•Capítulo 28: ¿A quién elige?•
Saludos cordiales, villanos.
¿Saben lo frustrante que es que mi universidad no tenga semana de receso en octubre? ¡Me siento estafado! Pero, eso no me va a detener ahora mismo. Mi misión es olvidar el libro que acabo de terminar, escribiendo.
Bueno, pasando a la historia, quiero saber ¿De donde viene la solidaridad a Demencia? Porque hasta donde yo sé, no muchos PaperHat shippers apoyan a la hermosa chica lagarto. Me alegra, sin embrago, que la apoyen y le tengan compasión, porque ella es quien se lleva la peor parte de la relación con Black Hat.
Entonces, hablemos de algunas cosas relacionadas con ella ¿Les parece? Porque a fin de cuentas, ella también hace parte de la historia.
En primer lugar, su nombre. Personalmente lo considero un poco peculiar, tomando en cuenta los rasgos de personalidad que posee. La demencia es el término empleado para referirse a un grupo de enfermedades degenerativas, que causan un deterioro (por lo general) en la memoria de la persona. Hay diversos tipos, si, pero todos ellos manifiestan en algún punto un deterioro cognitivo. Es decir, en algún punto de la enfermedad, el habla, la memoria o la capacidad de ubicación se verán afectadas irreparablemente.
Como bien sabemos, Demencia no sufre un deterioro notable de sus capacidades cognitivas; buscaba una forma apropiada de entender a Demencia, y me encontré con la superdotación intelectual. Se trata de un talento innato, asociado con el coeficiente intelectual, para ciertas áreas (si no todas). Las personas con superdotación intelectual, a diferencia de aquellos que aprenden una habilidad por medio de la práctica, tienen talento natural para diversas actividades.
Lo interesante de esto es la clasificación, pues depende de cómo y en qué áreas se manifiesta con mayor fuerza dichas capacidades. Una de estas es la superdotación con algún tipo de afección psiquiátrica, usualmente esquizofrenia. Este grupo está dentro de la clasificación reservada para personas con un CI superior a 140 puntos.
Son personas que, por lo general, usan sus capacidades para crear una barrera con aquello que los limita y así enfrentar los tratamientos regulares, manteniéndose lo más próximos a la realidad. De niños, asocian con suma facilidad los conocimientos adquiridos con el mundo que los rodea, gozan de una rapidez para el aprendizaje significativa, así como unas habilidades comunicativas sobresalientes, siendo el habla elaborada y concisa muy característica de estas personas. Sin embrago, esta capacidad de entendimiento les lleva a no tolerar ciertos comportamientos, y al ser conscientes de sus altas capacidades responden de forma agresiva y mordaz.
¿Más adecuado con Dem, no? Ahora, sabiendo esto, permítanme explicarles un instante algo respecto a las camisas de fuerza. Porque creo que es importante saber el motivo por el cual visten a la chica así para dormir, según yo, la mayor parte del tiempo.
La camisa de fuerza es una prenda diseñada para inmovilizar a una persona y tiene como intención evitar que se haga daño o que lastime a otras personas; esta se usa en personas violentas o dementes.
Es abierta por detrás y se cierra con cintos y hebillas; las costuras se refuerzan con piel y las mangas, extremadamente largas, están cosidas en los extremos para retrasar y entorpecer el uso de las manos, las cuales se atan por la espalda de modo que los brazos se mantienen cruzados sobre el pecho. Tiene además una correa por la entrepierna para evitar que la chaqueta sea jalada hacia arriba, algunos modelos llevan al frente una correa por donde se pasan los brazos para evitar que intenten elevarlos y un cinturón de piel a nivel de la cintura abrochado también por la espalda.
Pese a esto, permite un grado mínimo de movimiento, incluido el caminar con libertad. Si bien esta diseñada para mantener a salvo al paciente, un uso prolongado puede causar dolor o heridas en la piel y entumecimiento en los brazos.
