🌼 24 🍦
Génesis tardó en total casi dos horas en vestir a Stefano y cambiarse ella. No sabía si desde tan temprano debía ponerse el traje de baño pero lo hizo igual y encima se puso un short y un top suelto haciendo juego. Salieron del cuarto y vio la luz de la cocina encendida y a Tiziano sentado en una de las sillas del patio bebiendo un poco de limonada.
―Buenos días ―le emitió la joven y dándole a su hijo en brazos.
―Hola Génesis, ¿cómo dormiste? ―preguntó con curiosidad.
―Muy bien, aunque desde las seis estamos despiertos, el señorito no se durmió más ―le dijo mientras le apretaba con delicadeza la punta de la naricita al niño―. Creo que está ansioso por ver a sus familiares.
―Puede ser ―contestó el hombre dándole un beso en la frente.
―¿Lo que se escucha es el ruido del mar? ―preguntó con intriga y asombro a la misma vez.
―Sí, amaneció bravío, quizá para el mediodía o más tarde, se calme y puedan disfrutar de la playa y sino lo harán en la piscina.
―A veces es mejor la piscina, puedes nadar sin problemas ―contestó mirando el horizonte.
―¿Sabes nadar? ―le inquirió con curiosidad.
―Alejo me enseñó.
La tranquilidad que se respiraba allí era relajante y Génesis disfrutó viendo el océano y de la compañía de Tiziano junto con el niño también. Se sentía un poco parte de la familia aunque nunca lo sería y eso de algún modo la entristeció.
―¿Podrás hacer más limonada para el almuerzo de hoy? ―interpeló él mirándola a los ojos.
―Sí, claro ―le dijo asintiendo con la cabeza también―, enseguida vuelvo, voy a arreglar la cama, ¿quieres que acomode la tuya? ―le inquirió entre dudosa e incómoda por atreverse a decirle aquella pregunta.
―Ya la hice, gracias ―le contestó.
Génesis entró a la casa y se dirigió al cuarto para arreglar la cama y un par de cosas más pero lo que en verdad le pasaba por la mente era lo que había terminado por decirle a Tiziano sobre el estar enamorada cuando tuvieron aquella conversación que sintió que fue más una metida de pata que otra cosa, porque ella no tenía intenciones de decirle nada, ni directa ni indirectamente sobre lo que en verdad sentía por él. Marcó el número de Alejo aunque sabía que iba a despertarlo.
De la otra línea, se escuchó una voz masculina muy ronca.
―Hola Alejo, ¿cómo estás? Te pido disculpas por despertarte ―le contestó con pena y mordiéndose una uña.
―Hola Génesis, adormilado pero bien, ¿y tú? ―le dijo con una sonrisa.
―Bien, a punto de desayunar o eso creo ―habló con una risita nerviosa―, te llamaba porque quería hablar contigo ―le respondió con firmeza.
―Si me llamaste en éste horario es por algo importante ―le expresó bostezando.
―Sí, lo es. Ayer cuando llegamos a la isla, mientras almorzaba con Tiziano, bueno... entre una conversación y la otra creo que terminé diciéndole algo que no estaba en mis planes decirle ―le contestó con pena, incómoda y caminando de un lado hacia el otro.
Alejo frunció el ceño del otro lado de la línea y quedó pensativo.
―No logro entenderte, Génesis. ¿Qué me quieres decir? ―le preguntó volviendo a bostezar.
―No lo dije de manera directa, solo comenté lo que me había preguntado y creo que no me di cuenta que hablé de más. Solo espero que no se haya percatado de lo que dije ―expresó con preocupación.
Su primo aún continuaba sin entenderla y cuando le volvió a decir que no la había comprendido, ella con un suspiro se resignó y le dijo que no pasaba nada y que en cualquier otro momento volverían a hablar. Así cortaron las llamadas.
Con otro gran suspiro, Génesis dejó el teléfono móvil sobre la mesa de noche y puso las manos a los costados de sus caderas. Su cabeza era un hervidero de pensamientos y dilemas que no sabía qué hacer.
Un sonido surgió del móvil y ella atendió la llamada.
―Te gusta Tiziano ―contestó con una rotunda afirmación su primo.
―Al fin comprendes, mamerto ―le dijo ella con una risita por lo bajo―. Me gusta mucho y no sé qué hacer ―le comentó pasando de la risa al llanto enseguida y volviendo a sentarse en el borde de la cama.
