•Capítulo 40: Maldiciones•
Saludos cordiales, villanos.
Me complace informar que finalmente regresé a Colombia, que por fin estoy en casa y que ahora tengo que estar 14 días esperando a que no se manifieste ningún síntoma. Por lo demás, todo sigue igual. ¿Ustedes qué tal?
Estamos entrando a la parte más dura de la historia, esa que sé que nos va a poner a llorar a todos y en la que más vamos a ver sufrir, no solo a Flug, sino a todos los involucrados en esta historia. ¿Están preparados? Porque si no, les aconsejo mentalizarse al respecto, leyendo los capítulos "Duda" y "Verdad" del comic de Cats.
Ahora, si estas listo, entonces sigamos con mi trabajo del huevito y hablemos del tercer mes de gestación, y todas sus implicaciones. En este punto del embarazo, el embrión pasa a ser considerado un feto, el cordón umbilical cumple a cabalidad las funciones para las que está diseñado y se evidencias más cambios físicos en el feto, que le dan forma al futuro bebé.
Aproximadamente a las 10 semanas, la cola que se había desarrollado desaparece, los dedos de manos y pies se alargan para adquirir una forma definida. El cordón umbilical conecta el abdomen del feto a la placenta, llevando oxígeno al feto y retirando los deshechos que este pueda generar; esta a su vez se adhiere a pared uterina (en este caso, a la pared abdominal) y absorbe nutrientes del torrente sanguíneo.
Hacia la semana 11 de gestación, se presenta el endurecimiento de los huesos, desaparecen las membranas que conectaban los dedos, se inicia el desarrollo de piel y uñas, se presenta el desarrollo de los órganos sexuales externos, cambio influenciado por las hormonas. Así mismo, el feto presenta movimientos espontáneos.
Durante este periodo, los síntomas de los primeros meses persisten (mareos, náuseas, antojos...) y pueden tener la tendencia a empeorar, especialmente las náuseas. Se presenta un mínimo aumento de peso, que puede variar dependiendo de la masa corporal de la persona. Es durante este periodo donde hay una mayor tendencia a presentar un aborto espontaneo, es decir, la muerte repentina del embrión o feto.
Cabe recordar que, al ser considerado un embarazo ectópico, los síntomas de Flug tienden a ser más agresivos, los vómitos pueden estar acompañados por sangre y el dolor, debido a los movimientos fetales, se volverá más intenso con el paso de las semanas.
Ahora, hablemos de incubadoras. Se tratan de artefactos diseñados para generar un ambiente lo más parecido al útero posible, con la intención de garantizar la finalización del desarrollo del bebé. Entre las funciones que cumplen, se encuentran el control de temperatura, el aislamiento del ambiente, que puede estar contaminado, control de humedad, control del peso del embrión, suplemento de oxígeno, entre otros.
Estas normalmente son utilizadas cuando el bebé nace de forma prematura o se presenta una interrupción abrupta en un estado avanzado del embarazo, por diversas causas. En el segundo caso, solo se recurre a la incubadora si el embarazó avanzó lo suficiente como para garantizar la supervivencia del embrión fuera del útero.
Con tantas cosas que investigo para esta historia, me van a creer medico algún día; no es que me moleste, pero es extraño lo mucho que he aprendido gracias a esto.
En temas menos serios, ¿Aun recuerdan nuestra hermosa playlist? Espero que sí, porque vamos a volver a ella para escuchar una hermosa canción que, como es usual, da el título a este capítulo, y además inspira la mayor parte de su contenido. Por favor, escuchen "Curses" de The Crane Wives. Es preciosa, lo juro.
La imagen en multimedia pertenece a Cats-Dont-Draw.
Sin más que decir, por favor disfruten la lectura.
Caminó con sigilo por el laboratorio, intentando localizarle en el enorme desastre que en aquellos momentos era el lugar ¿Desde cuándo era tan descuidado con su área de trabajo? Sabía que no era fácil mantener el ritmo, pero ya no había pedidos nuevos, y la gran mayoría habían sido despachados hacía semanas ¿No había tenido el tiempo de ordenar? Entendía que para él no era tan sencillo como chasquear los dedos, pero eso no significaba que pudiese vivir en aquel chiquero.
Contemplo su cuerpo inmóvil bajo la cúpula de cristal de la capsula en la que dormía ¿Hacia cuanto no la utilizaba? Detestaba la idea de haberse acostumbrado a su compañía, pero debía reconocer que las noches a su lado eran menos estresantes, le hacían sentir más tranquilo; después de todo, esos sentimientos eran los que lo habían llevado a buscarle en medio de la noche.
Chasqueó la lengua, molesto, dispuesto a romper el cristal y llevárselo consigo, sin embargo, prefirió darle su espacio. Había aprendido a no forzar las cosas cuando se trataba de él, a ser paciente y entender que el muchacho, en su humanidad, necesitaba esa independencia a la que estaba acostumbrado.
Volvió sobre sus pasos con la misma calma, eligiendo ignorar la extraña sensación de que había algo extraño con el joven científico, restándole importancia a esa maligna aura que competía con la suya y le ponía tan alerta, como si se tratase de su hermano.
Dio un último vistazo al lugar, preguntándose en qué momento había llegado a eso, a buscarle en mitad de la noche porque le hacía falta su mirada y su voz, porque se había vuelto rutinario el estar a su lado en las noches, disfrutando de su compañía. Gruñó para sí, dándose vuelta y deslizándose por el pasillo, esperando que nada de eso durase para siempre; deseando que aquella distancia acabase pronto y que las cosas volviesen a ser tal y como venían siendo.
ווווו
Entró en el comedor con la misma mueca de disgusto de siempre, encontrándose a Demencia en medio de un desayuno más grande que ella, devorando cuanta comida le era posible, asustando al oso con los desagradables sonidos que producía al tragar.
Expresó su asco y empujó a la joven lo más lejos que le fue posible antes de ocupar su lugar, a la espera de que aquella mañana su derecha no permaneciese vacía, sin embargo, la distancia no le impidió a la chica volver y contemplarle con la boca llena y la misma mirada embelesada que ya daba por muerta.
