•Capítulo 38: Debilidad•
Saludos cordiales, villanos.
¿Listos para la temporada seis de este 2020? Porque yo no; claro que, hasta ahora lo hemos hecho bastante bien, por favor sigan adelante que todo esto pasará tarde o temprano.
A ver, la continuidad de mis próximos capítulos será un desastre a medias, aun si ya no es un capítulo por mes de embarazo, sigue siendo un desastre, uno con el que estoy conforme y disfruté muchísimo. Ojalá ustedes también lo disfruten.
Hablemos un poco de los embarazos normales; porque recordemos que un embarazo ectópico puede presentar los mismos síntomas pero con mayor intensidad; hablemos en concreto del segundo mes de gestación. Para el momento en que se alcanzas las 6 semanas de gestación, la masa celular empieza el desarrollo de ciertas estructuras y órganos internos, pasando a ser considerada un embrión. Es en este periodo en el que se desarrolla un sistema circulatorio y un corazón básicos, junto a estos, surge un tubo neural, que posteriormente dará forma al sistema nervioso; así mismo, surgen los que, posteriormente, serán los brazos y las piernas. A todo esto, se suma la formación del cordón umbilical.
Llegando hacia las ocho semanas, se forman los dedos de manos y pies, que permanecen conectados por membranas, el hígado, los parpados y un corazón funcional; es por este periodo en que un gen inicia el desarrollo de los testículos, el embrión se desarrollará como biológicamente masculino. Si esto no ocurre, el embrión desarrolla ovarios y se convierte en biológicamente femenino. Previo a este desarrollo, el embrión no presenta ningún sexo biológico.
En cuanto a lo físico, es normal que la presión arterial baje y el flujo sanguíneo aumente, así como la sensibilidad en ciertas zonas. Las punzadas en la zona del vientre se pueden hacer frecuentes y se puede presentar una ligera hinchazón tanto en el abdomen como en los muslos; a estos síntomas los acompañan mareos y nauseas matutinos, antojo hacia ciertos alimentos y repudio hacia otros, acidez estomacal y una fatiga y cansancio generales.
Se siente bien raro buscar esto, porque salen paginas provida con cosas como "Ya se ve una personita". Respeto a los provida (aunque nunca voy a apoyar que decidan por una mujer lo que debe y no hacer), pero no mames, a veces se pasan de pendejos, la verdad. En fin, aquí estoy yo, recordando mis clases de biología de séptimo a ver si finalmente hago el trabajo del huevito que nunca entregue.
Ahora déjenme explicarles brevemente que es una ecografía, porque puedo. Una ecografía, es una prueba de diagnóstico por imagen que utiliza ondas sonoras (ultrasonido) para crear imágenes de órganos, tejidos y estructuras del interior del cuerpo. La ecografía también puede mostrar partes del cuerpo en movimiento, por ejemplo, el corazón latiendo y la sangre fluyendo por los vasos sanguíneos.
La ecografía durante el embarazo se utiliza para obtener información sobre la salud del feto. Se puede usar para confirmar el embarazo, verificar el tamaño y la posición del feto, comprobar un embarazo múltiple, estimar hace cuánto tiempo que está el embarazo, comprobar la cantidad de líquido amniótico. El líquido amniótico es un líquido transparente que rodea al feto durante el embarazo. Lo protege de las lesiones externas y el frío. También contribuye al desarrollo de los pulmones y al crecimiento de los huesos.
Es super interesante, la verdad, recordar tantas cosas y aprender nuevas mientras escribo esto. Francamente, esta es, de lejos, mi historia favorita hasta la fecha. Espero que también la estén disfrutando.
La imagen en multimedia pertenece a Cats-Dont-Draw
Como siempre, les pido que disfruten la lectura. Ahora... ¡A leer!
Extrañaba las noches así, noches junto al demonio, solo los dos, disfrutando de su compañía. También extrañaba el sonido del violín ambientando la velada, hipnotizándolo y llevándole a un estado de ensoñación en el que solo podía pensar en su filosa sonrisa y todas las veces que se había marcado en su piel. Sin embargo, y aunque desease con todas sus fuerzas el poder disfrutar de aquella noche en paz, permanecía silenciosamente preocupado, manteniendo la distancia hasta no saber que le ocurría.
