🌼 Prefacio 🍦

Roma, Italia


Luego de un día entero de haber cuidado al hijo de su hermano, Brunella le entregó el bebé al hombre que se encontraba en su casa realizando un trabajo fuera del horario laboral debido a que se había llevado papeles extras.

―Tiziano, seré muy directa contigo, no puedo cuidar más a tu hijo, tengo responsabilidades que atender y una de ellas; tengo hijos que debo cuidar ―le contestó con seriedad.

―¿Por qué me lo dices ahora Brun? Tendré que buscar a alguien y no tengo tiempo, tú puedes buscarla por mí, ¿verdad? ―le expresó intentando convencerla.

―¡No seas cómodo Tiziano! ―le gritó estupefacta ante la comodidad de su hermano mayor―. Tú estás soltero y con un hijo. Pídele a tu secretaria que busque a alguien que pueda cuidar del bebé, yo ya no puedo más ―emitió casi tirándose sobre el sillón―. Lo quiero muchísimo pero es mi sobrino y cuando necesites con gusto lo cuidaré pero no es responsabilidad mía y si tú no tienes tiempo para estar con él durante todo el día, debes buscarle una niñera. Aunque bien puedes trabajar desde tu casa ―le sugirió.

―Tengo que atender el negocio, Brune ―se excusó―. Y no quiero dejar de ir por cuidar al bebé.

―Es tu hijo, no es un extraño ―frunció el ceño cuando se lo dijo.

―Lo sé y aprendí a quererlo. Pero sé que necesita manos femeninas también y las tuyas eran ideales ―le dijo con una sonrisa, intentando comprar a su hermana.

―No vas a comprarme con esa sonrisa, ya la conozco y no hay vuelta atrás Tiziano. O buscas a alguien o tendrás que trabajar desde tu casa para cuidar al niño. Hay muchas mujeres que necesitan un trabajo, hay agencias de niñeras.

―Todas buscan otras cosas después ―comentó afirmando su respuesta―, de todos modos las agencias son muy caras.

―Tienes el dinero suficiente para pagarle el sueldo ―acotó exasperada.

―No me gustan las agencias. Veré por otro lado ―le dijo mirándola―. Sino podría decirle a mi secretaria que lo cuide en el horario laboral ―habló pensando de más aquel comentario.

―¿Serías capaz de llevarlo a tu lugar de trabajo? ―inquirió estupefacta―. No seas insensato, corren bacterias, microbios y resfríos, puede pescarse cualquier cosa y tu secretaria ya tiene trabajo, aunque se preocupa más por mover el trasero frente a ti que hacer lo que le corresponde ―comentó como si él no la hubiera escuchado.

Tiziano rio ante la respuesta de su hermana, sabía que era verdad y que la voluptuosa secretaria que tenía desde hacía dos años solo movía el trasero y se acomodaba el escote cada vez que lo veía.

―No puedes culparme de tener buen gusto con mi empleada ―contestó con cierta certeza que a su hermana le molestó.

―Para nada, te lo admito pero no compartiría que lo lleves para que lo cuide. Mi sobrino se merece algo muchísimo mejor ―respondió tajante.

―Cuando tenga algo en vista, te lo comunicaré para que la veas y me des el ok, ¿te parece? ―le dijo de manera sarcástica.

―Muy gracioso el hombrecito ―le respondió entrecerrando los ojos y haciéndole una mueca irónica con la boca―. De verdad te lo digo hermano. Stefano se merece que lo ciuden bien.

―De acuerdo, veré lo que encuentro. No será nada fácil ―dijo con firmeza.

―Mira... hagamos una cosa, hasta que consigas a alguien, me ocuparé de él como hasta ahora, cuando ya tengas una niñera para él, pues ahí seré su tía ―respondió esperando que así quedara conforme.

―¿Y hasta ahora qué eras de él? ―le preguntó sarcástico.

―Su niñera, nada más ―dijo seca―. Por poco te faltó decirme que me lo llevara a mi casa para dormir ―expresó con seriedad y frunciendo el ceño.

―No exageres. Con respecto a lo que me acabas de decir, me parece bien la idea. Te lo agradezco ―le contestó con calma.

―Un placer, lo hago por ambos porque los adoro pero no pases por alto esto Tiziano, necesito tener vida propia y el niño necesita de una niñera todo tiempo.

―Tenemos un acuerdo, no lo dejaré pasar, sé que necesitas volver a tus rutinas y te agradezco que hagas esto por el bebé y por mí también ―le respondió con una sonrisa, la cual su hermana se la correspondió también.

Durante lo que restó del día, su hermana se quedó con el bebé para cuidarlo mientras su padre continuaba con el trabajo.

Por la noche, tuvo una llamada de larga distancia de su mejor amigo.

Ciao caro Tiziano (Hola querido Tiziano), ¿cómo estás?

Ciao Alejo (Hola Alejo), todo tranquilo por aquí, ¿y tú?

―Bien. ¿Cómo está mi sobrino postizo?

