•Capítulo 44: Hermanos mayores•

Saludos cordiales, villanos

Superamos los 4000 votos. Muchas gracias chicos, sin ustedes, nada de esto sería posible

Después de tomarme la semana para escribir en otra historia, regreso a ustedes con uno de mis mejores capítulos hasta la fecha. Estoy convencido que lo van a disfrutar tanto como yo, y también que la decisión de no confiar plenamente en mi sigue siendo sabia. Así que ¿Comenzamos?

Como es ya usual, iniciaremos con el trabajo del huevito, para hablar de los cambios presentados en el sexto mes de gestación. Es al inicio de este periodo que la medula osea del feto comienza la producción de células sanguíneas; así mismo, inicia el desarrollo del oído interno, lo que le permite identificar sonidos del interior y exterior del útero. Esta nueva percepción sensorial genera también reacciones en el feto, es decir, si escucha un sonido fuerte, de manera repentina, puede patear bruscamente, o quedarse completamente quieto por un corto periodo de tiempo.

Los movimientos se vuelven más coordinados y frecuentes, de igual forma, puede presentarse un ligero hipo en ocasiones, debido a que el feto practicará técnicas de respiración con relativa frecuencia. Hacia la semana 23 comienza la pigmentación de la piel del feto; además, los pulmones ya están preparándose para respirar, de manera que empiezan a producir una sustancia grasa llamada surfactante pulmonar que cubre el revestimiento interior de los alveolos. Hacia el final de la semana 24, el feto es capaz de identificar sabores a través del líquido amniótico, debido a que la mayoría de órganos sensoriales se desarrollaron en su totalidad; así mismo, puede abrir y cerrar los ojos a voluntad.

Debido al aumento de peso, es normal que se presenten agudos dolores de espalda, lo que deriva en una necesidad de reposo constante, también disminuye la capacidad de realizar esfuerzos físicos, debido al riesgo que esto acarrea. Así mismo, se pueden presentar contracciones de Braxton-Hicks, es decir, una suave presión en el útero o el abdomen. Son contracciones indoloras y normales, es la manera en que el útero se prepara para el trabajo de parto.

Adoro escribir estas cosas, es de lo más interesante. Y el siguiente tema es aún mejor, al menos desde mi punto de vista. ¿Han escuchado hablar del síndrome del corazón roto? Se trata de una afección cardíaca temporal que a menudo es provocada por situaciones estresantes y emociones extremas.

El síndrome del corazón roto afecta solo a una parte del corazón e interrumpe temporalmente la función normal de bombeo del corazón; el resto del corazón continúa funcionando normalmente o incluso puede tener contracciones más fuertes. Sin embargo, puede causar dolor torácico repentino, y ser confundido con un ataque cardiaco; los síntomas más notorios son la dificultad para respirar y el dolor en el pecho.

Pese a que es una afección cardíaca, no está claro cuál es la causa exacta del síndrome del corazón roto; se cree que una oleada de las hormonas del estrés, como la adrenalina, puede provocar un daño temporal en el corazón en algunas personas. Por lo general, existe una situación física o emocional intensa antes de que se produzca el síndrome del corazón roto; entre los posibles desencadenantes, se encuentran: la muerte de un ser querido, violencia doméstica, discusiones fuertes, perder o ganar sumas importantes de dinero, un divorcio, o factores físicos que generan estrés.

Sin embargo, y aunque puede traer consecuencias como presión arterial baja o interrupción de los latidos del corazón, es tratable y no llega a ser mortal si se detecta y trata a tiempo.

Hice más consultas para escribir, pero no voy a poner nada de esa información aquí porque, honestamente, sería un spoiler de lo que están por leer, y yo no trabajo así. De todas formas, creo que los dos datos que acabo de proporcionarles cubren la cuota de este capítulo.

Estoy en la obligación legar de decir lo siguiente, y aunque no creo a ninguno de ustedes le moleste, Wattpad esta de cacería de brujas, y necesito un seguro para defenderme ante ellos así que:

⚠️Este capítulo contiene escenas de violencia explicita, canibalismo y tortura física y psicológica. Por favor lean con precaución.⚠️

Adicionalmente, y recurriendo de nuevo a nuestra hermosa playlist (que ya suma más de 50 canciones) les pediré que escuchen "Methaphor" de The Crane Wives. No es la inspiración total del capítulo, pero describe perfectamente a Demencia a lo largo del mismo, y será un gran acompañamiento para la lectura.

Sin más que decirles, por favor disfruten la lectura.

Se deslizó por las paredes con la cautela que solo las sombras podrían brindarle, huyendo de las cámaras de seguridad y agentes que rondabas los pasillos aquella noche, intentando encontrar la sala de conferencias en la que debía encontrarse Cooper, escuchando indicaciones por medio de un audífono, igual que haría un agente secreto.

— Recuérdame por qué hago esto— pidió al darse un descanso, ocultándose en algún closet en medio del pasillo, escuchando los pasos tranquilos de una pareja de héroes que, seguramente, dejaban las instalaciones para tomarse la noche libre— No es que me moleste el papel de espía, pero se siente extraño.

"Quiero creer que lo haces por tu afiliación a los villanos" le contestó, sin mucho interés, su interlocutor, intentando ubicarla dentro del edifico, agradeciendo en silencio que aún no hubiese encontrado el rastreador que había colocado en su cuello "Pero, la razón me dice que lo haces por la paga. Ahora muévete, estas a dos salas de tu objetivo."

— Eres un amargado ¿Lo sabias? — gruñó con pereza, volviendo a fluir por el pasillo, queriendo ignorar las órdenes del muchacho del otro lado, sabiendo que tenía razón, que solo había aceptado el trabajo por la paga— Bien, puedo ver sus almas, sin duda están adentro.

"Excelente, ahora entra y coloca el micrófono" la pelinegra obedeció sin chistar, abriéndose paso en la sala de juntas sin ningún problema, llegando rápidamente a su objetivo. Cooper, ajeno a la intrusa, escuchaba atentamente el plan de sus subordinados, en busca de fallas y puntos débiles que corregir antes de ejecutarlo "Tengo audio, ya puedes salir"

Sin embargo, decidió quedarse por mera curiosidad; lo único que sabía de aquella misión es que debía llegar hasta el líder del departamento de seguridad e implantar un micrófono, y el deseo por saber de qué hablaban era más fuerte que las ordenes de su interlocutor. Aprovechando la enorme mesa, y la sombra que esta generaba, se dejó ver para escuchar mejor, cruzando las piernas y permaneciendo lo más quieta posible.

"Dark, deja de arriesgar la misión y sal de ahí" advirtió el otro, subiendo ligeramente la voz para intentar colarse en la mente de la chica y hacerle entender que quedarse allí era peligroso para ambos "Si Cooper o alguno de ellos te descubre..."

— Ya lo sé, ya lo sé— susurró, reconociendo el riesgo de quedarse a escuchar, plenamente consciente de que las sombras, con un poco de luz, dejarían de ocultarla a plena vista— Slug ¿White Hat sabe lo que planean?

"Si..." reconoció después de un suspiro, grabando la conversación de los agentes, mientras intentaba sacar a la cazadora de almas de aquella sala de juntas "Ahora lárgate de ahí, si te atrapan, todos vamos a estar en problemas"

— Y una última cosa— escuchó ordenar al castaño a sus agentes, antes de marcharse para no seguir escuchando los reproches de Slug, algo que no estaba dispuesta a permitir— si el Alebrije se entromete, destrúyanla.

וווו×

La calma de aquella noche le parecía un obsequio después de tantos altibajos y torturas, la sentía como el ojo de un tormenta, un poco de paz en medio de la catástrofe. Y esa misma sensación le hacía temer que no duraría para siempre, que pronto algo acabaría con el dulce momento y los arrastraría de nuevo a los miles de problemas a los que ya estaban habituados. A pesar de todo, dejó que el demonio siguiese acariciando su cabello, tranquilizándole después de un pesado día de trabajo, demostrándole en silencio ese cariño que tanto parecía costarle profesar.