―Ay no... Ay no Génesis. No, no. Tiziano no ―hablaba mientras la escuchaba llorar a través del auricular del teléfono.
―Lo siento, jamás quise hacerlo pero... ―le contestó con congoja―, pero lo terminé haciendo, sé que no lo querías o eso es lo que interpreté cuando me decías ciertas cosas de él, solo por protegerme pero no pude evitarlo.
―¿Estás enamorada? ―le preguntó con miedo de saber la respuesta.
Génesis quedó en silencio y con aquello, obtuvo lo que quería saber.
―Supongo que sí pero esto es algo mío, sé que no me va a dar una oportunidad y quedaré como una ridícula si se me ocurriera decirle algo como lo que te estoy contando ―le manifestó con sinceridad y secándose las lágrimas―. Soy una pelotuda por fijarme en un hombre como Tiziano ―contestó dándose rabia ella misma.
―No es un hombre para ti, Génesis. Necesitas a alguien que te quiera de verdad, sin andar en las faldas de otras mujeres ―le respondió.
Alejo solo esperaba que con aquellas palabras su prima se desilusionara de su mejor amigo y aguardaba que Tiziano no le rompiera la cara si por alguna casualidad se enterara de lo que había dicho de él. Todo o parte de eso, era mentira, porque sí podía llegar a ser un hombre ideal para Génesis, incluso con todo lo que poseía Tiziano, su prima estaría como una reina y podría ser querida, amada y respetada como bien se merecía pero a veces su mejor amigo tenía debilidad por las mujeres fáciles y eso no lo toleraba. Aunque quizá, solo quizás cabía la remota posibilidad que cambiara si conocía a alguien que le desestructurara sus esquemas, a alguien como Génesis.
―Lo sé, tienes razón pero bueno... ―le habló tragando saliva e intentando recomponerse de la angustia y llanto que aún tenía―, creo que es la primera vez que me pasa algo así. Supongo que es porque estoy viviendo bajo el mismo techo, es al único que veo y tal vez se me pase cuando termine mi contrato ―confesó secándose las lágrimas y sonándose la nariz.
―Seguro que se te pasará pronto, Génesis ―le afirmó intentando no pensar en eso―. No te preocupes, disfruta de tus vacaciones.
―Lo haré, gracias por escucharme.
―Cuando quieras ―le dijo en tono alegre.
Cortó la llamada y volvió a dejar el teléfono sobre la mesa de noche, se levantó de la cama y entró al baño para mojarse la cara, con una toalla se la secó y se miró al espejo, intentó respirar hondo varias veces y sobre todo, calmarse. Necesitaba hacerlo para que Tiziano no sospechara nada. Desde que había llegado a la casa de veraneo, se sentía así, confundida y con los sentimientos a flor de piel, no le gustaba nada sentirse así, frágil, vulnerable y que con cada cosita que veía, sentía o escuchaba lagrimeaba. Hacía mucho tiempo que no le pasaba aquello y estaba frustrada.
Apagó la luz del baño y salió a la habitación, donde pronto tomó el móvil y salió de allí para volver donde estaban Tiziano y el bebé.
―¿Todo bien? ―le preguntó él mirándola con preocupación.
―Sí, ¿por qué lo preguntas? ―inquirió ella.
―Por nada en particular ―le expresó sin intentar decirle algo más.
Entre la preparación del desayuno que hacía Tiziano y que Génesis se quedaba con Stefano, pasaron cuarenta y cinco minutos, posterior a todo eso, desayunaron en el patio como lo habían hecho el día anterior. Parecía que la armonía había vuelto entre ellos porque no hubo ni siquiera un atisbo de ironía o sarcasmo en lo que se contestaban. De ese modo estuvieron hasta incluso para comenzar a cocinar los alimentos que iban a almorzar junto con la familia de Tiziano. Mientras él salteaba algunas verduras, ella preparaba la limonada. Sin querer había visto el horario y algo en ella se revolvió, el apretón que sintió en el estómago fue de nervios porque se acercaba la hora en que la familia del hombre llegara.
―Habría que apurarnos, pronto llegarán ―le sugirió ella.
―No te preocupes, cuando lleguen no pasará nada, ellos vendrán en camioneta.
―¿Tienes una camioneta en el hangar? ¿Cómo es que no la vi? ―preguntó frunciendo el ceño.
