•Capítulo 31: Sueños y pesadillas•
Saludos cordiales, villanos.
¿Cómo los trata la vida? A mí me está yendo bien, por ahora. Terminé súper bien mi semestre, ya tengo la carta que tanto esperaba y estoy bastante feliz con como la historia está yendo, así que vamos con el capítulo de hoy.
No hay mucho que decir esta vez; quiero repetirles el pequeño dato acerca del suelo REM, solo para refrescar su memoria. Normalmente no haría esto, pero a mí me tomó mucho aprender acerca de las fases del sueño y quiero que ustedes también aprendan al respecto.
Todos saben lo que son, ¿No? Proyecciones del subconsciente, manifestaciones de miedos o deseos, recuerdos o premoniciones. Se presentan de muchas formas, pero ¿Saben en qué fase del sueño se producen? Para los que no sepan, el sueño se divide en dos fases con nombres fáciles de recordar: REM y no-REM.
Hablemos de sueño REM (o MOR en español), que es el que nos interesa. En esta fase, hay presencia de actividad cerebral elevada, cuya manifestación física es un movimiento ocular elevado (de allí sus siglas).
Está actividad es similar, de cierta forma, a la que se presenta cuando estamos despiertos o en estado de adormecimiento. Durante esta faceta, el cuerpo se encuentra totalmente inmovilizado, salvó por los ojos y el diafragma.
Es en esta faceta donde se presentan los sueño (y pesadillas) que están directamente asociados con la actividad cerebral, así como la capacidad para recordarlos; también es usual que se presente un aumento de la actividad fisiológica, lo que aumenta el ritmo cardíaco, la presión arterial y el ritmo respiratorio, lo cual puede causar erecciones.
La función de esta faceta del sueño no es muy clara, sin embrago, se sabe que durante ella se procesamiento la información, se fijan recuerdos y se trabaja lo aprendido durante el día.
Ya con la mente más fresca, vamos a hablar de algo un poco más delicado. Me refiero a la ansiedad; explicaré generalidades, debido a que son los puntos comunes de cada caso particular. Espero hacer una digna representación de quienes padecen este desorden.
La ansiedad se define como preocupación y miedo intensos, excesivos y continuos ante situaciones cotidianas. Es posible que produzca taquicardia, respiración agitada, sudoración y sensación de cansancio.
La ansiedad puede ser normal en situaciones estresantes, como hablar en público o realizar una prueba. La ansiedad es solo un indicador de una enfermedad subyacente cuando los sentimientos se vuelven excesivos, en todo momento e interfieren con la vida cotidiana.
El trastorno de ansiedad generalizada consiste en la presencia de un estado de preocupación y nerviosismo excesivos en relación con diversas actividades o acontecimientos. En la mayoría de las personas el trastorno tiene un curso fluctuante, con empeoramiento en periodos de estrés, y persiste a lo largo de muchos años.
Las personas con trastorno de ansiedad generalizada experimentan un estado de preocupación o malestar constante que les resulta difícil de controlar. La intensidad, frecuencia o duración de la ansiedad y de las preocupaciones son desproporcionadas en relación con las posibles consecuencias que la situación puede acarrear.
Las preocupaciones son de carácter general y pueden referirse a diversos temas, si bien es frecuente que con el tiempo vayan pasando de un tema a otro. Entre las preocupaciones habituales se incluyen las responsabilidades laborales y familiares, el dinero, la salud, la seguridad, las reparaciones del automóvil y las labores domésticas.
Entre las consecuencias de la ansiedad están las pesadillas, normalmente relacionadas con el actual detonante de las preocupaciones de la persona. Los síntomas de un ataque de ansiedad son similares a los de un ataque cardíaco, motivo por el cual suelen confundirlos. Entre estos se incluye: dolor en el pecho, sudoración, respiración irregular, sensación de muerte, náuseas y mareos; sin embargo, no todas las personas experimentan del mismo modo un ataque de ansiedad.
Bueno, con eso sería todo. Repito, no soy experta, por lo que espero poder representar apropiadamente está parte de la vida de muchas personas. También quiero disculparme en caso de aquel alguien se sienta afectado de alguna forma por lo que voy a escribir a continuación.
⚠️ Este capítulo contiene escenas de naturaleza sádica y ligeramente aterradora. Por favor, lean con precaución.⚠️
Sin más que decir, disfruten la lectura.