— Hola guapo— saludó con sonrisa coqueta y una mirada ansiosa, algo que el demonio asumía como rutina del pasado— ¿Qué te gustaría desayunar, amor mío? ¿Café, veneno, a mí?
El golpe seco resonó por todo el lugar, seguido inmediatamente por un jadeo y un sollozo por parte de la joven, que intentaba ponerse en pie sin lograrlo, con la dificultad extra de no tener suficiente aire en los pulmones. Black Hat creía que había dejado bastante claro en quien estaban sus intereses en esos días, sin embargo, Demencia no parecía captar el mensaje en su totalidad.
— No me interesas, alimaña— sentenció sin moverse de su sitio, limpiando los restos de comida que habían caído en su traje, lanzándoselos al oso a su lado, que le dejaba su taza de café humeante— Creía haberlo dejado claro, pero veo que va más allá de tus capacidades el entender. Ahora, largo.
Demencia no sabía que le ofendía más en aquellos momentos, si la reacción del villano, o el ser tomada como una idiota. Había perdido el suficiente peso como para lucir atractiva, incluso lo había comprobado con los vulgares cumplidos que recibía cuando se dirigía a cumplir un trabajo y, aun así, allí estaba el único al que quería impresionar, rechazándola de nuevo ¿Por qué no podía ser él y estar fácilmente a su lado? Salió del comedor con lágrimas silenciosas y el corazón aún más roto que antes, odiándose a sí misma por no ser suficiente y a Flug por ocupar el lugar que ella tanto anhelaba.
Black Hat estaba dispuesto a seguir la batalla con la joven, sin embargo, la ausencia de quejas o reclamos por parte del muchacho le recordaron su constante ausencia. Volvió la mirada al experimento, que permanecía encogido en una esquina, intentando protegerse de la ira del demonio. Si había alguien en la mansión que le daría respuestas, era la bola de pelo azul.
— ¿Dónde está Flug, oso? — exigió saber, centrando su mirada en el animal, que tembló en cuanto sintió aquellos afilados ojos fijarse únicamente en su ser, haciéndole sentir tan péquelo como un ratón— Mas te vale responder, sabandija ¿Dónde está Flug?
— N-no lo sé... — murmuró con miedo, ocultando el rostro tras la bandeja de metal que sostenía entre las patas, tratando de controlar el temblor de su cuerpo y evitando a toda costa el contacto visual con el eldritch, buscando estar convencido de sus palabras— Él quería... quería estar solo. No sé si aún... si aún está en el laboratorio...
La sonrisa que surcó los labios del villano solo lo puso más nervioso, no por sí mismo, sino por su adorado científico y lo que podría pasarle ahora que Black Hat parecía determinado a encontrarle. Le vio desaparecer en segundos, fluyendo como una sombra por la habitación y hacia los pasillos, dejándole a solas con el desastre que había causado.
El experimento suspiró aliviado, esperando que no le hiciese daño a Flug, mientras se disponía a poner orden a la habitación. Su único alivio era que, aunque talvez no fuese consciente de ello, el demonio parecía genuinamente preocupado por el humano.
ווווו
Limpió sus labios con el antebrazo, dándose cuenta demasiado tarde de lo que había hecho y arrepintiéndose casi de inmediato; con algo de dificultad, se puso en pie y se lavó la boca con un poco de agua, intentando quitar el amargo sabor que había quedado, quitándose la bata para dejarla allí, junto con la demás ropa sucia, y yendo a cambiarla antes de volver al laboratorio.
Estaba demasiado cansado de todo, no solo de las intensas náuseas y vómitos que interrumpían sus mañanas, sino de la falta de sueño y del estrés que en esos momentos sentía. Estaba agotado y con un creciente deseos de poner fin a todo, de arrancar aquella cosa de cuajo y dejar de pensar por un momento en las consecuencias que eso traería.
Acomodó la bolsa sobre su cabeza, los googles y se enfrentó de nuevo a la última ecografía que había tomado, sintiendo un creciente odio hacia la criatura que se estaba desarrollando en su interior. Dio un largo suspiro antes de tomar la grabadora que había comenzado a utilizar para registrar el desarrollo del parasito; no quería, pero necesitaba documentar todo cuanto le fuese posible, con la única esperanza de encontrar una respuesta en sus informes.
— Los síntomas persisten, aunque los cambios físicos aun no son notorios... — era extraño decirle eso a una pequeña cajita de plástico, sin embargo, era la única solución que había encontrado; no solo ayudaba a mantener un registro periódico, también le permitía liberar algunos pensamientos— Cerca de las doce semanas de gestación, el hibrido se desarrolla con normalidad y responde a los estímulos.
Bajó la mirada a los resultados y garabatos que adornaban la ecografía y las libretas sobre la mesa, llevando de forma inconsciente una mano a su vientre, más que nada buscando calmar un poco el dolor que sentía.
— Se efectuarán más pruebas para determinar la naturaleza de la implantación, ya que se puede apreciar la placenta y el saco amniótico... — le daba escalofríos si quiera mencionar el tema, porque lo ponía a pensar en tantas cosas que no sabía a cuál hacerle caso; debía aclarar su mente, dejar de pensar en el futuro, al menos por el momento— ...La pared delgada que los rodea parece ser una matriz o útero funcional...
Estaba tan concentrado en lo que le murmuraba al pequeño aparato que pasó por alto el taconeo característico de los elegantes zapatos de su jefe haciendo eco en el lugar. No fue hasta que sintió una fría corriente de aire acariciarle el cuello que comenzó a sospechar que había alguien más allí, sin embargo, siguió en lo suyo como si nada.
— ¿Faltando de nuevo al desayuno, doctor? — la ronca voz del demonio le acarició el odio, tomándolo fuera de guardia y logrando sorprenderlo, llevando su pulso al cielo y arrebatándole de las manos la pequeña grabadora que, para su suerte, aterrizó en la mesa, junto a los demás papeles.
