobre la alfombra, llenando de pelusa las suelas; no estar en sus habituales tenis le parecía peculiar cuando necesitaba aquella distracción de los sermones de la gente— Es solo... los malos hábitos se arraigan, es difícil dejarlos de lado cuando resultan tan cómodamente familiares.
El villano se acomodó el monóculo a modo de tic, pasando la mirada por el muchacho que, pese a estar notoriamente cohibido, es capaz de hablar con total fluidez, sin enredar palabras o tartamudear, una pequeña prueba de confianza que la soledad les brindaba. La imagen que tenía delante era diferente a todo lo que conocía de él hasta hacía un año, a todo lo que siempre fue Kenning Flugslys a sus ojos.
Se había dado el lujo de vestir apenas más elegante, con un pantalón de vestir negro, un suéter de cuello V beige y, aunque parecieran zapatos, llevaba botas de atar negras. Era curioso como con solo eso, y la falta de bolsa, su científico estaba a otro nivel, uno que ninguno de sus clientes siquiera se planteaba otorgarle. Uno que él mismo se estaba encargando de poner a su alcance.
— Anda, lárgate a comer algo— ordenó finalmente, con la voz más tranquila y dándose media vuelta, para seguir avanzando, sintiendo la mirada sorprendida del humano sobre su figura— Si vuelves al trabajo después, te voy a sacar del cabello del laboratorio ¿Entendido?
— S-sí, señor— atinó a responder, saludando militar aunque no le estaban viendo.
— Te espero en la biblioteca después— anunció al desaparecer por el pasillo y dejarle solo. Dejó salir un suspiro terminando el recorrido hacia el comedor; se imaginó que 5.0.5 le había dejado la cena en la cocina, resguardada de Demencia y su voraz apetito. Resultó grato el cómo se había dado aquel sermón, pese a saber lo que le diría el eldritch; siempre era agradable recibir simplemente un regaño y ya.
וווו×
Pasaban apenas las once cuando, por costumbre, se adentró nuevamente en la habitación de su hija, cuidando no hacer nada de ruido para no correr ningún riesgo de despertarla. Se aproximó a la cómoda y apagó la reproducción en bucle del CD que había elegido esa noche, regresándolo a su estuche después de sacarlo, sonriendo suavemente a la calma que se sentía en aquel espacio.
Buscó rápidamente entre las cosas que tenía allí, por si le hacían falta, una chaqueta para cubrirse del frio que empezaba a recorrer la mansión y volvió al pasillo, considerando un éxito su misión al no escuchar quejidos o llanto tras su corta visita. Se enfundó la chaqueta avanzando por el pasillo, desviando apenas la mirada hacia la puerta del laboratorio.
— Será mejor no hacerlo esperar— se dijo empezando a frotar las manos para calentarlas; aquello le dejó un deja vu del año anterior, de esa noche perdida que a ratos intentaba dejarse recordar. Agradecía que Frozen Heart no se hubiera paseado por la mansión durante el mes, no quería volver a experimentar tanto frio antes de tiempo. Apenas empezaba el mes, no se suponía que el frio fuese mortal aún.
El camino fue usual, silencioso y lleno de mirada de los retratos para acompañarle, dejando siempre la sensación de persecución con que algunas personas sentían que perderían la cabeza.
Hacía un tiempo considerable que no iba a pasar un rato en la biblioteca; no estaba muy seguro de en qué momento reemplazó esas visitas casuales en sus descansos por otras actividades, pero lo extrañaba. Imaginó que podría encontrar ejemplares nuevo, añadidos recientemente, o rebuscar entre esas lecturas antiguas que apenas entendía y llevarse consigo algo para los ratos libres.
— Me disculpo por haber tardado, jefecito— saludó con una pequeña reverencia al estar frente al villano, que aguardaba por él en el pasillo, manteniendo la enorme puerta oculta a la vista, como era usual— Espero no le haya hecho esperar mucho.
— Nada fuera de lo normal contigo, Flug— restó importancia a su manera, indicándole que le siguiera al interior, manteniendo las manos cruzadas tras la espalda— Confío en que no has regresado al laboratorio tras cenar, y por ello te has tomado más tiempo del necesario.
— Oh no, no lo hice— tranquilizó acomodándose el cabello, tenía algunos mechones más cortos de lo que podía sujetar con la liga, que le hacían cosquillas en las orejas— Estaba revisando a Thana. A veces me preocupa que se despierte y no la escuchemos llorar...
Pudo notar como la mención del asunto molestaba al villano, en el modo en que su mueca se volvía apenas más irritada, y buscaba algo que mirar en la dirección contraria a la suya. No pretendía tal efecto, simplemente era algo que hacía por preocupación, al no poder usar un monitor de bebé para monitorear su bienestar.
Ya había comprobado que si la niña lloraba, la tecnología pasaba a ser inútil.
En el silencio, se dio el lujo de analizar la biblioteca, y como se movía ante ellos para abrirles paso; a veces, debido al tamaño de los estantes, era fácil olvidar que en alguna parte del interminable laberinto, había escaleras ascendentes, que guiaban a una colección de reliquias y libros probablemente tan antiguos como el mundo mismo. Aquel era un paraíso interminable, que realmente extrañaba recorrer por aburrimiento, esperando siempre poder recordar el camino de regreso, para disfrutar de algún descubrimiento interesante.
— Empieza a dormir toda la noche sin problemas— hizo notar con cierta indiferencia al llegar a su destino, invitándolo a tomar asiento en la sala de lectura que frecuentaban comúnmente, ofreciendo a Flug una humeante taza de café; sin hacer preguntas, el muchacho la tomó— Deberías preocuparte más por tu horario de descanso que por el suyo.