Black Hat ya le había advertido que no se acostumbrase a sus tratos cariñosos, en múltiples ocasiones, pero eso no le impedía disfrutarlos tanto como le fuese posible. Sabía que esos momentos eran efímeros, que una vez saliese el sol, volvería a ser el frio y cruel villano de siempre; quería creer que las cosas se mantendrían así para siempre, sin embargo, no debía olvidar que se trataba de la encarnación del mal, y que todo sería como antes cuando naciese su hija.

— Se está moviendo...— susurró con voz adormilada, esperando que no volviese a interrumpir su noche de descanso, llevando inconscientemente su mano al lugar donde había sentido el golpe, acercándose un poco más al demonio, buscando comodidad.

— ¿De nuevo? — gruñó el eldritch, dejando el libro sobre sus piernas para abrazar un poco más a Flug, sabiendo que a la bebé le gustaba sentir esas muestras de cariño, odiando haber convertido aquello en una rutina nocturna para el descanso del muchacho— Esta cosa no duerme nunca ¿Te duele, Flug?

— No... estoy bien— susurró, apegándose más al demonio, llenando sus pulmones con la esencia del villano, extrañando esos contactos tan íntimos que solían compartir— Está más tranquila...

Black Hat dejó salir un suave ronroneo, intentando arrullar al muchacho, pensando en la próxima visita de Slug y en lo poco que había estado durmiendo el humano, esperando no recibir ningún nuevo sermón del subordinado de su hermano. Flug se estiró un poco, buscando sus labios, tomando al demonio por sorpresa.

— ¿Cree que se parecerá más a usted o a mí? — preguntó al romper el beso, brindándole una sonrisa cálida, una que le transmitía tranquilidad y ese mismo cariño mudo que se había vuelto parte de su relación. No sabía que responder, nunca había pensado mucho al respecto; quería creer que sería como Flug, era una idea que le brindaba cierta tranquilidad, al menos así el muchacho no tendría tantos problemas.

— Tal vez como tú...— susurró devolviéndole el beso, notando como, poco a poco, Flug caía rendido ante los brazos de Morfeo, abandonándose a la calma de una bien merecida noche de sueño— Eso estaría bien...

— Debo decirle a Quinientos Cinco— balbuceó antes de quedar completamente dormido, dejando al villano con un amargo sabor en la boca y la sensación de que esa era la peor idea que había tenido en meses. No es como si le importase la reacción del experimento, más bien, consideraba la reacción de Demencia, que acabaría por descubrirlo de una forma u otra.

La joven alebrije era volátil, pese a todo lo que había pasado desde que había descubierto su relación, seguía siendo ciega ante la verdad, y eso solo volvía su reacción aún más peligrosa. Quería confiar en su decisión de decirle al oso, sabía que Slug no tardaría en aconsejarle lo mismo, pero ¿Y si tenía que protegerlo de Demencia? No era como que le importase lastimarla, pero la reacción del muchacho era algo que si consideraba como un problema; Flug la protegía y trataba como si fuese una hermana, y no quería imaginar lo molesto que se pondría si algo salía mal. No quería regresar de nuevo al inicio.

Gruñó con fastidió, acomodando el cuerpo del castaño correctamente en la cama, cubriéndolo con las sabanas y dejándole descansar, esperando que pudiese descansar. Quería quedarse a su lado, velando su sueño, esperando el momento en que despertase para ayudarle a volver a dormir, sin embargo, prefirió no hacerlo.

No tenía el humor para quedarse allí, sin hacer nada, pretendiendo descansar mientras su mente vagaba por ideas absurdas y escenarios que no deseaba contemplar. Fluyó por los pasillos de la mansión hasta llegar a alguna habitación con la acústica adecuada. Si no podía acompañarlo en sueños, al menos utilizaría su violín para asegurar un buen despertar.

וווו×

Se sentía extraño poder despertar sin sentir el dolor de sus órganos chocando entre sí, o con el sabor metálico de la sangre inundándole la boca; sin embargo, era agradable, no había notado lo mucho que extrañaba las noches de descanso hasta que había tenido la oportunidad de volver a disfrutarlas. Además, agradecía despertar con el melodioso tocar del violín de su jefe resonando en la mansión, había extrañado su sonido y la calma que este brindaba.

Estiró los brazos al aire, respirando hondo y tomando un impulso para levantarse; estaba dispuesto a decirle a 5.0.5 acerca de su futura hermana menor, y también quería hablar con Demencia, y ayudarla a sentirse mejor respecto a la idea de no ser la pareja de Black Hat. Sentía que, pese al profundo odio que la joven parecía profesarle, podía hacerla sentir mejor.

— Buenos días pequeña— saludó con entusiasmo, acariciando su vientre con una sonrisa, adentrándose al baño para darse una rápida ducha, ignorando por completo el presentimiento que le decía que aquel día, a pesar de lo mucho que intentase, sería un verdadero desastre.

Su primera parada fue la jaula de Demencia, una habitación que no había visitado en meses. Se sentía extraño estar allí, ocultando a duras penas su vientre, preparándose para despertar a la joven lagarto, arriesgando su salud, igual que habría hecho antes. Observó las cámaras de seguridad antes de acercarse al panel de control, encontrando una imagen sumamente preocupante.

— ¿Desde hace cuánto hace eso? — preguntó al Hatbot-ler, viendo como Demencia se inducia el vómito sin problemas, gruñendo a la cámara en cuanto terminó, esponjando su cabello como lo haría un gato. El robot se encogió de hombros y movió una palanca hacia adelante, abriendo la compuerta y permitiendo a la chica salir de su encierro.

Flug centró su atención en la joven que emergió arrastrándose por las paredes, arrastrando algo más que los pies, siseando igual que lo haría una serpiente. De no haberla visto devolviendo su comida, no se habría percatado de lo delgada que se encontraba, de lo marcadas que tenía las ojeras o de la enorme cicatriz que surcaba su hombro izquierdo ¿Desde hacía cuanto estaba así? ¿Cuándo había sido la última vez que había comido apropiadamente? La preocupación no tardó en invadir su pecho al tenerla frente a él, bufando y siseando.

— Buenos... buenos días, Demencia— saludó con calma, cerrándose la bata para ocultar un poco más su panza, bajando por las escaleras que conectaban la cabina con el resto de la habitación— Um... Black Hat... Black Hat nos necesita a todos en el comedor.

Por más que lo intentaba, le era imposible pensar en una mejor forma de lograr que la joven se arreglase; sabía que toda su rutina giraba en torno a complacer al villano, siempre había sido así y probablemente jamás cambiaria, sin embargo, no dejaba de pensar en su mal estado actual, y en lo delgada y maltratada que se veía. Demencia pasó a su lado sin dirigirle la palabra, no perdiendo la oportunidad de empujarle suavemente hacia un lado, sonriendo ampliamente por el suave jadeo de molestia que dejó salir.

Caminaron por el pasillo, uno al lado del otro, en un silencio apenas roto por el suave sonido del violín retumbando en las paredes. Demencia podía sentir la mirada del humano sobre su figura, haciéndola sentir incomoda y expuesta ¿Se habría dado cuenta? Creía que la camisa de fuerza le quedaba lo bastante grande como para ocultar su pérdida de peso, sin embargo, aquella mañana no la cubría perfectamente, por lo que no le extrañaba la insistente mirada de Flug.

Se metió en su habitación apenas estuvo delante de la puerta, huyendo finalmente del muchacho, sintiendo un enorme alivio al no tener esa mirada analítica sobre su ser, buscando una causa para su notoria delgadez ¿A caso pretendía decirle a Black Hat al respecto? Que más daba, ya no podía hacer nada para cambiarlo, ya había perdido el peso que deseaba, solo le importaba mantenerlo en ese momento.

Flug siguió su camino, aun con la imagen de lo marcadas que tenía las clavículas Demencia dando vueltas en su mente, intentando no preocuparse de más, no queriendo afectar a su bebé con algo tan absurdo. Llegó al comedor sin darse cuenta, siendo recibido por el dulce aroma de hotcakes recién hechos, combinándose con el amargor del café, una mezcla que le hizo sonreír.

— Buenos días Pachoncito— saludó al experimento, acariciándole las mejillas con ternura, recibiendo en respuesta una sonrisa y un suave gruñido de cariño que solo el oso podía darle— Espero que hayas tenido dulces sueños.