Con las manos temblorosas y el corazón acelerado, se apresuró a recoger y abrazar todo lo relacionado con el parasito, intentando ocultarlo del villano, quien simplemente le observaba con curiosidad, intentando entender que era lo que le ocurría. El muchacho finalmente le encaró, intentando ocultar el miedo y la sorpresa en su mirada, abrazando con fuerza los papeles que había reunido.
— ¡Je-jefecito! — no se había dado cuenta del ritmo de su respiración hasta ese momento en que finalmente habló; necesitaba relajarse, al menos para dirigirle la palabra, por lo que dio un suave suspiro antes de volver a hablar, esperando que fuese suficiente— E-em... y-yo solo... estaba, estaba terminando algo; bajaré enseguida.
Sabía que eso no era suficiente para alejarle, sin embargo, debía intentar; no podía simplemente arriesgarse que descubriese la verdad antes de tiempo. Se aferró con más fuerza a los papeles entre sus brazos al notar la mirada del demonio; sus ojos decían lo que sus labios no, le decían que quería saber más, que quería saber la verdad y que sus palabras no le convencían en lo más mínimo.
— Hace dos semanas que no sales... no recuerdo haberle asignado tanto trabajo... — el eldritch se estaba acercando a él, con pasos cortos, acorralándole entre la mesa y su cuerpo, poniéndole más nervioso de lo que ya estaba, desestabilizando su frágil estado de ánimo y creándole un nudo en la garganta que esperaba no fuese nada serio— ¿Me estas evitando?
Flug tragó con dificultad, apretando los ojos y enfrentando la mirada del demonio, mordiéndose el labio bajo la bolsa ¿Era ese el mensaje que había enviado? No estaba muy seguro de que era, pero las palabras que el villano habían parecido ¿Dolidas? Como si en verdad le preocupase que, de nuevo, estuviese huyendo de él. Relajó su expresión ante aquello, intentando parecer más tranquilo antes de contestar.
— ¿Qué? ¡No! — toda su seguridad volvió a irse en cuanto se vio completamente acorralado y sin escape, entre Black Hat y la mesa que hasta hacia un momento sostenía todos los documentos que podían delatarle— Pa-para nada... señorón...
— Te comportas extraño— sus palabras eran casi un gentil susurro, uno que buscaba darle tranquilidad. Quería que Flug estuviese tranquilo, que se sintiese seguro, que no tuviese miedo de decirle las cosas, sin embargo, su presencia no hacía más que asustar al muchacho— ¿No me ocultas nada?
Flug había comenzado a temblar incontrolablemente, a encogerse sobre sí mismo en busca de una protección que no sabía de donde pretendía obtener. Tener al villano tan cerca, con las cosas que estaba abrazando y el parasito en su interior solo podían ponerle más nervioso. En circunstancias normales, no dudaría en decirle lo que pasaba, pero... su relación había mutado tanto que ya no sabía que podía y que no debía decirle, y no estaba seguro de que cosas podían enviar todo al carajo y cuales le ayudarían a seguir adelante.
— N-no, se-señor... — por más que intentaba, no era capaz de hablar con seguridad; era como si toda la admiración y cariño que sentía por el villano se hubiesen desvanecido en segundos, dejando allí solamente al ente más maligno y peligroso de todo el universo y los siguientes— Es solo... se trata solo de uno de m-mis experimentos... — no podía apartar la mirada de sus ojos, de la forma en que brillaban y parecían querer protegerlo; no podía dejar de pensar en lo que ocultaba aquel monóculo, de la extraña belleza de esa pupila blanca que ocultaba con tanto empeño. Simplemente, no podía— No tiene que... preocuparse...
Se estremeció al sentir la mano del eldritch sujetarle del mentón con firmeza, obligándole a sostener la mirada. Sabía que los googles no eran útiles para ocultar sus emociones, sabía que el villano aun podía leerle a través del oscuro cristal y que no le costaba nada interpretar lo que transmitía. No esperó, sin embargo, que le arrebatase la bolsa con fuerza y le besase de forma hambrienta, obligando a su lengua a bailar entre sus bocas, como tantas otras veces.
No fue sino hasta ese momento en que se dio cuenta de lo mucho que había extrañado aquello, no solo el cosquilleo de sus labios, sino el sabor de su saliva y la pasión con las que Black Hat le besaba. Nunca se había dado cuenta de lo adicto que era a sus besos y a lo que causaban en él hasta el momento en que se privó a si mismo de ellos; quería entregarse a él de nuevo, volver a sentir sus manos y su piel rosando la suya, pero no podía... no era el momento.
Dejó salir un jadeo al separarse, recuperando el aire que había perdido, queriendo seguir así hasta que el problema desapareciese, dejando caer todos los papeles que se encontraba abrazando, olvidándose por completo de lo delatores que podían llegar a ser. Echó la cabeza hacia atrás por instinto al sentir la cercanía del rostro de Black Hat en su cuello, ansioso por más, queriendo contener las pequeñas lágrimas que nublaban su vista y su juicio.
— Se-señor... — llamó con cautela al darse cuenta que el villano no hacía nada más, que no había ni lamidas ni mordidas, simplemente una quietud en la que podía sentir su aliento chocando contra su cuello, creando aún más deseos de continuar— ¿Pasa algo...?
— Estas diferente Flug... — su voz era suave, casi como un susurro, una voz que muy pocas veces había utilizado en su vida. Era extraño hablarle así, pero quería calmar ese miedo que parecía sentir, quería transmitir la calma que él le transmitía, aunque fuera una vez— También tu aroma... no, tu esencia...
— ¿Qué tiene mi esencia? — aventuró a preguntar, no muy seguro de en donde estaba su raciocinio en aquellos momentos. Extrañaba tanto esa cercanía con el demonio que, en ese momento, no podía pensar en otra cosa que no fuese sentirlo más cerca.
