🌼 17 🍦

En el trayecto hacia la casa, Tiziano llamó con el manos libres a su mejor amigo. Éste pronto lo atendió.

―Tiziano, dime.

―¿Cómo estás?

―Bien, ¿y tú?

―Bien... te llamo para avisarte que tu prima está viajando en estos momentos a Buenos Aires.

―¿Por qué? ―le preguntó extrañado.

―Me dijo que extrañaba y que quería tomar unos días de clases en persona, acá es temporada de verano.

―Y acá hace un frío que se te congela hasta los pelos del trasero. ¿Solo por esas cosas la mandaste para acá?

Alejo sabía bien que algo más importante era el motivo por el cual Génesis volvía a su país.

―En realidad no es solo por eso que va allí.

―¿Ha hecho algo raro?

―¿Tu prima? Es lo más correcto que conozco en el género femenino ―le dijo con sinceridad y Alejo se quedó asombrado por sus palabras.

―¿Entonces? ―preguntó con el ceño fruncido―. No entiendo.

―Surgió alguien más de nuestro mismo sexo y no sé hasta qué punto tiene buenas intenciones ese chico.

―¿Por qué te preocupes tanto?

―Alejo, ¿me estás jodiendo? Tú mismo me dijiste que la cuidara y que era mi responsabilidad y lo acepté, entiéndeme; no tengo problema en cuidarla y que sea mi responsabilidad y eso implica saber con quién se está hablando Génesis, porque no voy a permitir que la traten mal o le hagan daño, ese sujeto u otro que conozca.

Cada vez que su mejor amigo hablaba, Alejo sospechaba con más certeza que algo más sentía Tiziano por Génesis pero intentó no darle importancia, porque iba a ahondar en el tema y menos iba a permitir que él tuviera otras intenciones con su prima.

―Bueno, en eso tienes toda la razón, es tu responsabilidad y es bueno que te preocupes por ella y con quién habla o se encuentra. Pero también tendrías que dejar que conozca personas, es joven y necesita conocer gente de su misma edad.

―Tal parece que me consideras un viejo decrépito ―contestó sin percatarse que habló de más.

―Tenemos la misma edad, es mucho más joven que ambos y necesita relacionarse con gente de veintitantos años.

―Ni tú y menos yo sabemos la edad que tiene ese sujeto, ella me dijo que es un chico, ¿y si miente y es un tipo de cuarenta? ¿Te gustaría que salga con un hombre de cuarenta años?

―No me gustaría nada.

―Entonces, ¿por qué crees que la mandé para Buenos Aires? Fue una excusa de mi parte cuando me dijo que quería tomar algunas clases en persona. Más que nada para ver si así la comunicación es más distante que lo que conversaban aquí. Tenga su misma edad o más grande, te aseguro que no me gusta el sujeto y no lo conozco en persona, pero me huele mal.

―Relájate Tiziano, no hagas nada y disfruta de las vacaciones. Hablamos luego.

―Gracias, hasta pronto.

Buenos Aires, Argentina

Casi una semana había pasado en donde ambos estaban en países diferentes y lo peor, al otro lado del continente. Aunque no iba a reconocerlo nunca, Tiziano la extrañaba horrores y ella por su parte también pero debía seguir con sus estudios y aprovechar la distancia para enfocarse en las materias y salir a tomar algo con algunos de los compañeros de varias materias que siempre coincidían en la cursada.

El domingo de la primera semana que le había dado Tiziano, era muy temprano y alguien estaba tocando el timbre en el departamento de Génesis, ésta se levantó de la cama y salió del cuarto para preguntar quién era. Cuando escuchó el nombre se extrañó aún más y sintió el manojo de nervios en la boca de su estómago y el corazón palpitarle de más, ya que no lo esperaba en ningún momento.

―Hola Génesis ―le respondió mirándola directo a los ojos.

―Hola... ¿qué haces aquí? ―le preguntó tan sorprendida que ni siquiera le dijo que pasara.

―Stefano quería la atención de su niñera ―le dijo como excusa mostrándole al niño.

―Pasa, hace un frío terrible y no debiste venir teniendo un bebé de tan pocos meses.

―Ya tiene seis meses, no es tan pequeño.

Una chica se asomó del cuarto de Génesis.

―¿Quién era, Gen? ―preguntó con curiosidad.

―El mejor amigo de mi primo.

―Me pondré un poco más presentable.

―De acuerdo ―le dijo y volvió a mirar a Tiziano―, ¿cuándo llegaste?

―Recién.

―¿Desayunaste?

―No y el bebé tampoco.

Génesis se acercó a la sillita y lo miró.

―Hola mi bebote hermoso, ¿cómo estuviste en estos días? ―le hablaba mientras le besaba las manos y luego lo alzó en brazos.

―Estuvo bastante fastidioso, te extrañó mucho.

―Y yo a él también ―le dijo dándole un beso en la mejilla―, ven, pasemos a la cocina.

Génesis apretó el botón de la cafetera eléctrica y bajó una taza de la alacena de arriba, sacó un plato y colocó algunos pedazos de budines, galletas dulces y tostadas. Eso lo llevó a la mesada, para luego poner mermelada, manteca y algunas cucharas y cuchillos. Todo eso lo hacía teniendo a Stefano en uno de los brazos.

La amiga de Génesis se presentó en el umbral de la cocina y la última la miró.

―Matilda, te presento a Tiziano.

La chica quedó sorprendida cuando él le extendió la mano y Génesis rió.

―Encantado, soy el jefe de tu amiga.

―Igualmente ―le dijo aceptando su mano―, ¿acaso eres el italiano del que siempre me habla? ―le preguntó con curiosidad y él miró a Génesis.

―Pues si no te habló de otro, sí, soy ese mismo ―contestó sonriendo.

―Tienes una sonrisa que saca el aliento, con razón Génesis está...

―¿Preparas el mate, Matilda? ―le preguntó cortando lo que iba a decir su amiga.

―Sí. Perdón, quedé impactada ―le dijo y se acercó a su amiga para comenzar a preparar el mate.

―No seas desubicada ―le expresó por lo bajo.

―¿Acaso no es la verdad? Desde que llegaste que estuviste todos los días hablándome de él.

―Lo que te cuento, nadie más lo tiene porqué saber ―le habló entre dientes.

Matilda le volvió a hablar al hombre.

―¿Qué te trae por aquí? Sé que mi amiga vino porque tú le diste unos días para que pudiera presenciar las clases y porque estás de vacaciones de verano.

―Eso mismo.

―¿Nada más? Es decir, si le diste días fuera de su lugar de trabajo, ¿por qué vendrías aquí?

―Mi hijo la extrañaba.

―Esa excusa es una de las más viejas que se dicen y es muy poco creíble.

―Puedes creerme como no, Génesis hace bastante que cuida de Stefano y es normal que la extrañe.

―Aunque te parezca raro, Tiziano tiene razón, me dijo que el bebé estuvo fastidioso y ahora desde que lo tengo en brazos, ni se quejó. Los bebés se dan cuenta quién es cada uno, aunque no lo creas.

―Bueno, si tú lo dices, tendrás razón, tú eres la que lo cuida ―le respondió su amiga revoleando los ojos.

Matilda se quedó un rato más y decidió retirarse porque sabía bien que estorbaba entre esos dos y el bebé.

Los dos quedaron sin palabras, él mordía la tostada con manteca y mermelada y ella tomaba mate.

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