— ¡Braw! — aseguró sin perder su sonrisa, moviendo con entusiasmo su colita y dejando delante del muchacho un apetecible desayuno, completamente orgulloso de su obra maestra. Quería sentarse con el científico a comer, sin embargo, primero debía traer los otros dos platos que ocuparían la mesa, y asegurarse que Black Hat no estuviese cerca para mandarlo a volar.

— Quinientos Cinco, por favor quédate— pidió el humano con amabilidad, acariciándole de nuevo la mejilla con cariño, invitándole a tomar asiento a su lado— Hay... algo de lo que necesito hablar contigo.

Demencia irrumpió en la estancia con un bullicio propio de ella, arrastrándose por las paredes y riendo estridentemente, sorprendiendo al oso de forma poco grata. Ocupó su lugar sin cuidado, apoyando los pies en la mesa y presumiendo el atuendo que solía usar cuando tocaba la guitarra, completamente orgullosa de su elección de ropa.

— ¿Podrías no subir tus mugres pies a la mesa? — reprochó el científico, apretándose el entrecejo sobre la bolsa, recibiendo en respuesta una burlona carcajada— Da igual, mientras escuches no importa.

— ¿Dónde está Blacky? — preguntó de inmediato, reparando en la ausencia del eldritch como si fuese lo más importante del mundo, señalando la silla vacía a su izquierda, ignorando por completo al humano— Quiero darle un besote de buenos días.

— Él... vendrá pronto— prometió con nerviosismo, no muy seguro de si era verdad; el violín ya no se escuchaba, pero no podía garantizar en cuanto tiempo estaría el demonio con ellos. Aun así, decidido a no esperar mucho para hablar, tomo aire y se levantó, obteniendo de inmediato la atención de ambos— Bien... hay algo importante que quiero comunicarles.

— Escúpelo, nerd— exigió sin cuidado, inclinando su silla hacia atrás y cruzando sus manos tras su cabeza, utilizándolas de apoyo— Hay ratones rondando y quiero atrapar alguno.

— Bien, dadas las circunstancias... y que todo parece en orden— divagó un momento, alargando el tiempo un poco más, esperando ansioso a que Black Hat entrase por la puerta y le diese la seguridad que tanto necesitaba en ese momento— Am... en unos meses... voy a tener un bebé...

El silencio que siguió a su confesión le hizo temer lo peor, le hizo recordar la negativa reacción que había tenido el demonio y lo mucho que le había costado aceptar que, talvez, nunca aceptaría la verdad. Sin embargo, la celebración de 5.0.5 y el cariñoso abrazo que le proporcionó fueron un alivio para su ser. Correspondió al afecto del oso, riendo suavemente y agradeciéndole su apoyo, volviendo a centrarse en Demencia después de unos segundos.

La chica estaba completamente muda, inmóvil e intentando procesar lo que acababa de escuchar, manteniendo una expresión de sorpresa total en el rostro. Quería creer que había escuchado mal, que su mente le estaba jugando una sucia broma en respuesta a los meses de privar de una dieta saludable a su cuerpo, sin embargo, todo parecía demasiado real.

— ¡¿Qué tú qué?!— chilló la joven alebrije, apoyando todo su peso sobre la mesa, cuarteando la madera con su fuerza— ¡¿Cómo te atreves?!

— De-Demencia... Por favor cál-cálmate— susurró el castaño, alzando las manos y retrocediendo lentamente, sintiendo su pulso acelerarse, preocupándose por la repentina quietud de su bebé, alejando a 5.0.5 del camino con un suave empujón—No...

—¡Cállate nerd!— gruñó enterrando las uñas en la madera, espantando al oso y preocupando aún más a Flug, que podía sentir las cosas yendo de mal en peor— Tu... ¿No te bastó con robarme su amor? ¡¿También me robas su familia?!— no le fue difícil sacar conclusiones, sabía cómo funcionaba todo el asunto, aunque no lo entendiese perfectamente; las lágrimas apenas ocultaban la rabia que sentía, la traición que saber aquello significaba— ¿Por qué me haces esto Flug?

Sin ningún esfuerzo, se impulsó para saltar sobre la mesa, cayendo junto frente al humano, quitándole la distancia de seguridad que tenía, avanzando con semblante amenazante, gruñendo igual que un animal salvaje. Un suave dolor se instaló en su pecho, confirmándole que todo era real.

— Me lo arrebataste todo en la vida— lloró con fuerza, alzando la mano sobre su cabeza, lista para golpear al humano con toda su furia, dispuesta a descargar sus sentimientos contra él, olvidándose de todo lo demás— Lo justo es que tú también pierdas algo.

Flug cerró los ojos con fuerza, pidiendo en silencio que Black Hat la detuviese, entregándose a su destino. El fuerte chillido de Demencia, acompañado por la cálida sensación de un viscoso tentáculo rodeándole lo llevaron a volver a abrir los ojos, encontrando una imagen que hubiese preferido no ver. El demonio, con una mirada brillante, sostenía el antebrazo de la joven, levantándola varios centímetros del suelo.

— Ni siquiera lo pienses— gruñó con una voz profunda, casi gutural, acercando aún más a la joven a su rostro, entrecerrando los ojos y perdiendo un poco el control de su forma, manifestando una serie de ojos y bocas que no paraban de gritar— Si le haces daño, lo pagaras con tu vida.

Flug escuchó como algo crujía bajo el agarre del demonio, acompañado por el chillido suplicante de Demencia y el aumento de su llanto; sin dudas le había roto el brazo, podía escuchar como destrozaba los huesos que se encontraba entre sus garras, cediendo sin mayor resistencia. La vio caer como un peso muerto, sujetándose la herida y asesinándole con la mirada.

— Doctor— llamó con el mismo tono amenazante, girándose hacía él sin variar su expresión demostrándole el mal humor que la situación le generaba, chasqueando los dedos para que el tentáculo le soltase y dejase de nuevo con los pies en la alfombra— Cure su herida y prepárese para la visita de Slut. Y asegúrese de comer.

Los tres subordinados quedaron completamente solos tras esa orden, sintiendo el corazón en la garganta y un aura pesada rodeándoles. El experimento se aproximó a Demencia, ofreciéndole una ayuda que fue inmediatamente rechazada. No quería que nadie la tocase, ya estaba lo bastante lastimada como para permitir que un toque cariñoso la terminase de quebrar.

— Qui-Quinientos Cinco...— llamó el muchacho, acercándose a ellos con pasos cortos, ocultándose a medias tras el oso, observando como la piel de la joven se tornaba purpura en la zona afectada— ¿Po-podrías llevarla al laboratorio...? Yo, yo los alcanzo enseguida.

Sin decir nada, el animal tomó a la joven alebrije entre sus patas y, pese al forcejeo, dejó la habitación con ella, teniendo cuidado de no lastimarla de más. Flug dejó salir un suspiro en cuanto se vio solo, sintiendo sus manos temblar y su corazón acelerarse de forma peligrosa; habría esperado de todo menos que Demencia tratase de matarlo, o de matar a su bebé, aun no estaba seguro. Puso sus manos sobre su vientre, aguantando las lágrimas y contemplando el desastre que todo aquello había causado.

— ¿Estas bien pequeña? — preguntó con el temor de no sentirla moviéndose, esperando a que solo fuese producto del miedo que le había transmitido y no de algo más serio; una sensación de alivio recorrió su cuerpo al recibir, en respuesta, una suave patada a sus manos— Lo lamento... no se repetirá, lo prometo.

Dejó el comedor con algo más de tranquilidad, resistiendo el deseo de buscar al demonio y hablar con él, sabiendo que probablemente no querría verle en esos momentos. Entendía su reacción, estaba simplemente cumpliendo con su palabra, sin embargo, parecía también molesto con él ¿Habría sido una decisión apresurada? A lo mejor sí, sin embargo, no quería esperar más, necesitaba sacarse de encima el estrés de callarse al nuevo miembro de la familia, de su familia.

— Si no dejas que te cure, te ira peor— le reprochó al ver que, pese al cuidado con que el oso la cargaba, la chica no dejaba de batallar, recibiendo uno que otro rasguño y moratón en el proceso— Vamos Demencia, no lo hagas más difícil.

