🌼 21 🍦
Mientras Tiziano se dedicaba a conducir con tranquilidad, Génesis aprovechó en mandarle un mensaje de texto al chico que había conocido para avisarle que había salido de vacaciones. Tiziano al verla tan entretenida, le habla porque sospecha que es el dichoso sujeto del local de fotografías.
―¿No me digas que estás hablando con ese tipo? ―preguntó incrédulo el italiano.
―Sí, ¿tienes algún problema? ―le inquirió ella con ironía.
―¿No es posible que dejes de hablarle mientras estemos de vacaciones? ―le sugirió de manera interrogativa e intentando ser lo más amable posible.
―¿Por qué lo tendría que hacer? ―le remató con algo de burla.
―Porque estás de vacaciones, porque no quedaría bien que mi familia te vea con el móvil casi todo el día y no estés con Stefano.
―No estoy todo el día con el móvil, no exageres Tiziano ―le dijo ofendida―, de todas maneras tú mismo me dijiste que al haber más personas en la casa, podrán cuidar de tu hijo, mientras yo me relajo un poco ―enfatizó con interés.
―Parece que vamos a empezar otra vez a discutir por culpa de ese tipo ―contestó con sarcasmo y evadiendo lo que ella le había dicho.
―Solo tú lo estás exagerando, lo único que hice fue enviarle un mensaje para que supiera que no voy a estar en la casa.
―¿Acaso ha venido a mi casa mientras yo no estaba? ―preguntó enojado y apretando las manos sobre el volante.
Génesis para hacerlo engranar más, le dijo una mentira mientras se reía por dentro.
―Puede que sí ―expresó con burla y sin mirarlo.
―¿Ya te has acostado con él en alguna parte de la casa? ―inquirió con pesar.
―No te incumbe pero no te preocupes, no soy una loca que se acuesta con el primero que conoce. Ese oficio te lo dejo enterito a ti ―le declaró entre risas.
―Lo que haga de mi vida privada no te tiene que importar en lo más mínimo.
―Eso que acabas de decirme, va para ti también ―le emitió con algo de enojo―, que me hayas dado un lugar en tu casa para cuidar siempre a tu hijo no te da derecho a que tengas que saber cosas de mi vida amorosa ―le habló con seriedad.
Tiziano ante aquellas palabras, terminó por ser cruel con ella.
―Tú eres una agregada a la familia que está aquí solo por trabajo ―finalizó el comentario con seriedad y como un macho que impartía órdenes.
La muchacha quedó petrificada con lo que le había dicho y aunque no le gustó para nada, se mantuvo callada apretando los dientes y el móvil entre sus manos. Estaba rabiosa porque en ese instante el malhumor le había quedado chico. En algún momento sabía que se la iba a desquitar. No tenía idea de cómo pero lo iría a hacer.
A medio camino del viaje, el hombre hizo una parada en una estación de servicios. Mientras Tiziano iba al sanitario, ella cambiaba el pañal del niño y lo volvía a sentar en su sillita de viaje. Supuso que Tiziano tardaría, por lo que tomó su mochila y al bebé y entró al local para comprar algunas cosas para lo que restaba del viaje.
Stefano y ella habían llamado la atención de varios de los de allí presentes. Tomó un carrito de compras y fue eligiendo entre algo para masticar y dos botellas medianas de un aperitivo amargo y sin alcohol.
Cuando fue el turno de Génesis en pagar, mientras lo hacía charlaba con el hombre que tenía detrás. Ella le insistió varias veces en que no quería que le pagara la compra y él terminó por aceptar la derrota.
Al salir y antes que volviera Tiziano, metió la bolsa en el piso del asiento trasero y sentó al bebé en su butaca para ponerle el cinturón de seguridad.
Después de acomodarlo, levantó la vista para percatarse que el padre del niño volvía al auto. Sonrió con picardía cuando se le ocurrió la brillante idea de hacerle pagar por lo que le había dicho un buen largo rato antes.
Tomó la botella, la sacudió dos veces y esperó a que Tiziano se acercara al coche.
―Compré algunas cosas, para ti ―le dijo ofreciéndole el aperitivo con total neutralidad en su voz.
―Gracias ―le contestó sujetando la botella en su mano.
Al tener el aperitivo tapa rosca, él solo tuvo que darle una vuelta para abrirla y dejar que el gas junto con el líquido saliera de manera efusiva hacia su cara y camisa.
Génesis contuvo la risa.
―A veces no es bueno hablar de más ―le respondió con un dejo de burla, para luego entrar al vehículo.
―No lo puedo creer, algunas veces, como ahora mismo tienes unas actitudes de niña que me dejan pasmado ―le contestó de malhumor y dentro del coche.