Bien, mi punto de relación entre ambos temas es que, si mi teoría de Demencia siendo una genio, pero con alguna enfermedad mental es acertada, la camisa de fuerza está allí para protegerla a ella y a quienes la rodean, debido al alto riesgo de ataque, relacionado con su problema psiquiátrico. También tendría que ver con esto el que a Black Hat, en su momento, se le saliera de las manos manipular la mente de la chica, tal vez no fuera él quien la daño, simplemente empeoró todo.
Bueno, dejemos aquí mi nota inicial, y pasemos a algo ligeramente más importante. Este capítulo es largo, y así mismo, tiene escenas que pueden resultar poco agradables a algunos lectores, debido a su naturaleza. No es Gore, pero incluir autolesiones no es algo que haga a menudo (recemos para que Wattpad no venga de pussy a borrar el capítulo). Por favor, lean con precaución.
La imagen en multimedia es propiedad de Cats-Dont-Draw.
Sin más, a leer.
Demencia se encaminaba hacia la oficina de su amado con pequeños saltos de alegría, lista para pasar un nuevo día a su lado y deseosa de obtener algo más que las ariscas respuestas de siempre por su afecto. La emoción de poder estar a su lado, entregándole cariño, la mantenían motivada para seguir adelante con aquella relación.
Se plantó delante de la puerta, observando con su amplia sonrisa la elegante madera tallada, se acomodó el cabello y la ropa, agradecida por poder usar algo diferente al que se había convertido en su uniforme de trabajo. Con un gran suspiro de amor, tocó suavemente la madera, esperando una respuesta del otro lado, que tardó varios minutos en llegar
— ¡Amor mío! — Celebró al entrar, maltratando por completo la puerta, que comenzó a restaurarse en cuanto el villano chasqueó los dedos— No sabes la falta que me hiciste ¡Te extrañe tanto!
Black Hat, en un esfuerzo al que no encontraba sentido, le ofreció una sonrisa forzada, que más parecía una mueca de disgusto, habitual para la lagartija, que veía simplemente una amorosa sonrisa de parte de su amado demonio.
Se subió al escritorio con una risilla ligeramente infaltil y, tomando la inciativa que Black Hat nunca tenía, decidio que seria bueno contarle acerca de sus días fuera de la mansión. Era una conversación que deseaba tener con alguien, y quien mejor que su amado villano para criticar a otros.
— Y esa zorra de Pokerface no paraba de decir tonterías— prosiguió sin escuchar antes la agresiva respuesta que tenía ya preparada el villano— Insistía en que no debía apostar sin cartas, o una tontería así ¿Quién se cree? Yo sé cómo jugar uno, ¡Ella no sabe nada de la vida!
Black Hat bufó frustrado, harto de escuchar las quejas sin sentido que lanzaba Demencia al aire, asumiendo que alguien la escuchaba en aquella oficina. Al menos agradecía no tenerla sentada en su regazo, buscando placer. Realmente no tenía deseos de lidiar con ese problema en aquel momento en el que su cabeza seguía pensando en como Flug le había rechazado.
— Y después los idiotas que creían que yo también era parte del premio, claramente tuve que romperles los brazos— el villano soltó un gruñido al notar el rumbo que tomaría la conversación, decidido a cortar el insensato relato que narraba la joven— Yo les decía que nadie podía tócame y...
La mano del demonio sobre su boca se sentía extraña, como si desease asfixiarla o robarle para siempre la voz. Por diversión, sacó la lengua y lamió la palma del guante, centrando su mirada en los ojos del villano, que no se molestó el ocultar la repulsión que aquello le causó.
— Gracias, por guardar silencio— jadeó con enojo el eldritch, levantándose de su silla, dejando atrás una pesada aura de ira incontrolable y un deseo afanoso de asesinar algo— Ahora, si no te importa, Demencia, tengo cosas que hacer.
— Oh, no es problema, puedo estar contigo tooodo el día, no tengo nada que hacer— Black Hat no supo si el escalofrío que le recorrió era el instinto asesino o la preocupación de tener que escuchar su irritante voz durante todo el día. Antes de que la chica comenzará a caminar, con el puño apretado, la levantó y estampó contra una pared, haciendo temblar todas las pinturas que allí descansaban— Ouch...