— ¿O qué? ¡¿Lloraras por ayuda como el cobarde que eres?! — retó con veneno en la voz, tragándose las lágrimas como si todo el asunto no le afectase más allá de tener un brazo roto— ¡Cobarde! Ven y enfréntame ¡Defiende tu derecho de estar con él!

— No necesito hacer eso— murmuró con calma, despejando una plancha con correas de cuero, pidiéndole al experimento que la recostase allí mientras él la ataba, ignorando las amenazas y retos que lanzaba al aire— Demencia, no quiero usar un tranquilizante ¡¿Podrías callarte de una vez?!

Guardó silencio sin saber muy bien porque, dejándose hacer finalmente, sintiendo la anestesia local penetrar en su sistema y bloquear sus nervios, retirando su brazo de su cerebro temporalmente. Podía ver la frustración en la mirada del científico, mezclándose con estrés y preocupación ¿A caso le preocupaba su brazo? No era más que otra fractura, en dos días ya no tendría nada, sin embargo, la forma en que Flug observaba el moratón en su piel se sentía... extraña, como si aquello le afectase más a él.

— Deja de mirarme— exigió con un siseo en sus palabras, centrando su mirada en el abultado vientre del muchacho, preguntándose en silencio tantas cosas que nunca llegarían a tener respuesta, imaginando lo feliz que debía sentirse y lo maravilloso que debía ser tener a la cría de Black Hat en su vientre— No necesito tu lastima, tonto.

No recibió respuesta alguna, ni una palabra, ni una mirada; el muchacho simplemente siguió enyesando su brazo en un profundo silencio, ignorando por completo sus burlas y amenazas, huyendo de su mirada. Demencia quería causarle algo, por más leve que fuera, quería hacerle sentir de nuevo ese miedo que había mostrado en el comedor, sin embargo, sus esfuerzos parecían inútiles, como si ya nada le afectase.

— Puedes irte— susurró en cuanto terminó de vendar el yeso, desatando las correas y dándole la espalda a la chica para recoger los restos de vendajes que habían quedado, guardando todo de vuelta en el botiquín— Y, por favor, trata de no empeorar la herida.

— Te odio— sentenció con el más puro enojo en la mirada, empujándole contra una mesa sin cuidado, presionando su brazo contra la garganta del muchacho, esperando que al menos así le volviese a tener miedo. Flug, a pesar de la dificultad para respirar, simplemente esperó a que Demencia le soltase, mirándola directo a los ojos con comprensión, sabiendo que la chica se encontraba frágil.

Bastaron segundos para que se hallase solo de nuevo, con la única compañía de 5.0.5 y el silencio, que parecía querer meterse en lo más profundo de su ser y hacerle sentir vulnerable. Con un suspiro de alivio se giró hacia el experimento, sonriendo bajo la bolsa para decirle que todo estaba bien, tomando asiento en una silla y quitándose la bata, dejando un poco más expuesta su panza.

— Quinientos Cinco ¿Podrías traer mi desayuno? — pidió con voz tranquila, queriendo desviar su mente del errático actuar de la chica, intentando tranquilizar también al experimento— Tengo mucha hambre.

Obedientemente, el oso dejó el laboratorio, tarareando una alegre melodía y feliz de ver a su padre tan tranquilo después de lo que había pasado, dispuesto a ayudarle en lo que necesitase, aun si no entendía del todo lo que estaba pasando. Solo esperaba que Demencia, que su otra hermana, no intentase lastimar de nuevo al muchacho.

וווו×

Se limpió nuevamente los ojos, contemplando la cuidad desde lo alto de la mansión, abrazando sus piernas y ocultando el rostro entre sus brazos, tragándose las lágrimas e ignorando el nudo en su garganta y el dolor en el pecho. Se sentía una tonta, aunque ya sabía que Black Hat no la amaba, guardaba en silencio la esperanza de tener una oportunidad con él, de ser su elegida para algo importante en la vida; sin embargo, parecía que no era más que un arma, un juguete para desechar en cuanto se rompiese.

Apretó los ojos, dejando salir un sollozo, pensando en lo feliz que había sido cuando estuvo a su lado, cuando el demonio le había pedido ser su novia ¿Era eso también parte del juego? El permitirle alcanzar sus ilusiones para luego aplastarlas sin piedad ¿Qué ganaba con ello? Si quería probar su lealtad, aunque le doliese, lo había hecho bien. Porque, pese a todo el daño que había sufrido, no quería dejar su lado. No podía.

El chirrido de la reja principal la hizo volver a abrir los ojos, centrando su atención en la pareja que se adentraba en los dominios del villano como si nada, dejándola completamente desconcertada. Sabía que la cabellera negra con rojo era de Dark Blood, y no le sorprendía que pudiese caminar por el jardín con libertad; sin embargo, el muchacho a su lado no parecía gozar de la misma libertad que la cazadora de almas.

Se deslizó al interior de la mansión cuando los perdió de vista, dispuesta a descubrir quién era el moreno de la máscara de gas y cuál era su asunto en la mansión. Recorrió a toda velocidad los ductos de ventilación, intentando escuchar sus voces en la distancia, luchando para distinguirlas entre el eco de sus pasos y el reptar de Jack, que probablemente estaba cazando alguna rata. Su oído la llevó hasta un pasillo que reconocía a la perfección, hasta estar a unas puertas de distancia de la oficina de Black Hat.

— Esto de irrumpir en mis dominios se le está haciendo costumbre— regañó el demonio desde el interior de su despacho, moviendo aún más la curiosidad de Demencia, que no dudó en acercarse un poco más para escuchar mejor, ocultándose a un lado de la puerta— ¿A qué debo esta vez su intrusión, señorita Blood?

— Tengo información importante que compartir con usted— informó con un tono que ocultaba fastidio, avanzando un poco y dejando algo pesado sobre el escritorio del demonio, robándole una maldición a la joven alebrije, que solo podía imaginar la situación en el interior— Se trata de Podemos Bailar.

Por espacio de cinco minutos, Demencia no pudo escuchar más que el silencio del pasillo, lo que le hizo considerar la idea de volver a los ductos y colarse en la oficina, deteniéndose solamente por el temor de acabar con más huesos rotos. Finalmente, el taconeo de los zapatos de Black Hat hizo eco en el pasillo, renovando su ya alborotada curiosidad.

— ¿Qué le hace creer a esos idiotas que pueden entrar? — preguntó con cierto desdén, golpeteando las garras contra la madera del escritorio— Tendrán suerte si logran bajar a las alcantarillas.

— Ese es exactamente el problema, mi lord— se apresuró a contestar la joven, incapaz de ocultar el nerviosismo que sentía— Piensan llegar por las alcantarillas. Encontraron un túnel que conecta el sótano de la mansión con los canales, y planean ¡Wha!

Demencia apretó los dientes al no poder saber que ocurría en el interior, imaginando los peores escenarios, sintiendo un ligera alivio al recordar que la chica era inmortal. Podía escuchar los gruñidos de su jefe invadiendo la estancia, creciendo con el paso de los segundos, volviéndose la sinfonía del desastre.

— ¿Y quién me dice que no estas con ellos, cazadora? — cuestión con enojo el villano, distorsionando su voz hasta volverla un gruñido compuesto por palabras, callando los suaves sollozos de sorpresa y temor de la joven.

— Lord Black Hat, yo mismo contraté a Dark Blood para reunir la información que le estamos presentando— una voz masculina, que Demencia solo podía asumir con la voz del muchacho que había llegado junto a la pelinegra, intervino en la discusión, calmando un poco los gruñidos del eldritch— Y antes de que lo pregunte, hago esto porque White Hat me lo pidió. No queremos que los agentes de Cooper lleguen a usted o sus subordinados.

— Piénselo, señor ¿Qué va a pasar si llegan a Flug, o a Demencia? — cuestionó con valor la joven inmortal, intentando parecer razonable ante la situación— Ninguno está preparado para algo como esto, podría ser peligroso para usted y para cualquiera que se haya asociado a su nombre en algún momento, incluidos nosotros.