Ver la inusual... benevolencia con que Black Hat había tratado a Demencia después de aquel día de ausencia no podía resultar más desconcertante para el joven científico. Había escuchado, desde fuera de la oficina, como permitía a la joven pronunciar algunas palabras antes de gritarle, sin embrago, no había escuchado los usuales gritos de terror que implicaban un castigo suyo, tampoco había percibido el cambio en la pesada energía ni el fuerte olor a sangre que ya parecían habituales cada vez que la joven alebrije cometía un error.
Esperó con paciencia fuera de la oficina del villano, escuchando y sintiendo que las cosas no estaban en orden, hasta que vio salir a la chica, con el cabello enmarañado y manchado de sangre, múltiples heridas profundas y una sonrisa a medio camino entre la agonía y la satisfacción plasmada en el rostro. Tras ella, con su usual elegancia, el demonio dejó su oficina atrás, observando con desagrado a sus dos subordinados.
— Demencia deberá partir está noche a cumplir con el pedido de Nightmare Prinxe— ordenó con una voz sin emociones, caminando por el pasillo en dirección opuesta a la del laboratorio, llevándose consigo cada sombra producida por las luces que entraban desde fuera— Ya le hemos hecho perder mucho tiempo. Si surge un contratiempo, no tendrán oportunidad de correr.
Flug, que alternaba su mirar entre el mal estado de la joven y su jefe alejándose por el pasillo, intentaba decidir que era más aterrador en esos momentos, si la falta de emociones en la voz del demonio o su amenaza. Tenía que llevar a Demencia al laboratorio para dejarla en condiciones de cumplir con su labor, y no estaba seguro de querer intentarlo.
— ¿Puedes caminar? — preguntó al ver que 5.0.5 ya se hacía cargo de ponerla en pie, sirviendo como apoyo a la chica— Si no, podemos llevarte nosotros pero~ una ensangrentada mano se estampó contra la bolsa de papel, dejando la marca de su palma en medio de lo que se suponía era su rostro.
— Puedo moverme perfectamente, Nerd— gruñó, intentando dar un paso al frente, tambaleándose y volviendo a los brazos del oso, que no ocultó su preocupación por su hermana mayor— Mierda... ¿Por qué hay dos tu?
Flug suspiró sin saber muy bien que hacer. Tenía que detener la hemorragia, inyectar un antídoto al veneno del demonio y curar sus heridas, todo antes de la caída del sol. Y para lograrlo, primero debía llevar a Demencia al laboratorio, no podía curarla en el pasillo y utilizar la oficina del Villano para tal fin sería visto como insubordinación, aún si no estaban desobedeciendo las órdenes del eldritch.
— Quinientos Cinco, por favor lleva a Demencia al laboratorio— pidió con la voz más amable que tenía, acariciando el rostro del animal y ayudándolo a sostener a una joven alebrije a poco de desmayarse— Yo iré en un instante, no te preocupes por mí.
Pese a sus palabras, el oso se alejó por el pasillo con una sensación desagradable en la boca del estómago y un cosquilleo en el pecho, que le hacía tener más y más pensamientos aterradores sobre lo que el demonio podía hacerle a Flug.
El chico se coló al interior de la oficina, cuidando sus pasos para no ser descubierto, en busca de las cosas que había perdido Demencia en el duro proceso de ser reprendida. Trozos de su media, del guante largo y del hoodie de lagarto se hallaban por todas partes, algunos en charcos de sangre y otros simplemente despedazados. Recogió todo lo que le fue posible, y ordenó a un Hatbot-ler que se hiciera cargo de la limpieza de la habitación. En cuanto todo estuvo a cargo del robot, sintió que podía ir tranquilamente a encargarse de la joven.
Se hizo cargo de curar a la joven de forma distraída, reaccionando solo a las mordidas que le proporcionaba la chica cuando, por alguna razón, sentía que debía advertirle. Demencia detestaba los desinfectantes, el escozor que producían y su aroma, pero no podía huir en el mal estado en que se encontraba, por lo que simplemente mordía las manos de Flug para recordarle lo mucho que odiaba ser atendida así.
— ¡No aprietes tanto, Nerd! — chilló la joven al sentir como la sangre luchaba por fluir a su mano, bajo los vendajes que Flug estaba colocando en su muñeca— ¿No te parece que bastante tengo ya con los cortes de sus garras?
