•Capítulo 46: Cariño•

Saludos cordiales, villanos.

Volveré a empezar dejando salir cosas; no se alteren, no será nada tan serio como la falta de confianza que me tengo. En realidad, quiero agradecerles y no sé cómo hacerlo; los comentarios ofreciéndome apoyo y demostrándome que les importo fueron algo que necesitaba, una especie de golpe de realidad, de esos que te ponen los pies en la tierra y te recuerdan que no es malo ser frágil. No se imaginan cuanto necesitaba leer algo así.

Confieso que, incluso leyendo sus comentarios y mensajes, seguía pensando en que hacer, no por ese problemático capítulo, sino por lo que queda de historia, y también por lo que ya escribí; no simplemente porque tengo la constante sensación de que alguien me puede acusar de plagio, sino por todas las ideas que tengo. Mi mayor problema son las ideas, que en ocasiones se vuelven extrañamente abrumadoras y toman el control de lo que hago, por lo que nunca dejo realmente de escribir. Nunca voy a crear un final cerrado, porque no creo que una historia termine realmente, y eso es lo que no me permite soltar.

Not gona lie, desde ese capítulo que los dejó impactados, me he planteado mil cosas acerca de la historia; lo que dije en el último capítulo fue solo una muestra de cómo me siento al respecto de cómo van las cosas, amo mí historia, pero no sé qué tanto ella me ama a mí. Quiero decir, "De Monstruos y Humanos" es, a mi modo de ver, una creación con vida propia. Desde el primero de octubre de 2018, cuando la publiqué por primera vez, supe que sería así, y no ha cambiado a pesar del tiempo; elige su rumbo y decide que ocurre por su cuenta, yo solo tomo las escenas que surgen y les doy forma.

Este "problema" me hizo pensar, en un momento de divagues y pensamientos, en que va a pasar cuando termine, cuando sea suficiente, y tenga que hacer las ediciones pertinentes. Me puse a pensar que, si realmente voy a editar como dios manda, voy a tener que agregar y eliminar escenas, y eso me da aún más miedo que publicar el capítulo que escribo durante horas. Pensé, por un milisegundo, en parar un momento, eliminar cosas y volver a empezar, no de cero, pero si desde algún punto; lo he hecho antes, y a veces ayuda, sin embargo, no me voy a clavar esa daga esta vez. Voy a seguir hasta terminar y después ya veré que hago.

Me resultó curioso el abandonar esa idea tan pronto como llego, porque nunca había rechazado mi propia propuesta, sin embargo, es lo mejor para todos, no voy a forzar las cosas de ninguna forma. Honestamente, no sé qué me lleva a confesar estas cosas ahora, supongo que es esa confianza que me hacen sentir al comentar cosas lindas. Mi punto era simplemente decirles que, a pesar de todo, seguiremos sin contratiempos, por una temporada. (its funny how I ended doing it anyways)

Pasemos, sin más preámbulos, a los datos competentes del capítulo que ahora nos reúne, y perdón si parece que alguien más escribe, estoy leyendo un libro mientras tecleo y no puedo escapar de la influencia del autor. Comencemos hablando de urracas.

Ya sé que es extraño, pues no parecen tener ninguna relación con nada en absoluto, sin embargo, escúchenme y talvez se sorprendan. Son aves de la familia Corvidae, que habita en la región de euro asía; es una de las aves más comunes de Europa y se encuentra con facilidad en alturas no superiores a 1500 metros sobre el nivel del mar. Es uno de los animales más inteligentes del mundo.

Las urracas son uno de los animales con mas dichos y supersticiones en la cultura popular, siendo comparable con los cuervos o los gatos. Por ejemplo, en catalán hay un dicho popular que dice dar urraca por perdiz, similar al castellano "dar gato por liebre", hace referencia a cuando se quiere engañar a alguien dándole algo de inferior calidad a lo que se solicita o espera; en Escocia una urraca en una ventana anuncia una muerte próxima en la casa; en China, es considerada como un signo de felicidad. Durante la Edad Media existía la creencia de que estaban ligados a la brujería, igual que los cuervos.

De todas estas creencias, hay una en la que me gustaría centrarme, en leyendas populares antiguas de Inglaterra, se cuenta que cuando Jesús estaba agonizando en la cruz todos los pájaros acudieron a consolarlo menos la urraca, por lo que se le maldijo eternamente; por estas creencias, en las islas británicas siempre se asocia este animal con la mala suerte.

"One for sorrow" (O "magpies") es una canción infantil que, además de ayudar a los niños a contar, surge de la superstición de que las urracas pueden determinar la buena o mala suerte de una persona. La letra ha tenido por lo menos tres modificaciones a lo largo de los años, siendo la primera una fechada a finales del siglo XVIII, escrita por John Brand. Mas adelante, a finales de la primera mitad del siglo XIX, se encuentra una versión un poco más larga en un libro titulado "Proverbs and Popular saying".

La primera versión contaba solamente hasta el cuatro, la segunda llegaba al siete; la versión moderna, cuya letra es mucho más amigable para los niños, llega hasta el diez. Esta canción se ha modificado en regiones donde no es sencillo encontrar urracas (América). Voy a poner la segunda y tercera versión para poder continuar.

"One for sorrow (1846)"

One for sorrow, (uno por el sufrimiento) Two for mirth (dos por la alegría) Three for a funeral, (tres por un funeral) Four for birth (cuatro por un nacimiento) Five for heaven (cinco por el cielo) Six for hell (seis por el infierno) Seven for the devil, his own self (siete por el diablo, su propio ser)

"One for sorrow (versión moderna)"

One for sorrow, (uno por el sufrimiento) Two for joy, (dos por la alegría) Three for a girl, (tres por una niña) Four for a boy, (cuatro por un niño) Five for silver, (cinco por plata) Six for gold, (seis por oro) Seven for a secret Never to be told, (siete por un secreto que no debes contar) Eight for a wish, (ocho por un deseo) Nine for a Kiss (nueve por un beso) Ten for a bird You must not miss. (diez por un pájaro que no debes perder)

Si detallan la letra, en ambas ocasiones, el siete, contrario a la creencia popular, se refiere a algo prohibido u oculto, un secreto o el diablo. ¿Por qué, entonces, hablamos de urracas? Bueno, necesitaba hablar específicamente de esta canción para poder remontarme a uno de los cortos de Villainous, el corto de "Los casos perdidos de Saltadilla".