— ¿Me pidió venir para seguir reprochándome? — se atrevió a cuestionar, abrazando la taza con las manos para robarse la calidez de la cerámica, queriendo ir a acurrucarse contra él en la cama que compartían, a ver si conseguía algo de calor.
— En parte, sin embargo no es mi objetivo— garantizó con los ojos cerrados, antes de beber también de su taza, probablemente llena de alguna sustancia no apta para consumo humano— Espero no tener que volver a la niña una condición laborar para que dejes de llevarte al borde de la muerte, de nuevo.
— Esperaba que no la incluyera en negociaciones antes de los diez año— burló ocultando apenas una sonrisa con ayuda de la taza, encogiéndose ligeramente ante la posibilidad de una respuesta negativa a su broma— Tampoco esperaba que un día mi incansable trabajar fuese a resultarle inconveniente.
— Hablo en serio, Flug— gruñó con un notorio tic en la ceja.
— Lo sé, señor— suspiró volviendo a bajar la taza hasta dejarla descansar sobre sus muslos, saltando suavemente ante el escalofrío que la diferencia de temperatura provocó— Hago lo mejor que puedo, se lo juro; pero se vuelve cada vez más difícil— otro suspiro, algo más agotado, dejó sus labios a la par que rehuía de la mirada ajena— Thana demanda mucho tiempo por si sola, está en una etapa en que empieza a descubrir cosas y yo, bueno, me gustaría acompañarla...
Black Hat encaró una ceja ante aquella declaración, visiblemente intrigado por el tema. Si bien había notado como la criatura empezaba a tomarle interés a las cosas que la rodeaban, y a sus manos, y sus rostros, no le resultaba especialmente importante ser parte de cosas tan sencillas; tampoco es que fuesen a dejarla a su suerte en alguna sala de la mansión, pero aquello se estaba colando entre la lista de cosas que Flug hace, que no logra entender del todo.
— Sé que parece tonto, pero...— prosiguió aun con la mirada perdida en alguna parte entre el ventanal y los estantes— el modo en que los bebés descubren el mundo me parece fascinante, y adoro ver esas pequeñas reacciones a las cosas a su alrededor. Con Quinientos Cinco fue una experiencia increíble, que me permitió entender más del comportamiento particular de las crías con un raciocinio medianamente humano. Pero, con él todo tenía una finalidad meramente científica.
Volvió la mirada al villano, esperando no haberlo confundido con su modo de hablar, aguantando soltar una pequeña carcajada al verle apretando los labios y torciendo ligeramente el gesto. Parecía aguantar el deseo de exigirle claridad a un nivel no tan técnico; porque si bien Black Hat no era para nada tonto, cuando Flug empezaba a divagar en jerga científica, pocos lograban entenderle.
— Lo que quiero decir es que, me gustaría ser un padre para ella antes que un investigador— concluyó estirándose a dejar la taza, a medio terminar, sobre la mesa; bajó la mirada y se pasó las manos por el cabello, ordenándolo a medias— Aun planeo anotar todo lo interesante que descubra con ella, todos sus poderes y lo que es capaz de hacer, pero realmente deseo estar simplemente ahí, escuchándola reír y aguardando a saber cuál será su primera palabra o cuando dará sus primeros pasos.
— Definitivamente no te entiendo— admitió imitando el gesto con su propia taza y levantándose de la silla, chasqueando los dedos antes de acercarse al muchacho y ofrecerle su mano— Vamos.
— No espero que lo haga— reconoció en una suave risilla, aceptando la invitación al escuchar un suave compás adueñándose del ambiente; las estanterías se abrieron a su alrededor, creando una pista de baile perfecta— Puede considerarlo un capricho, de la misma clase que era tener una familia.
— ¿Era? — murmuró alzando una ceja, tomándole por la cintura con delicadeza y empezando a guiar sin mucho esfuerzo, ladeando la cabeza ante el asentimiento— Imaginaba que desearías algo más grande, ya que tenías tan infantil aspiración a una familia.
— En algún momento así fue, pero supongo que los sueños cambian— recargó la cabeza contra el hombro del villano, dejándose guiar suavemente; era un vals, un ritmo lento que le permitía simplemente gozar del balanceo y la cercanía con el villano— Después de tener a Thana, antes de... ya sabe, pensé por un instante que sería agradable tener otro, darle un hermanito para jugar.
Black Hat se limitaba a escuchar, convirtiendo de a poco el agarre en su cintura un sutil abrazo, manteniendo siempre la mirada fija en el muchacho, que permanece con los ojos cerrados y una pequeña sonrisa en los labios. Demasiado tierno para su gusto, pero aun así agradable a su manera.
— Usted nunca lo dirá, pero sé que tuvo miedo, lo sentí cuando me abrazó— admitió en un suspiro, logrando sentir la tensión que sus palabras provocan; entreabrió los ojos para ver como sus pies se mueven casi por inercia, a un ritmo perfecto— Yo también lo tuve, porque ¿Cómo iba a dejar a mí princesa sola? ¿A usted? ¿Y qué sería de Quinientos Cinco? Siempre me consideré reemplazable, después de todo, soy mortal, pero... ustedes son lo que más amo en este mundo, mi familia— levantó la vista para buscar su mirada, queriendo llevar la mano de su hombro a quitar el monóculo, solo para ver ambos colores armonizando en aquel frio rostro— No quiero arriesgar lo que tengo por un capricho como lo es tener otro hijo.