Aunque no quisiera admitirlo, sabía que había algo mal, sabía que el constante dolor en su vientre no era normal, y le aterraba pensar que había desarrollado algún tumor o tuviese algún problema renal, no eran cosas con las que quisiese lidiar, sabían que podían ser sumamente destructivas ¿Cómo seguiría trabajando si había algo allí? ¿Qué haría Black Hat con él si se volvía inútil para la organización? Confiaba en que no se desharía de él, pero...
Inmediatamente centró su mirada en el demonio, quien tocaba el violín absorto, indiferente a la intensa mirada de miedo que le ofrecía el muchacho; Flug sabía que no iba a permitir que otro le hiciese daño, pero aún le tenía miedo a sus reacciones, a como aquella promesa lo excluía completamente de cualquier responsabilidad o culpa. Quería creer que las cosas habían cambiado desde la última vez que le había lastimado, pero no podía estar seguro de nada.
— ¿Qué pasa doctor? — ronroneó con una amplia sonrisa, devolviéndole la mirada con cierta satisfacción y burla en los ojos— ¿A caso no le gusta?
Se apresuró a apartar la mirada, intentando ocultar el sonrojo de sus mejillas; disfrutaba poder estar sin la bolsa delante de la persona que más le importaba, pero sentirse expuesto era algo a lo que le había perdido costumbre, y Black Hat sabía exactamente que fibras tocar para recordarle lo frágil que era sin su máscara.
— A-al contrario, señor— masculló con la poca seguridad que le quedaba, intentando volver a mirarle, volver a centrar su atención en el demonio— Me encanta escucharle, no solo tocar, sino hablar... solo... solo estaba algo distraído en mis pensamientos.
Quería saber en qué momento la idea ser lastimado se había vuelto tan ajena a su rutina, que le aterraba tener que volver allí, a cuando no eran más que un demonio y su subordinado más frágil. Sentir la suavidad con que sus garras sostenían su rostro, buscando su mirada, no era más que otro recordatorio de que su relación había cambiado para siempre, de que ya no eran solamente jefe y empleado.
Sentir sus labios era, de lejos, algo que anhelaba cada día, era lo que más ansiaba de las noches en la que podía estar a su lado, sin embargo, y para su mala suerte, una fuerte punzada en el costado izquierdo fue suficiente para interrumpir el beso y obligarlo a encogerse sobre sí mismo, intentando calmar el dolor. El eldritch le miró extrañado, intentando comprender que era lo que ocurría. No había hecho nada, nada para causarle tal reacción; ya ni siquiera el morderle generaba tan brusco cambio en su actitud.
— ¿Y ahora que te pasa, Flug? — cuestionó con sequedad, ignorando por completo la sensación de que algo no andaba bien, ignorando ese ligero cambio en el muchacho que había notado desde hacía unos días— No me digas que ahora te acobardas.
Flug no sabía muy bien si estaba herido por la insinuación de su jefe o por el poco interés que manifestaba al verlo doblarse de dolor; no podía culparlo, la preocupación no era algo que supiese sentir, pero creía que al menos una pizca de intriga se asomaría en su voz. Con un profundo suspiro y la sensación de que le estaban apuñalando, se irguió lentamente y, sonriendo al villano, volvió a hablar.
— Para nada señor, no podría— era malo fingiendo, lo había sido siempre, pero era su mejor defensa en aquellos momentos; no quería hacer enojar al demonio, tampoco quería interponer su debilidad entre su relación, sin embargo, el dolor estaba allí, atormentándole y llenándole los ojos de pequeñas y molestas lagrimas— Es solo un simple dolor. Ya pasará.