En este corto se nos revela, por primera vez, que Black Hat es solo un apodo o seudónimo para el sombrero, y que él mata a todo aquel que se atreva a pronunciar su verdadero nombre. Justamente en ese fragmento de video, hay un audio oculto, en revesa, que tomó mucho tiempo descifrar, pues era apenas un susurro; más adelante, gracias a un fan, se descubrió que el audio era un fragmento de "One for sorrow", específicamente, la séptima estrofa.

Yo había dicho, en el capítulo 25, que el nombre real de Black Hat tenía siete letras. He aquí la razón; según yo, en el universo de Villainous, la canción fue compuesta para advertir a otros del peligro de llamar ese nombre; inicialmente lo tomaban como una invocación al diablo, después, simplemente como un secreto. En cualquier caso, es algo que quiero que tengan presente, además de ser información interesante.

Ahora, para finalizar, les voy a hablar de algo que, probablemente, les resulte un tanto incómodo; me quiero disculpar de antemano, y justificar con escenas lindas. El sexo durante el embarazo. Contrario a lo que muchos pueden llegar a pensar, mantener relaciones sexuales no es considera peligroso, a menos que el embarazo se haya catalogado como de alto riesgo, o haya antecedentes de abortos y/o partos prematuros.

El bebé se encuentra protegido tanto por los músculos del útero como por el saco amniótico, lo que garantiza que no se verá afectado por la actividad sexual; sin embargo, el deseo sexual si se ve afectado por los niveles hormonales y los cambios corporales. El sexo no puede causar un aborto espontaneo, pues no interfiere con el desarrollo optimo del bebé.

El deseo sexual sufre un descenso durante el primer trimestre, debido a los mareos, náuseas y cambios hormonales que provoca el adecuamiento del cuerpo para el bebé; es normal que durante el segundo trimestre vuelva a aumentar, incluso más que antes, pues es un periodo de comodidad, en que la mayoría de síntomas son leves y el tamaño del vientre no resulta aún incómodo para ninguna de los partes. Durante el tercer trimestre, se vuelve a presentar una baja, en la mayoría de los casos, debido al estrés por la cercanía del parto y el miedo de un parto prematuro. Sin embargo, esto está completamente sujeto a la persona como individuo y sus prácticas en pareja.

Yo sé que no es un tema con el que todo el mundo se sienta cómodo, a decir verdad, a mí no me encanta, sin embargo, seguimos hablando de Black Hat y Flug a fin de cuentas, y esto es algo que realmente quiero hacer con ellos. Si alguno de ustedes realmente no quiere leer, me tomé el trabajo de poner en negrilla la primera letra de cada párrafo, para que sepan donde inicia y termina.

️Este capítulo contiene escenas de violencia explicita y tortura física y psicológica. Por favor lean con precaución.

La canción en multimedia es un agregado para que escuchen, si gustan, mientras leen o en el momento en que es mencionada. Algún día sabrán porque la elegí.

Una última cosa, por favor lean la nota al final, en caso de que no lo hagan usualmente, tengo algo que creo que les gustará.

Sin más que decir, espero que disfruten la lectura.

Pretender que todo estaba bien era imposible, no cuando había visto a White Hat pasar de un silencioso e intimidante enojo, a una actitud casi complacida por la noticia. Intentaba fingir que se sentía tranquilo, sin embargo, el nivel de adrenalina en su sangre podría considerarse peligroso en aquel momento. Contempló por la ventana el paisaje, mientras el auto avanzaba, intentando pensar en las palabras adecuadas para explicar lo que había ocurrido.

Demencia se removía a su lado, incomoda, con el pulso acelerado, una respiración irregular y la sensación de culpa comiéndole las entrañas; estaba segura que lo había arruinado todo, que ahora Black Hat le haría pagar por sus errores y que nunca podría conocer al pequeño monstruo que Flug cargaba en su vientre. No solo se sentía culpable, para su desgracia, también se sentía una tonta y no estaba segura del por qué.

— Lo siento tanto— lamentó cuando se hallaban a mitad de camino, cubriéndose el rostro para que el muchacho no pudiese ver sus desesperadas lágrimas, intentando mantener la compostura— Fue todo mi culpa... no debí... fui una tonta...

El muchacho le palmeó la espalda con una mirada de compresión, permitiéndole llorar en silencio, queriendo poder hacer más que simplemente consolarla en silencio. Conocía esa sensación de miedo, de impotencia, el cómo todas tus acciones se cernían sobre ti, creando una invisible soga alrededor de tu garganta, robándote el aire y la capacidad de pensar.

— Tranquila,— murmuró suavemente, ofreciéndole un pañuelo que el demonio había dejado para él en el bolsillo de la gabardina, sonriendo suavemente pese a que la joven no era capaz de ver bajo la bolsa— hiciste un buen trabajo. No creo que te vaya a reprochar esto.

Decirle la verdad habría sido devastador, por lo que prefirió recurrir a mentiras piadosas que esperaba que fuesen verdades a medias. Demencia se limpió las lágrimas y la nariz, guardándose el trozo de tela en el bolsillo sin preguntar si debía regresarlo, tragándose a fuerzas las lágrimas y forzándose a sonreír, incapaz de mantener su respiración bajo control. Siguieron en silencio, cada uno perdido en sus pensamientos, divagando por puntos distintos de la situación, preguntándose como podrían haber hecho las cosas mejor.

Llegar a la mansión Black Hat no fue más que un trago de realidad que anulaba las palabras de aliento que habían compartido en el camino; cualquier atisbo de valor se había esfumado, dejando atrás la sensatez y el miedo mezclándose en una danza de advertencia. Había algo extraño, el aura del lugar parecía haber cambiado, y era eso lo que más alerta les tenía.

Se adentraron por la cochera, demasiado juntos para ser cómodo, pero buscando la protección del otro a medida que avanzaban. Los recibió un panorama escalofriante, poco habitual del lugar; había rastros de sangre en las paredes y la alfombra, marcas de escamas sobre estos y un fuerte aroma a podrido y metal en el ambiente. Flug se llevó las manos a la nariz para evitar las náuseas, odiando el sensible olfato que su embarazo le había otorgado, ocultándose tras Demencia, a pesar de ser más alto.

— ¿Qué diablos pasó aquí? — cuestionó la joven a la nada, tomando por el antebrazo al humano y avanzando lentamente hacia la estancia principal, siguiendo cuidadosamente el rastro de sangre que parecía esparcirse por toda la mansión— ¿Crees que... alguien haya entrado?

— Espero que no...— el temor de ambos era obvio, un intruso armado y listo para aprovecharse de la soledad de la mansión, creyendo que Black Hat dependía de sus subordinados para defenderse. Flug temió por su precioso experimento, que seguramente estaría aterrado e indefenso, oculto en algún lugar de la mansión— ¡Quinientos Cinc-!