— No lo sé, pero me está volviendo loco... — odiaba sincerarse, era algo que detestaba con demasiada fuerza, sin embargo, no podía evitarlo, no en ese momento. Quería morder su cuello, volver a probar su sangre y llevar las cosas más allá de aquel punto, arrástralo consigo de regreso a su habitación y no dejarle ir en días. Quería hacer tantas cosas, quería abandonarse al instinto y devorarlo tantas veces como le fuese posible, sin embargo, quería averiguar qué era eso, que había causado ese cambio— Es como...
Se alejó de él, no sin antes lamer su cuello, disfrutando del escalofrío que estremeció su cuerpo. Le observó un momento, intentando entender que era ese algo que había cambiado en el muchacho. Pensó en la noche anterior y en lo que había sentido al dejar el laboratorio, en cómo había sentido algo similar a él y a White Hat, pero diferente de alguna forma. Dejó salir una suave risa al entender que era ese algo.
— Ya sé lo que es— afirmó con una sonrisa satisfecha, alejándose un poco más del muchacho, para poder hablar con más comodidad— Llevas mi esencia maligna en ti, ya se me hacía familiar.
Flug le observó confundido, intentando entender a que se refería, ¿Su esencia maligna? Creía que no era algo que pudiese adquirir, sabía que, en algún momento, él también había empezado a oler a tabaco, sin embargo, no creía que eso fuera lo que quisiese decir. La única explicación razonable era...
— Tú no lo notas— prosiguió el demonio, sin percatarse del cambio en la expresión del muchacho o el modo en que había comenzado a temblar— Pero emanas cierto perfume... es divino.
— Su-supongo que es... que es por dormir con usted ¿No? — se recargó en la mesa al sentir la debilidad de vuelta, combinándose con sus pensamientos. Miles y miles de ideas cruzaban su mente en esos momentos ¿A caso lo sabía? Era imposible, se había asegurado de que no se enterase, pero él podía leer su mente sin problemas ¡¿Le había dicho de forma inconsciente?! ¿Por qué actuaba con tanta calma? Eran demasiados pensamientos, demasiadas preguntas e hipótesis que le agobiaban, que le nublaban el pensamiento y la vista. Demasiadas cosas para procesar en tan poco tiempo.
— Puede ser... pero no es mi aroma el que se unió a ti— su voz se escuchaba lejana, tan segura y burlesca como siempre, pero como si viniese del otro lado de un túnel. Estaba perdiendo fuerzas, sentía su cuerpo cada vez más débil, más frágil, como si volviese a ser un niño asustado de todo— Es similar, pero no la misma.
— N-no... no entiend-ah... — era la primera vez que sentía el movimiento de esa cosa, la primera vez que le recordaba de forma brusca que era una criatura viva, que podía moverse y que algún día respiraría fuera de su vientre. El dolor de aquel movimiento era, de lejos, superior a las punzadas en su costado, era lo bastante fuerte como para ponerle a ver puntos de colores y cortarle la respiración. Ya no tenía miedo de Black Hat, ahora tenía miedo de ese dolor tan horrible.
— No sé qué hiciste, pero te rodea un aura oscura que se parece a la mía— apenas y podía procesar sus palabras, o su voz. Todo parecía tan lejano, tan inalcanzable, que ni siquiera se preocupaba por intentarlo. Solo podía pensar en el dolor y en como su interior se había vuelto en su contra en esos momentos— La presencia maligna que sentí... pensar que eras tú el que-
Sintió como el parasito se movía en su interior, con más fuerza que antes, con más rabia, como si le molestase que no estuviera prestándole atención, sintió nauseas ante el sabor metálico en su boca, ante la pequeña cantidad de sangre que subía por su garganta y le inundaba el paladar. No creía poder sentirse peor y, aun así, allí estaba, a poco de desmayarse, pensando en el miedo que todo eso le generaba.
Black Hat dejó de hablar acerca de lo fascinado que estaba con el aroma de Flug al percatarse del delgado hilo de sangre que se escurría por la comisura de sus labios. No le parecería extraño si hubiese seguido besándole, pero él no tenía la culpa de eso, al menos no de forma consciente; eso no estaba bien, no con un humano.
— ¡Flug! — llamó con la intención de hacerlo reaccionar, apresurándose a sujetarle para evitar que cayese de bruces al suelo. no podía recordar una sola vez en la que se había alterado así por alguien, sin embargo, no era momento de intentar entender sus emociones— ¡¿Qué rayos te pasa Flug?! ¡Vamos, reacciona! ¡DESPIERTA!
Sostenerlo en ese estado era extraño, era como sostener un cadáver. No quería pensar en qué clase de enfermedad estaba causando aquello, o en cómo había permitido tal descuido. Lo único en lo que podía pensar era en ayudarlo, en asegurarse de que estuviese bien, no solo porque era el único científico competente que conocía, sino porque no estaba seguro de poder volver a vivir sin él.
"No voy a poder ocultarlo por mucho tiempo..." sabía que estaba invadiendo su privacidad, pero eso ahora poco importaba, necesitaba pistas, una idea de que hacer, de cómo proceder para ayudarlo, para ponerlo de regreso en sus cinco sentidos "Debo decirle, debo, pero... tengo miedo..."
Gruñó al no obtener resultados, al escuchar una y otra vez como repetía lo mismo "tengo miedo". Estaba seguro de no haberle dado razones para sentirse así, sin embargo, parecía que a fin de cuentas nada había cambiado, el muchacho seguía teniéndole tanto miedo como siempre, como cuando no eran más que jefe y empleado.
Sentir a 5.0.5 entrando en el laboratorio, en aquel momento, sería la única vez en que se alegraría de tenerlo cerca. No podía soltar a Flug, no quería soltarle, por lo que simplemente se giró hacia el oso, y vociferó con toda la fuerza que pudo.
— ¡Hey tú! — no le importaba el desastre que había causado al sorprenderlo, la comida en la bandeja era lo de menos en aquel momento— Ve y llévalo a su habitación ¡AHORA!
