🌼 23 🍦
Dos horas después, los tres volvieron a la casa para preparar algo para almorzar. Tiziano no le había mostrado nada de la ciudad puesto que iban directo hacia el mercado más cercano y popular para comprar las provisiones.
―¿Se puede usar todo o hay que lavar las cosas primero? ―le preguntó ante la duda.
―Se puede usar todo, la esposa del señor que cuida la casa, lavó todo lo de la cocina y la misma también.
―De acuerdo. ¿Preparo algo para almorzar mientras estás un rato con Stefano o prefieres al revés? ―inquirió sugiriéndoselo.
―Está bien, lo llevaré para que esté un poco al aire libre ―dijo tomándolo en sus brazos y saliendo hacia el patio trasero.
Mientras Génesis se dedicó a preparar algo para almorzar, miraba también la manera en cómo su padre jugaba con su niño, dándole besos, caricias y haciéndolo reír. La escena le enterneció más y supo que jamás iba a formar parte de aquellos dos hombres.
Había hecho algo rápido y fresco, algunos sándwiches y preparó una limonada casera con bastante hielo que había encontrado en la nevera del refrigerador. Una vez que hubo tenido listo aquello, le preparó el biberón a Stefano para que comiera junto con ellos también.
Llevó todo dentro de una bandeja y la dejó sobre la mesa. Tiziano cuando la vio allí, se levantó junto con el bebé en brazos y caminó hacia ella para después sentarse a la cabecera de la mesa.
―Como es algo tarde ya, decidí preparar unos sándwiches y limonada ―le comentó mientras ponía el plato, los vasos y la jarra con limonada sobre la mesa, junto con servilletas de tela y cuchillos por si quería cortar los emparedados.
―¿Has hecho limonada casera? ―preguntó sorprendido.
―Sí, encontré una cubetera en la nevera y lo demás fue lo que compramos ―le dijo sirviéndole dentro del vaso.
―Me encanta la limonada en verano, si es casera mejor ―le respondió con entusiasmo por probarla.
―¿De verdad? ―inquirió sorprendida.
―Sí ―confesó bebiendo un gran sorbo con placer―. Te ha salido riquísima.
―Gracias ―le contestó con una sonrisa―. A Alejo le gusta mucho de la forma en cómo la preparo.
―Y a mí también.
Tiziano mordió un buen pedazo del sándwich y masticó con deleite.
―Parece que tienes hambre ―acotó bebiendo un sorbo de la limonada.
―¿Tú no? ―preguntó con asombro y mirándola a la cara.
―Sí, también. Ahora mismo comeré un emparedado pero primero le daré el biberón a Stefano.
Acomodó al bebé bien en sus brazos y le dio la leche. El silencio se volvió a incorporar entre los dos, hasta que fue el hombre que habló de nuevo.
―¿Cuánto tenías de vacaciones al final? ―preguntó frunciendo el ceño.
―Quince días ―le mintió como la primera vez que le dijo.
―¿Segura? Ahora que me estoy acordando, yo sabía que la facultad te da un mes y no creo que el reglamento cambie en tu país.
―¿Por qué me lo preguntas? ―le inquirió arqueando una ceja.
―Porque podrías decirme la verdad, ¿o no quieres decirme para no quedarte más tiempo aquí? ―le insinuó dando en el blanco.
―Un mes. ¿Satisfecho? ―contestó de manera seca.
―Mucho ―le respondió con una cara de diversión―, de ser así, nos quedamos un mes.
―No puedo ―contestó indignada.
―¿Tienes que presentar trabajos antes de presenciar las clases a distancia? ―le interrogó aún más porque suponía bien el porqué no quería quedarse.
―No, pero quiero organizarme con las materias.
―¿O verte con ese tipito? ―le recalcó con algo de malhumor.
―Puede que sí. Es tan lindo ―le respondió con un suspiro.
Tiziano quedó desconcertado y molesto. Por la manera en cómo había dicho eso, parecía que de verdad le gustaba o solo se lo hacía a propósito para hacerlo engranar más.
¿Y con qué razón? Si se supone que tú no tienes ninguna intención con ella, ¿o sí? Y solo te lo haces creer a ti mismo que no te pasa nada cada vez que la miras o la tienes cerca ―pensó con demasiado fervor.
―¿Qué tiene de lindo? ―le preguntó queriendo saber.
―Es amable, divertido, no sé, es lindo y punto ―contestó con una sonrisa.
―Amable hasta que te muestre los dientes, divertido cualquiera lo puede ser, incluso el tipo más serio y lindo, a ti todo te gusta ―le expresó intentando descontarle puntos al dichosito hombre.
―No todo me gusta ―respondió ofendida.
―¿Ah no? Yo te gusto ―le afirmó poniéndola en un gran aprieto.
―Por supuesto que no ―le emitió volviendo a hacerse la ofendida.
Mintió a lo grande y él ni lo sospechó en lo absoluto. Porque era verdad, le gustaba y no sabía qué hacer.
―Se nota que tienes veintiún años, ni siquiera sabes lo que es estar enamorado ―le expresó con sinceridad y con algo de pesar.
―Puedo ser muy joven pero sé lo que es el estar enamorada ―le dijo con total franqueza y no midió tampoco lo que le declaró.
El italiano quedó desconcertado y muy sorprendido pero tampoco le preguntó algo más, no quería incomodarla más de lo debido. Ante aquella declaración por parte de la argentina, quizá estaba enamorada de ese chico o talvez de él. Y si era de él, era una completa locura.
Stefano se quedó dormido y lo dejó reposar tranquilo dentro del carrito, Génesis fue en aquel momento cuando comenzó a almorzar y Tiziano la acompañó con un segundo emparedado.