Pese a lo poco que aquello le importaba, no sabía que hacer; se descubrió a sí mismo en una encrucijada en la que no sabía qué camino tomar. Normalmente, le ordenaría deshacerse de eso lo más rápido posible, le gritaría por su incompetencia al no poder hacerlo y se marcharía, pero no era tonto, había cosas que el muchacho podía soportar, y ese "simple dolor" no era una de ellas. Una parte de sí quería decirle que descansase, que se fuese a la cama y tratase de dormir, o que pidiese al experimento algo para tratar de calmarlo. Una parte de si parecía interesarse por el bienestar del muchacho, y eso le aterraba.
— Lárgate a dormir entonces— gruño con un ligero tic en el ojo, detestando el acuerdo al que habían llegado las partes en su dilema. Le iba a ordenar cuidarse, porque no sabía que más hacer— Si se vuelve un inconveniente, tendrás que solucionarlo de inmediato. No pienso tolerar esto en el trabajo.
Flug trató de procesar aquellas palabras, de entender qué diablos estaba pasando por la mente del villano en aquellos momentos, sin embargo, antes de poder si quiera formular una pregunta, él ya se había marchado, se había retirado de su habitación en medio de la noche, dejando atrás dudas y un vacío al que Flug ya se había acostumbrado. Lo difícil no era entender las ordenes, le había pedido que se cuidase y ya, no había misterio al respecto; el problema estaba en aquella última frase, en la forma en que habla implicado que el problema lo tendría en el trabajo, no en la habitación... no es su relación personal.
Decidió que lo mejor sería no pensar demasiado en ello, Black Hat era una criatura compleja, un ente con más dimensiones de las que podía procesar y pretender entender todo lo que hacía sería mucho más difícil. Se cambio la camiseta y el pantalón por aquel maltratado pijama que hacía meses no usaba. Percatarse de lo mucho que el villano había tomado su cuerpo era tan extraño como volver a sentir una capa de tela entre su piel y las suaves sabanas de la cama del eldritch.
Suspiró una última vez, dispuesto a dormir un poco y olvidarse de la molesta punzada de dolor que parecía empeñada en robarle el sueño.
ווווו
Nunca, en sus 25 años de vida, se había levantado con tanta prisa de la cama. No recordaba una sola vez en la que lograse despertar de un salto y correr hacia el baño, sin embargo, el deseo de vomitar había sido más fuerte que el buen sueño que tenía. Odiaba sentirse así, sentir que los contenidos de su estómago abandonaban su cuerpo y le quemaban la garganta, invadiendo su nariz. Era simplemente desagradable.
Jadeó con fuerza una vez terminó, sentándose con las rodillas dobladas hacia atrás, sintiendo un malestar general y limpiándose las lágrimas de los ojos en un intento por entender que había ocurrido. No recordaba haber comido nada echado a perder, o en mal estado, tampoco haber comido de más; y definitivamente, no había estado en una montaña rusa o con la cabeza metida en la basura ¿Por qué diablos se había despertado así?
— Esto no es bueno...— balbuceó, intentando ponerse en pie, sintiendo como las piernas le fallaban , como no parecían aun listas para sostener su peso— Por favor... que no sea nada grave...
Se miró en el espejo por inercia, recordando el motivo por el cual su baño ya no contaba con uno. Lucia fatal, casi como un muerto en vida, con la comisura de los labios manchada y los ojos rojos por las lágrimas, unas ojeras marcadas y la cicatriz de una antigua mordida asomándose por su hombro. Detestaba aquella imagen.
No tardó mucho en darse un baño y prepararse para enfrentarse a un largo día de trabajo, esperando que aquel incidente no fuese nada más que una casualidad; no quería tener que pensar mucho en ello, prefería creer que se trataba de algún resfriado a tener que enfrentarse a la posibilidad de tener un tumor.
El comedor se encontraba únicamente ocupado por Demencia, quien devoraba con, tal vez, demasiada energía la comida que tenía delante, haciendo más ruido del necesario y logrando revolverle de nueva cuenta el estómago al muchacho. Prefirió pasar de ella e ir directo a la cocina, en busca de alguna infusión o té para reemplazar el café negro que solía tomar; la idea era desagradable, pero si aquello le ayuda al menos un poco, estaba dispuesto a hacer el sacrificio.