El oso, en su afán por ayudar al único padre que conocía, corrió para recibirlo de manos del demonio, reparando en la ausencia de bolsa y googles, descubriendo finalmente el rostro que ocultaba aquella frágil mascara. Quería hacer preguntas, saber que había hecho Black Hat para tenerle en aquel estado, pero la impaciente mirada del demonio le dijo que era mejor esperar para obtener respuestas.
Se encaminó hacia el fondo del avión con el muchacho en brazos, dispuesto a dejarle en la capsula, sin embargo, la garra del demonio sobre su hombro detuvo su marcha, volviendo a captar su atención.
— No, esa maldita cosa no hará nada bueno por él en este estado— ninguno de los dos sabía si eso era verdad o no, tampoco les importaba, su objetivo era ayudar al muchacho— Al salir, en el pasillo. Llévalo allí.
— Si señor— no era momento de cuestionarle o hacer preguntas, la prioridad debía ser atender al muchacho asegurarse de que pudiera volver a estar en pie y con sus cinco sentidos funcionando.
Demencia, llamada por un alboroto que no había sido culpa suya, llegó hasta la puerta del laboratorio cuando el oso salía, seguido de cerca por Black Hat y un aura demoniaca que bien podría matar a cualquiera se adentrase en ella. se aproximó a ver qué era lo que cargaba el experimento, movida por esa curiosidad natural que toda la vida la había caracterizado.
— ¡Oh! — exclamó con genuina sorpresa, detallando cada parte de su rostro, envidiando un poco sus facciones y preguntándose si era eso lo que su amado Black Hat encontraba tan atractivo en él— ¡Es igualito a Hamilton!
El demonio soltó un gruñido al ver cómo, sin importarle lo mal que se encontraba, la joven intentaba tocarle. No iba a permitir que nadie más tocase aquel rostro. Demencia se congeló al escucharle; no queriendo hacerle enojar de nuevo, prefirió permanecer estática en su lugar, a la espera de una oportunidad para huir y no volver a molestarles durante el resto del día.
ווווו
Abrió lentamente los ojos, sintiéndose terriblemente cansado y como si le estuviesen cocinando a fuego lento ¿Cuánto había dormido? Ni siquiera recordaba haberse acostado, o haber caído dormido. Lo único que podía recordar eran sus pensamientos y fragmentos de una lejana noche de diciembre que parecía más extraña que la mayoría.
— Buenos días ¿Cómo se siente, doctor? — era fácil identificar el enojo en su voz, sin embargo, el olor de hotcakes y café recién hechos le hacían difícil la tarea— ¿Sabes? Si estas enfermo, al menos podrías avisarme.
El Hatbot que le seguía dejó la bandeja sobre la mesa de luz y se retiró de inmediato, sin esperar una orden o su destrucción. Flug se sentó lentamente, bajo la atenta mirada del demonio y un malestar general que le impedía enfocar la mirada o mantener el equilibrio. ¿Todo eso era culpa del parasito?
— Perdón, señor, no me he sentido muy bien últimamente... — sabía que, para ese momento, aquello era más que obvio, sin embargo, necesitaba un inicio, una forma de explicar lo que ocurría, y aquella era la mejor que se le vino a la mente.
— No me digas— burló de forma sarcástica, apretando la mandíbula para no gritarle por ser tan malditamente obvio y estúpido a la vez— Estos descuidos no son muy típicos de ti.
Flug retiró la toalla húmeda de su frente, pasando a mirar al demonio, que intentaba parecer serio, sin embargo, en su mirada lograba ver un destello de preocupación, algo que estaba seguro el villano era incapaz de sentir. Volvió a observar la toalla en sus manos, intentando organizar sus ideas.
— Lo sé, no volverá a pasar— paseó la mirada por la habitación, descubriendo que se encontraba en una que no conocía; no era la suya, y ciertamente no era la del villano ¿En dónde estaba? — ¿Cómo llegue aquí?
— El oso te trajo— explicó con simpleza, sentándose en el borde de la cama, junto a él, quitándole la toalla de las manos y dejándola sobre la mesa, junto a la bandeja con comida— Te vas a tomar el día hasta que baje la fiebre.
Sabía que era una orden, pero, era extraño que fuese una que cuidase su salud. No era del todo consciente de su estado, sin embargo, si su jefe estaba preocupado por él, debía estar verdaderamente grave. Intentó tomar el plato de hotcakes, sin embargo, las náuseas que solía sentir al despertar le hicieron retractarse de su decisión; sabía que debía comer, pero no tenía ganas de ir a vomitar casi de inmediato. Se limitó a tomar la taza de café y comenzar a tomarla, sonriendo cansadamente, disfrutando del sabor.
— Jefe, mi niño es tan inteligente— comentó ampliando su sonrisa, reparando en la vía que conectaba una bolsa de suero a su mano, asegurándose de que no se deshidratase— Siempre me cuida...
— No entiendo tu afecto hacia el experimento— masculló con una mueca de fastidio, dejando la bandeja con el plato de hotcakes sobre sus piernas, obligándole sutilmente a consumir algo más que café— Esa cosa no es más que una decepción constante.
— Bueno, es como mi hijo— confesó con una sonrisa más tranquila, jugando un poco con la comida antes de animarse a comer un poco, movido más por el miedo que por el hambre. El demonio parecía determinado a quedarse allí hasta verlo comer todo lo que había en su plato— Tal vez... tal vez lo entendería si tuviera uno.
— Conque tu hijo ¡Ha! — no pudo contener unas cuantas carcajadas ante la idea de que algo tan patético y decepcionante fuese hijo del muchacho que ahora batallaba por comer delante suyo; era una idea sumamente cómica— Pues sí, hasta tiene tus ojos.
Un mechón rebelde de cabello se cruzó en su mirada, le agradaba tener conversaciones así de tranquilas con el villano, era como si de verdad tuviesen una relación o algo más fuerte que el contrato que había firmado en su momento. Por instinto, llevó la mano para apartar el cabello, muy entretenido en la conversación.