―Luego del almuerzo, si quieres puedes usar la piscina o lo que quieras, Génesis.
―Gracias ―le dijo con amabilidad.
―Haz como si estarías en tu casa ―le comentó para que no estuviera incómoda.
―De acuerdo ―contestó metiéndose un pedacito de sándwich en la boca―. ¿Te gustan las camisas? ―le cuestionó queriendo saber.
―Sí, me gustan mucho, sobre todo en verano, son más frescas que una camiseta.
―Me lo imagino, no te vi con muchas de ellas. Casi siempre con camisas.
―Casi todo lo que traje fueron camisas, pantalones, vaqueros, alguna que otra camiseta, bermudas y speedos. El resto es calzado, ropa interior y cosas personales.
―¿Era una obligación que debía de saber lo que tenías dentro de la valija? ―le inquirió riéndose.
Él rió también y mordió otra parte del sándwich. De aquella manera terminaron por almorzar. Unos veinte minutos después, Tiziano se fue con su hijo a echarse una siesta y ella decidió ir a buscar un libro en su bolso personal y volver a salir para descalzarse y recostarse en uno de los divanes con almohadones de cuero blanco y resguardada del sol.
Un sonido del móvil de Génesis la sacó del interés que tenía al leer el libro, miró la pantalla para comprobar que era un grupo nuevo de whatsapp, Alejo lo había creado, para él, ella y Tiziano. No entendía el porqué su primo creaba un grupo con ellos tres, porque siempre había dicho que no le gustaban esas cosas, incluso en algún momento le había comentado que prefería decir cada cosa por separado.
Un par de mensajes se fueron respondiendo entre los hombres y fue el turno de ella para afilarse un poquito más la lengua.
Hola Alejo, ¿cómo estás? ¿Acaso no eras tú que decía que ni en broma creabas un grupo como el que acabas de hacer? ―preguntó con sarcasmo y agregando emojis revoleando los ojos y otro pensativo.
Caí en la tentación de los grupos. Perdón prima ―escribió con un emoji con la lengua de afuera y apretando los ojos.
Me di cuenta ―texteó junto con otro que sacaba la lengua en forma de broma―. Los dejo hablar tranquilos, voy a seguir leyendo el libro que traje.
Hasta luego, prima. Disfruta de tus vacaciones.
Nos hablamos y gracias, tú también disfrútalas ―mensajeó con una carita sonriente y otra tirándole un beso de corazón.
Durante todo aquel día, casi no se vieron y solo lo hicieron cuando fue el horario de la cena, donde comieron lo mismo que el almuerzo, porque ambos estaban cansados y sobre todo el niño necesitaba descansar también. Cada uno entró al cuarto que le correspondía y ella ante todo, hizo dormir a Stefano luego de que le pusiera un enterito liviano y lo meciera en sus brazos. El pequeño pronto comenzó a quedarse dormido por completo y lo llevó a la cunita para que durmiera con tranquilidad.
Ella, se desvistió y se puso un camisón para después entrar a la cama y abrazar la almohada con la que apoyaba su cabeza. No pudo evitar llorar, tenía miles de sentimientos encontrados, tanto de felicidad como de tristeza, pena y decepción. Quedó dormida con algunas lágrimas rezagadas en sus ojos hasta las seis de la mañana en donde el pequeño comenzó a llorar con intensidad. Se despertó enseguida y fue a verlo. Notó su pañal mojado, enseguida lo cambió y cuando quedó con uno limpio, Stefano siguió llorando, la joven sonrió y le dio un beso en una de sus mejillas, sabía que quería comer algo y sosteniéndolo en brazos fueron a la cocina.
Sin tratar de hacer ruidos, le preparó su biberón y luego se lo dio. Mientras quedaba apoyada sobre la encimera de la cocina, disfrutó del amanecer que le estaba regalando la naturaleza. El bebé enseguida se tragó toda su leche y ella lo recostó sobre su hombro para darle palmaditas en su espalda y frotársela también.
Cuando alivianó su pancita, volvió a ponerlo en posición horizontal y como pudo enjuagó el biberón y lo dejó sobre un papel de cocina para que se secara al natural. A mitad de camino hacia su habitación, sintió la puerta del cuarto de Tiziano abrirse y aligeró los pasos para entrar de inmediato al dormitorio y cerrar la puerta detrás de ella. No quería que la viera en camisón.
Tiziano fue a la cocina para beber agua de la botella de vidrio que estaba sobre la mesada de la cocina y quedó mirando con tranquilidad el amanecer. Cuando bajó la vista, se percató que el biberón estaba recién lavado.
Dentro de la recámara, Génesis volvió a cambiarle el pañal al bebé porque se había hecho las dos cositas. Lo acostó de nuevo para ver si así se dormía solo y lo dejó un buen rato para ver lo que hacía, mientras tanto ella leyó unos largos minutos. Media hora después, el sinvergüenza tenía los ojos tan abiertos que ni un atisbo de sueño tenía encima. La joven puso la boca de costado y se cruzó de brazos.
―Eres igualito a tu padre, sinvergüenza e intentando salirse siempre con la suya, tal parece que no tienes nada de sueño, ¿verdad? ―le comentó y el pequeño al mirarla sonrió con grititos incluidos mientras pataleaba y movía sus bracitos―. ¿Nos vestimos y salimos del cuarto? ―le inquirió y él gritó aún más apretando los puños de felicidad―. De acuerdo hermoso, hoy hay que vestirse precioso para que recibas a tus abuelos, a tus tíos y a tus primos ―le contestó, dándole un beso en la mejilla una vez que lo tuvo en sus brazos.
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