―Creo que estabas más pendiente de llegar y conocer el lugar que de haber visto el vehículo.
―Estoy segura que sí.
Alrededor de la una y media de la tarde, todos habían llegado y entraron a la casa con las llaves que los padres de Tiziano tenían. Caminaron al interior charlando y riéndose, los niños corrieron hacia el sector de los sillones para subirse y saltar sobre ellos. Su padre los regañó y ambos bajaron para luego corretear por los pasillos y después ir hacia el patio trasero.
La joven saludó a todos los que habían llegado y los familiares de Tiziano, se habían alegrado de verla también. Cada pareja se instaló en una respectiva habitación y los niños dentro de la recámara de sus padres. En la alcoba de Brunella, Alessandro hablaba con su esposa.
―¿Verdad que parecen una pareja? ―preguntó con firmeza.
―¿Tú viste lo mismo que yo también? ―comentó también con una interrogación.
―Creo que todos nos dimos cuenta, algo se traen entre ellos ―expresó con franqueza el marido.
―Y si no pasa nada, más adelante surgirá algo porque a simple vista se nota que parecen una pareja ―emitió la hermana con sinceridad absoluta.
Posterior a todo lo que vino después, el almuerzo, comentar en cómo les había ido en el viaje y volver a acomodar todo y relajarse, vino el momento de pasar una tarde en familia y en la piscina. La madre de Tiziano tenía un traje de baño enterizo y su hija una bikini, Génesis ni siquiera se había quitado el conjunto de top y short. El padre de los hermanos y Alessandro ya estaban dentro del agua y faltaba Tiziano para meterse. La muchacha estaba recostada en uno de los sillones y al lado de Brunella, lo bueno era que tenía lentes de sol y podía camuflar hacia donde se iban sus ojos. Estaban clavados en el italiano y en la manera en cómo se sacaba la camisa para dejar su torso desnudo y deleitarse con el short corto que le quedaba perfecto a su tremenda figura. La hermana sin mirarla, le habló por lo bajo escondiendo su boca gracias al libro que sostenía en las manos.
―¿Acaso te gusta mi hermano? ―preguntó como si comentara algo muy natural.
―¿Qué dices? ―le inquirió haciendo que girara la cabeza hacia ella.
―Apuesto a que me has escuchado bien, te gusta mi hermano ―expresó con una sonrisa de costado.
―Para nada, lo miro como vería a cualquier otro hombre.
―No creo que te atrevas a mirar así a mi marido o a mi padre.
Génesis enrojeció de la vergüenza.
―Estás confundiendo las cosas, tu hermano no me gusta ―contestó con una certeza que hasta ella misma había quedado sorprendida.
―En ese caso, intenta que tus ojos no se salgan de los cuencos ―le respondió entre risas―, iré a darme un chapuzón, ¿vienes? ―le inquirió dejando sobre el sillón el libro y levantándose.
―No creo que sea conveniente.
―¡Oh vamos! ―dijo en súplica y casi gritando―, si sabes nadar ven conmigo a meterte, nadie te verá raro, aquí somos familia.
―Y yo la niñera.
―Aceptamos que pases las vacaciones con nosotros porque te consideramos parte de la familia Améndola.
Pero Tiziano no me considera como tal ―pensó con algo de pesar.
―Bueno, iré contigo ahora que tu madre está con el niño ―le habló levantándose ella también.
―Mi hermano no te dirá nada, estoy muy segura que quieres que disfrutes de las vacaciones también.
―Pues sí, eso mismo me dijo en su momento, que al haber más personas para estar con Stefano, puedo aprovechar en descansar y relajarme más.
―Entonces hazlo jovencita ―declaró mientras se quitaba las sandalias bajas.
Génesis primero se sacó el top por la cabeza y después aflojó las cintas del short para quitárselo, dejó el conjunto sobre el sillón y luego se desabrochó las sandalias y fue con Brunella hacia la piscina. Tiziano se la quedó mirando con suma atención, tenía un traje de baño enterizo en color gris perla con detalles de encaje a los costados de la cintura y en el pecho. La silueta se le marcaba tan bien que tuvo que ser sacudido dos veces por su cuñado con quien estaba charlando. Los padres de Tiziano se percataron también de cómo su hijo miraba a la niñera.
La joven lo miró de reojo y se sumergió debajo del agua de cuerpo entero.
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