— Supuse, doctor, — empezó a explicar, alejándose apenas cuando sintió la caricia tan dulce de la mano del muchacho sobre su mejilla— que en caso de desear otro vástago, usaría su conocimiento en genética e ingeniería para traerlo a la vida— Flug observó genuinamente intrigado al villano, alejando su rostro del hombro ajeno, solo para poder ver mejor su expresión— Después de todo, ya tenía un buen avance con esa maldita incubadora.
El científico pasó cerca de un minuto en silencio, simplemente observando a su pareja, sorprendido por la teoría que había desarrollado al respecto. Debía admitir que su jefe no se equivocaba, que aquella idea pasó por su mente múltiples veces durante los últimos meses de su embarazo, sin embargo, ni siquiera recordaba por que la había descartado.
— Supongo que esa es siempre una opción, pero...— bajó la mirada al intentar explicarse, volviendo a concentrarse en sus zapatos y como, por mera casualidad, combinaban bastante bien con los de su pareja— una parte de mí disfrutó tener a la niña en mi interior, y sentirla moverse y reconocernos, aunque fuera doloroso. No quisiera volver a tener un hijo de tubo de ensayo, si me permite ser sincero.
— Tan incompresible como solo tú eres capaz de ser— concluyó permitiendo a una sonrisa escaparse fugazmente de sus labios, alejando al muchacho para hacerlo girar y volver finalmente aquel agarre un íntimo abrazo— También demasiado cursi para lo que me permito soportar. ¿Quieres que esto se quede así, con Thana siendo nuestra única cría?
Flug tiene las mejillas sonrojada y procesa lentamente lo que dice el demonio; no se esperó para nada aquella forma tan protectora en que le abrazaba, y estaba ligeramente avergonzado. Asintió tras un minuto que, sin música ni baile, se sintió interminable.
— Entonces tu deseo se respetará, en tanto así lo quieras— dejó un beso en su frente a la vez que la mano que antes sujetaba la suya descendía hasta su vientre, a esa zona donde descansaba ahora una rosácea cicatriz. Un ligero cosquilleo acompañó el particularmente cálido tacto sobre su ropa. Pudo sentir perfectamente como la punta de sus garras acariciaban la cicatriz en su totalidad.
Levantó la mirada cuando el delicado tacto desapareció, preguntando exactamente qué era lo que había pasado. En realidad dudaba que fuese a recibir una respuesta concreta, porque parecía que Black Hat se esforzaba por poner un orden a las palabras en su mente. Alejó las manos del demonio para tocar suavemente la zona.
— Es un... sello— explicó con algo de duda, a falta de una mejor palabra en los idiomas que Flug podría entender— con eso podremos continuar con nuestra rutina sin la preocupación de concebir otro vástago.
— N-no sabía que podía hacer eso— admitió en voz baja, no muy seguro de que podría decir en respuesta a algo como eso.
— Son cosas que se aprenden a la fuerza de vez en cuando— reconoció, sin ánimos evidentes de profundizar en el tema más allá de lo ya dicho— Durará solo hasta el día en que nuestras vidas se unan; hasta entonces, es la solución menos grotesca que puedo ofrecer.
— En-entiendo, señor...— puede que fuese el efecto del sueño, o una especie de calmante de su cerebro para ayudarle a entender que sucedía, pero ¿Black Hat había insinuado que se casarían? Ni siquiera le interesaba saber que otro método tendría para garantizar que no tendrían más hijos, su mente solo pensaba en la posibilidad de casarse con Black Hat— ¿Podemos... podemos ir a dormir? Hace demasiado frio para mí...
Black Hat negó con una risa gutural ahogándose en su garganta; extendió lo brazos para volver a abrazarlo y, sencillamente así, en intima cercanía, los envolvieron las sombras del eldritch. Puede que en realidad hubiese querido hablar de otras cosas, como la vigilancia en las noches de la niña, o como debían repartir las tareas con ella, y sus cuidado, pero ya tendría tiempo para eso.
Flug sin dudas volvería cada uno de esos asuntos un tanto incomprensibles para él, mejor tomarlos con calma.
וווו×
Los pasillos de la mansión eran realmente tranquilos en las noches en que podía verse la luna en el cielo; su luz entrando por las ventanas, acariciando la tranquilidad de los retratos y de sus habitantes, llegaba incluso a darle ese toque de magia que White Hat tanto gozaba presumir. Sin embargo, ni esa atmosfera acallaba la discusión que sostenía el doctor Slug consigo mismo mientras caminaba, maldiciendo no haber encontrado aun a su jefe en ninguna de las habitaciones del edificio.
Había recorrido esos pasillos mil veces o más durante sus años allí, podría haberse guiado con los ojos cerrados, y contar cada paso hasta tener que voltear por una esquina para llegar a determinado lugar; sin embrago, nada de eso, en aquel momento, podría haberse llevado la sensación de estar llegando al jardín por primera vez, en busca del eldritch de blanco para hablar con él de algo que, de alguna forma, lo hacía sentir intranquilo.
Parte de la discusión consigo mismo se centraba en ese irracional temor momentáneo. Nunca había temido decirle las cosas a White Hat, pero no saber exactamente qué palabras usar, de alguna forma lograba turbar su paz. Y tampoco es que fuera la primera vez que discutían el tema, había tenido que decirle, más temprano, cual era esa posibilidad que le quitaba el sueño, pero sabiendo que había evitado el tema durante un mes, a lo mejor, tenía influencia en el asunto.
La conclusión, al verse obligado a dejar de murmurar debido a las elegantes puertas de cristal que se abrían ante él, fue que la frágil carpeta entre sus manos complicaba las cosas.
