•Capítulo 58: Antes del amanecer•

 Saludos cordiales, villanos.

¿Pueden creer que ya son tres años de esta historia? Yo no, de hecho ni me había dado cuenta, hasta que empecé a editar el capítulo.

No sé muy bien como empezar esta nota la verdad, muchas cosas me han dificultado este capítulo, y realmente espero que sea grandioso, porque el que sigue será realmente intenso y creo que estoy pensando demasiado en el y muy poco en este. Pero bueno, debo concentrarme si quiero llegar ahí ¿No? Empecemos con los datos de hoy, pocos pero interesantes.

La marca de tabaco Camel fue fundada en 1913 por R.J. y P.E.l.G Reynolds en Winston – Salem, Carolina del Norte, Estados Unidos. Son pioneros en la producción de tabaco rubio, que contrastaba con las mezclas de tabacos oscuros, de la época, que son consideradas mucho más fuertes. Una de las diferencias que marcaba Camel era la mezcla de tabacos turcos y "domésticos" que lo diferenciaba de sus principales competidores.

La marca se volvió popular no solo por su sabor más suave, sino también por el modo en que se publicitaron antes y durante su lanzamiento. Los camellos se volvieron realmente la imagen de la marca, ya que durante un tiempo, se usaban camellos de circo que paseaban por la ciudad ofreciendo los cigarros. Previo a su lanzamiento se creo un slogan para anunciarlos, la gente creyó que "The camels are coming" era una especie de broma.

El camello que aparece en el empaque fue llamado "Old Joe" y se convirtió en la cara oficial de la marca. Esta se volvió tan popular que para mediados de siglo se conocía a Winston – Salem como "La cuidad de los camellos" en honor a la marca y los animales que repartían los cigarros por la cuidad.

Realmente fue algo complicado encontrar la información acerca de esta marca de cigarros, porque se usa mucho como estudio de caso en marketing y publicidad, debido al éxito que sus campañas tuvieron, y no se habla lo bastante de su historia. En todo caso, quería contarles un poco acerca de esta marca de cigarros.

Ahora, volvamos a hablar un momento de bebidas alcohólicas, específicamente, del whiskey escocés. A diferencia del borbón, el whiskey escocés se hace con granos de cebada. En Escocia se han estado destilando bebidas por más de 500 años. En aquel entonces, al destilado producido se le conocía como "uisge breatha" o "el agua de la vida", como se traduce del gaélico.

El avance en los procesos de destilado, desarrollados por monjes, permitieron que la calidad de los destilados fuera mejorando poco a poco. Con el paso del tiempo, a esta bebida de malta se le empezó a llamar whiskey. En la década de 1830 se empezó a producir un whiskey de granos. La mezcla de estos whiskies de grano más ligero con los whiskies de malta de sabor más intenso, amplió considerablemente el atractivo del whisky escocés.

Para preparar Whiskey escocés se deben dejar los granos de cebada Los granos o semillas de cebada se empapan en agua hasta que se brotan. Cuando los granos han brotado, se secan y se tuestan en un horno llamado kiln. En la producción tradicional de whisky escocés, el horno era de turba, lo que le daba a Scotch su característico sabor. Hoy en día, todavía se utilizan diferentes niveles de humo de turba para influir en el ahumado final del whisky, ofreciendo una amplia gama de bebidas: desde whiskies más pesados como la variedad Caol Ila a otros más ligeros, menos expuestas a la turba, como Oban.

Los granos de cebada que se secan y se tuestan, ahora se consideran "malteados". La cebada malteada se muele y se tritura con agua caliente y el líquido azucarado resultante (llamado "mosto") se separa de los granos del puré. Luego se agrega levadura al mosto y se fermenta. Esto toma entre dos y cuatro días. Después de ese tiempo, el líquido (o "lavado" como se denomina) tiene un sabor bastante similar al de una cerveza. Con un volumen alcohólico de alrededor del 9%, el tiempo que permanece después de que se crea el alcohol, hace una marcada diferencia en el destilado final.

El destilado consiste en calentar y enfriar el lavado en un alambique de cobre. Al mantener la temperatura de ebullición por debajo de 100 ° C, el agua permanece mientras el alcohol se separa del líquido en forma de vapor. Ese vapor se enfría de nuevo y se convierte en otra vez en un líquido. El producto final de la primera destilación, no es lo suficientemente fuerte como para ser llamado un destilado, por lo que el proceso vuelve a suceder (en menor tamaño). La destilación lenta permite mucho contacto con el cobre, dando un whisky ligero y delicado. En contraste, una destilación más rápida, minimiza el contacto con el cobre y produce un líquido aceitoso y más denso.

El whisky escocés puro de malta se destila casi siempre de esta manera, mientras que el whisky escocés de grano único se destila en un proceso continuo, en columnas fijas, lo que lleva a un whisky más ligero y suave. Después de la destilación, el espíritu debe madurarse en barricas de roble (en Escocia) durante un mínimo de tres años antes de que pueda llamarse whisky escocés.

Honestamente, amo aprender acerca de estas cosas; no tengo el aguante para beber esta clase de bebidas, pero saber de su proceso de fabricación y entender como surgieron se me hace sumamente interesante. Seguro sorprendo a mas de uno en una fiesta.

Creo que eso es todo por ahora, espero realmente que les guste lo que viene, me tomó mucho poder empezar y creo que me tomará mucho poder terminar, pero mientras valga la pena, yo estaré feliz.

Este capítulo contiene descripciones de violencia física, por favor lean con precaución

Sin más que decir, por favor disfruten la lectura.


Su fuerte eran los puños, su lugar en la batalla siempre estaba en ejecutar los planes de Flug, o arruinarlos, para cumplir la misión asignada por Black Hat y complacer así al demonio. Ese creía que era el propósito para el que había sido creada, no para mantener con vida a un héroe, o aguardar pacientemente a que curasen sus heridas de la forma tradicional, un método al que no se había sometido en por lo menos seis años.

— ¡Ten cuidado! — reclamó, alejando la mano ante el ardor del desinfectante sobre las heridas en sus manos, pequeños cortes producto de su arranque de ira en el que su víctima casi pierde la vida, y el rostro de paso.

Clemencia, agachando la mirada y cambiando inmediatamente el método de cuidado, apenas pudo murmurar una disculpa; podía ver en su actuar lo nerviosa que estaba, a lo mejor por estar cuidando de una villana, a lo mejor por la silenciosa presencia de Black Hat en la mansión. Ese nerviosismo le parecía divertido, al menos la distraía un poco de la tensión del momento.

— ¿Qué acaso Kenny nunca trata tus heridas? — habría llegado a olvidarse de la presencia del científico, de no ser porque cada que intentaba molestar a la unicornio, saltaba en su defensa— Con lo irresponsable que eres, uno esperaría que ya fuese parte de su rutina.

— Nah, Flug tiene sus métodos— restó importancia, moviendo los dedos para ajustar un poco mejor la venda sobre sus nudillos, sonriendo ante la mueca de horror de Clemencia por el modo en que sus huesos crujían— Nos ahorran malos ratos y heridas nuevas, además es mucho más rápido de ese modo.

— Slug, terminé con ella— poco le importó si la habían ignorado, en ese momento no estaba interesada en ellos y los trabajos delegados por el sombrero blanco, tenía demasiadas cosas en las que pensar como para estresarse con algo que no le correspondía.

Se bajó de la plancha metálica en que había sido tratada y comenzó a dar vueltas por el laboratorio, tocando de vez en cuando objetos que brillaban o parecían lo bastante delicados como para quebrarse con un toque, ignorando la tentación de causar destrozos. Su mente comenzó a viajar por la corta pelea en el pasillo, por lo que había visto y escuchado; cada detalle invadía su memoria.

Se sentía inútil, como una decepción o un fracaso, de esos que terminaban desapareciendo sin dejar rastro por haberle fallado a Black Hat más veces de las pertinentes; su única misión, estando en la mansión, era cuidar de ellos con su vida, plantarle cara a cualquier peligro con tal de garantizar el bienestar de Flug y la bebé. Sus órdenes eran protegerlos, y había fallado en ello, dos veces.

— Oh, querida, no deberías culparte por lo ocurrido— giró bruscamente con los puños en alto a encarar la voz que, suavemente, intentaba librarla de culpas; White Hat le sonrió en respuesta— Lo que pasó hoy era inevitable, intervenir para prevenirlo habría sido incluso peor.

— No entiendo— confesó de forma arisca, retrocediendo un poco ante la cercanía del demonio; White la ponía nerviosa, especialmente en aquel momento en que el resto del mundo dormía mientras ellos trabajaban— Pude haber salvado a Thana si esa imitación barata de Fresita Rosita no se hubiera metido en mi camino.