— Tienes rotundamente prohibido seguirme— su voz estaba distorsionada, molesta, sin embrago, su rostro mostraba otra cosa, una expresión que la joven nunca había visto y que creía que se parecía a la desesperación por evitar a alguien— Si te acercas a mí hoy, te mataré Demencia, te haré sufrir hasta que llores por morir ¡¿Queda claro?!
—S-sí, señor— le costaba tragar, no sabía si por la presión de la magia del villano o por el miedo. Antes de poder pronunciar otra palabra, se desvaneció en una sombra, que se arrastró por los pasillos hasta perderse por completo entre las habitaciones prohibidas para ella y todos los demás.
Demencia se sobaba la garganta, que aún ardía, observando con lágrimas en los ojos el pasillo al otro lado de la elegante puerta de madera, jadeando ligeramente y tratando de ignorar el nudo en la garganta que se le había formado. No recordaba la última vez que su amado demonio la había amenazado de muerte, había pasado mucho tiempo desde eso, y creía que ya no volvería a pasar ahora que eran pareja. Sin embrago... sus palabras estaban cargadas de odio, de una sed de sangre que creía reservada para sus mayores enemigos. Verlo así, escucharlo, le aterraba.
Con las piernas temblando, se encaminó al laboratorio, limpiando las pocas lágrimas que habían mojado sus mejillas y fingiendo que nada había pasado, dispuesta a preguntarle a Flug si sabía que andaba mal con su querido novio. Si alguien podía decirle, era él.
— ¡Oye nerd! — gritó en cuanto estuvo en las escaleras, sintiéndose tentada a romper las cosas que había por ahí descuidadas— Bolsa se torta ¿Dónde estas?
— Te he dicho que no me llames así— la reprendió el muchacho, que emergió de algún lugar entre los muchos robots que había dispuestos por todo el lugar, limpiándose los guantes en la bata— ¿Qué quieres Demencia? Estoy algo ocupado ahora mismo.
—¿Sabes que le pasa a mi amorcito? — preguntó directamente, sin rodeos o divagaciones, sentándose en una de las sillas y comenzando a dar vueltas con los pies extendidos— Está actuando raro de nuevo. Parece más... molesto de lo habitual ¿Le hiciste algo mientras me fui?
— Puedo asegurarte que es el mismo Black Hat que dejaste hace una semana— mintió, rodando los ojos para no ser descubierto, queriendo camuflar su sorpresa con el gesto de irritación de siempre— A lo mejor solo se levantó de mal humor.
— Pero ni en sus peores días me amenaza de muerte— protestó con un puchero, deteniendo sus giros para buscar la mirada comprensiva de Flug, que parecía genuinamente sorprendido por la acusación— Dijo que si lo seguía me haría rogar por mi muerte, y sabes que no bromea con eso.
— Bueno, no puedo decirte que le ocurre, tendría que hablar con él antes, y ahora mismo no puedo— se excusó con la chica, acercándose para acomodarle un poco la camiseta, que mostraba la tira del sujetador que llevaba puesto, queriendo subirle un poco el ánimo— A lo mejor es solo un poco de mal humor, ya pasará. Ahora, ¿Por qué no juegas un poco con Quinientos Cinco? Debe estar por ahí dibujando.
— Si, a lo mejor tienes razón— no estaba del todo satisfecha con la respuesta, pero el científico tenía razón, el humor del demonio no era fácil de entender, y variaba con cualquier cosa. A lo mejor solo estaba de mal humor y se había desquitado con la primera cosa que vio— Iré a buscar al oso.
Flug suspiró en cuanto la joven alebrije se fue, sabiendo que ahora tendría que lidiar con un problema similar, que energía de las sombras con una postura perfecta y sin hacer el más mínimo ruido. El villano se acercó hasta él, para rodearlo por la espalda y acariciar su vientre, lamiendo su cuello y buscando quitarle la bata.
— Señor, por favor ahora no— susurró en un suave gemido, que deseaba más de aquel indiscreto contacto. Se soltó fácilmente de sus brazos y, con lentitud, se giró para encarar la amplia y coqueta sonría que le daba el demonio, descubriendo también una brillante mirada rojiza, que eclipsada de nuevo la atención— Antes tenemos que hablar. Necesito saber a quién elige.
