•Capítulo 14: Susurros al oido•

Saludos cordiales, villanos.

Le doy la bienvenida, antes que nada, a todos los nuevos lectores que han llegado en los últimos días. Ver crecer lentamente mi historia gracias a ustedes me hace muy feliz.

Ahora ¿Todos vieron el Q&A de Villainous? Qué bueno, porque cosas importantes se confirmaron en el vídeo, y las abordaré en esta ocasión. Hablemos de serpientes, ¿Les parece? Ya que sabemos que Lil' Jack existe, y podemos abordar el tema con tranquilidad.

La serpiente, según las creencias culturales ancestrales, es considerada como un animal sagrado y también relacionado con la sabiduría. En China, la creen una entidad protectora; en la India, es simbolizada por el dios Shiva, y en algunas aldeas que han conservado sus creencias donde todavía es venerada. En la Biblia, la serpiente es el "tentador" que introduce el pecado en el mundo, y se le señala como al propio diablo.

En lo personal, a pesar del enorme respeto que le tengo a estos reptiles, considero que las serpientes son criaturas de una elegancia inigualable. No hablo de las serpientes que matan por asfixia, hablo de aquellas que se acurruca sobre su propio cuerpo, con colores llamativos advierten al mundo de su peligrosidad y cazan solo con paciencia, con una mordida.

Una de las serpientes más utilizadas para el diseño de Lil' Jack es la serpiente de coral. Admito que es preciosa, y peligrosa, sin embargo, hay serpientes más letales que está. Mi diseño será basado en una de las serpientes venenosas más peligrosas del mundo.

Se le han atribuido numerosas muertes humanas, los mitos africanos exageran sus poderes hasta proporciones de leyenda. Habita las sabanas y las colinas rocosas del sur y este de África. Se trata de la serpiente venenosa más larga de del continente, alcanzando los 4,5 metros, es además una de las más rápidas, siendo capaz de deslizarse a 20 km por hora.

Pese a su nombre, el color de su piel suele ser verde oliva o gris oscuro. Fue nombrada a partir del peculiar color del interior de su boca, que abre cuando se siente bajo amenaza. Contrario a la mayoría de las serpientes, si se siente en peligro, buscará la forma de huir antes de pelear; si, pese a su esfuerzo, se ve acorralada, eleva la cabeza, a veces a una altura equivalente a un tercio de su cuerpo, despliega un capuchón como el de las cobras, abre la boca (exhibiendo su llamativo color negro) y sisea. Si el rival persiste, ataca en múltiples ocasiones, inyectando grandes cantidades de una potente toxina que afecta al sistema nervioso y al corazón.

Es probable que, si no sabes mucho de serpientes, no tengas idea de que estoy hablando. Por si no fue sencillo, estoy hablando de la majestuosa mamba negra. Una de las serpientes más peligrosas del mundo. El motivo para utilizar a tan maravillosa serpiente para Lil' Jack es bastante simple. Mientras buscaba un diseño que pudiera usar, me di cuenta que todos usan serpientes de coral, debido a su habitad (el noreste de México) pero ¿Por qué tiene que ser así? Hay serpientes más mortales, más bellas y más imponentes que una coral. Fue cuando la mamba negra vino a mí.

Siento que, de poder escoger una mascota, Black Hat escogería una serpiente peligrosa, elegante y mortal, igual que él; que evita las peleas lo más que le es posible y que, en caso de tener que luchar, atacará sin piedad a su oponente. Por eso, Jack no es otra cosa que una mamba negra.

Espero que hayan aprendido cosas interesantes respecto a tan magnífica criatura. Por favor, nunca cometan la estupidez de querer un reptil de estos como mascota, no están hechos para vivir en una pecera.

Y, sin más preámbulos, ¡A leer!

Se sentía absolutamente intranquilo. Pese a haber podido terminar los encargos en tiempo récord, a estar experimentando con sustancias mortales solo por diversión y a la calma que la ausencia de la chica traía sobre la tenebrosa mansión, se sentía intranquilo. Los recuerdos de un vivido sueño que había terminado en un poco de placer bombardean su memoria una y otra vez, reviviendo la vergüenza y el temor que sintió en el momento. ¿Cómo había sido tan estúpido de pensar que podía mantener sus inestables sentimientos bajo control? Se estaba dejando llevar por un remolino de eventos que, desafortunadamente, conducían a una inevitable desgracia.