White la invitó a seguirle sin decir nada más, recorriendo el camino que ella había tomado hasta volver junto al científico, contemplando el trabajo que realizaba, ajeno al mundo que a su alrededor. Se parecía mucho a Flug, y a la vez eran muy diferentes, ajenos al mundo al trabajar, pero con la guardia en polos opuestos.

— Ciertamente habrías podido enfrentar a la cazadora de almas— reconoció el eldritch, mirándola de reojo contemplar con rencor el renovado rostro de su víctima— pero bajo su control, ella no habría dudado en hacerte daño; te habrías convertido a lo mejor en una pieza más en su colección de almas.

— Eso da igual, habría cumplido mi misión— gruñó tomando delicadamente el mechón de cabello que, libre de cualquier atadura, volvía a caer sobre el rostro de la heroína, jugando con el, con claras intenciones de arrancarlo— En todo caso, Dark Blood eligió finalmente un bando, el bando enemigo. Lo que hubiese pasado me tiene sin cuidado.

White Hat hizo a un lado su capucha de lagarto para acariciarle la cabeza, un gesto que pocas veces otros habían tenido con ella, pero que le hacía sentir vulnerable y pequeña, casi como si volviera a ser esa niña que se había prometido dejar atrás. Las lágrimas no tardaron mucho en salir.

— La cazadora de almas no tiene permitido elegir un bando— señaló Slug, colándose en la conversación y obligándola a apartar la mano de su paciente, rehusándose rotundamente a pasar otra hora reparando su daño— Es una pieza neutral de este juego en el que los demás somos blancos o negros ¿No es así, White?

— ¡Eso no importa! — interrumpió descortésmente al demonio, alejándose de la mano que le daba cariño y, sin cuidado, tomando al científico por el cuello del sweater, llorando sin control, posiblemente por rabia más que por tristeza— Esa perra pudo hacer algo ¡Pudo advertirnos! Y ahora Flug está en garras de los payasos de Podemos Bailar y nosotros aquí, hablando como idiotas sin hacer nada.

Reaccionó ante el pinchazo en su brazo solo cuando el efecto del sedante empezó a recorrer su torrente sanguíneo. Poco a poco perdió la fuerza, las piernas le fallaron y el mundo se tornó de colores brillantes, colores que no debían estar ahí. Cayó inconsciente sobre el cuerpo de la heroína, exhalando una última maldición al doctor que sostenía la aguja sin inmutarse.

— Pobre chica, ha pasado por demasiadas traiciones— lamentó el eldritch, tomándola con la delicadeza apropiada, cuidando no afectar de ningún modo a la paciente de su doctor— Feli ¿Podrías hacerte cargo? Quisiera que la ayudes a tranquilizarse.

— ¡A la orden Señor White Hat! — respondió acercándose a recibir a la alebrije en brazos, dejando de inmediato el laboratorio, tarareando una alegre melodía, que se perdió en el silencio del lugar y la amplitud del pasillo de la mansión.

— Lo que sea que vayas a decir, dilo— exigió el moreno, revisando a la heroína una última vez antes de dar por terminado el procedimiento y, finalmente, quitándose los guantes ensangrentados.

— Mi hermoso terroncito de azúcar morena, necesitas calmarte también— pidió suavemente, rodeando la mesa de operaciones para acercarse íntimamente al muchacho, relajando tanto como podía su expresión y su cuerpo, intentando transmitir esa calma— No podrás ayudar a traer a Flug de vuelta si sigues enojado con el mundo.

— ¿Eso es una amenaza? — preguntó dejándose abrazar, recargando la cabeza en el pecho del eldritch.

— Jamás amenazaría a mi precioso doctor— garantizó dulcemente, dejando un beso en su frente antes de alejarse para mirarle a los ojos— Solo quiero cuidarte, me preocupa que vayas con Black Hat y te pongas en riesgo sin razón.

El muchacho rio suavemente al verse descubierto; en realidad no era el único con el deseo de hablar con el villano, pero hacerlo del modo en que Slug normalmente lo haría podría ser peligroso, considerando el evidente enojo que sentía el eldritch de negro en esos momentos.

— Yo me haré cargo de mi hermano— continuó después de un momento, volviendo a besar la frente del humano y deshaciendo finalmente el abrazo, empezando a alejarse con pasos cortos, casi como si no quisiera irse— deséame suerte, cariño mío.

— Suerte, blanquito...— murmuró apenas, volviendo a ver a Heed, preparándose para despertarla, aun con la cálida sensación del abrazo rodeándole.

וווו×

La nube de humo danzaba a su alrededor en la penumbra como un escudo que camuflaba los pensamientos, en caso de que alguien pudiese verlos. Estaba demasiado sumido en su mundo como para si quiera percatarse por lo que pasaba en el resto de la mansión. En todo caso, no es como si le importara, tenía cosas más importantes que considerar.

El suave sabor del cigarro, lamentable en comparación a los puros que estaba acostumbrado a consumir, le ayudaba a pensar; normalmente no se detendría tanto en un solo asunto, no pasaría horas contemplando a la nada en busca de respuestas, pero esa madrugada era lo bastante peculiar como para no molestarse en intentar hacer lo que comúnmente haría.

Nunca se había preocupado realmente por entender sus emociones, y las acciones que estas detonaban; solía dejarse llevar sencillamente y luego, si era necesario, enfrentar las consecuencias. Flug había sido la primera criatura, en su longeva existencia, que se había preocupado por comprender su naturaleza.

A lo mejor era eso mismo lo que le tenía allí, pensando en porqué aun la cuidad se encontraba en una pieza y no envuelta en llamas y gritos de agonía.

— No esperaba encontrar mi oficina llena de humo— una parte de sí agradeció la interrupción de White Hat, la otra deseó no limitarse y hacerle tanto daño como fuese posible, simplemente para liberar estrés— ¿Te importa si me uno? Ya que parece no haber nada mejor que hacer.

— Preguntas como si fueras a dejarme opción— reclamó apagando el cigarro contra el cenicero, encendiendo otro casi de inmediato, ofreciéndole al demonio blanco el último de la caja, resignado a tener que tolerarlo por un tiempo— ¿Con que tontería me vas a amargar la madrugada?

El mayor, sin preocuparse por dar una respuesta, encendió su cigarro con una llama azulada en la punta de su pulgar, y recargó la espalda contra el marco del ventanal, encarando a su hermano que permanecía contra el escritorio, como si fuese su propia oficina.

— Él en verdad te cambió— señaló con obviedad, dejando que el humo ascendiera hasta fundirse con la nube que ya envolvía la habitación, jugando con las formas que surgían— Mírate, pasando la madrugada en mi hogar, a la espera de una solución civilizada a tu problema. Apenas te reconozco Blacky.

— ¿A caso estas esperando que la solicite amablemente? — gruñó tomando del cenicero una colilla, lanzándola directo al rostro del mayor, en gesto infantil de desprecio— Vete al diablo White Hat.

— Oh no, por supuesto que no espero algo así, Blacky— garantizó, manteniendo una actitud cordial, casi complaciente, con la evidente intención de prevenir discusiones y problemas— Sin embargo, me intriga mucho todo este asunto. No creí que, de los dos, serías tu quien engendraría primero un heredero, mucho menos junto a un humano.

Dejó salir un suspiro, meditando las palabras de su hermano. Tenía razón, de los dos White era quien tenía la habilidad de relacionarse con otros, de entablar relaciones personales que fueran más allá del trabajo o conveniencias pasajeras que siempre acababan en traiciones y disputas. White era bueno para relacionarse, él era bueno para los negocios.

Incluso sus matrimonios, todos igual de monótonos y efímeros, habían sido simples convenios establecidos a cambio de riquezas y apellidos ya borrados por el tiempo. Ninguna de sus esposas, por más empeño que pusieran en ello, había sido capaz de darle una cría; incluso aquellas que afirmaban haber quedado en cinta no eran más que embusteras en busca de garantías después de la muerte. Pero Flug, cuando pensaba en él, se daba cuenta de que había algo que lo diferenciaba del resto, algo en particular que nadie más le había ofrecido.

Él disfrutaba de su presencia.

Y no por obligación, como algunas en el pasado, Flug no se sentía obligado a nada, al menos nada ajeno al trabajo. En el periodo que llevaban juntos, sorprendentemente corto para la evolución de su relación, habían descubierto que tenían más cosas en común de las que alguna vez llegó a esperar de alguien. Él genuinamente disfrutaba de los libros en su biblioteca, de la música que componía y de las historias que aguardaban a tener un interlocutor dispuesto a escucharlas.