— Finalmente te encuentro— masculló al llegar finalmente a la entrada al jardín trasero de la mansión, recibiendo el golpe de aire frio en el rostro con una suave sonrisa; observó al demonio leyendo, a la tenue luz del quiosco que había en medio del lugar. El refugio favorito de White Hat a los asuntos abrumadores.
Avanzó por el camino de piedra, respirando profundamente y llenando sus pulmones con el frio y el aroma de las flores que aún descansaba en el ambiente. Las pequeñas luces al borde de las piedras se iluminaban a medida que avanzaba, anunciando su presencia a quien estuviera viendo. Claro, White estaba más metido en su libro.
Se detuvo antes de pisar el quiosco, observando a su pareja mecerse suavemente en el columpio de madera, que hacía las veces de silla; aquella caseta de madera no era la gran cosa, a comparación de otros caprichos del eldritch, pero el ambiente era relajante. El cantar de los grillos, acompañado del murmullo de una cascada, y las pequeñas luciérnagas que a veces revoloteaban por ahí, brindaba una atmósfera casi etérea al jardín.
— Buenas noches, White Hat— susurró al estar frente a él, inclinándose un poco con la intención de atrapar su mirada— Espero no interrumpir en la mejor parte.
— Avanza un poco lento— quejó marcando la página y cerrando el libro, e invitando al muchacho a sentarse a su lado mientras dejaba el libro al otro— Además, tu presencia jamás sería una interrupción. Buenas noches, Slugy.
Compartieron un casto beso al tenerse cerca, sonriendo con la mirada en la oscuridad, apenas rota por la lámpara en el techo y la luna, testigo de sus charlas.
— Veo que no vienes con las manos vacías— señaló la carpeta de cartón claro que descansaba en sus piernas; se tensó más de lo necesario ante la mención del objeto, arrugando ligeramente los bordes— Oh ¿A caso son malas noticias?
La ligera tristeza en la voz del demonio blanco no pasó desapercibida para él; le vio tan entusiasmado en la tarde, cuando le explicó lo que había insinuado Black Hat y le pidió el permiso para realizar una ecografía, que aquella forma de hablar, tan discretamente dolida, también le afectó.
— No, no, solo...— tomó tanto aire como sus pulmones le permitieron, intentando relajarse antes de abrir la carpeta, mostrando un documento redactado cual informe, acompañado de las imágenes que había tomado en la tarde— verás, el resulta~ ¡White Hat!
Supuso que fue la emoción, o a lo mejor esa curiosidad movida por todo el misterio de la situación, pero jamás espero que el eldritch le arrebataría la carpeta de las manos, intentando leer el informe. Se inclinó hacia él, cubriendo sus ojos con la mano y empujándole la cabeza ligeramente hacia atrás, riendo entre dientes por tan infantil acto.
— Oye, se supone que yo debo leer eso para ti— murmuró cerca de sus labios, con la voz apenas más grave, simplemente para molestarlo un poco, recuperando la carpeta sin hacerle más daño del que ya había sufrido— ¿No es así como funcionan los informes, jefe?
— De acuerdo, de acuerdo— se rindió apartando la mano del muchacho de su rostro, entrelazándola con la suya en el proceso de llevarla a descansar sobre la madera, sonriendo suavemente— Pero me alegra que no sean malas noticias. De lo contrario, te habías enojado por lo que hice.
— Bueno, sería absurdo enojarme por eso— admitió encogiéndose de hombros, devolviendo la sonrisa sin mirarle— Solo, no esperaba que hicieras eso. ¿Listo?
— Más que nunca, cariño mío— aunque su porte y su voz mostraban seguridad, el modo en que apretaba la mano del científico le daba a entender lo nervioso que se encontraba. No podía culparlo de todas formas, estaban por hablar de algo delicado, un tema que inconsciente habían tenido en espera durante un mes.
— Bien...— volvió a tomar aire, agradeciendo las caricias en su mano para ayudar a tranquilizarle, apartando con la mano libre la hoja del informe para mostrarle a su jefe la impresión de la ecografía, en tantos ángulos como la había tomado— El... El resultado es positivo, White; estas embarazado.
Al hablar creyó que era mejor decir las cosas sin rodeos, ir directo a lo importante y ya; sin embrago, se arrepintió en cuanto terminó, enfrentándose al silencio de White Hat. Temió haber usado palabras incorrectas, o que la interpretación del demonio no fuese apropiada; su silencio y su falta de una sonrisa sacada de un arsenal para toda ocasión, solo incrementaba su nerviosismo. Le temía más a ese White Hat serio, que al sonriente y, en ocasiones, manipulador.
— Por favor di algo— imploró apartando la mirada, no pensaba sonar desesperado, pero cualquier petición, sin importar que, iba siempre acompañada de algo de desesperación, por cualquier cosa. La idea de suplicar le molestaba, pero el paso de los segundos empezaba a orillarlo a ello— White, demonios, ¡Di algo!
Mentiría si dijera que no llegó a preocuparse, tuvo la fugaz impresión de que su jefe se veía triste, un segundo antes de atraerlo en un íntimo abrazo que lo obligó a descansar la mejilla conta su pecho. Logró ver la carpeta caer al suelo poco después, permitiéndole corresponder al abrazo sin el miedo a que la dejaría caer. Imaginó que, si White Hat tuviera un corazón como el suyo, estaría acelerado, zumbando en su oído mientras le apretaba un poco más contra su cuerpo.