— Si claro, mis oj— no fue hasta el momento en que se despejó el rostro que se percató de la ausencia de la bolsa ¡¿Dónde estaba?! En ese momento no le importaba romper una regla, más bien le importaba que nadie además del villano hubiese visto su deplorable estado— ¡Mi cara! ¡¿Dónde está mi bolsa?!
— Hasta ahora lo notas... — no daba crédito al grado de comodidad que había entre ellos; el muchacho se había acostumbrado tanto a no usar aquella ridícula mascara en su presencia, que ya era casi normal el no llevarla puesta cuando estaban juntos— No tenía caso volver a poner la bolsa en su lugar. No es como si Demencia o Quinientos Cinco fueran a decirle a alguien de todas formas.
— Pero... pero era una orden... y Demencia ahora... — balbuceaba cubriéndose el rostro, no queriéndose ni imaginar lo que haría demencia ahora para molestarlo. Tendía que tomar medidas, al menos mientras estuviese cerca de la joven alebrije— Oh no... ¿Qué haré ahora...?
Un sudor frio le perló la frente, un temblor se apoderó de sus extremidades y la intensa punzada de dolor le obligó a encogerse sobre sí mismo, buscando calmar la horrible sensación de ser pateado desde dentro, sumada a las náuseas y la sangre que subía por su garganta para luego volver a bajar, eran una mala forma de recordar lo que pasaba. Sentir la mano de Black Hat sostenerle del brazo, a pesar de todo lo demás, era ligeramente reconfortante.
— ¿Te duele algo? — Preguntó de forma automática, evitando que se levantase, quitándose la bandeja y cualquier cosa que pudiese entrometerse en su descanso— Vamos, quédate acostado.
— Ah... so-solo fue una punzada en el estómago... — murmuró, dejándose hacer, parpadeando para disipar las lágrimas y pensar en otra cosa, sabiendo que aquella era la señal de que debía hablar, de que no podía seguir ocultando las cosas, no cuando el eldritch ya le había visto en la misma situación dos veces— Señor... hay, hay algo que debo decirle.
El villano esperó en silencio, no queriendo presionarle, volviendo a sentarse en el borde de la cama, más cerca que antes, listo para atraparlo si aquello volvía a repetirse, si esa "punzada" volvía a atacarle. Flug se mantuvo en silencio unos minutos antes de comenzar a explicar, intentando ordenar sus pensamientos y asegurándose que no volvería a recibir una patada interna en el estómago.
— La verdad... la verdad es que un parasito está habitando mi cuerpo... es lo que causa mis síntomas— no tenía el valor de verle a los ojos, o de si quiera buscar su tacto para sentirse tranquilo, no quería porque ya sabía cómo iban a ser las cosas; no había forma en que el eldritch se tomase con buen ánimo lo que estaba a punto de confesarle, aun así, debía continuar, ya era muy tarde para echarse atrás— Estaba... buscaba una forma para su estudio y análisis, pero...
— ¿Un parasito? Así que... para eso es la incubadora— le vio estremecerse ante la mención del aparato, casi como si el haber visto los planos significase algo malo para el muchacho ¿Tanto miedo le tenía, que la idea de decirle la verdad le ponía así de nervioso? Si ese asunto se resolvía, debía cambiar algunas cosas en su relación, al menos lo necesario para eliminar ese miedo— No pienses en mantenerlo con vida. Si esa cosa es la que te está enfermando, solo elimínalo.
Flug le observó unos segundos, analizando sus palabras ¿En verdad creía que no había pensado en eso ya? No era tan simple, no podía serlo; nada era tan sencillo con él. Levantó ligeramente su camiseta, no muy seguro de por qué, buscando la forma de explicarle al demonio la seriedad de las circunstancias.
— Si le soy sincero, jefecito, aun no sé cómo sacarlo de mi sin el riesgo de una hemorragia— su voz, poco a poco, se estaba quebrando, delatando el estado de preocupación en que se encontraba, ciertamente no era fácil hablar del tema, y aun si Black Hat no lo notaba, necesitaba hacerlo con la mayor calma posible, para reducir el riesgo— Es muy arriesgado removerlo ahora. Además... me gustaría que viviese lo más posible, porque... porque se trata de un... de un feto humano que crece dentro de mí.
La expresión en el rostro del demonio era justo lo que esperaba, una mezcla perfecta entre confusión, incredulidad y enojo ¿Cómo no sentir miedo al ver la pupila de su ojo derecho hacerse más pequeña? Estaba seguro que el villano no era tonto, aun si no entendía del todo las cuestiones biológicas de su especie, sabía que no se creería eso sin pruebas, y eso era lo que más le aterraba: tener que darle pruebas.
— Flug... ¿Un qué...? — quería acercarse, tocarlo y asegurarse de que la fiebre no lo hacía delirar, pero la mirada del muchacho le mantenía a raya, a la espera de una explicación— ¿De que estas...?
— O bueno, al menos parece humano en la ecografía— era evidente que hablar de asuntos médicos le daba cierta confianza, pues era un campo que conocía un poco más; sin embargo, eso no eliminaba aquel brillo aterrado de su mirada— Es un hibrido, ahora de tres meses de gestación, que sigue creciendo. Quiero que continúe de esa manera, porque...
— ¡Espera! — ordenó sin cuidado, sujetándose el entrecejo con evidente molestia, intentando entender las palabras que salían de la boca del muchacho, ignorando lo más posible la razón y tratando de creerle— ¡¿Hibrido?! ¿De qué?
— Es un... es un ser con mis genes... y los suyos, señor— las palabras simplemente no parecían lógicas, ni siquiera para él que era quien lo cargaba; era perfectamente consciente de que nada tenía sentido sin las pruebas, no quería darlas tampoco, quería simplemente que el demonio creyese en su palabra— En términos simples... se trata de su hijo.