— ¡Oye nerd! — chilló la joven, desde el comedor, con la boca llena, lanzando un hueso hacia la puerta de la cocina, esperando obtener la atención del científico— ¡Bolsa de torta!
— Ya te he dicho que no me llames así— protestó asomándose por la puerta, respondiendo a los llamados de la chica con una mirada seria— ¿Qué diablos quieres? Estoy tratando de prepararme el desayuno, si no te importa.
— Ugh, alguien se levantó de malas— masculló con fastidio, empujando un poco la silla hacia atrás, inclinándose para poder verle mejor, cambiado su mirada a una más seria— ¿Sabes que le pasa a Blacky? Lleva toda la mañana frente al ventanal de su oficina, sin hacer nada.
— ¿Y por qué asumes que yo lo sé? — debía admitir que, pese a la forma tan brusca en que Demencia se había enterado de su relación, parecía en total negación al respecto, y eso le preocupaba. Sin embargo, gracias a esa negación es que se había enterado, en más de una vez, de los extraños comportamientos del demonio— No he hablado con él desde ayer por la noche.
La joven alebrije frunció el entrecejo y le enseñó la lengua de forma infantil, permitiendo que la silla regresase a su posición original, volviendo a centrarse en su desayuno. Flug volvió para apagar la hornilla en que había dejado el agua y se preparó aquella insípida mezcla de hojas cecas y sabores artificiales que tanto detestaba ¿Por qué había tantas cajas de infusiones? Nadie en la mansión tomaba de aquello, y si algún invitado quería algo, debía conseguirlo por su cuenta, la cantidad de esas horribles cosas era ridícula.
Para su sorpresa, o tal vez su desagrado, no le supo tan mal como otras veces; esperaba que el azúcar se hubiese hecho cargo de los demás sabores, sin embargo, podía percibir el dulzor de la freza y las hojas secas que componían su bebida. Aquello no se parecía en nada al recuerdo del sabor que tenía implantado en su mente, por lo que le costó trabajo procesarlo como un sabor conocido. A pesar de eso, agradecía que el calor y el aroma del agua ayudasen a disminuir las náuseas que lo atormentaban.
Con el estómago bajo control, y la cabeza en su sitio, tomó camino hacia el laboratorio, sintiéndose tentado a pasar por el despacho del eldritch y descubrir si las palabras de la joven eran verídicas. No era que desconfiase de ella, pero más de una vez le había mentido con tal de meterlo en problemas. Asomó la cabeza por la puerta, encontrando el lugar en completa oscuridad, recibiendo únicamente la luz de la calle, proyectando la sombra de Black Hat por todo el lugar, como si fuera esta la que consumía la luz. Sintió el impulso de acercarse, sin embargo, la voz del villano prohibiéndole la entrada retumbando en su mente, fue advertencia suficiente para ponerlo de nuevo en marcha hacia su zona de trabajo.
Pese a haber logrado ocuparse en diversos proyectos, y a sentirse mucho mejor en comparación a la mañana, no podía dejar de pensar en lo que había pasado. No era alguien a quien fuese fácil inducir el vómito; en realidad, podía contar con las manos las veces que había regurgitado en su vida, y, aun así, su cena lo había abandonado en cuanto el sol había salido. Quería creer que era producto de alguna de sus pesadillas, pero no podía tragarse tal mentira, era simplemente ridículo.
Se frotó el rostro bajo la bolsa, echando la cabeza hacia atrás y buscando explicaciones razonables a lo que había pasado; todas sus teorías llegaban al mismo resultado, había algo en su interior, afectando el normal funcionamiento de su sistema y causando los síntomas. No solo estaban las náuseas y el mareo, también estaba ese dolor intenso en su costado izquierdo, ese que le había llevado a desmayarse delante de Dark Blood como si nada, ese que había interrumpido su intimidad con el villano y que le había robado el sueño en más de una ocasión. No podía negar que había algo allí, su preocupación caía en que podía ser ese algo.
Sacudió con fuerza la cabeza, espabilando y alejándose de cualquier pensamiento que no estuviese relacionado con el trabajo; llevaba un buen ritmo, uno que le permitía entregar a tiempo los pedidos y descansar por las noches, uno que no estaba dispuesto a sacrificar por una preocupación tan pequeña.