— ¿A quien elijo? Por favor doctor, sea claro— pese a no querer esperar, el villano apareció una silla, similar a la que había en su oficina, y acercó la que antes ocupaba Demencia para el muchacho; Flug no creyó que estuviera realmente dispuesto a escuchar.
— Bueno, creo que la pregunta es muy clara por si sola— comenzó a explicarse, buscando ordenar sus pensamientos lo más rápido posible, sintiendo nervios ante la intensa mirada que le daba el eldritch— Demencia no es irrompible, puede que físicamente será parcialmente indestructible, pero sigue teniendo una humanidad que la hacer frágil. Y yo también— sabía que tenía las mejillas rojas de vergüenza, y agradecía tener la bolsa en esos momentos, pese a no desear realmente usarla. Al no recibir respuesta, prosiguió— Ninguno de nosotros está aquí para ser su juguete, somos sus subordinados y trabajamos para mantener a flote está organización, sabemos que somos reemplazables, y aún así nos esforzamos para no serlo. Ni ella ni yo merecemos el trato que nos está dando ahora, podemos soportar golpes, gritos y amenazas, pero un juego emocional nos terminará destrozando, a todos. Por eso, antes de continuar con cualquier cosa, necesito saber ¿A quién elige?
Flug suspiró al terminar, cerrando los ojos a la espera de un gritó o un reproche. El sobresalto vino cuando, como de costumbre, el demonio comenzó a reír descontroladamente, como si acabara de escuchar la broma más cruel del universo.
— Por favor Flug, ¿En verdad crees que hay una respuesta para eso? — cuestionó entre risas, sujetando el ala del sombrero y ocultando su mirada con la sombra, intentando calmarse un poco— Dime ¿Qué es lo que mueve a Demencia? ¿Cuál es su motivación?
— Pues, supongo que su aprobación— contestó sin entender a qué se debía la pregunta, sintiendo intriga por como iba a responder el demonio a su interrogante.
— Exacto, se mueve porque desea mi aprobación— corroboró volviendo a poner una amplia sonrisa en sus labios, que ponía nervioso al muchacho delante suyo— ¿Y a ti, que te motiva?
— Su reconocimiento a mí trabajo— afirmó sin titubear, queriendo huir de aquella brillante mirada afilada.
— Bien, y dime entonces ¿Estarías dispuesto a renunciar a eso por la felicidad de la lagartija? — algo hizo clic en su mente con aquella pregunta, tenía sentido que lo preguntase, después de todo estaban hablando de su relación. No necesitó contestar para que el villano supiera cual era su respuesta— Entonces ¿Esta dispuesto, doctor, a reducir nuestra relación a algo netamente laboral, después de haber cedido a la tentación?
— Supongo que no... no estaría dispuesto a regresar al punto de partida después de... — no tenía palabras para decir lo que tanto había disfrutado. El rubor en sus mejillas aumentó al pensar en lo mucho que había disfrutado esos encuentros.
— Entonces ¿Cree que ella estaría dispuesta? Regresar a perseguir aquello que es inalcanzable, después de creer tenerlo en sus manos— el tono malicioso de siempre había vuelto, ansioso por una respuesta y atento a sus palabras, esperando la señal para volver a reír.
— No, es algo que ha deseado por años— afirmó, recordando lo mucho que había luchado por impresionar y complacer en el pasado al demonio, completando misiones riesgosas y entregando su alma sin dudarlo— Renunciar ahora sería... aplastante.
— Precisamente, doctor, es esa la razón por la cual tomar una decisión, elegir a alguno de los dos, sería contraproducente— se justificó finalmente el demonio, relamiéndose el labio superior, acariciando con calma el filo de sus diente al bajar de nuevo la lengua— Si obligó a alguno a renunciar a lo que más desea, a lo que lo motiva a ser leal, corro el riesgo de perder algo valioso.