Demencia quería creer que había una razón desinteresada tras la intervención de la joven, pero sus únicas amigas no habían perdido el tiempo al advertirle que Dark Blood estaba del lado más conveniente para ella. Se recargó un poco más contra la puerta, intentando captar más detalles sigilosos, buscando una pista de lo que verdaderamente pasaba allí dentro.

— Además, ¿Piensa arriesgar la seguridad de su cría? — un gruñido escapó de los labios de la joven alebrije al escuchar la mención de ese molesto parasito y su bebé, creyendo que nadie además de ellos lo sabían. Si utilizaban aquello como un chantaje, no dudaba que Black Hat escucharía, no después de haber sufrido las consecuencias de intentar lastimarlo en carne propia— ¿Qué cree que hará Cooper si descubre que Flug lleva a su primogénito en el vientre? Personalmente, no tengo intención de averiguarlo.

— Slug tiene un punto— reconoció la joven, robándole a Demencia una risilla al escuchar el nombre del muchacho, adivinando de inmediato que se trataba de un seudónimo o un nombre falso— Seria demasiado riesgoso siquiera permitirles entrar en la mansión— una corta pausa captó la atención de la joven alebrije, que sintió una mirada clavarse en ella, proveniente de la nada— Permítame llevar a Demencia y hacernos cargo de los tres agentes.

El silencio que siguió a la propuesta le hizo temer lo peor, Black Hat debía seguir molesto con ella, debía estar pensando en que tan factible seria que obedeciese después de su actuar en la mañana, cosa que le hizo sentir miedo. La puerta cedió bajo su peso, haciéndola perder el equilibrio y caer frente a los tres en el interior, centrando la atención en su maltratada figura.

— Slut, lárgate de aquí— ordenó el demonio, pasando por completo de su mirada cristalina, dándole la espalda a los tres, chasqueando los dedos para poner orden en el lugar— Flug debe estar esperando por tu estúpida visita.

El moreno se retiró sin decir nada más, pasando junto a la joven alebrije sin apartar su robótica mirada de su maltrecho cuerpo, posiblemente analizando lo delgada que se veía y lo mucho que habría cambiado desde la última vez que algún idiota le había tomado una foto. Se levantó con dificultad, sintiendo un corrientazo recorrerle el brazo lastimado, incorporándose a duras penas, bajo la preocupada mirada de la cazadora de almas.

— Ustedes dos, háganse cargo de nuestros invitados— exigió con sequedad, observándolas a través del reflejo del cristal de la ventana, fulminándolas con la mirada al percatarse que no se movían ni dejaban la oficina— ¿Qué esperan? ¡Largo de aquí!

La cazadora de almas tomó del brazo a Demencia, saliendo al pasillo de inmediato, procurando no lastimarla más de la cuenta, preguntándose en silencio como se habría lastimado el brazo. Detuvo sus pasos al verse lo bastante lejos como para pasar desapercibidas, soltando finalmente su agarre y respirando profundamente, sintiendo la curiosa mirada de la joven alebrije sobre su ser, analizándola.

— Hola, Demencia— saludó con una sonrisa, analizando su atuendo y cambiando su expresión al ver lo delgada que estaba, centrándose especialmente en su abdomen— ¿Estas bien?

— ¿Qué más da? No es como si te importase— la brillante mirada de Dark la ponía nerviosa, no solo por la zona de su cuerpo que analizaba, sino por como lo hacía; adoraba la ombliguera que estaba usando, y no pensaba cambiarse, pero saber qué hacía más evidente su pérdida de peso la hacía sentir vulnerable, y empezaba a detestar esa sensación— ¡Deja de verme!

— Andando, tenemos trabajo que hacer— cambió el tema sin disculparse, tomándola por el brazo sano, sintiendo un escalofrió al notar que podía rodear la muñeca de la chica con su mano sin problemas— Vamos al sótano, hay agentes que eliminar.

Demencia guio el camino en un silencio que preocupaba a su compañera, manteniendo siempre una distancia prudente entre ambas, huyendo constantemente de su mirada curiosa. No quería tener que hablar, o que explicarse, no quería tener que decirle al mundo lo mucho que había trabajado, para ver cómo alguien más se llevaba lo que era de ella, lo que sentía que le pertenecía.

— Ugh, huele peor que la muerte— se quejó la pelinegra, cubriéndose la nariz con el antebrazo, cuando estuvieron frente a la puerta del sótano, aguantándose las náuseas que el pestilente aroma le provocaba, ocultándose tras Demencia como si con eso pudiese huir del olor— ¿Qué diablos guardan allí?

— Monstruos— susurró sin saber si esa era la verdadera respuesta, avanzando antes de tener que responder otra pregunta, comenzando a caminar por las paredes para evitar lo más posible las sustancias desconocidas que cubrían el suelo, sin esperar a Dark o detenerse a escuchar sus quejas.

La pelinegra la seguía de cerca, luchando para mantener sus tenis intactos, descubriendo que el sótano de la mansión era la digna replica de una mazmorra antigua, probablemente habitada por criaturas de una época acorde. Quería mantener su mente entretenida para no pensar en el estado de la joven alebrije, en lo mal que se veía y en cómo, pese a lo mucho que había luchado por volverse un poco más cercana a ella, parecían seguir desconfiando de cada palabra que salía de sus labios. No podía decir que le doliese, pero si le hacía sentir una incomodidad a la que creía ya estar acostumbrada.

Observó en silencio como se arrastraba por las paredes como si nada, sin preocuparse por ensuciar su cabello o su ropa , en aquel momento, eso parecía ser lo de menos. Sentía que ya nada le importaba, que mantenerse limpia, o viva, no era ya algo que valiese la pena.

— No deberías deprimirte por algo así— aconsejó suavemente, buscando romper un poco el hielo, rayando los ladrillos con las puntas de sus dagas, contemplando a la joven alebrije con mirada comprensiva— Sé que no es tan simple, pero...

— ¡Tu no lo entiendes!— chilló cayendo delante de ella, esponjando su cabello y gruñendo, reteniendo las lágrimas que volvían a amenazar con salir— Todo lo que hago es por él, quien soy, mi trabajo ¡Todo era por su amor!—dejó salir finalmente, comenzando a temblar, incapaz de mantenerse firme, apretando el brazo herido contra su pecho, sollozando suavemente— Pero jamás tuve una oportunidad... nunca estuve a su altura.

— Demencia...— había tanto que quería hacer, que quería decir; le dolía verla desmoronarse de esa forma, ver cómo su corazón se rendía finalmente, aceptando algo que sabía hace mucho tiempo. No podía decir que sabía lo que sentía, porque no se permitía sentir, sin embargo, quería ayudarla— Hey... Está bien...

— No, no lo está— lloró sin ser capaz de hacer otra cosa, cayendo de rodillas, abandonándose a la desesperanza y el amargo sabor de un corazón roto envenenado su lastimada alma— ¡Nada de esto está bien! ¿Cómo se supone que siga adelante? ¡¿Cómo?!

Dark se hincó ante ella, extendiendo los brazos, ofreciéndole algo que no quería admitir que necesitaba. Se dejó envolver por la cazadora del almas, sintiendo que al menos allí nadie podría lastimarla, que, al menos en ese instante, estaba a salvo. La pelinegra le acariciaba el cabello con cariño, desacomodando la capucha de lagarto, haciéndola sentir como una niña pequeña que se había caído de su bicicleta.

— No puedes hacer nada...— le confesó con cautela, apretando un poco más el abrazo, intentando ocultar la preocupación que le generaba lo delgado de su cuerpo, y la facilidad con que podía rodearla— Solo... lloras. Lloras hasta que no hay nada más que sacar.

Demencia lloró en sus brazos por un largo rato, ignorando el dolor en su pecho y su brazo, simplemente dejando que la chica la consolase sin decir nada, sin hacer preguntas o dar consejos. Permanecieron en aquel abrazo hasta que ya no tuvo más lagrimas que derramar, hasta que le dolía la cabeza y le costaba respirar. Solo en ese momento, cuando supo que había sido suficiente, se separó de la cazadora de almas, buscando sus brillantes ojos magenta.

— Eso está mejor ¿No es así? — preguntó con una suave sonrisa, limpiándole las lágrimas de las mejillas y poniéndose en pie, ofreciéndole una mano para levantarse, sabiendo que apoyar el brazo no sería una buena idea— Esa es la Demencia que quería ver.

