Capítulo único
Disclaimer: LatinHetalia y sus personajes pertenecen a LiveJournal. Imagen by Kiagumo. Les recomendaría revisar su pagina en facebook y tumblr, es mi dibujante favorita de ChiBol♡~
Advertencias: Algo de OoC. Chilenismos. Un humor negro por parte de Manuel. Bullyng mutuo (?)Malas palabras... lo típico.
Notas de la autora: Un one-shot que escribí el año pasado pero que por diversos motivos no subí nunca a ningún lado. Al menos yo, no he visto mucho ChiBol en wattpad y siendo está de mis OTP's, pensé que era imperdonable por mi parte no poner un granito de arena(?).
I
—¿AH SÍ? PUES METETE EL CONTROL REMOTO POR LA RAJA —gritó el chileno, poco antes de salir de SU departamento, dándole un portazo a la puerta.
Casi podía escuchar las risas de las viejas copuchentas de los otros hogares relamiéndose los labios ante la nueva pelea de la única pareja homosexual del lugar.
¡Oh si! Ya se las podía imaginar a la mañana siguiente, a la hora de comprar pan y antes de que se sentaran a ver sus cagas de telenovelas en los canales nacionales. Ojo, él veía las nocturnas...así que no tenía derecho a ser juzgado. Juntándose en sus grupos de mujercitas arrugadas y con bracitos de dinosaurios. Llamándose por apodos tan cursis y mamones que hacía que el chileno, con facilidad, pudiera vomitar una familia completa de unicornios imaginarios.
— "¡Oh! Rigoberta, ¿Cómo está el Segismundo de su cadera?" —Dijo la anciana, con un tono melindroso.
— "¡Ay! Cristobalina, querida. Gracias por preguntar, está bien...lástima que no pueda decir lo mismo del cabrito Manuel."
Al chileno le ardió la sangre al captar el tonito de voz con el que lo llamaba.
"Uff, cierto. Lo vi cojeando cuando pasé a comprar tomates para el d almuerzo. Tú sabes que yo no soy de pelar gente, ni de meterme en vidas privadas pero creo que su pololo se pasó anoch-..."
O al menos así había sido la última vez, esas ancianas decrepitas habían continuado haciendo sus morbosos comentarios hasta que se percataron de la presencia del chiquillo. Rieron, lo saludaron con cariño y luego se fueron a otro lado. Manuel tenía la cara tan roja como los tomates de Doña Cristobalina. ¡Y lo peor de todo! Es que lo habían creído un maldito pasivo, cuando sólo se había caído de la micro cuando el chofer casi le amputa una pierna. Por eso cojeaba, no porque le dieron duro contra el muro la noche anterior.
Pfff...darle duro.
A ÉL.
A Manuel González.
O sea, estando consciente de su cara de amargado ¿acaso eso no era suficiente argumento para asegurarles que él no era un muerde-almohadas? Al contrario, era un sopla-nucas de excelente calidad...bueno, teniendo en cuenta de que con la única persona con la que se había acostado era el enano maldito del Julio...de su Julio. Un enano que solo medía dos centímetros menos que él.
Dos centímetros a los que Manuel sabía sacarle el jugo.
¿Cómo eran tan desgraciadamente ciegas para imaginarlo siendo sometido por un duende gruñón como Julio? Bueno, Manuel tampoco era Miss Simpatia, pero o sea... ¡¿Quién en su sano juicio puede imaginarse al Julio siendo activo?! –Julio no contaba-.
Tal vez se habían dejado llevar por las sucias tácticas del moreno, quien estando tan consciente como Manuel de que esas viejas tenían la antena parabólica prendida todo el día, se le ocurrió que en medio de su mar de insultos...no, esa es, o una pésima elección de palabras...o una muy buena... El punto es que el muy malnacido en medio de todos esos insultos comenzó a echarle en cara que era un sucio pasivo...¡cuando el pasivo de la relación era Julio!
Y aunque lo negará, vaya que lo disfrutaba.
Sin embargo, podía ser realmente diabólico cuando lo requería, por ejemplo ahora, que Manuel solo quería ver la repetición de un partido en el que su selección jugó más que bien... y el puto de Julio no lo dejaba cambiar de canal porque estaba viendo una peli.
Manuel comenzó con comentarios ácidos, a los cuales Julio respondió de manera aún más mordaz.
De allí, la rutina que terminaba con Manuel esquivando los para nada masculinos manotazos de Julio, cubriéndole parte de la cara con la palma de su mano mientras mantenía la distancia, se estaba repitiendo. Ahora quedaba más que claro porque el boliviano solía optar por los ataques orales.
¿Solución en esta velada?
Salir muy maduramente dando un portazo como si te tratara de un cabro chico de 5 años enojado porque su mami le hizo sopa de brócoli.
Ahora, un pobre Manuel cagándose de frio en la escalera de su block de departamentos era todo lo que quedaba. Los escalones estaban fríos a morir, casi temía quedar con el trasero congelado de por vida.