Flug alejó un momento las manos de los vendajes que estaban cubriendo el antebrazo de la chica, repasando rápidamente las sutiles marcas que había dejado la fuerza con que los apretaba. Con un suspiro de cansancio, aflojó la venda y se disculpó suavemente. Al terminar, y estar seguro de no haber apretado de más, colocó un clip de seguridad y permitió a la joven bajar de la plancha metálica en que se encontraba. Todas sus heridas visibles ya estaban curadas, faltaban aquellas que no estaban al alcance de su vista.
— ¿No tienes ninguno más? — cuestionó, esperando que la respuesta fuera negativa y pudiera atender sus propias heridas, que ya cubrían parte de su antebrazo.
— Nop ¡Todo listo! — celebró con una energía renovada la chica, girando sobre sus talones, demostrado al muchacho que ya se sentía y se veía mejor— ¿Puedo irme ya? Tengo sueño.
— Me temo que no, Demencia — retiró los guantes de sus manos, suspirando con resignación al ver las múltiples mordidas que cubrían su piel— Debes cambiarte y estar lista para partir. Nightmare Prinxe ha solicitado un servicio de conquista y tú eres la encargada de dirigir y supervisar el proceso hasta que haya sido completado.
— ¿Qué la enorme oveja no puede sola? — chilló con molestia en la mirada, cruzando los brazos y mascullando entre dientes maldiciones que el científico era incapaz de escuchar— ¡¿Y que si digo que no quiero ir?!
— Bueno... supongo que tendré que comenzar a buscarte un reemplazo— había un tono de burla en voz del muchacho que desconcertó a la joven; era cruel, casi sádico, y eso no era muy normal en él— Es una orden de Lord Black Hat, y sabes bien que desobedecer es una sentencia de muerte.
A regañadientes, y con múltiples maldiciones, la joven Alebrije restauró su habitual atuendo, lamentando la pérdida de otro de sus hoodies de lagarto. Flug la instruyó en cómo llegar al palacio, como guiar a los robots y lo que debía hacer en presencia del ser que había solicitado sus servicios, aburriendo a Demencia al punto de quedarse dormida.
— ¡Demencia! — chilló al notar la nula atención que la joven le estaba dando, contando mentalmente hasta diez para mantener la calma— Solo vete y cumple con tu trabajo. Y no metas la pata.
— Yo nunca cometo errores— se regocijó con orgullo, arrebatando el control de los Hatbots y preparándose para partir, tomando también la mochila con provisiones que el oso había preparado para ella— ¿Puedo irme ya? No quiero estar cerca cuando ustedes dos empiecen a darse besos y a quererse delante de mí.
— Oye, lo siento ¿Sí? — Flug, harto del infantil actuar de Demencia, le abrió el portal al mundo de la criatura azulada, lanzando una disculpa exasperada— Yo no quise esto, y te puedo asegurar que tú tampoco lo quieres. Pero no hay nada que podamos hacer, no podemos obligar al único ser en todo el universo que no siente amor, a querer a uno de nosotros. Simplemente resignarse y cumple con el papel designado, tal como hice yo.— podía sentir las lágrimas acumularse en sus ojos, aún si no sabía por qué estaban allí, podía sentirlas nublar su vista y traicionar su ira— Ahora largo, vete a trabajar antes que Black Hat nos mate a ambos.
Sin palabras en respuesta, Demencia cruzó el portal y desapareció, seguida por el ejército de robots que ahora según sus órdenes. Solo entonces, al estar solo, Flug dejó que esas lágrimas bañaran sus mejillas. Quería creer que lloraba de frustración, pero la verdad es que no tenía idea de que motivo había tras su llanto. Se quitó la bolsa para limpiar los rastros que quedaban marcados sobre su piel, viendo finalmente la marca de la mano de la chica sobre el papel, en un color óxido, propio de la sangre seca
— Ugh, lágrimas y sangre— burló con cierto tono irónico en la voz, desechando la bolsa y tomando una nueva, observándola entre sus manos por un rato, sin tener realmente deseos de utilizarla— Hay días en los que me preguntó si vale la pena usar esta cosa.