— ¿No es broma, verdad? — atinó a preguntar el eldritch de blanco al permitirle alejarse, sonriéndole con tanta emoción sincera, que casi le pareció doloroso para sus mejillas; parecía un niño que recibía lo que tanto había pedido. Negó suavemente, dejando a sus labios curvarse en una sutil sonrisa— ¡Vamos a ser padres Slugy!
Y regresó el abrazo, un poco menos demoledor, pero igualmente apretado. A lo mejor se había preocupado para nada, a lo mejor ese momento de silencio era todo de lo que debía preocuparse. White Hat estaba genuinamente entusiasmado, robándole el aliento.
— Es-espera, no respi-respiro— llamó intentando apartarse, riendo por lo bajo, enternecido por la reacción de su pareja. No creía haber visto nunca tanto brillo de ilusión en su mirada; era bastante adorable.
— Perdona, cariño— susurró dejándole libre, conservando aún esa sonrisa ilusionada y el brillo en los ojos. Definitivamente parecía un niño con esa cara, lo que le daba un contraste bastante agradable a su habitual apariencia. Incluso su semblante se veía difuminado por aquella entusiasta expresión— Por favor, continua. Asumo que aún hay más cosas por decir.
— Naturalmente— se inclinó a recoger la pobre carpeta, que sería mejor reemplazar con una plástica capaz de resistir aquellas reacciones por parte de ambos, y volvió a mostrar las tomas de la ecografía— ¿Ves esto? Este saco contiene al embrión. Si las medidas están bien, debes tener unas seis semanas ahora mismo.
El modo en que White Hat entrecierra los ojos para intentar darle forma a aquellas imágenes logra robarle una sonrisa igual de tierna e inocente que la de su jefe hace unos momentos. El eldritch se inclinó sobre su hombro un poco más, esforzándose por entender lo que tenía delante. Al cabo de unos minutos se rindió, volviendo a su perfecta postura y simplemente sonriéndole al muchacho.
— Tendré que tomarte la palabra, Slugy amor, porque yo no logro ver nada— admite inclinándose un poco hace él, descansando la cabeza sobre la del humano, moviendo la mejilla por su cabello para alborotarlo ligeramente— ¿Cuantos tendremos?
— Solo uno— murmuró encorvándose un poco por el peso en su cráneo, escuchando apenas como White ronroneaba al frotarse contra su cabello— o eso es lo que se ve. Cuando avance un poco más tu embarazo podré decirlo con certeza.
El eldritch detuvo el movimiento contra su cabeza, dejando salir un agotado suspiro que le sacudió el cabello suavemente. Sintió la mano de su pareja rodearle por la cintura, atrayendo un poco más hacia él. Pasaron unos minutos de silencio, disfrutando de la calma de la noche y el cantar de los grillos; no quería molestar a White con una pregunta tonta.
— Me habría gustado que fueran gemelos...— admitió después de un rato, alejando su cabeza para poder mirar el rostro del muchacho, que permanecía en silencio simplemente aguardando a escuchar el resto de la explicación— Habría sido muy lindo tener dos, un niño y una niña.
— Con lo mucho que te gustan los niños, no me sorprende— admitió con media sonrisa, negando suavemente ante la declaración de su pareja— ¿Habías pensado en esto antes, White?
— Muchas veces— reconoció encogiéndose un poco, apartando la mirada; Slug era el único que conocía el color que tomaban sus mejillas cuando se sonrojaba, sin embrago, eso no lo hacía menos propenso a intentar ocultarlo— Algunas veces me imaginé cómo sería si tú y yo tuviéramos una familia. Aún no creo que en verdad va a pasar.
La expresión seria del muchacho no tardó en volver tras aquella declaración, volviendo la mirada al frente, hacia la mansión, para que White no sintiera que se había enojado. Estaba bastante lejos de ello, más bien se sentía aliviado y tranquilo, no solo por estar con él, sino por cómo había tomado las cosas, por cómo la noticia parecía haberle devuelto algo que perdió por el camino a esa mirada bicolor tan particular.
— Dijiste que no querías hijos— masculló tras meditar un momento los hecho del mes anterior, y de las semanas previas a ello también, cuando empezaron a discutir vagamente el tema— Creí que hablabas en serio.
— Bueno, algo así— volvió a verle con una ceja levantada, intrigado por la explicación que pudiera aguardarle— La idea por sí sola no me molesta, bien has dicho que adoro a los niños y tener uno propio me parece emocionante— puede ver cómo, a medida que habla, ese brillo entusiasta se va apagando, dejando una oscuridad preocupante en su mirada, una que ya conocía bastante bien— Lo que no quiero, es que mi descendencia quede atrapada en ese maldito ciclo sin fin, del que mi hermano y yo no pudimos escapar.
Slug se apartó de él, levantándose del columpio y, como si no necesitara permisos, metiéndose entre sus piernas, obligando al eldritch a subir la mirada por la pequeña diferencia que el estar de pie brindaba. Tomó las mejillas, aún sonrojadas, de su pareja y suspiró, dejando a una sonrisa tranquila tomar sus labios y suavizar su expresión.
— ¿Te preocupa cometer sus mismo errores? — inquirió bajo, acariciando con cariño sus mejillas, apretando ligeramente para abultarlas y darle una apariencia adorable.
— Puesh shi...— había algo extrañamente adorable en escuchar a White Hat hablar así, algo que logró arrancarle una risilla al muchacho. El eldritch le bajó las manos, sonriendo suavemente— Toda mi existencia se basa es ese ciclo abusivo y destructivo, incluso si me alejé de ellos a tiempo. ¿Cómo saber que no seré igual?