— ¡¿Qué haces, tonto?! — inquirió como si la respuesta no fuese obvia, poniendo sus manos sobre la boca del muchacho para evitar que alguien le oyese. No podía ser lo bastante cautelosa cuando no sabía que era lo que había ocurrido— ¿A caso quieres que nos maten?

— Por supuesto que no— contestó en un susurro, apartando las manos de la joven de la bolsa, sorprendido por el sutil olor a carne cruda que desprendían, aun después de un baño— Pero dudo mucho que haya alguien con vida en capacidad de atacarnos.

Demencia no objetó nada, sabiendo que tenía toda la razón; sin embargo, no bajaron la guardia mientras subían las escaleras, con dirección a la oficina del villano. Al menos si él se encontraba allí, podrían saber que había pasado para que todos los pasillos se encontrasen en el mismo estado: destruidos y llenos de sangre. Una calma los embargó al escuchar sus maldiciones desde el otro lado del pasillo, sin embargo, no se sentían del todo tranquilos. Un Black Hat molesto sería peor que cualquier intruso.

— ¡Me importa una mierda! — gruñó con fuerza, obligándolos a congelarse un momento, limitándose a respirar lo más bajo que les fuera posible y simplemente escuchar. Dedujeron que hablaba por teléfono ante la silenciosa pausa— ¡Si eres sensato, cosa que dudo, dejaras de preguntar y te meterás esa curiosidad por el culo!

Flug se llevó las manos al vientre, como si quisiese que su bebé no escuchase a su padre maldiciendo con tal agresividad; pocas veces había sido testigo de una ira de esas, de un momento en que el demonio insultaba sin cambiar de forma o voz, guardándose tanto como podía mientras su interlocutor le rezaba a algún dios por su vida. Un jadeo a medio camino de ser sollozo dejó sus labios, mientras Demencia temblaba de la cintura para abajo, pretendiendo valor en el resto del cuerpo.

— Escúchame atentamente, White Hat— ordenó el eldritch, distorsionando su voz lo bastante como para darles una pista de su verdadero mal humor, haciéndoles querer huir por donde habían llegado y buscar refugio en algún lujar muy lejos de allí— Me vale menos que nada el saber cómo lo descubriste, pero, si intentas algo para hacerles daño, voy a sepultar tu cuerpo tan profundo en los confines de nuestro mundo que vas a desear no haber sido concebido.

El golpe metálico del teléfono siendo enterrado en el escritorio les helo la sangre, ya no temían por un intruso o el mal humor que eso pudiese haber causado, ahora temían el haber desobedecido sus órdenes. Flug tragó pesado y, sabiendo que no tenia de otra, se aceró a la puerta para empujarla suavemente, escuchando de fondo las suplicas de Demencia para que se detuviera y reconsiderara el huir.

El eldritch alzó la vista al sentirle entrar, contemplando al muchacho con una mirada inyectada en sangre, carente de monóculo y llena de ira; llevaba la camisa remangada hasta el codo, las manos desnudos y varias manchas de sangre sobre el chaleco y el sombrero. Flug dio un paso atrás al verle así, preocupándose por la adrenalina que invadía su sistema.

— Bu-buenas... tardes, je-jefecito— saludó a medias, apretando los puños para controlar el temblor, avanzando hacia él con pasos cortos y cautelosos, estudiando el despacho para huir de su mirada.

— Braw? — dejó de avanzar al escuchar el llamado de su precioso experimento, buscándole desesperadamente, temiendo lo peor. El oso se hallaba oculto tras un librero, temblando y hecho un mar de lágrimas, pero intacto— Braw!

Sintió un alivio momentáneo al verlo sin un solo rasguño, al sentir sus felpudos brazos rodearle y cargarle varios centímetros del suelo, abrazándole con una fuerza tan delicada que no entendía cómo podía ser posible; la criatura en su vientre dio suaves patadas al sentir el abrazo, compartiendo la alegría de su papá. El demonio se aclaró la garganta para recordarles que no estaban solos, acabando con el afectuoso reencuentro de inmediato. La joven alebrije se unió al cuadro, resignada; no había forma de escapar de la reprimenda que se le venía encima, estaba segura de ello, sin embargo, teniendo a Flug a su lado, la esperanza de salir con vida no se desvanecía.

— ¿Pu-puedo preguntar...— aventuró el humano, avanzando hacia el escritorio del demonio, no muy seguro de si sería una sabia decisión, queriendo fingir calma, con la esperanza de que se le contagiase un poco a su jefe— qué... qué fue lo, lo que pasó?

Black Hat, que no había reparado en la ausencia de su monóculo hasta ese momento, paseó la mirada por sus subordinados, conteniéndose para no descargar su ira contra ellos. La causa de su enojo se hallaba del otro lado de la cuidad, posiblemente burlándose o celebrando, y también encerrada en su sótano, luchando por mantenerse con vida. Los tres inútiles que tenía delante, a pesar de ser la mejor opción, no recibieron más que un susto.

— Jack— gruñó sin cambiar su mirada, chasqueando los dedos para limpiarse la sangre y colocar el monóculo en su lugar, impidiéndole a Demencia detallar su misterioso ojo izquierdo— Se dio a la caza de nuestra... invitada, con resultado favorables, por una vez.

Escuchar aquella explicación significó una tranquilidad para el muchacho, que había estado temiendo lo peor por mucho tiempo; no podía dejar de pensar en las palabras de Slug y la posibilidad de que su hermano se entrometiese, nuevamente, en su vida; sin embargo, saber que quien había alertado al otro del asunto se hallaba bajo la custodia del demonio, o en el estómago del reptil, le brindaba alivio.

Black Hat se irguió, cruzando los brazos sobre el pecho y analizando a la joven alebrije con una mirada que helaba la sangre, esperando a que justificase el fracaso, o éxito, de su misión. No le interesaba realmente cual fuese la razón tras la llamada de su hermano, simplemente quería librarse de Demencia de una vez, para asegurarse que Flug no había sido tocado por White Hat.

— ¡Blacky! — saludó con entusiasmo, encogiéndose en el lugar, buscando refugio en su cabello. No tenía idea de que hacer o decir, pese a que había anticipado una situación peor, no sabía cómo actuar ante la penetrante mirada rojiza del demonio. Avanzó un poco hacia él, mordiéndose el labio con bastante fuerza, aguantando las ganas de llorar de nuevo— Yo... cumplí con lo que me pediste ¡Flug volvió sano y salvo!