— Mas vale que eso no implique la desobediencia a una de mis órdenes, doctor— un escalofrío recorrió su espalda al sentir la gélida respiración del villano en su nuca, acompañada de una húmeda caricia, cortesía de la larga lengua del demonio— Por qué, de ser así, estoy más que dispuesto a castigarlo.
— Cla-claro que no, señor— logró pronunciar entré un jadeo ahogado y un chillido de sorpresa atorado en su garganta— Yo so-soy incapaz de desobedecer.
— Eso me complace, doctor— Black Hat recorrió con calma los brazos del científico, acariciando sus hombros y bajando hasta sus manos, repasando con las yema de los dedos la mordidas que Demencia había dejado momentos atrás, limpiando suavemente la sangre que aún brotaba y, finalmente, tomando la bolsa de papel que aún sostenía el muchacho— Ahora que sabemos dónde está Demencia, sugiero que retome su trabajo, doctor. No tenemos tiempo que perder.
Antes de colocar la nueva bolsa sobre su cabeza, le giró suavemente y besó con voracidad sus labios, deleitándose con el dulzor de su saliva. Flug maldijo la bolsa sobre su cabeza en el momento en que está se volvió la barrera que lo separaba del amargo veneno al que se había vuelto adicto. Con una sonrisa pícara, el eldritch se dio media vuelta y chasqueó los dedos, organizando la apariencia del muchacho.
— Y si no está muy agotado al terminar, podríamos divertirnos un poco— invitó antes de retirarse con un elegante y silencioso caminar, dejando a solas a Flug y todas las sensaciones que sus palabras y sus labios causaban en él.
ווווו
Flug se lanzó con pesadez a la cama dispuesta en el interior de la cápsula, sintiendo como el cuerpo lentamente dejaba de responder a sus órdenes. Se sentía sumamente agotado, aún si no había hecho realmente mucho aquel día, sentía como si hubiera sido uno de los peores. Sin siquiera quitarse la bata, o la bolsa, presionó el botón que activaban la cápsula criogénica, observando por última vez la quemada foto de su familia, entregándose al cansancio sin más.
Los claros pasillos a mi alrededor tenían un aire familiar que me daba náuseas ¿Dónde estaba? Las paredes estaban plagadas de fotos familiares cuyos rostros desconocía y las puertas, pocas en comparación con las de la mansión, parecían personalizadas, decoradas de tal modo que nadie confundiese su habitación con la de otro.
Avancé por el pasillo hacia el lugar más claro que había, acariciando los cristales que cubrían las fotos, buscando una pista de los rostros; la puerta de la primera habitación era pálida, un rosa claro muy pastel y desagradable para mi gusto. Sin embrago, era bonita. Empujé con cuidado la madera, escuchando el sutil chillido de las bisagras abriendo la puerta lentamente. Un escalofrío recorrió mi espalda al descubrir, tras la belleza de aquella puerta, un cuerpo suspendido del techo, colgando de un cuerda y danzando al compás que marcaba el viento desde la ventana.
Sus ojos estaban abiertos, completamente abiertos, observando todo el entorno, apagados y muertos, pero tan fijos que aún podía sentir como penetraban mi alma con cada vuelta que el cuerpo daba. A la tercera o cuarta vez que esos fríos ojos me observaron decidí retroceder, perturbado por como hurgaban en mi alma. Grave error. En cuanto la madera crujió bajo mis pies, como si de un interruptor se tratase, el cuerpo se movió, siguiendo mis movimientos. En cuanto estuve completamente fuera, la cuerda y el viento lo enviaron hasta mí, con los brazos extendidos y un gritó infernal que me heló la sangre.
— ¡NO! — chillé cerrando de golpe la puerta, escuchando el sordo golpe que el cuerpo se dio contra la madera, con el eco del grito aun retumbando en el interior. Con el pulso acelerado y una horrible sensación en la boca del estómago, me aventuré a la segunda puerta, esperando ver algo que mejorase mi estado mental y anímico.
La madera estaba pintada de colores brillantes, verde ácido como el cabello de Demencia y un púrpura igual de saturado. Repetí la acción para abrir la puerta, empujando suavemente, ahora con más cautela que antes. Allí, nuevamente un cuerpo, está vez inerte en el suelo, con las muñecas surcadas por un solo tajo, vertical, rodeadas por charcos de una brillante sangre carmesí. En las paredes, había palabras dibujadas con la misma sangre que se esparcía por todo el cuarto. Palabras inentendibles y un olor lo bastante fuerte como para hacerme sentir náuseas. Estaba acostumbrado al hedor de la muerte, pero aquello superaba todo lo que conocía.