Posiblemente, de todas las criaturas que había llegado a conocer, Flug fuese la única que se había tomado el tiempo de conocerle, de abrirse un espacio en su vida solo para pasar tiempo juntos. Y, aunque costase reconocerlo, se lo agradecía profundamente, a lo mejor más de lo necesario.

A lo mejor era justo eso lo que le había dado a su cría la oportunidad de existir, esa comodidad tan natural entre ambos.

— Hay cosas que es mejor no cuestionar— concluyó, apagando el cigarro a medio consumir y, nuevamente, atacando a su hermano con la colilla, riendo entre dientes ante la mueca de disgusto del mayor— El tener una cría no cambia las cosas; mi desprecio por los humanos y el mundo que han construido permanece intacto.

White le brindó una mirada de incredulidad, naturalmente producto del autocontrol que estaba manifestando en ese momento. Black Hat no podía saber si su hermano quería ayudarlo a contenerse o a destruir la isla en que había fundado su imperio.

— Y, por lo que respecta a la niña— prosiguió tras un momento de silencio, sabiendo que tendría de no forzar una conclusión, aquella mirada le haría perder la paciencia— si te quita el sueño bien puedes engendrar uno también. Sería una tragedia, pero allá tú.

— No está en mis planes engendrar un hijo— admitió sin variar el tono calmo de su voz, acercándose al menor para apagar la colilla contra el cenicero, invadiendo de paso el espacio personar de su hermano— Aunque no intentaría eliminarlo si llega a pasar.

Para ese instante estaba seguro que White quería provocarlo, ayudarlo a dejar de contenerse momentáneamente; a lo mejor, a su modo de ver, mantenerse sereno era perjudicial para su salud. A lo mejor no se equivocaba.

El mayor chasqueó los dedos sin apartar la vista de su hermano, iluminando la oficina con una luz talvez demasiado brillante. El repentino cambio los cegó a ambos un instante.

— ¿A qué estas intentando jugar, White? — gruñó pasándose la mano por el rostro, asesinando al eldritch blanco con la mirada por tal jugarreta infantil; ya podía imaginar el rumbo que tomaría esa conversación— No imaginé que tú, de todas las criaturas en este mundo, desearía provocarle el fin.

— Oh, el fin suena tan dramático, — el humo, que no parecía disiparse bajo ninguna circunstancia, comenzó a bailar alrededor de ambos, creando figuras macabras y escenas que pondrían nervioso al más valiente, hasta desvanecerse completamente. Black Hat observó el espectáculo de su hermano con desprecio— solo quería ver si aún eres esa bomba de tiempo que solía golpearme hasta el cansancio cuando éramos niños.

— Con gusto te romperé todos los huesos del cuerpo si es lo que buscas— amenazó a medias, haciéndose a un lado ante el gesto del eldritch blanco de tocarle, rescatando su gabardina del escritorio. Siguió atentamente los movimientos de su hermano, aguardando a un lado— ¿Qué es lo que quieres?

White Hat movió la mano suavemente, creando una copa de vino blanco, llena más arriba de la mitad, que ofreció al menor con esa imborrable sonrisa que, dependiendo de quien la viera, podía ser espeluznante. Black Hat rechazó el trago y, para no dejar que el otro bebiera solo, hizo lo propio para crear una copa de vino tinto. Era un ritual muy suyo, convidarse bebidas que sabían no le gustaba al otro, siempre con la intención de relajar el ambiente.

Costumbres de niños que no se perdían en la adultez.

— Quiero hacerte una oferta, que espero no rechaces, hermano— tomó la palabra tras dar un sorbo a su copa, moviendo suavemente la mano para revolver el vino, como lo haría un catador experto.

Black Hat terminó su copa de un trago, dejándola sobre el escritorio sin cuidado de dañar la madera, colocándose la gabardina con los puños cerrados; aún tenía demasiadas emociones atoradas como para querer lidiar con su hermano y una negociación sin sentido.

— Antes de que decidas cruzar por esa puerta— se adelantó a su plan, ofreciendo una silla idéntica a la que ocupaba, del otro lado del escritorio, como haría con cualquier otro cliente— me parece que lo que tengo para ofrecer podría serte de utilidad, al menos por esta noche.

— Tienes treinta segundos— declaró encarando apropiadamente al mayor, sin tomar asiento. Estaba dispuesto a escuchar, pero no a ser tratado como un cliente cualquiera.

— Quiero ofrecerte a mis subordinados— anunció con algo más de entusiasmo, posiblemente por ser escuchado, o simplemente por la idea de tener cartas en el asunto— Te ofrezco los servicios de mis subordinados para que rescates a tu científico y tu cría, a cambio de un beneficio, como debe ser.

A diferencia de las negociaciones habituales, donde se intercambiaban almas y otros intangibles propios de los mortales, un contrato entre ellos debía darse con bienes o servicios que resultasen beneficiosos para ambas partes. De nada servía, a fin de cuentas, negociar un alma con un ser que carecía de ella.

— Escupe tus malditas condiciones de una vez— demandó el villano, olvidándose del límite de tiempo y apretando los dientes, lo justo para que la tensión de su mandíbula fuese visible— ¿Qué te hace creer que aceptaré tal ofrecimiento?

— Simple, necesitas a alguien que pueda infiltrarse en P.E.A.C.E., y guiar el camino— explicó apoyando los codos en el escritorio y entrelazando las manos. Por un segundo, Black Hat se preguntó si él lucía tan ridículo negociando; descartó tal estupidez de inmediato, era superior a su hermano, claro que no se veía ridículo, en ningún momento.

— Demencia es más que suficiente— la conversación se iba a convertir en un ir y venir de razones. Vaya negociación.

— Puede ser, — concedió sin mucho problema, consciente de que aquel era el trabajo habitual de la alebrije—pero considerando que tu enemigo tiene en su posesión a la cazadora de almas, creo prudente que aceptes un poco de ayuda.

Black Hat chasqueó la lengua, ofendido ante la insinuación de que necesitaba ayuda para hacer algo tan simple como entrar en una base medianamente custodiada por un montón de mortales incapaces de defenderse sin sus armas. Era una tarea rutinaria para Demencia, incluso estando en desventaja numérica.

— Además— prosiguió antes de darle chance a refutar sus razones, reclinándose hacia el espaldar de la silla, aflojando el nudo de su corbata con una sonrisa socarrona— Slug es un gran estratega, y conoce mejor que nadie a tu enemigo ¿Vas a declinar una ventaja táctica, Blacky?

Debía reconocer que White tenía razón en lo que refería a la ventaja táctica; normalmente Flug contaba con ese cargo, el de planeador y ejecutor de los planes adecuados para culminar apropiadamente sus misiones, y controlar la explosividad e impulsividad de Demencia. Sin él, aunque costase reconocerlo, estaba en desventaja, y una muy grande.

— ¿Y qué esperas a cambio de tus sabandijas? — interrogó sin cambiar su semblante, esperando que el mayor no asumiese aquello como un victoria ante él.

Con White Hat debía esperarse cualquier cosa, desde una petición tan simple como algún dulce que le hubiese robado de niños, hasta tratos que le obligaran a quedarse fuera del mundo humano por décadas, o siglos. Nada sería realmente una sorpresa.

— Muy simple, me gustaría que tus villanos se mantengan a raya un tiempo— explicó moviendo la mano sutilmente, como si con ello pudiera hacer más claras sus intenciones— Esta noche será trágica para quienes se asocian y apoyan a los héroes, incluido un servidor, por supuesto. Me gustaría que les dieras la oportunidad a estos héroes de reponerse.

— ¿Por qué motivo debería? — inquirió encarando una ceja, casi soltando una risa burlesca que habría atacado al mayor. La petición era todo menos razonable, como había supuesto— Esos bastardos llevan décadas, posiblemente más, queriendo deshacerse de mi ¿Por qué debería brindarles una oportunidad?

— Oh Blacky, ¿Con quién jugarías nuestro juego entonces? — le molestaba que White fuera bueno negociando, porque tenía que escuchar razones considerables como valederas para aquel peculiar trato que le ofrecía— Te propongo algo, a cambio de permitir a mis fichar volver al juego, podrás conservar a la cazadora de almas, y si gustas, también a nuestra pequeña heroína de rosa ¿Qué dices?

Poniendo cara a cara los beneficios que obtenía cada uno en aquel trato, podía considerar justo el concederle tiempo a esos payasos, al menos el prudente para no quedarse sin oponentes en el juego. A cambio, no solo obtenía una pieza del enemigo, también recibía a la cazadora de almas, y recuperaba a Flug y su cría en el proceso.