Mientras el científico seguía perdido entre su cabeza y un matraz que contenía alguna especie de veneno fluorescente, una brillante sonrisa de filosos colmillos observaba, silenciosamente, sus movimientos. Adoraba observar al científico, era su manía más humana, más terrenal; poder admirar la fragilidad característica de un humano, sin verlo huir despavorido, era algo sumamente hermoso. Serpenteó hasta bajar del muro, arrastrando su cuerpo por el frío metal del avión hasta llegar a pocos metros del joven científico. Deseaba jugar un poco, sabotear esa tranquilidad que había acumulado con las horas transcurridas, sin embargo, las consecuencias podían ser poco gratas, y no quería tener problemas por un infantil juego como aquel.

A su mente vino una idea, un juego más divertido que el sabotaje momentáneo al trabajo personal del científico. En silencio, igual que siempre, dejó el laboratorio sin ser visto, ni por el humano ni por los robots. Reptó con calma por los pasillos de la mansión, sabiendo que su cuerpo se camuflaba perfectamente con el suelo bajo las alfombras, hasta llegar a una elegante puerta de madera, imponente y aterradora. Se deslizó hacia el interior, con una facilidad envidiable.

— Mi lord Black Hat— saludo irguiéndose sobre su vientre para hacer un amago de reverencia, que el eldritch recibió con cierto desprecio, natural en él— Se ve radiante el día de hoy ¿Algún suceso a celebrar?

— ¿Qué diablos quieres, Jack?— cortante como siempre, dejó el libro sobre el escritorio para centrar su atención en la enorme mamba negra que, con una sonrisa, apoyaba su rostro sobre el escritorio del villano— No estoy de humor para tus tontos juegos.

— Adora mis juegos— siseó ensanchando su sonrisa. El demonio rodó los ojos sin darle la razón, molesto por el torpe hablar del reptil, inevitable como su naturaleza— Vengo con información valiosa. Información que de seguro le parecerá inaceptable.

Lo que más molestaba a Black Hat de la presencia de aquel reptil en su oficina era la familiaridad con que escuchaba sus palabras; estaba acostumbrado a ser comparado con su mascota, a ser incluso rebajado al mismo nivel que el reptil y reconocido como igual a él, a pesar de su innegable superioridad. Estaba acostumbrado porque, muy en el fondo, esa serpiente de inmenso tamaño y elegante actuar era una viva imagen de su propia reputación como villano: letal, impredecible, y respetable, aunque evitarse los pleitos a toda costa. Eran similares, una copia del otro, cosa que al villano no podía resultarle más irritante.

— Escupe de una vez, Jack. No tengo todo el día— ordenó tomando el cráneo rojo del escritorio, comenzando a jugar distraídamente con el— Y más te vale que sea interesante, que valga mi tiempo.

— Esta historia se trata de un científico bastante... descuidado— comenzó a hablar, siguiendo el brillante cráneo con los ojos, ignorando el poco interés que el demonio demostraba— Un joven científico que, en una noche como cualquier otra, tuvo un sueño más real que los demás... un sueño vivido— el eldritch entendió las palabras, la indirecta, en cuanto dejó los labios del reptil; hablaba de Flug sin duda alguna, y del sutil sueño subido de tono que se había encargado de prolongar la noche anterior. Su interés había despertado, más no había logrado superar la dura coraza que representaba su orgullo— Un joven científico que, creyéndose solo, optó por disfrutar en solitario al despertar, llamado el nombre de quién le brinda vivienda, alimentación y trabajo.

Black Hat no daba crédito a lo que escuchaba ¿Flug masturbándose? No era sorpresivo, más bien era de esperarse; estaba dentro de su naturaleza humana el no poder controlar la excitación que sentía, pero ¿Llamar su nombre? Conocía perfectamente las más profundas fantasías del muchacho, había nadado en ellas para torturarlo un poco. Lo que no esperaba, lo que no sabía, era que el joven se había dejado llevar por esa sucia y repulsiva naturaleza. Sin saber muy bien cómo reaccionar, dejó salir una carcajada de esas que se escuchaban por toda la mansión y ponían los pelos de punta. Una carcajada de maldad que solo podía ser suya.

— Vaya, y yo que creí que Demencia sería la que más fácil caería— burló con ironía, regresando a su lugar el brillante cráneo, acariciando la cabeza de la enorme serpiente— Debió ser todo un espectáculo digno de un rey, o mejor, un villano del más alto calibre.

Giro la silla para observar por el ventanal, pensando en cómo podría aprovechar aquella información, en cómo podría convertir la soledad que ahora inundaba la mansión en una ventaja, en un juego. Necesitaba distraerse con algo ¿Qué mejor que su nuevo juguete favorito?