Cerré sin pensar la puerta, azotándola contra el marco y apoyándome en ella para que nadie pudiera abrirla desde dentro. Tenía la frente perlada en sudor y una capa de lágrimas ya marcando mis mejillas. Algo estaba jugando con mis nervios, y no me gustaba en lo más mínimo. Antes de poder separarme y seguir mi camino, algo filoso atravesó la madera y me pincho la espalda.
A nivel de mi cadera, como una aguja, se asomaba la punta del cuchillo que había cortado las venas de quien estaba antes adentro. No necesité abrir la puerta para saber que ya no era más el cuerpo sin vida que me había recibido al principio.
La tercera puerta era naranja, pintada a modo de calabaza de Halloween. Sentí el corazón darme un vuelco y el estómago encogerse en mi interior al imaginar, o asumir, lo que iba a encontrarme. Volví a abrir lentamente, temblando cada vez más, al notar las manchas de salpicaduras en las paredes. Lo que imaginé era justo lo que me recibió del otro lado: una cabeza separada limpiamente de su cuerpo.
Sentí una arcada ascender por mi esófago al solo imaginar la fuerza que se requerirá para lograr tan buen corte ¿Qué clase de ser había hecho eso? Las arcadas continuaron a medida que detallaba más la escena. No sólo era la cabeza, también los brazos y las piernas se hallaban cercenadas, colgando de ganchos de carnicería, mientras el tronco permanecía en una plancha metálica, abierto a modo de autopsia y carente de un corazón.
La respiración se me salió de control al ver la cabeza buscarme, parpadear y llamar mi nombre. "Kenning... Kenning..." susurraba sin cesar, ordenando a los brazos estirarse para alcanzarme.
Corrí por el pasillo sin cerrar la puerta, intentando alejarme. A cada paso que daba, podía escuchar como la madera de las otras dos habitaciones cedía y permitía a aquellos cuerpos perseguirme. Aunque corría, no me alejaba, no lograba poner distancia entre esos monstruos y yo. Más bien, ellos lograban acortar la distancia mientras intentaba luchar por mi vida.
Ante mí, por arte de magia, se mostró la última puerta que había visto. Era negra, elegante y peculiar. Los detalles en vino tinto y rojo oscuro la hacían aún más hermosa. La abrí con rapidez, colándome en el interior y rogando por no ver algo peor que aquellos zombis.
Dentro, a diferencia de las otras, no había muerte, había solo oscuridad. Una infinita oscuridad que se tragaba la luz del exterior. Retrocedí no queriendo ser engullido por la negrura de aquel vacío, sin embrago, en cuanto puse un pie fuera, la oscuridad me rodeó y retuvo, comenzando a detener mi escape, arrastrándome al interior.
— ¡Espera! — chillé sin saber por qué, luchando contra lo que me arrastraba, escuchando a mi espalda el caminar de los muertos que venían por mi— ¡No! ¡No quiero morir!
Antes de poder hacer algo, la oscuridad me trago y cerró la puerta tras de mí, encerrándome en el vacío sin luz.
Despertó con la frente perlada en sudor, el corazón en la boca y una horrible necesidad de vomitar lo poco que había comido. Se sentía confundido, mareado y asqueado. Esas escenas... le eran desagradablemente familiares, y no deseaba saber de dónde. Agradeció tener programado un control de signos vitales en la cápsula, mientras su respiración regresaba a la normalidad. ¿Cómo se suponía que regresara a dormir después de eso?
— ¿Mala noche, doctor? — la rasposa voz del demonio se hizo escuchar en la oscuridad, sobresaltado al científico, que sentía como todo su cuerpo temblaba de miedo— Parece que sí.
— Se-señor...— tenía los ojos llenos de lágrimas, que escurrían por su mentón y dañaban la bolsa. Una calidez se instaló en su pecho al ver la sombría figura del eldritch en la oscuridad, le alegraba saber que aquello verdaderamente solo había sido una pesadilla— Y-yo... yo...