ווווו
La joven se limpió los labios con el antebrazo, observando la enorme cantidad de restos que flotaba en el agua, repudiando la imagen y bajando la palanca, deshaciéndose de todo en segundos ¿Cuánto llevaba así? Pese a no hacerlo todos los días, sabía que ya había pasado bastante tiempo, sabía que había empezado a perder algo de peso, pero también estaba perdiendo energía. No importaba cuanto tiempo esperase para vomitar, no se sentía con el mismo ánimo de antes.
Salió del baño con lágrimas en los ojos, arrastrándose hasta la que antes había sido su cama, dejándose caer con pesadez y buscando su teléfono entre los cojines. Extrañaba pasar tiempo allí, pero sabía que no era agradable tener que limpiar la sangre del papel tapiz o las sabanas, reconocía que su jaula era más adecuada para la clase de persona en que se había convertido.
— Incluso ellas son más felices que yo...— lamentó, bajando rápidamente por las publicaciones del trio de villanas que habían intentado ayudarla hacia tanto tiempo, envidiándolas por esa relación tan fuerte y libre que tenían, añorando una amistad tan sincera en su vida— ¿Quién...?
En una de las publicaciones de Devika, de forma casi imperceptible, pudo ver una cabellera amargamente familiar. Los detalles rojizos la hacían destacar entre la multitud, casi como si ese fuese su objetivo. Parecía acechar igual que un cazador, aunque no a la joven demonio, más bien estaba centrada en un joven de apariencia normal, cuya vitalidad le daba envidia. Entonces recordó lo que Flug le había explicado aquel día en que la conoció.
Decidió teclear su nombre, por mera curiosidad, deseosa por saber algo más acerca de su misterioso ser. La curiosidad la estaba moviendo en aquel momento ¿Qué hacía ella en un lugar público si cazaba almas? Creía que sería más prudente permanecer oculta, sin embargo, todos los resultados eran iguales: una mata de cabello oscuro, acentuado por el brillo rojizo de algo invisible, siguiendo a una persona.
— Dark Blood...— susurró con un rencor del cual no conocía su origen, estrujando con fuerza el teléfono, logrando agrietar la pantalla. Siguió bajando por los resultado hasta dar con algo inusual, una foto diferente a todas en las que se hacía mención de su nombre. Allí, en su teléfono, no estaba en rostro burlón de la cazadora de almas, tampoco sus ojos brillantes o la cicatriz en su mejilla, la imagen mostraba a una chica de cabello y ojos oscuros, con una mueca de estar cansada de vivir y la más humana de las apariencias, con una única frase en la parte de abajo "¿Confiarías tu deuda con el sombrero a una humana?"
ווווו
No creía haber gritado tan alto en su vida, y no creía que volvería a ser capaz de hacerlo. Pudo escuchar el aleteo de las aves en la distancia, mientras se cubría la boca sobre la bolsa, horrorizado. Podía escuchar su corazón latir con fuerza, golpeando en su pecho con la intención de escapar, de abandonar su cuerpo y permitirle morir en paz.
— ¡Esto es imposible! — chilló entre temblores y el miedo, intentando procesar lo que había visto. Había cedido a su curiosidad, había tomado el ecógrafo que tenía guardado y había descubierto que era lo que le estaba causando tantos problemas— No, no, no, no, esto... ¡Esto no puede estar pasando!
Tenía ganas de llorar, de gritar, de detener el tiempo para poder entender que estaba pasando. Necesitaba entender que estaba pasando ¿A caso lo había leído mal? La imagen de un ecógrafo no era fácil de leer, pero no había forma de equivocarse, no con lo bien que conocía la anatomía humana.
— El dolor...— comenzó a retroceder, presa del pánico, sintiendo que la garganta se le cerraba y las manos se le dormían, queriendo huir de aquella imagen congelada en el monitor, mostrándole algo que creía imposible— N-no.. no es un tumor... es... es un...