— Aun así, ocultar esto no durará mucho, ella describirá todo al final y... — de nuevo la preocupación que había sentido tiempo atrás, imaginar las miles de formas en las que la chica podía tomar venganza por entrometerse entre ella y su adorado Black Hat le ponían la piel de gallina, le hacía pensar en sus pesadilla y en cómo, en muchas de ellas, su muerte era espantosa— cuando lo sepa... me va a matar, sin duda lo hará.
— Flug— susurró con una calma que no parecía suya, captando de nuevo la atención del muchacho— entregate sin miedo— había algo en esas palabras que parecían salidas de una novela romántica, que le brindaba una falsa esperanza de que el villano, muy en el fondo, sintiese algo más— Deja de lado las preocupaciones y déjate llevar, te aseguro que no permitiré que nadie te lastime mientras seas mío.
Ser suyo... entregarse sin pensar... dejarse llevar... eran cosas que no quería conscientemente, cosas de las que quería convencerse no deseaba, pero que sabía que anhelaba con desesperación. Si aceptaba, sin embrago, podía exigir su palabra y sentirse a salvo, sentirse protegido aún si eso implicaba lastimarse un poco en el proceso...
— ¿Si acepto... me dará su palabra? — cuestionó casi de inmediato, mirando a los ojos del eldritch, buscando un atisbo de duda, de mentira, que le diera una razón para echarse atrás y renunciar a lo que tanto quería— ¿Me dará su palabra de que me protegerá de quienes quieran hacerme daño por eso?
Back Hat le quitó la bolsa con un chasquido, dejándola sobre una mesa cercana, manteniendo los googles sobre su cuello. Observó su expresión de temor y deseo, sus mejillas roja y sus cicatrices, que parecían destacar entre el sonrojo. Aquella expresión que le brindaba despertaba un instinto en él que creía perdido hacía mucho tiempo como para recordarlo. La fragilidad de esa mirada, de su humanidad, le hacían desearlo más.
— Te doy mi palabra, Flug— susurró aproximándose a su rostro, poniendo su mano en la marcada mejilla del chico, acariciando con delicadeza su piel— Nadie podrá hacerte daño mientras seas mío, no por esa causa.
Flug vio sus ojos brillar mientras pronunciaba esas palabras, conectando sus miradas ansiosas por romper la distancia. Le había dado aquello que era casi sagarado, aquello que sólo unos pocos tenían el privilegio de tener como garantía. Había aprendido que la palabra de un demonio, y de un villano, era la más fuerte garantía de todo el mundo, pues se jugaban también su honor.
Vio en sus ojos también el deseo de tenerlo en ese momento, de tomar nuevamente su cuerpo y hacerlo suyo. No era como las otras veces, en las que simplemente lo tomaba esperando ser correspondido, había una pregunta por permiso allí, oculta tras el deseo, que se hacía visible solo para sus verdes ojos.
— Jefecito, ¿Yo le gusto? — cuestionó al levantarse, sentándose sobre su regazo y pasando sus brazos por el cuello del eldritch, cortando por completo la distancia que los separaba.
— ...No— susurró antes de besarlo, acariciando su espalda sobre la ropa. No sabía por qué había dudado de su respuesta, pero lo había hecho y eso no era nada normal. Sin embrago, era un problema para otro momento, para cuando no tuviera entre sus garras al único humano que le había sentir un deseo incontrolable por poseerlo.
וווו×
Demencia y 5.0.5. estaban tumbados en el suelo, dibujando con los crayones del oso, cosas que se les ocurrían con el paso del tiempo. La joven se había dibujado a ella y su amado, casándose, pensando en lo lindo que sería usar aquello en un Demencia Tip. Ambos estaban sumidos en sus universos, ajenos a todo, cuando la enorme serpiente entró reptando a la estancia.
El oso azul reaccionó como siempre lo hacía, tomando sus cosas y corriendo lo más lejos posible, escapando de las crueles brulas que la serpiente tenía para él y de su mortal veneno, del que había sido víctima en ocasiones; por su lado, Demencia encaró al reptil oscuro, esponjando su cabello para verse más grande.
— Descuida, Alebrije— siseo el animal, enroscándose a su alrededor, encerrándola con su cuerpo— No tengo deseos de pelear, al menos hoy no.