Así, como buen chico de 23 años que es, no encontró mejor manera de pasar el tiempo que reflexionar sobre qué mierda pasaba por su cabeza cuando con Julio, se les ocurrió vivir juntos. Si, reflexionaría sobre eso en una jodida escalera a las diez de la noche a 4° Celsius. Podría ver esa cochina nube de vaho, ojala agarrara un resfriado para poder toserle en la cara al altiplánico.
Claro, eran una pareja desde hacía 8 años, cuando se pelearon en el liceo por quien agarraba el último galletón de la JUNAEB. Un suculento y crujiente galletón de desayuno.
Y desde ese día, su relación había sido incomprensible ante los ojos de todos. Siempre se la pasaban discutiendo por cualquier miserable detalle. Nunca nadie había sido capaz de escucharlos proclamando el nombre contrario si no era con un insulto acompañándolo.
Se molestaban.
Se golpeaban.
A los ojos de todos, allí había odio puro.
Por lo cual, el día en que los pillaron tomados de las manos en medio de una salida al MIM fue la segunda sorpresa más grande para su grupo de amigos. Claro, la primera había sido cuando luego de mucha insistencia –ruegos y acosos de todos tipos- habían admitido que eran pololos.
Claro, ante sus amigos no mostraban más que simples piquitos y tomarse de las manos cuando hacia frio –en verano no porque las manos sudadas siempre le eran incomodas a ambos -. Entonces, veía la típica pregunta acerca de cómo esos dos podían ser pareja...y durar más de media hora sin matarse.
Porque ellos no terminarían.
Era más plausible que se arrancaran los ojos con cucharas antes de que terminaran.
Y aunque los demás no los vieran, su vida amorosa también podía ser bastante apasionada...a su manera.
Tal vez no se susurraran mariconadas a los oídos mientras veían El Rey León bien acurrucaditos...bueno, sí. Pero solo había sido una vez. Y es porque el resto de la programación era una reverenda mierda.
Resumiendo, los besos, los abrazos, las muestras de cariño escondidas tras aparentes insultos y las noches en que hacían que la cama se azotara contra la pared mientras se escuchaban gemidos que obviamente no eran por un masaje a las 3 de la madrugada, no faltaban.
Pero...a pesar de todo.
—Si serás descerebrado, saliste así no más. ¿Quieres resfriarte o qué ? —la voz de su novio acompañado del reconfortante calor de una manta sobre sus hombros hizo que se volteara, con una de esas sonrisas que sólo Julio conseguía robarle.
A ese levemente más bajo chico moreno.
—Tal vez resfriado me mimarías más y me dejarías ver mis partidos. Pero nooo, tú y tus weas de películas de mina—respondió, mientras se levantaba y tomaba al contrario del brazo llevándolo de vuelta a la casa.
A quien solía hacer rabiar y ganarse su buenos golpes.
—¡No me vengas con que son "películas de mina", birlocha! —le recriminó el moreno, quien al contrario de su propósito, en vez de intimidar terminó por enternecer a ese chilenito amargado. Bajó la mirada, frunciendo el entrecejo y comenzando a jugar con sus dedos. — Cuando ves futbol no me prestas atención...al menos cuando vemos películas te acuestas en mis piernas a dormir.-Las mejillas del chileno adquirieron un notable tono rojo, mientras apartaba la mirada frotando su nuca. Apretó los labios al notar como su pecho dio un vuelco.-
—A-Ah...solo lo digo porque hace frio, ¡y porque eres muy pobre y tacaño para comprar una estufa! –agregó con rapidez, tratando de excusarse. Sabía que haber dicho esa cursileria le pesaría.
A ese maldito enano astuto de Julio...
—Ya weón...veamos tu caga' de película...supongo..."SUPONGO" que te lo debo luego del grito y el portazo...tan de noche—sentenció, esperando a que el más bajo lo arrastrara de la mano al sillón y lo obligara mediante movimientos no muy suaves, a acurrucarse a su lado.
Cosa que hizo.
Pasaron minutos antes de sentir aquella suave manito paseándose por sus cabellos, acariciando su cabeza y haciéndolo sentir que ese era el lugar al cual pertenecía.
A ese chico que lo obligaba a dejar sus idolatrados partidos de futbol.
—Gracias, Manu...
Un dulce y corto beso en la mejilla de su castaño, mientras susurraba en una voz casi inaudible que le quería.
—Y yo a ti, maldito interesado...-dijo manteniendo un tono calmado e igualmente bajo. Hundió más su cabeza en el regazo del moreno, cubierto con la manta. Dio un último suspiro antes de decidir que una siesta con su pololo le haría bien. Y es que nunca podría durar mucho enojado con él. Simplemente la necesidad de arreglarse era más fuerte.
Para un golpe una caricia.
Para un insulto una disculpa.
Porque Manuel, por sobre todas las cosas...
Lo quería más que a nadie en el mundo.
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