Una arcada, más fuerte que la de la mañana, interrumpió sus palabras, obligándole a correr al baño, abandonando atrás cualquier pensamiento racional. Se sentía frágil, como si un toque pudiese romperlo. Le temblaba todo el cuerpo y las lágrimas habían empezado a traicionarlo ¡¿Cómo era siquiera posible?! Aquella cosa...
— Un parasito...— susurró con miedo, apoyándose contra la pared, tratando de calmarse un poco, buscando una fama de explicarse lo que había visto, lo que estaba pasando— ¡Es un parasito! Pero... ¿Por qué se ve humano...?
No había dudas, la imagen era aterradoramente clara, era un embrión de no más de dos meses, un criatura que no debería estar allí, que no debería ser capaz de existir en su cuerpo. Se dejó caer hasta acabar en el suelo, con las lágrimas aun bajando por sus mejillas y un incontrolable temblor en todo el cuerpo. Estaba aterrado, al borde de un ataque de pánico.
— ¡¿Cómo es que un feto sobrevivió dentro de mí por dos meses?! — todos sus conocimientos de biología, de genética, todos parecían tan falsos ante aquella imagen, parecían simples mentiras dichas por un niño para gastar una broma— Y...¡¿Y cómo llegó allí?!
Permaneció allí, sentado, llorando en silencio, intentando calmarse antes de decidir qué hacer, intentando pensar. Aquella... criatura no podía estar en su interior por mera casualidad, debía haber una explicación para ello, siempre la había, por más irreal que fuese la situación, siempre hallaba una explicación, y aquella cosa no sería la excepción a la regla.
— Si realmente es...— sintió nauseas ante lo que estaba pensando, llevando una de sus manos a su vientre, queriendo calmar un poco los deseos de volver a vomitar— Un... un bebé... eso quiere decir que...
El peso del mundo se le vino encima al instante, abofeteándole de una forma muy cruel, presentándole las consecuencias de haber elegido a Black Hat como su pareja. No podía creer que eso fuera obra suya, ni que lo hubiese hecho sin su consentimiento. Estaba seguro que el eldritch sabia la verdad, que simplemente actuaba con desinterés por ser esa su naturaleza, sin embargo, ni él era tan tonto, no podría fingir desconocimiento si aquella cosa le estaba causando tantos problemas.
— No pudo querer un hijo... lo habría pedido...— había comenzado a divagar, a buscar la explicación que tanto necesitaba. A tratar de procesar la sobrecarga de información que había recibido— Habríamos usado la incubadora... esto... esto fue un accidente.
La idea no hizo más que revolverle el estómago de nuevo. Nunca había tenido que preocuparse por embarazar a alguien por un descuido, le habían rechazado las veces suficientes como para estar seguro de ello. Ahora, habiendo superado esa época de su vida, estaba delante de una situación que nunca creyó que tendría que enfrentar. No podía dejar de temblar, de escuchar su corazón en los oídos, deseoso por escapar.
— Es imposible que pensara en mi... en mi para gestar a su primogénito...— odiaba admitirlo, odiaba decirlo en voz alta, pero sabía perfectamente que había mejores candidatos para tal tarea; no solo mujeres, también hombres que podían adaptar su cuerpo, que podían cambiar para tal fin. Él era un simple humano, uno frágil e inútil al lado de todos los seres que podrían haberse ofrecido.
Acarició la piel de su vientre con el pulgar, tentándose a deshacerse de él, a anticiparse a las órdenes de Black Hat y prevenir un malentendido que regresase su relación al principio, a cuando no había más que abuso físico y verbal hacia él. Sin embargo, no quería hacerlo, había tanto que podía aprender de aquella criatura, tanto que Black Hat nunca le diría. No podía simplemente deshacerse de un organismo, así como así.
— Pero... ¿Qué le pasara a mi cuerpo? — las lágrimas habían vuelto a recorrer sus mejillas, a formar pequeños charcos en el suelo; se abrazó a si mismo con miedo, intentando controlar el llanto que ahora retumbaba en las paredes— Yo... n-no estoy hecho para esto... es una locura... n-no puedo... no puedo dar a luz a un niño...