— ¿Qué es lo que quieres entonces, lombriz? — Jack no se sintió ofendido por el apodo con el que la joven se refería a él, pues llevaba años escuchándolo, lo que le molestó fue la reacción arisca y esquiva de la joven.
— ¿No quieres saber que le ocurre a tu amado Black Hat? — le susurró en el oído, igual que había hecho con los demás miembros tiempo atrás, metiendo en su cabeza ideas de las que no se podría deshacer fácilmente— Ve al laboratorio, allí está la respuesta.
Demencia, sin preguntar nada, se levantó del suelo y comenzó a caminar, seguida por la serpiente, que reptaba entre sus pies para ayudarla a conservar la trayectoria que llevaban, para no permitirle echarse atrás y regresar sobre sus pasos. Los pasillos no parecían observarla mientras avanzaba, algo que la extrañó, no había forma de recorrer la mansión sin sentir la intensa mirada del villano siguiendo sus pasos a cada instante.
Escuchó fuera un jadeó, al mismo tiempo que Jack se iba por un ducto de ventilación en el suelo. Los gruñidos y gemidos se escuchaban por todo el pasillo, creando una incómoda melodía que la joven deseaba callar. Se adentró en la metálica sala, aprovechando la falta de zapatos para no hacer ruido, siguiendo el origen de los molestos sonidos, molesta por no ser ella quien los causaba.
Se asomó junto a uno de los robots donde más fuertes eran los gemidos, descubriendo una escena que nunca habría esperado ver. Al fondo, en una silla, Flug se hallaba sin bolsa, con el cabello alborotado y los hombros llenos de marcas de dientes, mientras montaba con un ritmo lento a Black Hat, que rasguñaba su espalda baja y lamía la sangre que brotaba de las heridas de sus hombros. Su mirada afilada se posó en la chica, que sentía las lágrimas acumularse en sus ojos y la garganta cerrándose por las ganas de llorar.
Con una sonrisa cínica, llevo una de sus manos hasta sus labios, indicando silencio, mientras empujaba con fuerza su cadera hacía arriba, obteniendo en respuesta un fuerte gemido de parte del científico, que se abrazó con más fuerza al cuello del eldritch.
Sin cuidado, la joven corrió de regreso, ignorando el escándalo que había causado al empujar descuidadamente uno de los robots. Sentía las piernas temblando y la vista se le nublaba por las lágrimas; se sentía fatal, sin saber realmente por qué. Corrió hasta llegar a su habitación, hasta estar bajo tierra en su jaula de concreto y completamente aislada.
Por primera vez entendió porque Flug usaba una camisa de fuerza para sujetarla en las noches. En el suelo, junto a los restos del héroe que había sido su desayuno, había una cuchilla no más grande que su mano, filosa y brillante. Había visto muchas veces a las chicas normales lastimarse mientras lloraban, lamentando la mala jugada de la vida ¿Por qué no podía hacer eso ella también?
Los susurros de voces que creía ya olvidadas comenzaron a atormentarla de nuevo, recordándole el sonido de un pasado del cual no tenía recuerdos y que prefería que siguiera siendo así. Tomó del suelo la cuchilla y, con pasos casi automáticos, se dirigió hasta la pared, apoyando la espalda en el concreto y dejándose caer, mientras las lágrimas corrían libremente por sus mejillas. No sabía por qué la afectaba tanto, no debería sorprenderle que el demonio al cual era devota sintiera algo por alguien más, pero... verlo tomar a Flug como si nada, y el cinismo con que había pedido silencio la habían afectado.
Con una rapidez inhumana, el filo de la cuchilla hizo marcas en su muñeca izquierda, dejando la sangre fluir con la misma libertad que sus lágrimas. De a poco, un charco del vital líquido manchaba el suelo, confundiéndose con las demás manchas que había en el suelo, mezclándose con la sangre de otras víctimas del sombrero.
— Maldita Pokerface...— susurró limpiándose las lágrimas, manchando su rostro con sangre, cortando una vez más al bajar la mano— Esa perra tiene algo que ver en esto...