— ¿Y después? — murmuró, volviendo a caminar a su lado, sin soltar su mano, intentando controlar el temblor de sus piernas y labios— ¿Qué haces después de llorar?

— Tomas aire y sigues adelante— sabía que no era la mejor dando consejos de amor, o desamor, porque hacía mucho que había renunciado al sentimiento; sin embargo, quería creer que sus palabras eran lo bastante alentadoras— No hay nada que el tiempo no cure, incluso un corazón roto puede sanar si le das tiempo. Puede que Black Hat no te ame, pero ya encontraras a alguien que si lo haga.

Demencia quiso responderle, sin embargo, el murmullo de unas voces a lo lejos la detuvo; no se había percatado de lo mucho que habían avanzado, ni de la inmensa oscuridad que las rodeaba, hasta que la conversación de los intrusos la devolvió a la realidad. Sin perder tiempo, trepó de nuevo a la pared, ocultándose igual que harían las lagartijas que buscaban el calor de una lampara en la noche. Dark, imitando a su acompañante, se ocultó entre las sombras, escuchando.

— Este lugar me da escalofríos— declaró una mujer, chillando al pisar algo viscoso— Ugh, ¿Qué clase de sótano es este?

— El sótano de un villano— le contestó uno de sus compañeros, pasando justo bajo la joven alebrije, ofreciéndole una mano a la chica que caminaba a su espalda, ayudándola a esquivar depósitos de materiales desconocidos— Apresúrate C.L. tú tienes nuestra fuente de luz.

— ¡Voy! — Demencia se sorprendió al ver a un muchacho que no superaba los quince años caminando en compañía de aquellos agentes ¿A caso no habían tenido con quien dejarlo? Daba igual, era un héroe después de todo, su misión era eliminarlos, no pararse a pensar en la falta de ética de su actuar.

— Espero no encontrar al Alebrije— pidió la chica, apretándose a su compañero con muy poco cuidado, robándole una amplia sonrisa a la aludida, que no les quitaba los ojos de encima— No quiero lidiar con el perro rabioso de Black Hat

— Con algo de suerte, no tendremos que— le tranquilizo el menor de todos, alumbrando el largo túnel que se abría ante ellos con una linterna, ignorando la enorme pared de sombras que se alzaba tras ellos, impidiendo su escape— Los perros hambrientos no son leales. Un poco de charla y la tendremos de nuestro lado.

Demencia gruñó al escuchar como cuestionaban su lealtad sin siquiera conocerla, dándole más razones para atacarlos en cuanto fuese el momento. Vio a Dark salir de su escondite, cortando la pared de sombra con una daga y asintiendo, dándole permiso de atacar.

Se dejó caer sobre la única chica, restringiendo su movimiento por los hombros, presionando con la fuerza suficiente para enterrarla en los residuos que había bajo sus cuerpos, escuchando en algún momento un crujido característico. Sonrío ampliamente, enseñando orgullosa sus colmillos, mientras la heroína lloraba de dolor, pidiendo piedad. Levantó sus manos sobre su cabeza, sentándose sobre su estómago para impedir su huida, ampliando aún más su sonrisa, disfrutado del caos que la rodeaba.

— Larga vida al sombrero— proclamó sin dudar, demostrando que se equivocaban, comenzando a asestar golpes en sus mejillas, riendo de manera estridente, rasguñando profundamente su piel y llenándose las manos de sangre, olvidando por completo el yeso y la advertencia de Flug. Bastaron unos golpes para dejarla fuera de combate, y con el rostro apenas reconocible— Una menos, faltan dos...

Se levantó, dejando el cuerpo maltratado a merced de las sombras de Dark, corriendo por las paredes tras los otros dos, que intentaban hallar una salida o la forma de entrar a la mansión, huyendo de sus garras, de su sed de sangre y venganza. Hacía mucho que no tenía tanta diversión, que no se sentía tan viva, o tan feliz; necesitaba aquello, necesitaba destripar algunos héroes con urgencia. Rio alegremente al localizar a su siguiente víctima, luchando por avanzar entre el barro y los desperdicios que se acumulaban en el suelo.

— ¿Quieres jugar un juego?— preguntó con entusiasmo, cayendo delante del chico, haciéndole perder el equilibrio debido a la sorpresa— Vamos, será muy divertido~ ¡Si ganas te llevarás un premio!

Podía ver el temor en su mirada, la súplica por ser perdonado ¿Qué clase de idiota enviaba a un niño en una misión tan peligrosa? No negaba que sentía lástima, pero no era algo lo bastante fuerte como para afectar su misión. No le importaba su edad, se trataba de un héroe a fin de cuentas, y de un intruso en su hogar.

— Por favor... Podemos ayudarte— intentó negociar, arrastrándose lentamente por el barro, tanteando el suelo en busca de algún objetivo útil, siendo capaz de ver solamente el brillo de sus ojos— Déjanos ayudarte...

— ¿No lo sabes?— preguntó con burla, tomándole por el cuello de la camisa, elevando su cuerpo por encima de su cabeza, llevándole con violencia hacia una pared— No quiero ser salvada.

El golpe que propinó en su vientre fue lo bastante fuerte para lograr hacerle escupir sangre, manchando su rostro y cabello, otorgándole una imagen más aterradora. Ese chiquillo en sus manos, llorando de dolor y babeando sangre, sería el reemplazo perfecto, la víctima ideal para desquitarse con Flug sin hacerle daño. Le arrojó con fuerza hacia su compañero, que seguía intentando escapar, derribándolo en el acto.

Se abalanzó sobre ellos entre risas, tomando primero al menor del cabello, estrellando su cabeza contra el suelo, buscando dejarle fuera de combate, o matarlo, realmente le daba igual. Repartió mordidas y rasguños por sus brazos, arrancándole trozos de carne y piel en el proceso, llenándose la boca con un manjar que llevaba meses sin degustar, lamiéndose los colmillos antes de golpearle una última vez en el estómago, sacándole el aire y dejándole fuera de combate.

— Vaya, que mirada más expresiva— felicitó con burla, tomando al último héroe por el cuello, aplicando presión en su tráquea, jugando con las cosas que podía sentir bajo su piel, robándole el aire y la capacidad de hablar— Es una lástima que no me gusten.

Restringiendo sus brazos con ayuda de sus piernas, y aprovechando su mano libre, enterró las unas bajos el parpado del ojo derecho, haciendo presión hacia adentro con rabia, odiando la resistencia que ofrecía el hueso, ansiosa por romperlo. Su sonrisa volvió en cuanto logró deslizar sus dedos bajos el globo ocular del héroe, riendo sobre sus gritos de dolor, sacando lentamente el ojo de su cuenca.

— ¡No te desmayes! — ordenó, arrancando el globo con fuerza, salpicando aún más sangre a su ropa, arrojándolo lejos, repitiendo el proceso con el otro— Aun no terminamos.

El nauseabundo olor que despidió de su boca al abrirla, en un ridículo intento por tomar aire, al mismo tiempo en que sacaba de su órbita el otro ojo, fue la reacción que deseaba ver. El héroe se hallaba fuera de combate, o muerto, bajo su cuerpo, chorreando sangre por los ojos y la boca, mezclándose con el vómito que le estaba ahogando fue un retrato que logró robarle una sonrisa.

— También puedes matar héroes a sangre fría— burló la pelinegra al llegar a su lado, arrastrando los otros dos cuerpos, incapaz de ocultar la admiración que ahora sentía por la joven villana y sus capacidades sobrehumanas— Vamos, hay que informar nuestro éxito a Black Hat.

וווו×

Slug entró nuevamente en la oficina de Black Hat, seguido de cerca por un nervioso Flug que solo lo seguía porque se había llevado consigo la bolsa que debía estar cubriendo su rostro. El demonio se giró a encararlos, con una mueca de pocos amigos.

— No me mires así, Black Hat— advirtió el moreno, acercándose al escritorio del eldritch y apoyando las manos con enojo, arrugando la bolsa de papel en sus manos— ¡¿Cómo mierda se te ocurre asignarle trabajos tan pesados?!