―Si crees que actúo como una niña entonces tú actúas como un cretino, porque lo último que me dijiste, sonó así ―le confesó molesta y algo decepcionada por su actitud de hipócrita―. Primero me dices que soy la prima de tu mejor amigo y que soy tu responsabilidad y debes protegerme y bla bla y, después la terminas jodiendo en decirme que soy una agregada a ti, a Stefano y a tu familia solo por trabajo y lo sé bien, entiendo para qué vine aquí y no tienes porqué repetírmelo y menos de la manera en cómo me lo dijiste ―le formuló enojada y de brazos cruzados, para pronto mirar por la ventanilla.
Ante todas aquellas palabras, Tiziano supo que tenía toda la razón pero no iba a aflojar porque si le había dicho eso fue por culpa de ese energúmeno del chico del centro de fotos. Le daba rabia saber que ella se hablaba con ese hombre, que él la miraba en como sonreía mirando la pantalla ante algo que el chico le habría escrito, le daba rabia todo de ese sujeto. Por el simple hecho de que hablaba con Génesis.
¿Y qué puedes hacer tú al respecto? Nada. ¿Y por qué? Porque es prohibida para ti ―reflexionó con tristeza y más rabia que antes.
Stefano comenzó a llorar y la joven lo sostuvo en brazos para mecerlo y hacerlo dormir de nuevo, el niño buscó su pecho porque quería comer otra vez y como pudo para no hacerlo llorar lo mantuvo en brazos mientras intentaba preparar el biberón. El hombre miró la escena a través del espejo retrovisor del parabrisas y esbozó una sonrisa cuando Génesis le sonreía a su hijo.
Todo el trayecto que faltaba se la pasaron con tranquilidad, disfrutando del viaje y el paisaje y comiendo y bebiendo de lo que Génesis había comprado con anterioridad.
―No te he dicho toda la verdad ―le dijo él cortando el silencio dentro del coche y sacando a la joven de sus pensamientos.
―¿Cómo no me has dicho toda la verdad? ―le preguntó y ambos se miraron a través del espejo retrovisor.
A Génesis le había dado un manojo de nervios en la boca de su estómago cuando la miró con suma atención, sentía que cada vez que la miraba de aquella manera con intensidad más derretida por él se sentía.
―Con el coche tenemos que ir hasta un cierto lugar y luego de ahí, nos espera el capitán y la azafata para llevarnos hacia la casa veraniega ―le contestó con un atisbo de incomodidad.
―¿Me crees tan interesada que no pudiste decírmelo antes? ―le preguntó ofendida.
―Si te habría considerado así, desde un principio jamás hubiera dejado que te acercaras a mi hijo o a mí y mucho menos que convivas con nosotros ―le expresó algo molesto por lo que le acababa de decir ella.
―Pues haciendo esa clase de cosas, haces que piense eso ―terminó por declararle con seriedad―. ¿Puedo saber dónde vamos o me lo negarás? ―le continuó preguntando con algo de seriedad.
―No te lo negaré, viajaremos a una isla ―le expresó sin darle vueltas.
Haberle dicho aquello, Génesis trago saliva y se quedó más sorprendida que antes.
―¿Eres propietario de una isla? ―le inquirió con intriga y asombro.
―No pero sí de la casa que te comenté antes. Iremos a Liscia di Vacca, es una zona de la Costa Smeralda. Si sabes nadar podrás hacerlo en la piscina y en el océano.
―Me siento como una nula, porque no sé nada de esos lugares ―le dijo con sinceridad y encogiendo sus hombros.
―Yo tampoco sabía de ella hasta que la vi de casualidad por internet. Me enamoré del lugar ―lo expresó de tal manera que hasta Génesis tuvo unas enormes ganas de conocer cuanto antes aquella casa de verano.
―¿Dónde terminaremos el recorrido en coche?
―En Fiumicino tengo el hangar privado, casi a las afueras del aeropuerto internacional de Roma. El mismo lugar donde bajamos cuando llegaste aquí la primera vez.
―Ya recuerdo. No creí que fuera tanto el viaje, entonces ―dijo ella frunciendo el ceño―, es mucho menos de lo que me dijiste.
―Así es, llegaremos en cinco minutos al hangar ―le habló mirando su reloj pulsera―, por lo que desde casa solo estamos a hora y media del aeropuerto. Lo que nos llevará más horas será el vuelo.
―¿Cuántas? ―le inquirió con duda y tragando saliva.
―Casi cinco horas ―le afirmó.
―¿¡Cinco horas!? ―exclamó sorprendida―, no pensé que fuera tanto tiempo, tampoco creí que volaríamos de nuevo ―confesó con algo de preocupación.
―¿Por qué te afliges así? Deberías estar disfrutando que sales de viaje.
―Llegar a Roma fue un gran viaje que no esperaba tener en mi vida. Parte de esto se lo debo a Alejo y la otra parte a ti, por aceptarme en tu casa y en que cuide de tu hijo.
Tiziano no respondió ante la confesión de Génesis, solo sonrió y continuó conduciendo para llegar pronto al hangar, donde su avión privado ya estaba listo.
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