Mientras el villano se abstraía de la realidad, la serpiente se retiró con el usual silencio con que recorría la mansión. Reptaba por los pasillos con una sonrisa en el rostro, satisfecho con lo que había logrado. Solo necesitaba empujar un poco más al doctor, convencerlo de dejarse llevar por aquel peligroso juego, lograr romper su voluntad un poco más, y después sentarse a disfrutar del espectáculo. Llegó al laboratorio tras unos minutos, encontrando al joven con un gotero en la mano, el matraz sujetado por una pinza metálica y calentado por un mechero, mientras pequeñas gotas de una obscura sustancia, que fácilmente podía ser la sangre del eldritch, caían en la fluorescente mezcla.

— Despacio, doctor. ¿No queremos volar el laboratorio de nuevo, verdad? — susurró en su cuello, molestando con su lengua bífida la sensible piel del humano, que sorprendido por el repentino tacto, dejó caer del gotero más de lo que debía— Ups...

La sustancia burbujeo hasta alcanzar la boca del frasco, salpicando todo a su alrededor; las gotas cayeron en papeles, instrumentos y análisis de suma importancia para el científico, que intento rescatar todo en un afán por no perder días enteros de trabajo. Durante el ir y venir de salvar sus informes, salpicaduras de la corrosiva sustancia se adhirieron a su ropa, comenzando a destruirla lentamente.

— No, no, no...— susurró dejando la última pila de cosas lejos del matraz, destrozado por el veneno, estirando su camiseta para ver el desastre que su experimento había causado— Estúpida culebra. ¿Ya viste este desastre? ¡¿Cómo se supone que solucione esto?!

Jack río ante la valentía que mostraba el científico, otro rasgo peculiar que había captado su interés; el muchacho solo se mostraba valiente cuando, por algún motivo, arruinaban su trabajo. Sin decir palabra, escapando de la ira que se apoderaba de Flug, se escabulló hasta algún rincón donde su cuerpo se confundía con la sombra.

Angustiado, el joven retiro la bata, los guantes y la camiseta, no podía permitir que aquel veneno tocase su piel, no sería agradable sumar una quemadura química a la larga lista de cicatrices en su cuerpo. Sostuvo entre sus manos, bajo la blanca luz de la lámpara, su camiseta, contemplando orgulloso como el veneno desintegran los hilos hasta no dejar nada.

Una sombra se deslizó bajo la puerta de metal. Aprovechando el descuido del científico, se acercó con pasos silenciosos hasta él, observando igual de fascinado como aquel veneno destruía su camiseta favorita. Estaba ligeramente impresionado, admitía que lograr un veneno lo bastante potente para ser corrosivo era una hazaña que el humano perseguía constantemente; la felicidad que emanaba del joven era despreciable, aunque... contagiosa.

Bajó la mirada al descubierto torso de Flug, levemente marcado por el tiempo, la vida y un accidente que prefería no mencionar; su piel era pálida, delicada, como la de muchas mujeres a las que había conocido. Una duda lo asalto mientras comparaba la palidez del muchacho, una duda que estaba dispuesto a resolver allí mismo, en ese preciso instante. Retiro con cuidado el guante de su mano, estiró el brazo hacia la cadera del joven, ¿Sería tan sensible como aparentaba? ¿Tan suave? ¿Tan... deseable? Necesitaba saberlo, calmar su curiosidad.

Un toque delicado, nada propio del él, se posó un instante en la pálida piel del humano, acariciando sin pudor todo su costado, hasta donde empezaban las costillas; el recorrido de sus garras dejó una sutil marca que desapareció poco después, un rasguño apenas perceptible que se mezcló con otras cicatrices segundos después. El docto chillo y se alejó antes de poder seguir paseando sus manos, antes de poder seguir curioseando.

— ¡Se-Señor! — chilló al darse vuelta, dejando caer los restos de su camiseta, acorralándose a sí mismo contra la mesa llena de veneno y el cuerpo del villano— ¿Ne-necesita algo?

— ¿Lo asusté, doctor? — la expresión que mostraban sus ojos, ocultos bajo el oscuro cristal de los googles, le resultó sumamente entretenida— ¿Quién le ha dicho que puede desnudarse en el trabajo?

Flug no reconocía el tono con que hablaba, era ronco, más de lo normal, casi como si intentase seducirlo; probablemente se debía a aquella situación sin resolver que tenían pendiente, o al juego que se encontraba jugando en ese momento, no estaba muy seguro. De lo que si estaba seguro, era de querer volver a escuchar esa voz, de escucharla solo él.