Su silencio llegaba a ser mas aterrador que las palabras que podía pronunciar, pues no les permitía saber en qué estado de ánimo se encontraba. La mueca de enojo fue reemplazada por una sonrisa, una de esas que solo surgían en momentos en los que había más destino que la muerte. Comenzó a reír con fuerza, rasguñando la madera y alterando los nervios de sus interlocutores, que retrocedieron una distancia prudente al verle así.

Las sombras se apoderaron de la estancia, bloqueando la luz que se colaba por la ventana y bloqueando el camino hacia la puerta; se encontraban encerrados, atrapados entre las sombras del demonio y su incontrolable risa, que aumentaba a cada segundo. Flug agachó la cabeza con los ojos fuertemente cerrados, intentando calmarse, se sentía aterrado, indefenso; no creía, o no quería creer, que Black Hat iba a hacerles daño, sin embargo, sus promesas jamás le incluían, siempre estaba presente ese vacío que le daba la libertad de hacer con él lo que quisiese. El temor no se limitaba, por una vez a su ser, incluía a la pequeña en su vientre, a Demencia y a 5.0.5.

— ¿Qué tan tonto creen que soy? — cuestionó el eldritch, recobrando la compostura, sonriendo ampliamente al ver los resultados de su actuar. No importaba de quien se tratase, o del momento que aconteciese, el miedo seguía siendo su emoción humana preferida. Rodeó el escritorio para estar más cerca, para poder saborear mejor ese terror que desprendían su subordinados.

— Lord Black Hat... — susurró Flug, cerrándose la gabardina para sentir una protección que solo el demonio podría darle, buscando sus ojos con desesperación, esperando poder tranquilizarle de alguna forma— N-no fue culpa de, de nadie..., Wh-White Hat supo de nuestra presencia, posiblemente, antes, antes de siquiera entrar en la mansión...

El villano chasqueó la lengua, elevando la mano para indicarle al muchacho que se acercara, regresando a tener una expresión fastidiada, que le daba tranquilidad a los tres; Flug avanzó hacia él con pasos cortos, obligándose a controlar el temblor y la acelerada respiración que había comenzado a empañarle los googles; apenas podía ver, no solo por el vaho en los lentes, sino por la oscuridad que se hacía más densa conforme avanzaba hacia quien, en otros momentos, no dudaría en considerar su pareja.

— Ustedes dos, largo que aquí— ordenó cuando lo tuvo lo bastante cerca como para tocarle, permitiéndoles el paso a sus otros dos subordinados, que no dudaron mucho en marcharse al tener vía libre. El experimento dio un último vistazo a su padre, que se quedaba solo en aquella oficina, dejando salir un gemido lastimero. El experimento tenía un justificado miedo por la seguridad de Flug y su futura hermanita.

El muchacho se giró a mirarle por un momento, sonriendo bajo la bolsa y asintiendo suavemente, indicándole que todo estaría bien; no estaba del todo seguro si eso era verdad, pero prefería mentirle momentáneamente a despedirse para siempre de su adorado oso. Volvió a centrarse en el eldritch cuando se encontraron completamente solos, tragando pesado y aferrando con fuerza las mangas de la gabardina, que colgaban mas debajo de sus palmas, ocultando sus manos.

El ambiente se tornó calmo con la presencia de una suave melodía en cello, una tonada que no fue difícil identificar como la primera suite de Bach; no entendía cómo, solo sabía que estaba pasando, que el gramófono estaba inundando la estancia con su sonido, con la proyección de las notas grabadas en el disco de vinilo. Un suave suspiro dejó sus labios al escuchar la música, al sentir la calma que las notas transmitían, con el alivio de un peso bajando de sus hombros.

— ¿Jefecito? — murmuró sin entender que ocurría, inmóvil en el sitio al que había llegado hacía unos instante, aun si despegar la vista del villano, que permanecía tan quieto como él, ofreciéndole una mirada mucho más tranquila y una sonrisa sutil, de esas que solo dejaban ver algunos rebeldes colmillos bajo sus labios.

— Quítate la bolsa— demandó con esa misma suavidad que ahora invadía su rostro, retrocediendo hasta chocar con el escritorio, recargando la totalidad de su peso en este, cruzando de nuevo los brazos sobre el pecho, estudiando en silencio cada pequeño movimiento que la tarea implicaba— ¿Qué fue lo que ocurrió?

La ausencia de la máscara le dejó al descubierto, revelando unas mejillas sonrojadas, surcadas por pequeñas gotas de sudor que bajaban desde su frente, perdiéndose a medio camino, antes de llegar a su barbilla. Las ojeras por falta de sueño se hacían más notorias con el brillante rubor del resto de su rostro. Para el demonio, igual que otras ocasiones, aquel era un retrato maravilloso, una belleza marcada por el desastre que le volvía blando. Se fijó en sus labios, en las mordidas que los adornaban, todas recientes; de había estado aguantando los nervios de esa forma, y eso le molestó.

— Dark Blood entró al laboratorio sin previo aviso— relató con calma, dejando la bolsa junto al demonio, en el escritorio, retrocediendo de inmediato, aun con el miedo y la cautela de quien le conocía en sus peores estados. No sabía si era o no una buena decisión el decir la verdad, sin embargo, no tenía realmente más opción que esa— Ninguno de los dos la esperaba, por lo que no fue difícil alterar los ánimos de todos; Demencia, haciendo caso a sus órdenes, me sacó de allí cuanto antes, Slug había terminado, así que no había razón para seguir allí de todas formas.

Se estaba cansando, talvez por llevar mucho tiempo en pie, o talvez por la montaña rusa de emociones en la que había estado durante todo el día. Caminó, haciendo una pausa en su relato, hacia el sillón de tres plazas que tenía el demonio en su oficina, tomando asiento e invitando con la mirada al villano para que se uniese a él, creyendo que sería más cómodo para ambos hablar de aquel modo. Black Hat se deslizó con la misma calma que el castaño hasta estar a su lado, manteniendo de todas formas un lugar entre ambos.

— Los demás, porque Dark no iba sola, nos siguieron en cuanto dejamos el laboratorio, pidiéndole que se calmase un poco— prosiguió sin más, sintiéndose aliviado de poder descansa las piernas, notando por primera vez, el terrible dolor de espalda que significaba permanecer de pie por mucho tiempo. El ambiente se había vuelto ameno, con la música de fondo, permitiéndole narrar con calma— Demencia iba a pelear, o discutir, con Dark, cuando White Hat apareció en escena, posiblemente tan molesto como usted hace unos minutos. Creo que todos temimos lo peor, porque el único que tuvo el valor de hablar con él fue Slug.