Quería dejar de llorar, de sentirse débil y miserable, de sentir que había vuelto a cuando se escondía en los baños a llorar, con la esperanza de que no le encontrase y le intentasen ahogar en el inodoro. Necesitaba dejar de llorar, de permitir que el sentimiento lo consumiese.
— No puedo... no quiero decirle a Black Hat... no hasta pensar en algo...— balbuceaba sin sentido, apretando los ojos y los dientes. No quería tenerle miedo, no quería sentir que le volvería a hacer daño, pero no podía evitarlo, había tantas memorias de tiempos pasados, cuando aún le golpeaba y le reclamaba por sus errores, cuando le decepcionaba... simplemente dolía mucho— Debo saber... cómo es que t-tu... que tu fuiste creado...
Le parecía irónico estarle hablando a la única cosa que, en aquellos momentos, podía arruinar su vida. No quería encariñarse, no quería formar un lazo a pesar de saber que estaba en su interior. Ese parasito... ese bebé era un obstáculo, un Blache que podía sacarle del camino y ponerlo de regreso en la vida que había tenido antes, regresarle a la época en la que cualquiera podía lastimarle y en la que no había nada más que trabajo entre el eldritch y él.
— Lo resolveré...— afirmó, aun presa del llanto, jadeando entre profundos suspiros, buscando calmarse, buscando volver a pensar con coherencia— Y entonces le diré... le diré que tendrá un heredero... So-solo espera un poco... ¿Sí?
ווווו
La noche había caído hacia horas, la mansión estaba en un sepulcral silencio, uno que no se había sentido en meses. Cada pasillo, cada habitación, parecían embrujados, congelados en el tiempo del olvido, intentando escapar del paso del tiempo. Sus ocupantes apenas lo habían notado, sin embargo, el cambio estaba allí, asechando en la sombras, igual que su amo, a la espera del momento justo para atacar.
Black Hat no podía dejar de pensar en cómo todo parecía más extraño, no solo Flug, la mansión, Demencia y la misma isla estaban cambiando de una forma que le molestaba, como si el susurro de un mal presagio se cerniese sobre todo lo que alguna vez había tocado. Quería creer que era su imaginación, o una broma barata de White Hat buscando distraerle, pero se sentía demasiado real como para asumir eso.
Se deslizó por los pasillos sin preocuparse por nada, seguro de que aquella corazonada no lo afectaría en un tiempo. Se deslizó hasta llegar a la sala de instrumentos en la que guardaba el órgano de tubos que tantas veces había empleado para espantar. Decidido a dejar de pensar, por aburrimiento, se sentó delante de las teclas y comenzó a deslizar los dedos sobre estas, entonando una melodía que no tardo en reemplazar el ambiente extraño por el sombrío que solía tener la mansión.
Fuera lo que fuese aquel presentimiento, lo mejor sería ignorarlo un poco más.
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Yo espero que, ahora que son vacaciones, este ritmo de capitulo semanal me permita avanzar más que los capítulos cada dos meses a los que nos hemos acostumbrado.
En fin, no sería raro tampoco que me tomase eternidades volver, yo estoy segura que ya le temen a las actualizaciones frecuentes, porque siempre son seguidas por largos periodos de hiatus. A los dioses pedimos que eso no pase.
¿Cómo están? Yo feliz, porque este capítulo llevaba toda la semana dando vueltas, esperando a que me diese por escribir. Y realmente lo ame. Aunque empiezo a sentirme muy perra con Flug y Demencia, todo sea dicho.
Por voto popular se va a crear un banco de abrazos para Demencia. Deposita aquí tus abrazos y pronto veras como se multiplican en felicidad para la lagartija. (Valido también para Flug)
Voy a confesar que, antes de venir a México, no entendía el "bolsa de torta" luego aprendí que las tortas que yo conozco son diferentes y todo cobró sentido de la nada. Gracias México, por culturizarme un poco más.
Realmente espero que les haya gustado, es la primera vez que hago referencia a un capítulo completo del comic y me siento muy feliz.
Nos leemos luego :)
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