— De acuerdo— concluyó, extendiendo la mano izquierda a su hermano, dejando que el fulgor de una llama verdosa la envolviera— Tenemos un trato ••••••••.

— Maravilloso •••••••— celebró el mayor, estrechando la mano del villano y dejando que el azul de su propia llama se fundiera en una danza con el verde del menor— Imagino que no necesito recordarte lo que le ocurrirá a quien rompa su parte del acuerdo.

— Ahórratelo, White— gruñó soltándose tan pronto como las llamas se extinguieron, dejando atrás apenas un destello y el olor a quemado que acompañaba al fuego, siempre— ¿Dónde está ese científico tuyo? Entre menos tiempo desperdicie en tu presencia, mejor.

El eldritch blanco aplaudió suavemente, sonriendo y poniéndose en pie, se encaminó a la puerta sin mediar palabra. Le dejó solo sin molestarse en explicar a donde iba y que pretendía hacer; no es que esperase una explicación, pero al menos algo de cortesía de su parte no estaría de más.

Se olvidó de la falta de modales de su hermano al percatarse de lo que había dejado sobre el escritorio; White había dejado una botella de whiskey escoces y dos vasos con algo de hielo. Talvez le vendría bien beber algo, al menos para no acabar matando a sus subordinados temporales.

וווו×

En una madrugada normal, lo único que la mantendría despierta hasta esas horas, sería una serie o película; le gustaba gastar sus noches en tramas de diversas naturalezas y géneros, solo para hablar de ellas sin parar en el desayuno del dia siguiente. Vigilar a una villana a medio camino entre la inconsciencia y la lucidez jamás se le habría pasado por la mente como un plan para la noche.

Demencia no era en realidad difícil de vigilar, hacía demasiado ruido y era fácil adivinar donde estaba parada, el problema con ella, al menos en el estado en que el sedante de Slug la había dejado, era que se arrastraba de un lado a otro, intentando salir a buscar una presa en la cual descargar su enojo. O al menos eso le había entendido en medio de los balbuceos.

— Demencia, te vas a lastimar— murmuró preocupada, sufriendo internamente por el chirrido de muebles, lo bastante pesados para necesitar a Teddy para moverlos, arrastrándose por el piso de su habitación— ¿Cómo iras por ellos si te cae un closet encima?

— ¡Yo no estoy en el closet! — vociferó, levantándose a medias y volteando a verla un instante, sacando la lengua de forma infantil; el brazo que la sostenía cedió casi al instante— ¡Me llegó a gustar una chica! No estoy en el closet...

La unicornio se sorprendió ante la confesión; no le pareció extraño que Demencia no fuese hetero, sería difícil que lo fuera a su modo de ver; lo que le sorprendía era la tristeza con que su confesión salió, como si allí hubiese arrepentimiento o melancolía.

— Demencia...— tomó de su cama un pequeño peluche de conejo y, gateando para no asustarla, se acercó a la villana con cautela. Actuaba como le habían enseñado a actuar en caso de que algún animal salvaje entrase en la mansión, procurando no salir lastimada.

— ¿Qué quieres? — gruñó cuando estuvo lo suficientemente cerca como para no tener que gritar, despegando la cara del piso para poder verla— ¿Me traes la cena?

— Snow no es la cena, es un amigo,— ofreció al peluche con una sonrisa, esperando que con eso, al menos por un rato, se tranquilizara; no quería tener que reconstruir su habitación desde ceros— y quiere saber si estas bien, o si quieres un abrazo.

Como pudo, la villana se sentó contra el closet que había estado utilizando para impulsarse por la habitación, tambaleándose un poco antes de recibir el peluche. Estudió su rostro con detenimiento, como si fuere algo verdaderamente interesante. Lo único peculiar del animal de felpa eran sus orejas, bordadas a mano con corazones y estrellas, y el nombre de su dueña.

— Felicity Clemente... vaya nombre— masculló devolviendo el animal a la heroína, recargando la cabeza en el hombro ajeno. No había notado en qué momento se acomodó a su lado— Clemencia es más lindo... le queda a tu cara redonda de niña mimada.

— No soy una niña mimada— se defendió a medias, bajándole la capucha de lagarto y acariciándole el cabello, había visto que el gesto la tranquilizó cuando White Hat lo hizo y le pareció una buena idea.

Demencia se relajó un poco más, dejándose hacer sin chistar, casi ronroneando como lo haría un gato. A Clemencia eso le apreció curioso, sabía que White Hat tenía costumbres felinas, incluso había llegado a acariciarle el cabello cuando se hacía pasar por humano y obtenido la misma reacción. Supuso que Black Hat sería igual, pero no esperaba que la alebrije tuviese tal comportamiento.

— Algodón...— volvió a hablar la villana después de un rato, tomando un poco de su cabello y jugando con él entre sus manos, esponjándolo y moldeándolo como si fueran motas de algodón— ¿Alguna vez te has preguntado por qué ella se encariña y luego se va?

— ¿Ella? — le tomó un momento entender la pregunta, era extraño que hablara de alguien sin darle un nombre; la pregunta tuvo sentido cuando recordó que solo había una chica en común entre ellas— Ah, Dark... bueno, creo que es porque le teme al tiempo. O al abandono.

— ¿Por qué los eligió a ellos? — la repuesta a esa pregunta la conocía.

— No los eligió, jamás haría eso— aseguró con confianza, dejando de acariciarle el cabello para tomar el peluche nuevamente entre sus manos, sonriendo y luego entregándoselo a Demencia— Dark es... peculiar. Le tiene miedo a despertar un dia y descubrir que el mundo avanzó de nuevo y ella volvió a quedarse atrás, por eso no hace muchos amigos.

Sacó su celular del bolsillo de su sudadera, buscando lentamente una foto en la galería, bajo la mirada curiosa de una villana que observaba sus fotos sin cuidado, analizándola un poco más. Le entregó el aparto en cuanto dio con la foto que buscaba, una selfie junto a la cazadora de almas. Claramente ella estaba más joven, parecía estar recién entrando en la adolescencia.

— Cuando la conocí no tenía un celular, así que no tengo fotos de ese entonces— pasó la foto con suavidad, revelando un retrato casi idéntico. Clemencia se veía un poco mayor, posiblemente había un par de años entre cada imagen— No es alguien mala, aunque muchos crean que sí, tampoco es egoísta o grosera; a Dark no le gusta relacionarse porque siempre pasa algo, algo siempre la aleja del mundo y, cuando vuelve, nosotros hemos avanzado mucho.

Demencia observó las fotos en bucle, como si estuviera hipnotizada. Sabía que era inmortal, que para ella el tiempo y las heridas no existían, pero verla ahí, luciendo exactamente igual que ahora, con al menos ocho años de diferencia, era extraño, impactante incluso.

— Una vez me habló de porqué trabajaba para ambos bandos— continuó hablando, rompiendo el bucle de la villana para mostrar otra foto, una en la que ambas lucían una chaqueta con el logo de los agentes que tantos problemas les daban ahora— Me dijo que limitar su servicio solamente a los villanos le quitaría la oportunidad de conocer más del mundo en el que está atrapada. También me dijo que jamás trabajaría para los héroes.

— Y aun así les ofrece sus servicios— recordó con cierto recelo.

— Puede ser,— concordó tomando de regreso su teléfono, buscando una última foto para mostrar, una foto que Demencia no sabía que existía, pero deseaba atesorar ahora que la había visto— pero es solo otro modo de conocer más del mundo

Demencia ignoró cualquier cosa que la unicornio dijo después, estaba demasiado concentrada en la foto. Eran ella y Dark durante el intento de baby shower que organizaron las villanas, en aquel juego de vestir que había ganado. Ese día no le dio importancia a la cazadora, estaba demasiado entretenida en algunas cosas, y estresada en otras, como para prestarle atención a los detalles.

— Ella es... muy linda— murmuró para sí, sintiendo un escalofrío bajar por su espalda. Si, se habían besado; si, la había molestado en varias ocasiones, pero reconocer esa belleza que tenía la cazadora se sentía diferente— Pero, decidió traicionarnos, ayudarlos. ¡La llame mil veces! De todas las formas que conozco ¡Y jamás atendió! ¡¿SI QUIERA LE IMPORTAN LAS PERSONAS QUE DEJÓ ATRÁS?!

El enojo volvió a su mirada, acompañado de una tristeza que recordaba demasiado bien. Huyó de la mirada de Clemencia al sentirse expuesta, al expresarle finalmente a alguien el cómo se había estado sintiendo durante la repentina ausencia de la cazadora de almas. Quería llorar, de nuevo quería llorar hasta quedarse dormida en el suelo del baño, pero no tenía tiempo, debía ir por Flug.