— Y supongo que no tuvo el valor de mentirle— intervino con seriedad, chasqueando los dedos para aparecer una copa de vino, que comenzó a beber mientras Flug asentía con un suspiro— Vaya idiota...

— Pienso que no teníamos opción, señor— justificó con cautela, temiendo que el defender a su amigo pudiese significar una reacción negativa de parte del eldritch, sin embargo, se limitó a asentir y volver a beber del vino en su mano, permitiéndole proseguir sin más interrupciones— White Hat dijo que... que ya sabía que era yo quien portaba la extraña presencia, supongo que, tal como usted, pudo sentir a la bebé. Parecía, no lo sé..., complacido por la noticia, como si la idea en realidad le agradase.

— Hm...— murmuró en medio de otro sorbo, apurando lo que quedaba de vino y dejando la copa en la mesa a su espalda, asintiendo al entender que el relato había culminado. Lo que decía tenía sentido, si él había podido sentir a la bebé desde el momento en que se acercó a Flug, al comienzo de todo, nada impedía que su hermano pudiese hacer lo mismo. Observó al muchacho un instante, buscando el modo de manifestar el asunto que le seguía molestando— ¿Te tocó de algún modo?

No ocultó la sorpresa que le generó la pregunta, no sería que fuese algo que valiese la pena comentar, sin embargo, Black Hat mostraba verdadero interés en el asunto; asintió lentamente, jugando con las mangas de la gabardina para distraerse del nerviosismo que aquella confesión generaba, sintiendo las suaves patadas de la bebé en su interior, removiéndole el estómago.

— Él... am, me acarició la mejilla— confesó con un suave rubor, no muy seguro de que lo ocasionaba, huyendo de la mirada del demonio, dejando de jugar con las manos al recordar la forma tan... cariñosa con que el otro le había besado el dorso de la que le había ofrecido. Suspiró antes de añadir aquel detalle, convencido de que eso enojaría al eldritch— También... también me besó la mano.

Flug no necesitó palabras para entender que la mano que ahora le ofrecía estaba pidiendo que le diese esa misma que había entregado al demonio blanco; cumplió con la silenciosa orden sin pensarlo, movido aun por el miedo a una reacción negativa. Black Hat, en cuanto sus pieles se tocaron, depositó un beso en el mismo lugar en que lo había hecho White Hat, manteniendo en todo momento contacto visual. El muchacho estaba seguro que esos ojos, los mismos en los que podía verse la muerte del mundo en que vivía, le contemplaban con cariño, con un aprecio semejante al amor, algo que creía que su jefe no podía sentir.

Quería preguntar, saciar la curiosidad que esa mirada generaba, pero prefirió no hacerlo, prefirió simplemente dejar que la situación siguiera su curso natural, aguardando a ver hasta donde lo llevaría la intimidad del momento. Pensaba aun en el beso que habían compartido la noche anterior, en cómo se había sentido al poder recuperar la posesividad con que sus labios reclamaban su boca. Se acercó a él con el recuerdo de la mordida que se asomaba bajo su camiseta, con la sensación del veneno fluyendo por su sangre, y el ardor al que era tan adicto, buscando la boca que había causado esa dependencia.

Inició como un sutil roce de labios, una caricia cariñosa que no duró más que unos segundos; se miraron a los ojos al separarse, perdiéndose en la mirada ajena, formulando preguntas silenciosas que no sabían cómo contestar. Volvieron a besarse, con ansias, entrelazando sus lenguas y mordiéndose mutuamente, rasgando los labios del otro con los colmillos, mezclando sangre y saliva en un beso que no podía compararse con nada, transmitiendo una necesidad que había estado estancada desde hacía meses, a la espera de una oportunidad para ser saciada.

— ¿Estás seguro? — murmuró el demonio con una voz profunda, acariciando con suavidad la mejilla del muchacho, limpiando cualquier rastro de la energía de su hermano en el proceso, incapaz de romper el contacto visual que mantenían. No quería iniciar algo para quedarse a medio camino, tampoco quería que Flug se sintiese incómodo, quería tener su garantía de que podía seguir sin obstáculos.

El castaño asintió lentamente, incapaz de contestar con palabras, abrazando por el cuello al demonio y acomodándose mejor sobre su regazo, agradeciendo que el tamaño de su vientre no fuese aun un real impedimento para estar cerca de quien amaba. Con un chasquido, el villano los llevó directamente a su habitación, prefiriendo ahorrarse las interrupciones a las que podrían enfrentarse en la oficina.

Lo primero es desaparecer fue la gabardina que llevaba el muchacho, perdiéndose rápidamente en la oscuridad de la habitación; los besos que compartían, a medida que se desprendían de la ropa, eran lentos y románticos, acompañados por jadeos suaves y susurros con el nombre del otro, buscando más.

Black Hat nunca había visto a Flug sin camiseta desde que había descubierto la verdad, y no podía ocultar lo extraño que le resultaba, sin embargo, no era desagradable, al menos no en su concepto. Sonrió con picardía al ver el temor en la mirada del muchacho, acercándose a su cuello para dejar un cálido beso en la zona, embriagándose con el aroma que desprendía, con el aura que había adquirido. Lamió lentamente su piel, prefiriendo ir lento.

Tan dulce como siempre— susurró antes de morderle suavemente, gruñendo por los rasguños que había empezado a recibir su espalda, maldiciendo suavemente. Lamió la sangre con la misma lentitud de antes, separándose solo para besar nuevamente al muchacho. Podía, aunque prefería no hacerlo, escuchar sus pensamientos, las dudas y temores que le asaltaban, las inseguridad que habían surgido con el tiempo y la ausencia; podía escuchar todo, y prefería simplemente no hacerlo, buscando modos de callar esos miedos con caricias.

Le recostó suavemente sobre la cama, acomodándose entre sus piernas sin romper el beso o detener las caricias, permitiéndole desanudar la corbata y desabotonar la camisa y el chaleco, rasguñando un par de veces su piel dejando pequeñas marcas sangrantes que no tardaría en limpiar. Los jadeo no tardaron en hacer presencia, en inundar la habitación y subir la temperatura, creando una sinfonía que los hipnotizaba y les robaba la razón.

Flug acarició el pecho de su pareja cuando este, muy entretenido en desnudarle, se separó ligeramente de su cuerpo, dándole el espacio y la posibilidad de respirar y acomodarse mejor. Había algo en la sensación de sus yemas recorriendo aquella piel que le hacía pensar cuantos lo habrían hecho antes; quería creer, en las ocasiones en las que el corazón elegía hablar, que nadie había tenido esa oportunidad, sin embargo, probablemente se estaba engañando; la longevidad de Black Hat debía incluir, de uno u otro modo, a más de una pareja.