Black Hat no supo decirse a sí mismo que acercarse no era lo apropiado, porque quería confirmar el estado del muchacho. Flug parecía realmente aterrado, y eso era ciertamente difícil. El humano estaba acostumbrado a las pesadas bromas que constantemente le jugaba, a sus repentinos cambios de humor y los momentos de ira que solían desatar desastres. También trataba con los villanos más temidos del mundo ¿Qué podría asustarlo al punto de llorar sin control? ¿Qué había en su mente que lo orillaba a temblar como gelatina y quedar sin habla? Deseaba saberlo. Genuinamente deseaba saberlo....
En cuanto estuvo junto a la cápsula, sin importar lo riesgoso que fuera, Flug tomo la oportunidad y saltó hacia él, abrazándolo como si la vida se le fuera en ello, temblando y sollozando sin control, aferrándose desesperadamente a la única criatura que, en esos momentos, parecía querer escucharlo. Black Hat no se movió un milímetro; permaneció estático hasta que Flug resolvió soltarlo y dejar de llorar, momento en que el eldritch pareció volver en sí.
— M-me disculpo, señor— atinó a susurrar, quitando la inútil bolsa y limpiando las lágrimas con la manga de su bata, procurando no parecer demasiado vulnerable ante el villano— Yo... yo aún no sé manejar... manejar muy bien las pesadillas. Hace una vida que me acosan... pero sigo sin poder... sin poder manejarlas.
— Ugh, te vez patético— soltó sin cuidado, acompañando sus palabras con una mueca de asco. Gesto que hizo a Flug sentirse aún peor— No pongas cata de víctima, tarado. Este no es el momento para hacerte el sufrido y buscar consuelo.— desvió la mirada hacia el muro de fotos del muchacho, sabiendo que mucho de lo que causaba los problemas de sueño en él eran aquellos borrosos recuerdos del pasado, haciendo su mejor esfuerzo por articular bien las palabras que rondaban su cabeza— Si tanto... quieres eliminar esos sueños... Ugh... pues duerme en mi habitación entonces.
El castaño hacía un esfuerzo por procesar aquellas palabras, por convencerse de que no soñaba. Black Hat tenía la mirada fija en las quemadas fotos de su familia, por lo que no podía saber si lo observaba o no. Lo que si podía decir sin problemas es que estaba a la espera de una respuesta. ¿Usar su cama para dormir? Bien podía simplemente ser otro modo de quebrar su voluntad y someterlo a sus deseos, pero... en ese lugar no soñaba, no tanto como en el laboratorio. En ese lugar, sus sueños se limitaban a un repaso de cosas del día y momentos tranquilos. Eso con la suerte de soñar. ¿Por qué no... hacerlo por sí mismo?
— Si realmente puedo hacerlo...— comenzó, tomando la mano del demonio, que descansaba al costado de su cuerpo, llevándola hasta su pecho, bajo la confundida y curiosa mirada del eldritch— ...entonces deseo hacerlo. Deseo dormir en su cama, señor Black Hat.
Podía sentir las mejillas rojas de la vergüenza, pues sus palabras fácilmente tenían doble sentido; esperaba que el villano no lo notase y usase a su favor. Mientras Flug se moría de vergüenza, Black Hat se centraba en el latido del corazón del muchacho ¿Por qué estaba tan acelerado? ¿Se debía a que seguía aturdido o a que acababa de decirle, indirectamente, que quería tener sexo con él?
Chasqueando los dedos, aún perdido en el veloz corazón del humano, los llevó a su habitación, conservando intacta la posición que mantenían.
— No te acostumbres, Flug— susurró al besar sus labios, empujándolo del pecho para recostarlo entre las mantas— solo será una medida temporal.
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No puedo con el hecho de que este capítulo tiene exactamente 3.400 palabras. Nunca había escrito algo con palabras cerradas.
Me cuesta creer que esto lo escribí apenas el diciembre pasado, dioses... el tiempo en verdad vuela. Recuerdo que por esos días mi sueño de conocer México iba a hacerse realidad finalmente, t estaba tan feliz que solo quería escribir.
En verdad disfrute mucho ese viaje, aunque no haya podido hacer ni la mitad de las cosas que tenía pensadas.
En fin, ¿Qué les pareció el capítulo? Yo estoy bastante complacida con el resultado, hacía mucho que no escribía nada medianamente Gore y, honestamente, lo extrañaba.
Muchas gracias por leer, votas y comentar, se aprecia montones.
Nos leemos luego :)
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