— Ella no tenía opción— intentó defender la heroína, envolviéndola por la espalda en un cálido abrazo, apenas comparable al que Dark le había dado por primera vez, pero un abrazo a fin de cuentas, que le ayudaba a retener un poco las lágrimas— Cooper debió aislarla. Dark jamás haría lo que hizo si eso lastimaba a alguien, y mucha gente salió lastimada.

Se quedaron así, en silencio, esperando a que algo las animara a retomar la conversación. Clemencia se sentía obligada a defender a Dark, siendo la única que la conocía lo bastante bien como para poder justificarla, quería asegurarle a todo el mundo que ella jamás se habría marchado voluntariamente de ese modo. Pero no solo lo hacía por eso, lo hacía también con la esperanza de ayudar a Demencia a entender y perdonar, o al menos a no sentir tanto rencor.

— Demencia yo...— sentía que iba a caer dormida allí, sobre el cabello de la villana, murmurando algo que no estaba segura de que era; quería decirle algo, no supo relacionado a qué, pero algo. El sonido de la puerta siendo abierta, para su fortuna, rompió el silencio que su intento de conversación había creado.

— Felicity... ¡Pero que desastre! — Slug observó el caos de su habitación desde el umbral de la puerta, soltando el pomo, que conservó la marca de su mano debido a la fuerza con que lo había apretado— No voy a preguntar. White Hat nos espera en su oficina; por favor vayan por Miss Heed antes de unirse a nosotros.

— Entendido— murmuró al ponerse en pie, sacudiendo su falda con un par de palmadas y ofreciéndole a la villana la otra mano, con la intención de ayudarla a levantarse— ¿Vamos? No es apropiado hacer esperar al señor White Hat.

— Pues ya qué— masculló molesta, aceptando la ayuda de la heroína y, a modo de juego, haciéndola tambalear antes de levantarse del suelo— Vamos por ese slime rosa y a ver que quiere tu jefe.

Clemencia río por el apodo hacia la heroína y, moviendo la mano para invitarla a seguir su camino, dejaron la habitación. Demencia la siguió en automático, con la mente demasiado llena de cosas como para prestar atención. Tenía mucho en que pensar, pero ya tendría tiempo de ordenarse un poco y decidir qué hacer.

Ahora, su única misión era rescatar a Flug.

וווו×

No quería hacer pregunta, o demostrar esa usual descortesía hacia el villano, cuando la tensión entre ambos demonios era palpable. Black Hat, dentro de lo que podía esperar de él, se veía particularmente irritado, y sabiendo que era cuestión de tiempo para que explotase, lo mejor no tentar la suerte.

La botella a medio camino tampoco ayudaba a la situación.

— ¿Dónde están las alebrijes? — rompió el silencio el villano, tamborileando los dedos contra la madera del escritorio, con la mirada fija en su frágil humanidad.

— Les pedí que trajeran a su prisionera— contestó con serenidad, pese a lo nervioso que la situación lo tenía, no iba a dejar de ser él solo por eso. Ya había amenazado a Black Hat muchas veces como para dejarse ver vulnerable ahora— Seguro estarán aquí en un momento, el trayecto desde el laboratorio es corto.

Le dio una mirada rápida a su jefe, que asintió ante la respuesta dada; no era su costumbre buscar aprobación de su parte, al menos ya no; pero para variar le venía bien un poco de seguridad brindada por el eldritch blanco, considerando que el otro solo frunció un poco más el ceño ante sus palabras.

— Bien, supongo que no hace falta que estén presentes para esto, ¿O si, Blacky? — el menor negó ante la pregunta, tomando uno de los vasos e irguiéndose un poco más cuando White se levantó de su silla y se aproximó a él— Por esta noche, y hasta que el doctor Flug esté de regreso con mi hermano, Clemencia y tu estarán al servicio de Black Hat Organization.

No supo muy bien cómo debía reaccionar ante tal declaración; la costumbre, y el protocolo establecido, era que White siempre preguntaba antes de ofrecer sus servicios como producto a otros, para saber que limites debía establecer en el servicio y que cosas se iban a rechazar completamente. No es como si no tuviera planeado desde el principio ayudar, quero que hubiese sido prácticamente transferido al eldritch que había amenazado durante siete meses no podía estar mínimamente cerca de ser una transacción justa.

— White, con todo respeto— su semblante sereno se esfumó rápidamente con la mirada que le brindó su jefe, no era una mirada severa, más bien parecía estar preparando un reproche, o un discurso, con el cual convencerle de que aquello era una buena idea— Entiendo que recuperara al doctor Flug es una prioridad, pero... Clemencia no es agente de campo, no tiene entrenamientos formales, y yo no he hecho esto en un largo tiempo.

— Estas de suerte, Slut, porque tú no serás parte activa del rescate— anunció el villano, devolviendo el vaso, ahora vacío, a su lugar en el escritorio del mayor; se inclinó a su altura, sosteniéndole la mirada como si en su nueva posición le supiera más sensato— Su trabajo, doctor, es trazar el plan a seguir y guiar a las alebrijes paso a paso hasta culminar exitosamente su tarea.

— ¿No es una desventaja que Clemencia no esté entrenada? — cuestionó acertadamente, manifestando la preocupación que seguramente su jefe también tenía. White Hat protegía a Felicity como si fuese realmente su hija, su sangre; enviarla a una batalla de ese modo se sentía igual que saber las historias de soldados enviados al frente a morir, para veneficio de sus superiores.

— Yo la cuido, no hace falta que te estreses— la oportuna interrupción de Demencia le pareció una señal de alerta; dudaba mucho que ella supiera de que estaban hablando, pero si estaba dispuesta a arrastrar a la otra alebrije a la batalla, no tenía más opción que obedecer— ¿Verdad, algodón? La traeré en una pieza, aunque no prometo que intacta.

No se molestó en escuchar la respuesta de Clemencia, estaba más ocupado en analizar el estado general de Miss Heed y vanagloriarse en el buen trabajo que había hecho con su rostro. La heroína batallaba por liberarse, forcejeando con Demencia como si en verdad tuviera la fuerza para huir de su agarre. Por un instante sintió lástima por ella, por su posición actual, pero el sentimiento se desvaneció tan pronto como llego; después de todo, ella tenía parte de la culpa de lo que estaba pasando.

— ¿Alguna otra objeción, Doctor Slug? — no supo decir bien si el escalofrío que bajó por su espalda fue provocado por el tono severo del villano, o por el escuchar su nombre bien pronunciado. Probablemente ambos.

— No, señor Black Hat— murmuró volviendo a mirarle, respirando profundamente y abandonándose a su destino— trazaré un plan apropiado para las circunstancias. Si le parece bien, partiremos en cuando esté listo.

— Tiene una hora, doctor— sentenció, dejando de intimidarle; se irguió y, sin necesidad que una oferta, volvió a tomar el vaso de whiskey— No quiero retrasos.

Dejó la oficina casi de inmediato, suponiendo que sería mejor no hacerlo esperar; por una noche sería prudente no hacerlo enojar. Debía considerar muchas cosas para aquel plan, probablemente más de las que podría abarcar en una hora, pero si era por Flug, que más daba.

וווו×

La instalación en la distancia era grande, mucho más de lo que había llegado a imaginar. Era un gigante de concreto oculto a las afueras de la cuidad, pintando de blanco y rodeado por muros coronados en alambre de púas. Una fortaleza para los cobardes que creían más simple ocultarse que enfrentar las consecuencias de sus acciones.

El aire de la madrugada olía a lluvia y pólvora, se sentía como un augurio de lo que estaba por venir, o tal vez un mensaje de algo que ya había pasado. El viento soplaba con fuerza en dirección opuesta a la que necesitaban, alertando de su presencia a los canes que custodiaban la entrada.

Demencia se sentó a los pies de demonio, observando atentamente como los guardias, puntos vestidos de negro en la distancia, se movían de un lado al otro frente al que debía ser su punto de acceso. Recargó su cuerpo contra la pierna de su jefe, riendo suavemente con ese tinte maniático que solo los momentos de euforia dejaba en su voz.

— Nos esperan— reconoció con malicia, ampliando la sonrisa para dejar claro su deseo de entrar, conteniéndose solo porqué así le habían ordenado, y para variar, era mejor no desobedecer— ¿Seguro que esto funcionará, Slug?