— No pongas esa cara— pidió en un gruñido, al mismo tiempo en que creaba un camino de húmedos besos por su clavícula, llevando una de sus manos a acariciarle la mejilla, limpiando lágrimas traicioneras que se deslizaban por su piel— ¿Ahora qué te pasa, Flug?

Nada, yo...— el calor del momento seguía allí, el villano se encargaba de no dejarlo enfriar, sin embargo, su mente había empezado a hacer más ruido del debido, a interferir con el éxtasis de volver a estar a merced del demonio; se cubrió la boca para callar un gemido, jadeando pesadamente por las caricias que Black Hat le proporcionaba, intentando encontrar un modo de manifestar su malestar— Yo... so-solo pensaba...

— Empiezo a creer que es peligroso para ti— confesó antes de morderle el hombro, lamiendo todo el camino hasta su mejilla, limpiando esas lagrimas que marcaban suavemente su piel, dedicándole una mirada paciente y tranquila, deteniéndose un instante para permitirle hablar— Vamos ¿Qué te molesta?

— Si... si esto hubiera pasado antes...— expresó con temor, en un susurro apenas audible, buscando esa mirada oscura que, en ocasiones, parecía realmente esforzarse por entender, por escucharle. Suspiró en medio de su pregunta, huyendo de sus ojos y forzándose a dejar de lagrimear, a dejar de actuar como un niño— ¿Usted y yo estaríamos juntos?

Black Hat se separó un momento para contemplarle, para admirar su figura y el desastre que él mismo había causado, saboreando la pregunta e intentando entender que había detrás; a esas alturas, aunque no quisiese admitirlo, sabía que Flug estaba enamorado, que se había rendido a él en todo sentido, y que no se arrepentía. Repasó las cicatrices de sus mordidas, de sus rasguños, y las heridas más reciente que había causado, procesando sus palabras ¿Estaría con él sí el escenario fuera otro? ¿Si se hubiera equivocado antes y hubiera engendrado otro hijo?

Buscó sus labios para dejar un beso diferente, uno que pronunciaba algo que no podía poner en palabras; Flug correspondió sin entender del todo el mensaje, sabiendo que era distinto a otros, más intenso. Ese beso tenía todas las palabras románticas que el eldritch era incapaz de pronunciar, pero que sabía que sentía. Se maldijo por darse cuenta de la verdad, por entender que, a pesar de todo, lo habría seguido eligiendo.

Un gemido agudo escapó de los labios del muchacho al sentir como la garra del villano se cerraba sobre su miembro, masturbándole y distrayendo completamente su mente de las cosas que parecía empeñada en gritar. El placer nubló finalmente sus pensamientos, permitiéndole abandonarse al momento que ahora compartía con el demonio.

Las sensaciones que recorrían su cuerpo eran mil veces más placenteras, como si en verdad aquel momento fuese diferente; anunció la cercanía al orgasmo después de unos minutos entre caricias y mordidas que no hacían mas que estimularle. Se corrió en la garra del demonio, murmurando disculpas y cubriéndose el rostro, avergonzado, huyendo de su mirada y de la picardía de su sonrisa.

— Dulce— susurró Black Hat, limpiando los restos de semen con la lengua, comprobando que todo en Flug era igual de dulce y adictivo; le tomó por la cintura y, sin esperar una reacción, le sentó sobre su regazo, tomándole por sorpresa y logrando que se descubriese el rostro, llamado por la curiosidad— Tu mandas.

Balbuceó cosas inentendibles, sintiendo el rostro ardiendo de vergüenza e incertidumbre; no eran muchas las ocasiones en las que Black Hat le cedía el control, y normalmente terminaba recuperándolo para ajustarse a su deseó. Le vio a los ojos, con el labio tembloroso y no muy seguro de nada, encontrando solamente lujuria, deseo, y un brillo cariñoso que empezaba a preocuparlo.

Se preparó lentamente, mordiéndose el índice de la mano libre y apretando los ojos para no verle a la cara, jadeando su nombre y murmurando deseos que probablemente jamás cumpliría, fantaseando solamente con el momento actual. Black Hat le sostenía por la cadera, acariciando su piel con delicadeza y percatándose de lo tranquila que estaba la bebé, sonriendo suavemente. Reaccionó al sentir la mano de Flug sobre su miembro, guiándolo lentamente.

Le ayudó a bajar, a penetrarse hasta que no quedó espacio entre ambos. La respiración del muchacho era pesada, lenta; sus mejillas estaban rojas y tenía pequeñas lágrimas en las comisuras de los ojos, que bien podían ser de placer o los rastros de minutos atrás. Comenzó lento, apoyándose en los hombros del eldritch e impulsándose hacia arriba, mordiéndose el labio cada vez que un gemido dejaba su garganta, enterrando las uñas y apretando aún más los ojos.

— Gime para mí— pidió, acercándose a su cuello para lamer y besar las mordidas que había repartidas por la zona, comenzando a gruñir y jadear, disfrutando del ritmo y el aroma del muchacho. Flug se resistió un momento, no quería hacer mucho ruido, sin embargo, Black Hat dejó muy clara su orden al embestirle fuertemente, logrando robarle un sonoro gemido con su nombre.

La habitación se llenó de gemidos y gruñidos, jadeos llamando nombres y un sinfín de sonidos que hacían eco en las paredes; estaban disfrutando del otro, del momento que estaban compartiendo. Flug no tardó mucho en alcanzar de nuevo el orgasmo, llenándolos a ambos con gotitas blancas, que se mezclaban con el sudor y la sangre que aun manchaba su cuerpo. Se abrazó al demonio después de un rato, sintiéndose agotado pero extasiado, cediéndole de nuevo el control.

— Yo...— susurró cuando el ritmo aumento, en señal de un próximo final, abrazando con más fuerza el torso del villano, dejando que las palabras fluyesen por si solar, incapaz de contenerlas— Lo amo, señor.

Black Hat gruñó al sentir como su pareja le mordía el hombro, enterrándole los colmillos lo bastante profundo como para hacerle sangrar, corriéndose en el interior del muchacho, desoyendo la declaración de amor que acababa de recibir. Permanecieron así, abrazados, por unos minutos, calmando las respiraciones y dejando que la temperatura descendiese finalmente.

Alejó a Flug un poco, contemplando ese agotado rostro que, igual que siempre, le brindaba una cálida sonrisa; besó sus labios una última vez, levantándole de nuevo por la cintura y dejándole recostado en la cama, abandonado un segundo la habitación, como solía ser.