— Sé que no será así, mi caballero blanco— susurró sobre sus labios, dejando un pequeño beso antes de continuar— ¿Sabes cómo lo sé? — White negó, atento a sus palabras y como su voz transmitía calma— Porque veo a Felicity todos los días. Veo lo que has hecho por ella desde el día que llegue aquí, y sé qué harás mucho más por nuestro hijo.
White hizo el intento de abrir la boca para decir algo, pero no sale más que un sollozo que preocupa al muchacho. Nunca ha visto al demonio llorar, nunca ha llegado a ver una lágrima resbalar por su rostro, y se pregunta si es capaz de hacerlo. No hay lágrimas en esa ocasión tampoco, solo suspiros cortados por lo que, en una persona, sería un amargo llanto.
— No podemos huir de los errores— decidió proseguir, volviendo a tomar el rostro del mayor, con mucha más delicadeza y cariño, acariciando bajo sus ojos como si realmente hubiera lágrimas allí— pero serán nuestros, no los de ellos, no los de Black Hat. Nuestros.
Dejó pequeños besos sobre sus labios, cortos pero dulces, que tenían un efecto calmante en ambos. White le abrazó por la cintura, dejándose hacer y disfrutando del gesto de su pareja. A lo mejor se estaba adelantando a los hechos, aún tenían bastante tiempo para pensar es esas cosas, pero incluso si así era, que Slug hiciera todo en su mano para tranquilizarlo y subirle el ánimo era suficiente para sentir que todo estaría bien.
— Gracias, cariño— susurró alejándolo simplemente para ponerse en pie, sin romper el abrazo— ¿Te gustaría escuchar una historia antes de dormir?
— Me encantaría, mi caballero blanco— decir otra cosa estaba de más, no le veía nunca caso a añadir palabras en esos momentos. Simplemente se dejó abrazar y envolver por el relato de su jefe, agradeciendo a todo en lo que creía que aquella noche, aquel momento, hubiera salido mejor de lo que pudo siquiera imaginar.
וווו×
Clemencia se había hecho a la idea de que su vida no sería exactamente fácil el día que descubrió que el mejor amigo de Slug era el científico y vicepresidente de aquella empresa que el hermano de White Hat manejaba, esa información era casi un presagio para el desastre. Y ya muchas veces había comprobado su teoría, sin embargo, de todo lo que alguna vez esperó aquel asunto trajera consigo, tener a Demencia en su habitación, a mitad de la noche, definitivamente no estaba en la lista.
— Vamos, pon de una vez la película, algodón— demandó echando la cabeza hacia atrás, estudiando la cama perfectamente ordenada y llena de peluches en que se encontraba recargada, paseando la mirada por cada pequeña criatura de felpa, que le recordaban a 5.0.5— No tengo toda la noche.
— ¿Segura que no nos meteremos en problemas? — murmuró la heroína, terminando de conectar su laptop al televisor que Teddy les había ayudado a lleva hasta la habitación, agradeciendo al enorme oso por su compañía y colaboración— No me gustaría que el señor Black Hat destrozara la casa de nuevo, porque rompimos las reglas.
Demencia bufó sonoramente, lanzándole uno de los cojines peludos que tenía la unicornio sobre su cama en respuesta a la pregunta. Comenzando a comer del tazón de palomitas sin que siquiera hubiese empezado la película.
— Vamos, vive un poco y deja de preocuparte— pidió con la boca llena de comida, dejando algunas moronas caer de sus labios a medida que hablaba, llenándose la falda con palomitas a medio masticar— No creo que se vayan a dar cuenta de que no estoy; seguro están cogiendo como conejos.
— ¡Demencia! — regañó, devolviéndole el golpe con el cojín al sentarse a su lado en el suelo, devolviendo su arma a su lugar, para reemplazarla por el conejito de orejar bordadas— ¿Por qué los villanos son tan vulgares?
— ¿A caso tus jefes no cogen? — siguió con el tema, más por molestarla que otra cosa; sin embargo, reconoció casi de inmediato esa mirada triste que le dio en respuesta, una mirada que ella entendía perfectamente— Oh... lo lamento, no quería, ya sabes...
La película, recién empezada, pasó a segundo plano cuando la unicornio la abrazó fuertemente por la cintura, enterrando el rostro contra su pecho y empezando a llorar suavemente, mojando el chaleco con sus lágrimas. Al principio Demencia no supo cómo reaccionar, nunca había estado en el papel de quien debe consolar a quien llora, y no tenía idea de si debía abrazarla, o alejarla, o simplemente dejarla ser.
Al final, recordando algo que la cazadora de almas había hecho por ella cuando Jack intentó matarla, acabó abrazándola, pasando su mano por el esponjoso cabello azulado, descubriendo lo suave que era al tacto y el dulce aroma que desprendía. Si era algodón de azúcar.
— Ya, ya— le dio un par de palmadas en la cabeza cuando sintió que finalmente se tranquilizaba, alejándola con cuidado por los hombros— Te entiendo, ¿A cuál de los dos quieres tú?
— Preferiría no hablar de eso...— susurró suavemente, pasándose los antebrazos por las mejillas para quitar las lágrimas; intentando volver a la película, aunque no se enteraba de que estaba ocurriendo.
— ¿Y vas a seguir guardándote todo hasta explotar? — regañó con tono de burla, halando suavemente una de las orejas de la capucha, evitando que la heroína lograse descifrar el argumento de la película— No te lo recomiendo, por experiencia propia.