— Es mejor no cuestionar eso— masculló tecleando ágilmente en la única laptop que había decidido llevar consigo, mirando de vez en cuando a Heed, que permanecía bajo el cuidado de Clemencia— Todo dependerá de que tan bien sigan ustedes mis órdenes.

La villana volteó a verle solo para enseñarle la lengua y regresar a admirar el paisaje que, con la tenue luz azul del cielo, se veía pacifico, casi como una pintura de esas que había visto en los hogares de otros villanos, o robando algún museo. se acomodó un poco mejor contra la pierna de eldritch, ocultándose a medias bajo la gabardina, que caía por su cabello y le hacía cosquillas en la cabeza.

— Los traeré de regreso— garantizó en un susurro que solo el villano logró escuchar, rasguñando suavemente el pasto bajo sus manos; había muchas emociones en su pecho, posiblemente más de las que tenía la capacidad de procesas, pero no tenía tiempo de detenerse a analizarlas, debía concentrarse y cumplir su misión tal y como le habían indicado.

Complacer a su jefe seguía siendo una regla a seguir.

— Muy bien, todo listo— Slug rompió su pequeña reflexión en el momento justo, antes de que su mente se volviera ruidosa de nuevo y no la dejara pensar claramente. No volteó a verle como normalmente haría, simplemente escuchó sus pasos en la hierba. Estaba demasiado cómoda junto a Black Hat— Feli, tenemos que prepararnos.

Escuchó atenta cada pequeño sonido que producían los héroes, esperando ser incluida en la conversación, o intencionalmente excluida, a ver si le daban algo de libertad para hacer las cosas a su modo. Tenía un par de cosas que deseaba intentar y muchas ganas de liberar estrés de la forma más violenta posible.

— Demencia, ven— llamó el moreno tras un par de minutos de silencio, obligándola finalmente a alejarse del demonio, que realmente no parecía haber notado su invasiva cercanía. Se acercó a ellos con calma, moviendo la cabeza bruscamente, tronando el cuello en el proceso— ¿Es necesario que repita el plan?

— Por favor— Clemencia, pese a que la pregunta no era para ella, se adelantó a contestar. No podía culparla, no estaba familiarizada con el trabajo de campo, mucho menos con el trabajo de los villanos como ella.

— Bien, tu, Feli, entraras con Heed, reportando haberla encontrado herida en la cuidad— empezó a explicar con calma, señalando la heroína y mostrándoles la pantalla de la laptop; era un texto muy colorido y amigable que no tenía intenciones de leer— Por protocolo, todo héroe debe reportarse al salir en misión con intervalos de dos horas; si saben que ella salió con Cooper, la han de estar buscando.

— A mí no me incluyan en su patético plan— exigió la heroína, removiéndose como un gusano a los pies de la unicornio; había sido una buena idea atarle los pies; le alegraba haberlo sugerido— En todo caso ¿Qué los hace pensar que ayudare a rescatar a un villano maricón? Está mejor allí, donde pueden refor-UHG

Demencia respiró con pesadez, gruñendo en cada exhalación y observando por entre su cabello a la heroína en el suelo. En la rosada mejilla se podía apreciar la marca de la mano de la villana, enrojeciéndose lentamente, adornada por los rasguños que sus largas uñas habían dejado a su paso.

Había abofeteado a Miss Heed con fuerza, la suficiente para sentir el ardor en su propia palma, levantando un dulce aroma en el ambiente.

— Escúchame bien, perra— gruñó acercándose de nuevo a la heroína; se irguió para parecer más grande y, tomándola por los brazos con brusquedad, enterró sus uñas en la blanda carne de la chica— El único motivo por el que aun respiras es porque le eres útil a mi señor.

— ¡Déjame ir! — exigió con tono angustiado, removiéndose inútilmente entre las manos de la alebrije, lastimándose más de la cuenta en el proceso. Buscó en los otros dos un escape, una mano amiga que le salvara la vida, sin embargo, solo encontró indiferencia.

— Si se te ocurre insultar nuevamente a alguno de nuestro objetivos, o desobedecer sus órdenes, bueno...— se inclinó hasta tener sus labios rozando la mejilla de la heroína; sonrió maniáticamente y riendo suavemente, mordió con fuerza la piel de su rostro antes de susurrar— hace mucho que no me doy un banquete con un héroe.

La sangre le manchó los labios, convirtiéndose en un macabro labial que ayudaba a esa imagen intimidante que los otros ya conocían. Clemencia apartó la mirada con un suave chillido de angustia, mientras Slug, con esa expresión casi imperturbable que siempre tenía, alejaba a la heroína de sus fauces por el cabello.

— Escuchen bien, inútiles sabandijas— gruñó el demonio sin moverse del lugar en que la alebrije le había dejado, observando sobre el hombro como avanzaba la pequeña discusión que, originalmente, no debía tomar más de dos minutos— Si se presentan más retrasos, los haré responsables y tendrán que pagar por cualquier daño que sufran allí dentro sus objetivos. Me permito recordarles que le ocurre a quienes fracasan sus misiones.

— Una disculpa, señor Black Hat— se adelantó Slug, aclarándose la garganta para retomar la conversación donde se había quedado— Cuando hayas entrado, dejarás que se hagan cargo de ella y buscarás una entrada para Demencia. Yo te guiaré lo mejor que pueda.

Extendió la mano enseñando tres relojes y tres pequeños audífonos, lo bastante discretos para no ser vistos. Aguardó a que cada alebrije tuviera uno de cada uno consigo para proceder con su explicación.

— Me comunicaré con ustedes por medio de los audífonos, y rastrearé sus movimientos con los relojes— Demencia estaba segura que aquellos eran mucho más que simples relojes, pero tiempo para preguntar realmente no tenían— El canal de comunicación estará abierto siempre, así que podré escuchar todo lo que digan.

— ¿Para quién es el tercer aparato? — cuestionó con genuina curiosidad; en la versión que conocía del plan, no les había dicho que necesitara él también un rastreador, o lo que fuera esa cosa.

— Para la cazadora de almas— la villana sintió que se le caía el alma ante la mención de Dark Blood, no esperaba tener que lidiar con ella. Nadie la había mencionado hasta ese momento— No sé qué tan confiable sea, pero si está consciente y de nuestro lado, será bueno usarla. Solo ella sabe dónde tienen a Flug y a Thana. ¿Está claro?

— Si, Slug— Clemencia tomó el juego de dispositivos para la inmortal y se los guardó en el bolsillo, sonriendo y asintiendo, orgullosa de haber entendido el plan del moreno.

— Bien, en ese caso, andando— no aguardó a la respuesta de la villana, sabía que había entendido— Lo mejor es mantener un perfil bajo, si la noche aclara, se volverá difícil.

— Bien— se echó a Heed al hombro, sintiendo el ligero temblar de su cuerpo al estar en contacto con ella; esperaba poder divertirse esa noche— Andando, algodón, tenemos un gran trabajo que hacer.

Partieron sin decir más, bajo la mirada de Black Hat, que permanecía inmóvil aun observando el paisaje. Slug decidió acercarse en cuanto estuvieron los dos solos, observando igualmente el edifico y a sus custodios, que esperaba no fuesen tan listos como algunos presumían. Necesitaba que al menos Clemencia lograse entrar.

— Si esto no funciona— advirtió el eldritch, dejando de ver al frente para centrar su atención en el muchacho, que le huyó a su afilada mirada— tu mundo olvidará eternamente lo que es la misericordia.

— Les vendrá bien recordar que eso existe— reconoció en un murmullo, desviando la mirada al cielo un instante. Apenas pasaban las cuatro en ese momento, el cielo aún permanecía oscuro, lo bastante como para que el eldritch se confundiera con el paisaje— ¿Intervendrá?

— Solo si lo considero necesario, después de todo, un gran villano no entra en combate directo a menos que sea necesario.

— Lo sé, recuerdo esas lecciones— admitió metiendo la mano en la gabardina que, en ese momento, le funcionaba de bata, sacando un cigarrillo y un encendedor— White también las aplica cuando le conviene.

— Que desperdicio de potencial— lamentó falsamente conjurando su bastón y girándose completamente a encarar al muchacho, luciendo esa amplia sonrisa que tanto lo caracterizaba— Veremos si mi hermano sabe aprovechar lo que se robó.

— Ya veremos— contestó exhalando el humo del cigarrillo, regresando sobre sus pasos para sentarse bajo la sombra de un árbol aguardando a que Demencia y Clemencia llegaran a su destino. Sin dudas iba a ser una madrugada interesante.