— Perdóneme, jefecito— susurró, inclinando la cabeza en un intento por hacer una reverencia— El veneno en qué trabajo resultó ser más potente de lo que esperaba. Las salpicaduras en mi ropa podían comprometer mi integridad, y lastimado no puedo trabajar.

— Es una pena, sería divertido ver qué pasa— susurró volviendo a posar su mano en la cadera del chico, apretando con firmeza, acercándose aún más al científico; el muchacho agradeció tener la bolsa, para poder ocultar en potente sonrojo que ahora invadía sus mejillas— Y dígame, doctor, ¿En qué planes implementar este nuevo veneno?

— Aun no lo he determinado, señor— no entendía cómo era posible que la voz no le temblase, o que las palabras no se confundieran en su mente. Estaba nervioso, o incluso más que eso, por la situación tan comprometedora en que se veían— Yo... creí que podría, si usted está de acuerdo, utilizarlo para algún subordinado, o un arma de largo alcance.

Black Hat fingió meditar las opciones que daba el científico, mientras deslizaba su mano por la figura de Flug. Estaba jugando un poco, para torturar a su subordinado y ganar entretención. Con la otra mano, dejando caer el guante, arrebato con brusquedad la bolsa de la cabeza del joven, revelando el alborotado cabello castaño y los brillantes ojos verdes, que se enmarcaban en un fuerte sonrojo y pequeñas lágrimas de nerviosismo.

— ¿Acaso tiene miedo, doctor Flug? — susurró sosteniendo con firmeza el mentón del chico, evitando que apartarse la mirada— ¿Acaso... tienes miedo, Kenning?

Sus labios se unieron en un beso, como muchos otros, dulce e inocente, que subía su intensidad por la iniciativa del demonio. Flug dejó que el villano guiase todo, que tomase el control de las cosas, porque no estaba muy seguro de que hacer. Por su mente cruzaban pensamientos, ideas y verdades que no le permitían disfrutar de aquel contacto; estaba presente la realidad de una relación entre el eldritch y Demencia, la tortura de lo que estaba pasando con sus sentimientos y lo mucho que aquella situación lo aterraba.

No quería caer de nuevo.

No quería depender de nuevo...

No quería perderlo todo de nuevo...

Con una valentía que no supo de dónde salió, empujó por el pecho al villano, que ya comenzaba a jugar con su cuello. Jadeo al verse libre, sintiendo el corazón golpearle con fuerza el pecho; Black Hat observaba intrigado al muchacho, que respiraba con suma irregularidad y hacia un esfuerzo por mantener la cabeza fría, huyendo de su intensa mirada.

— Perdón, señor— habló en un susurro, tomando del suelo su bolsa y colocándola nuevamente sobre su cabeza, volviendo a ocultar aquella extraña belleza que tanto le gustaba al villano— pero yo no soy ningún juguete. Si desea entretención, puede usar a Demencia o cualquier villana que este en la larga lista de sus fans— los ojos se le llenamos de lágrimas a medida que avanzaba, a medida que se alejaba de Black Hat— Yo estoy aquí para trabajar, no para satisfacer su aburrimiento. Con permiso.

Desconcertado, y posiblemente asombrado, Black Hat observó el camino que tomo el muchacho sin saber muy bien que hacer. Usualmente iría tras él y volvería a besarlo, a derretirlo bajo su toque, pero... algo en su mirada lo había congelado en su sitio. En sus ojos había tristeza, decepción, posiblemente incluso dolor ¿Él lo había causado? Esa idea, normalmente divertida, le había dejado un sinsabor en la boca.

— Muy bien, así será entonces— susurró ensanchando su sonrisa. Si quería algo con Flug, algo que no estaba muy seguro de porque perseguía, tenía que demostrar aquello que estaba intentando eliminar. Tenía que mostrarle cual era el lugar que ocupaba en su lista, en sus intereses.

Tenía que jugar el juego, bajo las reglas de Kenning Flugslys.

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Es sorprendente que eso fuese considerado un capítulo largo, dioses, ¿Cómo escribía tan poco antes? Ahora solo me sale con One Shorts, los capítulos de mis historias ya no pueden ser cortos.

¿Qué les pareció? Releyendo esto, me doy cuenta que el final es claro, que no necesito agregarle nada, incluso habiendo escrito esto de madrugada. Como sea ¿Logré engañarlos? Sé que hay alguien por ahí que pensó que era BH quien había visto a Flug ¿Qué opinas ahora?

Lentamente entramos en uno de los mejores momentos de la historia, y sé que les va a encantar. No sé olviden de darme amor con una estrellita, que me motiva un montón a seguir.

Nos leemos luego :) 

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