Y como si nada, probablemente respetando el deseo de su compañera, volvió a ver la televisión, atragantándose con palomitas nuevamente, cada tanto recogiendo lo que quedaba en su falta por la forma de comer. Clemencia la observó detenidamente, aun con los ojos algo nublados por las lágrimas, dejando salir un largo y lastimero suspiro.
— Te pareces a Dark— soltó al fin, quitándose la capucha con cuidado, sintiendo como quedaba atorada a medio camino, por culpa de su abundante cabello azulado— Ella siempre quiere saber cómo estoy, incluso si no quiero hablar.
— Mhm, se le da bastante bien eso de meterse en asuntos ajenos— restó importancia al comentario, volviendo la mirada para encontrarse con los ojos bicolores de la unicornio— Entonces, ¿Me dirás? Yo puedo decirte el mío a cambio.
Pasaron un par de minutos en silencio, sin dejar de mirarse o moverse de su sitio; Demencia realmente no encontraba nada entretenido en tener un concurso de miradas, pero aun así no se iba a dejar vencer por un héroe, bajo ninguna circunstancia. Al final, la unicornio acabó por parpadear, rindiéndose y bajando la cabeza hasta encontrar el hombro de la contraria, dejando salir un suspiro cansado.
— Slug— dijo al fin, con un nudo en la garganta que le cortaba la voz, y las ganas de llorar nuevamente invadiéndole el pecho y los ojos— Lo he amado desde hace años; es el único que no me trata mal o diferente por no tener poderes... al menos tú de seguro si tenías una oportunidad...
— Nah, Black Hat siempre ha sido mi amor imposiblemente posible— volvió a acariciarle el cabello, viendo la película sin prestar atención realmente a lo que pasaba en la pantalla; simplemente quería algo con lo que distraerse de las ganas de llorar— creo que igualmente nunca me habría volteado a ver con genuino interés, incluso si hacía las cosas como Flug.
Ninguna se animó a comprobar si la otra también lloraba en silencio, viendo la pantalla por no quedarse fingiendo ser fuerte mientras se les llenaban las mejillas de lágrimas, y algo de maquillaje. Con el pasar de los minutos, y la sensación de haber llorado más de lo necesario, Demencia se levantó del suelo y, tomando el peluche más grande que logró encontrar en la cama, invitó a su compañera a recostar la cabeza en el animal de felpa y mirar al techo.
Clemencia, que había vuelto a abrazar su conejito, hizo caso y se acomodó junto a la villana, sobre el lomo de un delfín que probablemente medía más de un metro, contemplando el decorado de su techo como si fuese la cosa más interesante del mundo, perdiéndose entre las nubes, estrellas y corazones que brillan en la oscuridad.
— No me gusta sentir celos del señor White Hat— confesó suavemente, acariciando los bordados en las orejas de su leal compañero, viajando por memorias de toda clase— Él me ha cuidado desde pequeña, es como mi padre, y me gusta verlo feliz, pero... pero...
— Pero verlo con la persona que amas duele— completó sin emoción alguna en la voz Demencia, cerrando los ojos para, a diferencia de su contraria, intentar no pensar en los recuerdos que la atacaban en ese momento.
— White me dijo una vez, cuando era más pequeña, que amar es terriblemente complicado— empezó a relatar, picando la mejilla de la villana con la nariz del conejo, sonriendo tristemente— Recuerdo que me dijo que a veces amar es querer la felicidad de esa persona, pero saber que no siempre será a tu lado.
Demencia tomó al conejo cuando se cansó de sentir el frio del plástico en la cara, abrazándolo sobre su pecho como si tuviera cero intenciones de regresarlo después de aquello. Alguna vez había escuchado esa tontería, pero no recordaba donde, y tampoco es que fuera importante; su forma de amar era egoísta, quería ser ella quien proporcionase esa felicidad, no ver al amor de su vida en brazos de un flacucho como Flug.
— Son tonterías— gruñó, girándose para darle la espalda a la heroína, prácticamente acomodándose para dormir, cosa que sorprendió a Clemencia— nadie se pone feliz de ver a su amado en brazos de otro.
— Pero podemos intentarlo— intentó convencer, levantando el torso para buscar la mirada de la alebrije— Dark me dijo que eso hace más fácil vivir, aprender a intentar estas cosas.
No respondió, aunque tenía los ojos abiertos y escuchaba atentamente cada palabra, no respondió a la afirmación dada. Había pasado mucho desde que intentó pensar tranquilamente en la cazadora de almas y las cosas que hacía y decida para subirle el ánimo, para hacerle compañía en los momentos más duros en los que lograba estar a su lado.
— Supongo que por eso le fue fácil traicionarnos— finalmente soltó, con veneno en la voz, encogiéndose y abrazando con más fuerza el conejo, teniendo la impresión de que había chillado al apretarlo más— y luego olvidarse de todo como si nada hubiera pasado.
Clemencia, que se había vuelto a recostar, se mordió el labio inferior, pensando en si decir lo que tenía en mente sería prudente o no; bien había logrado calmar ese odio el mes anterior, en esa misma habitación, hablándole tranquilamente acerca de lo que sabía sobre la cazadora de almas. Pero si Demencia se negaba a soltar su enojo, tampoco había mucho que pudiera hacer.
— A ella le importas mucho, ¿Sabes? — aventuró suavemente, sacando su celular para releer las conversaciones más recientes, todas por mensaje de texto, y ver las fotos que siempre le sacaban una sonrisa— Me dijo que tenía miedo de que te hicieran daño, y por eso nunca dijo nada, aunque tuvo la oportunidad.
— Vaya estupidez, puedo cuidarme sola— gruñó contra la cabeza del conejito, cerrando con fuerza los ojos para ver si así dejaba de escuchar las cosas que decía Clemencia.