— No es como si la organización fuese a dejar de recibir pedidos porque esta preñado— contestó sin cambiar de expresión, ignorando por completo la presencia del castaño— No voy a contratar otro científico solo porque te molesta que esté trabajando, Slut.

— Bien, no le diré que lo haga— concluyo, sonriendo falsamente y estirándose para tomar al demonio por la corbata, enfrentándose a la asesina mirada del eldritch como si nada— Pero voy a ser muy claro al respecto. No voy a dejar que siga abusando laboralmente de Flug.

El castaño quería intervenir, abogar por sí mismo y explicarle al moreno que no se sentía explotado ni nada parecido, pero los conocía a ambos, conocía su forma de actuar y como se podía hacer a la idea de cómo reaccionarían a su intervención, por lo que simplemente retrocedió hasta salir de la oficina, en completo silencio.

La risa de Demencia y la sinfonía de pasos acercándose fueron una buena distracción para dejar de pensar en las posibles consecuencias que traería la nueva discusión entre su jefe y Slug. Aguardó en el pasillo a que la joven llegase, respirando calmadamente y preparándose para escuchar toda clase de burlas de la chica, después de todo, tenía el rostro descubierto.

— ¡Hey, Hamilton! — llamó la joven alebrije desde el otro lado del pasillo, corriendo hasta llegar a él, arrastrando consigo a una muy confundida Dark, que se hacía cargo de los cuerpos— ¿A caso ya no quiere verte?

— Wow, eres lindo. Black Hat tiene buen gusto— comentó la pelinegra, ganándose miradas confusas de parte de ambos; el comentario molestó a Demencia, que creía que obtendría un poco de apoyo de su parte— Perdón, a veces hablo de más.

El muchacho observó sobre las dos chicas, encontrando los cuerpos inertes de tres héroes, manchando la alfombra con sangre y demás fluidos, despidiendo un aroma que solo podía provenir del sótano de la mansión. El olor le provocó unas nauseas que no se creía capaz de soportar, por lo que intentó taparse la nariz a toda costa, comenzando a respirar por la boca.

— ¿Agedtes de Podebos Bailar? — preguntó a duras penas, retrocediendo varios metros, huyendo del espantoso olor, robándole unas risas a Demencia, que probablemente se escuchaban en toda la mansión. Las dos asintieron entre risas, burlándose de su peculiar forma de hablar con la nariz tapada— Llevendos ad labodatodio.

— A sus órdenes, doctor— contestó con prisa la pelinegra, evitando la inminente burla de Demencia, comenzando a caminar en la dirección indicada, sin esperar a que la joven alebrije protestase o le reclamase— Perdón.

— ¿En verdad crees que ese idiota es lindo? — chilló la menor, poniéndose delante de la cazadora de almas, cortándole el paso y amenazándola con la mirada, intentando no gruñir— ¡Si es igualito a Hamilton!

— No se parecen en nada— contestó con una suave risa, calmando el enojo de la joven villana con esa misma sonrisa tranquila que tantas veces le había brindado, obteniendo el mismo efecto que siempre— Flug tiene su encanto, aunque no es realmente mi tipo.

La confesión despertó la curiosidad de la joven que, sin perder el tiempo, comenzó a lanzar preguntar indiscretas, esperando obtener una respuesta. En medio de su interrogatorio, el sonido de su teléfono recibiendo un mensaje la interrumpió, recordándole que llevaba el aparato consigo cuando bajaron al sótano, percatándose que ya no lo tenía en el bolsillo.

— Imaginé que sería tuyo, es demasiado extravagante para ser de uno de estos tontos— admitió la pelinegra, entregándole el teléfono sin mirarla, obteniendo en respuesta una mirada confundida— Estaba junto a nuestra amiga cuando me acerqué a recoger su cuerpo— explicó señalando a la heroína con la cabeza, imaginando que habría podido quedarse allá abajo si no lo hubiese recogido— Kirsi es una gran villana, pero un tanto dura en sus opiniones ¿Son amigas?

— Algo así— confesó no muy segura de a que venía el comentario; sabía que las otras villanas la conocían, y la despreciaban con justa razón, sin embargo, no esperaba que Dark correspondiese a sus sentimientos de odio, era algo que nunca hubiese imaginado, pese a la naturaleza del trabajo de la cazadora— Si Flug no es tu tipo ¿Quién sí?

— Nadie— confesó finalmente, adentrándose en el laboratorio y buscando con la mirada un lugar para dejar los cuerpos de los héroes, y tener la posibilidad de atarlos, por precaución— No me permito tener uno, si es lo que preguntas. El amor no es lo mío.

Demencia, que nunca había conocido a alguien así, se quedó observándola atar los cuerpos con una cuerda, completamente intrigada al respecto ¿No se permitía tener un tipo? ¿Cómo diablos funcionaba eso? Creía que todos tenían un tipo, una clase de persona por la que no podían resistirse. O, como en su caso, a un alguien a quien le dedicaban toda su atención, a la espera de una respuesta positiva ¿Cómo es que Dark Blood no se permitía tener un tipo?

— No me gusta la idea de desarrollar relaciones afectivas— explicó sin que formulase su pregunta, atando el cuerpo más maltratado a una camilla, creyendo que sería menos riesgoso si por casualidad seguía vivo, al menos así los otros dos no tendrían oportunidad de ayudarlo— Al ser inmortal, limito mi interacción con otros porque no quiero tener que ver morir a las personas que me importan.

— Eso es deprimente— admitió sin importarle si heria alguna susceptibilidad, subiéndose a una mesa y balanceando los pies de forma infantil, imaginando que tendría que darse un baño después, percatándose del fuerte aroma a sangre que emanaba de ella— ¿Ni siquiera un amor imposible?

— Bueno, siempre hay una primera vez— admitió acercándose a ella, sentándose a su lado y suspirando, observando los cuerpos de los héroes e imaginando lo alterado que estaría Cooper en esos momentos, intentando contactar con ellos— Fue divertido, verte golpearlos hasta la inconsciencia y arrancarles las piel con las uñas.

Demencia quiso preguntarle a que venía el comentario, sin embargo, al voltear no halló a nadie; se encontraba sola en el laboratorio, sin más compañía que los héroes delante de ella y una tarjeta doblada, firmada por la cazadora de almas. Tomó el papel con cuidado, dejándose llevar por la curiosidad, y lo abrió, encontrando un mensaje escrito a mano, con una caligrafía que podría competir en belleza con la de su jefe.

"Tú también eres linda"

וווו×

Flug sabía que lo estaban observando, podía sentir sus mirada aterradas, pese a los golpes violentos con que Demencia los había noqueado, y aunque hacía mucho que no se encontraba en esa situación, lo estaba disfrutando. Terminó de organizar las herramientas en la bandeja, acercándose al único cuerpo que se encontraba ya dispuesto en la mesa, sabiendo que necesitaría ayuda para mover a los otros dos.

— Es una lástima, no sobrevivió— lamentó en tono cínico, acariciando el rostro del héroe con la mano enguantada, llenándose los dedos de sangre— Me pregunto...

Los otros dos, que luchaban por liberarse, observaron aterrados como el muchacho se llevaba los dedos a la boca, limpiando la sangre a la perfección. La chica se aguantó las náuseas de ver cómo otro humano disfrutaba de la sangre de su compañero. Flug tomó entre sus manos el globo ocular que le quedaba con delicadeza, arrancándolo del nervio sin mucha dificultad, jugando a pasarlo de una mano a otra, meditando si de verdad quería probar su sabor.

Levantó la bolsa hasta su nariz, descubriendo sus labios manchados de sangre y, sin miramientos, se llevó el ojo a la boca, mordiéndolo y saboreándolo, desperdiciando un poco de sus contenidos, sonriendo al tragar debido a los lloriqueos de la única mujer en el grupo, que llamaba el nombre de su compañero, pidiéndole que despertase.

— ¿Sabes? Hay tantos sabores que deseo probar— reconoció, relamiéndose los labios y luciendo los largos colmillos que adornaban su boca, levantando uno de los brazos del héroe y estudiando su anatomía, queriendo quitarse la bolsa por completo— Es una lástima que ustedes sean mi única fuente de estudios.