וווו×

Era extraño ir a una misión sin Flug, normalmente era él quien lideraba el camino, quien le decía que se quedara quieta y siguiera el plan, quien procuraba mantenerla a raya. Era extraño controlarse a sí misma sin que alguien se lo estuviera exigiendo todo el tiempo. Incluso cuando iba sola, Flug siempre le recordaba de algún modo que debía controlarse y enfocar su atención y energía en el objetivo.

Su ausencia se sentía extraña.

Por una vez, algo que sin duda él consideraría bueno, estaba en su lugar, esperando que todo saliera como debía. Flug siempre le recordaba que, si no fuera por esos planes tan ridículamente elaborados, Black Hat muy seguramente se habría deshecho de ellos hacía mucho tiempo. Supuso que, para variar, le vendría bien entender por qué el científico se estresaba tanto cuando, por impulsividad o malicia, decidía hacer las cosas a su modo.

— Muy bien, algodón— murmuró cuando la distancia entre ellas y los guardias se volvió peligrosamente corta dejando a Heed en el suelo para mirar a la que consideraba su contraparte con seriedad— Te toca. No lo arruines.

Sin importarle si Clemencia tenía algo que decir o no, tomó del suelo una roca y la estrelló contra la cabeza de la heroína, que se movía como gusano intentando escapar. Una oleada de satisfacción la recorrió cuando dejó de moverse y su respiración se volvió lenta. Era mucho más fácil lidiar con ella estando inconsciente.

— Esta bien...— suspiró la heroína, acomodándose las mangas de la sudadera para que el reloj no fuese visible y, halando un poco hacia abajo la capucha de unicornio, pasó uno de los brazos de Heed por sus hombros— aquí voy...

— Espero que no lo arruine— murmuró agachándose cuando la oyó llamar a los guardias pidiendo ayuda, observando atenta los movimientos de todos.

"No lo hará" se había olvidado por completo del científico que espiaba sus conversaciones; fue una desagradable sorpresa escucharlo "Al igual que tú, Clemencia sabe completar sus misiones"

— Tu alebrije jamás ha tenido un trabajo de campo— recordó con sorna, siguiendo los pasos de la heroína desde la maleza, a cuatro patas para no ser detectada fácilmente— Su lista de misiones exitosas no me interesa.

"Dale el beneficio de la duda" pidió como si con ello fuese suficiente para garantizar que su misión no estaría en riesgo, recibiendo en respuesta una carcajada "No es como que tengas otras opción, Demencia"

— Ese es precisamente mi problema, Slug— había tanto que podía salir mal, tantas cosas que sin dudas arruinarían la misión, que solo estaba esperando a que algo pasara para tomar las riendas. No se sentía cómoda dejando a cargo a alguien que ni siquiera estaba ahí con ella.

Por ahora solo podía esperar, observar entre los arbustos como las cosas empezaban a irse al caño. No le tomó a Clemencia dos minutos ser descubierta, o al menos eso fue lo que parecía que pasaba; un grupo de cinco guardias la habían rodeado y la escoltaban, a ella sola, hacia el interior del edificio, mientras Heed viajaba cómodamente en una camilla.

"No la pierdas de vista" advirtió Slug, como si fuese una amenaza más que una advertencia, justo cuando Clemencia ingresaba a las instalaciones, custodiada como si fuese alguien realmente importante. Realmente no entendía por qué protegían tanto a la unicornio, pero si sus órdenes eran esas, debía cumplirlas.

Se arrastró tan bajo como su cuerpo le permitía, acercándose en busca de un punto ciego entre los guardias para poder trepar la pared y seguir con la siguiente parte del plan. Por supuesto, era considerablemente más fácil pensarlo que hacerlo. Incluso con Slug diciéndole hacia donde avanzar, las ventanas de oportunidad duraban apenas unos segundos.

"Mierda" escuchó al científico cuando finalmente logró acercarse al muro sin ser vista, trepando hasta un punto ciego como si allí fuese a encontrar comida "Feli, tranquila, entre más nerviosa te pongas, peor será"

— Slut ¿Qué diablos sucede? — quedarse con la duda de que pasaba del otro lado de la línea no era una opción, no cuando toda la misión pendía de esa línea— O me dices o vuelo la pared.

"Llevan a Clemencia a un interrogatorio" resumió como si no fuese gran cosa, con una calma que no debería estarle transmitiendo a ella, sino a la otra alebrije "Supongo que habrá que repensar el plan..."

— A la mierda tu plan— sentenció sin esperar a que le dijese nada más, mirando la pequeña pantalla del reloj los puntos rojos que fácilmente descifró como las ubicaciones de los aparatos.

Se quitó el audífono antes de escuchar el reproche que seguramente se venía y serpenteó por la pared hasta estar lo bastante cerca de la ubicación de su compañera como para que su pequeño e improvisado plan diese resultado.

Comenzó a rebuscar en su cabello, tanteando a ciegas todas las tonterías que tenía ahí almacenadas, hasta dar con el pequeño rectángulo que alguna vez se había robado del laboratorio de Flug. Una bomba que, según le había escuchado, apenas tenía una fracción de la potencia que Black Hat requería, pero que era mejor no desechar, por si llegaba a ser útil.

Vaya que tenía razón.

No le costó mucho trabajo montar pegar la bomba a la pared, ni activarla. Con lo básico de ese sistema de activación imaginó que debía ser para ella o algún villano sin mucho tiempo para dedicar a tal tarea. Con el tiempo fijado a unos cuantos segundos, trepó por la pared hasta estar a lo que consideró una distancia segura y se cubrió los oídos.

La explosión sacudió el edificio entero, casi como un terremoto, con la suficiente violencia como para casi hacerla perder el equilibrio. Qué bueno que era experta en soportar sacudidas como esa en las paredes.

— Muy bien, haremos esto a mi modo— anunció deslizándose por la pared, regresando el audífono a su lugar, como si no lo que acabara de hacer no fuese la gran cosa— Qué dices, Slug ¿Una segunda ronda?

"¡¿Estas loca?! ¡Acabas de delatarnos, condenada lagartija irresponsable!" soltó una carcajada con ese reclamo, adentrándose en las instalaciones por el agujero que acababa de crear "Si vas a andar de irresponsable al menos ve y asegúrate que Clemencia este bien"

— Vaya, para estar viendo tu plan irse al demonio, estas muy tranquilo— burló al estar dentro, buscando entre la nube de humo y tierra rastros de vida que la guiasen a alguna parte— ¡OYE ALGODÓ ¿DÓNDE ESTÁS?!

"Atención agentes, esto no es un simulacro. Evacuen a los indefensos y prepárense para defender la paz del mundo" contestó a su llamado una grabación, que alertaba seguramente de su presencia. No creyó que tomaría mucho encontrar a su actual compañera; volviendo a guiarse por el reloj, empezó a caminar en busca de la unicornio, ansiando tener la oportunidad de divertirse un poco.

— ¡Déjame ir! — un par de minutos bastaron para encontrar a Clemencia, intentando con todas sus fuerzas librarse de un agente fuertemente armado, que la sujetaba del brazo como si fuera una niña pequeña— ¡DEMENCIA AYUDAME!

Trepó a la pared y se acercó tanto como pudo, buscando algo que funcionara como arma. No podía ir a una pelea solo con los puños, cuando el otro tenía balas capaces de volarle la cabeza. Era más fácil enfrentarse a los héroes que confiaban ciegamente en sus poderes.

¡Oye, agente de cuarta! — gritó al estar sobre ellos, saltando desde el muro en dirección al mayor, que apenas y pudo reaccionar cuando el zapato de la chica se estampó contra su mejilla, botándolo al piso— ¿Adivina qué? Hice una rifa y te ganaste unos vergazos. ¡Hora de reclamar tu premio!

Estaba desarmada, pero no pensaba dejar que eso la detuviera. Se lanzó contra el agente antes de que pudiera levantarse, intentando golpearle en la sien, o cualquier parte de la cabeza, con tal de ganar tiempo. No se creyó con la suerte de acertar hasta que el dolor de los nudillos le confirmó que había dado en el blanco.

— Vámonos— gruñó una vez el cuerpo inmóvil del agente estuvo a sus pies, olfateando el aire y tendiéndole la mano a Clemencia, que parecía estar aun procesando lo sucedido— Mueve el culo antes que te haga moverlo, algodón.

Arrastró la heroína consigo por el pasillo, alejándose justo antes de que la fuga de gas que había provocado su no tan sigilosa intrusión provocara una segunda explosión, mucho menos ruidosa, pero igualmente peligrosa.

— Gra-gracias— murmuró Clemencia cuando dejó de correr, más que nada porque la unicornio necesitaba recuperar el aliento, y ella encontrar un arma en el caos que había provocado— Pero... pero este no era el plan.