Se puso aún más alerta de lo que ya estaba al escuchar la fuerte carcajada del demonio. Tal vez fue eso lo que más le dolió, el ser tomado como una broma, en el momento en que más necesitaba un poco de comprensión. Quería creer que se había equivocado y que eso era lo peor que Black Hat podría hacer en esos momentos, pero si no le tomaba en serio, una prueba no ayudaría a cambiar las cosas. Reparó en un pequeño Doppler sobre la mesa al otro lado de la cama, supuso que lo habían utilizado para encontrar su vena. No era optimo, pero podría funcionar.
— Se-señor, por favor...— no quería llorar por algo así, ya había llorado mucho en los últimos días como para volver a derramar lágrimas, sin embargo, se sentía ofendido, abandonado, como si sus palabras no valiesen nada— ¡Es-estoy hablando en serio!
— Ah... pero que retorcido es tu sentido del humor— no recordaba la última vez que había reído con tanta fuerza, mucho menos, una vez que fuese por otra causa distinta al sufrimiento de algún idiota. Y aunque la idea resultaba se por si divertida, que Flug hablase al respecto con tanta seriedad era aún mejor— ¿Puedo preguntar cómo es que tu estas cargando con mi vástago?
— N-no lo sé— se apresuró a contestar, alargando la mano, queriendo tomar la del villano y llevarla a su vientre, con la esperanza de que sintiese algo, de que notase la presencia de aquella cosa en su interior.
— ¡Vamos doctor! Si vas a elaborar una mala broma, al menos se creativo— poco a poco, dejó de reír, manteniendo aun una amplia y burlona sonrisa en sus labios, sin abrir los ojos o encararle— Me sorprende que me creas capaz de regar así mi semilla. No soy tan descuidado.
— ¡Escúcheme! — exigió al borde de las lágrimas, apretando los dientes y a segundos de tomar el pequeño Doppler y utilizarlo para probar sus palabras, para demostrarle que no mentía o bromeaba— No estoy bromeando, no tengo motivos para mentirle al respecto.
— ¿Esperas qué crea que algo como esto es posible? En verdad no tengo palabras— había tantas inconsistencias en su "verdad" que era simplemente imposible creerle, no importaba con cuanta seriedad lo afirmase, no había modo de que fuera real ¿Flug esperando su hijo? Vaya tontería— Dejando de lado tu ridícula acusación, debo recordarte que eres un Hombre. Solo las hembras de tu especie pueden concebir ¿No es así?
Apretó con fuerza los puños, intentando contener las lágrimas, intentando ganar la fuerza suficiente para tomar el pequeño aparato y encenderlo, todo con tal de dejar de ser objeto de burla. No se había dado cuenta de la poca atención que le prestaba el demonio hasta que alargo el brazo para tomar el brazo de la sonda. Si quería que las cosas fueran así, entonces lo serian; había enfrentado años de burlas, no estaba dispuesto a tolerar que la criatura a la que le había entregado todo se sumase a esa larga lista.
— Además, en los miles de años que tengo de vida, no he procreado ni una sola vez— no quería si quiera pensar en la única vez que había tocado el tema y en lo mal que había terminado todo. Solo podía pensar en el odio eterno que sentía por su hermano mayor y como esa se había vuelto una de las muchas razones para despreciarlo— Algo así es imposible y punto. Yo...
No sabía que podía sudar frio, o sentir escalofríos, no sabía que podía si quiera manifestar miedo hasta ese momento, hasta que escucho, fuerte y claro, un latido, y otro, y otro más, provenir del aparato junto a la cama de Flug. Sabía que no era el pulso del muchacho, porque podía escuchar el fluir apresurado de su sangre de fondo en la máquina, aquello era, en efecto, el latir de un corazón, proveniente del vientre del humano.
— Flug... ¿Qué significa esto? — ese infernal sonido empezaba a meterse en su mente, a obligarle a comerse sus palabras. Todo cuanto había dicho se quedaba como una simple burla ante la prueba que tenía delante, ante la enojada mirada del muchacho, quien le encaraba con lágrimas y determinación en el rostro.
— Usted dijo que sintió su presencia— le recordó con descaro, moviendo la sonda sobre su estómago, buscando el punto en que se escuchasen más claramente los latidos de la criatura— Ahora escucha sus latidos. Un pequeño con su esencia vive dentro de mí; aun desconozco como pasó, pero...
— Yo no hice esto... — masculló con enojo, intentando controlar sus emociones, queriendo entender lo que sentía, lo que aquello le hacía sentir— ¡No puede ser! No puedes...
— Este bebé... es un espécimen muy valioso— reconoció con calma, dejando de vuelta la sonda sobre la mesa, ignorando por completo el estado de Black Hat— Así que lo dejaré vivir por ahora. Como ve, estoy hablando en serio.
— N-no— nunca, en toda su existencia, había tenido tantos problemas para controlarse, o para no hacerlo. Su cuerpo temblaba como si en verdad temiese por algo, como si fuese si quiera capaz de sentir miedo. Esa cosa no podía quedarse, simplemente no podía— Tienes que sacar a esa cosa de ti...
Flug simplemente seguía ignorándole, tal como él había hecho momentos antes. No iba a escucharle, no cuando sabía que sus razones eran egoístas; no creía necesitar conocerlas para saber que la única razón por la que no quería al bebé era porque no pretendía compartir su reino con nadie. Cuan equivocado estaba.
— ¡NO! — volvió la mirada al demonio al escucharle gritar, al volver a escuchar su voz distorsionada recordándole al mundo lo que pasaba cuando se enojaba. Black Hat le tomó con fuerza de los brazos, empujándole para quedar recostado, inmóvil, bajo su voluntad— ¡TIENES QUE SACARLO AHORA!
— ¡No, espere! — le empujó aun sabiendo que no tenía la fuerza para alejarlo, pero debía intentarlo. Las lágrimas no tardaron en nublar su vista, motivadas por la profunda cortada que el demonio estaba perforando en su vientre; era tan diferente a cuando tenían relaciones, era una cortada movida por el odio, profunda, una que buscaba hacerle daño— ¡Lo va a lastimar! Por favor...