Las piernas no le respondían, ni creía que lo fuesen a hacer por un rato, sin embargo, se sentía feliz. Había extrañado demasiado esa cercanía, ese calor que solo su cuerpo podía darle, las bruscas caricias que dejaban marcas, pero a las que era totalmente adicto; sabía que era un desastre, que sería bueno darse un baño y dormir un poco, pero apenas y podía moverse por cuenta propia.

— ¿No piensas asearte?— interrogó al regresar del baño, contemplándole con diversión y curiosidad; no había cambiado de posición, ni había buscado una más cómoda, seguía completamente inmóvil, en el mismo punto en que le había recostado— ¿Flug?

— Quiero, pero...— no tenía modo de decir la verdad sin sentir que la vergüenza se lo comía nuevamente, atacándole la memoria con escenas de encuentros anteriores y de veces en las que le había obligado a darse un baño, pese a su mala condición— yo... lo siento señor, enseguida voy.

Intentó levantarse, maldiciendo a sus brazos y el cansancio que sentía, apretando los ojos para ignorar el temblor de sus músculos y forzarse a moverse, a dejar la cama. Podía sentir la mirada del villano sobre su figura, posiblemente juzgándole o burlándose. No tenía aun un verdadero problema con su vientre, sin embargo, su cuerpo se negaba a obedecer órdenes.

— Eres patético— gruñó el eldritch, caminando hasta estar a su lado para, con un cuidado ya demasiado habitual, cargarle en brazos. Flug podría haberse pellizcado el brazo solo para comprobar que aquello no era un sueño, para convencerse de que, en verdad, Black Hat le estaba cargando hacia el baño— No te acostumbres.

Flug pensó que la advertencia era una mentira con la que escudaba su reputación o su orgullo, fingiendo que no le importaba del todo su estado. Sonrió dejándose hacer, recargando la cabeza contra el pecho del demonio, sintiéndose en el lugar más cómodo del mundo. No dijo nada al escuchar un ronroneo provenir de su garganta, prefería simplemente dejarle ser.

— Gracias, jefecito— susurró mientras, con delicadeza, era depositado en la bañera, recibiendo una caricia en la cabeza, que terminó por quitarle la liga con que se sujetaba el cabello. Black Hat se limitó a abrir el agua y dejar que cubrirse el cuerpo del muchacho, recolectando todo lo necesario para limpiarle.

El silencio era cómodo, Flug se dejaba manejar con suma facilidad, disfrutando más de la cuenta de la atención del villano. No creía que pudiese ser tan delicado, aunque ya había demostrado muchas veces que tenía un lado blando por él; se preocupaba por limpiar cada mordida y cada rasguño, lavando la sangre y la saliva que cubrían su piel, masajeando su espalda y dándole mimos que no eran necesarios.

Le lavó el cabello con cuidado de no hacerle daño, percatándose de lo fácil que se desprendía de la raíz, sorprendiéndose. Sabía que los humanos perdían todo el tiempo el cabello, sin embrago, no recordaba que fuese así con Flug. Le enjuagó con el mismo cuidado que había tenido al lavarle, eliminando todo rastro de jabón y semen que aún quedase en su piel, procurando tener especial atención con las profundas mordidas que ahora cubrían sus hombros.

— ¿Puedes levantarte?— preguntó sin mirarle, dejando ir el agua y yendo por una toalla lo bastante grande como para cubrirle, mordiéndose el interior de la boca al ser consciente del cariño que había tenido con el humano. Flug le siguió con la mirada, intentando levantarse, sin éxito.

— No lo sé, no siento las piernas— confesó con vergüenza, sintiéndose más débil que al entrar en el agua; su cuerpo se había relajado, talvez mas de la cuenta, abandonando las pocas fuerzas que aún tenía. Se removió un poco, agachando la mirada con las mejillas nuevamente sonrojadas— ¿Podría ayudarme?

El eldritch le envolvió con la toalla antes de cargarle, cubriéndole desde el pecho hasta el muslo sim problemas, cargándole igual que a una princesa, o una novia, regresando a la habitación sin mediar palabra. Le dejó en la cama y se acercó a un cajonero para extraer algo de ropa que el muchacho sabía que no le pertenecía. Recibió en brazos una muda limpia de ropa interior, junto a una camisa cerrada de manga larga que, aun sin probársela, estaba seguro que le llegaba a medio muslo. Se vistió con parsimonia, batallando contra el sueño y sonriendo en todo momento, incapaz de ocultar la alegría que ese momento le había traído.

Black Hat le ayudó a acomodarse en la cama, cubriéndole con la sabanas hasta el pecho y quedándose a su lado, simplemente acariciándole el cabello para ayudarle a dormir, pensando en cómo se habían dado las cosas esa noche. Se levantó de la cama una vez estuvo seguro que Flug se había dormido, dispuesto a abandonar la habitación y terminar lo que había empezado más temprano, enfundándose una camisa, pantalones y una corbata, dejando todo lo no esencial en un gavetero antiguo, observando una última vez al muchacho antes de salir, dando un suspiro cansado. Al menos estaba a salvo allí, en su habitación, lejos de todo.

Se deslizó por los pasillos hasta llegar a la puerta del sótano, sonriendo ampliamente al ser recibido por una sinfonía de gritos y lamentos desesperados por piedad, buscando una salida que no existía. Bajo las escaleras con calma, asegurándose que el eco de sus zapatos anunciase su presencia, remangándose la camisa hasta el codo y despojándose del sombrero de copa, cargándolo en las manos como si fuese una ofrenda. Avanzó por el lugar hasta llegar a la celda que había destinado para esa ridícula agente que había escapado de su destino un mes atrás.

— Buenas noches, señorita— saludó con burla, chasqueando los dedos para que una brillante llama verde encendiese las velas, iluminando la estancia, dándole una apariencia aún más tétrica. La joven alzó la vista con rabia, apoyándose a duras penas en unos maltrechos brazos que le fallarían pronto— Es un gusto ver qué ha despertado.

La joven agente se arrastró hasta los barrotes de metal que la mantenían a salvo del demonio, alargando la mano a la espera de una señal de que aquello era un juego de su mente, intentando tocar su pierna y quitarse la duda de encima. Black Hat, sin meditarlo un instante, le pisó la mano con fuerza, sonriendo al escuchar los huesos ceder bajo su peso, arrancándole un alarido de dolor.

— El cuerpo humano es tan patético y repugnante— lamentó con sorna, abriendo la puerta y entrando en el reducido espacio, pateándola por el vientre para no permitirle el escape en el proceso— Es débil, puede ser fácilmente transformado, con la suficiente fuerza. Es imperfecto.