Una parte de ella se negaba a aceptar lo que sus ojos habían visto, porque toda la vida la habían engañado. No confiaba en su vista, ni en su oído, sin embrago, la imagen de Black Hat y Flug parecía tan real... tan tangible, que negar la le costaba demasiado esfuerzo.
Una alerta se encendió cuando alguien noto su mal estado, llamando al científico que menos quería ver en aquel momento; las cosas pasaban en cámara rápida antes sus ojos, como si ella no fuese más que la espectadora de una película. Flug entró a toda prisa en la habitación, bajando por una escalera de metal hacia el hoyo en que dormía, llevando consigo un botiquín y guantes de cirugía.
— Demencia ¿Qué diablos pensabas? — chilló al ver el desastre sangriento que la rodeaba, que le manchaba la cara y la hacía ver cómo un verdadero espectro— Por dios... estás hecha un desastre.
— ¡No me toques! — chilló en cuanto Flug le quitó la cuchilla, empujándolo con todas sus fuerzas, enviándolo hasta el otro lado de la habitación— ¡No quiero que tú y tus mentiras se acerquen a mi! ¡MENTIROSO!
Flug gateó de regreso, ignorando el dolor que sentía en la espalda baja por el golpe y su reciente encuentro con Black Hat, su deber era asegurarse de que aquella mano aún fuera funcional, confirmar que no necesitaba una sesión en las incubadoras del laboratorio. Con cautela, tomo la mano lastimada de la jóven, que intento volverlo a apartar, rindiendo se al sentir mareo.
— No sé que te pasa ahora— comenzó a hablar mientras limpiaba la sangre, ignorando su propio dolor, tratando de mantener la situación lo más tranquila posible— pero tengo que curarte esto antes de que te mates o pierdas la mano.
— Solo quería probar lo que todas hacen... — comentó con una voz levemente adormilada y una mirada divertida, que buscaba conocer el rostro de quién le había quitado a su amado— Las chicas lo hacen cuando están tristes ¿Por qué yo no?
— Porque tu no mides el alcance de tus lesiones, tonta— no era tan grave, solo una serie demasiado extensa de cortes horizontales y diagonales por todo su antebrazo izquierdo, que había logrado hacerla perder la suficiente sangre como para dejarla letárgica— ¿En que estabas pensando?
— Él te... te eligió a ti— lamentó en un sollozo, mirando directamente a los ojos del chico, que se puso pálido al escuchar sus palabras— Te odio, Flug, con toda mi alma...
Antes de poder responder, como si estuviera huyendo, la chica cerró los ojos y dejó de contestar a su llamado; respiraba lentamente y pedía cada vez más color en la piel. No sabía realmente como proceder, sabía que debía llevarla al laboratorio lo antes posible pero... ¿Los había visto? Su cabeza no dejaba de darle vueltas al asunto mientras ordenaba a los Hatbots llevarla a una de las incubadoras que tenía dispuestas para su proceso de curación.
No podía dejar de pensar en sus palabras.
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Locooooo llevo todo el día con ganas de llorar (sabrá dios por qué) y escribiendo esto solo lo empeoró. ¿Por qué soy cruel con mi amada Demencia?
Como sea ¿Cuántos volvieron a odiar a Black Hat? Puedo asegurar que más de uno lo aborrece en estos momentos, y yo me aborrezco a mi.
En fin, es por el bien de la historia ¿Qué les pareció? Yo siento que me salió bien, a pesar de haber estado días buscando la forma de consolidar mi idea.
La música siempre ayuda, eso y la nueva actualización de Parasyte que Cats-Dont-Draw subió hoy.
En fin, lo próximo será mi nota por el primer año, aunque primero tengo que hacer algo. Espero que les haya gustado, y por favor, no linchen al jefazo, lo necesito con vida.
SIDE NOTE: en retrospectiva, tratar así a Demencia no fue muy buena idea, me desquito mucho con ella cuando debería tratarla un poco mejor, pero tampoco pienso cambiar esos detalles de la trama. Black Hat es un ente cruel, un villano ante todo, y es eso precisamente lo que mueve sus decisiones más crueles.
Nos leemos luego :)
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