―Bello y dormido ya. ¿A qué debo tu llamado tan tarde? ―preguntó con curiosidad.

―Simplemente saber como estaban Stefano y tú. ¿Seguro que todo bien? ―inquirió con interés―. Te notas preocupado.

―Tuve un día agotador ―respondió con un suspiro.

―Deja de visitar camas ajenas por un tiempo, amigo ―le contestó riéndose a través de la línea telefónica.

―No he podido ni siquiera mirar a una mujer porque parece que cada vez que una mujer me mira con el bebé se aleja de mí como si tendría sarna ―le expresó con sinceridad y su amigo se rió a carcajadas.

―Lo mujeriego que eras, se redujo a tu hijo y a ti ―rió apenas terminó de decirle aquellas palabras.

―Sí aunque a ti te parezca muy gracioso. Necesito vida social.

―¿Tu hermana no te ayuda con él? ―preguntó con curiosidad.

―Sí, todos los días pero no por las noches. Y peor me la hizo hoy por la tarde, ya me dio el ultimátum de que si no consigo una niñera enseguida, ella dejará de cuidarlo y me tendré que quedar a trabajar desde la casa.

―No te vendría nada mal. A veces pasas muchas horas en la oficina ―expresó con sinceridad.

―Necesito distraerme un rato.

―Ya veo... ¿niñeras por ahí no existen? ―inquirió.

―Sí pero son caras y si son de alguna agencia, son las más caras.

―Tienes dinero para pagar lo mejor ―afirmó.

―Pareces mi hermana cuando hablas. ¿Tú no conoces a nadie? ―quiso saber.

―¿De allá? ―le preguntó desconcertado y arqueando una ceja.

―No imbecille (imbécil). De tu país si conoces a alguien. Aquí son caras y tienen sus horarios, incluso no todas aceptan con cama dentro.

―No, no conozco a ninguna ―le dijo pensando en vano.

―Lástima, en fin, en algún momento la encontraré, de todas maneras, tú si sabes de alguien, avísame por favor.

―Lo haré Tiziano. Estamos en contacto.

Buonanotte (Buenas noches).

Ciao (Adiós).

Pocos minutos después de la llamada, el teléfono de la casa sonó de nuevo. Era Alejo.

―Tiz, me acordé de alguien que quizá pueda aceptar el trabajo.

―¿Quién? ¿La conoces bien? ―le interrogó entre aliviado y ansioso.

―Bastante bien. Es mi prima ―respondió con certeza.

Tiziano era algo reacio a meter familiares de su mejor amigo en su casa pero iba a hacer una excepción a la regla y lo haría solo por su hijo porque necesitaba de una niñera, sobre todo durante el día y alguna que otra noche también.

¿La tua cugina? (¿Tu prima?) ―le preguntó sorprendido.

―Sí, sé que no te gusta que meta a alguno de mis familiares pero es la única que conozco y que sabe manejarse con niños ―quiso excusarse.

―Dijiste niños, no bebés.

―En el barrio siempre la llaman los vecinos para que cuide a sus hijos porque es la única que sabe cómo manejarse con ellos, yo sé que cuidó a varios bebés y a niños de hasta doce o trece años. Sabe cómo lidiar con ellos, no es ninguna aprendiz.

―De acuerdo, si acepto que sea ella la niñera de Stefano, ¿dónde o cómo ubicarla?

―Deberás venir aquí y presentarte, no toma trabajas sin antes conocer a la persona.

―¿Se pone en modo refinada cada vez que tiene un nuevo trabajo?

―Para nada pero es lo más lógico cuando vas a trabajar para alguien nuevo.

―Bueno, es verdad lo que dices. Y dime Alejo. ¿Cómo se llama?

―Génesis.

Al hombre le llamó por demás la atención cuando escuchó el nombre de la mujer.

―Ok, aparte de eso, ¿tiene algo más estable? ―quiso saber.

―Lo único estable que tiene es la carrera que está estudiando de Técnicatura en Ceremonial y Protocolo y con el trabajo, no siempre la llaman, ya los niños crecieron o algunas parejas se mudaron.

―Con respecto a su carrera, ¿la puede realizar a distancia? ―cuestionó intrigado.

―Eso ya no lo sé Tiziano, para esas cosas y lo que quieras saber, tendrás que hablarlo con ella. ¿Quieres que te pase su teléfono móvil?

―No te preocupes, cuando la vea se lo pediré. Gracias de todas maneras. Dentro de dos días estaré en Buenos Aires para verte. Avísale por favor ―le habló recordándoselo.

―Lo haré ―le aseguró― y nos vemos.

Buonanotte di nuovo (Buenas noches de nuevo) ―le contestó en italiano y cortó la llamada.

Apagó todas las luces y subió las escaleras con el carrito portátil del bebé, donde Stefano estaba durmiendo. Pronto lo acostó en su cuna, la cual estaba al lado de su cama sin que se despertara. Luego, él se desvistió y rápidamente entró a la cama para poder dormir unas horas porque sabía bien que su hijo se iría a despertar en tan solo cuatro horas para su próximo biberón.

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