La mujer lloró al entender que estaba atrapada, en una celda de 4 metros cuadrados, con la entidad más peligrosa del mundo. Retrocedió hasta una esquina, abrazándose las piernas y dejando salir lamentos y súplicas que solo irritaban al villano. Murmuraba nombre y cosas que no parecían coherentes, intentando inútilmente controlar el llanto.

— Por favor...— lamentó al verlo a su altura, jugando con el sombrero y sonriéndole, obligándola a mirar directo a sus ojos, enseñándole cosas que no tardarían en volverla loca— tengo familia... Mis padres, quiero verlos de nuevo, por favor...

Black Hat comenzó a reír en cuanto escuchó esas palabras, disfrutando de la desesperación que transmitía su opaca mirada, dejando el sombrero a su lado y alargando la mano para tomarle el rostro con fuerza, enterrando sus garras en la carne de sus mejillas, llenándose de sangre.

— Nunca cometería ese error— susurró en una voz gutural, que parecía compuesta por miles más, rasgando su piel como si fuese un pedazo de papel, creando profundos cortes, lo bastante como para requerir atención medica— La piedad es un problema de héroes.

La soltó con violencia, enviándola de regreso a la pared, observando la brillante sangre escurrir de su garra, preguntándose si sería buena idea; hacía mucho que no disfrutaba de una copa de sangre, ni de un sabor que no fuese el de Flug. Lamió las gotas con su larga lengua, sonriendo con los gritos e insultos de la mujer de fondo. El sabor era asqueroso, demasiado metálico, demasiado humano.

— Tan desagradable como imaginé— admitió decepcionado, sacudiéndose lo poco que aún quedaba, manchando la pared y a la agente, tomando el sombrero y limpiando la tierra que había adquirido.

— ¡Entonces máteme!— exigió con rabia, limpiándose la sangre que no dejaba de brotar de sus heridas, escupiendo en su dirección, no sabiendo ya que era prudente— Si la piedad es un error, entonces ¡máteme de una vez!

— Vamos a hacer algo más interesante— afirmó con una sonrisa que helaba la sangre, volviendo a su altura para, con una suave carcajada, colocar el sombrero en su cabeza— Vamos a ver quién sede primero a la presión, si usted o nuestra otra invitada.

Chasqueando nuevamente los dedos, hizo aparecer en la celda una prisionera atada a una silla, que chilló en cuanto vio a su compañera en tan mal estado, queriendo llorar. No le fue difícil reconocer su figura, pese a lo maltratada que se encontraba y la verdosa luz que la alumbraba, la joven agente comenzó a llorar en cuando descubrió que la doctor Wellis seguía con vida.

— ¡Mariana! — la llamó en un sollozo, queriendo alargar los brazos para limpiarle el rostro, lastimándose las muñecas con los alambres que la mantenían restringida, incapaz de soltar ya una lágrima. Tenía los ojos secos, irritados de haber llorado por meses suplicando piedad, lo único que podía hacer era lamentarse— No... ¡Maldito!

— Es agradable ver qué aún le queda energía, doctora— burló el eldritch, rodeándola para poner sus garras sobre sus hombros, rasguñando sin cuidado la piel— Ahora, usted me ayudará a obtener lo que deseo.

Comenzó con rasguños suaves, heridas sangrantes que se sumaban a viejas cicatrices. Seguidas pronto por la presión de un tentáculo sobre su garganta, quitándole la posibilidad de gritar y limitando su respiración; los cortes se convirtieron en profundas mordidas, en trozos de carne faltantes y burbujas de veneno e infecciones invadiendo su sangre.

La mujer de cabello corto se encontraba congelada, incapaz de apartar la mirada debido al sombrero, llorando desconsoladamente mientras veía a su antigua colega perecer bajo una lenta tortura. Creía que había presenciado un espectáculo repugnante al ver como el doctor Flug devoraba el cuerpo de su compañero, sin embargo, el modo en que Black Hat convertía aquel festín en una muerte lenta le revolvía el estómago. Quería vomitar, pero no había nada que pudiese sacar de su sistema.

— Basta...— pidió con el corazón en la boca, recordando las palabras del villano, llorando incontrolablemente, sabiendo que era lo que quería—¡Por favor basta! Haré lo que sea... pero basta...

El demonio sonrió, lamiéndose los colmillos y limpiando la sangre que escurría de estos, enterrando una última vez las garras en el maltrecho cuerpo de su víctima, perforando un pulmón, liberándola de la presión y dejando que su cuerpo se desplomarse en la silla, inconsciente y apenas vivo.

Chasqueó los dedos con una sonrisa victoriosa, entregándole a la mujer una laptop. Apoyándose contra una pared, aguardó, seguro de que obtendría lo que quería.

— Me alegra que entienda su posición— afirmó mientras la veía teclear, supervisando sus palabras y movimientos, deteniéndola casa vez que quería hacer algo indebido. No le agradaba utilizar su propio sombrero para controlar a alguien más, sin embargo, era la mejor de todas sus opciones— Será de mucha ayuda de ahora en adelante.

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No tengo idea de cuantas veces me limpie las gafas escribiendo esto. Eso de que los lentes se empañan cuando estas avergonzado parece ser cierto. Yo que sé.

Hay algo sumamente liberador en mandar el plotline al carajo y simplemente escribir, es una sensación que simplemente no puedo expresar con palabras, por lo que me limito a celebrarlo en silencio, a las dos de la mañana, mientras escucho música y batallo con el insomnio. Desde ahora, cada vez que pierda la confianza, oblíguenme a escuchar "Try everithing", porque me había olvidado de lo mucho que su letra me ayuda.

¿Cómo están? ¿Qué les pareció? Yo creo que fue bastante bueno, me siento orgullosa del resultado, aun cuando me tomó mas horas de las que había pensado. Como sea, esta nota final es para mostrarles algo que, aunque aún no voy a hacer, quiero que vean.

"De Amores y Causas Perdidas" es la historia de White Hat y Slug, directamente conectada con esta, pero lo bastante independiente como para que puedan disfrutar de ella sin haber leído esta. Actualmente, pueden encontrar el prólogo en mi perfil, y será mi próximo proyecto una vez termine este.

ALSO perdón por incluir información que no aparece en el capítulo, era algo importante, que necesitaba explicarles, pero no incluí finalmente la parte que se relacionaba. Aún si, no lo olviden, será relevante en el próximo capítulo.

Realmente espero que les haya gustado, y nuevamente gracias por leer.

Nos leemos luego :)

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