— Ba-basta...— pidió en un sollozo, ahogando un grito al ver la cierra de mano que sujetaba el científico, y el modo tan poco delicado con que comenzaba a desmembrar al que había sido el líder que los había llevado a aquel horrible destino— ¡¿Por qué haces eso?! ¡Es una persona, igual que tú!

— Te equivocas, él era un héroe— canturreó, dejando de lado la cierra al tener entre sus manos el antebrazo del héroe, volviendo a relamerse los labios, apoyando la espada contra la mesa, encarando a los otros dos— Además, yo no soy como ustedes, ya no más.

La idea de comer carne cruda, directamente del hueso, se le hacía poco atractiva, le hacía sentir como Demencia; sin embargo, el hambre que solo podía saciar con esa carne le hicieron dar el primer bocado. Lamentó que no estuviese aun tibia, sin embargo, el sabor era totalmente distinto a otras veces, era más intenso; la sangre se mezclaba con la carne, bridándole un ligero sabor metálico, una combinación que debía reconocer, era excelente.

Tenía las mejillas y la camiseta llenas de sangre, igual que los guantes y las mangas; era un desastre digno de ver, un monstruo alimentándose de su presa, disfrutando cada bocado como si fuese el primero o el último. Los otros dos héroes, completamente asqueados por el sangriento espectáculo, reanudaron sus intentos de escape, gastando la poca energía que aun tenían, en vano.

— Impresionante, doctor— la rasposa voz del eldritch se escuchó por todo el laboratorio, volviendo a congelar a los héroes, que solo podían llorar y balbucear suplicas inútiles, buscando apelar a la piedad de un villano que no conocía el sentimiento— El más cautivante de los espectáculos.

La sombra tomó su forma junto al científico, abrazándole por la cintura y apegándole a su cuerpo, reclamándole de manera protectora delante de sus "invitados". No dudó en besar sus labios cuando ambos les estaban observando, sintiendo una enorme satisfacción al poder presumir a quien se hacía llamar su pareja.

— ¡Monstruo! — vociferó el más joven, librándose finalmente de sus ataduras y saltando hacia ellos, con dirección al castaño, que se había vuelto a concentrar en desmembrar al otro agente, contento de tener a su jefe a su lado, siendo testigo de su sangriento espectáculo.

Con el chasquido de un dedo, Black Hat le mandó a volar al otro lado de la habitación, riendo al escuchar como su espalda se rompía por el impacto. — Esperaba algo más de sensatez por parte de los agentes de Cooper— reconoció, acomodándose la corbata y volviendo a ver a la chica, que se arrastraba en busca de una salida, llorando y lamentando la muerte de sus compañeros— Supongo que es la desgracia de ser simples humanos.

Volvió a centrarse en Flug, que no había podido evitar dar mordida aquí y allá, probando un poco de cada parte que componía al agente en la mesa, llenándose por completo de sangre, camuflando las cicatrices de su rostro con las manchas rojizas que ahora le cubrían el mentón, permitiéndose un poco de la ferocidad que nadie más había visto nunca.

Tan caótico como siempre, doctor— felicitó el eldritch, lamiéndole la mejilla, limpiando los rastros de sangre que cubrían su piel, reconociendo en silencio que esa faceta del muchacho era fantástica— Simplemente fascinante.

La heroína, asqueada por lo que había presenciado, con el corazón roto por la pérdida de sus compañeros y sintiéndose derrotada, se arrastró hasta una ventila, huyendo por ella antes de que el demonio pudiese notarlo, respirando aliviado solo al estar allí. Sacó su teléfono y, con la respiración agitada, marcó el único número que tenía guardado, tragándose las lágrimas y esperando a que alguien atendiese, escuchando pasos por el ducto, acercándose cada vez más.

וווו×

Levantó el teléfono, presionando enter en la computadora, listo para registrar cualquier cosa que pudiese venir del otro lado de la línea., manteniendo la esperanza de escuchar a alguno de sus compañeros y no las burlas de Black Hat o la molesta voz de El Alebrije.

"Cooper" llamó la mujer en cuanto atendió, dándole una grata sorpresa y, al mismo tiempo, un trago amargo de realidad. La agitación solo podía deberse a una cosa, habían sido capturados.

— Mariana ¿Están bien? — preguntó automáticamente, desviando la atención de la computadora, esperando que la respuesta fuese afirmativa, aun cuando sabía que no corría con tanta suerte.

"Están muertos, Cooper... muertos" lamentó en un sollozo, probablemente cubriéndose la boca para no delatar su posición, distorsionando algunas palabras que esperaba que el sistema pudiese descifrar "Fue un fracaso... nos esperaban, sa-sabían que veníamos... lo sabían..."

Dejó salir una maldición, golpeando el escritorio con el puño, imaginando que la culpa sería de White Hat y Slug; nadie más sabia del plan, nadie podría haberle avisado al eldritch además de ellos. Prefirió no decir nada, necesitaba escuchar a la chica, escuchar los resultados de la misión, o cualquier cosa que tuviese para decir.

"No tengo mucho tiempo... escucha, hay algo importante, algo que puede darnos la ventaja" prosiguió, tragándose las lágrimas y bajando la voz, sollozando apenas audible "Flug, hay algo en él; Black Hat lo trata y protege como a una pareja"

— Imposible— reconoció en un murmullo, sabiendo que el demonio era incapaz de sentir nada por nadie que no fuese desprecio u odio; volvió la mirada a la pantalla, leyendo las palabras que codificaba el programa, comprobando que no había escuchado mal.

"Además... parece embarazado" informó con aun más cautela, ahogando un chillido de sorpresa, volviendo a sollozar y lamentarse, murmurando cosas que ni él ni el programa podían entender "Creo que es una cría del sombrero."

La llamada se cortó antes de que pudiese decir algo más, antes de que pudiese corroborar su historia. Quería creer que era imposible, la sola mención de la idea era descabellada, sin embargo, y con lo poco que sabían de la especie del demonio, no lo creía del todo irracional. Releyó la conversación en la computadora, admirando a la joven por haber logrado sobrevivir, y cuestionando la veracidad de sus palabras.

Sabía que Flug era completamente humano, así como un hombre de nacimiento, no creía que llevar una cría mitad demonio fuese bueno para la salud, sin embargo, nada de lo que sabía en ese momento parecía ser cierto, por lo que prefirió no hacerse más preguntas, no hasta tener al sujeto que las contestase.

— Cuan bajo has caído, Flug— susurró a la nada, cerrando la laptop y echándose hacia atrás en la silla, abriendo el cajón del escritorio para sacar el único portarretratos que aún conservaba. Acarició con los dedos la imagen del castaño, sabiendo que el enojo en su mirada aún existía, y que aquellos ojos verdes nunca volverían a mirarle con el cariño fraternal que en alguna época habían expresado— Tranquilo, hermanito. Voy a salvarte aunque tú no quieras.

////////////////

Bueno, 9780 palabras después, me siento orgullosa de presentarles este capítulo. Sin duda, el mejor que hecho, y creo que el más largo hasta ahora, de todas mis historias. Estoy complacida.

Side Note: según Wattpad (en mi computadora) leer esto tomaría una hora aproximadamente ¿En cuánto tiempo se lo leyeron ustedes? Me causa curiosidad.

Admito que fue difícil darle forma, y tomar decisiones acerca de lo que iba a pasar, sin embargo, y aunque esto daña parcialmente un plotline que lleva existiendo más de medio año, creo que logre lo que quería. Además, traje de regreso mi antigua costumbre de dejar en suspenso al final, como un lindo regalo hacia ustedes.

Confesiones incomodas respecto al capítulo que a nadie le importan: el Flug caníbal se inspira en un One-Short super bien escrito de Surprisellama, porque hacía años que no escribía gore propiamente dicho y no sabía qué hacer. Y, si no fuera por el modo incognito de Google, mi historial de internet tendría búsquedas preocupantes para mis padres y cualquier persona cuerda.

Espero que lo hayan disfrutado, y perdón si es muy largo, pero no podía quedarme a medio camino con esto. Muchísimas gracias por leer y seguirme apoyando, no tienen idea de cuanto lo aprecio.

Nos leemos luego :)

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