— ¡¿ESPERAR?! — no había duda, no se había equivocado; el eldritch no se había tomado nada bien la noticia, sin embargo, nunca imaginó que intentaría deshacerse del parasito con sus propias garras— ¡ESA COSA TE MATARÁ FLUG!
Se congeló al escuchar esas palabras, al encontrar preocupación tras el enojo que invadía su mirada. ¿En verdad era eso lo que le preocupaba? A esas alturas sabía que la cosa en su vientre le traería dificultades, pero ¿Matarle? Si hacia las cosas bien, a lo mejor...
No supo si el dolor en su vientre era producto del corte o del parasito, alterado por tanto ajetreo. Entonces un nuevo temor le invadió ¿Qué iba a pasar si abortaba? ¿Qué haría entonces? Podía pasar, era en esencia un bebe, susceptible igual que muchos otros, la posibilidad estaba sobre la mesa, y le dio más miedo que el Black Hat fúrico que tenía delante.
— ¡Me voy a desangrar si lo saca ahora! — advirtió en un intento desesperado por detenerle, mirándole directo a los ojos, incapaz de contener los sollozos e hipidos que causaban el llanto— ¡No hay nada que pueda hacer!
— Voy a ser muy claro doctor, y no pienso repetirlo... — sentenció con ira, batallando para controlar su cuerpo, apretando aún más agarre que ejercía en su cuerpo, elevándole de la cama y acercándole a su rostro, hablando entre gruñidos guturales— Si no te deshaces de ESO... ¡ENTONCES LO ARRANCARÉ DE TUS ENTRAÑAS!
El miedo había adquirido otra definición, una en la que el rostro de Black Hat en aquellos momentos era la única forma de explicarla y cuya mezcla de sensaciones solo atinaba a expresar como "pánico absoluto". El llanto salía de forma incontrolable, nublándole la vista y mostrando al demonio lo débil que podía llegar a ser cuando lo doblegaban lo suficiente. No quería estar allí.
— ¡Po-por favor...! — lloró una última vez, aferrándose al antebrazo del eldritch, luchando por liberarse, inútilmente.
— ¡Basta de excusas! — ninguno de los dos podía decir a ciencia cierta de dónde venían los gruñidos que hacían eco a sus palabras, y era algo que tampoco importaba, al menos no por el momento. Flug cerró los ojos, preparándose para su fin— ¡Te voy a sacar esa cosa YA MISMO!
No tenía ya nada que perder, sabía que razonar con él en ese estado era imposible, sin embargo, sabía que bajo esas palabras aún había una pizca de preocupación, sabía que todo eso lo hacía porque conocía las consecuencias a su salud y se negaba a permitirla. Lleno de coraje, y alzando una última vez la voz, le retó:
— ¡ENTONCES HAGALO! ¡Quiero verlo intentar! — ya no había caso en controlar las lágrimas o las palabras, ya nada importaba, porque, al final del día, a él nada le importaba— ¡Moriré desangrado! Pero eso no le importa ¡¿O SÍ?!
Se sorprendió al ver que sus palabras tenían efecto, al ver que el villano se calmaba lo suficiente para controlar su cuerpo y los sonoros gruñidos que emanaban de este, secundando sus palabras. Ahora solo quedaba un muy enojado Black Hat, que se negaba a soltarle.
— ¡Usted me hizo esto! — declaró con una amarga sensación en el pecho, como si reconocer su culpa implicase la pérdida de un sentimiento, o la ganancia de uno. No sabía que era, y no quería saberlo, solo quería que se marchase y le dejase llorar a solar, en paz— Si no quiere buscarme un reemplazo, ¡Tendrá que dejar que me haga cargo!
Odiaba reconocerlo, pero el muchacho tenía razón, más de la que estaba dispuesto a admitir. En ese punto, la decisión no era realmente suya, por más que lo desease; Flug era quien cargaba con aquel parasito, el único que sabía lo que podría pasar y el único que, al final del día, podía tomar una decisión.
Le dejó caer como peso muerto en la cama, acomodándose la gabardina y dejando el lugar como si nada, azotando la puerta con tal fuerza que se escuchó en todo el pasillo. Flug, aun acelerado por lo que había pasado, se abrazó con fuerza, pensando tantas cosas que al final no parecía pensar en nada. Estaba agotado en tantos niveles que no creía posible que aun siguiese en pie, le dolía todo el cuerpo, y no solo físicamente. Simplemente estaba agotado.
— Te odio... — susurró a la nada, dejándose llevar por las emociones, abandonándose al frio de su ausencia y a la soledad que sentía, llorando todo lo que no había tenido el valor de llorar delante suya. Al menos se había comprado tiempo, no el que necesitaba, pero si el suficiente para decidir qué hacer.
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¿Escuchan eso? Soy yo, gritando en silencio, mientras escribo esto. Eso y mi corazón dejando el chat, tomándose unas vacaciones, pensando en cuál es la mejor forma de reparar está rota relación
¿Cómo están, queridos? Espero que bien, y que no hayan necesitado muchos pañuelos para este capítulo, porque si se acaban, conseguir más esta complicado en medio de la cuarentena.
¿Saben? No creí que terminaría a tiempo para el viernes, porque con todos los detalles del viaje, me tome mi tiempo para descansar; sin embargo, como veo que lo logramos, estoy empezando a creer que voy a seguir así un rato, o al menos eso espero.
Me gustaría disculparme por tantos feels y por cometer errores al escribir. Si bien son menos que antes, me cuesta bastante escribir sin estar dos o tres palabras más adelante que mis dedos. Como de costumbre, espero que hayan disfrutado.
Also, la única razón por la que conservé la broma de Hamilton es porque me parece graciosa. Personalmente, no me cuadra que los comparen ¡No se parecen en nada! Y pueden pelear conmigo si quieren, no me van a hacer cambiar de opinión.
Voten, comenten y no olviden que, si su comentario es genial, se llevan una estrellita.
Nos leemos luego :)
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