— Eso ya lo sé— gruñó en respuesta, paseando la mirada por el pasillo, sonriendo para sí al ver una manguera contra incendios; con algo de suerte, también habría un hacha— El plan valió madres, ahora lo haremos al estilo de El Lagarto Liquido.

"Me alegra saber que obedeciste, Demencia" comentó con notorio enojo el moreno, mientras ella se acercaba a buscar su arma, ampliando su sonrisa con cada paso que daba. Si hay una caja de cristal alargada, seguro hay un hacha ahí. "¿Qué piensas hacer ahora, Demencia? No puedes simplemente ir matando a todos sin obtener respuestas"

— Simple— contestó tras romper el cristal con el codo, tomando la pequeña hacha como si fuera el mejor tesoro que alguna vez encontró— Seguiré mi nariz hasta la niña, después hasta Flug, y luego saldremos de aquí.

"Eso no es un plan" reprochó automáticamente, ganándose una imitación burlesca que hizo reír a Clemencia por lo bajo "Bien, avísame cuando falles, para poner en marcha el plan B"

— Todos ustedes son unos aburridos— comenzó a avanzar haciendo como dijo, dejando que su nariz siguiera el olor que ya fácilmente reconocía como el de Thana.

Avanzó por los pasillos eliminando cada obstáculo que se le cruzaba, llenándose la ropa de sangre y el cabello de algunos otros líquidos que soltaban sus víctimas. Realmente quería quedarse a torturarlos, pero el tiempo y la posibilidad de que aquel payaso se llevara a Flug o Thana le mantenían enfocada.

Dejó de andar tras unos minutos, deteniéndose frente a una puerta de la que creyó escuchar una suave voz cantando; ella tenía que estar ahí, acompañada de alguien más, alguna custodia cobarde que se ocultaba tras la falsa seguridad de una puerta de madera.

— ¿Demencia? — la voz de su compañera la sacó del pequeño trance en que había entrado, seguramente por la adrenalina en su sistema y la euforia de haber dado con Thana tan fácilmente— ¿Qué ocurre?

— Sal de ahí, burrito, burrito, sal de ahí de ese lugar— comenzó a cantar, alzando el hacha sobre su cabeza, empuñándola con ambas manos como si fuese realmente pesada. Apretó el mango con fuerza y, ampliando esa sonrisa sádica que llevaba en el rostro desde hacía unos minutos, dejó caer el filo contra la madera, salpicando astillas y algo de la sangre que aún quedaba— ¡Vamos a llamar al lobo para que saque al BURRO!

— ¡El lobo no quiere sacar el burro! — sacó el hacha con suma facilidad, acomodándose nuevamente para golpear la puerta— ¡El burro no quiere salir de ahí!

— ¡Demencia espera! — sintió la mano de su contraparte sobre la muñeca, deteniendo a medias la caída del filo sobre la madera. De poder asesinar con la mirada, Clemencia habría muerto también allí— Necesitamos saber si ella está bien, ¿Y si le haces daño con el hacha?

— ¿Escuchas eso? Es Thana llorando— el llanto rebotaba como eco a su alrededor, o probablemente en su mente, recordándole una y otra vez que no la había protegido como tantas veces le ordenaron. Quería que se detuviera, que se sintiera a salvo— No me voy a quedar de brazos cruzados escuchando como mi Little Monster llora por ayuda. ¡Voy a tirar esa puerta!

El filo perforó nuevamente la madera, con algo más de fuerza, atravesando casi por completo. El llanto de la bebé se hizo más fuerte, como si el agujero en la puerta lo hubiese liberado al pasillo.

— Demencia— le volvió a detener la heroína, con algo más de delicadeza. Empezaba a sacarla de quicio esa interrupción— Es Dark Blood...

Volteó la cabeza bruscamente, esperando que fuese una broma o alguna clase de espejismo producto del estrés o el gas aun libre en el aire, prefería una alucinación a la verdadera cazadora de almas cargando a la hija de Black Hat, de nuevo.

— ¡DEMENCIA NO! — como un coro, los tres le gritaron cuando se dispuso a acercarse, lanzando el filo del hacha en dirección a la cazadora. No sabía cómo reaccionar al dolor en su pecho, era más simple cortarle la cabeza y ya.

— Tu, maldita mentirosa— la tenía acorralada, en el suelo como un animal indefenso, a merced de su sed de sangre y venganza. Levantó de nuevo el filo del hacha, obligándose a contener las lágrimas, no era momento de llorar por su corazón lastimado— Desapareces de la nada, dejas de atender mis llamadas ¡¿Y todo por aliarte con un montón de payasos?! ¡Te voy a volver a arrancar la cabeza!

"Si la matas, no podrás encontrar a Flug" intervino con, posiblemente, demasiada calma el científico, convirtiéndose en un eco acusador en su mente; sus palabras rebotaban junto al llanto de Thana, atormentándola "Sabes que la necesitas, además, solo le harás daño temporalmente."

— ¡ME CHUPA UN HUEVO, SLUT! — vociferó alejándose de la cazadora, lanzando una hachado a la pared de yeso que, como era de esperarse, cedió de inmediato bajo su ataque.

"Podrá chuparte tantos huevos como quieras, pero sabes que es verdad" no estaba segura de si debía preocuparse o no por cómo le contestaba el científico; realmente tampoco tenía tiempo de pensar en ello, pero se sentía inusual "Te aconsejo dejar de mandar al carajo mi plan ¡Y obedecer de una jodida vez!"

— ¡¿ Y POR QUÉ NO AGARRAS UNA ESCOBA Y TE BARRES A LA VERGA?! — posiblemente Flug tenía razón y estaba pasando mucho tiempo en internet desde que nació la bebé, o a lo mejor solo era el enojo el que le hacía hablar así; realmente le daba igual, le ayudaba a liberar frustración y nada más importaba.

Clavó el hacha un par de veces más contra la pared, abriendo agujeros considerablemente grandes, que permitían ver el otro lado de la habitación. Un par de minutos, y una pared menos después, se volvió a la cazadora y la heroína, que parecían hablar muy alegres, como si nada hubiera pasado.

— Bien, Cazadora, nos vas a llevar a Flug y nos vas a sacar de aquí. — habló acercando el filo de su hacha al rostro de la inmortal, demostrando que podía ser una villana formidable— Si intentas avisar a alguno de tus nuevos amigos, te tomará más que tres días volver a pegar tu cabeza en su sitio ¿Queda claro?

— Perfectamente claro— maldijo la sensación de alivio que se instaló en su pecho al oírla hablar, había extrañado su voz y el modo en que le traía cierta paz al escucharla hablar— Feli, ponla ahí, contra mi espalda. Será un camino ajetreado y no quiero que se haga daño.

Sacó de su cabello un chupón, de esos que ahora había por toda la mansión, y se lo entregó a la heroína una vez la bebé estuvo acomodada en la espalda de la cazadora, evadiendo siempre las miradas que ambas le daban.

— Ayudará a que no llore mientras salimos— justificó sin necesidad, limpiando el filo del hacha contra su falda, llenándose ahora también de polvo de yeso— Vamos, Flug espera por nosotras.

Avanzó sin saber hacia dónde se dirigía, dejándose guiar por el olfato de nuevo, en busca de ese aroma que identificaba a Flug, esperando que no fuese muy tarde. No quería pagar las consecuencias de haber arruinado la misión por hacer las cosas a su modo, aunque no se arrepentía.

////////////////////

Oh boy, eso fue intenso.

¿Cómo están? ¿Me extrañaron? Yo a ustedes si, como es usual. No me voy a disculpar esta vez por la demora, la verdad ni siquiera sabría como disculparme sin que suene a que repito todo como un loro.

Han pasado tantas cosas últimamente, tantos nuevos pasos en mi vida, que todavía me cuesta aceptar mi actual realidad; recientemente me gradué de la carrera, he estado haciendo un pequeño trabajo, y realmente no sé bien que rumbo tendrán ahora las cosas. A lo mejor por eso me tomó tanto finalizar el capítulo.

Realmente estoy feliz con este capítulo, es el más largo que alguna vez he hecho (10.333 palabras sin contar las notas) y es un orgullo ver que realmente terminé. Pasar de unas 2.000 palabras en los primeros capítulos, a mas de 10.000 se siente como un gran paso.

Realmente espero que les haya gustado, disfruté mucho escribir este capítulo, y me emociona finalmente poder hacer el que sigue. Aun no creo que llegue a este punto la verdad, muchas gracias por seguir aquí.

Feliz tercer aniversario a "De Monstruos y Humanos".

Nos leemos luego :)

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