— Ella lo sabe, pero cuando se es inmortal, es inevitable preocuparse por las vidas mortales— la chica unicornio le parecía siempre tan distinta cuando hablaba de la cazadora; siempre pasaba de ser tímida, o medir sus palabras, a simplemente hablar y decir de todo para defenderla— Sé que su forma de querer es extraña, pero no conozco una más sincera.
— ¿Insinúas que me quiere? — finalmente se giró para verla, casi sacándole los ojos al conejo de la fuerza con que se encontraba abrazándolo; tenía la mirada brillante, por las lágrimas y probablemente la ilusión— ¿Crees que Dark me quiera?
— Estoy segura que lo hace, más que a sus pocos amigos— parecía tan convencida en su declaración, tan segura de lo que decía, que Demencia empezó a creer que le decía la verdad; casi parecía como si se lo hubiera confesado directamente— Además, fuiste la única que llegó a recibir un mensaje suyo durante su secuestro. Yo diría que eres muy importante.
— ¿Crees que un corazón roto puede volver a amar? — susurró casi esperando que no la escuchara, cerrando los ojos para enterrar el rostro en el conejito, respirando profundamente con la esperanza de no volver a llorar sobre su blanco pelaje.
— Sin duda alguna.
Ninguna dijo nada más, la habitación se sumió en un silencio apenas roto por los últimos minutos de la película. Para cuando Clemencia se levantó a apagar su laptop y el televisor, Demencia se hallaba profundamente dormida, aun con el conejo en brazos y una pequeña sonrisa en los labios. Tras cubrirla con una manta, la heroína se acercó a la puerta y salió al pasillo.
— Es grosero escuchar conversaciones ajenas— regañó dulcemente, brindando una sonrisa a la sombra que la observaba desde el otro lado del pasillo, casi huyendo del halo de luz que salía de la habitación— Perdón por haberte reemplazado esta noche, Demencia parecía necesitar una amiga.
— Por lo que oí, no solo ella, Feli— se acercó a la unicornio con pasos casi imperceptibles, dejando que la luz finalmente iluminase su figura, haciendo ver primero sus brillantes ojos magenta, antes que el resto de su rostro— Pero me alegra que se hayan apoyado un poco, y que me hayas ayudado.
— Iban a seguir como gato y ratón si no— burló pasándose las manos por el cabello, buscando su capucha de unicornio, a ver si finalmente se había caído o si seguía sobre sus hombros, intentando liberarse— Aunque, eso deberías decírselo tú, Dark.
— No me he declarado desde que soy inmortal— recordó con cierta tristeza, bajando la mirada hacia sus tenis, encontrándolos altamente interesantes, y prácticos para esconder sus sonrojo— Ella es la primera criatura que genuinamente quiero tener cerca como algo más, no quiero arruinarlo.
— Para eso tu mejor amiga es una experta en el romance— se vanaglorió con una enorme sonrisa, subiendo de más la voz en su orgullo; se cubrió la boca cuando escuchó a la alebrije roncar desde su incómoda posición en el suelo— Anda, vete. Cuando Demencia se haya ido, te ayudaré.
La unicornio entró de regreso a su habitación, cerrando suavemente la puerta y apagando la luz. La cazadora de almas se quedó un momento viendo la puerta, decorada de forma infantil, con una sonrisa algo tonta en los labios. Empezó a caminar por el pasillo, mezclándose cada vez más con las sombras que bailaban bajo la luz de la luna que entraba por la ventana. Dio un último vistazo al pasillo antes de desaparecer, manteniendo en todo momento esa sonrisa tonta, una que no había tenido en años.
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Hey! Me siento feliz de actualizar con apenas un mes de diferencia; a estas alturas se siente como un récord después de pasar tanto tiempo ausente. ¿Cómo están? Espero que bien.
Vamos por partes, que esta nota es un poquito más larga. Primero que nada ¡Llegamos al capítulo 60! Lo que significa que, oficialmente, estamos en la recta final de nuestra historia. Dioses, decir eso me acaba de dar escalofríos, no esperaba llegar tan lejos, muchos menos poder decir con orgullos que estoy por terminar uno de mis proyectos favoritos. Pero ahora no es momento de las despedidas, para eso ya tendremos tiempo.
Segundo, este capítulo me dio varios problemas, específicamente la parte de Demencia. Originalmente quería que ella y Dark tuvieran una charla en la playa, pero a medida que escribía aquello, lo iba sintiendo más y más forzado. Yo sé que no llegué a desarrollar bien la relación de estas dos, y sinceramente no pretendía siquiera que tuvieran una relación tan fuerte, pero me entusiasmó tanto que a ustedes les gustara, que yo sinceramente no tengo quejas al respecto.
Tendrán su espacio en los últimos capítulos, a lo mejor es la forma más apropiada, pero es lo que puedo ofrecer y me hará muy feliz.
Y, finalmente ¡Estrenamos portada! El dibujo lo tenía listo desde inicios de diciembre, pero como generalmente tengo trabajo en esa época, y quería que fuera lo más hermoso posible, pues me tomé un poco más para terminarlo apropiadamente, y editar una buena portada. A mí la verdad me encantó, es realmente bonita, y me esforcé para que se viera bien en conjunto. ¿Les gusta?
Les dejo aquí la imagen original de Flug, y la portada en mejor calidad (ya que Wattpad se fuma la calidad, igual que Instagram).
Espero les haya gustado el capítulo, y que el inicio del año haya sido amable con ustedes. Espero pronto traer un poco más.
Nos leemos luego :)
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